Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Jasminum / Kaisoo por LYhobbit

[Reviews - 3]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Holi!!!! ¿Cómo han estado, bien, mal? Yo aquí feliz de regresar :´) (Ajá, sí, quesque a finales de febrero, cómo no????) Lo siento, ¿hice esperar a alguien??? No? Ya lo sabía ;-; se va lentamente ignorada y se esconde en su mini-casa de hobbit, aww~ ♥

¿Alguien nuevo? BIENVENIDO!!

Solo diré… ¡¡¡¡¡Disfruten!!!!!!!!!!!!

En una fresca mañana de invierno, acercándose muy pronto al resplandor florido de la primavera, Jongin despierta pesadamente, rodeado de personas ajenas a su vida dentro de una habitación totalmente limpia de cualquier microbio o sustancias tóxicas. Sus brazos están atados a un sinfín de sondas y su cuerpo está envuelto entre blancas sábanas. Al abrir mejor los ojos, un médico se acerca lentamente a él y le toca su frente.


—Por fin despierta, debería estar agradecido con la vida —exhorta el individuo de rubia cabellera retirando un trapo húmedo sobre la frente del paciente. Jongin observa el traje del inesperado visitante; un médico, Jongin los odia, son mentirosos, siempre intentando comprenderlo mejor que sus padres, ¡qué falsos! —¿Sabe por qué está aquí?


Jongin niega lentamente con los ojos irradiando rabia mientras se muerde los labios con delicadeza. Después de ello, mira hacia las afueras de la ventana buscando algo en qué perder la razón de su tristeza y en dónde dejar la cordura de su resentimiento. Lo único frente a sus pupilas apagadas son blancas nubes flotando sobre una sucia y repugnante ciudad llena de basura y desesperanza, no es parecida a aquel lugar vasto de bellos jazmines brotando debajo de un azul cielo en el día, y de uno oscuro y estrellado durante la melancolía de la noche. Como no haya esa respuesta en exterior, se pierde en el vacío de la habitación y deja caer su cabeza sobre la almohada blanda y hasta abrillantada. Algunos minutos caminan hasta llegar a la media, y por mero placer, entrecierra los ojos para rememorar las circunstancias que lo llevaron al hospital y de esa manera, poder contestarse aquella pregunta carcomiéndole su alma de curiosidad. Porque realmente no recuerda nada y de hecho quisiera no recordar más allá, en donde la felicidad se encuentra solamente cuando cierra los ojos y viaja de la mano con la alegría a través de sueños coloridos y fantásticos; a través de sustancias venenosamente adictivas.


—Tu familia…


—No tengo familia —responde seco. Deja salir un suspiro para que de esa manera, la carga sobre la espalda de su espíritu sea ligera.  Sabe muy bien que ese peso regresará muy pronto mientras más respire el oxígeno de la vida porque el negar a su familia no es algo de lo que él se orgullezca, y tampoco es algo de lo que sus padres debieran estarlo; y sin embargo miente, miente como un maestro.


—¡Oh! Creí que el chico de afuera era algún pariente tuyo.


Jongin alza las cejas y se muestra más aturdido que antes, ¿quién esperaría por un maldito individuo quien se llena la sangre de tantas y tantas porquerías alucinógenas? Ríe pesadamente, porque probablemente esa persona se ha equivocado; Jongin está solo, y está de más hacerse una pequeña ilusión, sería un tonto si lo cree.


—No soy yo, se habrá equivocado.


—Pero ese chico ha venido a verte por días, ha cuidado de ti mientras dormías, incluso te bañó y cambió.


—¿Qué?


¿Acaso el chico es un loco o un buen samaritano? Lo más seguro es la primera respuesta, es que ese alguien debe estar loco para cuidar a un completo desconocido y peor todavía, a un jodido drogadicto violento y sin ganas de seguir viviendo.


—Doctor, el muchacho quiere pasar a ver cómo se encuentra el joven —informa una enfermera asomando únicamente su cabeza por una leve abertura de la puerta.


Jongin asiente, y si bien, lo hace desinteresadamente, no es en absoluto sincero, porque desea conocer a esa bondadosa alma. El individuo al fin se deja ver entrando con total sigilo y sin hacer ruido alguno. Tiene una silueta bastante delicada y sus ojos son excepcionalmente preciosos muy a pesar de lucir cansados, sus labios le muestran una sonrisa en forma de corazón, ¿puede acaso existir ese tipo de gestos celestialmente confortantes? Para Jongin definitivamente es un sí.


