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Entre la luna y el sol por blood rain

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-¡Sirius, suéltame!- pedía Remus mientras forcejeaba con Black para que le dejase libre.

-¡Tenemos que hablar!

-¡Te lo deje todo muy claro en la carta! ¡¿De qué quieres hablar?!-exclamo.

Cansado de tener que arrastrar a Moony, opto por cargarlo sobre su hombre cual saco de papas. Remus empezó a moverse sonrojado por la acción de Sirius y le golpeaba la espalda. El animago ignoraba el dolor que sentía por los golpes del licántropo, cuando quería podía ser muy inquieto.

¡Justo cuando lo necesitaba tranquilo!

Finalmente la línea que lo guiaba mostro una hermosa casita, sin pensarlo corrió hacía ello y bajo a Remus.

-Abre la puerta- ordeno mientras le cerraba el paso para que no escapara.

-¡Te lo he dicho, no hay nada de qué hablar!- grito Remus tratando de irse de ahí.

Aunque el lugar donde estaban era su casa.

Sirius comenzaba a cansarse, nunca se había caracterizado por tener la mayor paciencia, así que sin avisar comenzó a buscar las llaves de la casa en la ropa del más pequeño.

¡Si tuviese su varita no tendría estos problemas!

El licántropo intento quitarse las manos del animago de encima, pues la manera en que lo tocaban por sobre la ropa hacía que su piel se calentara de manera exquisita.

-¡Basta!

-¡Entonces abre la maldita puerta!- contraataco Black.

Remus termino haciendo lo que el otro le decía, Sirius tomo la muñeca de Moony para que no fuera a huir a penas entrara a la casa. El ex-profesor le guió hasta la sala y encendió la luz.

-¿Ahora vas a explicarme?

-No hay nada que explicar- dijo Lupin desviado la vista.

El animago se molestó y empezó a caminar de un lado a otro.

-¡¿Qué no hay nada que explicar?!- exclamo- ¡Joder Rem! ¡Desapareces de la nada del castillo! ¡Dejando una jodida nota en tu escritorio! ¡¿Y qué encuentro en ella?! ¡Una confesión a medias!

-¡¿Y qué querías que hiciera?!

-¡¿Por qué nunca me lo dijiste?! ¡¿Por qué fue a través de una nota?!- grito.

-¡¿Qué te lo dijera?!- pregunto Remus con ironía, para este punto ya no podía controlar sus emociones- ¿Cómo podía hacerlo? ¿Cómo podía yo, un chico maldito, decirle al mujeriego más grande de todo el mundo mágico que lo amaba? ¿Cómo confesarme a aquel chico que me contaba cada una de sus aventuras? ¿Cómo confesarme sin que me miraras mal y te alejaras?

Sirius vio como Remus apretaba los puños, su cara estaba roja y lloraba, eso era lo peor, Remus estaba llorando mientras le hacía todas esas preguntas.

¡Pero qué idiota había sido!

¡Y que ciego!

-¡¿Por qué tanto interés en que te lo explique?!- siguió el licántropo.

Mosqueo un par de veces antes de encarar a Sirius, este sin pensarlo lo jalo hacía él y lo beso, beso esos labios con sabor a chocolate y caramelo, beso esos labios que siempre suelen regañarle o sonreírle.

-Sirius…

-Dilo-exigió- necesito que me lo digas.

-¿Qué cosa?- pregunto aun lloroso.

-Di que te gusto, di lo mucho que me quieres- especifico mientras le abrazaba- di lo que soy para ti, di lo mucho que me necesitas.

-¿Q-que?

-Por Merlín Rem- suspiro el pelinegro- ¿alejarme de ti? ¿Mirarte mal? Solo pon tu mano sobre mis pantalones y sabrás como estoy en estos momentos y no hay ninguna mujer en este lugar, solo tú.

Remus empezó a sentir un escozor en las mejillas mientras escuchaba las exigencias del animago.

