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La mirada del asesino por Jesica Black

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Capitulo XI

 

 

                Jean no podía contener la angustia y enojo de tener un alma más en su cuerpo. No pudo evitarlo y caminó fuera del lugar sin darse cuenta que alguien le estaba mirando de lejos. Apretó su pecho y continuó el camino hacia un pequeño lago en la parte de atrás del palacio, poso sus manos sobre sus ropas y cerró los ojos, sentía que quería vomitar, era extraño tener dos almas en su cuerpo.
Entonces escuchó un ruido, giró hacia uno de los costados y justo al lado de él se notanba a un hombre caminar. Se atragantó y trató de observarlo mejor, sin duda nunca lo había visto, pero le resultaba terriblemente familiar, como si esos rasgos los hubiera visto en algún otro lado.

−¿Quién es usted? –preguntó con la voz queda mientras el hombre rubio se acercaba. Una vez los rayos de luna comenzaron a darle forma a su cuerpo, el sujeto se quitó los lentes que llevaba puesto.

−Disculpa si asuste, pero estoy buscando a persona, tal vez conoces, Krest Du Verseau.

−¿Eh? ¿Busca a Krest? –preguntó pestañando, de repente el dolor de su cuerpo comenzó a cambiar y apaciguarse−. Ehm, bueno él se retiró desde hace un rato de la fiesta, seguramente está descansando en su casa.

−Oh, diablos, creí que probable lo encontraría aquí.

−¿Puedo preguntarle quién es usted? –cuestionó el más joven levantándose, había estado todo ese tiempo sentado junto a la orilla del lago artificial.

−Soy Aeneas Antares, un viejo amigo de Krest.

−Oh, Aeneas Antares, ya veo….−susurró, no le resultaba conocido el nombre pero al verlo a los ojos creyó que ya los había visto en algún momento−. Disculpe que lo mire así, pero me resulta muy familiar.

−Es raro, dado que nunca estado en Paris, soy de Grecia.

−Sí, me di cuenta por su tono para hablar el francés….−sonrió, el hombre rubio se tragaba algunas palabras del dialecto y eso le provocaba risas−. Bueno, mire, Krest vive en la diagonal número 25, tal vez si mañana va, lo encuentre.

−Gracias joven…..realmente mucha ayuda…..−hace una especie de inclinación hacia adelante y se retira, colocándose los lentes nuevamente.

 

                Al ver que el pelirrojo se encontraba solo, no dudo en actuar y caminó directamente hacia él, Jean se encontraba en sus pensamientos aun, observando al hombre que le era tan familiar que no prestó atención a quien venía por detrás y cuando le tocaron el hombro, una patada hizo que el hombre tras de él cayera estrepitosamente al suelo. Jean se dio cuenta y cubrió su boca ante esto.

−¡Lo siento, señor Gemini! Realmente desde que vivo con Itia he adoptado una reacción de golpear apenas me toquen, no sabía que era usted.

−Aaagh, deberías dejar de ser tan duro –masculló y se levantó, Jean le ayudó a quitarse las hojas y césped de su ropa−. ¿Quién era él?

−Aeneas Antares.

−¿Lo conoces? –preguntó sorprendido, el muchacho negó−. ¿Entonces? ¿Qué quería contigo?

−Nada, sólo deseaba que le dijera si conocía a un tal Krest du Verseau.

−¿El papá de Dégel? –Aspros se notaba sorprendido, sus cabellos oscuros se deslizaban por sus hombros y su mirada azul se posaba al más joven−. ¿Le diste la dirección?

−Aja.

−¿Eh? ¿Por qué? Puede ser un criminal.

−No sentí eso, Aspros, es más, mi corazón duele al ver su rostro, es un hombre que ha vivido mucho dolor….−cierra sus ojos−. Fue extraño, pero sentí una enorme necesidad de ayudarlo.

−Eres realmente extraño Jean.

−Lo mejor es que volvamos a la fiesta aaagh….−se toma el pecho, Aspros lo agarra como puede.

