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MEMORIES por Sakurako

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Notas del capitulo:

Hola. 

Hoy es un capítulo corto pero igual espero les guste. 

Capítulo IX

ANATA

 

Pensando en el pasado, desde ese día he subido la escalera que

Se extendía hasta el cielo, paso a paso pero, no importa dónde

Busquen mis ojos No había nada, nada en lo que pueda confiar.

Pero en tiempos felices y tristes, tú estabas allí conmigo.

Como esa estrella brillando sobre el bote flotando en un oscuro

Mar sin un mapa mi corazón brillará por siempre porque tú estás allí.

 

PRIMERA PARTE

 

-K-Ken... no hagas eso…

-¿No te gusta…?- la voz ahogada, susurrada en el oído le provocó una nueva descarga de placer que se concentró en su vientre bajo.

Recostados en la cama, en SU habitación, Ken embestía a su pareja desde atrás, con una parsimonia imposible, mientras le masturbaba con la misma lentitud. Yukihiro sostenía la mano del moreno que descansaba en su cadera, y con la otra le sujetaba la que trabajaba su sexo.

-Ken… estoy volviéndome loco… más rápido… por favor…- gimió. Ken comenzó a acelerar las envestidas. Las caderas de Yukihiro seguían el ritmo. Ahora sí estaba conforme, sentía su vientre arder, no tardaría mucho en acabar. Y de repente, Ken se detuvo.

-Oye!!- protesto con voz ronca, seca. Ken salió de su interior y entonces se colocó sobre él, se llevó las piernas del rubio a sus hombros y volvió a penetrarlo. Yuki gimió fuerte. Ken se acercó para besarlo, lo besaba con desesperación, hambriento.

Los movimientos se aceleraron, no eran violentos sino, más bien, apasionados. En cada envestida, las rodillas de Yukihiro golpeaban su pecho, esta posición era realmente excitante.

Los gemidos llenaban la habitación, estaba perdido en las sensaciones, y entonces, Yukihiro se inclinó para ahogar un grito en el hombro de Ken, mordiéndolo ligeramente. Aún en esas circunstancias, estaba consciente de que un niño dormía a unos cuantos metros de allí y lo que menos quería era despertarlo y que les descubriera en esa comprometedora situación.

Afortunadamente Ken se había asegurado de cerrar con llave la puerta.

-Me gusta tanto tu rostro cuando te vienes…- le dijo separándose ligeramente de él.

-Eres un idiota. No digas esas cosas.- Se habría reído, pero aún seguía saboreando el orgasmo. Se acomodó sobre el pecho del moreno. Ken le rodeó con los brazos y ambos se acurrucaron.

Permanecieron en silencio un rato, mientras se normalizaban sus respiraciones.

-¿Qué pasó con el perro para Yuudai?

Ken estalló en carcajadas. –¿En eso estabas pensando? La verdad es que me siento algo decepcionado.

-¿En qué pensabas tú?

-En cómo te estremeces cuando pongo mi… ¡AUCH!- Yukihiro le había mordido en el pecho. –Tú preguntaste…

-Entonces, ¿qué pasó con el perro?

-Él no quiere ir a menos que tú nos acompañes.

-Esperaba que Yuu dijera eso.- sonrió.

-Lo estás malcriando, Yuki-chan…- le dijo y trepó sobre su cuerpo para comenzar a “castigarlo” con besos y caricias. –Ya hablando en serio, ¿sabes qué me preguntó hoy?

-Hummm… ¿qué?

-Me preguntó si podía llamarte “papá Yuki”.- Yukihiro se tensó. No estaba seguro por qué, sorpresa, felicidad o miedo.

-Y, ¿tú qué le dijiste?

-Que te preguntara a ti.- Yukihiro se separó del abrazo y se sentó en la vera, buscando sus pantalones. -¿Te molesta?- le preguntó Ken un poco extrañado.

-¿Qué? No, para nada.

-¿De verdad?

-Sí, yo sólo pensaba en… no importa.

-Claro que importa. ¿En qué pensabas?

-En… en su madre, digo, no creo que a ella le gustase que su hijo... quiero decir, yo…

-Midori no debería tener problemas con nada. Yuudai es un niño muy inteligente y entiende perfectamente lo que tú significas para mí. Además, él te quiere mucho y estoy seguro que sólo quiere demostrártelo de alguna manera. Creo que esa es su manera.

