Apenas han pasado un par de minutos de descanso, y escucha un sonido difuso, no logra despertarlo. No pasa mucho, esta vez se escucha más cerca, parece el sonido de ¿tacones? No le da importancia, supone que es por su intoxicación.
De pronto, escucha el estruendoso romper de una copa, salta de su sueño y se agita con intranquilidad. Fija su vista en el suelo, al recorrerlo, encuentra unos tacones negros, luego unas largas piernas. Sube su mirada con rapidez, y casi grita al ver a Pepper frente a él.
— ¡¿Qué demonios haces aquí?! – su voz tiembla - ¡¿Y qué haces vestida así?! – la pelirroja sólo traía puesto un provocativo bikini negro.
— Tú eres el que debería dar las explicaciones, ¡¿qué demonios fue todo ese teatrito de Grinch?! – si no fuera por la incómoda situación, Tony habría babeado por ver a su ex empleada, acusándolo en ropa interior.
— ¡¿Tú cómo sabes que . . .?! – recuerda una incongruencia mayor en la visita de Pepper - ¿no se supone que estabas de vacaciones en las Bahamas?
— No cambies el tema. Te comportaste como una basura con los chicos. ¿Por qué detestas tanto la Navidad?
— Ese no es tu asunto. Además, ¿desde cuándo eres tan festiva? – alza la ceja, esperando una respuesta a su retórica.
— Cierra la boca, Tony – posa su tacón sobre la entrepierna del pelinegro – Escúchame, ésta es tu última oportunidad para cambiar. Si no lo haces, te quedarás sólo, para siempre.
— Aja . . . Sabes, no me molestaría estar sólo . . .
— ¡Silencio! – Tony salta por el grito – Serás visitado por 3 alucinaciones . . .
— ¿Alucinaciones? – sonríe irónico.
— Sí, alucinaciones . . . – mira de lado con molestia – Te mostrarán el error que cometes al despreciar el espíritu de la Navidad . . .
— Ay, por favor. No me vengas con sentimentalismos baratos . . . – se cruza de brazos y evita la mirada de Pepper.
— No lo olvides, Tony. Es tu última oportunidad . . . – ante los ojos atónitos del pelinegro, Pepper desaparece entre música de conga.
Ladea su cabeza y se da un golpe en el mentón. Después sonríe y niega lo que acaba de ocurrir. Camina, de nuevo, a la barra del bar y se sirve otro trago . . .
— Debo dejar de respirar vapor gamma . . .
El sabor del whiskey le provoca asco. Lo bota y se dirige hacia su habitación. Entra con algo de confusión, y se tumba sobre su cama, sin cambiarse de ropa. Está apunto de dormirse, cuando escucha la voz de uno de sus compañeros . . .
— Anthony . . . – voltea con molestia y observa a Visión, pero vestido con una túnica blanca y un gorro.
— ¿Qué carajos haces aquí, y vestido así? – se frota los párpados para estar seguro de lo que ve.
— Estoy aquí, para mostrarte tu pasado – su voz parece lejana, apacible.
— ¡¿Qué?! – comienza a reír a carcajadas – Vamos, déjate de bromas.
— Yo no bromeo, es hora de que reflexiones sobre tu pasado, y lo que te ha vuelto frío – una bruma comienza a rodear la cama.
— No, ni loco voy a uno de esos viajecitos motivacionales – agita las manos para hacerlo desistir.
— No está en tu poder, decidir eso . . .
De pronto, la bruma se hace más espesa y bloquea la visión de Stark. Cuando la neblina se disipa, Tony se da cuenta que ya no están en la torre, sino en su vieja mansión. Todo aparece en tono sepia, está nevando.
— ¿Qué demonios hacemos aquí? – dirige su vista hacia su guía.
— Mi misión es ayudarte a entender tu odio hacia la Navidad – responde con calidez, pero con autoridad.
— No, amigo – sonríe molesto – Me vas a regresar a la torre, ahora mismo.
— Me temo que no será posible . . .
Tony comienza a levitar junto a su co-creación, se acercan hasta una de las ventanas de la mansión. El muro que cubre su sala desaparece ante ellos, y deja ver a un pequeño niño, jugando con un perro de peluche, muy contento a los pies de una bella mujer.
— . . . – el enojado rostro de Stark, se torna triste e intranquilo.
