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MEMORIAS por Adriana Sebastiana

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Notas del fanfic:

Hoooola mundo. Aún estamos en festividades, y por eso he estado un poco irregular con mis otros trabajos (solo con uno... ok >_<).

Bueno, la cosa es que: "Estrellas fugaces y problemas de colores" no la actualizaré hasta el otro sábado, lo siento. No he tenido mucha inspiración, y esos días estaba saliendo, así que ya nada. Me disculpo por mi falta de ética profesional. [Inserte disculpas de Ryô Sakurai]

Y con respecto a mi otro fanfic, "Amándote entre líneas y caricias" es muy probable que lo publique a tiempo, sino... mis más sinceras disculpas, porque se quedó en lo más excitante.

*¡Agh! Estas fechas me tienen con la cabeza dando vueltas*

Y ahora sí, a lo esencial.

En cuanto a MEMORIAS, es mi nuevo fanfic, constará de 4 capítulos, ya los tengo pensados, pero me falta escribir algo que me convenza lo suficiente. Solo tengo el argumento, ya me entienden >_< Todo pertenecerá a mi serie "Verdes experiencias" y con el tiempo subiré más escritos.

"Memorias", explica algunas cosas que quedaron ambiguas. Espero que lo disfruten. Y lo subiré por motivo de Año Nuevo.

Cuidense mucho, y les dejo leer.

 

TODOS LOS PERSONAJES DE KUROKO NO BASKET SON PROPIEDAD INTELECTUAL DE TADATOSHI FUJIMAKI-SENSEI.

 

Notas del capitulo:

Para quienes ya lo leyeron. Aquí lo subo, después de haber corregido mis faltas.

Mi primera impresión en Teikô

 

Es vísperas de Año Nuevo, 31 de diciembre. Las calles están llenas de gente, la mayoría se dirige al festival de Fin de Año en el distrito Shibuya. Las copas de los árboles estaban desnudas, las ramas de color chocolate se movían al compás del viento invernal. Las aves se acurrucaban en sus nidos con cariño, no saldrían hasta que la temperatura fuera más favorable, lo suficiente como para batir sus alas en vuelo una vez más. Los insectos no tocaban su característica música nocturna. La nieve se había ido de vacaciones, dejando un cielo nítido decorado con un par de estrellas, pues las demás parecían huir del fulgor de la ciudad. El ambiente festivo era encantador. Cientos de personas con yukata y uno que otro accesorio abrigado. Bufandas con descuentos en las esquinas cercanas al parque.

 

En definitiva, una variedad increíble… pintada con miles de matices. Era un poco diferente a la noche del 24 de diciembre. 

 

—Shintarô querido. Volvemos en unas horas. —se despidió alegre la mujer de cabello chocolate y ojos esmeralda de su primogénito. —Iré a despedirme de este año apropiadamente. Me llevaré a tu hermana.

 

—Está bien, madre. —el susodicho la miró de reojo y con un gesto de la mano le dijo adiós. Ella era muy molesta a veces, pero tan cálida. La amaba, mucho. Casi no recordaba lo que vivieron juntos, solo retazos, y así era con la mayoría. Había aceptado que era su madre desde el inicio.

 

—Nos vemos, onii-chan. —la pequeña… o bueno, no tan pequeña hermanita de Midorima se despedía de su héroe con un puchero. Tenía 13 años, y era idéntica a él, salvo por las gafas y la seriedad de su semblante. Su nombre, Midorima Karou. —Nos vemos, Kuro-niisan.

 

—Cuidate, Karou-san. —sonreía el peli celeste con delicadeza… por cortesía más que nada. Esa niña le amaba, le había confiado a su hermano, y eso era bastante… aunque al principio fue complicado.

 

Kuroko recordó entonces, con algo de nostalgia, esos días… los primeros de su relación. Ya se conocían desde hace un par de años, pero la situación era diferente. Eran pareja. Karou parecía una fiera. No dejaba que se acercase siquiera a su adorado hermano mayor. ¡No, bajo ningún concepto! Sin embargo, el tiempo hizo que esa situación cambiara poco a poco. Ahora, era más empalagosa con su “cuñado”. Él sí se dejaba hacer una que otra travesura de vez en cuando… ya saben, permitir que cepillara su cabello y le pusiera liguitas rosadas… ese tipo de cosas.

