Calzas a la perfección en mi corazón
Capitulo 1
Hace mucho tiempo en una lejana tierra llena de campos de cultivo y hermosas casas coloniales, había un reino. Este era gobernado por un gran Rey, amable, honesto, gentil.
En este reino habitaban muchas personas y entre ellas un Marques, el cual tenía un hijo llamado Cennier, de ojos celestes, tez blanca y cabello rubio cual rayo de sol. Su esposa había fallecido cuando el niño tenía 2 años.
Cuando cumplió 8 años su padre volvió a casarse, con una mujer, fría, seria, mala, egoísta y ambiciosa. Esta tenía dos hijas, una con rasgos muy similares a Cennier llamada Anastasia, que tenía el cabello y la tez del mismo color que él pero sus ojos un tanto oscuros y su otra hija se llamaba Drizella, ella tenía el cabello oscuro y una nariz muy salida de lo común.
Dos años después Cennier perdió a su padre en un accidente por lo que quedo a cargo de su madrastra junto a sus hermanastras. Pasando el tiempo el se volvió un esclavo de aquella familia, quedando completamente… solo.
…
Se levanto, al oír que aquellas aves, que consideraba sus únicos amigos, lo despertaban con su canto.
-Ya me levante, no se preocupen-. Dijo con una hermosa sonrisa mientras se acomodaba el pelo. Cennier era una persona amable, sincera, cariñosa y muy gentil sea con personas o animales.
Se dio una ducha, se arreglo y se vistió con aquellos ropajes que significaban su marca de esclavitud hacia esa familia.
-¡Cennier! ¡Cennier!-. Gritaban, desde la mesita que tenía en su habitación, dos pequeños ratoncitos que le habían informado que había un nuevo ratón en la casa.
-Veamos, si es mujer le pondremos esto…-. Dijo agarrando unas ropitas de tamaño muñeca que ella misma había tejido. -…Y si es hombre…-.
-¡Esta en la ratonera!-. Grito uno de ellos que traía unas prendas color naranja.
-¿¡En la ratonera!? ¡Me lo hubieran dicho!-. Corrió rápidamente hacia aquel lugar ya mencionado.
Al llegar ahí, había varios ratones reunidos esperando a que ese nuevo integrante saliera de una pequeña jaulita. Al final, lograron sacar al pequeño ratón y le pusieron de nombre “Gustavo” aunque de cariño le dirían “Gus-Gus”.
Después de aquello, Cennier tuvo que volver a sus labores normales. Ocupándose de alimentar a los animales y también a las “Dueñas de la casa”.
…
Ocurriendo aquel imprevisto accidente donde Lucifer, el gato engreído y regordete de su madrastra, quiso comerse a Gus-Gus y este al tratar de ocultarse se metió dentro de la taza de Anastasia que al gritar alarmadamente llamo la atención de su hermana y de su madre.
-Quiere hablar contigo-. Informo con desprecio y desdén Anastasia hacia Cennier, saliendo de la alcoba de su madre.
Al entrar vio en aquella cama a esa mujer un tanto anciana sosteniendo y acariciando el gato en las piernas, sabía que de ahí no saldría sin un buen regaño. Aunque en su parte ella no tenía la culpa de nada.
Salió de allí teniendo en mente el castigo que su madrastra le había encomendado que significaba el doble de sus quehaceres normales.
…
En otra parte del reino, exactamente en el castillo. Estaba el rey completamente furioso lanzándole objetos a l Duque pidiéndole a gritos que haga que su hijo contraiga matrimonio.
-Pero señor, no podemos obligarlo a contraer matrimonio-. Hablaba atrás de una silla en modo de protección.
-¡¿Como que no podemos?!-. Dijo enfureciéndose mas. –Es algo simple y sencillo, le presentamos a una chica, se enamora y contraen matrimonio. ¡Eso es todo!-.
-E-Entiendo señor, pe-pero ¿cómo haremos para que el Príncipe quiera conocer a doncellas?-. Preguntaba aun con timidez y nerviosismo.
-Un baile-. Dijo sorprendiéndose de la gran idea que el había tenido.
-Preparare to-todo señor-. Y dicho eso salió de la Sala Real a organizar aquel Baile Real.
…
-¡CAAAANTAAA! ¡RUISEÑOR!-. Ensayaban Drizella en el canto, que no le daba muy bien por si acaso, y Anastasia en la flauta.
Mientras tanto Cennier estaba en el primer piso trapeando todo el Salón Principal y a la vez cantaba la misma canción que cantaba su hermanastra solo que con mas hermosura y delicadeza.
Estuvo tan distraído cantando que no se fijo cuando aquel maldito gato había llenado todo el piso nuevamente con el polvo recogido.
-¡Cuando te atrape Lucifer!-. Gritaba con la escoba en mano mientras lo perseguía. Hasta que tocaron la puerta.
-Buenos días señor. Esta es una invitación que se realizara en el castillo el día de hoy, todas las doncellas casamenteras deberán asistir-.
-Está bien, muchas gracias-. Dijo y cerró la puerta. –Bueno tendré que interrumpir ese “hermoso” Ruiseñor-. Dijo en son de sarcasmo y subió a entregar la carta.
