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La mirada del asesino por Jesica Black

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Capitulo XVIII

 

 

                No pudo evitarlo, salió de su casa a las 10:30 sabiendo que Constantino Bennini se encontraría desde las 10 en la suya. Había dejado a su hija en el jardín de niños y decidió pasear un poco por los alrededores de la mansión del padre de la pequeña. Todo estaba en silencio como venía estando desde hacía más tres años atrás. Decidió acercarse un poco, luego un poco más, así hasta llegar a la puerta y ver por la ventana una figura caminando por los pasillos. Se fijó mejor y respiró al saber que solamente era la servidumbre. No es como si Albafica tuviera miedo de encontrarse con su “violador” y padre de su hija, solamente que la primera y última vez que piso esa casa no fue para nada grata su visita y no quería experimentar lo mismo.
Como la figura de Albafica no era invisible a los sirvientes, estos decidieron abrirle la puerta, el muchacho simplemente sonrió y caminó hacia adentro. Esta vez había mucha gente desplazándose de un lado al otro, por lo que se sentía seguro. Se sentó en uno de los sillones y le convidaron con té y pastelitos hasta que “el señor” despertara. Pasada las once de la mañana y ya cansado, estaba decidido a irse cuando aparece el hombre que buscaba por el lumbral.

Manigoldo no se asemejaba a nada de lo que había conocido en algún momento, tenía ojeras, estaba pálido y un poco más delgado que antes, pero eso sí, poseía una musculatura envidiable debido a sus años en prisión.

−¿Quién era? –preguntó Manigoldo a su criada, esta le explica que Albafica lo había venido a ver−. ¡Albafica! ¿Qué haces aquí? Si tu padre supiera….

−Está bien, ya no vivo con mis padres, tengo 22 años y ya no le rindo cuentas a nadie –Albafica se levantó e hizo una cordial reverencia−. Pasé a ver cómo te encontrabas.

−Bien….supongo, tengo al menos 10 pastillas al día….−sonrió de costado, apenas podía hacerlo completamente−. Igual no te preocupes, no se me para….jejejeje….

−¿Eh? –aun el joven Rose no comprendía el chiste, así que Manigoldo lo dejó de lado y se sentó−. Me alegra que estés bien, yo no quería esto.

−Es lo que merecía.

−¡No fue tu culpa!

−Albafica, cuando llegas a mi edad, sino tomas tus medicinas siendo un adulto responsable con una enfermedad mental se llama “negligencia”. Yo provoqué esto, no conscientemente pero lo provoqué por la negligencia.

−Aun así, es como si me culparan porque dormido rompí un jarrón…..

−No es lo mismo Albafica, yo te destruí la vida….−bajó la mirada hacia los pastelillos, no podía verlo a los ojos−. Lo mejor es que te vaya, tu marido te espera.

−¿Marido?

−Sé que te casaste, tus padres me lo hicieron saber de cierta forma, tal vez por miedo a que me acerque a ti –da un mordisco al pastel.

−Seguro no te contaron toda la historia –Manigoldo decide mirarlo por primera vez−. Tengo una hija…..es tuya.

−¿Qué? –preguntó sorprendido, como si no hubiera sido consciente de nada todos esos años.

−Quise ponerle tu apellido pero, no me han dejado mis padres, por ahora es Florencia Rose, pero quiero que sea Bennini, que sea tu hija con derechos, que tú puedas…..

−Shhh……−le hizo callar suavemente−. No hables más…..Alba….

−¿Mani?

−Alba, yo…..no sé si pueda hacerme responsable……estoy aun mal de la cabeza y empastillado, no estaría feliz si le ocurriera algo a la niña por mi culpa.

−¡Flor es muy lista! No te ocasionará problemas….

−Ella es feliz no sabiendo la verdad, seguramente tiene hermanos y una casa maravillosa, si supiera que su padre es un pobre enfermo, ¿no crees que la estaríamos adentrando a un mundo que no está preparada para afrontar? –la frase de Manigoldo era lógica, pero para Albafica no había lógica.

