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MEMORIES por Sakurako

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Notas del capitulo:

Hola de nuevo. 

Siento mucho que estos capítulos me estén quedando taaaaan largos. 

Aún así, disfrútenlo. 

CUARTA PARTE

 

La conferencia se había cancelado, así que Hyde decidió ir a visitar a su amigo. Llegó al edificio donde Tetsuya tomaba la clase de Administración Internacional Avanzada y esperó hasta que esta terminara.

Tetsuya lo encontró sentado en la acera, abrazado a sus piernas y con el cabello cayéndole a los costados, cubriéndole por completo. Fue una visión maravillosa…

-¡Tetsu!- se levantó enseguida al verlo salir del edificio. –Por fin… llevo horas esperándote…- dijo y un solo pensamiento cruzó por la mente del pelirrojo “No más que yo a ti…”

-¿Qué haces aquí, Haido? Ah… ya sé. No puedes esperar hasta mañana para nuestro paseo en el acuario, ¿cierto?- la sonrisa que Hyde le había mostrado, desapareció. En su lugar se formó una mueca de incomodidad. -¿Todo bien, Hyde?

-Perdóname, Tetsu. Realmente lo lamento, pero…

-¿Pero?

-Ken-chan me dijo que irá conmigo al acuario, así que…

-Así que… viniste a decirme que yo quedo fuera, ¿cierto?- su voz llena de decepción. Hyde lo miró un poco avergonzado y Tetsu se sintió conmovido con las actitudes del pelilargo. –Está bien, no te preocupes, yo entiendo…

-Enserio lo lamento, Ken me había dicho que no podía acompañarme y yo realmente quería ir y…

-Está bien, Haido. No te preocupes. De verdad… además, me alegro por ti… tal vez, ahora sí, las cosas entre Kitamura y tú puedan solucionarse…

Mentira, no quería que las cosas entre Hyde y Ken se solucionaran; quería que ellos terminaran y que Kitamura desapareciera, y así, una vez Hyde libre, poder estar cerca de él como algo más que sólo amigos…

Más tarde, esa misma noche se arrepentiría de esos pensamientos.

-¿Tú crees?- Tetsuya asintió. –hummm….- asintió también, aunque no muy convencido.

-¿Pasa algo? Digo, además del hecho de que despreciaste mi compañía….- Hyde le sonrió con reproche.

-No, nada…- negó enérgicamente.

-¿Tienes hambre? ¿Te gustaría que fuéramos a comer algo? Abrieron un puesto de ramen a dos cuadras…

-No, estoy muy cansado. Además, mañana me espera un día largo y quisiera descansar.- dijo emocionado y por un segundo le pareció ver decepción en la mirada de Tetsuya. Por un segundo sintió pena por él.

-¿Entonces nos vemos el domingo?- preguntó el pelirrojo al fin.

-Claro. Recuerda que prometiste ser mi modelo…

-Dije que posaría, pero no especifiqué cuándo.

-Cobarde….- siguió Hyde bromeando.

 

*******

 

Cuando Hyde llegó a su departamento y giró la perilla de la puerta principal, se sorprendió mucho de que no estuviera con llave, pero no se preocupó. A veces, Yukihiro la dejaba abierta porque sabía que él siempre olvidaba las llaves en algún lugar.

Habría anunciado que estaba en casa pero un extraño sonido se lo impidió. “A caso esos eran… gemidos…?”  se preguntó y se acercó sigilosamente a la habitación. Sabía que Yukihiro estaba con alguien, aunque éste siguiera negándolo.

Con una gran sonrisa maliciosa se acercó a la habitación del rubio, se inclinó sobre la puerta entre abierta, divertido y curioso a la vez, cuando….

 

*******

 

-…mmghhh… ahhh… Ken…- el cuerpo del moreno se mecía a un ritmo enloquecedor y él sólo podía suplicar que no se detuviera…

En ese momento Ken giró con su amante entre sus brazos. Por el rabillo del ojo Yukihiro notó la sombra de pie bajo el umbral.

Al darse cuenta de quién se trataba, Yukihiro empujó violentamente a Ken para que se alejara. Y todo ese deseo que estuvo sintiendo, en ese momento se transformó en vergüenza, culpa y algo de miedo…

-¡HYDE!- murmuró e intentó cubrir su desnudez con la almohada. El moreno siguió la mirada petrificada del rubio hasta el chico impávido recargado en la puerta.