—H-hola —saluda sin dejar de mirar la belleza del joven de tez mucho más blanca que la de él, y entonces, sin despegar su iris del menudo cuerpo, el pasado regresa a su mente. Los rasgos responden a su inquietante pregunta, ese chico fue quién lo salvó aquella noche de invierno mientras los luceros se apagaban lentamente y él se quedaba dormido sin haberlo querido. Ese chico es también el sujeto que invadió la congoja de su intimidad y le arrebató el hermoso lugar de jazmines, y justo cuando va echarlo de su habitación con gritos de odio, el joven se acerca a él y deja entre las manos doradas de Jongin un ramo de flores blancas de suave fragancia adornado con un listón rojo de seda, tan brillante como la luz del sol, tan rojo como el ocaso del fin del día rodeado de juguetones arreboles.


Jongin está estático, congelado por la mismísima nieve gélida de invierno, y siente por vez primera, una lágrima en su frío corazón, siente cómo éste comienza a trabajar en aquello llamado latidos; el creía que aquello era una leyenda, y en casos más extremos un mito, falso y fantasioso, tan igual a los cuentos de hadas rosas, al menos en su vida; lastimosamente no es así en este preciso momento, y realmente no entiende por qué. Toma el ramo con fuerza y lo empaña de cristales salinos. Su llanto se hace más fuerte y le avergüenza su cobarde comportamiento. Cada gota cae sobre los pétalos y las flores lucen, quizá, más lindas y menos frágiles, el joven de tez albina tampoco entiende, y para aminorar los sollozos, le regala una nueva sonrisa.


Y Jongin, sin saber cómo ni por qué, solo por puro instinto de quien necesita compañía, toma la mano de Kyungsoo.


***


Ambos sentados mientras el silencio carcome las ganas de Jongin de conversar con su acompañante, se esfuman cuando Kyungsoo bosteza y muestra unos ojos menos radiantes y más adormilados, quedándose dormido por milésimas de segundos, y despertándose al momento abriendo sus expresivos ojos de más. Cabecea una y otra vez a cada paso de los minutos, golpeando con ligera rudeza sus hombros con el huesillo de su mentón; una constante lucha entre el descanso y la importancia de su labor por cuidarlo; se sujeta fuerte para huir de los brazos de Morfeo. Aquel acto sorprende a Jongin, quien por un instante  quiere reír por la graciosa firmeza del joven en mantenerse despierto. Con culpa sabe la razón del cansancio del chico, y eso le hace actuar preocupado.


—Siéntate, has cuidado mucho de mí en estos días y no has podido descansar, todo es mi culpa.


Kyungsoo sigue luchando en contra de sus dormilones reflejos y se golpea las mejillas para mantenerse activo, haciendo salir la pereza de su cuerpo.


Oye… ¿Estás escuchándome?


No, no está escuchando. Kyungsoo no entiende nada, absolutamente nada, y aun así intenta leer los labios del muchacho. Suspira derrotado y baja la cabeza con abatimiento. Sus ánimos cayeron de un momento a otro, y por ello su alma desea derramar lágrimas de congoja, pero se aferra a la fuerza que tiene de no hacerlo.


Jongin se pregunta, se responde y aun así no entiende por qué la otra persona tiene una pelea consigo mismo en seguir despierto y cada milésima de segundo se da una palmada estruendosa a la cara. Piensa, tal vez, que ese chico no quiere estar cerca de alguien que podría ser peligroso en cualquier momento; y es que las drogas le han hecho actuar así, como alguien loco y demente, desconociendo hasta lo más añorado por su corazón. Entonces, cuando decide darse por vencido, su cuerpo se mueve varios centímetros a la izquierda, y en un momento, su mano ya está palmeando el espacio vacío.


—Ven, acuéstate —suelta finalmente quien está sobre la cama, aún dudoso.


El otro joven se sorprende ante las acciones del muchacho moreno con él. Entonces sus párpados vuelven a cubrir sus cuencas, recordándole lo cansado que está. Sin titubear más, accede con agradecimiento, agradecimiento que se deja ver con una media luna brillante formada en su rostro.


Acomoda su cabeza en la mitad de la almohada, la cual Jongin le ha prestado —y, dejando caer cada uno de sus negros cabellos, los cuales hacen juego con las fundas pulidas y blancas, tan blancas como su piel misma—, se recuesta.


