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La mirada del asesino por Jesica Black

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Capitulo VIII

 

Paris. 17:20. Mansión Benini.

 

Constantino Benini se levantó luego de una noche de excesos. Le dolía la cabeza y se sentía con nauseas, terriblemente mareado y magullado. Miró su cuerpo desnudo, arañado y golpeado, como si alguien hubiera tratado de defenderse de él. Giró su cabeza y vio un frasco de pastillas, las tomó y abrió para luego tomarse dos de ellas, era el medicamento que usaba para controlar su TID, trastorno de identidad disociada. Para ser más simple, Manigoldo sufría de doble personalidad, trastorno que solamente podía compensar con un tratamiento que anulaba temporalmente a su otro yo: “Manigoldo”, el cual era por demás frío, agresivo y violento.

Se levantó y caminó por su cuarto, buscando pistas de quien pudo haber pasado la noche con él, pero sólo encontró un par de pantalones rotos y la ventana abierta, creyó lo peor. Fue corriendo hacia la ventana y no había nadie, entonces probablemente estaba acabado, no había consumido su medicación en un mes y pasó todo esto.

–¡Mierda, mierda! –se tomó la cabeza angustiado, estaba totalmente indignado.

 

Constantino siempre fue un muchacho normal en Italia. Se había recibido como licenciado en ciencias económicas y administración, por lo cual se hizo nombre y fue cabeza de su propia empresa. Hizo amistades durante todo ese tiempo, ya tenía más de treinta años y como bien le dijo a Albafica esa noche, se había casado, pero su mujer se embarazó dos veces de alguien ajeno al círculo familiar, unos sirvientes que eran sus amantes. El dolor de Manigoldo fue tal que desató su enfermedad psicológica. Durante el día era el amable empresario, que aunque fuera algo retorcido no dejaba de ser amable. Y por la noche, un sediento de sexo, mujeres y hombres, no importaba nada, sólo su propio placer, y ahora era consciente de lo horrible que podía llegar a ser conocer a “Manigoldo”, aquel rufián.

–Tendré que presentarme a la policía –se dijo a sí mismo y tomó los pantalones, intentando reconocerlo. Lo olió para buscar algún perfume y lo detecto–. Albafica Rose…..no….no….

 

Soltó el pantalón y colocó ambas manos en su cabeza, si le hizo algo a Albafica jamás se lo perdonaría, más encima, Lugonis se encargaría de cortarle el pene para jamás reproducirse, pero eso tanto no le afectaba. Desde que se lo presentó el señor Rose, Constantino siempre le había parecido Albafica la persona más bella del mundo, y sabía que era correspondido por aquel bombón. Pero ahora, todos sus sueños de una posible vida con ese caramelo serían imposibles: ¿Quién iba a querer a una persona así como él?

Se sentó entonces en la cama y respiró profundamente. Quería morir.

 

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Motel. 22:33 pm.

 

La luna brillaba a través de la sedosa cortina del cuarto que se mecía suavemente por el viento. Se podía vislumbrar sus cuerpos desnudos por esta razón. Los movimientos en la cama eran muy lentos y pausados, como queriendo recordar cada instante, cada tacto de ese momento para jamás olvidarlo.
Las manos morenas pasaron por el pecho níveo, acariciando el vientre y deslizándose hacia los costados para tomar las caderas con brusquedad. Los besos húmedos se depositaron en su cuello y los primeros gemidos sonaban fuertemente inundando toda la habitación.

Al heleno le pareció exquisito deleitarse con esa piel nívea frente a él, tan suave y blanca que al ligero tacto dejaba marcas, marcas suyas, de él. Mientras que el galo, de origen aristocrático tiraba su cabeza hacia atrás lanzando un alarido por las caricias astutas del Skorpius. 
Dégel y Kardia se encontraban en un momento de éxtasis en sus vidas, donde se entregaban sin importar nada y las circunstancias eran su mismo placer. La sangre y el asesinato de ese hombre, además de las pistas borradas habían sido un plus de éxtasis para ellos, nunca creyó Kardia que su “victima” fuera igual de tenebroso que él.
Acarició el rostro y le besó los labios repletos de una pasión inmaculada, mientras su otra mano acariciaba esos glúteos redondos y desnudos para su deleite.

