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Entre la luna y el sol por blood rain

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-¡Harry!- gritaba Jazmine corriendo por los pasillos de la escuela, Draco la seguía de cerca.

Ambos tenían un semblante preocupado, además de estar algo sorprendidos, cuando Harry quería podía ser muy rápido y no un flojo de primera. Salieron a los jardines, buscaron en cada aula, cada torre y cada maldita puerta escondida que tuviese ese castillo.

-¿Lo encontraste?- pregunto Jazmine cuando se reunió con Draco.

-No, ¿Qué hay de ti?

-Nada- menciono ella.

-Esto es digno de sorprenderse, la Gran Vurnil preocupada.

-Piérdete Wolan- gruño la chica.

-Uyy, la leona comienza a mostrar los colmillos- se burló.

Draco se puso entre Jazmine y Sebastián, ordenándole que se retirara en ese instante. Wolan se rió con más fuerza al ver al príncipe de las serpientes proteger a una leona sin corazón alguno.

-No tienes que ponerte así, Draco-dijo- ya me iba- sin más se dio media vuelta pero detuvo sus pasos para ver a los dos platinos- espero y encuentren a su amigo pronto, el bosque puede ser muy peligroso.

¿El bosque?

Ambos se reprendieron al saber que ese había sido el único lugar que no había registrado, sin perder tiempo corrieron en dirección al bosque prohibido, rogando a Merlín que Potter siguiera con vida.

Porque de noche, ese lugar es demasiado peligroso.

-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-

Harry corría, las ramas de los árboles le habían roto el traje, había tropezado varias veces con las raíces sobresalientes, había terminado atrapado en un arbusto y caído en el fango. A pesar de eso no se detuvo, siguió corriendo, no paro aunque sus piernas comenzaban a dolerle, no quería detenerse.

No quería,

No quería.

“Un regalo ciertamente…innecesario”

Eso es lo que Snape le había dicho, no había sido muy duro y por ello no entendía.

No entendía porque esas simples palabras le habían perforado y lastimado tanto.

Se detuvo por un momento, solo por un par de segundos antes de gritar con todas sus fuerzas lastimando sus cuerdas vocales. Sus mejillas estaban rojas y heladas por el frió, sus ojos hinchados y su ropa llena de nieve.

Esa navidad, había sido la más cruel de todas, la más horrible.

Simplemente deseaba olvidarla.

¿Olvidar?

Busco su varita en la túnica y se apuntó con ella.

Estuvo cerca de pronunciar el hechizo “Obliviate”, pero no podía, no quiso hacerlo ni siquiera intentarlo.

-¿Por qué…porque seré tan cobarde?- musito antes de tirarse sobre la nieve, completamente agotado.

Lo último que vio antes de desmayarse fueron los brillantes ojos azul ártico que lo observaban desde el oscuro cielo.

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Amira coloco un pañuelo húmedo sobre la frente del chico, estaba que ardía en fiebre, miro por la ventana de su casa, la tormenta de nieve no había cesado y posiblemente estuviesen preocupados por el adolecente.

Con elegancia se levantó de donde estaba y salió de la casa, miro el lugar una última vez antes de desaparecer, tenía que dar un mensaje.

Por la mañana, las cosas en el castillo estaban algo tensas, Harry no había aparecido por ningún lado, ni siquiera en el bosque prohibido. Aprilynne entro al comedor, tenía un deje de alivió en su rostro.

-Lo encontraron- dijo.

-¿Enserio?- pregunto Draco.

-Sí, una amiga mía lo encontró desmayado a las afueras del bosque prohibido y se lo llevo a su casa- contesto- en cuanto se sienta mejor lo traerá para acá.

Jazmine suspiro más tranquila, posiblemente había sido Arima la que encontrara a Harry, esa mujer era la única que se atrevía a vagar por el bosque prohibido durante la noche.

Severus no menciono nada, se sentía un poco, solo un poco culpable por lo que le había dicho al chico, el regalo no había sido tan malo, pero cuidando su fachada había dicho esas palabras que habían roto al chico igual que el pensadero, los pedazos oscuros que habían quedado del regalo los guardo con la esperanza de poder reponerlos algún día.

-¿Estas bien?- pregunto April acercándose a Snape- ¿pasa algo?

-¿Qué podría haber pasado?- pregunto con indiferencía.

-No puedes mentirme y lo sabes, te conozco.

Severus no dijo nada, solo se dio media vuelta dispuesto a irse a la tranquilidad de sus mazmorras, necesitaba pensar, quizá debería disculparse con el muchacho…

No, no podía hacer eso, después de todo no había sido muy cruel como para que el muchacho huyera al bosque prohibido a mitad de la noche…

Si, había sido por su causa, pero Potter no tenía que haber actuado de esa manera, ni que le hubiese rechazado una declaración por amor a Merlín.