Yukihiro seguía con la mirada vuelta hacia la pared, en silencio.

-No tienes que esforzarte con Yuudai, él entenderá si...

-NO. Está bien. En realidad, me haría muy feliz que el pequeño Yuu-chan me llame… papá.- Se volvió hacia Ken y este pudo notar que decía la verdad.

Ken entendía perfectamente, para Yukihiro la palabra “padre” tenía un significado totalmente diferente. Si bien el padre de Ken no había sido tan comprensivo como debería, al menos Ken tenía la seguridad de que todo, errores incluidos, lo había hecho porque le quería. Así que Ken entendía que para el rubio era una gran responsabilidad el que el pequeño niño lo considerara parte de la familia, más que eso, su padre. Ken gateo desde su lugar quedando detrás de Yukihiro, se inclinó y comenzó a repartir besos por su espalda desnuda. Yuki giró el rostro con una sonrisa y los ojos cerrados (seguramente para disfrutar aún más de la sensación) y entonces Ken le besó en los labios. Y entonces una lágrima se rodó.

-Yuki, pero qué… ¿por qué lloras? ¿qué hice?

-Me haces el hombre más feliz del mundo. Sólo eso.- volvió a besarlo.

-Por un segundo me preocupé.

-Humm… ¿a qué te refieres?- preguntó, aún con los labios del moreno sobre los suyos.

-Bueno, ya sabes, con eso de que no estamos casados ni nada de eso…

-Idiota.- le empujó, pero Ken se lo trajo con él, quedando ambos tendidos de nuevo. El rubio sobre el moreno.

-Lo digo en serio, Yuki. ¿No te gustaría que nos casáramos?

 -¿Es una propuesta?

-¿Es un sí?

-Idiota.

Fue todo lo que respondió antes de besarlo de nuevo y luego huir al baño.

 

********************************************************************************

 

-¿Entonces, la conociste?

-Ajá…

-Bueno, ¿y?

-No lo sé papá, fue extraño. Yo creí que al verla la odiaría, ya sabes, porque ella me abandonó y todo eso, pero…

-Es difícil odiar a alguien cuando te das cuenta de lo difícil que ha sido su vida, ¿no es cierto?

-Ella no es... no lo sé… justo ahora me siento muy confundido. Qué tonto soy, ¿verdad?

-Claro que no eres ningún tonto. Ey, tranquilo.- le pidió su padre al notar que comenzaba a tensarse. Ambos estaban en el restaurante de los Takarai, aún vacío, recargados en la barra, hablando tranquilamente.-Está bien sentirse confundido.

Esa mañana Hyde había llegado sin avisar, muy temprano. Luego de rechazar la invitación del diseñador a desayunar, lo había decido. En realidad había sentido esa repentina urgencia de hablar con su padre. Así que ahí estaba; recargado en la barra que tantas veces había ayudado a limpiar, contándole todas sus penas a su padre.

-La próxima vez podrías acompañarme.

-Te refieres a, ¿visitarla?

-¿Te importaría?

-Claro que no, pero… yo creo que deberías hablar antes con ella.- Hyde pareció entristecerse un poco, pero luego asintió. –No es correcto aparecer en la puerta de alguien con un invitado sin avisar.

-¿Crees que a mamá le habría molestado que yo…?

-Jamás. Ella siempre quiso que tú fueras feliz. Y ella sabía que para que tú fueras feliz necesitabas entender de dónde venías. Así que seguro te habría animado.- rio fuerte. –Dios, seguro ella misma te habría llevado.

Hyde no pudo evitar que una sonrisa triste se formara, el recuerdo de su madre aún le dolía, y Hiroki se dio cuenta del cambio de ánimo de su hijo. Ansiaba que llegara el día en que podrían hablar de Mizuki sin sentirse tan perdidos sin ella.

Ambos que quedaron en silencio un momento, luego Hiroki decidió que era hora de hablar con él, pedirle aquello que venía pensando desde hacía semanas. Aquello que venía anhelando hacía semanas.