En tanto Sirius esperaba que el otro hablara, deseaba escuchar de su boca todo eso, quería que todo fuese real

-¿Por qué…?

-Siempre buscaba tu atención Rem- dijo- siempre, eras solo tú con quien lograba calmar mis emociones, con quien me sentía tranquila, cada una de mis aventura solo fueron eso…ninguna de esas chicas llego a llenarme como lo hacías tú al estar a mi lado.

Sirius volvió a besar a Remus apegándolo a su cuerpo, el castaño no pudo hacer otra cosa más que dejarse hacer, las palabras del moreno aún resonaban en su mente de manera lenta y suave, como en un pequeño murmullo que le ponía la piel de gallina.

-Remus…

La voz de Sirius expulsaba las palabras de una manera lenta, con un tono grave y ronco mientras esas manos se aventuraban a tocar la blanca piel por debajo de la ropa.

¿En serio estaba pasando?

¿Acaso lo que escucho de Siruis había sido una confesión?

Dejo de pensar, por un momento quiso disfrutar de la cercanía que estaba experimentando con el moreno. Black vio eso como una señal de aceptación y sonrió, pego la espalda de Remus a la pared mientras le acariciaba los muslos. Le beso el cuello y mordió sus orejas, le murmuro cosas al oído logrando avergonzarlo más.

-S-Sirius…Ahg…- logro decir el licántropo- ah…ca-aah…mmm…cama…

-¿Dónde?- pregunto agitado el otro.

-Arriba.

De inmediato lo tomo de la muñeca y lo llevo escaleras arriba, estaba ansioso aunque cuando su cerebro se enfrió un poco se encontró con algo que no había pensado.

¿Cómo se lo haces a un hombre?

¿Es similar a como se lo haces a una mujer?

Miro a Remus, sus pequeñas manos temblaban mientras abría la puerta de la habitación, lo vio con las mejillas sonrojadas y la respiración irregular, vio esos ojos color brillar y…

Tuvo miedo…

Tuvo miedo de lastimar a Remus, de hacerle daño no solo físicamente sino también de manera emocional.

“No temas, solo…sigue tu instinto y amalo”

Al entrar al cuarto, Remus se sentó en la cama, con las manos entre las piernas y la cabeza baja, esperando alguna acción por parte del animago. Sirius opto por ir más lento, de manera que sería placentero para ambos. Poso su labios sobre los contrarios y los movió a un ritmo suave, de manera que el castaño pudiese seguirlo. Le quito el saco color marrón que tenía puesto y uno a uno le fue desabrochando los botones de la camisa mientras lo recostaba en la cama.

El licántropo empezaba a impacientarse, los besos de Sirius eran más excitantes de lo que había creído, suspiro cuando sintió esos ardientes labios sobre su cuello y bajar hacía su pecho, sus caderas fueron presas por un par de manos grandes y cálidas, las cuales bailaban una inexistente melodía.

-Mmmh…ahh…-se quejó cuando sintió que una de sus tetillas era succionada por la boca del animago- …mhg…Sirius…

Escuchar tales sonidos salir de la boca del más tranquilo de los Merodadores era algo realmente de admirar, cambio la posición de sus labios a la otra tetilla mientras se acomodaba mejor entre las piernas de Remus, el contacto entre ellos a través de la tela provoco que ambos soltaran un gemido; el licántropo sentía espasmos en todo su cuerpo a causa de las pequeñas atenciones que su querido animago le proporcionaba.

Despojo a Sirius de la camisa que llevaba puesta, logrando así tocar esa piel morena que tanto había anhelado, aquella que durante los entrenamientos de Quidditch brillaba a causa del sudor. Jadeo cuando sintió que tocaban su intimidad por sobre la ropa, el roce de la tela le escocía y le molestaba, solo deseaba quitarle.