 

Las “obras maestras” de su hermana con Tetsuya siempre dejaban un sonrojo en su rostro. Y quizás, por eso, es que el de orbes de color de cielo permitía esos tratos.

 

—Abrígate, Karou. —Midorima la miró, ella sonrió ampliamente, contagiando con un poco de su entusiasmo a su hermano favorito, quien apenas curvó los labios.

 

—Te quiero, Shin-chan. —dijo alegre antes de salir por la puerta principal.

 

Trato especial por cortesía de Takao Kazunari, el experto del amor, y mejor amigo de Shintarô.

 

—¡Oye! —repuso el peli verde, sin querer levantarse del sofá que compartía con Kuroko.

 

Tanto madre como hija salieron de la casa con energía. Más tarde se encontrarían con uno de los hombres más importantes de su vida. Solo Shintarô se había excluido de aquella velada familiar, no es que no los quisiera, simplemente, se sentía un poco extraño. Con Kuroko era diferente, se sentía en paz, a pesar de que su corazón a veces amenazase con matarlo con una taquicardia.

 

—Tetsuya… ¿cómo nos conocimos? —la luz de la sala era ligera, un par de lámparas a los extremos solamente. Los ojos cristalinos del mencionado brillaron inusualmente. Aún no se acostumbraba a ser llamado así.

 

—¿De verdad quieres que te lo diga?

 

—Por supuesto, sino no hubiese preguntado. —contestó con molestia fingida.

 

—Está bien, pero antes dame un beso. —se sorprendía de sus palabras, pero de verdad lo deseaba. Había pasado una semana, quizás un poco más, desde que probó los labios de su amado. Sabía lo complicada que era la situación ahora, pero debía intentarlo. Sus orbes celestes se fijaron en los esmeraldas. Le miraba serio, inquisitivo, esperando una respuesta.

 

—Te-tetsuya… —replicó con un sonrojo equivalente al más puro carmesí. Su presión sanguínea aumentó de un tirón.

 

—Esperaré… —no cambió de expresión, aunque por dentro, estaba reacio a darse por vencido. —Y en cuanto al día que nos conocimos. Supongo que tú sabías sobre mí con antelación, o esa fue la impresión que me diste. —sonrió con nostalgia.

 

—Tetsuya. —le llamó de nuevo, con seriedad.

 

Kuroko dio la vuelta, y sintió la delicadeza de los labios ajenos sobre los suyos. Un beso tierno, cálido, amable. La sorpresa duró poco, pues apenas se dio cuenta del vínculo que los unía, enredó sus manos en sus cabellos. Con algo de torpeza, entreabrió la boca y esperó a que su pareja tomara la iniciativa.

 

Esperaría en vano.

 

—Continúa… —susurró el más alto, compartiendo el mismo aire de su novio. ¡No creía aquello! Ese muchacho era tan dulce, ¿por qué no le besó antes? Eran novios, ¿no?

 

El peli celeste apenas curvó sus finos labios en una sonrisa. Esperaba más, mucho más, pero de momento era suficiente. Sabía lo difícil que era sonsacarle alguna muestra de cariño.

 

—Bueno… el día era soleado, las nubes eran blancas y el viento suave. Entré como reserva, en el último grupo, y me esforzaba mucho para subir de categoría… aunque a veces creía que era imposible. Sin embargo, seguí esforzándome. Uno de esos días, anunciaron que unos muchachos de primero, al igual que yo en ese entonces, habían logrado pasar todas las pruebas. Eran de primera categoría, la élite… quería esforzarme tanto como ustedes. —posó su vista en los concentrados ojos de Midorima. —Solo te conocía de vista, aun no sabía tu nombre. Pero no me tomó mucho tiempo. Ustedes, Murasakibara-kun, Akashi-kun, Aomine-kun y tú fueron llamados “La Generación Milagrosa”, junto a Kise-kun, que se unió un año después.

 

—¿Y yo te conocía? —preguntó, dándose cuenta de la diferencia de habilidades entre ambos. Kuroko negó con la cabeza.

 

—Lo más seguro es que no haya sido de esa forma. —suspiró —Un tiempo después, me hice amigo de Aomine-kun. Practicábamos juntos todas las noches. Y semanas más tarde, Akashi-kun, que era el vice capitán se fijó en mi potencial… él era muy cercano a ti. Supongo que te comentó sus planes antes que a nadie. Luego todos empezaron a verme con otros ojos. Fue una maravillosa oportunidad.

