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El consorte del emperador. por Febo Apolus

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Notas del fanfic:

En ese fic Thor tiene el cargo de emperador pues toda la historia esta basada en la trología SISI (la emperatriz de Austria y su historia con el emperador Francisco Jose); los nueve mundos tienen un ligero cambio en cuanto a apariencias e incluí a Steve y Tony por una razón que ya se ira revelando. Ojala le den una oportunidad.

Notas del capitulo:

Ninguno d elos personajes me pertenece, son propiedad de Marvel y de sus respectivos creadores. 

 

Con respecto a la personalidad de Loki, cambia un poco pero solo al principió, claro si es que continua. 

CAPITULO I

LA CONSORTE DEL EMPERADOR.

Apunto la flecha con precisión hacia la diana en la punta del templo dedicado a las más antiguas deidades de la guerra, sintió el viento rosar sus mejillas, le supo a su favor, miró a un lado, al otro, nada podía interrumpir su tiro perfecto; afilo sus esmeraldas  nuevamente y retiro, poco antes un negrísimo mechón de cabello para no estorbar a su vista; volvió a precisar la punta y el tiro y soltó la flecha.

¿Quién iba a esperar que entre la flecha y la diana se atravesaría un pobre citadino? Nadie. Así que cuando paso y su cara de circunstancia no funciono para dar la explicación al soldado que resulto ser capitán solo le quedo una cosa que hacer. Huir.

 Aunque sinceramente debió haber previsto algo como eso, estando en una plaza pública a medio día, pero que vamos, no era su culpa, al fin y al cabo él dio aviso, bueno, lo hizo su hermano pequeño al que apenas y se le entendió algo por la prisa con la que lo paso gritando por las calles de la capital de Jötunheim, pero de que lo grito, lo grito y de que aviso, lo hizo. Pero como siempre tomaron de loco al pequeño niño y al joven en cuestión.

Entonces no era su culpa que un pobre diablo guardia imperial se atravesara y su casco se fuera con todo y la flecha del joven Loki, y tampoco fue su culpa tener que, prácticamente huir de la escena a caballo y metiendo espuelas para que no le atrapasen, y que tampoco fue culpable de que la guardia imperial arribara al castillo del rey Laufey. Pero lo que si se lamentó y de sobremanera es que no los recibiera su padre sino su madre, Farbauti.

Pobre de su hermano, o afortunado de él, pues del regaño se libraría más no del castigo. ¿Cómo se le ocurrió hacer eso si sabía que la seguridad el imperio se había vuelto más regía desde el atentado en contra del emperador?

-Tienes una habilidad extremadamente precisa para deshonrarme – dijo una vez los guardias se fueron -¿Qué hiciste esta vez, Loki?- pregunto pues ni si quiera espero a que los guardias hablaran para correrlos alegando el título de a quien perseguían y la sangre real que por las venas de ella corría y sin más, con una reverencia por su puesto, los guardias se marcharon.

-No he herido a nadie, si es lo que te preocupa, por ese lado han sido afortunados- contestó entre el cinismo y el arrepentimiento genuino.

-Eso lo sé de sobra, nunca haces nada malo- le rebatió la mujer aun con el ceño fruncido y los años de conocimiento a su hijo como respaldo.

Su madre era hermosa oh sí que lo era, de cabellos tan profundamente negros como los suyos  de labios rosados casi rojos, unos ojos de gema y  una piel envidiable y blanca con esa blancura de la nieve de su país; y esa blancura le permitió saber a Loki que estaba no enojada, estaba  furiosa, de esa furia que no le veía a no ser que su padre hiciera o no hiciera algo. Y su padre, vendito hombre de imponente presencia que no se hallaba ahí para defenderlo. Es que aquello parecía un juzgado, él sentado en medio del comedor para doce, su madre de pie gritando a ronco pecho el protocolo de la casa que debía seguir y su desdichada in compasión por sus pobres nervios, lo único que la diferenciaba a ella de un juez era el vestido de esta.

