Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Insanity Love por cherrymusic14

[Reviews - 1]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del fanfic:

Bueno, pues me inspiré en el MV de Chimera :'DD

Notas del capitulo:

Muchas gracias a mis brujis por haberme dado tantas ideas para este fic!

La idea surgió despues de mirar el MV de girugamesh "Nue-Chimera" por lo que pasaba en el video, me puse a pensar muuchas cosas y éste fue el resultado :3

Espero sea de su agrado ^^

Y ahí estás, de nuevo tú con él. ¿Por qué sonríes de esa forma cada que él está junto a ti? Amigos desde niños. Está bien, puedes salir con él, pero no lo hagas tan frecuentemente. Me molesta.

¿Es eso lo que tanto te molesta, Satoshi?

 

—     Si, me molesta demasiado.

—     ¿De qué estás hablando, Satoshi?

—     De nada Ryo, de nada. — mi cabeza dolía un poco, así que me masajeaba las sienes con ambas manos.

—     Desde hace unas semanas, has estado un poco estresado o deprimido ¿verdad?

—     ¿Por qué debería de estar deprimido? No, no lo estoy, simplemente no he podido dormir.

—     Y no sólo eso, frecuentemente parece que le hablamos a la pared, no nos pones atención y a veces te irritas con facilidad.

—     ¿Acaso no el insomnio te pone así? Llevo casi más de dos malditos meses con eso, y las palpitaciones, los mareos…

—     Deberías de ir al médico — sentándote junto a mí, prendías uno de tus olorosos cigarros. Ese olor no me gusta.

Ese olor es asqueroso, demasiado asqueroso, ¿Acaso no te enferma? Aléjate de esa peste.

—     Odio que fumes cerca de mí, ese feo aroma se impregna en toda mi ropa. — separándome de mi compañero, empezaba a frotar mis manos contra mi sudadera para que el olor no se filtrara en mi. — Si Ryo, lo haré cuando terminemos de dar los concierto que tenemos pendientes.

 

Unos pasos se escuchaban cerca de nosotros, con cierta flojera dirigía mi mirada hacia mi derecha, Nii y tú riéndose como de costumbre.

¿Costumbre? ¿No crees que es algo más?...

 

—     ¿Entonces tu perro se escapó y te saliste corriendo de tu departamento en calzones?

—     ¿Ni modo que no fuese por él? Bunbun ya es un perrito un poco viejo, no sobreviviría solo en la calle.

—     Suenas como una madre demasiado preocupada por su hijo.

—     Es mi hijo perruno, Nii-chan. bueno aunque como ya está viejito…

—     No pues es tu hijo viejito, ¡Hahahah!

 

Risas, más risas.

¿No te molestan?, a mi me molestan de sobremanera.

Y tu voz diciéndole Nii-chan, esa voz un tanto grave que tanto me encanta.

Deberías de ser tú el que esté disfrutando de ella.

Si, debería de ser yo el que esté junto a ti en este instante; así que me levanto de forma rápida y corro a abrazarte.

 

—     ¿Eh? ¿Qué pasa, Satoshi? — me decías con esa bella voz con tono de preocupación.

—     Nada, ¿Qué no te puedo dar un abrazo?

—     No es eso, sólo que fue tan repentino.

—     Tu otro bebé necesita de tu cariño ¿eh? — Nii pasaba su mano encima de tus hombros.

Aléjalo, quítalo.

¿Qué no se da cuenta de que te está abrazando?

—     Lo sé, has estado muy cansado y algo deprimido ¿verdad? — tu voz se hacía más suave. Amo esa voz.

—     Estresado, estoy estresado, muy estresado.

—     Creo que unas buenas cervezas se te quitaría ese estrés. — nuestro amigo de cabello lacio y corto, con el porte de una dama, siempre piensa que con cerveza todo se cura.

Estúpido borracho empedernido ¿no lo crees?

—     No, no me gusta la cerveza. — le contestaba rápidamente abrazando más fuerte a mi novio.

—     ¿No te sientes bien? Estás sudando mucho. — tu grande y suave mano acariciaba mi frente. El contacto de tu piel con la mía hacía que se me erizaran los vellos de mi piel. Me encanta cada que me acaricias de esa forma.

No sólo te encanta, sabes bien lo que te provoca. Éxtasis.

—     Ya me quiero ir.

—     Okey Sato, pues vayámonos, pero hay que ponernos de acuerdo para ver a qué hora nos veremos mañana para grabar nuestro primer demo. — como todo buen líder, piensas siempre en la banda y en nuestro futuro. No nos equivocamos al escogerte para desempeñar ese papel.

—     ¿Qué tal si mañana después de grabar, nos vamos a comer un buen ramen? — comentaba nuestro pequeño Ryo algo sonriente.