–Aahhh…..Ka…Kardia….–susurró entre gemidos al recibir esas caricias en esa zona, se acomodó mejor en la cama y lo miró.

–¿Estás dispuesto a iniciar esto? –preguntó, aunque la respuesta no le importaba. Las manos del galo acariciaron el pecho seductoramente y mirándolo a los ojos asintió–. Te la voy a meter hasta que me digas basta –gruñó cargado de erotismo.

 

No hizo falta seguir hablando porque el griego sabía exactamente qué hacer. Se metió entre las piernas del francés y sin penetrarlo comenzó a moverse, rozando su virilidad contra la dormida de su amante, quien gemía locamente mientras le tomaba por la espalda y le mordía la clavícula. Estaba deseoso de ese enorme falo que provocaba la fricción entre ellos, sentía la inmensidad entre sus piernas y sobre todo, las ganas de esta de adentrarse a su interior. No quería imaginar el dolor que provocaría, pero al visualizar al joven peleando contra esos matones y apuñalándolos sin control encendía la chispa en su deseo.

–¡Aaaah…..aaah! –las caricias se intensificaron, y los gemidos aumentaron en grado y tonalidad, ya no eran suaves e insonoros, sino alaridos de placer y movimientos más bruscos.

–Aaaagh, Dé….Dégel, entrégate a mi….–comentó acariciando sin pudor el cuerpo del otro, manoseándolo descaradamente y moviéndose aún más fuerte para despertar el miembro ajeno, dado que el suyo estaba duro–. Mis hu-huevos están azules……

Dégel rio, pero fue silenciado por la lujuria y los movimientos. Lentamente el ano del galo comenzó a dilatarse, el  juego previo había ocasionado que se abriera un poco más, pero era necesario los dedos juguetones de Kardia en ese preciso momento para lograr una mayor apertura. Embarrados de su saliva empezó con el trabajo para abrirlo más y poder entrar sin producir dolor. El más joven se retorció y eso era agradable para el asesino, quien se fascinaba con el hecho de torturar a alguien, pero lo mejor y por lo cual habían decidido tener sexo, a Dégel también le fascinaba aquello.   
Sacó sus largos dedos y los remplazó con su miembro duro y elevado. Se relamió los labios y sin pedir permiso empujó las caderas de Dégel hacia abajo para penetrarlo con más profundidad. El joven de cabellera verdosa no pudo con esa presión y gritó arañando la espalda de su amante y mordiéndole la oreja, cosa que hizo a Kardia sentirse en el paraíso.

Definitivamente esperar no era lo suyo y los movimientos se hicieron más fuertes en solo unos momentos, se encontraban en su propia burbuja de pasión en aquellos intentes, mientras el duro pene entraba y salía sin restricción alguna, sólo acompasado por los gritos del amante y los golpes de la cama contra la pared y el suelo. Lo mejor, estaban en un motel de poca reputación a las afueras de la ciudad, por lo que podían gritar y despilfarrarse en todo su esplendor que nadie les diría nada. Sólo los dueños del lugar y algunos drogadictos o prostitutas escuchaban los alaridos y el compás del sexo. Y estos no venían acompañados solamente por las penetraciones y los besos, Dégel comenzó a morderlo fuerte, al punto de marcarle la dentadura en su cuerpo, y Kardia apretó sus dedos en las nalgas dejando su huella allí, esa huella que marcaba la inmensa pasión que sentían el uno por el otro.

–¡AAAAH…..AAAAGH KAAAAARDIA! –gruñó, su miembro estaba duro y no podía usar sus manos para satisfacerse, ya que se aferraba a la carne de Kardia para no reventar por las embestidas que este proporcionaba.

El heleno, al notar aquello, apretó aún más su cuerpo contra el otro para que su abdomen comenzara a hacer fricción con la dureza del chico, cosa que relajó bastante al francés y eso hizo que el miembro de Kardia comenzara a ser succionado y tragado por los interiores del otro. Le mordió los labios a su amante fuertemente mientras seguía moviéndose dentro de él, lo hizo sangrar, le dejó las manos marcadas mientras le nalgueaba con fuerza, sintió las piernas ajenas envolverse en su cadera para profundizar más y sintió que estaba al lado de la persona que más se compatibilizaba con él. Ese acuariano de veintitrés años le estaba volviendo completamente loco y le hacía desear el sexo de forma dura y bruta más de lo que ya le gustaba.