-El chico se esmeró en buscar ese regalo- le dijo April deteniéndolo- que tu no lo valoraras fue lo que más le dolió, y  tu actitud fue la que me decepciono, y no fui la única en hacerlo.

Sin más ella se fue, dejando a Severus con demasiadas cosas en la cabeza.

-.-.-..-.-.-.-..-.-.

-¿Dónde estoy?- pregunto Harry con despertando y verse en un lugar completamente desconocido para él.

-Veo que despertaste- dijo una voz femenina que aseguraba haber escuchado antes.

Con algo de dificultad se sentó sobre la cama y busco sus lentes en la mesa de noche, al colocárselos observo mejor el sitio donde se encontraba, parecía ser un lugar sencillo sin muchos muebles, las tonalidades marrones y beige eran las que más resaltaban.

-¿Cómo te sientes?- pregunto la  desconocida.

Harry miro al frente encontrándose con una mujer de cabello negro, piel blanquecina y hermosos ojos azules, parecía ser joven de entre los veinte y veinticuatro años, no muy alta y con cierto porte elegante. Ella se acercó y le toco la frente, aún tenía fiebre, posiblemente pesco un resfrió al estar tanto tiempo en la intemperie sin nada que lo abrigase.

-¿Quién es usted? ¿Dónde estoy?- pregunto algo cansado.

-Mi nombre es Amira, estas en mi casa- dijo- te encontré en el bosque prohibido mientras estaba de regreso, no podía dejarte ahí así que te traje- Amira se alejo un poco para ir por algo de agua- y no te preocupes, soy amiga de tu profesora de Defensa.

-¿La profesora Aprilynne?

Amira asintió.

-Ten bebe- dijo entregándole un vaso con un extraño liquido dentro de él- te ayudara a curar más rápido.

Harry se lo tomo de un solo trago, era amargo pero aun así se tomó hasta la última gota del brebaje.

-Ahora descansa, te llevare al castillo en cuanto estés mejor- dijo ella antes de que él chico cayese dormido a causa de la medicina.

Amira quito la sonrisa que había puesto en sus labios desde que el chico había despertado y miro por la ventana, sabía quién estaba afuera y no pensaba salir a buscarle pelea.

-Más vale que ni lo intentes, Rhual- mascullo antes de cerrar las ventanas.

-.-.-..-..-.--..-.-.

Harry regreso al castillo por la tarde, siendo acompañado por Amira, la cual le había abrigado bien para que no se enfriara. Jazmine sintió ganas de llorar al ver a su amigo llegar sano y salvo a la escuela, Draco le abrazo después de haberle dado un golpe en la nuca por haberlos preocupado.

-Esta algo resfriado, así que es mejor que descanse- dijo Amira- le di un brebaje, pero no ha surtido efecto del todo.

-¿No te quedas?- pregunto April.

-No, tengo que deshacerme de una rata que ronda por mi casa- dijo con un deje de molestia.

Aprilynne se quedó sería por un momento, sabía qué clase de rata era con la que su amiga estaba lidiando.

-Espero y la atrapes.

-Yo también, le retorceré el cuello en cuanto lo haga- murmuro eso último para sí misma- me retiro.

Harry observo a Amira irse, ni siquiera había podido darle las gracias por haberle acogido y cuidado por ese tiempo. Jazmine y Draco lo arrastraron a la enfermería para que descansara mejor, durante el camino se encontraron con Snape, Harry ni siquiera quiso mirarlo, Malfoy y Vurnil tampoco le hicieron caso, no estaban muy contentos con él. Severus se movió para que los tres chicos pasaran y miro a April.

-¿Quién lo trajo?- pregunto.

-Fue Amira la que lo encontró y lo trajo- dijo ella- parece que el chico pesco un resfriado, nada que no pueda quitar con algo de descanso y algunas pociones, ahora me retiro, Amira dijo que había una rata rondando por su casa por lo que no dudo que sea la misma que ronda por el bosque prohibido.

“Rhual”

Fue el pensamiento de Snape cuando vio a su compañera marcharse. Se dirigió a las mazmorras para continuar con sus pociones, la enfermería se estaba quedando sin reservas.

“Amira” se dijo, esa mujer parecía ser amable y sonriente, pero realmente ella era demasiado peligrosa y lo mejor era no tenerla de enemiga. Hasta ese punto, empezaba a tener algo de compasión por Rhual.

 

Notas finales:

Disculpen por la tardaza, me dio el horrible bloqueo del escritor y no supe como continuar, lo siento, espero poder compensarlos con un nuevo capitulo mañana.


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