−¿Qué demonios dices? ¡Yo quiero que Flor esté contigo! Ella te amará y yo también….por favor, por favor Mani, no me hagas esto….−se le acerca, pero Manigoldo rechaza el contacto.

−Es lo que más deseo, estar con ella, pero no ahora, no así….mírame, ¿parezco un padre común?

−¡No busco un padre común! Busco al padre de mi hija. Y ese eres tú, quiero darle el derecho a Flor a tener un papá.

−¿Un papá enfermo cuando Minos está sano? –cuestionó.

−¡Ella no quiere a Minos, te quiere a TI!

−Ella ni siquiera sabe que existo, tus padres se han encargado de ello…..−se levanta del sillón−. Me duele más a mí que a ti, pero no puedo manejar esto, estoy mal, aun con medicación, sólo quiero dormir…..por favor…..

−¿Eso es todo lo que me dirás? –pregunta, conteniendo lágrimas.

−Sí.

−Entonces adiós…..−Albafica se levanta, toma algunas bolsas de mandados que había dejado en la puerta de entrada y se va como el viento.

 

                Manigoldo decide llorar en silencio, pero según él, por ahora era la mejor opción la que tomó.

 

 

 

 

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                Había pasado unas pocas semanas, en las cuales Aspros religiosamente aparecía por su puerta y era invitado a entrar. Cada momento compartido por Aspros era una fiesta para todos en esa familia de dos. Jean normalmente cocinaba, cosa que no solía hacer a diario pues su hijo y él se alimentaban de artículos comprados en una tienda de abarrotes. Usualmente el joven Gemini utilizaba su tiempo para reparar cosas del hogar mientras era atendido cordialmente por Jean, comprar cosas como puede ser una puerta, para que tanto madre como hijo estuvieran seguros durante las noches y la colocó. También solía traer obsequios para el pequeño Sebastián, al cual se le iban los ojos de solo ver la cantidad de cosas que tenía ahora. Parecía una familia normal de tres, pero aparecieron entonces las palabras mágicas:

−¿Quieres quedarte a dormir esta noche? –No pudo evitar que Aspros se descolocara ante esa propuesta,  Jean parecía serio, lo que significaba que no estaba jugando una broma.

−¿Lo dices en serio?

−¿Crees que luzco como alguien que hace bromas? –comentó, respondiendo con otra pregunta. Aspros sonrió de oreja a oreja.

−Claro que me gustaría dormir aquí –se bajó de la silla luego de colocar una estantería en la pared−. ¿Qué tal quedó?

−¡Quiero helado! –una voz chillona apareció antes que Jean pudiera contestar. El pequeño niño que estaba próximo a cumplir los 2 años y medio, se acercó con una mirada triste.

−¿Qué se dice, Bastián? –Jean cruzó los brazos y miró a su hijo de una forma un poco dura.

−¡Tráemelo ya! –exclamó en tono de broma pero a su madre no le gustó nada−. Por favor….

−Ok, ok ¿de qué quieres, pequeño? –preguntó Aspros colocándose de cuclillas.

−Creo que lo estas mimando demasiado, con todos esos juguetes y ahora comiendo comida cara, no, creo que este niño me saldrá como Alexei –gruñó algo molesto, no quería que su hijo viviera de riquezas por más que Aspros era rico, ese hombre no tenía lazos con él y no quería que la relación entre él y Aspros no funcionada y el chico tuviera que pagar los platos rotos.

−No te preocupes, yo soy feliz contentando a Bastián, ¿y bien?

−¡CHOCOLATE! –gritó alegre el pequeño. Aspros afirmó−. ¿Y tú Jean, de qué quieres tu helado?

−Sorpréndeme.

