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Dulces Sueños por RocketQueen666

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Notas del fanfic:

Advertencia: pequeño SPOILER para los que no hayan visto la 5ta temporada de Supernatural.

Tengo que confesar que al encontrar tan poco material sobre Samifer en español, me sentí obligada a escribir esta historia y compartirla con ustedes.

Es mi primer FanFic publicado, pero no la primera historia que escribo.

Despertó sintiendo la dolorosa erección contra sus calzoncillos, entre jadeos y respingos, en medio de un orgasmo. Agitado estiró un brazo tembloroso hacia la mesita de luz, intentando palpar con su mano el interruptor del pequeño velador que allí se encontraba. Lo encendió y rápidamente intentó descifrar si en la cama consiguiente, Dean permanecía dormido. Luego de verificarlo se quitó rápidamente las sábanas de encima y se dirigió apurado al baño de la habitación del motel.

Cerró la puerta tras de sí, sintiendo la urgencia vital de descargarse. Se posicionó delante del retrete con las piernas separadas aun jadeando. Se bajó los pantalones y reposó su mano izquierda sobre la pared de azulejos frente a él, a la altura de su hombro. Con la mano derecha tomó su miembro y se masturbó velozmente. Cuando hubo acabado jaló la palanca, bajó la tapa y se sentó sobre la fría cerámica del retrete.

Había tenido el mismo sueño otra vez. Más bien era una pesadilla, que recurría a su cabeza cada noche desde hacía dos semanas. El inicio era un poco borroso, pero lo que recordaba era que Lucifer finalmente conseguía la respuesta que tanto quería. Sam decía que sí. Aceptaba que el ángel se introdujera en él. Pero la propuesta del diablo terminaba por ser una ambigüación. Lo que Sam descubría cada noche en su sueño era que Lucifer no se refería a introducir su ser dentro de él, para utilizarlo como recipiente, sino que se refería más bien a penetrarlo. La historia terminaba siempre igual: Sam se quejaba y forcejeaba, pero Lucifer acababa por complacer sus malignos deseos.

Luego de una ducha rápida, Sam sale silenciosamente del baño, toma su ropa y se viste, decidido a dejar el motel por un rato. Necesitaba despejar su cabeza, ya no podía tolerarlo. Se había limitado a aborrecer el sucio sueño, pero esta vez no podía negar que lo había disfrutado. Agarró las llaves del impala, que se encontraban en uno de los bolsillos delanteros de los jeans de Dean y salió.

Continuó derecho unos dos kilómetros por misma calle. En determinado momento dobló hacia la derecha, hacia la ruta y de dispuso a seguir en esa dirección por un largo rato. Iba a 70 km/h. No había señal de otros autos. Su cuerpo ya se había relajado, por supuesto, pero no lograba empujar la imagen de Lucifer desnudo fuera de su cabeza. Lo más aterrorizante era el placer que la misma le había causado mientras dormía, había tenido un jodido orgasmo, por el amor de dios. Sus ojos se desviaron un momento hacia el terreno herbáceo al costado del camino…

Esto está mal, está muy mal, ¿qué le voy a decir a Dean? Va a notar mi consternación y va a querer averiguar lo que…

Sus pensamientos se vieron interrumpidos. Una mano se había deslizado por detrás del asiento del conductor y había tomado su miembro con firmeza. Detuvo el auto bruscamente, a un lado de la ruta. Asustado y confundido miró hacia atrás. El asiento de pasajeros estaba vacío. Tomó el revolver de la cajuela y salió el auto rápidamente, no estaba seguro de lo que debía esperar. Sentía estar perdiendo la cordura…

- Hola, Sam. – escuchó de repente. La suave voz en tono burlón rompió con el absoluto silencio de la noche. Las palabras provenían de detrás suyo. Su corazón se detuvo por un momento, sabía de quién se trataba.

- ¿Qué es lo que quieres? – contestó a la voz, a la vez que se daba vuelta con el revólver en mano, apuntado a Lucifer.

- Tranquilo, Sammy.  – dijo él elevando las manos (un movimiento casi teatral por tratarse de un ser no-humano) mirándolo divertido, con una leve sonrisa en el rostro. – No voy a lastimarte… además, ¿qué pretendes hacer con eso? Sabes que…-

- Te hice una pregunta. – interrumpió Sam firmemente, ahora confundido y enfadado, con el ceño fruncido.