-Oh Rem- exclamo Black, mientras le desabrochaba los pantalones para sacárselos dejando al castaño en ropa interior.

Beso en la boca a de abajo a tiempo que sus caderas se restregaban con las contrarias y sus manos acariciaban los glúteos del más pequeño.

-…Ahh…ahhh….Sirius…mgh mmnh…

-Remus- murmuro Sirius.

Le quito los interiores dejándole desnudo. Dejo al descubierto una hermosa piel blanca que era adornada por pequeñas gotas de sudor que bailaban graciosamente sobre ella cada vez que el cuerpo ejecutaba algún movimiento.

-Sirius- gimió Remus al sentir una de esas calientes manos sobre su miembro mientras se movía de manera uniforme de arriba a abajo.

El animago ya se había hecho a la idea de que debía entrar por el pequeño orificio que había encontrado cuando acariciaba los glúteos del más pequeño, pero prepararlo de la forma normal era doloroso y seguramente incómodo para el licántropo, si tuviese su varita no tendría ese problema, con un simple hechizo podría lubricarle; pero sus malditas secuestradoras no se la habían regresado.

-¿Sirius?- pregunto Remus mirándole, pues se había detenido- ¿pasa algo?

-No- dijo regresando de sus pensamientos- lo siento, no es nada.

Continuo con su trabajo mientras besaba cada parte que lograba alcanzar del cuerpo de Remus, con su mano libre acaricio las pequeñas bolsas que estaban junto al miembro logrando que Lupin se removiera inquieto por sobre las sábanas. Entre más pensaba Sirius, más se daba cuenta que no tenía opción, además, la varita de Rem no la había visto en ningún momento y no deseaba alejarse por nada de su pequeño licántropo.

Uso una de sus manos y ante la llorosa mirada de Remus ensalivo tres de sus dedos; un gemido salió de los rosados labios del licántropo.

¿Cómo es que podía verse de esa manera?

Tan erótico y ardiente.

-Agh- se quejó cuando Sirius bajo y le mordió el lóbulo de la oreja.

-Solo relájate- le murmuro.

¡Joder!

Si le decía cualquier otra cosa con ese tono de voz era más que seguro que explotaría. De alguna manera logro respirar y cerró los ojos cuando lo sintió.

Era incómodo, demasiando incómodo.

-Mgh…mmm…- se removió tratando de relajarse más.

Sirius lo noto, pero de no hacer eso la cosa podía ser peor. Bajo poco a poco y sonrió cuando en el rostro de Remus se dibujó una mueca de sorpresa y como no hacerlo, había sentido algo húmedo pasear por su miembro.

-Agh…amnh…ahhh

Gimió, la boca de Sirius ahora devoraba ese pedazo de carne sin piedad mientras le preparaba, un segundo dedo acompaño al primero pero no llego a sentirlo, sentir el aliento del animago en ese lugar le tenía completamente fuera de sí.

-¿Pasa algo Rem?- pregunto de manera picara.

Remus no pudo contestar, eran demasiadas emociones y sensaciones que estaba sintiendo en ese momento; enterró la cabeza en el colchón cuando sintió que su miembro era nuevamente preso por esa boca. Sirius inserto el tercer dedo y trato de expandir la entrada. No supo cuánto fue que estuvo así, deleitándose con las expresiones que brotaban de quien estaba debajo de su cuerpo, no supo cuando fue que se terminó de retirar la ropa que tenía encima, solo sintió las uñas de Remus arañar su piel mientras entraba en él. Mientras le penetraba con toda esa paciencia que había logrado acumular para ese momento, con esa tranquilidad para no comportarse como una bestia en ese instante.

Solo sintió un par de piernas enredarse en su cintura al momento en que empezó a moverse, escucho el chirrido de la cama como consecuencia de eso, escucho a Remus suspirar y gemir su nombre mientras, que con los ojos llorosos, le pedía más.