Hyde les sostuvo la mirada sin ninguna expresión. No parecía haber rabia o dolor o molestia. Simplemente no había… nada…

-¡Haido, yo….!- intentó Ken, pero Hyde le interrumpió.

-Ahórrense las explicaciones….

Dijo simplemente. Se dio la vuelta y salió de allí a paso tranquilo. Demasiado tranquilo para lo que sentía en ese momento.

 

********************************************************************************

 

El timbre no dejaba de sonar y comenzaba a sacarle de quicio.

¿Quién demonios podía ser y a esta hora? Tetsuya miró el reloj en la pared al lado de la puerta principal y notó que apenas pasaban cinco minutos de la media noche. Se extrañó aún más…

La puerta volvió a sonar y se apresuró a abrir.

 

-¿Hyde?- le sorprendió la presencia del chico, no que le molestara, claro.

Hyde, aun de pie fuera del departamento, elevó su mirada y la posó en la de Tetsuya, y el pelirrojo notó la tormenta emocional en su interior. Se preocupó.

-Oye, ¿estás bien?

-Los vi, estaban juntos, en la cama… ellos…

-¿Quiénes?- preguntó sin entender.

Hyde sorbió por la nariz, parecía que en cualquier momento comenzaría a llorar, pero se negaba a hacerlo. Tetsuya entonces notó que seguían de pie en la puerta y con una invitación le hizo pasar.

Cerró la puerta tras de sí y ambos se encaminaron a la sala y se sentaron juntos en el sofá de dos plazas, uno al lado del otro, muy cerca, tanto que Tetsuya sentía el débil temblor que invadía el cuerpo de su amigo.

-Estás algo nervioso. Te prepararé un té…- hizo el ademán de dirigirse a la cocina pero antes de poder dar un solo paso, sintió cómo las manos de Hyde le detenían. Al volverse y mirarlo, Hyde negó suavemente y en silencio, le pidió que no se alejara. Tetsuya se acomodó en su lugar nuevamente, entonces.

-Ahora cuéntame, ¿qué pasó?

-Cuando volví al departamento, escuché unos sonidos extraños y…

Hyde comenzó con el relato. Conforme hablaba su voz se quebraba de vez en vez y sus ojos se humedecían, pero él se aclaraba la garganta y limpiaba disimuladamente las lágrimas, negándose a romperse.

-Debí haberlo notado antes… yo…- y el llanto lo ahogó. Le era imposible contenerlo más tiempo.   

Hyde lloraba inconsolable, no podía hablar… la rabia, el dolor, la impotencia, todo se acumulaba en su pecho y desbordaba en forma de lágrimas….

A Tetsuya se le encogió el corazón al verlo. Se acercó y lo abrazó intentando contener el llanto del pequeño pelilargo. Lo abrazaba fuertemente y le susurraba palabras de aliento al oído; mientras que por dentro, no hacía sino maldecir a ese tipo arrogante que se había atrevido a dañar al dueño de sus afectos…

 

-Oye…- le llamó dulcemente y se separó un poco para poder mirarlo a los ojos. Hyde, con la carita empapada en lágrimas, le devolvió la mirada brillosa. Tetsuya no pudo contenerse más tiempo. La visión era demasiado para poder soportarlo. Con los pulgares, limpió los rastros de las lágrimas que aún corrían por sus mejillas, Hyde se dejaba hacer, el tacto de Tetsu era cálido…. Sus ojos se agrandaron,  pues observó con asombro como poco a poco Tetsuya se acercaba a su rostro hasta alcanzar sus labios….

Los labios de Tetsuya eran suaves… dulces… cálidos…

-…L-lo siento…- susurró apenado cuando se separaron. Hyde no pudo reaccionar, ya no había llanto ni temblor, sólo… confusión. –Haido…?

-¿Por qué hiciste eso?- preguntó confundido y apenado.

-Yo… yo…- Hyde seguía mirándolo intensamente, quería una respuesta, la necesitaba. –Yo sé que este no es el momento ni la forma pero… Me gustas.

Silencio.

-H-haido…?- Tetsu sintió miedo, Hyde se veía raro y él no estaba seguro de qué decir. Realmente temió haber hecho algo malo. –H-ha…- Pero afortunadamente, Hyde le interrumpió.

