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Will Graham

 

– William veo que has crecido.

– ¡Sí! Ya soy u niño grande ¿verdad?

– claro. ¿Bella y Jack que les parece si vamos a la sala?

El psiquiatra llevo a sus invitados a la sala y empezaron una charla de temas inespecíficos. Jack y Hannibal parecía  en especial más entretenidos en la plática, mientras que bella solo aportaba monosílabos para no quedarse callada. Algunos de los temas de interés de esos dos hombres, bella no tenía ni la remota idea de lo que eran.

Will estaba un poco alejado de ellos fingiendo esta entretenido con sus juguetes. De vez en cuando enviaba mirada discretas –o eso creía el– a los adultos. Cuando creyó que ellos no le miraban, ya que estaban entretenidos en la plática, se paró discretamente intentando no llamar la atención y a paso sigiloso salió de la sala, conocía aquella casa, ya había estado allí.

Muchas veces se había quedado a dormir puesto a que Jack ni bella podían cuidarlo o simplemente por petición suya. Le gustaba aquella casa tenía muchas habitaciones y era tan grande que podía aventurarse sin tener un límite cercano. Y qué decir del patio, tal vez esa era la mejor parte para Will. El patio era demasiado grande, tenía muchos lugares donde jugar y esconderse. Y lo que más había llamado la atención del pequeño Graham era que contaba con una hermosa vista al bosque.

Will tomo los pasillos que se dirigían a la salida trasera y al estar enfrente de aquella puerta la miro solo unos segundo para después tomar el pomo y dar un paso fuera de la casa –o mansión- de Hannibal. Tomo con ánimo las correas de su mochila, que colgaba en su espalda. Observo con esmero el panorama del bosque al frente de él, y justo a unos metros la reja que le evitaba descubrir más de aquel hermoso paisaje.

 

– Bella, Jack. ¿Gustan algo de tomar?

Jack negó con la cabeza después de un sencillo “gracias”

– Agua estaría bien por mí. – pidió Bella.

– Claro, en unos minutos estoy de regreso.

Podía aparentar estar entrado en el tema de conversación con Jack, pero no perdía de vista en ningún segundo al joven Will. Está claro que el noto todos sus movimientos. Se desvió del camino y se acercó a la ventana más cercana corrió un poco la cortina solo para alcanzar a ver a través de ella.

A lo lejos podía ver como Will arrogaba su mochila por el cerco y caía del otro lado. Hannibal se preguntó qué era lo que el pequeño tramaba.

Will dio una última mirada a la casa de su tío Hannibal y se tiró al suelo boca bajo sin importarle en arruinar su traje. Con un poco de esfuerzo se arrastró a través de la reja y después de unos segundos ya estaba del otro lado. Se paró y sacudió su ropa intentando quitar las marcas de triera, pero algunas permanecieron allí. Graham le restó importancia y recogió su mochila para colgársela de nuevo. Sonrío satisfecho y emprendió camino, adentrándose al bosque.

Hannibal, a su vez tuvo una pisca de curiosidad por lo que llevo a l pequeño salir. Por esta razón no hizo nada para impedir que el pequeño continuara su camino. Al contrario una sonrisa se dibujó en su rostro mirando en dirección hacia donde el Graham había desaparecido.

– Hannibal, ¿ocurre algo?

Escucho a Jack hablar desde la sala.

– No, no. Ya voy.

Se alejó de la ventana y fue por la bebida de bella. Estaba más que claro que no hablaría de lo que acaba de ver, mucho menos del desaparecimiento de Will, al menos hasta que Jack o Bella se dieran cuenta que Will ya no estaba ahí con ellos. El los mantendría ocupados por lo tanto, quería ver el desenlace que tendría todo aquello. Cualquier otra persona se hubiera preocupado por la seguridad del pequeño hubiera impedido el que el menor saliera al bosque solo, pero Hannibal no era cualquier persona, su curiosidad era mayor.

 

 

Había perdido de vista hace unos minutos aquella mansión de Hannibal, ahora lo que le rodeaba era esos árboles tan altos que solo en algunas ocasiones los rayos del sol repagaban en su rostro. Will se aferraba a su mochila continuaba caminando, no tenía un logar especifico a donde ir, solo caminaba sin rumbo mirando todo intentando memorizar todo.

Sabía que Bella y Jack se enojarían por el salir sin permiso, tenía muy claro que en cuanto dieran con él le regañarían, tal vez incluso su tío Hannibal se les uniera. Pero si le hubiera pedido permiso, estos se negarían. Al menos ahora conocía un poco más.

 

 

Bella noto la ausencia del pequeño y se alarmo.

– ¡Will, cariño! – lo llamo esperando una repuesta.

– Seguro está en el patio, jugando.

– Será mejor que me asegure de ello.

La mujer se paró de su asiento dispuesta a salir a buscar al pequeño Will, pero antes de poder salir completamente de sala Hannibal hablo;

– No hay por qué, hace unos momentos lo vi en el patio jugando, como Jack menciono.

Bella no se sintió muy segura de ellos, pero considero muy descortés el desconfiar de Hannibal y salir a ver si era cierto. Po este motivo solo sonrió –intentando que no se notara que era fingida su sonrisa– y volvió a tomar asiento, con una extraña sensación en el estómago. Jack y Hannibal continuaron con tu charla.