–Te....te la meteré ta….tanto que…..la extrañarás…..cuando no te la meta –susurró como pudo el heleno en el oído de su amante, este solamente le gimió en respuesta.

La noche comenzaba a alejarse, y un nuevo día comenzaba. Los amantes continuaban su fiesta nocturna, no habían parado en toda la noche y el semen chorreaba por toda la cama. Esta vez era Dégel quien tenía el control, autopenetrandose encima de las caderas de Kardia, quien lo sostenía y guiaba con sus manos. Arriba y abajo, pareciera que montaba un caballo, uno enorme, dado a la expresión de placer que llevaba en su rostro. Sus ojos estaban desencajados, su cuerpo moreteado lleno de sudor y mordidas. Un ligero hilo de baba colgaba por su boca de tanto placer, además que aún tenía el sabor amargo del semen ajeno en ella. Cuando los ojos del galo se tornaron blancos por su eyaculación, interiormente apretó el pene de Kardia haciéndole vivir el último orgasmo de una serie en esa noche. Cayó rendido en sus brazos y respiró profundamente mientras le acariciaban el cabello.

–Aaaah…….aaah….–respiró profundamente, Kardia le acarició la espalda–. Es….es…..ge…genial….

–Si…..–murmuró y nuevamente le acarició los glúteos para apropiarse de ellos–. Casémonos….ya….

–To…tonto….–murmuró Dégel levantándose un poco–. No…no puedo casarme,…..sin el consentimiento de mi papá…..

–Mie….mierda….–susurró aun con la respiración desnivelada, el heleno.

–Pronto…..muy pronto…..

 

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Argenteuil. Mansión Griffo.

 

Minos Griffo era el hijo de Thanatos Griffo, un gran empresario francés. Y como heredero, tenía muchos pretendientes, pero los ojos hielo del joven de cabello grisáceo solo estaban puestos en Albafica Rose, el hijo de Lugonis Rose.
Si algo bueno tenía Minos era su increíble flexibilidad a la hora del sexo, además de adaptarse a lo que sea que le propusiesen, por eso era tan apegado a Aiacos Garuda, su ex amante y compañero de cuarto durante su adolescencia en el instituto de caballeros “Grand Chevalier” donde aprendió piano, conducta refinada y educación de nivel, no por nada era una persona intachable en su circuito. Lo que no sabían los educadores de ese instituto era que puertas para dentro, Minos solía ser todo lo contrario a lo que mostraba frente al público.

Podía ser el peor de los activos, sádico, sediento de sangre y de poder. Pero también la más perra de las putas, dejándose penetrar por objetos o por el mismo pene de su compañero. Ambos, Minos y Aiacos, eran exactamente iguales.
Pero no todo es un lecho de rosas, sobre todo cuando estas con personas peligrosas. El sexo cuando es duro y frío tiende a desaparecer la diversión al sentir verdadero amor hacia alguien y querer realizar las prácticas de otro modo, eso pasó con Minos cuando conoció a Albafica, unos pocos años menor, dado que Minos solamente tenía veintidós años. Pero ser plantado por tu amante no era algo que le gustara mucho a Aiacos, volviéndose por demás un psicópata, en palabras de Griffo.

Primero, comenzó a atormentarlo mediante mensajes, sobre todo dado que sus casas eran muy cercanas; pero Minos hizo una fogata con ellos. Luego, visitas contantes que fueron puestos un alto por Thanatos, quien lo echó en más de una oportunidad.
Por último, el recurso que más suerte le da era el teléfono, dado que aún no había como detectar quien te llamaba, la familia de Minos atendía constantemente y muchas veces el mismo peliblanco colgaba con brusquedad el teléfono cuando escuchaba la voz tan conocida de su amante.

–¡Mierda, Aiacos, deja de llamarme maldito bastardo! –gruñó del otro lado el francés, a pesar de su temple inmaculado, Garuda comenzaba a mostrar en él otra faceta nada sofisticada.

–Por fin me atiendes, cariño –murmuró mientras acariciaba el tubo del teléfono con sus dedos–. Estaba añorando escuchar tu voz.

