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Mi amado conde por Haruka Eastwood

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Notas del fanfic:

Los personajes de Kuroshitsuji son propiedad de Yana Toboso y la historia es cien por ciento mia ♥

Notas del capitulo:

Espero que les guste ^w^ ya que esta escrito de forma rara xD si es así se agradecen comentarios :3


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¡Sin más preámbulos a leer! 

Título: Mi amado conde

Resumen: «Siempre voy a estar contigo… es una promesa de caballero» Y él le creyó.
Categoría: Kuroshitsuji
Clasificación: Mayores de 13
Género: Romance.
Advertencias: Lemon. Muerte de un personaje.

Autor: Haruka Eastwood

~ * o0O0o ♦ o0O0o * ~
Mi amado conde

Capítulo único: Aún te necesito

Con paso silencioso y sonrisa juguetona, se adentró en aquella enorme mansión que tan bien conocía, cuidando de no ser escuchado por los empleados del lugar mientras se escabullía con maestría dando comienzo a su juego. Deteniéndose justo en frente de una puerta de madera tallada, mirando a todos lados antes de adentrarse sin siquiera tocar y cerrar con pestillo.

—Veo que aún no se te ha quitado esa costumbre de aparecer de la nada… —se escuchó una varonil y aterciopelada voz.

Cálida y sutil como el caramelo derretido, tan deliciosa y adictiva, pero al mismo tiempo elegante, moderada y perfecta… tan perfecta como sus sonrisas, como todo él. Su amor, su amante y su vida.

Aun con la sonrisa dibujada en sus labios, se permitió admirarlo como otras tantas veces, repasando cada fino detalle de su bonito rostro; memorizando sus expresiones entre suspiros del alma. Mientras Vincent permanecía con la cabeza gacha, sonriendo al mismo tiempo que terminaba de firmar los molestos documentos de la empresa. Después de todo, no necesitaba levantar la vista para saber que se trataba de aquel risueño y extraño shinigami al que tanto amaba.

—Hi hi hi me gusta poder sorprendente.

—Siempre lo haces —sonrió—. Y… ¿A qué debo el honor de tenerte aquí?

—No hace falta tanta formalidad conmigo —se acercó a paso felino, sentándose en el amplio escritorio de caoba de aquel hombre, que le miró complacido, sintiendo como la larga uña de Undertaker se deslizaba por su hombro de manera lenta y sugerente—, mi amado conde.

Finalmente, levantó la vista de aquel interminable papeleo, encontrándose con los verdes ojos de Undertaker: traviesos, juguetones y con un toque lujurioso que tanto le encantaba. Y sin pretenderlo, su piel se erizo al sentir la suave presión de los dedos de aquel shinigami sobre su cuello, justo donde el pulso era más evidente.

—Ante todo soy un caballero —con delicadeza, alzó la mano y deslizó sus finos dedos por entre las largas hebras plateadas, jugueteándolas un poco antes de acercarlas a su rostro, cerrando los ojos mientras percibía el sutil aroma de su cabello.

—Hi hi hi entonces, ¿debo hacer el papel de damisela?

—Mientras no te pongas en peligro, creo que no habrá ningún problema.

—Eso debería decirlo yo —Undertaker se inclinó, tomando entre sus dedos la barbilla de su amado conde—. Vincent.

—Nada va a pasarme… —sentenció con seriedad.

Aquellos hermosos zafiros lo observaron de tal forma que no dejaban lugar a dudas, diciéndole sin palabras que debería estar tranquilo… en calma. Sin embargo, su experiencia y años le decían a gritos que algo no cuadraba en todo eso, que tristemente los humanos eran criaturas frágiles, criaturas que morían fácilmente y cuya esperanza de vida era nada si se comparaba a la suya.

Pero su Vincent era diferente, era fuerte, astuto y por quien lo daría todo, incluso intervenir llegado el momento, aun así ¿Por qué no estaba tranquilo? 

Suspiró y entonces la mirada de ambos se cruzó, sumergiéndolos en un mundo donde solo existían ellos dos, hasta que finalmente sus labios se juntaron en un beso suave y cálido. Necesitado. Sintiendo como la respiración contraria se fundía lentamente con la propia, mientras sus belfos se movían acompasados en una danza armoniosa y elegante, recreando el ósculo perfecto.

Todo era perfecto en aquella mágica noche. El frío viento hacía que se acercaran más y más al contrario, hasta sentir el calor ajeno como propio. Se necesitaban como nunca antes, como si supieran que esta sería la última vez que podrían sentir el roce de sus pieles, el sabor de sus labios y el abrasador calor de sus cuerpos, un calor agobiante y excitante, creado en medio de una pasión desenfrenada.

