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Aquel chico sin nombre por vane pahntomhive

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Notas del fanfic:

Kuroko no basket no me perteneces, solo utilizo sus personajes. 

Notas del capitulo:

Esta historia surgió de un sueño, y sin duda es mi mejor trabajo hasta ahora, así que estoy feliz de poder compartirlo con ustedes :D   

Esta es la historia de un niño sin nombre, un pequeño chico de cabellera carmesí y unos extraños pero hermosos ojos dispares, del lado derecho uno que igualaba su melena de un furioso magenta, del lado izquierdo uno dorado cual rayos de sol, un cuerpo pequeño, de baja estatura y piel blanca como la nieve recién posada en la tierra, un monstruo a los ojos de sus padres, su madre, una prostituta, su padre un alcohólico, criando a un niño que nacido en casa nunca obtuvo un nombre, llamado por un sin fin de impropicios como adjetivo, pero nunca pudo escuchar de los labios de alguien un llamado cariñoso que denotara que su presencia era requerida y a la vez aceptada, una vida entre gritos y golpes, castigos infundados, soportando las peleas en su casa, los maltratos de su padre y el desprecio de su madre, encadenado a una aislada habitación donde ni al más minúsculo de los rayos del sol se le era permitido el acceso, sin comida, sin agua, sin abrigo, un niño desamparado que solo conoció el sufrimiento, siempre con el anhelo de ser llamado, una vez, solo una vez por su nombre.

 

- Que final más triste para una vida tan corta

 

Menciono en un susurro inaudible un peliceleste de baja estatura que era cubierto por una capucha de un negro grisáceo mientras en sus blancas y pequeñas manos sostenía la guadaña de la muerte, sus ojos del mismo color que su cabellos, miraban con tristeza el cuerpo del pequeño pelirrojo, frio, tieso y sin vida, en su pecho la sangre se esparcía con rapidez mientras fluía al correr por sus brazos hasta empañar sus manos que descansaban inertes a un lado de su cuerpo, la pared que lo mantenía sentado había sido manchada de ese espeso liquido carmesí, y de pie delante suyo ese hombre que decía ser su padre sostenía el arma causante de la muerte de ese indefenso ser.

 

A, al fin había acabado, el niño ni una sola vez suplico ante los golpes de su padre o los numerosos maltratos, el momento en que su padre sostuvo el arma con la clara intención de asesinarle no fue la excepción, no era como si hubiese algo que lo obligase a aferrarse a la vida, no había nada para el, ese cuarto de cuatro paredes que lo mantuvo toda su vida prisionero, nunca le habían permitido leer o investigar el mundo exterior, así que, el atravesar esa puerta era su mayor anhelo, que clase de cosas podría encontrar del otro lado de esos muros, cosas que ver, cosas que oír, cosas que sentir o saborear, era un anhelo al que había renunciado hace mucho tiempo, después de todo moriría conociendo meramente el negro profundo de la oscuridad, pero más que la luz del sol o cualquier otro sueño que aya tenido, lo único que realmente le entristecía, era el echo de que dejaría este mudo sin haber conocido a esa persona que le diese un nombre, ese alguien que reconociera su ser y le aceptase, era lo único que lamentaba, y así a sus dieciséis años, la vida de un miserable chico llegaba a su fin.

 

 

El peliceleste se inclino a la altura del ya sin vida pelirrojo, era lamentable, no era su culpa, ese niño nunca provoco ningún mal y aun así se le negó el vivir, no era justo.

 

- Sabes, no puedo darte un nombre, ya que en el mundo de los mortales yo no existo...pero...puedo darte una segunda oportunidad para que encuentres a alguien que si pueda.

 

De inmediato luego de las palabras antes pronunciadas la guadaña de la muerte atravesó el cuerpo del niño, liberándolo de la condena de haber vivido esa, aunque corta, tortuosa vida.

 

 

 

Algunos años ya han pasado desde que el alma de aquel niño reencarno, es lamentable, se puede apreciar como un peliceleste de baja estatura es atravesado por las infinitas gotas de lluvia, que sin piedad caen sobre el cuerpo de un moribundo gato de suave pelaje negro, el pequeño ser que tiembla a causa del frio que cala hasta los huesos, con lentitud abre sus pequeños ojos para revelar una heterocromía donde el rojo magenta batalla contra el dorado, posa su vista en su acompañante y vuelve a cerrar sus ojos.

