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Historias por Shiochang

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Historias
Dúo Maxwell

Subió a su guerrero mirando a Heero, desde que lo había conocido sentía una cierta fascinación por el guerrero frío, ese aire de misterio que parecía rodearlo le llenaba el corazón de un sentimiento cálido, se llenaba de ganas de hacerlo sonreír, que sus hermosos ojos brillaran con una luz cálida y no con ese aire gélido que lo hacía retroceder cada vez que intentaba acercársele. Pero en su corazón también había celos, no soportaba ver como su "soldado perfecto", como había decidido llamarlo, se volvía hacia el joven rubio con aire protector. Le daban ganas de decirle: "¡Yo lo vi primero!" Pero cada vez que intentaba sacar la voz, se callaba.
Recordaba aquella mañana en que lo vio por vez primera, él se había conseguido el puesto de piloto del Deathscythe con mucho esfuerzo y dedicación luego de la destrucción de la Iglesia y el Orfanato en que había crecido.
…l apenas tenía dos años cuando fue encontrado por unos chicos que vivían en la calle tras una fábrica abandonada, ni siquiera hablaba, difícilmente les podría haber dicho su nombre o quienes eran sus padres, pero ellos lo adoptaron como uno más de los suyos y creció siendo un pequeño ladrón de alimentos. Cuando tenía seis años, estalló una epidemia que acabó con gran parte de la población de la Colonia y muchos de sus amigos murieron a causa de la misma, pero él seguía velando por ellos y se conseguía como podía los medicamentos. Fue entonces que conoció al Padre Maxwell y los llevó al orfanato, había sido un gran hombre y, junto con la Hermana Helen, lo había criado como un niño normal.
Era feliz allí, tenía amigos, ropa limpia y comida todos los días, iba a la escuela como todos los niños y recibía afecto de parte de sus guardianes.
Sin embargo, la rebelión llegó hasta allí y la iglesia, el orfanato y sus amigos desaparecieron en un abrir y cerrar de ojos, se volvió a quedar solo. Tuvo que volver a robar y a vivir en las calles, ya era demasiado grande y peligroso como para que cualquier familia lo tomara a cargo, así que una noche se metió a una bodega militar a robar comida y se quedó encerrado en la oscuridad. Se quedó allí esperando que amaneciera, después de todo allí estaba abrigado y se quedó dormido. Cuando despertó se dio cuenta que había sido descubierto e intentó escapar, sin embargo, el Profesor J le pidió que se quedara, él estaba seguro que podría llegar a ser un buen componente para su equipo.
Dos años más tarde había llegado hasta allí el Embajador de la colonia L1 con su hijo, quien resultó ser el piloto de otro de los Gumdams. El profesor lo había llamado mientras jugaba con otros niños que eran hijos de los ingenieros que trabajaban en la base de L2 y había corrido hacia él intrigado por los extraños.
- Profesor - se presentó y sonrió a los visitantes - hola - saludó y le tendió la mano al otro niño con lo que pensó era su mejor sonrisa - ¿qué pasa?
- Buenas tardes - dijo él haciendo una leve inclinación con la cabeza identificándolo como su igual.
- Jr es de origen japonés, ellos saludan así.
- Mucho gusto, yo soy Dúo Maxwell - le sonrió tratando de conquistarlo.
- ¿Eres el piloto de ese guerrero? - le preguntó con frialdad mirándolo directamente a los ojos y lo hizo temblar - ¿Has probado su cabina?
- N... no - dijo un poco asustado, su mirada parecía calarle hasta los huesos - dicen que soy muy pequeño para usar un arma así - explicó preocupado por la manera en que lo miraba, no le gustaba para nada.
- ¿Tú te consideras así?
- No entiendo - dijo intrigado.
- Que si tú consideras que eres muy pequeño para manejar un arma así.
- Claro que no.
- Yo ya he probado la cabina de Wing Zero hace un año y con mis datos se trabaja - se volvió y lo miró despreciativo, cosa que le dolió mucho - yo manejo todo tipo de armas desde los cuatro años y recibo educación personalizada.
- Yo voy a la escuela con los otros niños - le dijo sonriendo una vez más - ¿quieres conocer a mis amigos?
- No, gracias.
- ¿Por qué no? - sintió que su alegría se evaporaba.
- No tengo tiempo para perderlo.
- Mis amigos no son una pérdida de tiempo - le reclamó.
- Tal vez - le dijo condescendiente - sin embargo, mi tiempo es muy valioso.
- Jr - le dijo el embajador - ¿te quieres quedar aquí por un rato?
- ¿Pasa algo malo?
- Informan que acaban de llegar dos oficiales de la Alianza y el líder de esta colonia acaba de decirles que yo estoy aquí, pero no les contó de ti y no queremos que ellos sepan de ti hasta que sea demasiado tarde para ellos.
- Está bien.
- Quédate a jugar con Dúo - le dijo y se marchó, este sonrió emocionado ¡Tendría su atención por un rato!
- Yo no juego - dijo muy serio - y menos con quienes no son mejores que yo.
- Eres un engreído - replicó picado.
- ¿Crees que jugando con ustedes seré mejor que antes? - le replicó con frialdad cruzándose de brazos.
Dúo lo miró realmente enojado, aquel niño era enfermante, un mirador en menos, prepotente y engreído, y lo peor de todo era muy bonito y le gustaba a montones.
- Ven a jugar con nosotros - le ordenó cansado de sus protestas y lo tomó del brazo pero él no se movió.
- Me niego, yo no fui programado para comportarme como un niño cualquiera.
- Pues igual vendrás conmigo, tú padre te lo dijo.
- …l no es mi padre - replicó fastidiado - es sólo una pantalla.
- Entonces, eres huérfano, como yo.
- Mejor miro el trabajo de los ingenieros - se soltó y se alejó sin volver a mirar al trenzado.
Cada vez que lo recordaba le dolía el desprecio, él era un buen chico, podía llegar a ser tan dulce como Quatre si era lo que le gustaba, pero estaba el hecho que el rubio era un Winner, un joven con clase y el un joven que ni nombre propio tenía.
- Dúo, tú vas a destruir la base de la alianza en Colonia - le dijo Heero por el comunicador interno - Tan pronto como Wufei regrese nos pondremos en marcha.
- Cómo usted ordene, General - replicó con insolencia y recibió en respuesta una mirada asesina y el fin de la transmisión - me gustaría más que me dieras un beso de la buena suerte - agregó poniéndose el casco sin notar que si bien Heero había apagado la pantalla, la transmisión continuaba abierta.
- Ni en tus mejores sueños - escuchó que le replicaba y al fin se cerraba la comunicación.
- ¡Diablos! - dijo sonrojado y enojado consigo mismo ¿cómo fue tan idiota de no cerrar la comunicación antes de decir algo semejante? De seguro ahora Heero no quería ni verlo.
- ¿Estás bien? - le dijo Quatre mirándolo preocupado desde su línea.
- No me pasa nada - le dijo cortante y le cerró la comunicación - no voy a permitir que nadie me quite a Heero, primero lo mato.