Ya se lo había dicho su madre, él no era de andar a caballo y de dar espectáculos, por su rango y derecho no debía mezclarse entre la gente inferior, ni por su edad ni por su posición. Que no era una mujer ¿Esta bien? Pero como los pocos que eran desafortunados a los que les correspondía el papel del hijo menor en una familia de casta considerable, bueno debía comportarse como toda una celebridad… además estaba su “condición”, que rara y afortunada, como le decía su padre, pero significaba un gran limitante en su vida.

-¿Es qué no tienes conciencia de tu posición ante la sociedad, niño?- le recrimino la madre.

-La tengo, madre, de eso no hay duda alguna.  –  Contestó – es por eso que no he permitido que me atrapen en la plaza y, con forme a mi rango, les he hecho seguirme- se burló y su madre frunció aún más el ceño, si era posible, a lo que Loki previo, con la agudeza de sus ojos esmeraldas que no sería nada bueno hacerla enfurecer (más).

Pero es que era divertido en toda la extensión de la palabra y por ello, creía el peli negro, que su sonrisa no se borraba y provocaba en su madre una ira que rosaba en la cólera pero que no sacaba del todo por miedo a “romper” el protocolo. Y rogaba, a los dioses o a quien quisiera escucharle, que no se volviera aún más furiosa.  Pero al parecer los dioses ese día estaban en su contra y confabulando para jugarle una broma de muy mal gusto.

-¿Ese era Loki, que gritaba Yuhu y montaba mejor que nadie? – preguntó una voz ingresando al pasillo donde se llegaba al comedor.

Alguien dijo “Sí” y la voz profunda dijo alegre:

-Ese es mi hijo- vaya que en buen momento su imponente padre se venía aparecer por ahí –Mira que saltar las vallas de la guardia de Thor, correr a todo galope y aún estar entero. El mero hecho de burlar a la guardia ya es para darle un premio.- presumió su progenitor.

Era por esas cosas que adoraba a su padre, esa adoración que estaba llena de cariño y en un respeto fraternal más que protocolar; su padre le entendía de una manera que ni su madre ni ninguno de sus hermanos o hermanas pudiera hacerlo, le entendía como el espíritu libre que era y como el indomable ser que había nacido. Pero joder, que ese no era momento para darle aires de grandeza (aunque después se los agradecería); era momento de defenderlo de su madre, no fuera que le diera por castigarlo mandándolo a Vanaheim con su tía o en el reino de los gigantes de fuego, no, no, no.

Amaba a su padre, de eso no había duda, que amaba a ese hombre de cabellos castaños casi negros, ojos verde jade y la piel de nieve con los años encima y la edad en alegría, pero a veces deseaba muy sinceramente que se callara y que no le quisiera tanto.

-¿Has sabido que ha hecho tu hijo?- preguntó su indignada madre cuando el otro hubo ingresado en el comedor.

-Claro que sí – contestó el otro muy contentó robando una manzana del frutero y mordiéndola con el mayor gozo posible – ha practicado en la plaza tiro con arco, ha dado en la diana con todo y el casco de uno de esos guardias del  imperio y ha huido como todo un “natural”. Y ha sido esplendido.

 Y ante la declaración del padre no le quedo más que sonreír con vergüenza y hasta un poco de culpa. Pero la madre frunció aún  más el ceño, si eso fuera posible y pareció padecer de un tic en el ojo.

-Y por cierto que huida, hijo mío- le felicito.

En otro momento Loki hubiera sonreído satisfecho por su fechoría, pero es que vale, que  no había hecho nada malo, nadie salió herido, y él estaba sano y salvo, pero como se ha recalcado muchas veces, su madre no estaba de acuerdo y jugar con ella no es que fuera una muy buena opción.