-Sirius- logro decir el castaño abrazándose o más que podía al cuerpo del moreno- Me…agh…gu-gustas- empezó- Te qui-quiero…

EL animago sonrió, esas eran las palabras que le había pedido a Remus que dijera, esas eran las palabras que había esperado escuchar desde un principio.

-E-eres…ahg mmnh…l-lo que m-más quiero- continuo mientras un par de lágrimas salían de sus ojos y mostraba una leve sonrisa.

-Rem, no vuelvas a marcharte- pidió mientras aumentaba el ritmo de sus caderas- no vuelvas a irte, no sin mi…yo…no podría…soportarlo.

Se inclinó lo más que pudo y murmuro dos palabras al odio de Remus, esas dos palabras provocaron que llegara el final de ese acto. Sirius abrazo a Lupin con fuerza, negándose a soltarle.

-No me iré- dijo Remus acariciándole los cabellos- en tanto tu no me lo permitas, me quedare contigo.

Ambos se miraron, en sus ojos estaba el brillo más intenso que se hubiese visto jamás y en sus corazones quedo grabada una silenciosa promesa que quedó sellada con cada latir que estos daban.

-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-

April apareció muy sonriente en casa de Amira al día siguiente, con ella llevaba a Jazmine y a Khriss.

-Nos deben 50 galeones- dijo.

-¿Qué te hace pensar eso?- cuestiono Jazmine.

La peliplata sonrió y simplemente mostro dos fotografías que había tomado esa mañana, una mostraba a un incómodo Lupin que intentaba bajar los escalones y en la otra en esa se veía a dos hombres, uno moreno y otro castaño sin ropa alguna que los cubriera durmiendo cómodamente sobre una cama de sábanas blancas y con claras marcas de besos sobre sus cuerpos.

-April- la llamo Amira- ¿Cómo sacaste estas fotos?

La mujer simplemente le guiño el ojo y sonrió.

-Tengo mis métodos.

Notas finales:

Bueno, pues gano April.

Espero y les guste, aun no soy muy buena escribiendo este tiepo de escenas pero me gusto.

Nos vemos.

-¡Sirius, suéltame!- pedía Remus mientras forcejeaba con Black para que le dejase libre.

-¡Tenemos que hablar!

-¡Te lo deje todo muy claro en la carta! ¡¿De qué quieres hablar?!-exclamo.

Cansado de tener que arrastrar a Moony, opto por cargarlo sobre su hombre cual saco de papas. Remus empezó a moverse sonrojado por la acción de Sirius y le golpeaba la espalda. El animago ignoraba el dolor que sentía por los golpes del licántropo, cuando quería podía ser muy inquieto.

¡Justo cuando lo necesitaba tranquilo!

Finalmente la línea que lo guiaba mostro una hermosa casita, sin pensarlo corrió hacía ello y bajo a Remus.

-Abre la puerta- ordeno mientras le cerraba el paso para que no escapara.

-¡Te lo he dicho, no hay nada de qué hablar!- grito Remus tratando de irse de ahí.

Aunque el lugar donde estaban era su casa.

Sirius comenzaba a cansarse, nunca se había caracterizado por tener la mayor paciencia, así que sin avisar comenzó a buscar las llaves de la casa en la ropa del más pequeño.

¡Si tuviese su varita no tendría estos problemas!

El licántropo intento quitarse las manos del animago de encima, pues la manera en que lo tocaban por sobre la ropa hacía que su piel se calentara de manera exquisita.

-¡Basta!

-¡Entonces abre la maldita puerta!- contraataco Black.

Remus termino haciendo lo que el otro le decía, Sirius tomo la muñeca de Moony para que no fuera a huir a penas entrara a la casa. El ex-profesor le guió hasta la sala y encendió la luz.

-¿Ahora vas a explicarme?

-No hay nada que explicar- dijo Lupin desviado la vista.

El animago se molestó y empezó a caminar de un lado a otro.