-¿Te molesta si paso aquí la noche? No quiero regresar al departamento. No por un tiempo…

-No, claro que no… digo, sí, puedes quedarte si quieres…

 

*******

 

Hacía rato que Hyde dormía en la habitación de Tetsuya, mientras que él preparaba la otra habitación, la que generalmente usaba como taller, cuando alguien comenzó a aporrear la puerta.

-¡HYDE!- se escuchó del otro lado del pasillo.

Tetsuya se apresuró a abrir la puerta antes de que el idiota de Kitamura despertara a Hyde.

-¿En dónde está Haido? Sé que está aquí…- intentó entrar pero Tetsuya le detuvo al momento.

-¿Quieres cerrar la boca? Está durmiendo…

-Pues despiértalo, necesito hablar con él.- demandó.

Tetsuya le miró con furia y por un segundo quiso lanzarse a golpearlo. Pero se contuvo. No por él, sino por Hyde, una pelea era lo último que necesitaba.

-Será mejor que te vayas, Ken… no quiero hablar contigo… no ahora….

Ambos voltearon asombrados hacía la habitación al escuchar la voz del joven pintor.

-Hyde, al menos escúchame…

-¡No, vete. No quiero volver a verte, a verlos… a ninguno…!

-Hyde, por favor…

-Oye, déjalo en paz. Dijo que no.

-¿Y tú quién demonios te crees?

-Sólo déjalo, ¿sí?- repitió Tetsuya con voz contenida, llena de furia.

Ken iba a decir algo más cuando Tetsuya lo tomó del brazo y, literalmente, lo arrojó fuera del departamento.

Cuando Tetsu cerró la puerta se volvió enseguida y buscó con la mirada a Hyde. No lo encontró.

-¿Hyde…?- le llamó suave, entrando a su habitación. Allí estaba, sentado en la vera de la cama mirando hacia la ventana. Parecía estar hipnotizado por la luna.

-No entiendo…- murmuró cuando sintió que el pelirrojo se sentaba a su lado. –Tengo esta sensación en mi pecho y… no la entiendo…

-Se le llama traición…

-No, eso es lo que ellos hicieron, me traicionaron, pero…- se detuvo un momento. Lo pensó mucho, cada palabra antes de seguir hablando. -Hace tiempo me di cuenta que mis sentimientos por Ken cambiaron….- bajó la mirada y la concentró en sus manos. Las que jugaban con nerviosismo.

-¿Desde cuándo?- preguntó con cuidado el pelirrojo, intuyendo la respuesta.

-Desde que te conocí….- Susurró apenado. Tetsuya bajó la mirada intentando encontrar la de Hyde, pero éste la esquivaba hábilmente.

-Hyde…- le llamó pero seguía sin mirarle. Se acercó y le tomó del mentón para obligarlo a elevar la mirada. Hyde cerró  los ojos. Lucía más hermoso que nunca, sin poder evitarle, como en un trance, se acercó poco a  poco para poder alcanzar sus labios nuevamente. Volvieron a besarse… un beso lento, suave, lleno de sensaciones….

-N-no…- susurró Hyde sin separarse completamente de Tetsuya. -Dame tiempo, ¿sí?

Tetsu asintió -El que necesites…- respondió feliz. Se levantó para salir de allí y dejarlo descansar, pero antes de cerrar la puerta se dio la vuelta y con una sonrisa aún más amplia le pidió. –No tardes mucho, ya esperé demasiado…

Hyde le sonrió. Se recostó e intentó volver a dormir.

 

********************************************************************************

 

La mañana lucía brillante. Demasiado brillante para su gusto.

Esa extraña sensación aún invadía su pecho, y el sol y las nubes clara no hacían juego con él. Justo ahora, se le antojaban los días nublados y lluviosos. Serían algo más… apropiados.

Hacía una semana que estaba metido en el departamento de Tetsuya. No había salido de allí más que para asistir a clases, ya ni siquiera iba al estudio a trabajar o a la cafetería. Suponía que ya habría sido despedido.

Sin embargo, este día no iría a clases, de hecho iría al departamento que solía compartir con Yukihiro y recogería sus pertenencias. No quería regresar allí. Había hablado con Tetsuya y él le había dado permiso de quedarse hasta que encontrara otro lugar…

Cuando llegó, entro sigilosamente. Sabía que Yukihiro no estaba. A esta hora debía estar en clase o en la biblioteca pero aun así intentó hacer el menor ruido posible.