— ¿Qué estamos viendo? – Visión interrumpe sus recuerdos.
— Soy . . . yo – contesta sin quitar la vista en la escena – y, mi madre.
— No parecen molestos por la fecha . . . – la habitación se encuentra bellamente decorada al estilo victoriano, son elegantes luces y un frondoso pino navideño.
— No, mi madre amaba la Navidad . . . – sus ojos se tornan vidriosos.
— Por lo visto, tú también.
— . . . – voltea a verlo con molestia – Amaba pasar tiempo con ella, pero la Navidad era una época muy triste.
La conversación es interrumpida por la llegada de un hombre a la mansión. Se acerca a María (la mamá de Tony) y la besa de forma seca, luego acaricia suavemente la cabeza del pequeño. Se sienta junto a ellos y los observa.
— Anthony – el pequeño voltea hacia su padre, observa la molestia en sus ojos – Te he dicho que no me gusta que pierdas el tiempo con cosas infantiles. Algún día serás el dueño de Industrias Stark, debes actuar con madurez.
María intenta interceder, pero Howard se lo impide con la mirada. Tony (adulto) traga saliva y cierra su puño. Sus ojos enrojecen más.
— Vámonos de aquí – ordena de manera intranquila, pero Visión se niega.
El pequeño Tony comienza a llorar, pues su padre le quita su peluche. Howard enciende su tocadiscos y comienza a sonar su música preferida, la de big bands. Se sirve un trago y prende un habano.
María niega con la cabeza mientras las lágrimas salen de sus ojos, sube con amargura hacia su recámara. El pequeño Tony se queda callado, no entiende porqué su padre es tan frío. Se para frente a la ventana (la misma ventana por la cual su igual observa) y observa ocn tristeza a los niños jugar sobre la nieve.
— Tu padre fue muy duro con ustedes – Visión lo toma del hombro.
— Dime algo que no sepa . . . – limpia sus ojos de las pequeñas lágrimas que no logró contener.
— Él tenía varios problemas con los inversionistas. No le enseñaron a expresar sus sentimientos, ni a tratar con las personas – trata de hacerlo entender sobre el comportamiento de su padre.
— ¡Cierra la boca! ¡Tú no entiendes nada!
Visión lo observa con lástima. La bruma los cubre de nuevo, ésta vez aparecen en un lugar más actual. Se encuentran en el antiguo despacho de Tony, cuando la torre fungía como capital de la empresa. Su antiguo yo está muy concentrado en su trabajo, ignora por completo las palabras de su asistente, quien se encuentra sentada frente a él.
— Tony, debes relajarte, aunque sea hoy – Pepper parece preocupada por él.
— Por favor, Pepper, no me vengas con esas tonterías. Los japoneses están a nada de superarnos en acciones – ni siquiera la mira.
— Los problemas seguirán ahí por la mañana. Anda, vamos a tomar unos tragos. Celebraremos Navidad juntos . . . – trata de tomar la mano de su jefe, pero reacciona muy violentamente ante sus últimas palabras.
— No vuelvas a hablar de esa mierda en mi presencia – sus ojos penetrantes se fijan sobre ella, mientras sujeta su mano con exagerada fuerza.
— Me estás lastimando – atemorizada, trata de zafarse.
— ¡Di que no volverás a hacerlo! – está totalmente fuera de sí.
— No lo haré, ¡lo juro! – comienza a llorar desconsolada.
— Ahora, déjame tranquilo . . .
Ella se levanta con cuidado, lo observa con lástima y temor. Frunce los ojos con molestia y sale con rapidez de la oficina, con el llanto cubriendo sus mejillas.
— Ella siempre estuvo a tu lado . . . – Visión interrumpe la cruda escena.
— Sí . . . – su voz refleja toda la vergüenza y pena que siente – Yo nunca supe apreciarla.
— Tu amargura te cegó, sólo querías que las personas se alejaran de ti.
— Sólo quería protegerla . . . – ya no puede contener el llanto – Sólo quiero protegerlos.
— Que la sombra de tu padre, deje de perseguirte . . .
Tony se deja caer al suelo, arrodillado frente al demonio del miedo. No nota que la bruma aparece, rodeándolo y regresándolo a su habitación. Seca sus lágrimas y mira a todos lados, buscando a Visión, pero se había ido.