 

- “Así que...ya es la hora...he...”

 

Pensó el gato negro al verse frente a la guadaña de la muerte una ves más, el de mirada color cielo se inclino a su altura y con movimientos lentos y tranquilos comenzó a propinar suaves caricias en la pequeña cabeza del animal.

 

- Perdoname...es mi trabajo, ya no puedo darte una tercera oportunidad...lamento que aun no ayas podido obtener un nombre...pequeño chico...

 

Es cierto, aquel chico miserable había reencarnado como un pequeño gato salvaje, de un pelaje negro inmaculado, había sido abandonado después de nacer, dejado en la intemperie, allí, solo, en una pequeña caja de cartón, cubierto por una fina manta que no llegaba a opacar el frio de la noche, allí fue dejado junto a sus hermanos, uno a uno los vio ser llevados por sus nuevos dueños, pero él al ser un gato negro de la mal suerte y encima con esa rara enfermedad en sus ojos dispares, fue dejado atrás, al pequeño gato negro esto no le sorprendía, después de todo era normal que una basura como lo fue en su vida pasada sea destinado a propagar la mala suerte, porque si, el gato negro recordaba su vida pasada, y cansado ya de ver solo aquel retaso de cielo azul desde dentro de aquella caja de cartón decidió irse por su cuenta.

 

Aquel gato negro recorrió interminable mente las calles de aquella ciudad, también visito el bosque cercano a esta, un vez se metió en la camioneta de unos viajeros a hurtadillas y su destino final fue el mar, aquel niño por primera vez en ambas vidas pudo contemplar cantidades imponentes de agua, hasta donde el horrisonante se lo permitía, sentir el tacto de la arena bajo sus patas, el olor al agua salada y el rugir de las olas, aquel gato disfruto como nunca chapoteando en las aguas de aquel hasta ahora desconocido lugar, el gato negro continuo de esta manera, visitando lugares nuevos, trepando arboles, robando comida que parecía llevarlo al paraíso, viendo vistas increíbles, pero, siempre salvaje, nunca nadie quiso darle un nombre a es pequeño gato negro que atraía a la mala suerte...

 

Y aquí fue donde termino su travesía, en una pequeña ciudad, solo, bajo una tempestad, luego de haber sido arrollado por un auto...este era su final, la guadaña estaba siendo levantada y pronto todo acabaría, esta vez para siempre...

 

- Un gatito...

 

De repente la lluvia que caía incesante sobre el ya débil cuerpo del animal fue cesada de un modo abrupto, extrañado el gato negro abrió con lentitud sus dispares ojos para encontrarse con la imagen de un ángel, aquel chico que ahora estaba siendo empapado por la lluvia debido a que le había cedido su paraguas, cabellera castaña y ojos color chocolate, piel pálida, y sonrisa amable, ese chico se inclino hasta el mientras se quitaba la chaqueta y con mucho cuidado envolvía el cuerpo de aquel pequeño gato negro que había encontrado de camino a su departamento, se coloco de pie mientras que con sumo cuidado procuraba no lastimar el pequeño ser que ahora descansaba en sus brazos, la respiración del pequeño animal se veía pausada así que opto por acelerar el paso hacia su hogar...a lo lejos la sobra de un peliceleste que se quedaba atrás se iba desvaneciendo con lentitud, como si la brisa se lo estuviera llevando, solo el sabe con que destino.

 

Al llegar a su departamento donde vivía solo, el castaño deposito al pequeño animal en su sofá, de inmediato llamo a un veterinario y mientras esperaba cubrió al gatito con un par de mantas para que adquiriera calor, fueron veinte minutos los que tardo en arribar el veterinario, donde el castaño se la paso al lado del gato negro propinando suaves caricias.

 

Esa fue la primera vez del gato negro sintiendo tal cálido contacto, era una sensación que nunca había experimentado, el contacto era suave y reconfortante, podía sentir la respiración del contrario y el latir de su corazón a trabes de esa pequeña mano que no planeaba dejarle solo, por primera vez, el gato negro supo lo que era un caricia...