Entró a la habitación que solía ocupar y con cierta añoranza comenzó a empacar todo.

Luego de un rato ya tenía las maletas y todos sus cuadros listos cuando notó la caja debajo de su cama. La caja donde había guardado toda la información de su adopción, incluyendo los datos de su madre biológica.

De repente, esa extraña sensación se acrecentó en su pecho, obligándolo a tomar la caja y sacar los papeles. Comenzó a ojearlos cuando dio con la hoja donde venía el domicilio y el nombre de esa mujer…. Se quedó mirándolos largamente, sin leerlos en realidad. Ken no había vuelto a buscarlo, o Yukihiro o esa mujer… Cerró la carpeta de repente. Guardó todo en su lugar y se dispuso a salir de allí antes de que Yukihiro regresara.

De pronto, tenía muchas ganas de ver a sus padres…

 

*******

 

-¡Tetsu… ya regresé…!- anunció pero nadie contestó. Entonces el teléfono comenzó a sonar. Hydenhabía dicho que era un lujo excesivo  el contar con línea telefónica privada, pero Tetsu contestó que no era un lujo, sino una necesidad. Tetsuya casi nunca hablaba de su familia, pero Hyde creía que contaban con una muy buena posición económica. 

El teléfono seguía sonando y Hyde supuso que a Tetsu no le molestaría que él tomara los recados. Era lo menos que podía hacer después de todo.

-¿Hola?

-Hola, ¿este es el departamento de Ogawa, Tetsuya?- respondió una voz femenina.

-Sí. De momento no se encuentra. Si usted quiere puedo tomar su recado…- siguió amablemente.

-Sólo dígale que Kaori, su prometida, llamó.- La chica subrayó la palabra “prometida” con toda la intención, aunque no por Hyde, sino por la renuencia de su prometido. –Y que espero llegue a tiempo a la cena…- la chica calló un momento antes de seguir. -¿Por cierto, quien eres tú?

-Un… amigo…

-Ah, ¿Tú también vendrás a nuestra boda? Tetsu no invitó a muchos amigos… apenas a Awaji-san… ¿cuál es tu nombre?

-Yo… no creo poder acompañarlos. Lo siento…

-En fin, sólo dile que debe llegar a tiempo, ¿sí?

-Claro.

La llamada se cortó.

Y nuevamente esa desesperante sensación.

 

*******

 

Se escuchó la puerta principal abrirse y cerrarse. Tetsuya había regresado.

-Hola, Hyde. Creí que estarías en el taller. ¿No dijiste que tenías mucho trabajo atrasado?- Preguntó al verlo sentado en el mismo sofá donde una semana atrás lo había consolado.

Hyde no contestó y fue entonces que Tetsuya notó las maletas y los cuadros al lado de la puerta. Regresó la mirada hacia Hyde. Lucía molesto.

-¿Son tus cosas? ¿Por qué no te ayudo a llevarlos a la habitación que…

-Tu novia, llamó… ¿O debería decir… tu prometida?- le interrumpió. Su voz fría y llena de reproche.

-¿Kaori?- preguntó sorprendido. Hyde dio un salto del sofá.

-¿Por qué no me dijiste que tenías novia? ¿Por qué me besaste si vas a casarte? ¿Por qué me dijiste que….?- Hyde dejó de hablar. Una imagen vino a su mente; Kiyoharu. -Así que también tú fingiste ser mi amigo para… para poder acostarte conmigo, ¿no?

-No Hyde… yo…- Quiso explicarle pero Hyde no le permitió hablar.

-De verdad creí que eras sincero…

Le reprochó antes de salir de allí.

 

********************************************************************************

 

Hyde vagó por horas. Era de noche y comenzaba a calar el viento helado. Su primer pensamiento fue regresar a casa de sus padres, pero no podía hacerlo en ese estado. Estaba muy nervioso y alterado y sabía que sólo preocuparía a su madre.

De repente se detuvo. Sin saber cómo, habida llegado hasta un bar, un extraño bar de blues. Entró.

Era un establecimiento pequeño, parecía algo viejo, oscuro, el ambiente ideal para esa melodía triste que sonaba fuerte en el fondo. La que parecía leer a la perfección los latidos de su corazón. Miró un poco más y notó al lado una barra, de esas al estilo de las novelas western, y dos hombres ahí sentados, disfrutando de su propia melancolía. Habían un par de mesas haciendo guardia a la pequeña pista, la mayoría vacías. Al fondo, en el escenario, una mujer que rebasaba los cuarenta, cantaba ensimismada las dolorosas notas de un blues ya olvidado por muchos… pero no por ella, o por el par de hombres en la barra que parecían llorar en silencio.