−¿Qué….qué sucede?

−Na….Nada…..estoy….estoy bien.

−No, no estás bien, un médico debería verte….–Jean le empuja hacia un costado, cosa que hace a Aspros preocuparse más.

–¡YA BASTA, DEJAME! –gritó indignado–. No comprendo porque sigues y sigues detrás mío……soy un maldito hechicero de las afueras del pueblo y tú un millonario, guapo, que podrías conseguir a quien sea de quererlo ¿por qué a mí?

–………..no lo sé…..–susurró tan bajito que si no fuera porque Jean tuviera un increíble oído no lo hubiera descifrado.

–No soy para ti…..

–Yo no creo eso… ¿cómo puedes decir algo así? Apenas lo hemos intentado…..–el muchacho le toma de ambos brazos y lo acerca–. Quiero arriesgarme contigo.

–¿Por qué? ¿Por qué arriesgar todo por alguien que no vale la pena? –Preguntó el joven intentando con su mirada persuadirlo, para que tome otra decisión–. No ganarás nada conmigo.

–Tampoco perderé nada si lo intento.

–Eso no lo sabes…–forcejeo, bastante indignado.

–¡Quiero intentarlo!

–El futuro….–inmediatamente fue callado.

–¡MIERDA JEAN, YO QUIERO DESCUBRIR MI PROPIO FUTURO! –ese grito silenció al menor, quien dejó de forcejear–. Jean, déjame tener mis propias decisiones. Quiero estar contigo, quiero besarte, hacerte el amor, casarme…..por algo te pusiste en mi camino.

–As….Aspros….–bajó la cabeza, cerró sus ojos y unas pequeñas lágrimas se deslizaron.

–Jean, déjame estar contigo…..

 

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Habitaciones. Mansión. 00:45 pm.

 

                Shion notó algunas ausencias en su fiesta y no dudo en buscar en las habitaciones. Milo se veía devastado y solo, por lo que supuso que algo había pasado con el joven y pelirrojo sirviente de Dégel, aunque este se encontraba por demás embobado, siendo víctima de las caricias y besos de su futuro esposo como para darse cuenta de ello. Abrió una habitación y no encontró nada, luego otras y tampoco había rastros hasta que se dio cuenta que la alcoba principal estaba cerrada. Golpeó suavemente pero nadie respondió, luego lo hizo más fuerte y escuchó un suave sollozo desde dentro. Sin duda lo había encontrado.
Buscó entre el manojo de llaves la que abría esa puerta, seguramente Camus la cerró por dentro, pero él tenía todas las que habrían los cuartos de la mansión, por lo cual sacó una de entre las tantas y la colocó en el cerrojo. Cuando la puerta se abrió, notó a un muchacho joven, extremadamente joven, llorando sobre la cama, abrazado a la almohada. Shion se acercó muy despacio para no asustarlo.

–¿Joven Camus? –Preguntó, inmediatamente el pelirrojo se dio la vuelta mostrando sus ojos completamente rojos por el llanto–. ¿Qué hace aquí? Deberías estar con nosotros disfrutando la fiesta.

–No quiero festejar nada. Por favor, déjeme sólo –colocó una mano entre él y Shion, pero el muchacho de cabellos largos y verdosos la separó  y se sentó junto a él.

–¿Por qué estas así?

–Creí que todo sería perfecto, que Milo me amaba, que tendríamos un hermoso bebé, pero me di cuenta que fue una ilusión para acostarse conmigo.

–¿Acostarse contigo? –cuestionó el recién casado, no comprendía lo que le decía el muchachito.

–¡Sí! Milo sólo quería eso, con razón siempre me pedía matrimonio…..y una vez que lo obtuvo se alejó de mi…..–sollozó nuevamente cubriéndose el rostro–. Ese miserable.

–Escucha Camus, no hace mucho que conozco a Milo Skorpius, pero él parece un buen muchacho….además, no creo que….