–Sabes que me interesa un pito aquello, te he dicho que no quiero ser tu amante, que ya nos divertimos lo suficiente, es hora que comience una familia y tú no estarás en esa postal. ¡Sé feliz! Consíguete una puta con la cual fornicar y déjame tranquilo.

–Tu lenguaje ha cambiado ¿no valió nada todos esos años de estudio en el instituto? –murmuró, se estaba burlando de Minos en cierta manera.

–Cariño, me paso el instituto por el culo. Ahora por favor, déjame en paz…..o te torturaré….

–Estoy deseando eso, cariño.

–¡Aaaaah, cierto! No vale amenazarte así, no eres como Albafica, el cual fue cuidado como rosa en una taza de cristal.

–Jajajaja que agradable que hables de ese chiquillo –masculló mordiendo su labio–. Justamente cuando mi padre me ha dado noticias terribles sobre la familia Rose.

–¿Hm? ¿Qué es lo que sabes tú que yo no me enteré? –es ahí cuando Minos decide prestar atención al menos una vez a lo que dice el idiota de su ex.

–¿Ahora te interesa escucharme, cariño? ¡Ja! No soy tan estúpido, tengo información que quieres y deseo obtener mi recompensa a cambio, una noche de sexo estará bien.

–Puedo conseguir la información, bastardo….–se relamió los labios–. Así que no juegues conmigo.

–¡Ja! Veremos quién te vende la mejor información, porque lo que yo sé, te hará caer de culo ¿escuchaste? –comentó Aiacos, Minos se queda unos minutos en silencio pensando, ¿realmente tendría buena información o solamente le estaba tomando el pelo?

–No te creo.

–No me creas, pero cuando te enteres lo que pasó con el “niño lindo” de la familia Rose, será todo tan diferente….–usa sus dedos para enredar el cable del teléfono.

–Eres perverso.

–Lo aprendí del mejor –susurró.

–De acuerdo, tendrás tu noche de sexo, no faltaré a mi palabra, ahora cuéntame todo lo que sabes –gruñó, estaba casi besando el auricular para ese entonces.

–Albafica fue…..violado. –la mirada de Minos palideció de ser posible.

–¿Qué……cómo?

–Creo que no hace falta que te diga como lo violaron, es demasiado descriptivo y brusco –sonrió, sabía que eso haría enfadar a Minos.

–¡CON UNA MIERDA! ¿Cómo que lo violaron? ¿QUIÉN FUE?

–No lo sé…..–susurró bastante juguetón.

–Lo sabes bien hijo de la grandísima puta ¡DIME! –gruñó apretando fuerte el tubo, Aiacos sonrió del otro lado.

–Ya te he dicho que no lo sé…..bueno, tal vez no lo sepa bien, pero tengo un indicio, me lo encontré mientras caminaba por el centro y vi como entró a una casa, pero lamentablemente no sé quien atendió, aunque sí se de quien era la casa.

–¡YA DIME!

–Constantino Benini………….alias Manigoldo.

–¿El loco ese?

–Ja, mira quien habla de locura……–comentó Aiacos y continuó–. Pero como te dije, no estoy seguro quien estaba dentro.

–¿PUES QUIEN MÁS? ¡El sucio italianete ese! ¿Albafica dijo algo?

–No lo sé, Lugonis está destrozado como para hablarle a padre sobre esas cosas, pero lo que sé es que le violaron y está internado.

–¿Recibe visitas?

–Minos, si yo fuera violado por una escoria créeme que no me gustaría recibir visitas, y con lo “delicadito” que es ese Rose, dudo que pueda volver a tocar a otro ser humano en mucho tiempo –murmuró casi con arrogancia y diversión. Minos cortó la comunicación con ira y gruñó.

 

–Esta me las vas a pagar Italiano, me las pagarás bien pagadas ¡Albafica es mío! Y ni tú ni nadie me lo va a sacar –los ojos hielo de Minos se encendieron, y poco a poco iba denotando calidez por la ira. Minos no sería el idiota con el corazón roto, claro que no.

 

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Paris. 8:45 am.