Hyde se sentó en una de las mesas y disfrutó de la dulce tortura que provocaban las letras de su canción.

-Es buena, ¿verdad?- interrumpió un hombre mayor su contemplación.

-Sí…- respondió distraído.

-Pareces muy joven para entender la letra de esa canción… o para estar aquí, si quiera.- Entonces Hyde se giró para observar cómo el hombre se sentaba a su lado. -¿Tienes identificación?

-Sí.- Se esculcó en los bolsillos y sacó su pasaporte para mostrárselo al hombre.

-¿Veintitrés años? Juraría que no tienes más de diez y seis.- le devolvió el documento. -¿Qué hace un chico tan joven aquí, con las maletas en la mano y el pasaporte en el bolsillo? ¿Estás huyendo de algo, o de alguien?- Hyde regresó la atención a la mujer en el escenario que se movía al ritmo de su propia voz.

-Tal vez…

-¿Tienes dónde pasar la noche?

-En realidad, no.

-Este lugar cierra en un par de horas más. Si quieres, en la parte traerá hay un catre viejo que te puede servir. Mañana podrás buscar un lugar con más tranquilidad…

-¿Por qué me ayuda si no me conoce?

-Eres pintor, ¿no?

-¿Cómo?

-Tus manos,- las señaló con un movimiento de cabeza. –están llenas de pintura. Y esos cuadros… además, si he de ser sincero, me recuerdas mucho a una chica que trabajó aquí hace muchos años.- Hyde comprendió. Ese era el lugar donde su madre biológica había trabajado antes de embarazarse. Había leído el domicilio y sin darse cuenta había llegado hasta allí. –Y por otro lado, como pintor, siempre reconozco a mis colegas, ¿sabes?

-¿Usted?- el hombre lo sacó de sus cavilaciones.

-Claro, así como me ves. De joven, también fui un pintor muy prometedor, pero… sólo digamos que me desvié en mi camino. Ahora mi único lienzo es la piel.- le guiñó un ojo con picardía.

-¿Tatuajes?

-Ajá. Y no es porque yo lo diga, pero soy el mejor en todo Osaka. Puedes preguntar a cualquiera y todos te darán mi nombre.- Entonces se dio cuenta de que no se había presentado. –Lo siento, que tonto soy, mi nombre es Kuniyoshi Kaneko.

-Hideto Takarai.- Hacía tanto tiempo que no se presentaba con ese nombre. Pero la verdad, por hoy, se había cansado de ser Hyde y quería volver a ser sólo Hideto. –Su taller….

-Está justo aquí atrás.- señaló detrás del escenario. -¿Quieres echar un vistazo?

-¿Le molestaría?

-En lo absoluto, vamos.

Ambos se pusieron en pie y Hyde siguió al hombre hasta espacioso cuarto justo detrás. Era casi el doble que el bar. Las paredes llenas de obras de arte, todas de él, pensó Hyde. Y debía admitir que era realmente bueno. Tenía una técnica excepcional. ¿Cómo una persona con tanto talento terminaba siendo un tatauador, por no decir un simple bartender? En una esquina estaba el sillón especial donde realizaba sus obras de arte en piel.

Mientras Hyde se acercaba a la silla, justo al lado, en un pequeño mueble, muy pero muy escondido estaba un lienzo a medio terminar; parecía un ángel al que le faltaban un par de alas. El ángel estaba de espaldas. Era hermosa, pero la obra parecía incompleta.

-¿Puedo?- la señaló Hyde. Y el hombre asintió. –¿Por qué no la terminó?

-¿Cómo sabes que no está completa?

-No estoy seguro, sólo lo sé.- Kaneko lo observó divertido algo asombrado. Hyde se inclinó y sacó de una de las bolsas que cargaba un carboncillo. -¿Le molesta si….?

-No, adelante….

Hyde realizó unos cuantos trazos. Su rostro completamente concentrado, y luego un unos cuantos minutos le mostró el lienzo al hombre, que seguía mirándolo maravillado.