 

                La relación estaba viento en popa, esa noche la pasarían juntos, lo que significaba que Jean le daba pase libre a su casa e intimidad, había avanzado bastante desde los últimos días.
Aspros fue a comprar el helado y cuando volvió ya Jean tenía la cena lista. Comieron y hablaron de muchas cosas, Sebastián participaba de la conversación, pero también estaba tan emocionado de comer comida caliente que el mutismo se volvió parte de él cuando la cena estuvo servida.
Panza llena corazón contento, dice el dicho y poco a poco el pequeño fue quedando dormido en la silla. Jean, miró tiernamente a su hijo, lo levantó y llevó a la cama cerrando su cuarto. Aspros ayudó a lavar los platos y levantar la mesa junto al menor, y lentamente se fue haciendo la hora de dormir. A fin de cuentas, no habían comido el helado, pero Jean tenía otros planes para él.

−Oye, Aspros, ve al cuarto y cámbiate yo tengo un ritual que hacer antes de irme a dormir….−comentó el pelirrojo retirándose de la cocina.

 

                Aspros suspiró, parece que esa noche no sería como él la planeó en su cabeza. Caminó hasta el cuarto y se empezó a sacar la ropa quedando solamente en un bóxer oscuros. Se acomodó el cabello y abrió las sabanas para meterse dentro, se preguntaba si Jean había decidido dormir con su hijo y dejarlo a él pagando en el cuarto solo, teniéndosela que jalar. Cuando ya estaba a punto de quedarse dormido, aun con las luces prendidas, la puerta del cuarto se abre dejando ver al pequeño Jean, que ahora no era tan pequeño. Con diecisiete años, casi dieciocho, Jean contaba con una figura increíble, tenía amplias caderas las cuales le permitieron gestar a su hijo y que fueron formadas casi en ese instante en el que concibió. Su cuerpo estaba cubierto por una lencería fina color negro y rojo fuego, con encaje. Aspros no pudo evitar que su mandíbula bajara unos centímetros y se despegara de su labio superior.

−¿Te gusta? –preguntó, acercándose muy sensualmente. Aspros solo pudo afirmar con la cabeza. Jean se subió a la cama gateando hacia él y se sentó en sus piernas−. Sabes, te contaré algo que no sabes.

Aspros estaba calentándose, sus mejillas rojas le daba a entender al joven que la excitación comenzaba lentamente a subir a su amigo, y podía sentirlo entre sus nalgas. Nunca había pensado que un hombre se excitaría tan fácil con él. Jean comenzó a acariciar el fornido cuerpo, esos músculos duros y esa piel blanca que entusiasmaba.

 

−Antes que me llamaras puta….

−No, no empecemos con eso –Aspros colocó ambas manos en las caderas del chico.

−Tranquilo, no es nada malo −sonrió−. Antes de eso y aun antes que Itia me tocara, yo deseaba tener sexo contigo, tal vez eran mis hormonas adolescentes y el hecho que los besos compartidos me calentaban a cierto punto de no poder respirar más. Pero me confié y alargué más el hecho, Itia se apoderó de mí…..y ya no pude cumplir ese sueño…

−¿No?

−No, hasta ahora…..−le toma del rostro para que lo vea fijamente−. Aspros, desde que me fui he pensado tanto en ti, me he tocado y hasta me he penetrado con mis dedos pensando que era tú, tanta fue mi desesperación que quería hacerlo con cualquiera con tal de satisfacer este apetito que tenía, me asqueaba yo mismo de sentirme así….y creí que lo mejor era evocarme a mi hijo….

−Jean…..has sufrido mucho –murmuró el mejor acariciándole suavemente el cuerpo−. Déjame hacerte el amor….y así, calmar tu hambre….

−Shhh, no solo es eso….−le da un suave beso en los labios y se baja de las caderas del hombre, haciendo que este largo un gran bufido, que al ver el trasero del chico dándole la espalda cayó completamente.

