Las manos de Minsoo estaban sobre la cadera de YoungMin, las yemas de sus dedos se posaron sobre la piel desnuda del menor. Empujó su pelvis lentamente.
-Ahh…-
-Shh.- el tenue susurró de Minsoo se deslizó desde sus labios pasando por la nuca de YoungMin hasta aterrizar en su oído.
YoungMin presionó su mandíbula para reprimir cualquier sonido que pudiera emitir sus labios.
Minsoo recargó la barbilla contra la clavícula más pequeña, aspiró el agridulce aroma del shampoo mezclado con el sudor, temblando de la excitación que le provocaba los pequeños temblores que sacudían el cuerpo de YoungMin.
Pasó la punta de su lengua por su labio superior.
Antes de que las yemas de Minsoo le tatuaran la piel, retiró sus manos de la pared para posarla sobre la posesiva del mayor, presionó sus dedos intentando que le soltara.
-Por favor.- susurró YoungMin proponiendo un intercambio; separando sutilmente sus piernas y elevando ligeramente su cadera. –No quiero tatuajes.-
Sonrió de medio lado, cedió retirado sus manos de la pelvis del menor, dio un paso hacia adelante pegando su pecho contra la espalda cubierta aun con tela de YoungMin, obligándolo a pegar su mejilla contra la pared.
Empujó levemente nuevamente su falo, escuchando los pequeños y dulces gemidos reprimidos de YoungMin. Veía su perfil, se deleitaba al verlo fruncir el entrecejo a cada movimiento profundo que ejecutaba contra su cuerpo.
Dirigió su mano a la pelvis de Minsoo que no paraba de moverse lento, intentaba hacer que parara, pasó saliva al ceder completamente al roce de su cuerpo contras las yemas de sus dedos, separó sus labios liberando un suspiro sonoro, lo suficiente tierno para que Minsoo sonriera orgulloso.
-Eres verano y yo mil tormentas.- susurró Minsoo cerca del delicado lóbulo del gemelo, provocándole más temblores, escuchando como la ética y moral rebotaba dentro de su cuerpo.
-Mph…-
-Soy el león que sonríe a tus paredes.- aprovechó la cercanía para besar ligeramente su oído, regalándole el sonido húmedo de sus labios.
-Te equivocas.- susurró YoungMin sonriendo, separando su rostro de la pared hasta poderlo girar por encima de su hombro, encontrando los ojos rasgados de Minsoo. –Soy fuego y tú… tú cenizas.-
“Todo arde si le aplicas la chispa adecuada.”
Frunció el entrecejo sintiendo como se aproximaba la cúspide del placer, aferró sus manos a la cadera de YoungMin para dejar el blanco esperma en lo profundo de ser, entonces observó el filo del colmillo del menor y finalmente abrió los ojos.
-Buenos días.- escuchó la voz de Leeteuk, frunció el entrecejo ligeramente molesto porque había sido un sueño, talló sus ojos y bostezó. -¿Dormiste bien, Chuchu?-
Iba a contestarle que “cómo bendito” a no ser de la humedad que sentía en su parte noble provocando que de inmediato tomara la cobija para descubrirse y salir corriendo hacia el baño más cercano.
-Supongo que dormiste bien.-
Sólo se miró al espejo sonriendo, se había sentido tan real. Quería probarlo. Debía hacerlo.
El fuego siempre es propio, la ceniza siempre es ajena.