 

Camus se encontraba en los amplios jardines de la mansión Du Verseau, acababa de limpiar la cocina y ahora estaba cociendo unas ropas de Dégel, las cuales llevaban algún tiempo rotas. Mientras lo hacía, ponía la radio a volumen bajo, escuchando la música de la radio. Prácticamente no prestaba atención a nada más que ello, estaba concentrado y relajado, hasta que la música se cortó y la voz del conductor apareció repentinamente. El pelirrojo subió el volumen lo más que pudo para escuchar la noticia que un alarmado hombre pronunciaba por el micrófono.

Hoy a la mañana fue encontrado un cuerpo sin vida a las afueras de Paris –comentó el locutor, Camus dejó lo que estaba haciendo colocando la ropa encima de la mesa para acercarse más a la radio–. La víctima fue identificada como el joven Laurence Coffer de 32 años, hijo de un camionero, padre de familia. Los testigos comentaron a nuestros periodistas que un humilde panadero iba camino a su lugar de trabajo a las 5 de la mañana para empezar el día y encontró el cuerpo del hombre tirado en un terreno baldío con un disparo en la cabeza.

–¡Dios mío, en qué mundo vivimos!

Estaremos dando más información, luego del corte publicitario –comentó el hombre y dio el cierre para ir a una pausa.

 

Camus no podía creer lo que estaba pasando. El día de ayer Albafica había sido víctima de un abuso y hoy encontraban a un hombre muerto a las afueras de Paris. ¿Qué estaba pasando en la ciudad?
Prácticamente, Camus estaba perplejo por la noticia que no se dio cuenta que un muchacho se acercaba a él, sosteniendo una rosa roja en su mano, la cual obviamente no tenía espinas. Al notar lo impactado que estaba el pelirrojo se sorprendió, sintió que algo no estaba bien, por lo que quiso alegrar la mañana del galo colocándole frente a él una rosa. Camus, al notar la presencia de Milo, sonrió y agradeció el gesto.

–Me asustaste….pero te agradezco –murmuró tomando la flor con sus manos–. ¿De dónde la cortaste?

–¡No la corte! La compré…..–sonrió, era cierto, Milo no tenía nada de decencia y era verdad, pero esa flor particularmente la había comprado para Camus–.  ¿Qué sucede? Te ves más pálido de lo normal.

–Encontraron un cuerpo a las afueras de Paris –murmuró algo agobiado, se le notaba en su rostro–. Era un hombre de 32 años…..era padre de familia.

–¿Un muerto? –preguntó sorprendido, ¿había otro asesino en la ciudad?

–Milo, ¿y si nos pasa algo? ¿Y si alguien desea lastimar a la gente y da de casualidad que estamos en el momento menos indicado en el lugar equivocado? –Camus se veía aterrado, y Milo no sabía cómo calmarlo, por lo cual lo abrazó.

–Tranquilo Camus, ya te dije que nada te pasará, yo te protegeré.

–Milo…..no quiero tampoco que te hagan daño, no quiero…..y todo esto se siente tan cerca, primero la violación de Alba, luego esto ¡hay alguien malo que está matando gente!

–Tranquilo, Camus, tal vez los dos hechos son al azar….es inverosímil pensar que estén relacionados sólo porque pasó en Paris o cerca de Paris…..hay montones de asesinatos diarios todo el tiempo, incluido de donde yo vengo.

–….ci-cierto….–murmuró, aun aferrado al rubio.

–No te preocupes, mi hermano me enseñó a pelear, si alguien te toca, no me importa quien sea, le partiré la cara…..–le acaricia suavemente los cabellos.

–Gracias Milo……me siento seguro contigo a mi lado….

–Y yo me siento realmente afortunado….–susurró, le tomó el rostro y le besó profundamente.

 

Camus aprovechó ese momento de su propia vulnerabilidad para probar un poco más de Milo, esa boca, ese cuerpo, ese pecho. Acarició cada músculo de su brazo y saboreó cada rincón de su boca, esperando encontrar más en ella. Dentro de él, sintió que había algo que el griego que le fascinaba, pero no sabía que era, tal vez el simple hecho de ser apasionado como él, quería dar rienda suelta a su relación pero debía resguardar su dignidad, no por nada era lo más preciado que tenía.

–Camus……estas temblando –susurró el muchacho y lo alejó–. ¿Hay algo más que quieras decirme?