 

                Jean fue hacia la puerta y se inclinó, mostrando su mejor parte, y luego se levantó, dando a entender lo que quería. El helado. No quería usarlo todo dado que su hijo lo pediría al día siguiente, pero un poco no estaría mal.
El ambiente se calentó muy rápido cuando el menor se acercó para empezar una pelea de besos limpios. Aspros acariciaba su cuerpo descaradamente, pero sobre todo sus hermosos y redondos glúteos. La puerta había sido cerrada por si a Sebastián se le ocurría entrar por allí durante la noche, no quería que su hijo tuviera un trastorno.
Gemini comenzó a sentir algo entre sus piernas, cada vez más erecto y duro. Jean también lo sintió y lo acarició con lascivia mientras continuaban besándose. Poco a poco las prendas terminaron siendo olvidadas al costado de la cama, esta vez Aspros se encontraba arriba colocando un poco del helado en el blanco cuerpo del muchacho para luego pasar la lengua y acariciarlo. Sentía que el vapor que salía de ambos cuerpos era la calentura que se tenían, habían esperado más de tres años para esto desde que se conocieron y necesitaban dar riendas sueltas a toda la imaginación que pudieran.
Jean le dio la vuelta y con energía tomó el pote del helado pintando al miembro dudo del hombre con el chocolate dulzón. Comenzó una felación que mantuvo al mayor en éxtasis durante muchísimo tiempo, la lengua del chico era privilegiada en todo aspecto y necesitaba un poco más de esa boca. Lo alejó cuando sintió que se estaba por venir y besó aquellos labios volviendo a dominar la cama.

Los gemidos eran cada vez más fuertes, no se controlaban en ello, se necesitaban, se querían, se deseaban y no podían dejar de buscarse mutuamente. Aspros tuvo una idea, comenzó a estimular el ano de Jean con el helado, el cual dio resultados por el frío y con los dedos comenzaba a abrirlo más y más. Los Gemini eran muy dotados, pero ya Jean conocía una verga grande, por lo cual ver eso no era una amenaza. El propio pelirrojo abrió sus piernas para dejar al muchacho entrar en él y así lo hizo.

No esperó demasiado, ya estaba dando contra el unas buenas estocadas, adentrándose completamente. Los gritos de Jean eran cada vez más fuerte, cosa que Aspros tuvo que callar con su mano para que el niño no despertara. Intentaban dar rienda suelta a su imaginación pero no podían, debían cuidarse. Jean en momentos creyó que lo mejor era mandar a Sebastián a dormir con su primo Dante y de esa forma poder expresarse como querían, al menos una vez.
Los movimientos se hicieron más fuertes, se sentía en la gloria, rozando ese lugar tan caliente de su cuerpo. Las mejillas de ambos estaban completamente rojas del placer, y su piel sudorosa rozaba entre ellas en un frenesí. El miembro del más joven recibía estimulación del vientre y fue el primero en manchar las sabanas. Aspros no pudo terminar en ese momento, estaba tan cargado de feromonas que continuó un buen rato más envistiéndole con fuerza mientras mordía sus labios. El ruido de la cama era fuerte, se estaban matando allí arriba y no era para menos. Cuando Aspros se vino, el semen se deslizó por el interior del muchacho hasta dejarlo completamente lleno, la cama no daba más de tanta actividad física que obviamente no terminó ahí. Eran las 2 de la mañana y aún faltaban 5 horas para el amanecer, la noche era joven y ellos dos tenían mucha energía.

 

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                Había pasado unos cuantos días hasta que se armó lo que sería el juicio oral y público a Kardia Sargas. Dégel estaba delante de todo, había dejado a su hijo con su padre. Milo también estaba allí, pero a diferencia de Dégel, tenía a su hijo de dos años con él y a su esposo embarazado justo al lado. El juez era ni más ni menos que un importante hombre dentro de la justicia Francesa, además de muy importante en su rubro. Johan Dómine es sin duda un amable anciano, con enormes ojos celestes e incipiente cabello blanco. Sus arrugas eran fiel reflejo de los años que llevaba encima y su sotana le quedaba más grande de lo que debía.
En el jurado, se encontraban varios personajes, entre ellos Deuteros y Aspros Gemini, quienes como miembros de la nobleza Parisina, no podían faltar. También estaba Sisyfo, El cid y Shion, quien esperaba a su primer hijo. Mientras sus respectivas parejas se encontraban en sus asientos. El segundo juez en mando era un inglés llamado Radamanthys Wyvern. Su mirada fría y sus ojos amarillos lo hacían de temer, era uno de los mejores y más frívolos jueces que haya pisado Francia. Y por último, sin ser menos, una hermosa mujer, Pandora Lewins, quien también venía de Inglaterra para presentar el juicio.

