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Black Butterfly por Gon Freecss

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Notas del capitulo:

Primero que nada, ¡feliz Navidad a todos! Como soy un alma generosa y pura traigo yaoi para todos :) Gracias a todos los que han leído hasta ahora y también si recién le has dado una oportunidad a este pequeño fanfic, muchas gracias a todos los que leen y dejan un review!

 

Ese odio feroz de Killua, hacia cualquier cosa que estuviese relacionada con Gon, duró hasta el décimo grado. Para ese entonces, los dos finalmente habían parado de poner toda su energía en su rivalidad, y habían decido tomar el camino del silencio; y hasta el día anterior, Killua no habría hablado o siquiera mirado a Gon por casi ya dos años. Bueno, la parte de mirar no era exactamente lo que uno diría cien por ciento cierto. Y también estaba aquella vez, durante el tercer año, cuando estaba conduciendo al centro comercial y divisó a Gon parado en frente del Tonpa’s Meat Market. Killua aceleró el gran motor V-8 del viejo Buick de su padre, saltó a la acera, prácticamente atropelló a Gon por la espalda, no, disculpen, atropelló a Gon por la espalda  y vio cómo el impacto lo lanzó contra el cercado del frente a la derecha, lo recuerda bien. Paró el auto y bajó para evaluar los daños.

 

"¿Algo roto?". Gon yacía tirado en el pavimento, frunciendo el ceño hacia Killua.

"Mi pierna, ¿quizás?"

“Excelente”, dijo Killua. Se dio la vuelta, se metió en el Buick y condujo hasta el Centro comercial para pasar una linda tarde de compras. Él atribuye dicho incidente a una demencia temporal. Además, en su defensa, le gustaría decir que no ha atropellado a nadie más desde ese día. Algo remarcable en su opinión. También le gustaría agregar que él no ha pasado todos estos últimos años ignorando a Gon con todo lo que tenía, para que ese mismo todo se vaya a la mierda y termine en algo como esto.

 

“Killua”, dice Gon pausadamente, recostándose contra la pared marrón de su escuela, al mismo tiempo que desinteresadamente daba pequeños golpes a su cigarrillo. “Como que tenemos un pequeño problema aquí, ¿no crees?”

“Lo que yo creo”, siseó el mencionado, “es que es increíble que les siguieras el juego en primer lugar”. Miró cautelosamente por los alrededores, un poco nervioso a decir verdad, porque si alguien los atrapaba hablando así, hablando como si fuera lo más normal del mundo, bueno, los rumores solo empeorarían.

 

Gon alzó una ceja y le dio una larga calada a su cigarrillo. “Te salvé el jodido trasero ayer, así que, honestamente, lo menos que podrías hacer es-“

 “Tenía todo bajo control, ¿sí? No necesitaba que corrieras en mi rescate. Esos imbéciles eran puro habla y pura mierda. Puedo cuidarme solo”.

“¿Ah, sí? El pelinegro ahogó una risa. “ No me di cuenta de que “cuidarte solo” incluía el referirte a mí como tu novio”. El rostro de Killua estalló en llamas.

“¡Cállate! Eso fue un jodido accidente y lo sabes”.

El de ojos marrones soltó el humo directamente en su cara. “Y ahora todo el colegio piensa que estamos saliendo”.

“Bueno, no fue como si te hubieses tomado la molestia de siquiera corregirlos o algo por el estilo”.

“No tuve la oportunidad de hacerlo”. Gon se encogió de hombros y desvió su mirada, agitando lo que quedaba del cigarro y escondiéndolo entre los arbustos.

“Desearía que te hubieras metido en tus propios malditos asuntos”, soltó Killua, pasando una mano por sus cabellos. “Unos cuantos malos perdedores del equipo contrario me hacen un pequeño escándalo porque los vencí en relevos, y de repente te crees con el derecho de empujarte y meterte en mi mierda personal”.

 

“¿Acaso estás acostumbrado a que te amenacen?”