-¿Y aún le felicitas?- recrimino la mujer – no ha ido más que a exhibir toda la mala educación que recibe de ti

-Pero mujer – expreso el otro – que no ha herido a nadie.

-¿Pero es que aún le defiendes?

-No lo defiendo, porque no hay nada de que defenderle.- argumento Laufey –pocos días son los que Jotunheim no agoniza en la nieve y en esos pocos días tu hijo se da a lucir y presumir su presencia en la sociedad que tu tano le recriminas ¿Y lo regañas? Vamos mujer que ya no saldrá.

-¿Qué te piensas tú, Laufey, corriendo de aquí para allá a donde el viento te lleve? ¿Qué esperas que tus hijos hagan cuando les das ese ejemplo?

-Pues que hagan lo mismo. – Se encogió de hombros -Farbauti, llevas toda nuestra vida de casados tratando de cambiarme y no has conseguido nada más que envejecerte.

-¿No piensas, Loki en tu hermana?- pregunto la madre al hijo descolocando al segundo, porque al padre ni remedio.

-¿Y ella que tiene que ver?- refuto

-Está en edad de casarse, y tú con tu padre desobligado le correrán a los pretendientes. Lo mismo pasara contigo si sigues con esa actitud- le reprocho

-Vamos, hermosa madre – dijo para sonreír - ya te he explicado que no lastime a nadie- Por primera vez en todo lo que llevaba “del juicio” se puso de pie con ese porte elegante que muy de vez en cuando se le olvidaba ¿Qué? Que fuera un aventurero nunca le quitaría lo elegante y bello que era. –No hice nada malo de lo que tengas que arrepentirte, además que le he hecho un favor al viejo Odín

-¿Un favor?- preguntó confundida su madre ¿Cuándo el pésimo comportamiento de un príncipe se veía como un favor?

-Pues sí. Le he demostrado que su guardia es tan inútil que inclusive yo he podido burlarla.  En cuando a Lorelei, mi hermana es hermosa no habrá quien en los nueve reinos se niegue a contraer matrimonio con ella pues quien le rechace o es ciego o idiota y espero que no sea ninguno. De mí ni te preocupes que tanto hay caballeros en los nueve mundos como hay damas y por favor, que no quiero a una niña hueca cuyas convicciones no sean más que casarse y conseguir familia.

Con eso basto para que su padre lo adulara aún más y su madre los corriera a él y su progenitor del comedor.

**

Pasado el mal trago de la mañana, Loki se dispuso a esconderse en la biblioteca, no quería ni escuchar más reproches de su madre o los de Lorelei, que si bien se querían con mucha fuerza a veces ella era igual a la madre, tan conservadora y respetadora de reglas. Había reglas, claro y algunas debían de seguirse pero del todo, unas le parecían tontas y hasta aburridas.

E inclusive le llegaban a parecer un tanto… arcaicas, hasta en Midgar, el mundo de los hombres, de la raza más inferior a ellos tenía leyes que prohibían unas cuantas de las cuales se llevaban a cabo en el imperio Asgardiano. Sin embargo no podía hacer mucho, solo acatar unas cuantas y olvidarse de otras, total, por lo único que debía de preocuparse era, en ese momento, de impedir que la ira de su madre le impidiera ir de cacería con su padre.

Es que quería traer a rastras a un Bilgesneip ¿Qué dirían los jóvenes del lugar? ¿Qué era valiente u osado?

¿Por qué preocuparse de lo que dijeran los jóvenes del lugar? Bueno, esa era una de las razones por las que detestaba el protocolo y las leyes  que a los de su “condición” les obligaban a ser tanto serviciales como valientes, una cosa mixta entre varones y mujeres, pero más féminas que hombres. ¿Por qué? Simple, eran especímenes raros y algo “exótico” por decirlo de una manera decente. Y es por ello que rompía tanto protocolo como reglas, tanto decencia como decadencia, sería hermoso a su manera y si bien alguien quería contraer nupcias con él, bueno que se preparara para saber que se llevaba.