−¡Orden en la sala! –el viejo gritó con su poca voz mientras golpeaba el estrado−. Hagan pasado al detenido por favor.

                Radamanthys hace una seña y pasa Kardia, quien con su simple apariencia logra cautivar a las mujeres del jurado. Detrás de él viene quien sería el secretario y anotaría absolutamente todo lo que ocurriera en el juicio. Kardia se da la vuelta y sonríe a su pareja, lo cual lo perturba emocionalmente al peliverde pero aun así continua con su postura.

−Bien, por favor secretario, lea los cargos –pide el viejo hombre.

−La caratula es: Homicidio agravado por alevosía, la víctima es: Unity Montreal. El siguiente delito es abuso sexual y violencia física, la víctima: Dégel Du Verseau. ¡Se inicia el juicio!

−Si me permite, seré el primero en llamar a mi testigo…..−propone la fiscalía−. Dégel du Verseau.

−Pase al estrado, joven Dégel, se le tomará declaración –Radamanthys se levanta, Dégel camina hacia él y hace el juramento para luego sentarse en el atril.

−Bien, joven Du Verseau, ¿hace cuánto que conoce al acusado? –preguntó el abogado de la querella a Dégel, este suspira.

−Hace cuatro años más o menos, un poco menos tal vez.

−¿Y cuándo se casó con usted?

−Seis meses después de conocernos. Creí que era el amor de mi vida, ahora ya no lo sé –bajó la mirada.

−Bien, ¿entonces usted se casó enamorado?

−Plenamente.

−¿Y creyó que él también estaba enamorado de usted?

−¡Protesto, su señoría! –grita el abogado de la contra, ambos, tanto el juez como el fiscal lo miran−. Está dando a entender que mi defendido no estaba enamorado al momento de casarse.

−A lugar, siga….−miró al fiscal.

−Bien…..bueno, quería hacer un paneo de lo que fue la relación, pero dado que el abogado no le interesa demasiado, mezquinaremos en detalles. Señor Du Verseau –se para frente a él−. ¿Quién era Unity Montreal?

−Era un amigo, bah, era mi acosador, desde muy joven siempre quiso casarse conmigo y no le importaba mucho cuantas cabezas tuviera que pisar. Pero, en definitiva, era un buen hombre.

−Permítame –camina hacia su mesa y muestra una bolsa que contiene una letra A−. Esta es la prueba “A” ¿usted la entregó?

−Sí, señor –respondió Dégel.

−Esta arma, tiene las huellas dactilares Y SOLO las huellas dactilares del acusado, también tiene rastros de sangre. El pañuelo con la que fue envuelto aún tiene la sangre de la víctima, aunque seca, se hicieron muchos análisis al respecto y se encontró ADN del joven Unity Montreal, dado que el cuerpo peritado del joven afirma, y cito: “posee cortes transversales realizadas con mano derecha y fuerte presión en caja torácica y piernas”. Se hizo un exhaustivo diagnóstico y se llegó a la conclusión que por el filo y la anchura del objeto, además de contener ADN de la víctima, este fue el arma del crimen.

−¿Puedo hacer unas preguntas al testigo, su señoría? –cuestionó el abogado de Kardia.

−A lugar.

−Bien señor Du Verseau, usted dice que su marido mató a Unity, aparte del arma que no sabemos cómo consiguió tan fácilmente ¿tiene algún testimonio visual?

−¡Claro que sí! Yo estuve ahí.

−¿Y por qué no reaccionó? No hay llamados a la policía, ni tampoco evidencia en su cuerpo que haya sido usted quien defendió a la víctima, es más, de estar usted con él y ser testigo, se convertiría en un complice de este crimen.

−Yo….yo tenía miedo ¡No sabía que él iba a matarlo!

−Además, ¿por qué mataría Kardia a alguien que lo molesta a usted sin siquiera haberlo conocido? ¿Será porque usted fue el que le dijo que ya no soportaba los acosos de Unity Montreal? ¿Será acaso también que usted DESEABA que Unity Montreal muriera?