“Estoy acostumbrado a que los chicos odien el hecho de que puedo nadar más rápido que ellos, así que sí, sí lo estoy”. Los labios de Gon se curvearon en una sonrisa. Maldición. Sus hoyuelos mandaron a Killua al espacio y, por unos segundos, sintió que tenían catorce años de nuevo.

“Bueno”. Resopló Gon y sobó la parte trasera de su cuello. “¿Qué sugieres que hagamos entonces? Asumo que no estarás dispuesto a admitir que no pudiste defenderte tú solo contra unos cuantos pendejos que estaban en su periodo”.

 

Killua lo miró y se invitó a sí mismo a invadir el espacio personal del otro. Gon olía a nicotina y a Old Spice, y Killua pudo notar una diminuta peca en la esquina de su boca. Solo una, rozando el borde de su labio inferior. Como si se hubiera escapado del resto de las de sus mejillas. Tch, ¿es en serio cerebro? “¿Estarás tú dispuesto a admitir tu patético intento de rescate como una especie de caballero en mierdosa armadura? "

 

“¿Estás tratando de hacerme admitir que me preocupo por ti?" Gon da la clase de sonrisa boyante que hace que Killua sienta la urgencia de sacársela de la cara a puñetes. Decide ignorar los latidos y el incremento de su pulso, junto con la repentina humedad esparciéndose por su boca.

“Como si quisiera que te preocuparas por mí”. Responde lacónicamente.

“Nunca dije que lo hicieras”.

“Bien, porque no es así”.

“Bien”.

“Bien”.

Ambos apartan la mirada, Gon entrecierra sus ojos y se puede ver cómo se tensa un músculo en su mandíbula. Sus pómulos se encuentran ligeramente rosas, pero esto podría deberse a que hace un calor de la puta madre y él aún está utilizando su chaqueta de fútbol. Su labio inferior se ve carnoso, brillando contra la luz, y Killua no puede hacer más que tragar saliva y dar un paso hacia atrás, lentamente, apretando los puños.

 

“No quiero terminar viéndome como el idiota aquí” murmura el peliblanco, en una baja e irritada confesión. El otro suelta un bufido, viéndose igualmente frustrado.

“¿Entonces qué sugieres que hagamos?” Killua no tiene ni la más mínima idea de qué hacer. No ve la forma en que esto acabe bien para él, y todo porque no hay nada que detenga a Gon de decirle a todo su pretencioso grupito de fútbol que él fue quien salvó a Killua de que le sacaran la M, y, es verdad, Killua no tiene la reputación de un debilucho— él es el capitán del equipo de natación, aquel que incluso quedó en segundo lugar en los Nacionales del año pasado— pero el energúmeno que tiene al frente es físicamente más amplio que él, además de que el equipo de fútbol tiene- y por mucho- una mayor influencia en un lugar tan mezquino y traicionero como la preparatoria.  Podría fácilmente humillarlo con esto.

 

Excepto por una pequeña voz que le susurra desde el fondo de sus pensamientos que… no lo ha hecho aún.

“Podemos vivir con esto,” dijo Killua sin una pizca de a lo que se le llama tacto. Gon lo mira como si acabara de decir que fue él quien inventó la bombilla de luz, y pestañea. Solo jodidos pestañeos. Pestañea. Pestañea. Pestañea. Killua está a dos segundos de engraparle los ojos a Gon para que ya no los cierre cuando,

“¿Hablas en serio? Tú… quieres pretender  que nosotros— que tú y yo somos—“

“Oi, ¡tranquilízate, ¿sí?! No va a ser un “juntos por siempre” ni nada, solo, uh— no sé, ¿unas semanas? Después podemos simplemente decir que fuiste un imbécil y que te terminé”. El de los ojos zafiro sentía el pecho pesado. Maldición, esto es estúpido. Esto es tan jodidamente estúpido. Cómo podría siquiera pensar que Gon aceptaría algo como est—

 

“Pero Killua, tú nunca has estado con un chico”. La voz de Gon se hizo repentinamente silenciosa. El aludido lo miró unos segundos; nunca pensó que Gon sabría algo como eso, o que empezaria a saber esa clase de información sobre él. Se encogió de hombros. Sin darse cuenta, había comenzado a patear el gras, con esas mismas Converse desgastadas que sigue usando después de todos esos años. 