Estaba aburrido, habría preferido ponerse a causar disturbios en L4 que viajar a la Tierra solo, pero ya ni modo, los cinco viajaban y cumplir sus respectivas misiones, cuyos datos habían sido puestos en la memoria de los gundams. Ninguno se vería con otro en ella, aunque quien sabe si más adelante se toparan y volviera a ver a Heero.
- Dúo, debes reunirte con Howard en el Mar Mediterráneo, él te ayudará con las municiones y las reparaciones de tu guerrero.
- Sí, señor.
- Otra cosa, si no recibes órdenes mías, él único con derecho a establecer una misión extraordinaria es el líder de la organización.
- ¿Quién?
- Heero Yuy - respondió y la comunicación se perdió, había entrado en la atmósfera.
- ¡Yupi, volveré a verlo! - celebró feliz - ya me encargaré yo de apartarle los moscos y las vampiresas para que sea sólo mío.
Su nave entró en la atmósfera y comenzó su misión, sabía que no sería detectado por el radar, su guerrero era de una aleación de metal especial descubierto hace quince años atrás en una de las colonias que sólo los científicos conocían y que difundieron entre ellos poco antes que la Alianza prohibiera la comunicación entre las colonias.
- Bien, Tierra, aquí llega el Dios de la Muerte - dijo dejando que la nave se estrellara en el mar mientras él volaba rumbo a Colonia a cumplir su primera misión.
Era una base costera, allí había cientos de robots tipo Cáncer intentando rescatar algo del fondo del mar, no podía distinguir con claridad qué era, pero no los dejaría tenerlo, no importaba que fuera.
Oculto entre las sombras del mar y de la noche sobre el mismo, destruyó a cuanto enemigo se puso en su camino dispersándolos. Entonces, iluminó el lugar y vio lo que allí había, un guerrero muy parecido al suyo.
- Vaya, así que otro de nosotros está cerca - dijo pasando la punta del índice derecho por el puente de la nariz - lo recuperaré y lo usaré de repuesto, a no ser... - abrió grande los ojos - Podría ser el de Heero, yo no vi su nave en el hangar, se comunicaba por una señal especial - se sonrojó - sí él está cerca, estaré a su lado mucho rato, a ver si logro robarle un beso.
Subió a la superficie y dejó que su guerrero recuperara al del otro piloto mientras él se adueñaba de la base, pero allí no había nadie, excepto un chico que le apuntaba a una chica muy bien arreglada que le hacía preguntas.
- Despídete de este mundo, Relena - escuchó su voz y no supo por qué intentó detenerlo disparándole.
- ¿Se encuentra bien, señorita? - le dijo ocultando su rostro en las sombras ya que la luz daba a sus espaldas y el alero de su sombrero - veo que el malo eres tú, amigo.
Un fuerte ruido se escuchó del mar y el muchacho se lanzó a tratar de recuperar su pistola mientras Dúo intentaba evitar que vieran a su guerrero.
- ¡No, no lo harás! - le volvió disparar acercándole ahora en la pierna.
- ¡No! - gritó la chica interponiéndose - ¿Qué tienes en contra de Heero?
- ¿Heero? - repitió atónito ¿cuántos Heero habría en la Tierra? ¿Y si, por desgracia, se trataba del suyo?
Un grito enfadado se escuchó en el muchacho y un gruñido molesto salió de él: "Maldito Dúo" y supo que acababa de meter la pata con ganas, no sólo le había disparado al chico que le gustaba y nada menos que le había asestado dos veces, sino que él era su superior jerárquico. Lo vio subirse de un salto a un montón de misiles y dispararlos contra ambos robots haciéndolos estallar y cayendo él al agua en medio de una gran mancha de sangre mientras decía:
- Misión cumplida.
- ¡Heero! - gritó la chica a su lado y él no tuvo más opción que lanzarse al agua para escapar de los soldados que habían llegado ante la explosión.