–Dégel no vino a dormir anoche….estoy algo preocupado, él no suele faltar, además, mañana viene Krest y quiere que le presente a ese Prometido que según Dégel “le está volviendo loco” –sonrió, Milo también le respondió esta sonrisa con más efusividad.

–No te preocupes, mi hermano tampoco está, tal vez se fueron juntos a algún lado.

–¿Toda la noche? –Milo piensa un momento pero asiente–. ¿En serio lo crees?

–Bueno, no hay otra manera, además ya son adultos, no podemos estar tras de ellos….

–Es verdad, pero aun así estoy algo nervioso, ¿crees que deba llamar a mi primo?

–¿El hechicero?

–Sí, tal vez él pueda decirme si están bien o algo así, Milo, con todo lo que ha pasado en nuestras vidas temo lo peor.

–Camus, si te digo que tienes que calmarte, debes hacerlo, confió en Kardia y él no dejará que nadie le haga daño. Si Dégel no llegó, es porque Kardia y él se deben haber distraído un poco.

–¿Distraído? ¿Doce horas de distracción?

–Bueno, bueno, ganaste –lo levanta del asiento–. Vamos a buscarlo ¿tienes auto?

–Sí, bueno, el de la familia Verseau está siempre en el garaje, pero el chofer no viene sino hasta las tres.

–Bueno, yo se manejar ¿sabes dónde están las llaves?

–Sí, sí, siempre las deja en la cocina pero ¿estará bien que vayamos a buscarlos? –preguntó algo inseguro, Milo sonríe.

–Tonto, tú estás preocupado y no me dejarás en paz hasta que no los vayamos a buscar, así que vamos, sube al auto y nos marchamos.

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Hospital.

 

Lugonis miró a su hijo con devoción mientras le daba de comer la sopa de pollo que le habían traído en el hospital. Hundió la cuchara en el líquido y sacó un buen cucharón para llevarlo directamente a la boca de Albafica, este abrió la misma y consumió el alimento. Así era el día a día, el más joven apenas hablaba de lo sucedido y su padre no quería atormentarlo. Ilias se encontraba hablando con el médico para no cometer errores y Afrodita hacía un rato que atendía a su hermano en el cuarto, esponjándole la almohada o trayendo el control remoto de la televisión. Al paso del rato, Ilias ingresa al cuarto con un hombre de cabello oscuro, ojos claros y mirada agradable.

–Albafica, te presento al licenciado Zaphiri Lesath, él es psicólogo y hablará contigo –comentó y lo hizo pasar, Albafica solo lo miró unos segundos y bajó su mirada.

–Hola Albafica, ¿nos pueden dejar solos? –preguntó Zaphiri a los familiares. Ilias tomó la mano de Lugonis para sacarlo de allí e hizo una señal a Afrodita, los tres salieron y cerraron la puerta–. ¿Cómo te sientes, Albafica?

–No….no lo sé….–susurró, su mirada estaba focalizada en las sábanas que cubrían su cuerpo.

–¿Te duele algo? ¿Quieres que llame a un médico?

–No –respondió, el joven galo se notaba triste.

–Albafica, sé que esto es difícil pero estoy aquí para ayudarte a atravesar este momento, así que ten calma, no voy a hacerte recordar lo sucedido para nada, solo quiero que tú estés bien ¿de acuerdo? –Zaphiri lo mira con compasión, Alba frunce su rostro a punto de largarse a llorar–. Albafica…

–Por favor….–susurró nostálgico con un hilo de voz mientras le tomaba de la mano–. Por favor, deme algo para olvidar….

–Alba-….

–Por favor doctor……–sollozó el francés, se notaba por demás angustiado y era obvio, acababa de vivir hace veinticuatro horas el peor suceso que puede vivir cualquier persona, una violación no es moco de pavo.

–Albafica Rose, escúchame….–susurró el hombre y le tomó fuertemente de la mano–. Yo no puedo hacer eso. En el mundo, todos vivimos con temores, con dolores, con tragedias, pero no podemos borrarlas porque son parte de nuestras existencias. Aprendemos del dolor, aprendemos a vivir nuevamente después de ello. Yo no tengo el poder de borrarte la memoria.

–…..no….no puedo soportarlo doctor –continuó el joven de hermosa apariencia–. No puedo so…soportar lo que viví.