-Eres bueno... realmente bueno…- le alagó. –No pude encontrar las alas perfectas para ese ángel y sólo me di por vencido…

-Son de mi padre.- susurró débilmente, volviendo el dibujo hacia sí y admirándolo un poco más. Sonrió al recordarlo. –Él también es un artista…

-¿Conocido?

-Lo conozco yo, y mi madre, claro. Ambos somos sus más fervientes admiradores de su trabajo….- el hombre sonrió con la respuesta. –Una vez me contó que había visto un ángel en un sueño, no podía recordarlo, pero recordaba las alas…

-¿Nunca has pensado en ponerlas en tu espalda? Creo que te irían muy bien….

-Todo el tiempo,- confesó con simpleza. -desde el momento en que las vi en el cuadro, pero, no tengo dinero así que…

-No dije que iba a cobrarte…- le señaló el sillón. Casi sin pensarlo, Hyde se sacó el abrigo, el sweater y la playera. Se ató el cabello largo y dejó libre su espalda.

-¿De verdad, está bien?- preguntó al notar que Kaneko-San preparaba los instrumentos.

-Bueno, aún puedes arrepentirte…- dijo, pero Hyde negó.  

Luego de tres horas, Hyde miraba sus alas de tinta en su espalda. Mientras las admiraba a través del espejo, su mente trajo las palabras de su madre, las de sus profesores y las del montón de gente que le habían advertido no hacerlo, pues, según ellos, eran de muy mal gusto. No que se hubiera arrepentido, pero, después de todo, estaba acostumbrado a obedecer las normas de “buena conducta” y según recordaba, los tatuajes quedaban fuera.

-Creo que me excedí contigo…- confesó el hombre, sacándolo de sus pensamientos. –Se supone que una sesión no debe durar más de cuarenta y cinco minutos.- Hyde no respondió, seguía admirando el trabajo. –Debes estás cansado y adolorido…

-No, yo, estoy bien.- dijo con una sonrisa, volviéndose. Pero entonces su estómago lo delató. Se sonrojó violentamente.

-Entonces hambriento. Siéntate, te traeré algo de cenar.

 

********************************************************************************

 

-¡Mamá, Papá!

-¡¿Hideto?!- se escuchó una voz gangosa, era Mizuki que había salido de su habitación al escuchar la inconfundible voz de su hijo.

-Mamá, ¿estás bien? tu voz suena un poco rara…

-Una infección en la garganta, nada de cuidado… ¿Y tú? ¿Cómo estás? ¿Qué haces aquí? ¿Viniste sólo?- le interrogaba la mujer mientras se cubría la boca con un trapo.

-Mamá, no estás bien, ¿fuiste a ver al médico?

-Sí, sí. No te preocupes. Ahora dime; ¿Qué haces aquí?  ¿no deberías estar preparándote para aplicar en esa escuela de arte en… en…?

-En Inglaterra.- le ayudó. –De eso vine a hablarles… ¿papá sigue en el restaurante?

-No, debe haberse quedado dormido en el estudio. Voy a llamarlo…

-Deja, iré yo.

Mientras Hyde se dirigía al pequeño estudio, notó que su madre se dirigía a la cocina.  Cuando entró, buscó con la mirada a su padre en la esquina junto al ventanal, donde siempre estaba dispuesto el caballete para sus momentos de inspiración. Pero no estaba allí, estaba en el sofá, con las gafas colgándole y el libro tirado de cualquier modo en su regazo, profundamente dormido. Sonrió.

-Papá…- susurró muy cerca de él. El hombre se exaltó al escucharlo, incorporándose inmediatamente de manera graciosa. –Lo siento no quise asustarte…

-¿Hide? No, yo, estaba leyendo un poco….- Hyde asintió divertido. –Pero, ¿a qué hora llegaste?

-Hace un momento.

-¿No deberías estarte preparando para tus exámenes?

-Bueno, es que… necesito hablar contigo y con mamá…- dijo un poco inquieto.

-¡Hide, cariño, preparé tu té preferido!- ambos escucharon a Mizuki gritar desde la cocina.

-Vamos, que ella sólo lo prepara para ti…- dijo su padre poniéndose de pie.

Luego de ponerse al día y reír un rato, por fin, Hyde se puso serio.

-¿Tan grave es lo que viniste a decirnos?- apuntó su madre con cariño y cierta preocupación.

-No, es sólo que….- suspiró profundo antes de seguir hablando. –Viajaré a Inglaterra.