—     ¡Me parece perfecto, Ryo-chan!

—     ¡No me digas –chan! ya tengo 19 pero bueno, vámonos a casa que te toca hacer de comer, Nii-chan. — te acercabas a tu hermano, desde que los conocí, tú estás demasiado apegado a él, lo quieres, y lo quieres mucho.

Pero su hermano está más con tu novio que con él. Olvida al crio, céntrate en su hermano.

—     Anda, llévate a tu hermano, yo me llevo a Shuu.

—     Ya, ya váyanse a hacer cositas a ver si se te quita lo pesado ¿eh?

—     ¡N-Nii! ¡No digas esas cosas así como así! — Shuu sonrojándose. Otra de las cosas que me encantan y me fascinan de él.

—     Ya, ya, vámonos, Nii.

—     Okey, nos vemos mañana, ¡par de tórtolos!

 

Ambos hermanos salían de nuestra pequeña sala de grabaciones. Por fin, sólo mi amor y yo. Pero parece como si no estuviésemos solos.

 

—     Nee, Shuu, no me siento muy bien.

—     Lo sé, estás respirando muy rápido.

—     ¿Sabes? Estar delante de tantos espejos, hace que me sienta como si estuviéramos en un laberinto de espejos. Tantos reflejos, tantos tú y tantos yo.

—     Sato, ¿No tienes fiebre?

—     ¿Qué acaso no te sientes así? Demasiados ojos observándonos.

—     Sato, creo que el estrés te está afectando demasiado. Te llevo a tu casa.

 

Su abrazo era más fuerte. Esa sensación tan cálida.

Sí, sí, así, no me sueltes.

Él es tuyo y de nadie más, no lo dejes ir.

 

Después de unos segundos, me jalabas hacia la salida. Ya era muy noche, mi departamento se encontraba más lejos que el tuyo, pero no te importaba y me llevabas hasta allá.

Al entrar a este, te quejabas de que mi cuarto era un verdadero desastre, no me gusta cuando sacas tu lado “organizado hasta el carajo”, así que para que dejaras de regañarme, me abalanzo contra ti y te empiezo a besar.

El sabor de tu boca cambia  cada día que te beso: a veces sabe a fresas, a veces sabe a chocolate, a veces siento que sabe tan fresco y dulce como una grosella, a veces se hace algo salado, a veces el sabor del asqueroso cigarro se impregna tanto en tu rica boca que me da cierto asco, pero eres tú.

 

Él te fascina, él es tu réplica del hombre perfecto, es más, es el hombre perfecto. Deberías de tenerlo siempre junto a ti. La idea del cara larga no es mala, ten sexo con él. Muérdelo, márcalo para que “su amigo” entienda que él es sólo tuyo.

Y ¿qué tal si de paso lo atas a la cama y no lo dejas ir en días?

No, hoy no, sólo márcalo. Márcalo hasta que te pida que pares.

 

Tuvimos sexo esa noche, y así como aquellas voces me aconsejaron, te marqué tantas veces que perdí la cuenta de cuantos hematomas te hice, gemiste y gemiste, pero no fue hasta que soltaste un gritito cuando fue que decidí parar; no supe si fue por dolor o por placer, pero a mí me excitó, y al parecer a esas voces les fascinó.

Tu dormido junto a mí, el calor que expide tu cuerpo me tranquiliza. Pero no estoy tan tranquilo. Siento que la cama se mueve, siento que estamos en el camerino de un barco. Todo se mueve. Me levanto un poco y veo que mis figuras de Toy Story están sonriendo. ¿Por qué sonríen? ¿Qué les causa tanta gracia? Los desorbitantes ojos de Woody me asquean. ¡Todas esas malditas miradas me repugnan! Así que decido meterlos a una bolsa negra, así no podrán seguir mirándome.

 

AL otro día te despiertas maldiciéndome un poco, mis chupetones cubren gran parte de tu cuello, y aparte de que te duele, te avergüenzas un poco. Aunque seas tú el activo, te avergüenzas con mucha facilidad, eres un tsundere de primera, pero eso hace que te desee cada vez más.

 

—     ¡Me las vas a pagar, Satoshi! ¡Esto no se va a quitar en días! Y lo peor es que son demasiado visibles… — tocabas uno de los cardenales, el más grande que tenías del lado derecho del cuello, brincabas un poco ante el leve dolor que el roce de tus dedos te provocaba. Buscabas entre mis cosas una bufanda, y te la ponías alrededor del cuello.

—     Se te veían bonitos.

—     Sato, a veces algunas cosas no son bien vistas, no es que me queje, pero…

—     Lo sé, te da pena saber que te hice esos chupetones ¿verdad?