–No hay nada que puedas hacer para consolarme, él me dejo…….y mi corazón está completamente roto.

–Camus…..–murmuró acariciándole la hermosa y radiante cabellera rojiza.

–Milo no era como yo creía…..es un patán que miente…..Valentino era una mierda, pero él si quería casarse conmigo, es mi culpa, yo lo rechacé creyendo en el amor de Milo y él me traicionó.

–Oh, Camus….–murmuró con nostalgia–. Aguárdame un momento….–Shion se levantó y fue directo a la puerta para abrirla, inmediatamente cayó adentro con la oreja en el piso Regulus–. ¿Necesitas algo?

–¿Eh? ¿Yo? Jajajajajajaja no, nada…..–el muchachito se levantó y comenzó a limpiarse la ropa arrogada por el golpe al suelo–. Estaba pasando por aquí y….

–Vuelve a la fiesta, Regulus y más te vale que nadie sepa lo que acabas de oír.

–¿Eh? Yo, yo nunca me atrevería, Shion….

–Vete….por favor, Camus necesita tranquilidad y no chismerío….–señala hacia el pasillo, el jovenzuelo asintió y se fue de allí–. Lo lamento Camus, este niño realmente es un chusma.

–Jejeje, al menos sería bueno espiando….–se cubrió la boca, Shion sonrió, al menos ese enano le regaló una sonrisa al colérico Camus.

–¿Necesitas algo de tomar o comer?

–No señor Shion, ahora no tengo hambre, tengo unos vómitos espantosos….–se tira el cabello hacia atrás–. Los nervios que me dio el idiota de Milo me hacen perder la paciencia.

–¿Siempre te pasa?

–Sí, soy susceptible a todo eso, pero no se preocupe por mí, señor, estaré bien.

–Si me necesitas, estaré abajo.

–¡Shion! –estiró la mano hacia donde se encontraba el muchacho, este se dio la vuelta y sonrió de costado.

–Tranquilo, Camus, no tienes por qué volver a la fiesta. Está bien que estés triste, pero sé que eres un hombre realmente fuerte y podrás salir de esta.

–Lo sé, eso lo sé Shion, pero quiero disculparme por acaparar la Suite imperial….yo, bueno es la primera que vi y….

–No te preocupes, es lo de menos, todas las habitaciones son hermosas.

–Pero aquí deberías venir con tu esposo, y me ven en este estado llorando, mejor me iré a casa.

–Hmmmm Camus –susurró con agobio, Shion no sabía qué hacer–. De acuerdo, pero por favor, deja que uno de mis criados te acompañe, no me sentiré tranquilo sino lo hacen.

–De acuerdo –comentó con la cabeza gacha.

–¡ISAAC! –Llamó a viva voz, un joven de cabello rubio y ojos rojos se acercó, llevaba una túnica azul oscuro con otro tapado azul claro, así como solían vestir los sirvientes–. Isaac, por favor, acompaña al joven Camus a la casa de los Du Verseau.

–Eso está bastante lejos, tendré que usar el carro –Isaac se acerca y le tiende una mano–. Venga conmigo, joven Camus.

–Gracias, eres muy amable….y usted también señor Shion.

–De nada cariño, sé feliz.

 

                Las sabias palabras de Shion resonaron en su cabeza durante toda la noche.

 

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Día siguiente. 07:30 am.

 

 

                Un hombre, vestido como comisario de la policía, golpea suavemente la puerta principal de la casa de los Rose. Se queda allí un rato hasta escuchar la suave voz de una de las sirvientas más jóvenes. La perilla se abrió y vislumbró una hermosa muchacha de cabello rubio. El joven policía se sacó la gorra, en una muestra de respeto y pidió a la sirvienta que por favor se comunicara con el dueño de casa, pues tenía que hablar con él. La joven quedó embelesada pero dio paso a la acción y fue en busca de Lugonis, el cual hacía un papeleo de su empresa en la cocina de su casa, al recibir la noticia de la sirvienta fue directo a la puerta.