 

Los días que le siguieron a ese fueron de un constante peligro para la vida del gato negro, aun así este se sentía en el paraíso, ese castaño lo mimaba cada que tenia la oportunidad, siempre con movimientos suaves, de forma que no lo lastimara, lo alimentaba con sus propias manos, poniendo en su boca pequeños torosos de carne u otro alimento, ya que en su condición el gato negro no podía ponerse de pie, ademas de darle leche tibia con ayudad de una gringa, pero lo que más le gustaba era sin duda la amable sonrisa que este le dedicaba, lo cual el gato negro creía que era lo más hermoso que había encontrado en el mundo que se ocultaba detrás de las paredes que una vez lo mantuvieron cautivo.

 

Los meses pasaron y el gato negro se recupero, no del todo ya que cojeaba de una patita, pero ya no corría peligro de vida, el gato negro llego a enamorarse de aquel amable castaño al que no le importaba el color de su pelaje o el de sus ojos, quien siempre le mimaba y cumplía sus caprichos, el gato negro dormía junto al chico acurrucado entre las sabanas y los brazos de su amo, el gato negro desayunaba, almorzaba y cenaba con su amo, se subía a los muebles, rompía las cortinas, o ensuciaba los cojines del sofá con sus patitas sucias, pero ni una sola vez el castaño le reprendía o castigaba, mucho menos golpeaba, simplemente le cargaba y propinaba mil y un mimo, siempre con la misma frase -“mooo, pero que gatito tan travieso”- , el gato negro incluso acompañaba a su amo mientras se duchaba, lo único que odiaba más que nada era el que el castaño tuviera que salir de la casa dejándole atrás, las primeras veces que le había dejado solo, el gato negro entro en pánico al pensarse abandonado una vez más, pero pronto entendió que el castaño siempre volvía a su lado.

 

Pero lo mejor sin duda había sucedido una semana después de que el gato negro comenzara a compartiera hogar con el castaño, cuando el castaño llego a la casa con un precioso collar carmesí adornado por un bello cascabel dorado, y junto a este la placa plateada, con su nombre escrito en ella...

 

- Lo he pensado mucho...lamento que tardara tanto, tu nombre de ahora en adelante sera, Seijuuro, ¿Te gusta?

 

¿Si le gustaba? ¡Había esperado por ello dos vidas!

 

- Sabes Seijuuro, no puedo obligarte a que te quedes conmigo, así que si un día decides querer marcharte, esta bien, pero espero que no olvides que yo siempre te estaré esperando aquí, después de todo, ahora esta es tu casa...

 

Recito el castaño mientras con cuidado colocaba el collar al rededor del delgado cuello del felino, Seijuuro no lo pudo evitar y con todas sus fuerzas logro ponerse de pie para acunarse entre los brazos de ese castaño, esa persona de sonrisa amable no solo le había dado un nombre si no que le había obsequiado un lugar al cual regresar, al cual llamar hogar.

 

 

 

Dos años transcurrieron donde el gato negro fue increíble mente feliz, pero un día su amo comenzó a sentirse enfermo, estaba más pálido, se cansaba con mucha facilidad, y llego a votar sangre por la boca, la primera vez que vio al castaño perder el conocimiento por culpa de un fuerte dolor en su pecho, Seijuuro creyó que moriría de la angustia y el miedo, era su persona amada...y la estaba perdiendo.

 

No paso mucho antes de que al castaño se le diagnosticaran cancer al corazón, sin una posible cura, Seijuuro lo entendía, estaba perdiendo a su amable amo. En los días que le siguieron poco a poco la vida del castaño se iba apagando un poquito más, y Seijuuro lo acompañaba día tras día en su estadía en el hospital, un privilegio dado por el medico ya que era muy cercano al de mirada color chocolate.

 

Y aunque el gato negro sabia que iba a ocurrir, cuando tres meses después su amable castaño ya no abrió los ojos, pudo sentir como su corazón se estrujaba contra su pecho y mil dagas atravesaban su alma, provocando que de sus ojos comenzaran a emanar un hilo sin fin de delgadas lagrimas, que empañaba su heterocromática mirada, cuando vio frente de el a la figura del peliceleste no pudo evitar soltar un sollozo -”todo a terminado”- con ese pensamiento el gato negro se acuno más contra el frio cuerpo que ya no palpitaba de su amable amo, sintiendo por ultima ves su contacto y dejando que su esencia inundara sus fosas nasales.

 

- Lo siento...lo tengo que llevar conmigo...

