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Sad stardust por Ondubu

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Notas del fanfic:

If you'll be my star, I'll be your sky. You can hide underneath me and come out at night.

Notas del capitulo:

Basado en la canción y vídeo Boats and Birds. La verdad se me hizo muy triste, y me dió algo de cosita. Idk.

Espero que nosea muy raro y/o repetitivo, pero lo dudo.

Disfruten <3.

Dame polvo de estrellas con el que pueda recordarte.

Estaba cayendo. Tal vez profundo y a una velocidad que lo hacía inestable. Recordaba vívidamente lo que había ocurrido antes de caer y tal vez había sido aquello lo que le había dejado en shock.

Tendrás que disculparme luego, en… en otra vida.

De pronto el gran peso de la muerte llegó a él. Casi como si se hablase de magia y rosas, su cuerpo expulsó una gran cantidad de líquido amargo, ferroso y amarillo. De sus labios salieron millones de pequeñas flores amarillas, simulando sangre que él jamás sintió perder.

Aquel cuerpo tan frágil finalmente se había estrellado contra el fondo del lugar. Y aun así, aquello había dolido menos que aquellas palabras.

Debes perdonarme, sí. Me enojaré muchísimo si renaces y me entero de que sigues enojado o triste por esto.

Sus ojos se abrieron lentamente. La lejana luz era cómo una pantalla borrosa. A sus lados sólo había oscuridad, profunda, escalofriante y misteriosa. Casi podía decir que aquella oscuridad le sobrecogía un poco.

Los cabellos marrones se sacudieron un momento, mientras la mirada confundida del pequeño niño parecía buscar algo, algo que conocía pero de lo cual había perdido todas sus memorias. Parecía confundido, pues miraba a todos lados sin lograr ver nada que no fuesen manchas borrosas y memorias tristes que hicieron a su corazón retorcerse sin razón.

Lo siento mucho… quería que fuese algo para recordar pero creo que sólo yo viviré con ello en la conciencia.

 Su vista se aclaró de poco en poco. Lentamente, aquellas manchas amorfas de un color casi vomitivo fueron tornándose en flores. Lindas y amarillas flores, tan dulces cómo los postres y tan tristes cómo la lluvia.

Pronto aquellos bonitos ojos que habían enfocado todo con mucha fuerza, ahora se habían aguado completamente. Gruesas lágrimas de color carmín brotando sin parar de sus ojos, mientras sus manos se presionaban en su pecho, esperando que su corazón dejase de quitarle el aire y que aquel dolor que le había invadido se esfumase pronto.

Sí eres mi cielo, seré tus estrellas, así siempre viviré para hacerte libre… Así que no lo olvides, perdóname cuando vuelvas a nacer, ¿sí?

Las lágrimas se combinaron con gritos de dolor intensos; un cuerpecito retorciéndose ansiosa y dolorosamente en un montón de flores amarillas, sangre y dolor.

Lentamente, aquel que era un dolor insoportable, se intensificó.

Feliks… M-me estás asustando.

— ¡NO! —Exclamó, recordándose bañado en sangre y un gran pelaje blanco manchado horrorosamente del mismo color carmín. La mirada de dolor que aquella criatura le había dedicado.

Perdóname, lo siento mucho, mi niño…

Un nuevo dolor se posó en su cabeza, haciéndolo llorar aún más de lo que parecía haber llorado antes. Lágrimas de sangre que poco a poco comenzaban a convertirse en duros diamantes salados.

Debí habértelo dicho, ¿no? Tal vez así no hubieras hecho esto. Yo te amaba. Te amo cómo nunca nadie pudo haberte amado antes, ¿sabes? Feliks, no tienes porqué…

Un triste cadáver con un hueco enorme en la coronilla y una sonrisa siniestra que no se detuvo al observar con ingenuidad el cuerpo a sus pies.

Feliks… Eres imperdonable.

— ¡Esa no era la intención! — Gritó, deteniendo el dolor de su cabeza mientras las horribles imágenes se proyectaban en su mente— Ese… no era yo.

Un dolor le atacó el pecho, un dolor que le hizo removerse y llorar lágrimas más negras que la noche misma.

Aunque de pronto, el pequeño cuerpo se quedó inmóvil. Pacíficamente, el rostro que había mostrado dolor ahora sólo mostraba paz. Cómo si aquello fuese un sueño muy bueno del que ya no iba a despertar jamás.

Cabellos rubios se acercaron hasta el pequeño cuerpo en su recinto de flores. Sonrió con dulzura antes de dejarle un beso en los labios, el último.

Asriel…

Los cabellos rubios se agitaron hasta caer y recostarse sobre el pecho del niño caído, sin respiración. Sus ropas manchadas de color carmín lograron impregnar el color en las ropas del castaño durmiente.

Espera por mí, Feliks. Te daré el polvo de estrellas que tanto quisiste. Te haré libre.

Notas finales:

¡Gracias por leer! 


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