–¿Sí oficial? –le miró dudoso, el joven hizo un acercamiento.

–¿Podría hablar con usted por favor? –El hombre amable hizo que Lugonis sonriera y le diera paso, ambos fueron a la cocina donde también estaba Albafica, mirando su plato de desayuno a medio comer–. Buenos días Albafica, me alegra tanto verte.

–Últimamente anda teniendo unas nauseas terribles cada vez que come, no sé si se había contagiado alguna enfermedad, la ha pasado todo el día entre rosas y margaritas –suspiró Lugonis sentándose–. Bien oficial, dígame, ¿qué lo trae por aquí?

–Tenemos a la persona que violó a su hijo –Lugonis y Albafica abrieron sus ojos al mismo tiempo, entonces las pupilas del más joven comenzaron a dilatarse.

–¿Lo tienen? ¿Quién es?

–Bueno, Albafica tiene que ir a una rueda de reconocimiento, si todo sale bien podremos decir quien fue.

–¿Una rueda de reconocimiento? ¿A qué se refiere?

–Queremos que su hijo reconozca a su agresor, pero tranquilo, estará del otro lado de un vidrio, por lo tanto, su violador no podrá verlo…..–el oficial se levantó–. Llegamos a la conclusión que una persona de la aldea fue, eso quiere decir que es conocido para todos.

–¿Pero una rueda de reconocimiento no se hace cuando es desconocido?

–Exacto, pero en este pueblo todos nos conocemos y es imposible, si Albafica no quiere decirnos quien fue el agresor, lo más sano es que pueda identificarlo entre una fila de personas.

–¿Y si él señala al equivocado?

–Pues uno ha declarado que es él, pero no queremos encarcelarlo sin que Albafica nos diga si fue o no….así que ¿podrán acompañarme?

–¡Absolutamente! Albafica, vamos….–Lugonis tomó del brazo a su hijo, el cual casi cae por los mareos que tenía–. Alba, no sé qué te pasa, ¿te bajo el azúcar?

–Tranquilo señor, tengo un auto afuera así que no será necesario caminar.

 

                Lugonis lleva a su hijo casi a rastras a la comisaría. El oficial los encaminó hacia el auto y luego los llevó al lugar, donde aguardaban un grupo de oficiales de menor rango y un comisario anciano. Albafica tenía un poco de miedo, no quería ver quienes estaban entre la lista de sospechosos, a pesar de no haber hablado, puede ser que hayan capturado a su agresor por algunos signos de su cuerpo o algún vecino que haya dicho dónde estaba ese día el joven Rose. Ahora, entrando a un cuarto con las luces apagadas, lo hicieron sentar frente a un vidrio trasparente que estaba poralizado, es decir, ellos podían ver a los agresores, pero los agresores solo veían una pared negra.

–¿Están listos? –preguntó el oficial, pero sólo Lugonis asintió, el hombre tomó un micrófono que estaba allí–. Hazlos pasar.

 

Ni bien se abrió la puerta, cinco hombres se encontraban allí, hombres extremadamente parecidos el uno al otro. El corazón del joven Rose se paró cuando entre los malhechores se encontraba Manigoldo, con la mirada al frente pero sus ojos estaban completamente apagados, como si no tuvieran vida. ¿Qué hacía allí? ¿En qué estaba pensando? El oficial vio la mirada del jovencito y supo que diría algo, pero Albafica no habló, solamente negó con la cabeza.

–¿Quién de ellos es?

–Ninguno –murmuró, después de mucho tiempo, Lugonis volvió a escuchar la voz de su ángel.

–¿Cómo? –preguntó el oficial.

–¡Dije que ninguno! –gruñó, el hombre tomó el micrófono.

–Pónganse de lado –todos los muchachos dieron una vuelta hacia la derecha–. Hacia el otro –volvieron a moverse hacia el lado opuesto y apagó el micrófono–. ¿Y ahora?

–¡Le dije que no es ninguno! Mamá, vayámonos.