-¡¿Qué no hay nada que explicar?!- exclamo- ¡Joder Rem! ¡Desapareces de la nada del castillo! ¡Dejando una jodida nota en tu escritorio! ¡¿Y qué encuentro en ella?! ¡Una confesión a medias!

-¡¿Y qué querías que hiciera?!

-¡¿Por qué nunca me lo dijiste?! ¡¿Por qué fue a través de una nota?!- grito.

-¡¿Qué te lo dijera?!- pregunto Remus con ironía, para este punto ya no podía controlar sus emociones- ¿Cómo podía hacerlo? ¿Cómo podía yo, un chico maldito, decirle al mujeriego más grande de todo el mundo mágico que lo amaba? ¿Cómo confesarme a aquel chico que me contaba cada una de sus aventuras? ¿Cómo confesarme sin que me miraras mal y te alejaras?

Sirius vio como Remus apretaba los puños, su cara estaba roja y lloraba, eso era lo peor, Remus estaba llorando mientras le hacía todas esas preguntas.

¡Pero qué idiota había sido!

¡Y que ciego!

-¡¿Por qué tanto interés en que te lo explique?!- siguió el licántropo.

Mosqueo un par de veces antes de encarar a Sirius, este sin pensarlo lo jalo hacía él y lo beso, beso esos labios con sabor a chocolate y caramelo, beso esos labios que siempre suelen regañarle o sonreírle.

-Sirius…

-Dilo-exigió- necesito que me lo digas.

-¿Qué cosa?- pregunto aun lloroso.

-Di que te gusto, di lo mucho que me quieres- especifico mientras le abrazaba- di lo que soy para ti, di lo mucho que me necesitas.

-¿Q-que?

-Por Merlín Rem- suspiro el pelinegro- ¿alejarme de ti? ¿Mirarte mal? Solo pon tu mano sobre mis pantalones y sabrás como estoy en estos momentos y no hay ninguna mujer en este lugar, solo tú.

Remus empezó a sentir un escozor en las mejillas mientras escuchaba las exigencias del animago.

En tanto Sirius esperaba que el otro hablara, deseaba escuchar de su boca todo eso, quería que todo fuese real

-¿Por qué…?

-Siempre buscaba tu atención Rem- dijo- siempre, eras solo tú con quien lograba calmar mis emociones, con quien me sentía tranquila, cada una de mis aventura solo fueron eso…ninguna de esas chicas llego a llenarme como lo hacías tú al estar a mi lado.

Sirius volvió a besar a Remus apegándolo a su cuerpo, el castaño no pudo hacer otra cosa más que dejarse hacer, las palabras del moreno aún resonaban en su mente de manera lenta y suave, como en un pequeño murmullo que le ponía la piel de gallina.

-Remus…

La voz de Sirius expulsaba las palabras de una manera lenta, con un tono grave y ronco mientras esas manos se aventuraban a tocar la blanca piel por debajo de la ropa.

¿En serio estaba pasando?

¿Acaso lo que escucho de Siruis había sido una confesión?

Dejo de pensar, por un momento quiso disfrutar de la cercanía que estaba experimentando con el moreno. Black vio eso como una señal de aceptación y sonrió, pego la espalda de Remus a la pared mientras le acariciaba los muslos. Le beso el cuello y mordió sus orejas, le murmuro cosas al oído logrando avergonzarlo más.

-S-Sirius…Ahg…- logro decir el licántropo- ah…ca-aah…mmm…cama…

-¿Dónde?- pregunto agitado el otro.

-Arriba.

De inmediato lo tomo de la muñeca y lo llevo escaleras arriba, estaba ansioso aunque cuando su cerebro se enfrió un poco se encontró con algo que no había pensado.

¿Cómo se lo haces a un hombre?

¿Es similar a como se lo haces a una mujer?

