Mis hermanas son siempre las culpables de todo.
Desde que era pequeño, es decir, siempre he sido pequeño, pero desde que era apenas un niño, aprendí que heredé muchos genes de la familia de mi madre... especialmente el de la estatura baja y las enormes pestañas.
Nunca supe si mis hermanas se aprovechaban y burlaban tanto de mí debido a que les parecía lindo o porque ellas tenían envidia de mí, pues todas son altas gracias a mi padre y tienen pestañas de mujer normal, vamos, que tenían toda la pinta de ser clones de mi padre con cabello largo y partes blandas.
Mi infancia pasó llena de burlas; mis hermanas me ponían ropa que les quedaba chica y se divertían haciéndome pasar por niña. El tiempo apremia, y mis hermanas tuvieron su venganza: me gustó vestirme de mujer y, muy en contra de mis padres (principalmente padre), esa fue mi vestimenta diaria y normal: llegué a ser más hermoso que mis hermanas, a lo cual no estaban muy contentas en un principio, pero con el tiempo, se acostumbraron a ello, y han llegado a alentarme a arreglarme y vestirme de manera que mejor me conviniera.
Viví toda mi infancia llena de burlas y bromas, pues aunque gané mi batalla contra mis padres y pude vestir igual que las niñas (y del hecho de que me parecía a una), nunca oculté mi verdadero género: soy hombre, un hombre al que le gusta vestir de mujer, pero al fin y al cabo un hombre. En la cultura mexicana, especialmente en la de clase media, en donde el machismo es el gobernante principal, todos los niños tenían algo qué decirme o hacerme, sin embargo, fue gracias a ellos que aprendí de buena manera a golpear a todos aquellos idiotas que creían que por mi físico y vestimenta podrían pasarse de listos con sus bromas e insultos.
A lo largo de mi adolescencia, con el hecho de que la mayoría de mis compañeros habían estado conmigo desde el jardín de niños, las cosas fueron calmándose, hasta el punto de que a muchos de los chicos no les interesaba que fuera un chico disfrazado de chica: muchos llegaron a insinuarse buscando un poco de acción, un grave error para todos ellos: no soy una cogida fácil, más bien, no estoy interesado en sexo con hombres…ni mujeres, para el caso. No estoy interesado en el sexo, y punto. Algo que fácilmente comprendieron los chicos después de pararles el carro con algún que otro golpe bien direccionado.
A pesar de todo, siempre he encontrado refrescante y mucho mejor la convivencia entre hombres, hacer amigos de mí mismo sexo es mejor, ya que muchas veces las mujeres llegan a ser demasiado envidiosas para mi gusto; sin embargo, cuando se trata de enterarse de las mejores ofertas y cosas de moda, ellas son las adecuadas con quienes tratar.
Actualmente, estoy cursando el cuarto semestre en nivel medio, en la misma preparatoria que mi hermana mayor, Rita. El inicio del curso no fue sencillo, tener que explicar a todos que soy un hombre con apariencia de mujer siempre es divertido y frustrante, pero una vez que la etapa de sorpresa e incertidumbre termina, todo se vuelve cotidiano y sencillo, en ciertas partes, porque nunca dejarán de existir personas con mente cerrada que le hacen la vida imposible a las personas que son diferentes. Nunca me he dejado vencer por ellos, pero parece que los atraigo por montón.
Como sea, eso no importa de verdad, porque mi vida no se rige por los comentarios tontos. Lo que importa en este momento, es que nuevamente, ¡una de mis hermanas fue la culpable!
Me encontraba en la tercera clase del día, historia, una de mis favoritas, especialmente por la manera de dictar la clase de la profesora titular; mi celular comenzó a vibrar dentro del bolsillo de mis shorts ajustados, provocándome una mueca debido a la presión, no tengo idea cómo se me ocurrió meter el celular…
Apreté el botón de desconexión, no me interesaba perderme la clase, especialmente cuando faltaba poco para los exámenes parciales. A los pocos segundos, la vibración comenzó de nuevo, y de nuevo…tuve que salir del salón a fin de cuentas, las únicas personas que podían ser tan insistentes, eran mis hermanas. Debido a que Rita estudiaba en la misma preparatoria que yo (y conociéndola, si me necesitaba seguramente hubiera ido directo a sacarme del aula), solamente podía ser Suhei, mi hermana Universitaria.
-¿Qué sucede? –murmuré una vez que llegué al baño, me encerré dentro de una caseta, y bajé la tapa. Me senté, tratando de imaginar la razón de la llamada, mis hermanas eran raras, pero Suhei…ella era rara a la máxima potencia.
-Alex…-Pude oír cómo sorbía por la nariz, signo inequívoco de que lloraba, una de sus muchas formas de chantajear cuando quería lograr algo.
