- Lucky!! Lucky por favor ven aquí!! Lucky no corras más por favor!! Lucky dónde estás?? - Miraba para todos lados, sin encontrarla, estaba comenzando a desesperarse y ya se imaginaba buscando una fotografía para los carteles de la búsqueda.
Todos sus amigos le habían advertido que los galgos afganos tienen una conocida reputación de tener mal genio además de que requieren mucho tiempo y cuidado por su pelo largo. Seguramente no era la raza ideal de perro para él pero cuando la vio en la casa de Steve, quien en ese momento le estaba dando hogar transitoriamente hasta que alguien se decidiera adoptarla, se enamoró perdidamente de aquellos ojos tristes.
Siguió corriendo y gritando por el parque sin encontrarla, no podía creer que aquella alfombra dormilona como él le decía con cariño, corriera tan rápido como para perderla de vista. Le pregunto a una pareja que pasaba por ahí si la habían visto pero ambos dijeron que no, siguió preguntándole a las pocas personas que se cruzó y todos negaron verla. Como podía ser que nadie la viera, era de noche pero una perra como Lucky a pesar de su pelaje negro no podía pasar desapercibida.
Mientras que recorría el parque empezó a recordar como habían sido sus primeros días juntos, ya habían pasado tres años pero los recordaba como si hubieran pasado algunas semanas nada más. Estaba tan ansioso por llevarla a su casa que en el camino le compro un colchón, un plato de comida, un bebedero, una correa, una pelota y algunos juguetes más. A pesar de que sus amigos intentaron que cambiara de opinión y adoptara otro perro estaba decidido a llevársela a vivir con él. Acordaron con Steve que para que el cambio no fuera tan drástico ambos la llevarían caminando como si fuera un paseo hasta su nueva casa, eran unas 15 cuadras aproximadamente así que no había ningún problema. Para el asombro de ambos entro en la casa sin ningún problema, cuando se sentaron a tomar el té ella se acostó al lado de él y no se movió de aquel lugar incluso cuando Steve se fue. Al entrar de nuevo en la casa la encontró acostada en su habitación en el lado izquierdo de la cama, intento llevarla al colchón que le había comprado para que durmiera pero no hubo caso, la perra en ningún momento se movió y así fue como habían empezado su convivencia.
Sentía que estaba corriendo en círculos, seguía sin encontrarla y cada segundo que pasaba su desesperación aumentaba. Tenía algo adolorida la garganta de tanto gritar pero no iba a dejar de llamarla, siguió gritando y corriendo hasta quedarse sin aliento y fue precisamente en ese momento que a lo lejos escucho un grito y luego un ladrido, su ladrido. Desesperado corrió en la dirección que creyó escucharla y la encontró sentada con su cabeza apoyada en la pierna de un hombre que la acariciaba mientras que la tenía agarrada de la correa, se sintió tan aliviado de haberla encontrado que se sentó en el banco y comenzó a acariciarla mientras que le decía todo lo que la amaba y que esperaba que esta fuera la última vez que se escapaba. Inmediatamente se sintió algo avergonzado al no haberle dado antes las gracias a aquel hombre que la había sujetado pero cuando levanto la vista para agradecerle se quedó con la boca abierta. Delante de sus ojos tenía un hombre que era extremadamente parecido a él a excepción de sus ojos verdes y su pelo negro largo hasta los hombros. Pestañeo varias veces para ver si sus ojos no lo estaban engañando, cerro sus ojos, agacho la cabeza y se quedó mirando el suelo unos segundos hasta que el hombre le pregunto si se encontraba bien, por alguna extraña razón su voz hizo que se tranquilizara, lentamente levanto su rostro para volver a mirar a aquel hombre y para su alivio cuando volvió a verlo se encontró con un hombre que no se parecía en nada a él y que lo miraba extrañado por su reacción.
- Si, gracias, perdón y gracias, muchas gracias por haberla encontrado y tenerla aquí hasta que llegara. No sabes lo agradecido que estoy por cierto soy Tom y ella es Lucky – sonreía aliviado de haberla encontrado y de que aquel hombre no fuera su “gemelo extraviado”.
- Está bien, un gusto conocerlos y la próxima vez tendrías que tener más cuidado – el extraño se levantó rápidamente del banco y Tom se quedó con la boca abierta viendo como se alejaba a pasos apresurados.
- Vaya que hombre más raro pero gracias a su ayuda te encontré, ahora vamos a casa que ya es la hora de la cena – tomo la correa de la perra y comenzaron a caminar, desde lejos un par de ojos verdes los observaban.
No podía creer que después de tantos años lo había encontrado, tenía que admitir que incluso lo tomo por sorpresa el increíble parecido físico que compartían pero eso no importaba porque finalmente lo había encontrado, con una enorme sonrisa Loki veía como la última pieza del rompecabezas se alejaba.