Sus cuerpos tan juntos. Jongin se siente ligeramente incómodo; y sin embargo, no es un tipo de incomodidad negativa, es más bien el no creer estar acompañado de alguien que cuida extremadamente de él. Se aleja unos milímetros del cuerpo de Kyungsoo, pero todavía está liado, así que se aleja más, más, más, y entonces cae de la cama, tirando con su cuerpo el bote de basura. Resopla furioso, debido al dolor y a la flojera de poner nuevamente el cesto en su lugar. También se irrita porque el chico acostado en su cama no hace nada para tratar de levantarlo y ayudarlo, por ello le lanza una mirada repleta de un odio pasivo. Tal vez es tipo no es tan amable, su apariencia puede ser engañosa; cree. Se vuelve a la cama y, con suavidad toma las sábanas blancas para cubrir la espantosa bata blanca.


—¿Po-podrías separarte un poco más? —pregunta Jongin,al terminar de decirlo, Kyungsoo está totalmente dormido, consiguiendo por fin un sueño placentero y necesitado —De verdad… has cuidado mucho de mí, gracias por tu preocupación.


Vuelve a dormir, o al menos lo intenta, deseando solo un poco, que para cuando abra los ojos para ver la luz del sol, ese chico de rasgos angelicales siga allí, junto a él, brindándole aquel conforte que le dice una y otra vez no estás solo.


***


Para cuando han dado las nueve de la noche más o menos, Kyungsoo ya no está, y la oscuridad es la única acompañándole en esos momentos deseosos de ultrajar su cuerpo con sustancias a las que un y otra vez ha decidido abandonar… pero simplemente ya no puede, porque ya es parte de su organismo, parte de su vida. Tembloroso y con sudor, muerde las cobijas, esas ansias de volver al mundo de la utopía son fuertes, demasiado fuertes que ya no le importa nada y con un velocidad inimaginable se suelta de todos esos cordones manteniéndolo inmóvil, incluso más que eso; lo mantienen cautivo para poder sentir su mentirosa y hasta cierto punto, dichosa felicidad.


Al abrir la puerta con agresividad, Kyungsoo aparece sosteniendo una bandeja con comida en sus blancas manos; gelatina de fresa, un emparedado de jamón y un vaso de leche son el menú perfecto para aquel chico enfermo; enfermo de soledad, adicción y obsesión hacia lo más prohibido.


—¿¡Qué haces aquí, debiste largarte!? —grita, sin sonar seguro ni enojado, suena más bien agradeciendo la visita del chico; sobre todo de su compañía. El sentirse no solo como ahora, creyendo erróneamente que siempre lo ha estado, e incluso que lo estaría  más allá de lo que siquiera pudiese comprender.


El joven de ojos expresivos, quisiera entender qué está el muchacho diciendo, quizá exigiendo, o pidiendo. Y por los gestos de su cara parece que no es algo bueno, parece enojado; no obstante, tampoco es algo malo porque también luce, solo un poco, alegre. Confusión absoluta. Kyungsoo está confundido, pero no es porque su sentido auditivo se lo impida, es solo que a veces su vista le suele hacer malas jugadas, como una semana atrás, en donde su madre le miraba con tristeza y él pensó que la mujer se sentía enferma, entonces la jaló hasta hacerla sentarse sobre el sillón con decorado de flores y acabado dorado, unos segundos más tarde, su madre sonrió y apuntó con su dedo la cocina, señalando humo negro saliendo del horno; el pastel de chocolate se había quemado, y solo por haberse quedado dormida ¡Qué mala suerte!, Kyungsoo deseaba tanto comer aquel pastel con crema de vainilla y fresas de temporada. Pero ahora es diferente, es difícil para él comprender lo que el chico quiere. Sería fácil deducir si Jongin le apuntase lo que tanto pide, si tan solo le obsequiara una pequeña pista; así todo sería más fácil.


—¡¿Qué?!


Kyungsoo le mira desafiante, y lo lleva a aquella vez de su primer encuentro, donde pelearon solo con miradas feroces para quedarse con el campo de jazmines y su fragancia de dulce aroma floral, el favorito de Kyungsoo y probablemente, de Jongin también.


—¿Por qué me ves así? —exclama Jongin indignado de la manera en que Kyungsoo le mira, tan fuerte, tan valiente, tan diferente a él, porque a pesar de lucir pequeño y tierno, ese chico es realmente todo lo contrario, o eso cree; ciertamente no descarta las bondades del muchacho para con él, no significa que siempre deba ser alguien bondadoso, y mucho menos con un desconocido —¿Te-tengo algo? —Jongin está nervioso, muy nervioso; demasiado.