-Sabes, Hide-chan, he estado pensando…- Hyde le miró atento, su padre sólo utilizaba ese tono de voz para con Mizuki cuando quería convencerla de hacer algo. Se sintió afortunado de que lo utilizara también con él. –La casa es muy grande, yo apenas y utilizo el estudio y la recamara, y ya que las cosas están mejorando entre Tetsu y tú, pues, pensé que bien podrías regresar aquí. Juntos, Tetsu y tú. Prometo que no los molestaré, y…

-Aguarda. ¿Me estás pidiendo que me mude aquí, contigo?

-Bueno, en mi cabeza no sonaba tan mal.

-Además, las cosas entre Tetsu y yo están, no estoy seguro de cómo están, pero no creo que pueda pedirle que venga a vivir conmigo de nuevo nada más así. Y mi pintura… yo…

-El jardín es un gran lugar para pintar. Es bastante sereno y realmente inspirador. Además, si le pidieras cualquier cosa a Tetusya, estoy seguro que diría que sí. Ponlo a prueba y verás.

-No lo sé, papá. Las cosas entre Te-chan y yo son… complicadas.

-La verdad es que, estar solo en esta casa tan grande... sabes, nunca me sentí solo aquí, tu madre llenaba toda mi vida y ahora… no te habría pedido algo así pero realmente te he echado de menos, y yo no me estoy haciendo más joven, y pensé que tal vez te gustaría volver a tus raíces, no sé, sentar cabeza aquí.

-No sabía que te sentías así, siento mucho haberme distanciado. Te prometo que lo pensaré, ¿de acuerdo?

-De acuerdo.

 

********************************************************************************

 

-Démosle la bienvenida a Awaji-san. Su profesor durante el siguiente ciclo escolar.

-¡¡Bienvenido Awaji-sensei!!!- corearon los alumnos.

-Gracias.- Agradeció al subdirector y saludó a sus nuevos alumnos.

Ya era oficial, el siguiente primero de septiembre se uniría al plantel escolar. Estaba feliz, durante semanas había pensado en trabajar como tutor, también la biblioteca había pasado por su mente; en realidad él sólo quería trabajar, hacer cualquier cosa y dejar de sentirse inútil. No quería admitirlo pero odiaba haber dejado su escuela en Kansai, aunque estaba feliz con los informes que Imai-san le enviaba mensualmente. En fin, ahora se sentía realmente entusiasmado.

Este día sólo habían sido presentaciones, entrega de planes de estudio, nada especialmente significativo, pero Yukihiro se había sentido muy animado. Más aún cuando al salir del edificio se topó con los chicos que se encargaban de entregar la comida para el comedor de la escuela.

-¿Yukihiro?- le detuvo uno de los chicos que llevaba varias charola cargadas. Un joven al parecer en sus veintes, no muy alto, delgado y el cabello alborotado, lo llevaba debajo de la barbilla. Eso le hacía ver algo desaliñado, pero a la vez un poco bohemio. Tenía un rostro fino, algo en su rostro le pareció familiar a Yukihiro.

-¿Qué?

-Eres tú, ¿no es cierto? Yukihiro… Yukihiro Awaji.

-S-sí… perdón, ¿te conozco?

-Sabía que eras tú.- Yuki se quedó mirándolo con el ceño fruncido, estaba haciendo verdaderos esfuerzos por recordar. –Oh, lo siento. En realidad yo era muy pequeño cuando nos conocimos. Yo soy Nao…- dijo apuntándose así mismo. –Nao Aoyagi, el hijo de...

-Izumi Aoyagi.- Susurró, cayendo en cuenta. –Claro que te recuerdo. ¿Cómo está tu madre? La he extrañado mucho, me gustaría poder visitarla.

-Ella, ella murió hace dos años.

-¿Qué?- Realmente le entristeció la noticia. De verdad habría querido volver a verla, agradecerle todo lo que había hecho por él. De alguna manera, ella había sido la única madre que había conocido. –Yo… siento mucho escuchar eso… yo…

-Ella nunca se olvidó de ti. Siempre hablaba de ti como si fueras un más de la familia, otro hermano para Makoto y para mí. Mi madre te quería mucho.

-¿Tienes algo de tiempo? Me gustaría que charláramos un rato.

-Claro, sólo déjame entregar esto en la cocina y nos vemos en el café de enfrente.