–Escuche joven, uno de ellos declaró que puede ser el violador, encontraron sus pantalones en la casa de él, no puede decir que no lo reconoce.

–Pues no es él….–Albafica se levantó y miró directo a Manigoldo–. Jamás…..–Jamás te delataré, ni siquiera aunque tú lo hagas, pensó.

–Tal vez necesite más tiempo para.

–¿Qué parte no entendió? –el más joven se acercó al vidrio y colocó su mano encima, intentando conectarse con Manigoldo, pero este seguía mirando el espacio oscuro.

–Pueden retirarse, excepto número 5 –habló por el teléfono el oficial e hizo que todos los hombres se fueran, excepto Manigoldo, quien miraba fijamente el vidrio y se acercaba.

–Hijo…..Manigoldo ¿Manigoldo fue?

–Manigoldo padece de una enfermedad horrible, trastorno de identidad disociada, él mismo declaró que pudo ser el agresor, pero no conscientemente, él había dejado de tomar medicación por una negligencia suya –Manigoldo ya estaba muy cerca del vidrio y puso la mano justo en el mismo lugar que Albafica, mirándolo constantemente a pesar de no verlo–. Creemos que fue él, pero si su hijo no lo reconoce, quedará libre.

–¡ALBA! ¡RECONOCELO, TÚ SABES QUE FUE ÉL! –gritó Lugonis, Albafica negó.

–Jamás.

–Alba, no me desesperes por amor de dios, un hombre así debe estar tras las rejas…..

–¡YA TE DIJE QUE NO FUE ÉL! –le gritó a Lugonis, Manigoldo escuchó eso, era imposible no escucharlo estando tan cerca.

–Alba…..está bien….–susurró, cosa que solamente lo escuchara el joven Rose–. Está bien, yo cumpliré mi condena….

–No por favor, no quiero….

–Alba, por favor, déjame expirar mis pecados, fue una negligencia mía, lamento que nuestro primer encuentro haya sido en estas circunstancias…..–y una vez expresado su dolor, se alejó, caminando hacia la puerta.

–Albafica…..–susurró Lugonis–. Por favor…..–pero no terminó, dado que tanta emoción y estrés, hacían hecho que Albafica cayera rendido al suelo, siendo tomado en brazos por el oficial.

 

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                Cuando Dégel llegó junto a su prometido a la casa, Camus yacía en su cuarto todavía víctima de la angustia que sentía. Para el joven Du Verseau no había pasado desapercibido aquello y pidiéndole permiso a su flamante futuro esposo se direccionó al cuarto de la servidumbre, donde estaba el pelirrojo. No pudo evitar sentir tristeza al ver a su mejor amigo frustrado y con un rostro completamente empañado. Si algo tenía el peliverde para ofrecer, era siempre una mano amiga a aquel que estuvo a su lado durante años sin esperar nada a cambio, constantemente aconsejándolo.

–Camus –susurró el mayor y abrió la puerta, se encontró con un joven muchacho tendido boca abajo y abrazando la almohada–. Camus ¿puedo pasar?

–Hmmm…..–no contestó, pues su boca estaba aprisionada contra la almohada, Dégel tomó aquel barullo como un sí.

–¿Te pasa algo? Te he visto melancólico en la fiesta de Shion y Dokoh, de un momento al otro tu rostro se trasformó y luego te fuiste rápidamente de la boda.

–Yo…..yo estoy bien, Dégel –susurró levantándose y secando su rostro–. ¿Cómo estuvo el resto de la fiesta?

–Camus, ¿qué ocurrió? Sí algo sé de ti, es que no eres sentimental.

–Nada, anda, solo…..que…..aaaah, tenía mis ilusiones puestas en algo y al final terminó yéndose por la borda.

–¿Hablas de Milo? –La mirada de Camus cambió a una de sorpresa–. Vamos, Camus, que estabas con Milo no es ninguna sorpresa para nadie.

–….Lo sé.