- Sam, baja el arma, no quiero que estés tenso. Quiero que te relajes y te prepares para lo que viene.- contestó el ángel ahora seriamente. – Como sabrás, he estado planeando esto desde hace mucho tiempo. – dijo con una sonrisa torcida, ladeando la cabeza a un costado.

- Maldito bastardo, estuviste metiéndote en mi cabeza todo este tiempo. Jamás voy a decirte que sí…-

Repentinamente, el ángel tomó el hombro de Sam y en menos de un segundo los dos se encontraban en una habitación de hotel. La misma estaba cargada de lujosa decoración y una extensa cama de doble plaza.

- Sam, no voy a mentirte, -dijo Lucifer antes de sacarse la remera. – sí estuve metiéndome en tu cabeza, pero jamás deseé incomodarte.-

- ¿Dónde está el arma? – preguntó impaciente y molesto al darse cuenta de que había desaparecido. – ¿En dónde estoy? ¿Qué es lo que vas a hacer?... –

- ¡Shh! Sammy – dijo apaciblemente. - No voy a lastimarte, solo quiero darte placer.-

A continuación una fuerza proveniente del brazo extendido de Lucifer empujó a Sam contra la pared junto a la puerta de la habitación. El ángel de acercó lentamente con su típica sonrisa arqueada y pícara.

- Los placeres carnales son un deleite para un ser como yo, que ha estado encerrado en soledad durante mucho tiempo, Sammy… tú también has estado solo, y te compadezco. Por eso es que quiero darte toda mi apreciación.-

- Aléjate de mí, maldito retorcido.-

- Oh vamos Sam. Tú también quieres esto. Lo sé. He visto tu mente mientras dormías, tú anhelas esto. No puedes engañarme a mí.- dijo él pasionalmente, con fervor en su mirada.

Sam permaneció en silencio sin saber más qué hacer ni qué decir. Respiraba fuertemente y continuaba con el ceño fruncido mientras observaba las manos de Lucifer recorrer su cuerpo a la vez que se acercaba lentamente para besar sus suaves labios. A continuación quitó su remera al menor de los Winchester, mientras el mismo continuaba inmóvil contra la fría pared empapelada con motivo floreal. Trazó un camino de delicados besos desde el cuello de Sam hasta su ombligo, subiendo de nuevo y esta vez concentrando toda su atención en su cuello, plantando allí un beso pasional.

Sam tenía atascado los gemidos en la garganta. No podía dejar que el diablo supiera que estaba disfrutando de la nueva experiencia. Pero toda su fuerza de voluntad de desmoronó cuando Luficer posicionó su lengua sobre el pezón derecho de Sam, a la vez que con sus dedos jugueteaba con el izquierdo. Un largo y audible rugido emergió de la garganta del joven, quien cerró sus ojos y comenzó a respirar pesadamente. Lucifer enarcó sus cejas, hizo una mueca de fingida sorpresa y dejó escapar una risa relajada y complacida.

- Voy a soltarte, nene, y quiero que te recuestes sobre esa cama.- ordenó a la vez que apuntaba con su brazo en dirección a la misma. Sam sintió como sus músculos cedían a medida que la fuerza inhumana de Lucifer dejaba de controlar su cuerpo. Supo que debía hacerle caso o la situación podía tornarse violenta para él, después de todo, era el mismo diablo quien había estado manoseándolo. Pero decidió intentar huir. Tenía que hacerlo, a pesar de la placentera erección que Lucifer acababa de provocarle. Deseaba que el ángel lo tomara desesperadamente. Pero tenía que intentar evitarlo. Le debía eso a su hermano mayor, aunque fuera solo el intento de escapar.

Mientras Lucifer se dirigía lentamente en dirección a la cama, confiado, creyendo que el atractivo humano no iba a ser capaz de desobedecerlo, el mismo intentó abrir la puerta, en vano.

- ¿A dónde vas Sammy?, ¿piensas dejarme así?- replicó Lucifer sarcásticamente, dándose vuelta. Extendió su brazo derecho hacia donde estaba Sam, y lo arrastró con una fuerza invisible hacia la cama, reposándolo sobre ella.

- ¡DÉJAME IR!, ¡Te lo suplico!- exclamó Sam casi al borde de la desesperación.