Dúo se regañó a sí mismo toda la noche ¿Cómo pudo ser tan imbécil de no darse cuenta que era su gran amor el que estaba allí? Se maldijo una vez más al recordar que ella había sido quien lo había rescatado, de seguro había perdido los pocos puntos que tenía con él y ya jamás podría hacer que lo quisiera.
- Dúo, sigues despierto - le dijo un hombre entrando en su habitación al ver la luz encendida.
- Es que esta noche metí la pata hasta el fondo, Howard - dijo sentándose en la cama - por poco mato a Heero Yuy, pero con lo que él hizo y las dos heridas que le hice, quien sabe si sobreviva.
- ¿Por qué no lo rescatas?
- ¿Rescatarlo de qué? - lo miró intrigado viendo como el hombre se sentaba en una silla frente a él.
- De seguro, al encontrarlo en la base, la gente de la alianza ha sospechado correctamente que podría ser un espía y lo tienen prisionero en el hospital.
- ¿Crees que él me vuelva a respetar si lo ayudo? - dijo ilusionado.
- Es posible, también podemos ayudarlo a reparar su gundam, eso te haría ganar aún más puntos con ese chico que tanto te gusta.
- ¿Tanto se me nota? - dijo poniéndose colorado.
- Claro que no, pero dudo que estuvieras preocupado por herir a cualquier chico.
- Heero Yuy es el líder de los pilotos de la organización, el único autorizado a dar órdenes en terreno - le informó - me dijeron que él es el líder de la organización mientras estemos en la Tierra.
- Vaya que la hiciste buena.
- ¡No me lo recuerdes! - gimió.