–¿Qué te hizo ese chico? Tú sabes cómo es Milo, aun no madura muy….

–Me dejo….–aclaró en un hilo de voz, Dégel se sorprendió.

–¿Qué? ¿Cómo?

–Lo que oíste, Dégel, me dejo. Me dijo que lo mejor era estar separados…..–apretó fuertemente el puño–. Tú no sabes todo lo que arriesgué por él ¡y me viene a decir eso!

–Camus, yo no lo sabía –susurró espantado–. Hablaré con él.

–¡No! Lo mejor es esperar a que todo se calme y luego yo hablaré con él…..–murmuró secándose el rostro con las mangas de su pijama–. Es algo que nos concierne a él y a mí.

–Bueno, sí, es verdad…..pero ¡aun así! Camus, eres mi mejor amigo, no puedo dejar que estés triste por un imbécil que no supo valorarte.

–Es que creo….que él no era consciente de lo que hacía, que más de ser una propuesta de él dejar todo como estaba, fue de alguien más.

–¿Quién? –preguntó Dégel frunciendo el ceño.

–Kardia.

–¿Kardia? ¿Por qué a Kardia le molestaría que Milo y tú sean pareja? Él no tiene nada que ver con….

–No puedo decírtelo.

–¿Por qué no?

–Porque es un secreto que me confinó Milo hace tiempo, él me dijo muchas cosas……cosas que no puedo repetir…..lo siento.

–¡EL TE TRAICIONÓ!

–Aun así…..yo lo sigo amando, Dégel, y es algo que no puede cambiarlo nadie……–suspiró–. Ahora, por favor, necesito estar solo.

–Camus…..–no hizo falta que Dégel dijera nada más, Camus comprendía lo que quería decir el chico con el simple hecho de murmurar su nombre. Du Verseau se levantó y retiró del cuarto.

 

                Estaba enojado, que dice enojado, furioso. Si Kardia estaba tras esto se encargaría de darle una buena patada. Pero, no podía, Kardia no solamente era una persona muy importante en su corazón sino también muy fuerte. Paró un momento su caminar, la mejor manera de combatir a alguien tan peligroso como Kardia era en su propio juego. Dégel se había sado cuenta, con el asesinato de Unity, que no estaba preparado para ser él quien empuñe un cuchillo, pero si destinado a manipular a Kardia para hacerlo. El muchacho de cabellos azules podía dominarse muy fácilmente usando algunos trucos, entre ellos el sexo.
Sonrió satisfecho de eso y caminó hacia el comedor, donde Milo se encontraba cabizbajo hablando con Kardia.

–Milo, ¿me dejas a solas con Kardia? –preguntó Dégel con una sonrisa radiante, el rubio asintió.

–Sí, bueno tengo que ir a buscar mis cosas.

–¿Tus cosas?

–Volveré a mi casa, ya no puedo estar aquí –mira el pasillo.

–¿Es por Camus? –preguntó el peliverde, Milo lo mira sorprendido–. No es sorpresa para mi saber que le hiciste algo, pero si quieres esperar a que se enfríen las cosas me parece bien, ahora, por favor, déjame con Kardia.

–Sí…..–murmuró y se retiró, aun con la cabeza gacha. Dégel lo siguió con la mirada hasta que se perdió.

–¿De qué quieres hablar? –preguntó Kardia golpeando el sillón en su parte de al lado para que Dégel se sentara allí, el muchacho lo hace colocando una pierna encima de las de Kardia–. ¿Estás cansado?

–Bastante, necesito irme a un lugar, quiero alejar la imagen de mi mente.

–¿Aun estas mal por lo que pasó con Unity? –Cuestionó nuevamente mientras le miraba de reojo–. ¿Te arrepientes?

–Sí estoy mal por lo de Unity pero no me arrepiento, si tú supieras todo por lo que tuve que pasar, no me levanté un día diciendo “quiero matar a Unity”.

–Pensé que había sido así, bombón –Kardia le toma de la barbilla y se estira un poco para besarlo, el peliverde se deja.