- ¡Shh! Ya vas a tener tiempo de suplicar, amor.-

Se posicionó sobre Sam, con las rodillas entre sus caderas, y le desabrochó el cinturón. Quitó rápidamente sus pantalones y masajeó su dolorosa erección por encima de sus calzoncillos.

- ¿Te gusta esto, Sammy? – preguntó con voz ronca, y se recostó sobre su pecho.

Sam solo contestó con jadeos y quejas.

- Basta. Detente por favor.  No puedo hacer esto, ¡está mal! – exclamó con sus parpados apretados.

- ¡Por favor, Sam! No seamos hipócritas. No sería la primera vez que haces algo que está mal.-

Sam guardó silencio, y cedió por completo, ya no podía resistir a la tentación. Cuando al fin y al cabo los dos se encontraron completamente desnudos, Lucifer contempló por unos segundos con ojos extasiados el bello cuerpo de su compañero. A continuación, tomó la erección del humano que poseía y la frotó contra la longitud del pene de Sam. Este último gimió a la vez que su cuerpo de estremecía. Al notar que continuaba con los ojos cerrados, Lucifer ordenó:

- Ábrelos.-

Sam obedeció y encontró los ojos del ángel, quien se acercó y lo beso salvajemente. Continuó frotando sus miembros, mientras disfrutaba la reacción positiva en su compañero, quien jadeaba sin descanso. Separó aún más los muslos de Sam, con firmeza, y deslizó la punta de su pene hacia su ano. Cuando se introdujo en él, Sam gritó lleno de dolor.

- ¡Sshhh! – dijo Lucifer calmándolo, con una resplandeciente sonrisa en su rostro. – Está bien. Veo que nunca antes habías sido tomado así.-

- Duele demasiado.- contestó tímidamente Sam, en lo que fuera casi un murmullo.

Sam fue volteado por el ángel sobre la cama, y nuevamente penetrado. El dolor era intolerable para el joven, pero Lucifer solo se limitó a frotarle el pecho suavemente con sus manos, en un intento por calmarlo. No pretendía detenerse por nada en el mundo, ni en el cielo.

Comenzó a cobrar velocidad dentro de la estrecha cavidad de Sam, quien no dejaba de retorcerse y quejarse. Ambos jadeaban de placer.

Para ese entonces Sam ya había dejado de sufrir y disfrutaba la mejor experiencia de su vida.

Cuando ambos estaban en un orgasmo, Lucifer tomó el pene de su compañero y lo masturbó duramente. Luego acabó dentro de él, llenando completamente su ano de semen, y se deslizó hacia afuera.

Aun jadeando y extasiado notó que Sam todavía no había terminado, por lo que lo volteó en la cama, y posicionó sus labios alrededor de su dureza haciendo que el joven se curvara sobre su columna y se retorciera aún más, gimiendo de placer. Lucifer bajó la lengua hacia los testículos de Sam y lamió saboreando cada centímetro de ellos. Finalmente Sam acabó en su rostro. Y Lucifer tragó cada gota del mismo, deslizando el líquido hasta su boca con sus dedos.

- Eso fue…- intentó decir Sam, ahora recostado sobre el hombro de Lucifer.

- No es necesario, sé lo que piensas.- dijo Lucifer con orgullo y visiblemente alegre.

Sam vaciló un momento y finalmente decidió que estaba demasiado cansado para conducir ahora, así que solo envolvió a Lucifer con sus fuertes brazos y se durmió sobre su pecho. El ángel no pudo evitar sorprenderse ante semejante acto. Besó a Sam en la frente y también lo envolvió en sus brazos. Él no necesitaba dormir, por lo que solo permaneció despierto, observando al dulce humano que acababa de poseer, enredando sus dedos entre su cabello castaño.

Para cuando Sam despertó, se encontraba solo en la cama de la habitación del motel en el que residía junto a Dean. Lucifer lo había devuelto allí. Se levantó y se envolvió con una de las sábanas en su cama (continuaba desnudo). Se acercó a la ventana de la habitación, corrió la cortina y vió el impala aparcado en su lugar. Luego descubrió su ropa junto a su cama.

Volvió a recostarse y con los ojos cerrados deslizó los brazos por debajo de su almohada. Allí, sus manos se encontraron con un objeto desconocido. Era un volante publicitario de alguna tienda, doblado en dos partes. Lo abrió y sus ojos descubrieron un mensaje escrito con una letra cursiva impecable: ‘’Dulces Sueños’’.

 


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