Sonrió afectadamente –solo fue sexo –repitió esto unas tres veces más mientras comenzaba a vestirse.
Heechul estaba yendo a desayunar, quería quitarse del abdomen la sensación que yacía en su epigastrio y qué mejor que hacerlo con comida –pensó.
Al entrar a su cafetería favorita y tomar asiento, Gumhee lo abordó. –Ohh! Hee qué tal? –Gumhee, hermano qué haces por aquí. –Yo ahh! Estoy buscando a ese bastardo de Siwon. –Eh? Y ¿por qué? –hicimos una apuesta y sé que la perdió. –jajajaja cuando no mi maknae, no pierde la costumbre …no? Hace 2 días apostamos una caja de cervezas si adivinábamos 2 números de la lotería, el muy babo perdió; le gusta apostar por todo, en fin dime que fue esta vez? Gumhee lo miró poco convencido, no creyó que sería bueno contarle a Hee así que no dijo nada y llamó a la mesera.
--Oh, Gumhee en serio; pensé que habías perdido esa mala costumbre; ¡maldita sea cuando cambiarás!, ya estás bastante viejo para seguir haciendo esas apuestas tan depravadas; te conozco así que de seguro se trata sobre sexo; es la única razón para que te pongas de esa forma. ¡Ahhh, odio eso de ti! Gumhee lo miró avergonzado, no dijo nada porque Hee lo había dicho todo; y el hecho de que fuera verdad lo avergonzaba demasiado; así que hizo lo único que podía hacer con un café delante suyo, lo sorbió.
Entonces, todo se esclareció en la mente de la diva; entonces todo tenía sentido, y esa sensación magnífica de bienestar y un calor confortable lo abandonaron, se dio cuenta de que había sido el bastardo perfecto para la apuesta que Siwon había ganado; se dio cuenta que la crueldad de su maknae era mucho peor porque se vestía con autosuficiencia y soberbia… suficiente para hacerlo arrastar por donde quiera, se dio cuenta de que había sido uno más de su lista; alguien más que utilizó con sevicia.
No pudo soportar la intensidad de tal revelación y antes de siquiera probar un sorbo de su café, salió corriendo velozmente, hasta quedar exhausto y caerse sobre la arena del parque. El trago fue amargo y las malditas lágrimas no pudieron contenerse más en sus hermosos ojos de cristal; se dejó llevar por la corriente del viento y mostró su vulnerabilidad al entorno tan ajeno a la tristeza y a la maldad de la humanidad.
Se desvaneció y esperó quedar inconsciente olvidando así la tremenda vergüenza que sentía; lo último que escuchó fue el sonido de la olas contra el pedregal.
Siwon ya había terminado de cambiarse y decidió ir a desayunar a ese restaurant caro que estaba al frente de la playa, siempre había sido su lugar favorito, es que ese lugar siempre irradiaba tanta paz, tanta armonía, que le recordaba la hacienda de sus bisabuelos tan pacífica y hermosa; no cambiaría esa tranquilidad tan única ni por todo el dinero del mundo.
Manejo de manera mesurada hasta aquel restaurant y aparco cerca del parque para infantes, entró al restaurant y comenzó a ordenar; comió rápidamente, vorazmente y no logró nada más que un eructo. Fue entonces que entendió que aquella sensación que sentía en el epigastrio no era por hambre, sino por un sentimiento tan ideal y por lo tanto perfecto que lo irritaba.