Miro a Remus, sus pequeñas manos temblaban mientras abría la puerta de la habitación, lo vio con las mejillas sonrojadas y la respiración irregular, vio esos ojos color brillar y…

Tuvo miedo…

Tuvo miedo de lastimar a Remus, de hacerle daño no solo físicamente sino también de manera emocional.

“No temas, solo…sigue tu instinto y amalo”

Al entrar al cuarto, Remus se sentó en la cama, con las manos entre las piernas y la cabeza baja, esperando alguna acción por parte del animago. Sirius opto por ir más lento, de manera que sería placentero para ambos. Poso su labios sobre los contrarios y los movió a un ritmo suave, de manera que el castaño pudiese seguirlo. Le quito el saco color marrón que tenía puesto y uno a uno le fue desabrochando los botones de la camisa mientras lo recostaba en la cama.

El licántropo empezaba a impacientarse, los besos de Sirius eran más excitantes de lo que había creído, suspiro cuando sintió esos ardientes labios sobre su cuello y bajar hacía su pecho, sus caderas fueron presas por un par de manos grandes y cálidas, las cuales bailaban una inexistente melodía.

-Mmmh…ahh…-se quejó cuando sintió que una de sus tetillas era succionada por la boca del animago- …mhg…Sirius…

Escuchar tales sonidos salir de la boca del más tranquilo de los Merodadores era algo realmente de admirar, cambio la posición de sus labios a la otra tetilla mientras se acomodaba mejor entre las piernas de Remus, el contacto entre ellos a través de la tela provoco que ambos soltaran un gemido; el licántropo sentía espasmos en todo su cuerpo a causa de las pequeñas atenciones que su querido animago le proporcionaba.

Despojo a Sirius de la camisa que llevaba puesta, logrando así tocar esa piel morena que tanto había anhelado, aquella que durante los entrenamientos de Quidditch brillaba a causa del sudor. Jadeo cuando sintió que tocaban su intimidad por sobre la ropa, el roce de la tela le escocía y le molestaba, solo deseaba quitarle.

-Oh Rem- exclamo Black, mientras le desabrochaba los pantalones para sacárselos dejando al castaño en ropa interior.

Beso en la boca a de abajo a tiempo que sus caderas se restregaban con las contrarias y sus manos acariciaban los glúteos del más pequeño.

-…Ahh…ahhh….Sirius…mgh mmnh…

-Remus- murmuro Sirius.

Le quito los interiores dejándole desnudo. Dejo al descubierto una hermosa piel blanca que era adornada por pequeñas gotas de sudor que bailaban graciosamente sobre ella cada vez que el cuerpo ejecutaba algún movimiento.

-Sirius- gimió Remus al sentir una de esas calientes manos sobre su miembro mientras se movía de manera uniforme de arriba a abajo.

El animago ya se había hecho a la idea de que debía entrar por el pequeño orificio que había encontrado cuando acariciaba los glúteos del más pequeño, pero prepararlo de la forma normal era doloroso y seguramente incómodo para el licántropo, si tuviese su varita no tendría ese problema, con un simple hechizo podría lubricarle; pero sus malditas secuestradoras no se la habían regresado.

-¿Sirius?- pregunto Remus mirándole, pues se había detenido- ¿pasa algo?

-No- dijo regresando de sus pensamientos- lo siento, no es nada.

Continuo con su trabajo mientras besaba cada parte que lograba alcanzar del cuerpo de Remus, con su mano libre acaricio las pequeñas bolsas que estaban junto al miembro logrando que Lupin se removiera inquieto por sobre las sábanas. Entre más pensaba Sirius, más se daba cuenta que no tenía opción, además, la varita de Rem no la había visto en ningún momento y no deseaba alejarse por nada de su pequeño licántropo.

Uso una de sus manos y ante la llorosa mirada de Remus ensalivo tres de sus dedos; un gemido salió de los rosados labios del licántropo.

¿Cómo es que podía verse de esa manera?

Tan erótico y ardiente.