…
-Cennier, ¿no asistirás al baile?-. Preguntaba Jack viendo a su amigo haciendo los quehaceres.
-No lo creo Jack, estará llena de gente altanera, soberbia y aparte de eso. No creo que mi madrastra me deje ir-. Respondo con resignación.
-Entonces tu en verdad si quieres ir ¿verdad?-. Pregunto divertido, el conocía muy bien a Cennir y podía adivinar a través de sus ojos lo que ocultaba.
-Tal vez si voy, podría conocer a una linda damisela pero-. Decía pensándolo detenidamente –La función de ese baile es buscarle prometida al Príncipe y todas estarán interesadas en ello, así que no encajaría ahí-.
-Pero de todos modos corre, así te divertirás un rato-. Lo animaba su pequeño amigo.
-Tienes razón, pero el único problema sería mi madrastra-. Se resigno. –¡Ah! Y me olvidaba, también necesitaría un traje con el cual ir-.
Antes de poder decir algo mas una chispa enorme deslumbro en aquel pequeño cuarto mostrando a una señora vestida con un traje azul, de cabello blanco y aspecto senil.
-Hay niño, porque pones tanto “pero” si realmente quieres hacer algo, has todo lo posible para lograrlo, siempre habrán obstáculos en el camino más ninguno que no puedas superar-.
-¡¿Qui-quien es usted?!-. Gritaron Cennier y Jack al mismo tiempo asustados.
-Perdón por mis malos modales-. Respondió aquella señora con una hermosa sonrisa –Soy, tu hada madrina-.
Ellos aun no entendían bien lo que estaba pasando pero decidieron no desconfiar, de todos modos esa señora parecía buena gente.
-Bien como te decía, si tú quieres ir al baile yo te ayudare a ir-. Hablo, buscando algo entre sus mangas. –Donde la deje… donde… ¡Ah! Aquí esta-. Dijo riendo y sacando un palito plateado el cual parecía ser una varita mágica.
-¿Enserio me ayudara?-. Dijo feliz aquel muchacho.
-Sí, bueno manos a la obra-.
Primero lo ayudo con el problema de su madrastra dándole una indicación de que después que su madrastra saliera con sus hijas el iría al baile y procuraría que no lo vieran durante toda la fiesta. Ahora el problema iría a ser ¿Cómo llegaría al baile? El castillo quedaba muy lejos.
Así que, idearon un plan para llegar allá con la ayuda de Jack pero eso lo harían luego.
Venia lo más importante, el traje con el que Cennier iría. La madrina recito las palabras mágicas “Bibidi Babidi Bu” y automáticamente aquel chico cambio de sus ropajes a un hermoso terno blanco con añadiduras de color dorado que daban muy bien con su cabello y tipo de piel.
-¡Muchas gracias!-. Decía muy contento a su madrina, realmente ella era la esperanza y felicidad que necesitaba desde hace mucho tiempo.
-De nada hijo mío, pero aun falta tiempo para el baile será mejor que guardes bien ese traje sino aquellas envidiosas lo podrían encontrar-. Dijo en tono de burla cosa que hizo reír a Cennier. –Vendré mas tarde para ayudarte con lo que falta, hasta entonces cuídate-. Dicho eso desapareció.
-¡Cennier!-. Se escuchaba la voz de su hermana Drizella a lo lejos llamándolo, seguramente para otro de sus tantos encargos.
…
Eran las 21:00 horas y su madrastra estaba saliendo hacia el carruaje con sus dos hijas. Drizella llevaba un vestido verde con copa posterior muy alta y también traía un collar de perlas celestes. Anastasia llevaba un vestido color celeste claro, su cabello atado en un moño sin duda, ella era más hermosa que su hermana.
-Nos vamos Cennier-. Informo su madrastra.
-Hasta luego, cuídense-. Se despidió, apenas salieron fue corriendo a cambiarse.
Termino de arreglarse y apareció su madrina preguntándole si estaba listo a lo que este asintió. Ahora era turno de Jack.
El pequeño y valiente ratón se posiciono en frente del Hada Madrina dispuesto a ayudar a su amigo. “Bibidi Babidi Bu” pronuncio y de ser un animal tan pequeño se convirtió en un gran y hermoso caballo que a simple vista se notaba muy veloz.
-Bien Cennier ¿Sabes montar caballo?-. Pregunto su madrina.
-Si, mi padre me enseño cuando era pequeño-. Dijo con un poco de nostalgia.
-El siempre te quiso bastante no lo olvides. Bueno es hora de irte sino llegaras tarde-. Dijo poniéndole nuevamente esa hermosa sonrisa a Cennier.
-Si-. Dijo subiendo encima de Jack. -¡Vamos Jack!-.
-Adiós hijo mio cuídate-. Hablo viéndolo partir-¡Ah! Se me olvidaba ¡Tienes que llegar antes de las 12 o se romperá el encantamiento!-.
-¡Si, no te preocupes y gracias!-. Grito contento ya alejándose un poco.
Cennier se sentía realmente contento, emocionado y ansioso. El viento chocaba en su rostro y lo hacía sentir… libre. Lo que no sabía era que esa noche su vida iba a cambiar completamente pues conocería al amor de su vida.
Continuara…