Yukihiro asintió y se dirigió hacia el mencionado café.

Mientras estaba sentado, esperando por el pequeño Nao (bueno, ya no tan pequeño), no pudo evitar recordad el día que lo había conocido, de eso hacía ya tantos años. Se sentía un poco avergonzado porque en todo este tiempo no había pensado mucho en la Sra. Aoyagi, pero es que pensar en ella le llevaba inevitablemente en pensar en su padre.

-Siento haber tardado tanto.- saludó el chico al sentarse a la mesa frente al profesor.

-Está bien. En realidad espero no importunarte en tu trabajo.

-No, está bien. Entonces, ¿sobre qué querías charlar?

-La verdad es que me gustaría que me pusieras al tanto de lo que ha pasado por aquí.

-Bueno, ¿qué puedo decir? por aquí nada ha cambiado mucho, en realidad. ¿Recuerdas el cine de la calle principal? Pues ahora es una plaza comercial. Hummm, qué más….-se tomó el mentón, pensativo. –Ah, ¿recuerdas el centro comunitario? Pues ahora es un museo. La verdad es que todo sigue más o menos igual por aquí.

-Y Makoto-chan, me gustaría mucho saludarlo.

-Ah, él está viviendo en Tokio, tiene un trabajo muy importante. Aunque no estoy muy seguro de lo que hace. Su oficina es gigantesca.- sonrió.

-Y tú. ¿Qué tal has estado?

-¿Yo? pues… no me quejo. Luego de lo de mamá, Mako-chan quería llevarme con él a Tokio, pero yo preferí quedarme aquí. Morita-san, mi jefe, me ha ayudado mucho. ¿Sabes? Él ayuda a los chicos en problemas, no que yo haya estado en problemas ni nada de eso, pero él me ha ayudado mucho a mí. Me dio un lugar donde vivir y me dio trabajo. Nosotros cocinamos y entregamos el desayuno y comida para seis escuelas de la zona.

-Eso es genial.- dijo y luego por fin preguntó. –Aoyagi-san, ella, ¿puedo preguntar qué le ocurrió?

-Hace muchos años ella enfermó. Makoto y yo le pedimos que dejara de trabajar, le dijimos que era nuestro turno de apoyarla, pero ya sabes cómo era, se negó. A veces pienso que no era por el dinero que trabajaba tan arduamente, sino porque le gustaba ayudar a las personas, cuidar de ellas.

-Así que seguía cuidando chiquillos problemáticos como yo.- sonrió.

-No sólo eso. Ella consiguió un título de enfermera. Tomaba clases nocturnas. Así que cuidaba de niños, ancianos, cuantas personas la necesitara.

-Ya veo.

-Creo que en cuanto a tu padre, ella se sentía un poco comprometida con él. Siempre intentado hacer algo por él.

-¿Mi… mi padre? ¿A qué te refieres?

-¿No lo sabías? Tu padre regresó hace años. En cuanto mi madre se enteró comenzó a frecuentarlo. Ella se encargaba de la limpieza en la casa y de cocinarle, ya sabes, lo de siempre. Cuando su enfermedad se agravó tuvieron que hospitalizarla, tu padre la visitaba todos los días. En realidad era interesante verlo ahí; llegaba muy temprano, sacaba un libro y se quedaba ahí todo el día leyendo, sin decir una sola palabra. Creo que a mi madre le gustaba eso, supongo que la hacía sentir importante. Él fue al funeral, lloró por ella. En realidad nunca creí que tu padre fuera del tipo que llora por nadie. Oh, lo siento, no quise decir eso…- se disculpó.

-No, está bien. Yo también lo creía.

Yukihiro no estaba seguro de cómo sentirse con todo eso. Quería hacer preguntas, había tantas revoloteando en su mente, pero temía a las respuestas. Así que era hora de cambiar de tema.

-Escucha, si no te molesta me gustaría mucho visitar la tumba de Aoyagi-san.

-Claro, en el cementerio junto al lado del alcornoque, mi padre también está allí.  

-Gracias.

-¡Maldición! Tengo que irme, aún tengo cuatro escuelas que visitar.

-Sí, siento haber interrumpido tu hora de trabajo.

-No, para nada. Es genial haberte visto de nuevo.

