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Contra el tiempo por acuariuscorpio

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Notas del capitulo:

Hola a todos es un placer poder leer todos sus hermosos mensajes, por ello esto va dedicado a todas esas personitas que se dedicaron a leer esta historia.

Corro junto con Antares lo más rápido que podemos, él corre más rápido que yo, no obstante me mantiene firmemente agarrado del brazo, tanto que, me lastima. Trato de protestar, más él tratando de adivinar mis acciones me dirige una mirada gélida, tratando de darme a entender de que no tenemos tiempo para reclamos y esporádicamente le doy la razón.

-Vete a tu casa.- dice después de detenerse abruptamente- Es muy peligroso andar por aquí a estas horas.- estudio sus movimientos en señal de algo, aunque en realidad no sé qué busco, ¡Ni yo mismo me entiendo!

-Lo sé, pero tú también vete a tu casa- respondo tratando de moderar mi voz, pues la adrenalina aún corre por mis venas, pero él parece hacerme caso omiso.- porque…-dudo antes de hablar, pienso lo que estoy apunto decir- acabamos de presenciar un homicidio, debemos dar aviso a las autoridades.

-¡Ja!- escucho una risa sarcástica proviniendo de él al mismo tiempo que  se voltea violentamente a mi dirección- Escucha…

-Camus.-completo la oración.

-Sí, Camus, escucha ¿Crees que la policía creería en un joven como tú, de que acabas de presenciar un homicidio? No me hagas reír.- lo veo hacer una sonrisa torcida; a mi parecer sádica y sus ojos turquesa me miran de una manera amenazante. Un escalofrío recorre mi espina dorsal, más no doy señales de estar intimidado.

-Mira Antares, si me creen o no, no es tu problema, es el mío y si no quieres ayudar, pues tampoco a mí  me importa, así que déjate de nimiedades y déjame de darme órdenes- hablo lo más firme que puedo, mi pequeña “actuación” de valiente, al parecer sólo tuvo un efecto de cinco segundos, pues si Antares quedó sorprendido, cambió su cara por una de arrogancia.

-Camus, Camus ¿francés no? La verdad no me importa, pero, en Grecia las cosas son muy distintas que…-me dirigió una mirada llena de arrogancia- en tu país, aquí si hay un homicidio, los que se encargan de ello son “profesionales”, no “personas comunes” y para variar esos “profesionales” no piden la opinión de…-volvió a mirarme al mismo tiempo que se tocaba el cabello- gente común, así que deja de estorbar.

En ese instante tuve unas fuertes ganas de golpearlo, pero me contuve, no tenía por qué pararme a tratar de convencer a un desconocido acerca de mi postura, por lo que emprendí mi camino a paso rápido, sin ni siquiera despedirme, pero algo me detuvo, de nuevo su mano estaba posada firmemente sobre mi muñeca.

-Camus, ¿qué no los franceses son muy educados? –sonrió de manera genuina- pero ¡vaya!, sí que me  he equivocado, aparte de ayudarte a escapar, ni me das las gracias y te vas sin despedirte, mira nada más con el tipo de personas que me suelo encontrar.

-No debería importante- contestó de la manera más mordaz que creo poder. Me suelta para después poner sus brazos detrás de la nuca.

-No, en realidad eso no me importa en lo más mínimo, lo que me importa es que no hables y dejes a las autoridades hacer su trabajo, así que…-caminó unos pasos delante de mí- andando.

Lo admito, no lo soporté más, quise golpearlo y lo intenté hacer, pero debido a que él estaba más fuerte que yo, retuvo el golpe sin ninguna complicación.

-Vaya francés, deberías hacer ejercicio y comer más, no tienes fuerzas, no me extrañaría que allá- volteó su cabeza a dirección  donde ocurrió el asesinato- no pudieras levantarte como cuando te encontré intentando erguirte, así que agradece, que te acompañaré hasta tu casa.

Después de veinte minutos después ya estaba en mi casa, tal como había prometido Antares, me acompañó hasta mi casa, de seguro cualquier persona que nos hubiera visto pensaría que seríamos pareja, afortunadamente las calles estaban desoladas, me dejó en la puerta de mi hogar  despidiéndose apenas con un movimiento de manos en señal de adiós, sin ni siquiera voltearme a ver.

-Reverendo imbécil- solté sin pensar al darme cuenta de las verdaderas intenciones de Antares al obligarme a aceptar su compañía hasta mi casa- ¡vaya! Si nada más tiene cara de idiota, pero no, el maldito tenía algo entre manos- llevé mis dos manos a mi cabeza en señal de desesperación- ¡Claro! No quería que fuera con las autoridades y como sabía que lo haría tuvo que escoltarme hasta mi casa, qué tonto fui, si me lo advirtió de que no fuera y yo como un imbécil le expuse mi postura ¡él sólo quería saberla, para saber mis intenciones!- quería de darme de golpes a la pared- maldito seas Antares, ¡Espero no verte más, nunca más!- callo abruptamente mi monólogo, pues mi perrito, Terry, me mira fijamente, de seguro pensará que estoy loco, por lo que suavizo mi mirada y acaricio su pelaje. Levanto la vista hacia el reloj y me sorprendo al ver la hora.


Me levanto lo más rápido que puedo, me duelen todos los músculos, los siento pesados y tensarse al mover mis brazos, quizás fue por el exceso de correr ayer, pues mi cuerpo no está acostumbrado a tanto ejercicio. Me cambio y salgo rumbo a la facultad. Llego y el primero en recibirme es Aioria siempre con su aire de simpatía.

-¡Hola, Camus! ¿Listo para otro día de labores?

-Hola Aioria…-dudo en responder, me siento mareado de tanta alegría emanar de una sola persona- sí, estoy listo- contesto después de segundos de silencio.