—     No, no es eso, sólo que… — tu celular sonaba, con algo de rapidez contestabas. En tu rostro se dibujaba una hermosísima media luna, pero…

¿Esa hermosa media luna para quién es, eh?

De seguro es para el cara larga ese.

Ay si, su amigo de la infancia…

Ese perdedor.

Decías el nombre que más odio.

Empezabas a platicar con él, una plática amena acerca de lo que habías hecho en la noche. Tú sonrojo aumentaba y le decías algunas groserías, pero seguías sonriendo.

Dile que deje de sonreír.

¡No dejes que sonría para nadie más!

¡Si sonríe así con ese maldito flaco, significa que es más feliz con él que contigo!

Tú eres su dueño, tú eres su novio, sólo tú has tenido ese cuerpo tan exquisito que tiene, sólo tú has recorrido con tu lengua y dedos aquella tersa piel. ¿Qué acaso él no comprende que lo amas hasta el maldito infierno?

¿Qué tiene el idiota de Nii que tú no tengas?

Quizás Nii-chan tenga mejor cuerpo.

Quizás Nii-chan sabe darle un mejor oral que tú.

Quizás Nii-chan lo ame más.

Quizás…

Nii…Nii…Nii.

—     ¡Cállense todos de una maldita vez! — tomaba mi cabeza con ambas manos y me acurrucaba en mi cama. Mis gritos asustaban a mi Shuu, haciendo que colgara su celular.

—     ¿Qué pasa Sato?

—     ¡Cállense! ¡Sólo cállense!

—     ¡Satoshi, relájate! — su voz le ganaba a las otras voces, su voz me reconfortaba, su voz. Poco a poco abría mis ojos y veía el rostro preocupado y acongojado de mi novio.

—     Perdón, perdón. — decía mientras lo abrazaba fuertemente.

—     ¿Qué te pasa? ¿De qué te acordaste?

—     Nada, nada, sólo… sólo, sólo bésame y te puedes ir.

—     Satoshi, si te sientes tan mal, podemos ir al doctor.

—     No, no, sólo necesito de ti y con eso me siento mucho mejor.

Me hacías caso y con un profundo beso te despedías no sin antes insistir de nuevo con ir al doctor.

Te marchabas con mi bufanda negra enrollada al cuello, con tu semblante algo despistado que siempre tienes, y con tus audífonos puestos en tus oídos.

No quería que te fueras.

De nuevo me encuentro solo en mi maldita habitación. El silencio se me hacía incómodo. Entre más silencio haya, ellos me vuelven a hablar.

¿Acaso no nos extrañas cada que nos vamos?

Pero si siempre estamos con él.

Dejemos eso a un lado. Hablemos de algo más importante.

Nii.

Oh si, ¿Qué harás con ese esperpento?

Te estorba y te roba a tu Shuu.

Te quita esos segundos donde él puede sonreír para ti.

Te lo quita cada que puede.

Oh si, ¿por qué no haces algo para deshacerte de él?

Deshacerte de él…

 

Mi cabeza daba vueltas, tomaba mi celular y le marcaba a Shuu, le decía que no me iba a poder presentar a la grabación del demo pero que ellos ensayaran. Me regañaba de nuevo. Pero tratando de tener firmeza en mi voz, le decía que mañana los esperaba a todos en mi casa, que de premio les iba a invitar unas pizzas y algo de bebida.

Riéndote un poco, me decías que no tenía que preocuparme, que descansara un día más y que con gusto nos veíamos el sábado. Trataba de convencerte pero me decías que no, que hasta el sábado para que estuviese mejor.

Un día sin él…

Un día sin el amor de mi maldita vida…

Un día sin mi hombre perfecto, sin mi copia perfecta del David esculpido por Miguel Ángel,  sin mi hermoso príncipe, más bien, sin mi rey. Sin el causante de toda mi felicidad.

Cuando empecé a salir con él, nunca pensé amarlo tanto. Ahora es mi necesidad y mi todo.

Pero… necesito que sea realmente mi todo.

 

En la sala de grabaciones, estaban los tres amigos descansando un poco mientras comían unas cuantas golosinas.

 

—     Ryo, oye hermano de mi vida.

—     ¿Qué quieres hermano de mi vida?

—     Ustedes dos se hablan así y parece que son otra cosa en vez de ser hermanos.

—     ¡Iagh! A eso no le entramos, Shuu.

—     No Shuu, no, nada de incesto, y hablando de filias raras… ¡qué hermosos chupetones traes! — burlonamente, Nii señalaba al peliondulado.

—     ¡Ahh! ¡No digas nada Nii, idiota!

—     Noche de sexo loco con Satoshi, ¿eh?

—     N-no digas babosadas.