Pero lo que no se esperó, está bien, se esperaba de todo pero no eso y no tan fuerte como los chillidos que casi rompen sus oídos. NO señor, eso si no lo espero, ni en una ventisca de Jotunheim ni en el Ragnarok.

-Me caso- gritó su hermana Lorelei

Él no iba a preguntar con quién y por qué, simplemente iba a elevar una ceja interrogante, bajaría, a medias, el libro que fingía leer  y se detendría a escuchar de cualquier conde con título de soberbio que pidiera la mano de su hermana. Pero no eso, no, no y no. NO una carta con el sello de la ciudad dorada y aún más, con el sello imperial.

-Seré la emperatriz de los nueve mundos, la consorte del emperador.

¿Felicidades? No, él no la felicitaría sinceramente. Sería privada de mucho solo para cumplir con el protocolo que exigía el imperio, no, definitivamente él no estaría feliz de estar en esa situación.

Pero ante el shock de lo que escucho y sus ideas revueltas fue solo la sonrisa de su madre la que le saco de sus cavilaciones. Parecía feliz, había dicho algo como como “el futuro de sus hijos” el aseguramiento de ello y muchas, demasiadas cosas, entre ellas comprar ropa nueva.

**

Era hermoso, por supuesto que lo sabía. De esa belleza que ofrece el ser guerrero y monarca, de esa belleza sublime que pocos tienen, que residía en su mirada de zafiro y diamante, de esa belleza que estaba en sus cabellos de oro y su piel de sol. Él era hermoso, en su uniforme y ropa de emperador, eso era un monarca, un nacido para el gobierno.

Cuando bajo del caballo en el que, con todo y guardia imperial, había ido a “dar un paseo”; se topó con su hermano (medio hermano) que con una sonrisa y enfundado en su armadura militar le recibía.

-Padre le espera – le comunico una vez hicieron las reverencias debidas y los saludos correspondientes, una vez que la guardia presento armas y retiro capa y peto de su emperador. –Su majestad.

-Hermano, vuelvo recién a verte desde hace tiempo y sabes bien como yo  que  eres de los pocos que no debe dirigirse a mí de esa manera – asevero el monarca.

 Eran hermanos, era verdad, en realidad medios hermanos y las diferencias aunque casi imperceptibles, desde los cabellos de oro de uno y los cenizos del otro, desde la piel de sol a la pálida y calcárea y los zafiros brillantes de uno y del otro, les hacían saber a guardia y nobles quien era quien para rendir y ofrecer respeto.  Pocas veces eran las que Thor permitía la confianza y osadía de ser llamado por su nombre, solo sus más allegados y entre ellos era su hermano.

Baldr era de esos hermanos amables que siempre estaban ahí, pero como príncipe segundo al trono su deber era ser el comandante de la armada de Thor por lo tanto y  a su parecer, el portar en ese momento, a la  llegada de su hermano a palacio su uniforme militar, debía, como lo que era, rendir el respeto de un militar a su monarca y así se lo hizo saber.

-No estoy en frente de mi hermano y no soy un hermano. Estoy en frente de mi monarca y soy su comandante de armada, por lo que el título, majestad, es imprescindible en este momento. Vengo a rendir cuentas como comandante.

-Me disgusta que te dirijas a mí de esa manera, Baldr. – insistió mientras que con un ademán le indicaba que lo siguiera y a su vez a la guardia que era todo que estaría caminando con su hermano.

-Lo lamento, Thor. Pero si soy el primero en romper al normas, no esperare que mis hombre son hagan los mismo.- habló cuando la guardia entera se fue.