Ya estaba todo listo para iniciar el rescate de Heero del hospital del ejército, había hackeado las bases de datos con relativa facilidad y había encontrado que el muchacho estaba recluido en el trigésimo piso, que entrar seguramente sería mucho más fácil que salir, así que hizo un plan de escape, él tenía una hélice con un motor ligero y le llevaría un paracaídas a Heero ya que escaparían por el precipicio que daba al mar para reunirse con la gente que los ayudaría a escapar de la Alianza.
Llamó a Howard avisando que ya estaba listo para que estuvieran alertas a su llegada para ir a rescatar del mar a sus guerreros.
Sin mayores dificultades llegó al trigésimo piso y se deshizo de los guardias. Allí, por medio de la pantalla de vigilancia, vio que Heero estaba amarrado de pies y manos con una fuerte correa con los brazos abiertos en cruz. En eso su fría mirada se dirigió hacia él y sin saber cómo, supo que podía leerle los labios.
- Espera un poco más, te sacaré de aquí tan pronto me den la señal - le dijo - sé que eres un chico listo y por lo mismo entiendes lo que te estoy diciendo, en unos quince minutos más habrá una explosión en la planta baja y luego volaré este piso, escaparemos por el lado del barranco hacia el mar, allí nos esperan.
Heero volvió su mirada hacia el frente en señal que había comprendido mientras fingía seguir inconsciente.
Dúo revisó una vez más los datos, el ritmo cardíaco de Heero estaba muy por debajo de lo normal, su pulso igual, incluso hasta la temperatura ¿cómo lo haría? El tipo no parecía ser humano, recordaba que le había dicho que no había sido programado para jugar ¿acaso sería un robot con apariencia humana? Movió la cabeza negativamente, Heero debía ser humano, no podía sentirse atraído por una máquina ¿o sí?
Espantó los pensamientos absurdos de su cabeza y miró su reloj, ya iba a ser la hora, así que puso un nuevo explosivo para que detonara junto con el de la sala de blancos en el primer piso y retrocedió. El estallido hizo que todo se remeciera y él se levantó de inmediato para socorrer a Heero.
- ¿Cómo diablos funciona esto? - gruñó buscando el botón que soltara las amarras.
- Dame tu cuchillo y cortaré las correas - le dijo Heero tendiéndole la mano derecha por la que corría sangre.
- ¿Cómo te hiciste eso? - le dijo entregándole el cuchillo y viendo como se liberaba mientras él preparaba el explosivo para su fuga - vamos - le entregó el paracaídas y lanzó el explosivo a la vez que se lanzaban al suelo para que nos los hiriera - ¡Ahora! - gritó lanzándose al vacío y vio como Heero lo imitaba, se dio vuelta en el aire y encendió el motor de la hélice, pero el japonés no habría el paracaídas y se asustó - ¡qué diablos haces! - chilló desesperado - ¡abre el paracaídas, no quiero tener pesadillas en la noche si te mueres!
- ¿En qué diablos estoy pensando? - dijo él abriendo los ojos y el paracaídas, pero ya era demasiado tarde, frenó muy poco su caída ya que rodó por la ladera y terminó en la arena con un montón de raspones en los brazos y una pierna fracturada - en qué estaba pensando - se dijo furioso.
- Yo no lo sé - le dijo Dúo acercándose a él agarrándolo por un brazo - pero te recomiendo que si quieres suicidarte, no lo hagas frente a mí, si no te mataste con eso, creo que va ser imposible que lo logres.
- Esa no era mi intención, no sé que me pasó.
- Bueno, no importa ahora, debemos escapar, tal vez no te agrade, pero soy tu única opción ahora - lo agarró por la cintura y lo atracó a su cuerpo - vamos, debemos curar tus heridas y recuperar nuestros Gundams.
Una emoción extraña llenó el pecho del trenzado a medida que caminaban hacia el bote que los esperaba, tenía abrazado contra su costado al chico que le gustaba, este se sostenía con fuerza de él para no caer sobre su pierna herida, Dúo admiraba su entereza, de seguro le dolía mucho, pero ni un gesto de dolor distorsionaba sus hermosos rasgos.