−¡PROTESTO! –grita el abogado de la defensa, al ver a Dégel romper en llanto.

−A lugar, señor Howskin, no estamos aquí para atormentar a un testigo.

−Lo lamento señor juez, pero no comprendo, realmente no comprendo cómo un hombre viendo que matan a otro no hace nada por rescatarlo, a menos que él ordenara tal ejecución.

−¡NO ES VERDAD, NO ES VERDAD, YO NO QUERÍA ESTO, YO NO SABÍA QUE PASABA! –gritó Dégel con angustia, el abogado lo contuvo.

−¡Orden, orden! Abogado, dele un vaso de agua a este pobre testigo…..defensa, descanse –el abogado de la defensa sonrió victorioso, aunque Kardia no estaba tan alegre por lo que había pasado, ¿acaso ese tipo pretendía mandar a Dégel a la cárcel?

−¿Qué demonios cree que hace? No le pago para que destroce a mi esposo, le pago para que me saque de aquí –gruñó Kardia a su abogado.

−Shhhh, tranquilo, déjalo todo en mis manos…..−susurró el señor, Kardia no parecía muy a gusto.

−¿Podemos seguir? –preguntó el Juez, el abogado afirma−. Bien, ya que el señor Du Verseau está en el estrado, podemos hablar del abuso sexual y físico….

−Claro…..señor Du Verseau, usted también acuso a su marido de abuso sexual y física.

−Exacto –respondió cortante debido a que aún estaba angustiado.

−¿Puede relatarnos sin tanto detalle si así lo prefiere, que ocurría en su casa?

−Yo no estaba preparado para ser “madre”, aun me sentía terriblemente angustiado por lo pasado con Unity, pero quedé embarazado. Para obligarme a tener al bebé, Kardia decidió bajarme la morfina que recibía para que no sintiera el dolor de la bala que recibí al casarme.

−¿Por qué recibió un disparo?

−Kardia antes de casarse conmigo tenía un mal vivir y se ganó muchos enemigos, uno me lastimo y tuve que ir al hospital. En otra ocasión, me tiró del cabello y me obligó a practicarle sexo oral, también me obligaba a recibir por detrás las veces que él quisiera. Por último me golpeó frente a mi hijo, de ahí los moretones en mi rostro, brazo y cuello.

−Gracias Dégel….

−Señor Dégel –volvió a hablar el abogado de Kardia, este se tomaba de la cabeza−. ¿Qué planeaba hacer con su bebé no-querido?

−¿A qué se refiere?

−Trataba de abortarlo ¿verdad? Cosa que es ilegal. ¿O no?

−¡BASTA! ¡YO AMO A MI BEBÉ! –le gritó Dégel, el juez decidió parar el juicio.

−¡ORDEN, ORDEN! Creo que esto terminará mal, gracias señor Du Verseau, termina la sesión hasta nuevo aviso, mientras tanto, Kardia tendrá que seguir en el penal de Paris.

−Si, su señoría.

 

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Mansión Du Verseau.

 

 

                Camus había tenido familia hacía muy poco tiempo, nació Elian Sargas, su segundo hijo. El pequeño tenía cabello rojo fuego como su primer pequeño y también unos brillantes ojos turquesa como Milo. Allí se encontraba entonces el parturiento, aun con dolores abdominales debido a la cesaría que había sufrido hace unas tres semanas, calmando al pequeño que estaba en sus brazos mientras su hijo mayor jugaba con bloques a unos metros de él. La tele estaba en silencio pero habían dibujitos plasmada en ellas, y Dante muy de vez en cuando echaba el ojo para ver que estaba ocurriendo, pero dado que su hermano se había quedado dormido recientemente luego de llorar una hora, era mejor que estuviera muda a tener al pequeño rompiéndole sus tímpanos.
Drásticamente los dibujitos cambian al noticiero, eso alerta a Camus quien ve la imagen de Kardia en primera plana. Inmediatamente y en voz muy baja llama a Milo, gracias a dios para ese entonces el pequeño estaba completamente dormido.