–Hmmm……pero….–susurró muy cerca de los labios del otro cuando se cortó el beso–. Quiero casarme rápido e irme unos meses de aquí, no puedo seguir estando en este lugar.

–Tranquilo, el próximo casamiento es el nuestro, solo debemos ultimar los detalles y….–antes que pudiera decir algo el timbre sonó, Dégel giró su cabeza y dado que la mayoría de los sirvientes estaban durmiendo él se levantó.

–Ahora vengo –murmuró el muchacho y caminó hacia la puerta, Kardia lo siguió, pues no lo dejaba solo ni a sol ni a sombra. Inmediatamente apenas giró la perilla un hombre rubio, algo, y de hermosa mirada amatista le observó–. ¿Disculpe, lo conozco? –preguntó cohibido.

–Hm, creo que no, soy Aeneas Antares, busco  Krest du Verseau. ¿Está aquí? –el hombre parecía un aldeano, pero su francés era muy escaso, por lo que pudo entender que era Griego.

–¿Usted es griego? –preguntó Dégel, el hombre Asintió–. Jajaja ¿por qué no me lo dijo antes, yo hablo en griego?

Oh, eso me desestresa un poco……¿se encuentra el señor Du Verseau aquí?

Sí, pero está durmiendo ¿quiere que le deje un mensaje?

Claro, podría decirle que vendré en unos días hablar con él sobre algo importante, dígale que es de mi parte, él entenderá.

Gracias señor Antares….–hace una inclinación.

Por cierto ¿podría decirme con quien tuve el gusto de hablar?

Dégel Du Verseau.

–………..Dégel…..–sonrió el hombre y se retiró, habiendo conocido a su hijo aunque el otro no lo supiera.

 

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                Casa Montier. 15:35.

 

                Aun le dolía un poco el pecho, sentía unas terribles nauseas, nunca en su vida le había pasado en albergar dos almas en su interior. Aspros le había llevado a su casa y desde entonces habían estado frecuentándose más que antes. A Itia no le agradaba mucho eso, pero a pesar de no estar de acuerdo aun así era respetuoso y siempre que veía a Aspros en la casa de Jean no lo echaba, más que nada porque el pelirrojo se ponía como una furia si lo hacía. Allí estaba entonces, dos semanas después, mirando dentro del caldero rojo el agua oscura que se movía y el reflejo que dejaba las figuras impregnadas en él.

–¿Puedo preguntarte algo? –Habló al fin Aspros, quien se encontraba allí cuidando de Jean desde que se desmayó en el casamiento de Shion–. ¿Tu familia siempre fue así?

–¿Así? ¿A qué te refieres?

–¿Siempre fueron adivinos? –Jean le miró y sonrió.

–No podría englobarme en adivinos pero algo así.

–¿Algo?

–Mis antepasados eran primos que venían de una familia de brujos importantes, una vez que se unieron los primos y nació mi abuelo, el poder se iba siendo más fuerte, según dicen, cuando mantienes relaciones sexuales con alguien igual a ti, tienes una visión del futuro muy fuerte y profundo, hasta desgarrador.

–¿Relaciones sexuales con alguien igual a ti?

–Un pariente.

–Hmmmm….

–Usualmente en mi familia han intentado evitar eso, tener sexo con un familiar es condenado en mis raíces, es decir, si mantuviera relaciones sexuales con un miembro de mi familia, vería cosas que no quiero ver.

–¿Cómo cuáles?

–Jajajaja no lo sé, nunca me ha pasado –observa a Aspros–. Aspros, ¿en serio quieres seguir estando aquí?

–¿Hm?

–Tú sabes que no es fácil la vida de un hechicero, tu papá contrataba al mío y entiende sobre lo difícil que es la vida de alguien como yo. A veces estamos aquí y a veces no.

–¿Desaparecen?