 

En un punto en el bosque, Will se topó con una pequeña cabaña o lo que parecía ser una. Pensó que estaba abandonada, la curiosidad fue más grande y cuando menos penaba ya estaba dentro de la cabaña. Un extraño olor llego a sus fosas nasales y le revolvió el estómago. Tal vez eran ratas muertas o algún animal. No había muebles ni indicios de que haya sido una casa. Al fondo había una puerta un tanto vieja, parecía que de ahí era de donde provenía tan horrible olor. Pensó en dejar de lado y salir… pero quería ver lo que había detrás de la puerta. Y ese tal vez fue uno de los grandes errores de su vida.

Tener curiosidad.

Empujo lentamente la puerta y esta con un rechinido se abrió, dejando ver una habitación muy extensa. Esta, se veía muy tenebrosa. Había marcas en el suelo, huellas de zapatos. Alguien había estado ahí.

Había una bombilla en el techo, pero no encontraba el interruptor. Por suerte –o desgracia– aun había luz del sol y podía ver perfectamente. Entro completamente a la habitación, no había ningún animal muerto. Pero el olor se volvía más intenso.

Unos armarios en los costados y en medio de ellos, estaba una mesa de madera. Lo que más le extraño era lo que había en ella, herramientas o lo que parecía ser algunas de ellas, estas tenían manchas de alguna sustancia indefinida y estaban esparcidas sin cuidado. ¿Quién deja eso ahí?  En una de las repisas que estaban clavadas a las paredes, había una variedad de frascos con colores que daban un aspecto sucio. Aparto la vista de ellos.

Arrugó la nariz y se la cubrió con el antebrazo, el olor era cada vez más fuerte. Dejo todo de lado y se volteo para salir de ese lugar. Al girar se topó con una nevera. Se acercó a ella y la abrió lentamente. El olor que lo mataba estaba allí, había carne ahí adentro. Pensó que era antihigiénico el dejar carne en una nevera que no estaba conectada a la electricidad, en la orilla un poco al fondo observó algo que parecía ser dedos, dedos humanos. Se espantó. Retrocedió unos pasos y recorrió con su vista el lugar. Ahora que lo había  notado, el lugar tenía un aspecto tenebroso.

Había visto muchas películas de terror, y no necesitaba ver más para entender que hacían partes de humanos en la nevera y el uso que habían empleado con las herramientas. Solo pensó en una cosa, salir de ahí.

 

 

– fue una tarde estupenda, gracias por invitarnos, Hannibal.

– fue un placer, espero verlos pronto por aquí.

Se estaban despidiendo en la puerta.

Will apareció por enfrente con su rostro y cuerpo lleno de barro. Tenía la respiración agitada, tal vez por haber corrido. Bella miro horrorizada al pequeño Graham. Will tenía los ojos perdidos y parecía que en cualquier momento se rompería en llanto. Bella camino unos pasos y se paró justo enfrente de él.

– Will, ¿Qué paso? Mira como estas. – apuntaba al traje.

– ¿Dónde estabas?

Pregunto esta vez Jack.

– yo...  h… había unas… yo los vi.

Lo que parecía ser palabras sin sentido para Jack y su esposa, Hannibal las había entendido y sabía perfectamente que era lo que había visto, y no era una bonita imagen para un niño. Era indispensable que ni Jack y Bella se enteraran.

– ¿Qué fue lo que viste? – pregunto un poco asustada. El estado de Will le preocupaba.

Will no contesto, no podía. Hannibal tomo el momento.

 – Bella, Jack. Tal vez sea mejor que hable con él. Tendrá más confianza. Vallan adelantándose. – Bella se sintió ofendida, ¿Cómo era posible que Will sintiera más confianza con Hannibal? La mujer presento indicios de reclamarle pero su esposo la tomo suavemente de los hombros y la dirigió al auto, dejando al pequeño con Hannibal.

Cuando Hannibal confirmo que Jack y bella estaban lo suficientemente lejos y que no podían escuchar hablo;

– William. – El pequeño seguía en shock, parecía que en cualquier momento entraría en pánico. Se le veía más pálido de lo normal y le costaba respirar. Escuchaba los llamados de Hannibal a lo lejos y le zumbaban los oídos.

Simplemente no podía creerlo, tenía miedo. Estaba asustado.

– lo que viste haya afuera, solo está en tu mente. – Hannibal clavó los ojos en Graham. El pequeño luchaba parar poder decir algo coherente, pero de sus labios solo salían balbuceos. Tenía unas inmensas ganas de llorar, tenia… tenía un fuerte dolor en el pecho que lo consumía.

Will desviaba la mirada. La policía tenía que saber. Tal vez la persona que le hizo eso a esa gente aun este ahí afuera.

– En tu mente. – repetía Hannibal, parecía estar totalmente convencido de ello. Will, no era tan pequeño como para creer que aquello solo había estado en su mente, que solo era producto de su imaginación. Hannibal lo tomo de los hombros. – No quieres que Jack te reprenda por haberlo desobedecido ¿cierto?

Will, por inercia, negó.

– Muy bien. Ni una palaba de esto ¿entendido?

Asintió nuevamente.

– Nos vemos pronto, William.

Will no se despidió, no dijo ni una sola palabra y subió al auto junto a los dos adultos. Estos intentaron preguntarle qué era lo que lo tenía tan asustado y el solo se limitaba a decir que no había sido nada que solo fue un venado muy grande y que se asustó con su presencia. Jack lo tomo normal, pero su esposa no estaba tan convencida de que eso fuera lo que había visto.


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