–¿Qué sucede? –preguntó Milo acercándose y Camus toma el control remoto para subir un poco el audio de la televisión.

El caso “Unity Montreal” ha sido todo un auge en estos meses, el delincuente Kardia Sargas cumple una condena que aún no está completamente cerrada y se ve la posibilidad se aumente la condena ahora que el señor Harukei de Altar presentó como querella denunciando a Kardia Sargas por la muerte de su hija. Hablamos con la fiscalía y esto fue lo que nos dijo –comenta la mujer que conduce el noticiero.

–A Kardia no lo salva ni la mafia china –comentó Milo sentándose con Camus en el sillón, Dante mira a sus padres.

–No sé cómo lo tomará Dégel……está muy agobiado por el juicio –murmuró mientras movía suavemente al pequeño para arrullarlo. Dante se levantó y se acercó al bebé para verle la carita.

–Bueno, tendremos que vivir con eso, el caso de la hija de Hakurei de Altar jamás se esclareció, ahora que Hakurei ha denunciado a mi hermano seguramente Kardia se comerá muchos años en la cárcel.

–¿Pero qué pistas hay en ese caso que fue Kardia? Si no se solucionó hasta la fecha…

–Pasa que ese baile en el que participó Kardia era de máscaras, y él se vistió para la ocasión a sabiendas que probablemente el plan se le iría al tacho.

–¿Qué usaba? –Camus sonríe al ver que su hijo mayor miraba al pequeño con incertidumbre.

–Bueno, tenía un especie de tela que le cubría la cabeza, color negra y un antifaz que cubría la mitad de su cara ¿crees que así pudieran descubrirlo?

–Hm, no creo.

–Además usó un nombre de fantasía para eso, ¡agh! Kardia realmente es bueno, creo que fue “descubierto” en el asesinato de Unity simplemente por despecho –Milo acaricia la cabecita de su hijo pequeño.

–Creo que sí, sino, seguiría siendo el mismo asesino de siempre.

–Siempre supe que Dégel lo gobernaba, aun hoy, lo fui a visitar a la cárcel unos días después de que nació Elian para mostrarle unas fotos, no parecía indignado con Dégel, en el juicio tampoco lo vi indignado –suspira–. Creo que no sé cómo terminará esto.

–Seguirá enamorado de Dégel aunque se destruyan entre ellos –murmuró.

–Mami….mami –pregunta el pequeño Dante, Camus se siente alerta.

–¿Qué pasa, corazón?

−Eli es grande –señaló al pequeño bebito que estaba en los brazos de su mami−. ¿Cómo entró?

−¿Cómo entró en dónde?

−Bastián me dijo que mami debe tragarse las semillas de papi para que nazca el bebé…..−Camus sonrió de costado, estaba seguro que no dejaría que Dante se juntara con ese chico de nuevo o al menos impediría a que hablen de ese tema siendo tan pequeños.

−No hijo, escúchame, así no vienen los bebés, ya cuando seas grande lo aprenderás….−volteó a ver a su marido que se moría de risa−. ¿Y tú de qué te ríes? Serás tú el que le cuente de las abejas y las flores.

−¿Yo? ¿Por qué yo? Ni siquiera a mí me la contaron.

−Por eso tienes dos…..y un año de casados−comentó Camus con cierta gracia, Milo también sonríe.

−¿De qué sonríen? –Dante cuestionó, los padres no sabían que decirle así que negaron la cabeza.

−¿Por qué no vas a jugar al patio?, creo que Alexei se levantó.

−Con los nenes del jardín no queremos jugar con Ale….−bajó la cabeza−. Es muy malo….

−¿Es malo? –Camus mira a Milo y este alza los hombros−. ¿Por qué dices eso, amor?

−Le pega a otros nenes, odia a Flor, a Bastián y no me odia a mí porque soy su primo, pero también me odiaría –refunfuñó, Milo toma a su hijo en brazos y lo abraza.