—No quiero que nada te pase —lo tomó de la mano para ponerlo de pie y poder abrazarlo, aferrándose a su cuerpo con fuerza, con miedo y con cariño plagado de nostalgia—. No quiero perderte… —susurró—, no lo soportaría. Te amo, te amo tanto, mi lindo conde.

—Adrian… ¿Todo bien? —Comenzó a acariciar el largo cabello plateado de su amante, repartiendo mimos y caricias dulces—. Luces diferente.

—No es nada… —sonrió—. Ahora que lo pienso, eres el único que sabe mi nombre —volvió a estrecharlo con fuerza entre sus brazos, besando tiernamente su cuello, subiendo hasta su oreja—. Suena muy bien cuando lo dices… jamás dejes de hacerlo. No lo hagas.

Al separarse, tomó las manos de Vincent entre las suyas, apretándolas sin llegar a lastimarlo. ¿Por qué tenía tanto miedo? Estaba aterrado con la idea de no volver a verlo, de perderlo y no poder hacer nada al respecto.

—Mi dulce Adrian… —nombró con cariño, viendo los melancólicos ojos verdes de aquel viejo shinigami—. Veme… estoy aquí y siempre voy a estar contigo… es una promesa de caballero.

Y él le creyó. Le creyó porque necesitaba hacerlo o se rompería ahí mismo, ahogándose en un mar de temores infundados, casi absurdos… casi. 

—Hi hi hi realmente eres un humano muy extraño, mi amado conde.

Y por primera vez sintió una necesidad asfixiante de tomarlo, de poseerlo y de amarlo como nunca antes lo había hecho. Besó sus labios con mimo y muy despacito, ansiando comprobar que estaba ahí, con él, mientras recorría su cuerpo con dulzura, deleitándose de cada pequeña reacción y guardándola en lo más profundo de su memoria y corazón aquellas expresiones que tanto amaba ver en Vincent. Su Vincent, solamente suyo para amarlo y cuidarlo por toda la eternidad.

Su frío corazón palpitaba frenéticamente como cuando estaba vivo, creyendo que aquel amor se extendería hasta la perpetuidad, debía hacerlo. Sin embargo era efímero, fugaz y mágico… una bella mentira que solo lo sumergía en un sueño demasiado corto para alguien condenado a vivir milenios.

Pero una sola mirada de él le traía paz. Aquellas sonrisas perfectas le hacían sentir el centro de su mundo, en una silenciosa declaración de que todo estaría bien. Entonces decidió que se aferraría a él sin importar nada.

Y en medio de esa oscuridad, acaricio el cuerpo de Vincent con delicadeza, delineando cada perfecta curva de su anatomía, como si fuera una magnifica escultura de Michelangelo, temiendo romperlo con su tacto ansioso. Desesperante y lleno de necesidad.

Le necesitaba más que nunca. Ansiaba tenerlo todo de él, por siempre y a todo momento… no bastaba con robarle dos noches por mes, ni besos juguetones que se volvían pasionales cuando nadie más veía. Acaso... ¿Era mucho pedir una eternidad a su lado?

—¡Ahh~! Mmm A-Adrian… —gimió fundiéndose con su amante que lo aprisionó contra su cuerpo—. Te amo tanto.

—Vincent —posó la palma de su mano en la nívea mejilla, depositando un dulce beso en sus labios de durazno antes de susurrar—: Yo también te amo. Te amo más que a mi vida… hoy mañana y siempre. Jamás lo dudes y jamás lo olvides, Vincent… mi dulce Vincent

Frías lágrimas descendieron por su rostro, mientras sus labios formaban un único nombre sin descanso… Vincent. Recordarle era tan doloroso.

Su miedo se volvió realidad y sus pesadillas se transformaron en crueles demonios que lo consumían poco a poco. Aquella noche donde lo hizo suyo fue la última vez que lo vio… si al menos lo hubiera sabido.

—Ya han pasado tres años desde que te fuiste… —Se dejó caer en la silla, tras el escritorio que ahora pertenecía a Ciel, observando la ventana mientras los rayos de luna bañaban su cuerpo como aquel día—. Mí amado conde

Solo le quedaba llorar en soledad.

Porque su partida marcó su final.

~ * o0O0o ♦ o0O0o * ~
Fin

Notas finales:

Mil millones de gracias por leer~ ♥

Haruka Eastwood


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