–Claro que puedes, Albafica, puedes con esto…..–sonríe y le acaricia el cabello afectuoso–. En todos estos años de terapeuta, he encontrado dos casos que me han conmovido bastante, y han podido salir adelante, el tuyo sería el tercero…….hay una luz detrás del sendero de rosas.

–Es….es una frase muy bonita –murmuró Albafica sonriendo por primera vez después de varias horas de angustia.

–Gracias….–comentó el hombre parándose–. ¿Has hablado con los agentes de la policía?

–Aun no.

–Es importante que le digas todo lo que pasó y cómo es el criminal.

–No….no tengo ganas de hablar de ello…..por favor, no me obligue a hacerlo –bajo la mirada, colérico, Zaphiri frunció los labios.

–De acuerdo, está bien. Le diré que no estás listo, pero ten en cuenta algo, Albafica, los agentes de la policía están acá para apresar a quien te dañó, sino dices nada, él puede violar a otra persona.

 

Albafica asistió con la cabeza y Zaphiri abandonó el cuarto, explicándote antes que vendría a verlo tres veces por semana y hablarían, pero que esta vez solo había sido una presentación. Al abandonar la habitación, el muchacho de cabello oscuro caminó por los pasillos notando que algo llamaba su atención, eran unos cabellos rojos que sobresalían de uno de los salones. Sonrió y caminó hacia allí.

–¡Jean Montier! Mi viejo paciente…..–comentó Zaphiri mientras se acercaba, el chico se espantó cuando le hablaron pero relajó–. ¿Qué haces aquí?

–Vengo a ver a un hombre al que le di una patada en los huevos, ¿y tú? –Jean se había negado a contarle que recibió un golpe en la cabeza y estaba en consulta médica por ello, se hizo el desentendido y solamente inventó una historia bastante creíble.

–Siempre tan agresivo, yo estoy atendiendo a un paciente de diecinueve años. Albafica Rose.

–¿El chico que fue violado?

–Shhhh…..–le silencia en un gesto–. No debes decir eso, pequeño. Y dime, ¿cómo estás?

–Bien, supongo –comentó con frialdad.

–No comprendo por qué dejaste las terapias, Jean, te hacían bastante bien, no solías ser frío ni distante, eras un niño de lo más dulce.

–Lo dijiste bien, “era”.

–Aaaah, ¿qué haré contigo? Bueno, al menos veo que estas sano, ¿sigues teniendo pesadillas? –preguntó Zaphiri mirándole de arriba abajo, Jean miró hacia otro lado ignorándolo.

–No.

–Eso es bueno ¡Estas avanzando! Me alegra mucho por ti, la muerte de Jacques fue dolorosa para…

–Shhhh, no digas más…..–Jean se retiró de allí dejando a Zaphiri hablar solo, éste, simplemente sonríe tristemente recordando aquel caso de un pobre niño desamparado.

 

Jean Montier fue su primer caso, un niño de ocho años víctima de abuso sexual simple y con un padre desaparecido: Jacques Montier. El niño había venido por parte de la escuela ya que detectaban irregularidades en su comportamiento, no se tardó mucho en detectar un abuso sexual. En las consultas, Jean le había comentado que sabía dónde estaba su “papá/mamá”, que lo había visto en un sueño donde el mismo Jacques le señalaba el patio trasero. Zaphiri al principio sintió un escalofrío, que terminó por encausar la verdad, Jacques estaba enterrado en el patio trasero, lo habían encontrado amordazado y con signos de aparente abuso sexual agravado con acceso carnal mediante un palo. Jean no pudo jamás recuperarse de la imagen que vio y se trasformó en un joven distante.
Antes de la aterradora verdad, Jean manifestaba ser víctima de abuso sexual por parte de un adulto, el cual jamás reveló su identidad, pero solía ocultar aquello entre risas y chismorreos.
Costó, pero Jean Montier salió adelante. Los policías creyeron en su momento, que el asesino de Jacques era el mismo que intentaba violar al pequeño, pero al ver lo temible que podía ser el hijo de Jacques prefirió sólo abusar sexualmente de él de forma superficial. Hoy, Jean no estaba bajo tratamiento médico, y Zaphiri sospechaba que nadie podía tocarle, pues el muchacho tenía en su cara algo que le hacía especial, una frialdad tan fuerte que podía alejar a quien sea.