-Agh- se quejó cuando Sirius bajo y le mordió el lóbulo de la oreja.

-Solo relájate- le murmuro.

¡Joder!

Si le decía cualquier otra cosa con ese tono de voz era más que seguro que explotaría. De alguna manera logro respirar y cerró los ojos cuando lo sintió.

Era incómodo, demasiando incómodo.

-Mgh…mmm…- se removió tratando de relajarse más.

Sirius lo noto, pero de no hacer eso la cosa podía ser peor. Bajo poco a poco y sonrió cuando en el rostro de Remus se dibujó una mueca de sorpresa y como no hacerlo, había sentido algo húmedo pasear por su miembro.

-Agh…amnh…ahhh

Gimió, la boca de Sirius ahora devoraba ese pedazo de carne sin piedad mientras le preparaba, un segundo dedo acompaño al primero pero no llego a sentirlo, sentir el aliento del animago en ese lugar le tenía completamente fuera de sí.

-¿Pasa algo Rem?- pregunto de manera picara.

Remus no pudo contestar, eran demasiadas emociones y sensaciones que estaba sintiendo en ese momento; enterró la cabeza en el colchón cuando sintió que su miembro era nuevamente preso por esa boca. Sirius inserto el tercer dedo y trato de expandir la entrada. No supo cuánto fue que estuvo así, deleitándose con las expresiones que brotaban de quien estaba debajo de su cuerpo, no supo cuando fue que se terminó de retirar la ropa que tenía encima, solo sintió las uñas de Remus arañar su piel mientras entraba en él. Mientras le penetraba con toda esa paciencia que había logrado acumular para ese momento, con esa tranquilidad para no comportarse como una bestia en ese instante.

Solo sintió un par de piernas enredarse en su cintura al momento en que empezó a moverse, escucho el chirrido de la cama como consecuencia de eso, escucho a Remus suspirar y gemir su nombre mientras, que con los ojos llorosos, le pedía más.

-Sirius- logro decir el castaño abrazándose o más que podía al cuerpo del moreno- Me…agh…gu-gustas- empezó- Te qui-quiero…

EL animago sonrió, esas eran las palabras que le había pedido a Remus que dijera, esas eran las palabras que había esperado escuchar desde un principio.

-E-eres…ahg mmnh…l-lo que m-más quiero- continuo mientras un par de lágrimas salían de sus ojos y mostraba una leve sonrisa.

-Rem, no vuelvas a marcharte- pidió mientras aumentaba el ritmo de sus caderas- no vuelvas a irte, no sin mi…yo…no podría…soportarlo.

Se inclinó lo más que pudo y murmuro dos palabras al odio de Remus, esas dos palabras provocaron que llegara el final de ese acto. Sirius abrazo a Lupin con fuerza, negándose a soltarle.

-No me iré- dijo Remus acariciándole los cabellos- en tanto tu no me lo permitas, me quedare contigo.

Ambos se miraron, en sus ojos estaba el brillo más intenso que se hubiese visto jamás y en sus corazones quedo grabada una silenciosa promesa que quedó sellada con cada latir que estos daban.

-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-

April apareció muy sonriente en casa de Amira al día siguiente, con ella llevaba a Jazmine y a Khriss.

-Nos deben 50 galeones- dijo.

-¿Qué te hace pensar eso?- cuestiono Jazmine.

La peliplata sonrió y simplemente mostro dos fotografías que había tomado esa mañana, una mostraba a un incómodo Lupin que intentaba bajar los escalones y en la otra en esa se veía a dos hombres, uno moreno y otro castaño sin ropa alguna que los cubriera durmiendo cómodamente sobre una cama de sábanas blancas y con claras marcas de besos sobre sus cuerpos.

-April- la llamo Amira- ¿Cómo sacaste estas fotos?

La mujer simplemente le guiño el ojo y sonrió.

-Tengo mis métodos.


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