 

Y así, mientras el gato negro cerraba con fuerzas sus ojos la guadaña de la muerte fue usada y el peliceleste desapareció, no sin ante susurrar un leve -Nos vemos...Seijuuro...-

 

El gato negro lloro toda la noche junto a su amo, quizás había obtenido un nombre, pero nunca fue capas de conocer el de aquel que fue su amado, y ahora nunca tendría la oportunidad de conocer el nombre del amable castaño y mucho menos pronunciarlo, por primera vez lamento haber reencarnado como un gato, y sin otra cosa que poder hacer, el gato negro derramo lagrimas eternas hasta que el amanecer llego y fue la hora de retirar el cuerpo del hospital para el funeral. El gato negro fue dejado en custodia del medico quien era amigo del castaño, su estadía en la casa del peliverde no duro mucho ya que el gato no quiso comer y pasaba las noches en vela pensando en que nunca mas seria capas de ver la amable sonrisa de su castaño, poco a poco fue dejándose arrastrar por la muerte y fue cuestión de no más de una semana para poder recibir una vez más la visita del peliceleste.

 

- “Así que viniste, por favor apresurate, porque este sentimiento es en verdad horrible”

 

-........

 

El peliceleste acto la orden del moribundo gato negro para hacer uso de su guadaña.

 

- Es una historia muy triste la que contó tu vida...Seijuuro...lo siento...no puedo darte una tercera oportunidad, pero aun así creo que puedo cederte a ti y a tu amado mi inmortalidad....después de todo he vivido miles de siglos, creo que ya es hora de que yo también tenga la oportunidad de encontrar a esa persona, no lo crees así....Seijuuro....

 

 

 

Nos sabia por que, pero una vez más aquel chico se encontraba a si mismo comenzando una nueva vida, con diferencia de que esta vez había nacido bajo el imponente apellido Akashi, ahora era un joven amo, sus padres eran dueños de las mayores empresas reconocidas mundialmente, podía obtener lo que deseara con el tronar de sus dedos, podía visitar cualquier parte del mundo con solo pronunciarlo, querido y amado por su madre, su padre aunque estricto siempre estaba hay para el, concurrió a las mejores escuelas, gano innumerables premios gracias a sus habilidades con el violín, su inteligencia y habilidades deportivas, aunque nada de esto le hacia feliz, aunque alguna vez deseo poseer todo eso, ahora lo que más quería era rencontrarse con su amado castaño, pero eso, era algo que sus padres no podían darle, sin importar toda la fortuna que poseyesen.

 

Y así nuestro joven amo creció hasta la edad de diecinueve años, un chico con una melena de finas hebras carmesí, mirada heterocromática y pálida piel, un chico frio, de actitud arrogante y poco tolerante, apodado el Emperador, siempre estoico y pulcro, alguien al cual no importa que, nunca le alcanzaras, un chico que creció aislándose de los demás, ya que lo ultimo que quería era enamorarse de alguien más que no fuera su castaño, y amigos no era algo que necesitara.

 

Pero todo sucedió en un parpadeo, cuando un día nuevo en la universidad daba comienzo, por los pasillos de la misma una sombra de melena castaña cruza a su lado, se abre paso en la multitud y se pierde al doblar una esquina, paralizado el pelirrojo no pudo moverse, no pudo ver su rostro, pero era él, estaba seguro, reconocería esa esencia donde fuera, sin importar los años o las vidas que transcurrieran, corre, corre, pero ya es muy tarde, se a ido, no sabe como pero una hermosa sonrisa se curvara sobre sus labios, era él, le había encontrado por fin, su amado también había vuelto.

 

Sin más que hacer el pelirrojo se dirigió a su salón don hoy seria impartida una nueva lección, al llegar como siempre ignoro a todo el mundo y tomo asiento al frente como ya era costumbre, el profesor tardo más de lo habitual en arribar a la clase lo que ya comenzaba a molestarle, para el pelirrojo la puntualidad era etiqueta básica, pero al abrirse la puerta nada más ya importo, ya que detrás del profesor estaba la melena castaña y esa amable sonrisa que sin descanso había perseguido tanto en sus sueños como en pesadillas, con la diferencia que ahora se veía más nervioso, pero aun conservando toda su calidez.

 

- Presten atención desde hoy este sera su nuevo compañero de clases que se acaba de transferir el día de hoy

 

Fueron las palabras del profeso, las cuales El pelirrojo ya no era capas de escuchar, ya que toda su atención se encontraba en la batalla de miradas, chocolate versus heterocromía que se llevaba a cabo.