-Por favor, saluda a Makoto-chan de mi parte la próxima vez que hables con él.

El chico asintió antes de salir corriendo. Yukihiro se quedó en la mesa, pensando en todo lo que le había contado. Su padre… por qué todo le hablaba de su padre, ¿acaso era la ciudad?

 

********************************************************************************

 

-Entonces… somos amigos…?

-¡Oh, por Dios, lo viste!

-Sí, fue bastante… interesante.

-Lo siento, Doi… Hyde. Creí que tú estarías allí y me dije, ¿por qué no?, ya sé que fue una estupidez, yo no sé en qué estaba pensando.

-¿En mí?- preguntó con una sonrisa coqueta.

-Y-yo…- tartamudeó. Hyde lanzó una risilla agradable, sincera, de esas que hacía un millón de años no escuchaba. Música para sus oídos, pensó.

-Relájate, Tetchan. No es como si estuviera enojado ni nada de eso.

-Sólo quería verte.- ambos  sonrieron. –Perdóname, sé que fue muy arriesgado, haber ido allí y que esa reportera me interceptara, yo…

-Hey, si te refieres a…

-Yo sé lo importante que es para ti mantener tu vida amorosa, quiero decir,-se corrigió enseguida -¡personal!,- enfatizó -en privado. Realmente lo lamento.

-Amorosa, ¿eh?

-No quise…

-Está bien, Tetchan. Nunca me molestó que sepan que me gustan los hombres, en especial si ese hombre eres tú. En realidad, en aquel entonces yo estaba pensando en tu familia. Sabía… sé lo mucho que a tu familia le importan las apariencias.

Tetsuya se quedó mirándolo. Pensar que tuvo que perderlo, sentirlo tan lejano, sólo para darse cuenta que seguía siendo el hombre del que se había enamorado.

-Entonces, ¿Por qué no estuviste ahí?

-No tenía ningún sentido. Masahiro me contó lo que la agencia estaba haciendo. Eso fue… “una barata de arte” ya sabes; para deshacerse de mis últimos cuadros.

-Masahiro-san nunca haría algo así.  

-Lo sé…-Hyde se recostó en el sofá.

-Me contó que desde hace tiempo eres independiente.

-¿Te contó? ¿Desde cuándo hablas con él?

-Oye, él sólo se preocupa por ti.- le lanzó una mirada de advertencia y luego de chistar, Tetsu continuó. –Me contó que desde mucho antes de… tú sabes, de que comenzaran nuestros problemas.- Hyde seguía mirándolo. -¿Por qué no me lo dijiste?

-Tú tenías suficiente con tus propios problemas.

-Todo fue culpa mía, ¿no es cierto?

-No. No todo…

Tetsuya quiso disculparse nuevamente pero no lo hizo, en su lugar le dedicó una sonrisa franca, la más sincera que tenía. Hyde e devolvió la sonrisa y decidieron dejar el tema de lado.

 

*******

 

-No entiendo tu pregunta.

-Vamos, Hyde. Hace meses que Tetsuya viene a tu departamento todos los días, sin falta y pasa las tardes contigo. ¿Y me dices que no ha pasado nada entre ustedes dos? ¿A caso me crees tan tonto?

-Es… complicado.

-Claro que no es complicado. Tú eres complicado.

Ambos permanecieron un rato en una lucha de miradas. La que por supuesto Hyde ganó.

-¿Entonces me dirás lo que ha estado pasando entre ustedes? ¿Volvieron?

-Él viene, es cierto. Pero sólo me ayuda con mi nuevo estudio, el que estoy montando a unas cuadras de aquí. Y él, no sé, viene y hablamos de cosas, me ayuda un poco, cocina algo y luego él… De verdad, no ha pasado nada. Créeme.

-De acuerdo. Como quieras.- se levantó del banco y bebió la cerveza de un trajo. –Mejor me voy, tu… “no novio” ya no tarda. Y no me gusta hacer mal tercio.

-Arimatsu,- el hombre se detuvo en la puerta y se volvió. –Gracias.

Arly asintió y entonces salió del departamento llegando al ascensor en el momento justo en que las puertas se abrían y eran atravesadas por el diseñador. Ambos se saludaron con un gesto de mentón.