-¿Qué???- preguntaron al mismo tiempo.

-Al parecer Misoguchi-sensei envió unos de mis bocetos a la Universidad de Arte en Inglaterra.- Observó de reojo los rostros asombrados y felices de sus padres. –Me ofrecieron una beca…

-Felicidades, hijo. No sabes lo orgullosos que estamos de ti.- le felicitó su padre con las lágrimas al borde de los ojos. Hyde estaba conmovido.

-¿Cuándo te irás? ¿Por cuánto tiempo?- preguntó su madre con genuino dolor.

-Debo partir en tres días. Y la beca es sólo para el último año, pero…

-Querrás acerté de un nombre allá, ¿no?- le interrumpió Hiroki, tomando a su mujer de las manos y apretándolas a modo de consuelo.

-¿Te quedarás hasta entonces?

-Pasaré la noche aquí, pero debo volver mañana, necesito arreglar algunas cosas además de mis maletas. Y yo, traje esto…- sacó la carpeta de entre sus ropas. –¿Podrías guardarlas por mí, mamá?

-Claro…- le dijo Mizuki, sabiendo de qué se trataba. Le sonrió con más cariño aún, si es que eso era posible. Tomó los papeles y los apretujó contra su pecho antes de levantarse decidida para guardarlas en el fondo del cajón del escritorio. –Iré a prepararte el baño… mientras, ¿por qué no ayudas a tu padre a lavar las tazas? Saben que me gusta que mi cocina esté limpia…

Ambos, padre e hijo sonrieron y asintieron.

 

*******

 

Hacía rato que Hyde descansaba en el piso, al borde del ventanal, con los pies colgando hacía el jardín mientras se secaba el cabello largo y húmedo, con una taza de leche tibia aún lado.

Era el mismo lugar donde se sentó con Ken un par de años atrás, cuando su relación apenas comenzaba, no pudo evitar sentirse triste.

Primero lo de Ken y Yukihiro, y después  Tetsuya….

-Entonces, ¿me dirás qué pasó con Ken?- Y como si le hubiera leído la mente, su padre se acercó hasta sentarse justo a su lado.

-Nada…- dijo y desvió la mirada hacia su vaso y lo tomó para sorber un poco y ganar algo de tiempo.

-“Nada”- repitió descreído. –Eres mi hijo… ¿de verdad crees no sé cuando algo te molesta? Además, la leche tibia te delata…

-Lo siento,- intentó sonreír. -no estoy seguro que sea un buen momento para hablar de eso…

-Mañana te irás por… sólo Dios sabe cuánto tiempo, ¿y no sabes si este es el momento adecuado para hablar con tu viejo de tus problemas?- le recriminó. –Vamos, ¿acaso no me tienes confianza?

-No es eso, es que….- suspiró. –Terminamos…

-¿Por eso te vas?

-No.- Se creó un silenció entre ambos. Hideto parecía estar pensando cuidadosamente sus siguientes palabras, y su padre le concedía el tiempo necesario. –Descubrí a Ken y…. a Yuki…. Juntos….

-Comprendo…- dijo. La verdad no necesitaba de mucho para entender de qué se trataba. -¿Así que de eso se trata?

-No es lo que estás pensando. Si ellos me lo hubieran dicho, si Ken me hubiese dicho que ya no quería estar conmigo en lugar de mentirme y hacerme sentir mal cada vez que veía a…- se detuvo. Se dio cuenta de lo que había estado a punto de decir.

-“Cada vez que veías a….?”

-Hay un chico…- “Oh” dijo su padre. –Él de verdad me gusta, y yo creí que le gustaba pero….- dijo con cierto pesar. –Va a casarse….

-Hide, eres muy joven aún…- le abrazó su padre. Le meció como cuando era niño y eso realmente lo reconfortó. –Y tendrás muchas más desilusiones antes de encontrar el indicado…

-Mamá y tú tenían veintitrés años cuando se casaron…- dijo con falso reproche.

-Bueno, qué puedo decir, tuve suerte…

-Jajajaja, sí, claro….

-Bueno, será mejor que dejes de pensar en eso y te vayas a dormir.- Hiroki se levantó con la dificultad propia de su edad y le regaló una sonrisa tranquilizadora a su hijo, la que Hyde correspondió. –Y será mejor que te pongas algo más grueso… esa camisa deja ver las alas en tu espalda. Y si tu madre las ve, te arrancará la piel a jirones, ¿recuerdas?

