El viento soplaba lentamente, moviendo las copas de los árboles alrededor, creando un susurro de las hojas. El Sol levantó invencible en el cielo y las nubes se deslizó a través de The Wild Blue Yonder despreocupada, casi perezosamente. Algunas aves volaban en busca de alimento, mientras que otros simplemente se sentaron en sus nidos, viendo a la gente de la ciudad costera de que estaba allí.
Las calles eran de piedra y estaba en constante movimiento; mujeres caminando con sus hijos, los hombres llevando cajas de verduras y pescado para la plaza que adornaba las pasarelas, y por supuesto, los niños. Corrían por todas partes, gritando, riendo. Esa era la vida rutinaria de esa pequeña ciudad construida en la orilla del mar.
A lo lejos, en un lugar donde el mar estaba en calma y la arena tan blanca como la nieve, un trío de amigos estaba jugando lanzando agua unos a otros.
El agua salada era muy frío, pero eran tan centrado en la diversión que no se quejaron.
Uno de los amigos, el más grande y más robusto, se sentó en la arena mojada, que se extiende, diciendo que estaba cansado. Entonces la única chica del grupo también salió del agua, tratando de secar la punta de su pelo verde. Sólo un niño estaba en el mar, sentado en una roca mientras las olas lo empujaron.
"Vamos Yuma, es tarde, tenemos que ir!"
Dijo que el adolescente de pie, la eliminación de la arena que se ha quedado atascado en sus pantalones cortos.
"Escucha a Tetsuo, que no quiere que su abuela loca de nuevo, ¿eh?"
Kotori sonrió, con un par de zapatillas.
El muchacho con los ojos rojos y pelo de punta se cruzó de brazos, negándose a salir.
"Adelante, me quedaré un poco más!"
"Yuma ..." - la chica suspiró - "Ok ... Nos vemos en casa más tarde de ..."
Sabía que no sería capaz de convencer al Tsukumo que salir al mar ... Se conocían desde la infancia y que fue la razón por Kotori conocía la pasión que el chico guardaba junto al océano.
Era como si él consideraba esas aguas como un segundo hogar, llegando a pasar horas en la playa sólo viendo el movimiento de las olas.
Tetsuo y Kotori se habían ido, dejando a Yuma atrás.
El muchacho nadó hasta una roca, sentado encima de él, llegar a ver varias gaviotas que estaban probablemente en busca de alimento.
El sol brillaba, y fue cuando el chico vio algo muy extraño que sale del mar.
Era una especie de cola azulada. Demasiado largo para ser un pez normal, pero demasiado corto para pertenecen a una ballena o un animal más grande. Los ojos de Yuma se agrandaron cuando vio la criatura fantástica mejor.
Era un ser que muchas personas afirmaron que no existe. Algo que sólo se puede encontrar en los libros y cuentos de hadas.
"Una sirena...?"
Yuma se inclinó hacia adelante, con ganas de confirmar lo que sus ojos habían visto. Sin embargo, como en un truco de magia, la criatura desapareció en las profundidades del océano, bucear en las aguas oscuras.
Una ola golpeó los pies del Tsukumo y dejó escapar el aliento que tenía en la mano todo el tiempo.
~ xxxx xxxx * ~
"Te digo, yo lo vi!"
Exclamó Yuma.
"Sí, y vi el conejito de Pascua, por otra parte, se deja una barra de chocolate para usted"
Akari respondió, cansado de toda esta charla sobre "sirena". La chica ignoró a su hermano menor, quien insistió en contar esa historia absurda.
"Escuchar Yuma ... Supongo que usted no ha estado comiendo bien y ahora usted está teniendo alucinaciones ... La abuela se preocupaba"
El chico apretó los puños, frustrado de que el otro no creían en su palabra.
"Akari, ¿puedes al menos escucharme?"
Ella suspiró, apoyando su mano sobre la mesa de la cocina.
"... Bueno, hablar"
Los ojos rojos brillaban llenos de esperanza.
"Así que ayer me fui a la playa con Kotori y Tetsuo, jugamos y después de que se fueron me senté en una roca. Eso fue cuando lo vi!"
Akari se rió entre dientes, mirando a la pequeña.
"Vamos a comer, hoy hice camarón."
Yuma, una vez más se enfadó.
"... Te lo demostraré! Va a ver!"
Y el chico salió corriendo de la puerta principal, sin oír Akari gritando su nombre.
~ xxxx xxxx * ~
Durante cinco días, el Tsukumo sentó en la playa, mirando el horizonte, esperando alguna sirena que aparezca a través de las aguas del mar.
Su abuela lo visitó cada mañana para llevar comida y compañía. Los dos primeros días la dama trató de convencer al niño para ir a casa y olvidarse de todas esas tonterías, pero pronto se dieron cuenta de que la determinación de su nieto cruzó barreras.
Akari se había ido a la playa una vez. La chica se sentía culpable, pero después de una larga conversación con el adolescente que ella finalmente accedió a depositar un voto de confianza en Yuma.
Kotori y Tetsuo detuvieron junto al Tsukumo todos los días hasta el momento en que iban a la escuela. Ambos entendieron razones del chico y lo apoyaron incondicionalmente, a pesar de que Kotori secretamente deseaba Yuma dio por vencido y volver a la vida normal.
Durante cinco largos días y casi tortuosas Yuma se sentó en la arena blanca. Le dolía el cuerpo y mareos cada vez mayor se apoderó de sus sentidos, hasta que una noche los ojos del adolescente cerrados y cayó boca abajo, siendo arrastrado por las olas en el fondo marino.
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