-Eso suena diferente- sonrió  palmeando la espalda de su hermano que así como él era un digno Aesir. Tan atractivo como eso implicara y con el mismo porte que un príncipe debía tener -¿Ha venido también contigo Ángela?- preguntó sabiendo que su hermana había ido en otro escuadrón como subordinada de las valkirias a cargo de Freyja

-No ha llegado conmigo – admitió –pero he escuchado que llegara pronto, y que está feliz pues su desempeño en batalla ha sido tan bueno como se esperaba que fuera, nada que envidiar a sus dos hermanos mayores.

Los dos rieron

-Pronto competirá contigo para tomar parte en la armada Asgardiana- bromeó el emperador.

-En esa circunstancia sentirá envidia de ti, ella tiene el espíritu de batalla de un halcón escarlata pero sabes tan bien como yo que no le dejarías tomar parte del escuadrón de elite de los nueve mundos.

-Dices bien. – Thor guardo silencio antes de volver a hablar – pero sabemos que tú no has ido como el comandante de la armada por nada, dime ¿Cómo ha sido tu estancia en la tierra del  fuego eterno?- interrogó

Baldr bajo la mirada.

-Sigue existiendo insurrección, hermano.- respondió-  Y el arrestar y ejecutar a los líderes no está surtiendo efecto. De seguir así habrá guerra en poco tiempo.

-¿Estás diciendo que mis métodos son poco efectivos?- la voz de Thor cambió de tono y pareció molesto. – Has ido tú,  el mejor guerrero que todo Agard puede ofrecer ¿y aun así no has podido poner fin a las revueltas?

-No, no hermano, no estoy diciendo eso. Solo que no todas las batallas se ganan con fuerza bélica- argumento Baldr. Su hermano era un ser de poca paciencia en ocasiones ante la desesperación recurría las cosas presurosas y atrabancadas como en esa que libraba una caza en contra de los revoltoso ignorando que eran la voz del pueblo al que debía de escuchar.

 

-Dejemos el tema para otro día- hablo el emperador después de un incómodo silencio  y notando que no había visto a su hermano en meses y pelear con él no era la mejor forma de recibirlo–hoy quiero hablar con mi hermano- sonrió mientras pasaba un brazo por los hombros de su hermano.

-Pero primero debes de ir con padre, te busca- le recordó su hermano

-¿Sabes casualmente para que me requiere? – indago mientras el otro suspiraba y le miraba condescendiente

-Sera mejor que tú mismo lo averigües

Thor asintió, regalo un abrazo a su hermano y se dispuso a ir donde su padre.

 

 

-Su majestad el emperador – hablo el vocero del castillo mientras Thor, con su porte marcial y sin duda majestuoso ingresaba a su despacho en donde ya le esperaba su padre y su madre, beso la mano de ella y a él le inclino la cabeza.

-Hijo – hablo el padre – necesito hablarte

Los guardias, los concejales y demás entendieron la indirecta del anterior emperador y tal cual hablo todos se retiraron, con ello incluida la  madre.

-¿Dime padre? – pregunto mientras tomaba asiento en el lugar que le correspondía en su despacho un escritorio pequeño hecho de las maderas más finas con acabados de oro.

-No. Hoy no quiero dirigirme al emperador, sino a mi hijo- hablo el mayor sentándose en la pequeña ante sala que se tenía ahí.

-Muy bien- accedió  -¿Qué debes decirme?- preguntó una vez ambos sentados en los sillones de mullidas telas y colores vino.

-Dime primero ¿Cómo está tu hermano, Baldr? Sé que hoy ha llegado  y también háblame de tu hermana Ángela, sé que ella aún no llega pero que lo hará.

-Baldr ha llegado bien, sigue igual de fresco como cuando se fue. Como comandante de armada aún no me entrega el reporte, sin embargo sospecho que no ha podido hacer mucho

-Lo lamento mucho hijo. A veces creo que Baldr es demasiado suave – dijo el padre condescendiente.

-No lo creo padre, tal vez de hecho es más sensato. – Corrigió

-¿Y tu hermana?