 

Midorima se alejó un poco, su cabeza daba vueltas, y parecía recordar aquello… a su forma, claro.

 

*Flashback* [RECUERDOS]

 

—Midorima, ¿qué opinas de Kuroko? —preguntó un muchacho altivo al percibir a una persona conocida cerca de la puerta.

 

—Es muy débil. Pero debe tener algo, para que le hayas puesto los ojos encima.

 

Se hizo el silencio, y el muchacho pelirrojo movió otra ficha de su juego de Shôgi.

 

*Fin del Flashback*

 

—¿Shintarô-kun? —preguntó el peli celeste.

 

—Recuerdo que hablé con Akashi al respecto.

 

—Ya veo… —su voz comprensiva inspiraba paz. —¿puedes recordar algo más?

 

El peli verde divagó un momento. Recordaba retazos de su pasado, cosas superfluas. La mayoría de ellas se relacionaban con Akashi.

 

—Nunca le pude ganar en el Shôgi. —dijo algo molesto. No le gustaba perder, pero con ese sujeto parecía costumbre. Pero no era eso lo que le molestaba. Poco a poco recordaba a sus otros compañeros de equipo de la Escuela Media… a todos, menos a Kuroko.

 

Se concentró de nuevo, miraba la pantalla apagada de su televisor. ¿Cómo podría recordarle?

 

—La primera vez que vi a Tetsuya… mi primera impresión… —dijo en un susurro. Solo ambos lo escucharon. “No fue una buena primera impresión”. Le había considerado demasiado débil… al igual que ese día en el hospital, pero luego, solo pudo contemplarlo como a una criatura divina.

 

Los colores se le volvieron al rostro.

¿Cómo me enamoré de ti?

 

*Flashback* [RECUERDOS]

 

Era otoño, y tú estabas en la primera división con nosotros. Aún me resultaba algo molesto, sin embargo. Akashi lo había decidido así. Y siendo sincero, no era nada malo. Podíamos cambiar el ritmo del partido siempre que quisiéramos.

 

Fuimos a los vestidores, ya me estaba cansando de tener un ojo puesto en ti. Nos duchamos, y nos vestimos como siempre. Algunos charlaban escandalosamente, así que me alejé de ellos, y reparé de nuevo en ti. Tu espalda estaba desnuda, y era impoluta. Tu piel lucía tan suave.

 

—¿Sucede algo, Midorima-kun? —me dijiste de pronto, sacándome de mis pensamientos.

 

—No es nada, Kuroko. —repuse, molesto.

 

—No te agrado, ¿verdad? —dijiste sin pelos en la lengua. Ya todos nos habíamos acostumbrado a ti, a pesar de tu poca presencia. En ese momento, algo me dolió… fue una especie de pinchazo en el corazón.

 

—No es eso. ¿Por qué lo dices? —pregunté. Aferrándome al Lucky Item de ese día: unos escarpines azules.

 

—Porque siento que me ves como si fuera un estorbo, además, siempre luces molesto. —me miraste con los ojos resueltos. Me sentí incómodo.

 

—No te odio, Kuroko. Eres muy útil en un partido. Y esta es mi expresión de siempre.

 

—No te creo. Estoy seguro que puedes sonreír. —te acercaste a mí, y por instinto di un paso hacia atrás.

 

—Tampoco te he visto sonreír a menudo, Kuroko. Solo esa vez que te dieron el uniforme del equipo. —recordé, y te miré desafiante… ¿qué tendrías que decirme al respecto?

 

Miraste hacia otro lado y te alejaste de mí. Creo que te fastidié un poco.

 

—Quizás tengas razón, Midorima-kun. —me miraste de nuevo. Y me sentí nervioso, es como si trataras de espiar mi alma o algo parecido. Eras muchacho aterrador en ocasiones.

 

—¡¿De qué tanto están hablando?! —interrumpió Aomine. —Oi Tetsu, ¿quieres ir a mi casa a leer algo? Conseguí un manga buenísimo.

 

—Por supuesto, Aomine-kun. —tus labios no sonrieron, pero vi a tus ojos hacerlo. Me sentí molesto, y salí de allí. —Hasta mañana, Midorima-kun. —escuché tu voz, volteé y los vi alejarse.

 

Me sentí molesto.