 

********************************************************************************

 

Cuando era un niño, esas mismas calles parecían tal largas e interminables, el sol seguía brillando con la misma intensidad, a pesar del frío. Por un momento, para Yukihiro fue como si el tiempo hubiera vuelto atrás y ahora volviera de la escuela, camino a casa, un poco ansioso por encontrar a Aoyagi-san en la cocina sirviendo su acostumbrado plato de arroz y curri. Entonces fue ese recuerdo, el de la señora Aoyagi, el que lo trajo de regreso a la realidad.

-¿A dónde vamos exactamente?

-El parque está justo del otro lado.- contestó Ken. Yuudai iba más adelante, contento de saber que de regreso sería con un perrito en sus manos. –Oye, ¿estás bien?- preguntó, pasando la mano por la espalda del rubio, se notaba tenso y nervioso.

-Sí.- suspiró.

-¡Papá, rápido!

-¡Ya vamos, Yuu-chan! ¿Seguro que estás bien, Yuki?

-Sí, es sólo que…

-¡SHIRO-SAAAAN!- el grito del chico lo interrumpió, pero la visión dejó a Yukihiro en shock.

-¿Yuki?

Yukihiro se quedó a medio camino, con la mirada clavada en el hombre sentado en la banca vigilando pacíficamente al montón de perros comiendo a su alrededor. Su rostro se petrificó cuando el hombre le devolvió la mirada, se puso de pie y pareció intentar acercarse hacía él. Entonces Yukihiro dio media vuelta y casi corrió de regreso dejando a Ken y al pequeño Yuudai bastante confundidos.

-¡YUKI!

Ken fue tras Yukihiro, sabía que algo le ocurría. Y sabía que ese algo era causado por ese hombre, Shiro-san.

-¡Yuki, espera! Oye, hey….- le dio alcance y le volvió del hombro. –Oye, ¿qué ocurre? Háblame…

-Ken…- se abrazó a él. Su respiración agitada y ese ligero temblor comenzaron a asustar a Ken.

-Yuki, ¿qué pasa?

-Ese hombre… él es… se parece, se parecía mucho a mi padre.

-Creí que tu padre estaba en Tokio.

-Sí, eso creo.- suspiró profundamente para poder controlar su nerviosismo. -¿Dónde está Yuudai?

Ken se volvió asustado y entonces vio al niño corriendo para alcanzarlos y luego notó al pequeño cachorro que le seguía.

-¡Mira papá, Shiro-san dijo que puedo quedármelo!- estaba realmente entusiasmado.

-Yuudai, no podemos aceptarlo. Primero tenemos que hablar con Shiro-san

-Ken, por qué no vas tú. Yuudai y yo podemos quedarnos aquí, esperándote.- Ken no pareció muy contento con la idea, pero sabía que algo le pasaba así que accedió al fin.

-Ahora regreso... no se vayan sin mí, ¿eh?

*******

-¿Shiro-san?

-¿Quién pregunta?

-Hola, soy Ken, Ken Kitamura, el padre de Yuudai, el niño al que le acaba de dar uno de sus perros.

-No se lo di, me debe cincuenta yens.

-Claro, claro…- dijo y comenzó a buscar su cartera en el bolsillo trasero del pantalón.  -¿Es su nombre “Shiro”?

-¿Qué clase de pregunta es esa?

-Bueno es que…

-Jamás creí que Yukihiro volvería a este lugar.- dijo el hombre aunque pareció más un pensamiento en voz alta. Hizo un gesto de negación. -Puedes decirle a Yukihiro que no era yo. Te creerá, porque seguro prefiere que no sea yo.

-Entonces, usted es su padre. El padre de Yuki.

-Gracias por el dinero.- dijo tomando el billete y comenzando a alejarse.

-Oiga, espere. ¿De verdad es usted Yoshiro Awaji?

-Ese niño debió heredar la inteligencia de su madre…

-Sí, bueno. Lo siento. Es sólo que, tal vez Yuki y usted…

-Adiós, muchacho.

-¡Oiga, espere, por favor!- pero a pesar de sus esfuerzos el hombre siguió su camino.