Me muero por abrazarte
Y que me abraces tan fuerte,
Me muero por divertirte,
Y que me beses cuando despierte,
Acomodado en tu pecho,
Hasta que el sol aparezca.

Dúo controlaba la máquina que arrastraba fuera del agua a su guerrero, él consideraba a su gundam más que un arma, un amigo y le atribuía algunas cualidades humanas, pero claro, sabía que no era así.
- Ya está arriba - le dijo a Heero - ahora vamos por el tuyo - se volvió hacia él y vio que estaba en el suelo sujetándose la pierna fracturada - ¿Qué estás haciendo? - dijo alarmado y escuchó el ruido que hizo el hueso al ser colocado en su lugar - este tipo me da ganas de vomitar - dijo cubriéndose el rostro con una mano - es capaz de sanarse sus propias fracturas - volvió a mirarlo y vio como se vendaba con fuerza nuevamente la pierna.
- ¡Allí viene! - dijo uno de los trabajadores del barco.
- Bien, aquí está tu amigo - le dijo a Heero viendo como asomaba la cabeza.
- Wing no es mi amigo - le dijo el japonés acercándose a su guerrero - es mi complemento, ambos somos el arma perfecta.
- Si, como no - dijo con sarcasmo y se acercó a él - ¿Cómo te sientes?
- Yo no debo sentir - le replicó - ni siquiera dolor.
- Ya me imagino a los de la Alianza tratando de torturarte para sacarte algo.
- Si me llegan a atrapar para interrogarme, estaré muerto antes que siquiera se les ocurra drogarme.
- Hablas como si fuera tan fácil morir - le dijo tratando de disimular el estremecimiento y el hielo que le recorrió la espalda ante sus palabras, no iba a permitir jamás que se muriera.
- Ya te lo dije, no soy como tú, yo fui programado para decidir hasta donde dejar mi vida.
- Hablas como si no fueras humano.
- No lo soy - dijo mientras su guerrero era acostado sobre la cubierta - siempre he sabido que sólo soy un arma más de nuestra organización.
- ¿Cómo puedes decir aquello? - le dijo perdiendo la compostura - los cinco somos muy importantes, sin nosotros esta misión no resultaría.
- Si nosotros no estamos, hay otros - le replicó.
- Pero ninguno como nosotros.
- Tal vez no - dijo subiéndose a la cabina - no está muy dañado, creo que los misiles, al ser dos los robots, no fueron suficientes.
- ¡Que suerte! - dijo cansado - ven, vamos a comer y a descansar, debes recuperar tus fuerzas para la siguiente misión.
Heero se volvió hacia él y lo agarró por la trenza.
- Tal vez si te doy lo que pediste, no me arruines la siguiente misión.
- ¿Lo qué te pedí? - repitió sin comprender a qué se refería mientras trataba de soltar su trenza.
- Sí, algo que me dijiste antes de salir de L4 - le recordó acercándose más hacia él - cuando no cerraste la comunicación.
- Yo pensaba que tú lo habías hecho - dijo retrocediendo al comprender sus intenciones. No era que no quisiera ser besado por él, pero siempre se había imaginado tomando la iniciativa y ahora pasaba eso - yo sólo bromeaba - dijo mirando por encima de su hombro hacia atrás y notó que se iba a caer al agua si seguía retrocediendo.
- ¿Es que acaso ya no quieres?
Dúo no respondió, no podía creer que aquel chico que se veía tan frío le estuviera coqueteando, peor, estuviera dispuesto a besarlo delante de todos a bordo. Sintió como le rodeaba la cintura con una brazo y lo atraía hacia su pecho. Sin pensarlo cerró los ojos y separó los labios esperando aquel beso al sentir su aliento en su mejilla le echó los brazos al cuello y apretó los labios contra los del japonés perdiendo ambos el equilibrio y cayendo al agua sin cortar el beso.
- Tenía razón - gruñó este al salir a la superficie - siempre lo vas a arruinar todo.
- ¿Dúo, estás bien? - le dijo Howard.
- Bien mojado - replicó éste nadando hasta la orilla para salir - no fue mi culpa, yo no estaba preparado para un ataque así.
- Como se te ocurra besar a alguien más de esta manera, te mato - le dijo Heero con los dientes apretados controlando a duras penas la ira - me voy a cambiar - agregó y se marchó.
- Vaya tipo - dijo uno de los trabajadores divertido - al menos ya sabes que te corresponde.
- ¿Qué dices?
- Bueno, que se haya enojado porque enfriaste de una manera muy brusca sus intenciones significa que quería seguir ¿no te parece? - le dijo Howard divertido - y cierra la boca, ya pareces pescado.