-Ella llegara hoy, junto con Freyja, sé de buena fuente que ha sido una guerrera excepcional; nada que envidiarle a sus hermanos mayores – dijo citando las palabras de su hermano.

-Sin lugar a dudas, una hija digna de ser valkiria- felicito el padre

– Más dime, padre ¿Qué es el tema que con tanta intimidad quieres tratar? – al fin preguntó Thor

Odín guardo silencio mientras retiraba de su mano el anillo de bodas de él y Frigga. Y a su vez se servía una copa de vino.

-Ese anillo lo traje desde las tierras de Jotunheim, es de hielo y oro- comenzó a hablar – simboliza la unión que tu madre y yo tuvimos. ¿Lo sabías?

-Lo sé padre

-El matrimonio de tu madre y él mío ayudo en su momento a retener varios intentos de revolución y guerrillas. Hubo paz entre Vanaheim, Jotunheim y Asgard e inclusive hicieron una alianza para derrotar a Surtur.

-Sin duda un momento glorioso padre ¿a qué  viene esta plática tan detallada de historia?- cuestionó un poco confundido. Odín suspiro.

 

-Sabes ya – hablo por fin después de una breve pausa – que las cosas no son seguras y que el matrimonio significa seguridad. Y para ti hijo mío ya es el tiempo. Se te joven más es la edad perfecta para casarte.

-¿Tengo que casarme tan pronto?- cuestiono entre sorprendido y confuso

-Las guerras, la inestabilidad del reino e incluso las victorias ameritan un aseguramiento de la descendencia, para dar garantía  a la corona, hijo- respondió el viejo que si bien era tan majestuoso como el hijo era por mucho más viejo y carente de un ojo, de ahí su sabiduría casi infinita.

-Lo sé- hablo con un suspiro – más sería de mi gran gusto escoger a una dama digna de ese cargo y honor.

Cuando dijo eso muy pocas candidatas le vinieron a la cabeza, en realidad casi ninguna. Tal vez Lady Sif pudiera dar la talla de la emperatriz que los nueve mundos necesitaba, tal vez ella o tal vez la poderosa Amora después de todo su firmeza ayudarían con los problemas del gobierno.

-He velado – lo interrumpió sus pensamientos su progenitor. – por tu bien y el de los nueve reinos, por eso mismo me he tomado una libertad hará ti que te beneficiara; yo mismo he escogido a quien será tu esposa.

¿Sonreía ante aquello? ¿Se ofendía? Él era el emperador, pero era joven e inexperto así como terco e impulsivo, sin lugar a dudas le haría falta la sensatez y la razón, pero él deseaba poder ser libre, aunque fuese en eso.

-¿No crees padre, que en una situación tan delicada como lo es el matrimonio, sea yo quien escoja a mi compañera?- preguntó con la voz más cortes que pudiera tener en ese momento.

-En efecto hijo mío, pero confía en tu amado padre. He escogido a una muchacha que cumple con todos los requisitos que podrías desear. Algien diga de ser la consorte del emperador de los nueve mundos.

¿ah sí? Se le antojo preguntar pero en lugar de eso enarco una ceja y espero a que su padre continuara.

-Es hermosa, hogareña, recatada, firme en sus creencias…

-Pero no la conozco- recalco

-Erro hijo mío- le detuvo el padre – le conoces, como a cada regente de los nueve mundos sobre los que gobiernas

-¿Y quién es?

-Lorelei, Lorelei de Jotunheim, hija de Farbauti, y de Laufey, el único defecto de esta niña es el padre, tan irreverente como lo era en su juventud, por desgracia habrá que igualmente aceptarle.

-Contrario a lo que piensas, padre; con el único que tomo consciencia de recuerdo es de Laufey, no recuerdo a Lorelei pero si tu juicio es ese confiare en ti. Ahora si me disculpas padre, debo ir a donde Baldr, debo recibir mi informe.