*******

Ahí estaban los dos, Yukihiro sentado con la mirada perdida en algún punto en sus pies; y el pequeño Yuudai, jugando con el cachorro. Yukihiro lucía triste, perdido, tal vez un poco asustado.

-Listo. Podemos irnos a casa.- Anunció Ken intentando aparentar normalidad. Yukihiro le miró y simplemente asintió.

Los tres regresaron a casa, los cuatro, en realidad.

Yuudai corrió buscando cosas para armar una casa improvisada para el perro. Ken había prometido que irían a la tienda de mascotas a comprar lo indispensable, pero decidió que hasta mañana, quería llegar a casa lo antes posible y poder hablar con Yukihiro.

 

-Yuki, ¿seguro que estás bien?

-Humm? Sí, Ken. Sólo estoy algo cansado. Iré a recostarme un rato.

Yukihiro se retiró a su habitación, sin prestar atención a Ken o al niño que corría como loco por toda la casa, estaba ensimismado.

Comieron, cenaron y Yukihiro no salió de la habitación, entonces Ken comenzó a preocuparse aún más. Preparó una charola y se dirigió al cuarto, al entrar encontró a Yukihiro recostado con la mirada perdida en la ventana, mirando algo a través de ella.

-No bajaste a cenar así que te traje algo. ¿Tienes hambre?- preguntó al tiempo que dejaba la charola en el buró.

-Vi una batería en la tienda de empeño. ¿Te molesta si hablo con Akira-kun para que hagan el estudio a prueba de sonido?, me gustaría comenzar a practicar de nuevo.

-Me parece perfecto. Pero sabes que yo puedo hacer eso, ¿cierto?- se sentó a su lado -Puedes hacer  lo que quieras, esta casa es tuya.

El silencio se instauró entre ambos. No era un silencio incómodo, pero era uno raro. Yukihiro se inclinó hacia la charola y antes de llegar a ella, las palabras brotaron sin darse cuenta.

-Era él, ¿verdad?- preguntó. Había temblor en su voz.

-¿Te sentirías mejor si te digo que no?- Los labios de Yukihiro se curvaron ligeramente, justo antes de negar. –Eso pensé.

Yukihiro se puso en pie de un salto tan repentino que asustó a Ken, entró al baño y se lavó la cara y luego regresó a la habitación, se acercó la charola y tomó el primer bocado.

-Mmmm… está delicioso, Ken.

-¿Verdad que sí?

Justo cuando se llevó el segundo bocado a la boca, una lágrima rodó; no pasó de la mejilla, Yukihiro la alejó enseguida.

-Él arruinó mi vida, Ken. Él siempre me odió.

-Vamos, Yuki, no digas eso. Estoy seguro que…

-Me odiaba, Ken.- le interrumpió. Devolvió el plato a la charola y se recostó en la cama. –¿Sabes cuál es mi primer recuerdo de él?

Ken no respondió, y Yukihiro no esperó a que lo hiciera, simplemente continuó.

-En el colegio debíamos hacer algo, no recuerdo qué, era algo para nuestras madres, recuerdo haberle preguntado cómo era ella y él enloqueció; sus ojos se desorbitaron, se puso tan rojo que creí que estallaría, me asusté, Ken. Comenzó a gritar, él dijo que era mi culpa, él dijo: “debiste ser tú, no ella. Tendrías que haber muerto tú”- suspiró fuertemente y entonces se volvió y miró a Ken, este le devolvía la mirada desde arriba y Yuki se sintió insignificante, tan pequeño. -Tenía, no sé, cinco o seis años y aún lo recuerdo. Siempre lo recordaba, no importaba qué tan profundo intentara enterrarlo, siempre estaban ahí esas palabras, incluso si entonces no entendía lo que significaban… lo sentía. ¿Comprendes, Ken? sentía su significado.- un silencio más. –Ya no gastaré más energía en él, ya no…

Ken no sabía qué decir así que hizo lo único que se le ocurrió; se recostó a su lado y lo abrazó lo más fuerte que pudo. Yukihiro no lloró, no dijo nada más, simplemente aceptó el abrazo y cerró los ojos. Cuando estaba con Ken todo era mejor.

 

Notas finales:

No estoy segura, pero, tal vez, a lo mejor... este sea el último capítulo. 

 

Cuéntenme qué les parece. 

 

Continuará....


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