Dúo estaba más dormido que despierto, pero de todas maneras trataba de hacerle compañía a Heero mientras este trabajaba en su gundam, trataba hace rato de meterle conversación, pero este lo ignoraba olímpicamente, cosa que no le hacía ninguna gracia.
- Vamos, supongo que no vas a estar despierto toda la noche sin hablar con nadie - le reclamó molesto conteniendo un bostezo.
- Si estás cansado, mejor vete a dormir - le dijo - todavía me falta mucho para terminar.
- ¿Por qué no dejas que la gente de Howard termine de reparalo?
- ¿Por qué tú no puedes quedarte callado?
- Eres un fastidio con patas - le replicó.
- Lo que pasa es que quieres que te bese de nuevo - le dijo sin mirarlo.
- ¡No es cierto! - dijo ruborizado hasta la raíz del cabello.
- Entonces vete a dormir, es una orden.
- A veces me gustaría patearte - le dijo avanzando hacia la puerta - ¿No querrás un café para pasar el frío?
- Odio el café, me produce arcadas, mejor un chocolate.
- Claro, ya te lo traigo - salió por la puerta y se devolvió - ¿Con cuanto de azúcar?
- Sin azúcar, no me gusta el dulce.
- Te hace falta, corazón - le dijo y cerró la puerta. En la cocina preparó el chocolate y unos sándwich, no quería que le diera hambre, y tal vez fuera un buen comienzo empezar por su estómago. Regresó al hangar y no vio a Heero junto a su guerrero, se volvió y lo encontró frente a él mirándolo fijamente y por poco y derrama el jarro - me asustaste.
- ¿Por qué eres tan atento conmigo? ¿Es por lo que soy?
- Me gustas - reveló ruborizado al máximo - buenas noches - se intentó escapar pero Heero lo había atrapado de nuevo por la trenza - ¿qué quieres ahora? - le dijo intentando parecer enfadado.
- Yo no debo tener emociones - le contestó - pero también me gustas, pero podrías tratar de ser menos torpe.
- ¿Cómo te atreves...
- ¿A insultarte? - lo interrumpió y lo besó delicadamente en los labios - vete a dormir, eres una tentación ambulante - lo soltó - buenas noches.
- A ver si puedo dormir ahora - gruñó saliendo poniendo una mano en su boca mientras salía. Sin embargo, contra todo pronóstico, apenas apoyó la cabeza en la almohada, se quedó profundamente dormido con una sonrisa satisfecha en sus labios - te amo, Heero - murmuró dormido.

