<b>Esperando por ti</b>
7:00 am
Suena el reloj despertador, sin embargo, el ya está despierto. Y una prueba son esas bolsas abultadas y oscuras bajo sus ojos.
No ha dormido bien.
¿Cuánto tiempo ha pasado? ¿Una semana? ¿Un mes? Que importa.
Sabe que no volverá.
El reloj sigue sonando, recordándole que se hará tarde si pasa otro minuto más en la cama. Sin embargo, es tan difícil levantarse. Gira de lado y ve el espacio vacío.
Suspira. Quizás fue su culpa. Quizás si le hubiera dicho que podría quedarse más tiempo… Quizás…
Se levanta de golpe y sacude la cabeza. No, de cualquier manera, eso no funcionaría.
Finalmente logra abandonar la cama y llegar a la ducha, ya una vez vestido se para frente al espejo y contempla su reflejo.
Frunce el seño. Aquel gesto tan característico suyo solo acrecentaba más esas oscuras marcas. Suspiró.
De un cajón sacó un tubo blanco, con cuidado aplicó un poco de líquido sobre ellas y comenzó a esparcirlo. Sabe que se ve ridículo e incluso vanidoso, pero a estas alturas no le importaba, tenía que aparentar, no quería levantar rumores y no quería a su tonto –pero venerado- jefe indagando en su vida privada.
Además, mientras no vea aquellas marcas no recordará el porqué están ahí.
3:00 pm
Lo ha visto. Sus pasos se detienen en una esquina luego de salir del subterráneo. Hoy no ha sido un día menos fácil que el anterior, pero tampoco insoportable. Solo un día más.
El camina rápidamente, tratando de darle alcance a aquella alta figura. ¿Acaso su espalda era tan ancha? ¿Y sus manos se movían así?
Era un poco frustrante el realmente no haber prestado atención a aquellos detalles con los que vivió casi seis años.
Finalmente el sujeto se detuvo y fue justo para hacer una parada frente a una panadería. El también entra y lo que encuentra causa pesar en su corazón.
No era él.
Sale sin comprar nada, tratando de aparentar que no lo seguía, a pesar de que el desconocido no tuviera ni idea. No era su asunto ni el de nadie más.
Se siente estúpido por sus acciones, y más patético porque su corazón comenzó a latir aceleradamente ante la perspectiva de tenerlo de nuevo a su lado.
9:00 pm
Finalmente deja el bolígrafo después de más de cuatro horas revisando los trabajos de sus alumnos. Comienza a recoger todo y va directo a la cocina.
Su mano se detiene en la puerta de la nevera, donde había una foto suya en un momento muy importante de su vida, quizás el más importante hasta ahora.
El sosteniendo su titulo y un premio por ser el mejor de la generación y al lado suyo, ese joven sonriente que con sutileza le rodeaba la cintura.
El compañero que había tomado la foto no lo notó y a pesar de que luego lo reprendió por ello, había decidido dejar la foto ahí, pues aquel aseguraba que era un hermoso recuerdo para ver siempre y que no se empolvara en una estantería.
-Mentiroso- susurró sin quitar su mirada de ella, como si le estuviera hablando a él, a pesar de que esa noche estuvo llena de felicitaciones solo le importó ver su rostro de satisfacción al recibirlos, quería que estuviera orgulloso de él.
Y vaya que lo logró, pues con eso, solo animo al joven a seguir avanzando y avanzando…
Tanto que lo dejo atrás.
-Dijiste que estaría contigo. Me pediste estar contigo porque no podías con esto solo… yo te quería ayudar, en todo, Nowaki, en todo…- lagrimas amargas, esas que ya han ocupado el lugar de las lagrimas de desconcierto, las de dolor y las de pena, las lagrimas amargas y de resignación eran sus compañeras en las noches de insomnio.
¿Cuándo dejará de llorar? ¿Cuándo se dará cuenta que eso no le traerá de vuelta?
Idiota… acaso no te diste cuenta que si yo avanzaba tu avanzabas conmigo? Y si yo caía… tu me sostenías… si algo te dolía a mi también y si algo te alegraba yo era feliz por ti…- era una línea cursi, lo admitía, pero en un estado emocional tan inestable sus recuerdos se confunden con las palabras que el otro le decía y el tanto renegaba y reprimía.
Dejó la fotografía en su lugar, y se retiro a su habitación con el peso del mundo en sus hombros, o quizás solo el peso de la incertidumbre y siempre… la pregunta que no tenía respuesta, no ahora, quizás jamás:
¿Por qué?
Le dolía mucho… desde hace una semana, un mes… no sabe cuánto tiempo ha pasado y no importa ahora… solo tiene la vaga sensación de que tal como él lo siente ahora, el otro lo hace, porque aún se aferra a creer que el volverá… y él lo esperará todo el tiempo que pueda.
En la mañana se repite la misma historia, todos los días y aún así intenta seguir, pues es su única opción si quiere verlo de vuelta, le da un motivo para continuar esperando, tambaleándose entre la incertidumbre y la resignación.