Dicho esto y aun con la ira ocultada de parte del emperador se retiró de la estancia.

-¿Cómo lo ha tomado?- pregunto Frigga, madre del emperador, cuando ingreso al lugar después de la salida de su hijo.

-¿Escuchabas de tras de las puertas, mujer?- cuestiono Odín

-No

-Que tengas magia no quiere decir que la puedas usar de manera deliberada- recrimino el hombre mayor.

-Sin recriminaciones, amado Odín, dime como ha tomado mi hijo la noticia de su boda

-No le ha gustado nada – le confeso

-Es muy joven

-A su edad yo ya estaba casado contigo- respondió

-Porque lo impuso el consejo, esposo

-Y hoy lo impongo yo- ella suspiro – no soy su enemigo, Frigga, simplemente velare por el bienestar de los nueve reinos y ese también es el deber de Thor, por encima de su propia alegría si es necesario.

Ella suspiro, razón de sobra tenía su esposo, cuando se nacía para ser monarca se olvidaba del ser y se convertía en figura; su pueblo era su mayor prioridad, tan solo esperaba que aquella joven que fuera la consorte de su hijo, supiera guiar con bien su camino y, con el tiempo, tal vez, se enamoraran.

Suspiro, sus damas la vieron y condescendientes la siguieron, ella no iría a sus habitaciones en ese momento, tomo un caballo y se dispuso a averiguar si esa mujer haría feliz a su hijo.  No es que fuera sobre protectora es que ¿A qué madre le agradaría la idea de que su hijo se casara con una desconocida?  A nadie, por supuesto. Así que si Odín llegara a preguntar por el paradero de su esposa, nadie sabría nada, después de todo  Frigga era hechicera y una muy poderosa, que desapareciera a su antojo no dependí a de nadie más que de ella y las nornas no sabían.

**

-Seguro que es horrendo – dijo Loki. Había escuchado del emperador, como no, del arrogante Thor hijo de Odín; de su belleza como pocas, de sus ojos y hasta de su cuerpo, la perfecta simbolización de la belleza y el poder, de la dignidad y de la majestuosidad. Y un comino, si lastimaba a su hermana dejaría de ser el emperador y se convertiría en un rival en el campo de duelo.

-No es verdad, es guapísimo – contradijo su hermana.  Y  ella, ella era hermosa, de esa belleza que da ternura y asombro, como un cervatillo tímido ante la captura.

-¿Ya le has visto?- cuestionó él

-He escuchado de su belleza y se afirma que es simplemente sublime- suspiro.

-No, tú eres hermosa- le afirmo  mirándola detenidamente

-¿Lo crees?- preguntó sonando un tanto insegura  -¿y si no lo soy para él?

-Yo lo creo y si Thor, el emperador, no lo cree así, que se pudra pues es ciego- dijo sonando molesto.

-No lo ofendas de esa manera- se ofendió su hermana –no sé cómo actuar de frente a él y…- guardo silencio en cuanto su hermano la abrazo.

-Vamos, a mí me preocupa cómo me dirigiré hacia ti- le interrumpió Loki y le sonrió encantadoramente -- ¿De majestad? ¿O emperatriz?

Ambos rieron

-Nunca he hablado con él

-¿Y qué?- pregunto Lóki – será tu esposo y no están preguntando, Odín, padre de todo así lo ha decretado.

-¿Iras con nosotras?-

-No -sonó aliviado

-¿Por qué? – interrogo preocupada

-Yo no voy a comprometerme, lo harás tú, mi amada hermana.

Que lastima, dijeron las Nornas, porque el destino es caprichoso. Pero fue solo Frigga la que con los ojos abiertos y llenos de lágrimas recibió tal recado.

 

Notas finales:

Ojala les haya gustado, aquí les doy la preeliminar de como sera la historia. Sí, Loki no esta planeado ni para aparecer ante Thor. 


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