Al amanecer escuchó el revuelo que causaba el motor encendido del guerrero de Heero y se sentó en la cama mirando a su alrededor, la cama en que debió dormir el japonés estaba estirada, lo que significaba que, o no había dormido allí en toda la noche, o había hecho su cama al levantarse.
- Me pasa por tener el sueño pesado - gruñó - con razón dice que debo ser menos torpe, yo quería despertarlo con un beso - se levantó y salió para sólo alcanzar a verlo irse - Este tipo está loco, trabajó toda la noche y arregló solo su gundam, es fabuloso.
- ¡Se ha robado las piezas del Deathscythe! - gritó uno de los trabajadores y Dúo se volvió hacia donde se perdía a la distancia el otro piloto - Se aprovechó de mí, maldito ¡Te odio, Heero Yuy!
- Tranquilo - le dijo Howard - sólo nos tomará un tiempo adquirir las piezas nuevas y tu guerrero quedará mejor que el suyo.
- No es que me haya robado las piezas lo que me molesta - le dijo regresando adentro - fue que deposité mi confianza en él.
- No dejes de hacerlo, Dúo, ni de amarlo, ese muchacho necesita alguien que le enseñe a comportarse como un humano normal - le puso una mano en el hombro - anda, ve a descansar un rato más y luego ven a desayunar, no ganas nada amargándote por él.

Una nueva misión le llegaba, otra base costera muy cerca de una población civil, cosa que no era de extrañar, lo malo era que no sabía como infiltrarse sin que se notara su presencia. Caminaba en silencio por la plaza del pueblo cuando alguien lo cogió del brazo, se volvió molesto y se topó con aquellos ojos azul cobalto que tanto le gustaban.
- Heero - murmuró.
- Hola, Dúo ¿qué haces aquí?
- Pensando en como cumplir mi misión - en eso reparó en la ropa del muchacho japonés - ¿Y esa pinta?
- Es el uniforme de la escuela - le señaló una mansión enorme sobre la colina - es la mejor manera de infiltrarse en las líneas enemigas, no cualquiera piensa que un estudiante tan dedicado sea capaz de hacer volar una base.
- Eso es genial, veré si me consigo una plaza en la escuela...
- Ya la tienes, sólo debes recoger tu uniforme en la tintorería.
- ¿Eh?
- Te vi hace un rato y me di cuenta que tu misión debía ser la misma que la mía, así que me agencié un lugar para el nieto de un millonario tejano y toda la ropa que puedas necesitar te está esperando.
- Con razón eres el jefe - murmuró mientras lo seguía - ¿Y como es la vida en esa escuela? Nunca he estado en un internado privado, siempre estuve en escuelas públicas...
- No se te vaya a ocurrir decir aquello en la escuela - lo interrumpió entrando en una tienda - Dúo Maxwell no ha estado jamás en un internado, pero porque tenía profesor particular - le informó callándolo.
- Pero...
- Yo veré que no vuelvas a meter la pata - le dijo cortante y se acercó al mesón - venimos a recoger el uniforme de Dúo Maxwell - le dijo al encargado, el hombre asintió y fue hacia la trastienda - esto es para ti - le entregó una cartera con un montón de tarjetas de crédito y una chequera - tu crédito es infinito, gástalo como mejor te parezca.
- Eso ¿no sería robo?
- Son fondos de la organización y estamos autorizados a gastarlos en cuanto sea necesario para cumplir nuestras misiones.
- Bien, así podré comprar repuestos - sonrió y se los echó al bolsillo.