Solo el joven pelirrojo sabía exactamente lo que había pasado en su vida, y aunque no quisiera decirlo, las cosas poco a poco comenzarían a develarse.

 

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Una vez que se ducharon y salieron del motel, ya los dos eran diferentes. Dégel sabía todo de Kardia y Kardia todo de Dégel, no habría vuelta atrás. Antes de ir a entregarse mutuamente, pasaron por una joyería donde compraron las sortijas de compromiso, y ahora, ya comprometidos, tenían un futuro trazado por igual.
El heleno nunca pensó, que semejante criatura con dulce mirada y perfecto rostro podía a llegar a tener tanta maldad en su corazón como él, siempre se lo había imaginado como una víctima de sus instintos asesinos, pero no, Dégel era brillante. Tal vez no tenía asesinatos en su historia, probablemente jamás apretaría el gatillo final, pero su mentalidad, su forma de ser y su espíritu inquebrantable eran suficientes para pensar, sólo pensar, en cometer un asesinato.

–Kardia…..–susurró tomándole la mano mientras caminaban–. Hay algo que deseo decirte, en realidad no pensaba hacerlo pero, creo que en estas condiciones es lo más apropiado.

–¿Qué deseas, mi bebé? –Kardia estaba encantado con saber que Dégel lo apoyaba, le había comentado que no tenía dinero, que su hermano y él eran unos busca vida y pensaba hacerse con la fortuna, pero en un momento se enamoró tanto del Du Verseau que no deseaba lastimarlo, sino casarse en serio con él.

–En realidad son dos…..por el momento no deseo tener hijos, más sólo me daría problemas por ahora, pero en un futuro desearía tener uno contigo –murmuró mirándolo con una sonrisa, Kardia asintió–. Y lo segundo, ¿conoces a Unity?

–¿Unity? ¿Tu ex? –Preguntó frunciendo el ceño–. Sí, tuve el desagrado de conocerlo.

–Me alegro escuchar esa expresión porque, ha estado acosándome.

–¿Acosándote?

–Ya sabes, llamadas telefónicas y eso, no puede aceptar que ya no lo quiero –se colocó frente a Kardia, aun con las manos unidas, lentamente las deslizó hacia el rostro del griego, soltándolas–. ¿Puedes ayudarme?

–¿Ayudarte en qué? –el griego no comprendía mucho pero se hizo una idea cuando vio la sonrisa socarrona de Dégel.

–Mátalo.

–¿Matarlo?

–Por mi….–la mirada de Dégel seguía siendo tan amable como cuando lo conoció, Kardia entonces se dio cuenta que ese principito francés era lo que había buscado hacía tantos años, su igual.

–Lo que tú me digas, mi amor….–le tomó de la cintura y lo besó con pasión, apropiándose de ese cuerpo que había hecho suyo tantas veces en una sola noche.

 

No muy lejos de allí, dos jóvenes los logran divisar. Al notar el apasionado beso, decidieron no interrumpirlos, pero ellos no sabían que esos dos amantes, que se besaban apasionadamente en las calles de Paris, eran dinamita pura, juntos.

 

 

Continuará.

Notas finales:

Bueno como ven apareció Zaphiri, otro de los personajes de la historia y ahora sí ¡VOTACIÓN! Sé que muchos hasta ahora han querido que Jean y Aspros tengan algo, pero ahora que están los tres candidatos para él me pareció apropiado tenerlos en igualdad de condiciones a los tres. Yo quiero hacer una historia de amor más, tenemos a Dégel-Kardia, Camus-Milo, Deuteros-Asmita, Shion-Dokoh, Elcid-Sisifo, Alba-Mani, ahora el problema es ¿Y con quién pongo a Jean? Él se merece su lemon. Así que decidí ponerle tres candidatos: ITIA, ZAPHIRI y ASPROS. Tengan en cuenta que los tres son muy mayores para él jajajaja pero a Jean le gustan grandes (hablo de la edad!!!) Itia tiene como 50, pero está muy papazote. Zaphiri 28 y Aspros 30 o por ahí debe estar. ELIJAN.


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