Kyungsoo piensa si tal vez el joven no es alguien agradecido, podría ser un individuo ingrato. Él ha dado mucho, piensa, le ha dado su compañía, lo ha alimentado, lo ha cuidado, e incluso abandonó sus terapias para acudir a aquel desconocido, y no tan desconocido. Finalmente suspira, rendido y triste porque pensaba que ya podría comprender bien a las personas, pero es realmente complicado cuando no se trata de objetos que puedan ser vistos o tocados. Y se vuelve a odiar, a sentirse un completo inútil; estorbo y nada más. Si tan solo pudiera escuchar al muchacho y buscar alguna solución que carga sobre sus hombros, o si tan solo pudiera preguntarle ¿cómo te sientes, triste o feliz? Dime, para que pueda ayudarte.


Una lágrima sale de sus ojos, antes animados, ahora decaídos. Entra con la compunción quemando su piel y deja la bandeja de plata sobre una mesita y se da la vuelta para abandonar la habitación. Jongin le mira asombrado, y se siente un tonto al haber tratado pésimo al joven, al haberle gritado, al haber pagado su amabilidad con el mal humor de no haber probado las hierbas mágicas. Y antes de que Kyungsoo dé un paso al exterior de su cuarto para alejarse, Jongin le detiene, lo jala del brazo y lo mira fijamente. Esta vez, su rostro muestra calidez, algo de por sí ya insólito, muy insólito en él.


—Disculpa por haberte gritado, nunca antes he recibido mucha amabilidad y por eso desconfié un poco.


Kyungsoo le mira más confuso que antes cuando una mano bronceada le seca la lágrima. Jongin continúa moviendo sus labios, le sigue diciendo palabras, palabras que Kyungsoo quiere escuchar para entender, y que desgraciadamente no puede ni oír murmullos.  Se desespera hasta el punto de querer abandonar al paciente y dejarlo como un loco nada más… Y entonces llega la calma, Kyungsoo deja la ímpetu, y con más entusiasmo comienza a leer los labios, con serenidad decodifica, y con sensatez encuentra la respuesta.


—Gracias.


Kyungsoo, sonríe con la palabra final, y solo así piensa solo un poco, que no es basura en forma de humano o una molesta e inservible persona. Con más ánimos invita al chico a reposar indicándole con su dedo índice que Jongin regrese a la cama para tomar la cena y después, volver al dulce hogar de Morfeo, donde ambos esperarán el siguiente día.


“¡Soy yo, o el tipo me estaba mirando los labios!” Jongin está nervioso y su cuerpo se funde con lava en el interior, sin entender realmente por qué. “Deben ser tontería mías” se dice a sí mismo. Entonces, su acompañante le golpea suavemente el hombro, y Jongin al bajar la mirada, observa un pedazo de papel sobre las manos del chico y lee el mensaje en tinta negra y brillante.


«Llámame Kyungsoo»


—Kyungsoo, ho-hola, supongo —tartamudea, y vuelve su mirada a la gelatina de fresa, una que inició a comer desde minutos antes —Intentaré tratarte mejor, en serio.


El joven allí parado, no lo piensa más y extiende sus manos para mover sus dedos y crear distintas figuras y formas, sin saber que Jongin realmente no comprende, así fuerce su obstinado cerebro, no funciona. Tal vez, ya contagió al chico con su locura y le divierte el pensar así; pero debe volver a la realidad, pues su razón solo lo abandona cuando el polvo inhalado se sumerge a sus fosas y luego viajan por su sangre alterándole la cordura y conciencia; es imposible transmitir la locura con cuidados y tratos, esa es su lógica conclusión. Se incorpora, otra vez, hasta sentarse para ver mejor porque su joven cuidador lleva las manos a la boca y las gira, rueda y enreda, une y desune. Jongin sigue intentando comprender al muchacho de negro cabello, y de nueva cuenta, no puede siquiera entender en lo mínimo.


“—Mañana te vendré a ver otra vez, y no te preocupes, lo hice para ayudarte, de nada” —Dice el silencioso muchacho con aquellos rápidos movimientos, contestando al gracias dicho por Jongin.


Y Jongin sigue sin entender el mundo y la mímica del joven, es complicado, difícil, imposible.


Pero ahora, y aún sin entender del todo, se siente afortunado.

Notas finales:

Gracias por leer!!

Perdón por la tardanza, tuve algunos contratiempos que me impidieron continuar con la historia, pero ya ;; Espero les haya gustado, opiniones, comentarios, quejas y demás, pueden hacérmelo saber. La parte dos la subiré en una semana :), vale? No crean que me he olvidado o que lo abandonaré ;;

Bye-bye!


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).