La escuela no era tan diferente a las otras que conocía, sólo que allí, en cualquier clase, no volaba ni una mosca y eran tanto más aburridas que las públicas, al menos en las otras podía darse vuelta y conversar con alguien, pero cada vez que dirigía una mirada hacia el único amigo que tenía allí veía a Heero tan embebido en la clase que ni se atrevía a molestarlo.
- Ya sé que estás pensando, americano loco - le dijo Heero caminando con él por los jardines posteriores del colegio - si, todos los internados privados son iguales de aburridos, pero aprendes muchas cosas, pero me parece que este no es el peor, en el que estudiamos con Quatre era horrible en comparación.
- ¿Qué hay entre ustedes? - dijo tratando de controlar los celos al oírlo nombrar al rubio.
- Nada, hemos estado los últimos seis años juntos.
- Suficiente para que lo mate - dijo celoso.
- Vamos, Quatre es demasiado delicado para mi gusto - replicó - además, hemos estado demasiado tiempo juntos y lo considero casi como un hermano.
- ¿Dónde está él ahora?
- No lo sé, supongo que en algún lugar de oriente medio, con los Maguanacs, no sé de las misiones de todos, sólo que nos reuniremos dentro de unos meses en Luxemburgo - se encogió de hombros y siguieron caminando mirando atentamente los movimientos en aquella base que tendrían que destruir al amanecer.

Bastante bien habían planeado el ataque, el enemigo no se esperaba su aparición y menos podían rastrearlos, ni siquiera intervenir sus comunicaciones, ellos trasmitían en una frecuencia especial y aún si conseguían escuchar algo, les perecería una conversación de dos novios.
- Mantén la comunicación abierta - le ordenó Heero - los modelos cáncer difícilmente van a ser capaces de proteger la base, tú ataca a ras de suelo, yo haré lo mío por aire.
- Claro - avanzó tratando de no decir nada comprometedor, cada vez que estaba por meter la pata Heero lo agarraba por la trenza y comenzaba a jugar con ella, a ratos le daba vergüenza que lo hiciera, no porque fueran a decir que eran gays sino porque sentía que le cosquilleaba la tripa.
- Estamos demasiado cerca uno del otro - dijo Heero despegando y destruyendo de paso la torre de control y luego unos estanques de combustible que al estallar redujeron a cenizas todo - Misión cumplida.
- Volvamos al colegio, no vayan a detectar nuestra ausencia y pensar que es sospechosa.
- Vamos primero a la cuidad, de seguro tienes hambre.
- ¿Me estás invitando a comer?
- Sí, y si alguien pregunta, estábamos en el cine viendo una película de acción ¿está claro?
- Y el héroe era un hermoso muchacho de ojos cobalto - replicó.
- Y la heroína tenía el cabello tan largo y hermoso como Rapuncel - dijo incisivo y lo vio entristecerse - está bien, lo siento, no sé tratar a la gente.
- Es algo que tendrás que aprender, Hee-chan.
- ¡No me llames así!

Al otro día todo el mundo comentaba el ataque sorpresa a la base y miraban con estupor las ruinas de la misma. Toda la escuela estaba viéndola cuando un auto se detuvo frente a ellos.
- Vaya - dijo Dúo molesto - ¿si no es la misma señorita que querías matar? - le dijo a Heero y este asintió.
- Relena.
- Heero, quiero hablar contigo.
- Perdone que la interrumpa, señorita, pero Heero y yo tenemos que regresar a clases - le dijo el trenzado y pasó por su lado siendo seguido de cerca por Heero que había percibido con mucha claridad sus celos.
- Por favor, Heero.
- Dúo tiene razón, tal vez en otra ocasión - y pasó de largo.
Dúo sonrió feliz, la chica era la insistente, pero Heero era suyo y de nadie más y a como fuera seguiría siendo así...

Continuará...

A ver si adivinan quien sigue, aunque se me hace difícil verlo desde su punto de vista, de por sí no soy muy dada a ser un narrador en un solo lugar, me gusta más estar en todos lados, pero la historia no puede ser así
Ojalá les guste..
Shio Chang.

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