 

El resto de la lección para el pelirrojo había sido eterna, hasta la tan anhelada hora del receso, donde sin reparo alguno se dirigió a la cafetería donde de inmediato pudo percibir la cabellera castaña de su objetivo, hasta el fondo del lugar, sentado solo en una mesa bacía, leyendo con mirada brillante y emoción contenida, el que podía reconocer como el libro favorito de su antiguo amo, sonrió sin percatarse con un inmenso alivio, seguía siendo el mismo, se acerco con paso firme y tomo asiento en la silla colocada al frente del castaño.

 

- Buenos días

 

Pronuncio asustando al contrario quien nervioso y sin saber que hacer regreso torpemente el saludo, después de todo, a diferencia del mayor este no poseía ningún recuerdo de su vida pasada y mucho menos de la mirada heterocromática de su querido gato negro que ahora era perteneciente al chico que seguro de si se presentaba al frete de su persona el día de hoy.

 

- Bue...buenos días

 

-Mi nombre es Akashi Seijuuro, llamame Seijuuro 

 

Menciono con una sonrisa, extendiendo su mano para que el contrario la estrechara.

 

- Kouki....Furihata Kouki

 

Menciono el castaño mientras que con nerviosismo entrelazaba sus manos con el contrario, sin saber que estaba cayendo en la garras del que se había convertido en su mayor depredador.

 

“Kouki, ese era tu nombre ¿he?, *risilla* esta vez no te me escaparas” Y así inicio la historia de nuestro largo y duradero romance.

 

 

Los años pasaron y Akashi logro su cometido, enamorar al que alguna vez le otorgo su nombre, a la edad de veintitrés años se descubrió que el castaño era un doncel al verse esperando al que seria el primogénito de su recién formada familia, de nombre Akashi Seishiro, nombre escogido, por supuesto por su madre, por insistencia del de mirada heterocromática, un niño que era una foto en miniatura de su padre, pero con la sonrisa de su madre. En este momento Akashi se encuentra viviendo en una pequeña casa, bueno, pequeña si es comparada con la de sus padres, junto a su amado castaño y su pequeño hijo de ya dos años, ni un solo día desde que se volvieron oficialmente una pareja el pelirrojo a dejado de recordarle a su castaño cuanto lo ama, y su hobby más preciado sin duda es cuando este pronuncia su nombre, con ese cariño que solo el castaño puede profesarle, sus vecinos, un pequeño peliceleste de baja estatura y profundos ojos color océano, Kuroko Tetsuya, junto a su pareja Kagami Taiga, un alto pelirrojo de mirada carmesí, su pequeña hija de no mas de tres meses quien es idéntica a su madre, y por ultimo su hijo mayor de la misma edad de Seishiro, de ojos carmesí y melena peliceleste, el cual a obligado a Seijuuro a poner rejas en la ventana de la habitación de su hijo, ya que este con el paso de los años, obtuvo la manía de escabullirse a hurtadillas a esta durante las noches, cosa que por supuesto, no fue de agrado para el sobre protector pelirrojo de mirada heterocromática, el cual, se negaba a entregar a su amado he inocente hijo. Claro, esto no impidió que junto al peliceleste se nos hiciéramos grandes amigos, nuestras familias suelen pasar todas las festividades juntas y ya que nuestro hijos parecen llevarse bien, aunque demasiado para mi gusto, pero, no dudo que a futuro nos convirtamos en una sola familia, después de todo, el poder estar con Kouki y mi hijo el día de hoy es gracias a ese pequeño enclenque de rostro inexpresivo y silenciosos movimientos, enserio, puede que ya no sea la parca pero sigue pareciendo un fantasma, más cuando aparece y desaparece cuando le da la gana sin que nadie lo note.

 

Quizás no es el final que esperaba para mi vida en un principio, pero sin duda es el mejor que pude obtener, y esta vez, voy a pronunciar tu nombre tanto como quiera, hasta cansarme o que mi garganta se desgarre, porque esta vez no dejare que te apartes de mi lado, “Kouki”, mi amado amo.

Notas finales:

Espero vernos pronto, y si lo merezco me gustaría conocer su opinión sobre esta historia Gracias por leer :)    


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