-Suhei, ¿qué sucede? Si pudieras decírmelo en los próximos sesenta segundos, puedo regresar perfectamente bien a mi clase de Historia…
-¡Nooooooooooooo! ¡Tienes que venir aquí! ¡Es urgente! –Y tras otro sollozo, colgó.
Me quedé solamente un momento mirando el móvil sin comprender exactamente qué había pasado, pero inmediatamente después, salí del baño y corrí hacia mi aula, entré precipitadamente ante la atenta y sorprendida mirada de compañeros y maestra, tomé mi bolso y salí nuevamente, en camino a la Universidad de mi hermana. La institución, como todas las Universidades públicas en mi país, se encuentran en el centro de la ciudad, demasiado lejos de mi hogar, a más de hora y media si tenía suerte y el tráfico lo permitía, pero debía llegar hasta allá lo más pronto posible. Suhei me necesitaba.
Una hora después, y trescientos pesos[1] menos en mi cartera, el taxi se detuvo frente a la Universidad, y entré apresurándome. Tomé mi móvil y marqué el número de mi hermana, para saber exactamente dónde debía encontrarme con ella, al primer timbrazo, ella contestó, su voz sonriente.
-¿Alex? ¡Ya voy por ti, espera! –Me detuve en la entrada, sin comprender nuevamente qué sucedía. Poco tiempo después, mi hermana Suhei, con sus 1.70 de altura y su cabello largo, me tomaba de la mano y me guiaba dentro del edificio, subimos varias escaleras y atravesamos distintos corredores, hasta que por fin comenzó a hablar.
-Me alegra mucho que vinieras, no sabía qué era lo que íbamos a hacer si no conseguíamos a un suplente. ¿Por qué traes esa ropa? Esa blusa te sienta fatal, y ese short, ¿se te hizo tarde de nuevo? Debes aprender a levantarte más temprano para que puedas escoger ropa más favorecedora. Pero no importa, aquí tenemos bastante, ¡te verás genial!
-¿De qué tienen bastante? –pregunté, deteniéndome y haciendo que mi hermana lo hiciera también. Me miró con el ceño fruncido-. ¿Por qué me hiciste venir? ¡Pensé que te había pasado algo! Estaba en medio de una clase importante.
-Alex, ya, está bien, ¿sí?
-¿Cómo va a estar bien? ¡Tuve que gastar el dinero que me quedaba para todo el mes, y solamente estamos a 12, ¿sabes cómo será mi vida estos días?!
-¡Basta! Dices que eres todo un hombre, ¡pero estás actuando como una chica idiota! Solamente guarda silencio, y escucha, macho. –Suhei siempre ha sido una chica de temer para con mi persona, sin embargo, con todos los demás es una chica frágil y sin malicia, capaz de soltarse a llorar con la primera mala palabra que alguna persona soltara contra ella.
Rita es diferente, ella es una fiera con cualquiera que quiera pasarse de listo, sin embargo, toda mi vida me la he pasado defendiendo a ambas de los idiotas que quieren pasarse de listos, especialmente con Suhei. Para ellas, soy más que el chico vestido de chica, soy el hermano que manipulan, visten a su antojo, pero soy le hermano que las defiende. Para ellas, sí soy un hombre, por eso, hago todo lo que puedo por ellas; por eso guardé silencio y dejé que se explicara.
-¿Recuerdas que te hablé acerca de un proyecto? Los profesores hicieron un proyecto entre algunas de las carreras de la Universidad, formaron grupos asimilando una empresa, y nos han pedido formar un proyecto individual en el que utilicemos nuestros conocimientos para realizar una campaña y promocionarla. Nosotros conseguimos una marca de ropa, nada espectacular ni nada, pero ese es nuestro proyecto. Ésta era nuestra oportunidad, las fotografías estarían bajo mi cuidado, y todo estaría perfecto…-Guardó silencio y mordió su labio, una señal más de que estaba alterada-. Todo se retrasó un poco, pero ya estaba arreglado. Las sesiones fotográficas serían hoy, y a partir de allí se manejaría la publicidad y esas cosas, pero, esa chica estúpida, la modelo, solamente mandó un mensaje a última hora diciendo que se lo había pensado mejor y que no le interesaba un trabajo sin paga y sin reconocimiento. –Pestañeó rápidamente, como cuando quieres evitar que las lágrimas salgan, y me miró, tragando saliva-. Tú eres tan lindo, te ves genial en toda la ropa que te pones, y tienes ese rostro que te hace hermoso, mucho más que a una chica…mucho más que Rita y yo…así que pensé…por favor, ¿nos ayudarías?
Tuve un verdadero momento de pánico, ¿estaba sugiriendo lo que yo creía? Pero, al ver su rostro, triste, al borde del llanto, y con un poco de rabia, comprendí que no me negaría, fuese lo que fuese. Suhei necesitaba mi ayuda, y yo se la daría.
[1] Para hacer cálculos, un dólar estadounidense, equivale aproximadamente a $17.00 pesos mexicanos