−Mi amor, nadie puede odiarte, eres el niño más lindo y bueno de todos –Milo le besa la cabecita−. Lo mejor en estos casos es llenar de amor a Alexei, él está sufriendo porque sus papis están mal….

−Pe…pero él era así antes, papi…..

−Tuvo una mala educación, ¿qué podemos hacer, cariño? Lo mejor es como dice tu papi, llenar de amor a Alexei para que pueda vivir mejor.

−Es un malo….−Dante se abraza a Milo.

−Bueno, sino quieres jugar con él, llamaremos a Sebastián ¿te parece? Y vamos al parque.

−¡SIIIIII! –Dante esta vez cambió su expresión por una de felicidad.

−Ve a cambiarte, yo llamaré a Jean –comentó Milo, su hijo se fue corriendo a su cuarto.

 

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−Tengo una propuesta que no rechazarás –un hombre viejo, con cabello blanco y lentes oscuros, vestido completamente de pana negra. Kardia, quien estaba frente de él, tomando el teléfono mientras escuchaba al viejo.

−Escucha Melvike, no quiero involucrarme de nuevo en tu mundo, tengo un hijo y un esposo.

−¿Un esposo que te vendió? –preguntó el anciano, tenía dos custodias con él.

−él tenía sus motivos, me estaba convirtiendo en alguien detestable.

−Estas siendo gobernado por un niñato francés, Kardia. Tú eres de sangre fuerte ¡la griega! Tienes una inteligencia abismal y una complexión privilegiada, pero la usas para metérsela a ese niño de cuarta que encima te encerró aquí…..

−Escucha Melvike, si vienes aquí a hablar pestes del hombre que amo, puedes largarte –intenta cortar pero el viejo le hace señales con las manos.

−¡Okey…okey! Aquí va el trato……te sacaré de aquí……

−¿A cambio de qué? –preguntó vacilante, el hombre sonríe.

−A cambio de tu vida, Kardia……vida por vida, suena justo…..necesito que hagas trabajos para mí, si te rehúsas a algo, te mataré…..

−¿Y mi hijo? ¿Y Dégel?

−No tengo nada contra ellos, por lo tanto no veo conveniente hacer nada que los arriesgue. Es más, puede que podamos llevárnoslos…

−¿A dónde? –cuestionó Kardia.

−A Londres, querido, a Londres….−sonrió−. Yo pararé todo esto que está en tu contra…..quedarás libre, soy así de poderoso, querido…..pero tú….debes jurarme lealtad.

−No creo poder hacerlo.

−¿Por qué no?

−Mi familia es lo más importante para mí, y aunque le he hecho daño a Dégel no puedo concebirme sin él y estoy dispuesto a recibir ayuda psicológica sólo por él y Alexei.

−Tonto –gruñó Melvike−. ¿Piensas pasar toda tu vida viendo a tu hijo por un cristal? ¿Ver cómo crece y tú sin poder hacer nada por él? ¿Cómo se te va la vida y tú aquí como estúpido cumpliendo una condena?

−No veo otra….

−Te estoy ofreciendo ¡Libertad! Libertad, hijo…..pero solo debemos ir a Londres….

−¿Y…..y mi hermano?

−Vi a Milo hace unos momentos salir de aquí, él tiene a su esposo y dos hijos, él estará feliz sin ti…..pero tú, puede que te condenen a muerte por tales infamias, mataste a una chica joven y a un muchacho que no te hicieron nada…..eres un asesino, esa mirada es la de un asesino, Kardia….y vives para eso…..yo te daré la protección a ti y a tu familia…..pero debes garantizarme lealtad….

−……….acepto.

−Jajajaja….muy bien, muy bien ¡Kardia! Veo que no eres estúpido……felicidades…..esto es entre hombres ¿de acuerdo? Si me traicionas…..serás tú y tu familia bocado para mis leones….−se levanta y desaparece junto a sus dos mastodontes.

 

 

Continuará.

Notas finales:

Gracias por leer ¡DEJEN COMENTARIOS! ;w; no veo muchos de los que me leen allí escribiendo

¿les gusta la historia?

saludos


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