-Chicos, buenos días, por favor, tomen asiento-escucho decir a la docente, por lo que tomo mi respectivo lugar, a mi lado se sienta Aioria. La clase estaba a punto de comenzar, pero se vio interrumpida por un abrupto sonido, como si algo se hubiera golpeado con algo, no le presto atención, pues estoy sumergido en mis pensamientos que no logro que algo tan banal como ese sonido me interrumpa, no hasta escuchar aquella voz.

-¡Lo siento maestra, perdón por llegar tarde!, verá se me atravesó un contratiempo y apenas he alcanzado a llegar, no volveré a llegar tarde, lo…-levanto mi vista a dirección a la voz tan conocida y me quedo estático en mi asiento, él también me mira, sorprendido. Cierro los ojos, interrumpiendo así el contacto visual y me repito mentalmente que Antares no puede ser, no, el destino no puede ser demasiado cruel.

-¡Antares! -escucho gritar  la maestra hacia aquél muchacho de ojos turquesas. Un estremecimiento me recorre todo el cuerpo al escuchar aquella exclamación y estoy seguro de que no es por miedo al grito, sino por el apellido pronunciado de los mismísimos labios de la maestra. Es el mismo apellido, la misma persona, el mismo imbécil me digo, ¡qué destino tan funesto!

-Lo siento, juro que no volverá a pasar.- escucho de nuevo decir a Antares, mi compañero , que con una sonrisa coqueta trata de convencer a la docente, ésta solo suspira en señal de resignación al mismo tiempo que asiente levemente, al parecer éstos dos ya tienen cierta familiaridad.

-No tienes remedio, ayer faltaste y ahora me llegas tarde, espero que no se vuelva repetir-suspiró- pasa y siéntate en tu lugar correspondiente.-observo como entra con una sonrisa triunfal y saluda a Aioria chocando las manos, qué infantil me digo a mí mismo. Voltea a verme y su mirada ha cambiado, una que no sé descifrar, luego se sienta detrás de mí.

El resto de las clases pasan sin ningún contratiempo hasta llegar al receso.

-¡Hey, Camus! ¿Quieres acompañarnos a desayunar?, sirve que conoces a mis amigos-sonrió y le correspondí tímidamente.- Mira, éste de aquí es Shaka Kandhari -dijo señalando a un chico rubio, ojos azules  y piel pálida. Asentí y le extendí mi mano para saludarlo, él la tomó y me dio una sonrisa.

-Es un placer poder saludarte, Camus.

-Mucho gusto, Shaka.

-Espero que te la pases bien en tu nueva facultad, escuché que eres extranjero.-dijo con una sonrisa en sus labios.

-Sí, soy francés y por lo que…

-¡Hey, Milo, trae tu trasero acá!- escuché la voz de Aioria interrumpirme para hablarle a Antares, éste volteo a dirección nuestra, para después regresar su mirada a la dirección original, a una de las tantas chicas que lo tenían rodeado, les dijo unas cuantas palabras  aunado a una sonrisa coqueta y se dirigió a nosotros. Solté un bufido, qué tipo tan arrogante.

-¿Qué quieres gato?-dijo cuando estaba a unos pasos a llegar, le revolvió los cabellos a Aioria y sonrió.

-Cállate insecto de quinta, ten más respeto, quiero presentarte a nuestro nuevo compañero- Tanto Aioria como Milo dirigieron sus miradas hacia mi persona, el primero un tanto expectante y el segundo con fastidio.-¿Acaso ya se conocen?-preguntó, pues al parecer se dio cuenta de nuestro choque de miradas. Hubo un breve silencio, por lo que me animé a contestar.

-Creo que…

-No.

-¿Entonces?-volvió a hablar Aioria un tanto confuso.

-¿Sólo eso quieres decirme?-ignoró la pregunta de Aioria- Qué pérdida de tiempo-se dirigió de nuevo hacia mí- Milo Antares.

-Camus Acuarius.

-Bien, me voy, nos vemos a la salida gato y Shaka qué lindo luces hoy.-dijo tras ignorarme…de nuevo.

-Bueno, bueno, te ofrezco una disculpa de parte de Milo, él no suele comportarse así.-dijo después de que Antares se hubiera marchado.

-No, está bien, todos tenemos momentos malos-dije a modo de que entendía, pues Aioria no tenía la culpa de ese tonto.

-Bien-sonrió-entonces a desayunar.

El receso llegó a su fin junto con las clases y como siempre no pude resistirme ir a la biblioteca, aunque ésta fuera la causante del hecho que presencié ayer, me da náuseas el sólo recordarlo, sin embargo eso no quita mí interés por libros. Recorrí cada uno de los estantes buscando un libro que me fuera útil y  leer, pero no hubo alguno, además ya estaba por oscurecer, así que tomé mi mochila y me dirigí rápidamente a mi hogar. Entré a mi casa y había un sobre debajo de la puerta, lo tomé sin ninguna importancia y dejé mis cosas.

-No tiene remitente-dije para mí mismo, pues efectivamente no lo tenía.

“Para: El dulce pelirrojo.

Niño, niño, no sabía que vos querías estudiar criminología, mirad que coincidencia que en tu primer día de clases vos presencies un asesinato, ¿queréis que os diga secreto? Pues a juzgad por tu cara pálida que os tienes ahora, apuestas quién soy ¿o me equivoco? Entonces ya sabes quién manda esta carta ¿Queréis que os diga un segundo secreto?, voy detrás de vos, esperad el siguiente presente”

Me quedé sin aliento, estático sin nada que decir, quería correr, más no podía, no podía hacer nada.

Notas finales:

Gracias por leer este capítulo.

Acepto críticas, pero sin ser ofensivas.


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