Hyde se espantó. Lo había olvidado.

-Por cierto, te quedan genial…- le guiñó un ojo.

 

*******

 

A la mañana siguiente, Hyde se levantó muy temprano para comenzar a empacar las cosas que había decidido necesitaría en Londres. Mientras esculcaba en su antigua habitación, encontró su vieja  guitarra, la primera que tuvo. A pesar de los años lucía hermosa… esa abolladura le traía buenos y divertidos recuerdos. Definitivamente la llevaría consigo.

De pie en el umbral de su habitación, observándola detenidamente comenzó a extrañarla. De repente, su mirada se topó con su reflejo en la ventana. Se acercó y se miró detenidamente. De pronto, ya no le gustaba el cabello tan largo.

-¡¿Mamá?!

-¿Necesitas ayuda, Hide-chan?- preguntó Mizuki al ver a Hyde de pie en la cocina, con una toalla en los hombros, un espejo en una mano y unas tijeras en la otra. -¿Qué es eso?

-¿Me cortas el cabello? Como cuando era niño, ¿recuerdas?

-Creí que no me dejarías volver a tocar tu cabello, ¡nunca!.- le reprochó con voz irónica y sarcástica, pero a la vez divertida.

-Por favor, ¿siiiiiiii?- suplicó cual niño de cinco años. Su madre le lanzó una mirada de falso fastidio y le sonrió. Le indicó que se sentara en la silla.

Los mechones caían uno a uno y Hyde sentía su cabeza cada vez más ligera. Su madre le había quitado el espejo de la mano y le había dicho que no mirara hasta que terminara.

-Listo…- Le quitó la toalla de los hombros y le sacudió la ropa con ella. Hyde se pasó las manos por el cabello ahora corto. Se sentía diferente, pero bien. Tomó el espejo y se miró. Lucía mucho más joven. Ahora llevaba el cabello hasta debajo de la barbilla. Se quedó mirando su reflejo un poco más. -¿No te gustó?

-Sí. Me encanta. Gracias, mamá.- le agradecía con una gran sonrisa y un beso fuerte en la mejilla.

 

********************************************************************************

 

La voz femenina del altavoz anunció que aquellos con destino a Londres debían pasar a checar su boleto y registraran su equipaje. Hyde, que iba acompañado de Misoguchi-sensei, le agradeció y se despidió de él.

Mientras Hyde hacía fila para poder abordar el avión que lo llevaría un poco más cerca de su sueño, una voz tímida se alzó por sobre el bullicio propio de una terminal. Hyde se volvió extrañado, mirando a todos lados, buscando al chico que le llamaba con una mescla de temor y desesperación en su voz.

-Yuki….?

-…Hyde...- Se acercó el rubio un poco temeroso de que su amigo, si es que aún podía considerarlo su amigo, se alejara o peor, lo corriera de allí.

-¿Qué haces aquí, Yuki?- Salió de la fila para poder acercase más y hablar más cómodamente.

-Escuché que te vas a Londres… y yo, quería despedirme.- Hyde sólo lo miraba. –Y disculparme Hyde, yo… no fue mi intensión hacerte daño, yo… Perdóname…yo quería decírtelo, cada vez, pero….

-Realmente lo quieres, ¿no?- a Yukihiro le sorprendió la pregunta. Simplemente asintió. –Entonces está bien. 

-¿Qué?

-Si ustedes se quieren, por mí está bien.- dijo. En ese momento la chica encargada en el mostrador le pidió que se acercara. Hyde se volvió y con una sonrisa asintió. –Realmente me molestó que me mintieran. Debieron haberme dicho.

-Lo siento.- repitió Yuki.

-Les deseo lo mejor…

A Yukihiro se le iluminó el rostro al escucharlo. Sólo atinó a asentir vehementemente mientras observaba a su amigo acercarse al mostrador y entregar su boleto.

-¡Hyde, -le gritó antes de que desapareciera por las puertas de abordaje. –luces genial con ese nuevo corte. Te queda muy bien!

Hyde sonrió al escucharlo y se pasó una mano por su cabellera. Entonces desapareció…

Yukihiro volvió feliz en busca de Ken. No habían vuelto a verse desde lo sucedido con Hyde, y realmente le extrañaba.

 

Fin del cuarto capítulo. 

 

Notas finales:

¿Les gustó?

 

Continuará... 


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