Muy molesto.

Esa fue la primera vez que sentí celos de alguien, por ti, Kuroko.

 

 

Era primavera, y el último día de clases. Mañana empezaban las vacaciones de fin de curso. Y la presencia de Kuroko me molestaba más que antes. Sobre todo, porque siempre pasaba junto a Aomine…

 

—Muchachos, vamos a tomar algo para celebrar un año tan fructífero. —Akashi nos sonrió, y caminó frente a nosotros, con esa altivez que le caracterizaba.

 

—Es un milagro, debemos estarlo haciendo de maravilla. —Aomine se aferró a ti y siguió los pasos del pelirrojo.

 

—¡Yo quiero dulces! Aka-chin, vayamos por un postre de fresas al Maji Burguer. —Murasakibara tenía una expresión de idiota en la cara, me fastidiaba. Siempre que hablábamos de comida, mandaba su compostura a volar a algún misterioso lugar.

 

—Me parece interesante, es bueno disfrutar de esos placeres de vez en cuando. —replicaba el de orbes carmín.

 

—Kuro-chin, oí que venden el mejor batido de vainilla del mundo. —añadió el titán antes de tomarte en sus grandes manos y levantarte unos centímetros del suelo.

 

—Murasakibara-kun, suéltame por favor.

 

—¡Es un Tetsu volador!

 

—Aomine-kun…

 

—Lo siento, lo siento, Tetsu… —dijo, mientras el peli morado te bajaba a la altura del suelo.

 

Por alguna razón, ese ambiente me molestaba. Verte como un juguete de ellos, y saber que los atesorabas. A Akashi sonriendo de vez en cuando, a Aomine aferrándose a ti en repetidas ocasiones, y a Murasakibara cargándote cada vez que se le ocurría.

 

—Akashi, agradezco la invitación, pero tengo algunas cosas que hacer. —me disculpé, y le miré a los ojos. Esperaba que entendiera.

 

—Haz lo que quieras, Midorima.

 

—Entonces, adiós. Diviértanse.

 

—No será divertido sin ti, Midorima-kun. —intercediste, y mi pulso se aceleró.

 

¿Por qué me hace sentir así?

 

No me di cuenta de cuando pasó, pero sentí tu tibia piel en una de mis manos. Me estaba llevando contigo, como un niño pequeño. En ese momento, había perdido la capacidad del habla… de todo. Solo me enfocaba en nuestro contacto. Tomé tu mano con firmeza y así avanzamos un par de cuadras, antes de que ese vínculo nos resultara incómodo a ambos.

 

Esa fue la primera vez que nos tomamos de las manos.

Esa fue la señal que necesitaba para darme cuenta de lo enamorado que estaba de ese muchacho de ojos puros y cabellos claros.

 

*Fin del flashback*

 

Un sonrojo cubría los delicados rasgos del As de Shutoku ante lo que acababa de llegar a su mente. No le importaba el día en que conoció a Kuroko, o no tanto como debería, fueron más bien los recuerdos de su amor naciente, los que su corazón atesoraba.

 

—¿Qué más quieres saber, Shintarô-kun? —murmuró el peli celeste que estaba a su lado. El más alto sonrió ligeramente, y se perdió por un instante en esos sentimientos que le invadían como gotas de lluvia.

 

—¿Cómo fue que…? —estaba nervioso… quería preguntárselo, tenía el derecho de saberlo, pero… era delicado, bastante delicado.

 

—¿Qué? —añadió inquisitivo, Kuroko.

 

—Ya sabes… ¿cómo fue que empezamos a salir? —el más bajo se acurrucó muy cerca de su pareja. Él se sentía incómodo al sentir su respiración tan cerca, de repente, su sonrojo era equivalente al de un semáforo de la capital.

 

Kuroko estaba igual, o aún peor. Sus ojitos brillaban, sus labios entreabiertos querían decírselo todo, pero era vergonzoso. Seguramente, y con su corazón saltando de esa forma tan salvaje, no conseguiría articular ni una frase coherente. Y mucho menos… permitir que su amado le viese con esas pintas.

 

—Bueno… eso fue… —dijo con un hilo de voz, recordando con añoranza esos besos.

Notas finales:

Gracias por su lectura.

Espero subir el siguiente capítulo antes de que culmine el año.

Saludos. Mucha suerte.

 

See you next time~! (^o^)7


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