“¿Y eso qué importa? De todas formas la mitad del equipo de natación es gay. Todo el mundo lo sabe. No es como si yo fuera a ser una sorpresa o algo”.

 

Gon ha salido con un buen puñado de chicos, y como si ser el mariscal de campo no fuese ya la gran cosa, es endemoniadamente encantador. Sus literalmente increíbles técnicas de gileo han probado ser altamente efectivas,  tanto para deportistas con la cabeza oxigenada, como para porristas varones (porque… ¿por qué carajos no?) aquellos que hablan más la depor-lengua que el mismo español. A Gon le gustan así; lindos y estúpido. No que Killua lo haya notado o algo por el estilo, no.

 

No se había dado cuenta de que estaba conteniendo el aliento, esperando a que el pelinegro se burle en su cara y ruede los ojos, y que le diga que se vaya al infierno. Todo hasta que Gon deja salir un largo suspiro y de forma casi imperceptible murmura, “¿Y yo que gano con todo esto?”

Killua abre la boca, después la vuelve a cerrar y traga duro. Su ojos van de una esquina a otra, y nota que el carro de su hermano está ahí en el estacionamiento. Virgen María purísima. Illumi está parado ahí, apoyado contra la puerta del auto con los brazos cruzados cubriendo su pecho. Esperando por Killua como uno de esos anormales, pervertidos universitarios demasiado antisociales como para hacer amigos de su misma maldita edad. Salvo por el payaso de su costado, que se la pasa siempre por preparatorias porque él sí, es un pervertido.

 

Entrecierra sus ojos y vuelve su vista a Gon.

“¿Qué tal la haces en pre-cálculo?”

“Creo que sabes perfectamente cómo la estoy haciendo en pre-cálculo”

Y es verdad, Killua siempre ha sabido de los problemas de Gon con las matemáticas, y el bendito calor que se le acaba subir a las mejillas por ese pensamiento es verdaderamente indeseado, gracias. “Haré toda tu tarea por dos semanas si mantienes la boca cerrada”.

“Tres semanas”.

“Dos y media”.

“Hazla por un mes y pretenderé ser tu novio todo el tiempo”.

Novio. ¿Por qué el que Gon, con su estúpida voz suya, diga esa simple palabra hace que las mariposas en su estómago les importe un comino el contexto en el que se encuentre Killua y empiecen a liberar toda su mierda? Se tienen que relajar. Killua NO se puede relajar.

 

“No tenemos que, como que, agarrarnos de las manos y besarnos ni ninguna de esas pendejadas”. Gon empieza a soltar grandes carcajadas, deslizando sus pulgares por los amarres de su mochila, acomodándola bien en sus hombros.

 “Sí, claro, besarse contigo no vale ni siquiera una A+ en pre-cálculo”, suelta su burla, pero no mira a Killua directamente a los ojos. “Está bien, está bien. Nada de besos, ni tocarnos, nada de—nada de nada. Por un mes”.

 

Killua asiente con la cabeza, su pulso acelerando. “¿Tenemos un trato?”

Gon aspira un suspiro y extiende su mano. “Trato hecho, sugar-daddy”.

“No”.

 “Ok”.

Se dan un apretón de manos, y Killua definitivamente no se tensa ni nada al sentir la mano ligeramente callosa de Gon, sus cálidos dedos rodeando los suyos durante esos pocos segundos. No.

 

 

 

 

Está jodido. 

 

Notas finales:

Muchas gracias nuevamente, y es que no puedo parar de agradecer, que pasen unas felices fiestas y que sea con las personas más importantes para ustedes. Feliz Navidad.

 

 


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