–No exactamente, sino que nos tenemos que ir, nuestros conjuros pueden ser tan poderosos que debemos retirarnos durante un tiempo a meditar para acabar con eso y tengo miedo que te quedes esperando inútilmente.

–No me importa eso, si te tienes que ir me iré contigo –se acercó.

–No seas tonto.

–No soy tonto, he querido hacerlo desde que te vi…..pero no he tenido suficientes fuerzas…..–apoya su mano en el muslo del joven.

–No hagas eso por favor –murmuró mientras continuaba mirando dentro del caldero.

–Jean…..

 

                Las palabras murieron cuando Aspros se acercó a él y lo beso. Al principio, el más joven ofrecía resistencia ante las caricias, sobre todo cuando estas tomaban un rumbo más íntimo, pero lentamente fue perdiendo las energías. Aspros entendió esto y se separó lentamente, dejando solamente un hilo entre ambos. Le acarició el cabello con gentileza.

–Quiero hacerte el amor….

–Tú sabes que no estoy preparado ¿cierto? –cuestionó, Aspros afirma con la cabeza y se separa lentamente.

–Cuando lo estés, déjame entrar a tu vida ¿de acuerdo?

–De acuerdo.

–Debo irme….–se levantó y sacudió sus ropas–. Tengo que hablar con mi hermano sobre algunas cosas de la empresa.

–Te irá fenomenal –susurró sonriendo.

–Eso espero, hasta mañana –Aspros abandona la casa dejando a Jean visiblemente solo.

 

                El pelirrojo comenzó a quitarse la ropa para irse a bañar, dejó de lado su túnica blanca, su ropa íntima y algunos collares que llevaba puesto para adentrarse al baño. Dentro de la tina, con el agua cálida, dejó de ver la sombra de Unity en su rostro, lo que significaba que el alma del muchacho estaba descansando dentro. Cerró unos momentos los ojos y se puso a pensar, casi no se daba cuenta de lo que ocurría a su alrededor.
La calma fue interrumpida por unos pasos fuertes, era como si alguien pisada fuertemente el suelo por ser gordo o simplemente por hacerlo adrede. Abrió los ojos y frente a él se encontraba Itia, pero no precisamente como siempre, su cabello cubría sus ojos, adornados con un iris rojo sangre. Jean se cubrió con sus propias manos.

–¡LARGATE DE AQUÍ ITIA! –gritó y señaló la puerta, pero el hombre continuaba ahí parado.

–¿Quieres saber la verdad? –la voz del adulto sonaba ronca, como si estuviera bajo transe.

–¿La verdad? –preguntó sin comprender.

–La verdad sobre la muerte de tu padre Jacques, la verdad que escondes en tu cabecita…..–dio un paso hacia adelante–. Aquellas cosas que has visto pero lo has anulado.

–¡Itia…..no tú no eres Itia!

–Sí soy Itia –el hombre pasó su lenta por los labios y dio otro paso hacia adelante, jean se levanta de la tina y toma una toalla para cubrirse–. Déjame revelarte la verdad –le toma del brazo.

–¡DÉJAME! ¿Cómo me revelarás la verdad? ¿Eh?

–De la manera más divertida –susurró y le hizo un paneo, Jean pudo comprender entonces, había cometido un grave error.

 

Continuará.

Notas finales:

Antes que nada, Aeneas habla mal a propósito, dado que no sabe francés, pero cuando habla en griego verán que sus frases son más completas.

¡Hola gentita! Bueno espero que le guste el fic. Lamentablemente no tenía pensado hacer otra violación pero la necesito para que se devele algunos secretitos de Jean, lo siento, pero créanme que si tomaré en cuenta la votación que hice sobre con quien quieren a Jean ¡ojo, eh! Pero como me dijo una chica, sino lo violan no es Jean, y en esta violación creo que pondré todo mi empeño para que no sea una estúpida, creo que más de uno saldrá traumado y entre ellas estaré yo. Ustedes saben que no me gusta hacer ese tipo de cosas, pero a veces por la historia es necesario.

Gracias por sus mensajes.


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