—     ¿Fuiste su pasivo el día de ayer?

—     ¡N-no! Sólo que pues…

—     Shuu lamento interrumpir su plática de sus experiencias sexosas, pero, ¿Satoshi está bien? Me preocupa que últimamente está muy raro. — preguntaba el menor de la banda.

—     Lo sé Ryo, lo sé, pero creo que es puro estrés.

—     Mañana lo iré a ver, y de paso le pediré unas partituras que quedó de darnos.

—     Okey, pero no lo hagas enojar, tú eres experto en eso. — decía Nii terminándose sus papas fritas.

—     Claro que no, él solito se cabrea. Pero okey, okey, se los prometo.

—     Y de paso le dices que a ver si se va de granjero para seguir marcando su ganado.

—     ¡Obvio eso lo va a hacer enojar!

—     Hahahaha, naa, no le digas nada, yo te acompañaría pero mañana tengo cosas que hacer y llevaré a BunBun al veterinario para sus vacunas. — el novio del chico en cuestión suspiraba un poco.

—     Okey… si no salgo vivo, llamen a la policía.

—     ¡Ni que te fuese a matar!

—     Nos vemos el sábado en su casa, es raro que él invite, así que, no vayan a faltar.

—     ¡Okey!

 

 

Ya es de día, levántate pedazo de carne.

Déjalo dormir más, estuvo toda la noche trabajando.

¡Pero si es un holgazán!

¿Trabajando? Bueno, la verdad si… dejémoslo descansar.

Shhh, es momento de que se callen.

—     Si, cállense un poco, ya les dije que haré lo que ustedes me digan, y más si es por mi Shuu.

Las 12 de la tarde y yo seguía en mi cama, hacía mucho que no me quedaba en mi cama por tanto tiempo… pero necesitaba hacerlo.

El ruidoso timbre de mi departamento sonaba. ¿Quién se atrevía a venir a interrumpir mi descanso? Con bastante flojera iba hacia la puerta de mi departamento.

—     Ese Satoshi… ¿Qué diantres le pasó que sacó todos sus juguetes y figuras de Toy Story? Esto es… un poco raro.

—     ¿Sí? — Abría la puerta y como si se le hubiese aparecido un fantasma, Ryo brincaba un poco.

—     ¡AY MALDITO SATOSHI! No me espantes de esta manera.

—     ¿Y bien? ¿A qué viniste?

—     Ehh… pues a ver cómo estabas, Shuu nos dijo que te pusiste mal ayer.

—     Una migraña no me dejó salir, eso fue todo.

—     Ah… oye, no es por mala onda, pero, ¿puedo pasar? O si no quieres que pase, ¿Me puedes dar las partituras que prometiste darnos?

—     Ah, sí, espera — lo dejaba afuera, la verdad no quería que nadie pasara a mi departamento, no hoy.

—     Okey yo espero… aunque… me pregunto por qué tanta oscuridad.

 

Ventanas cerradas y tapadas con cortinas negras, poca luz, ningún espejo…

 

—     ¿Quién te dijo que podías pasar? — Ryo se espantaba de nuevo, pero esta vez, al verme, retrocedía.

—     E-es que pensé que pues…

—     Acá están, nos vemos mañana ¿okey? Estoy remodelando mi departamento, así que si me permites...

—     O-okey, hasta mañana, y le diré a Shuu que te venga a ver más tarde.

—     No es necesario. Gracias. — como un niño que recién había entrado a de la casa del terror, Ryo salía de mi departamento. ¿Qué fue lo que le espantó? Si sólo estoy acomodando mi palacio para mi rey y para los plebeyos que vendrán mañana.

No entiende nada, y es un gallina.

¡hahahahaha! Obviamente es un crio todavía.

No le gustó tu palacio, déjalo.

Ya mañana verás si no les gusta.

Prepara todo…

—     Lo haré, prepararé todo para la gran fiesta, como si fuese el baile del palacio real donde la Cenicienta encuentra a su príncipe encantador. Aunque yo ya tengo al mío.

Baila, baila como si estuvieses en tu gran baile.

Baila hasta que te canses y te puedas dormir sin escucharnos.

Pero recuerda que no te puedes escapar de nosotros.

Apenas y pudiste escapar de esos ojos que tanto te observaban y de esas figuras que tan felices estaban sin razón alguna.

Sólo falta deshacerte de una sola cosa…

Y serás feliz.

 

Sábado, medio día. Mi departamento lucía muchísimo mejor. Todo ordenado y limpio. Velas aromáticas y un poco de limpiador de pisos olor lavanda. La orden de pizzas estaba por llegar, y mis invitados también.

Vino… no sé si la pizza se lleve con el vino, pero compré dos botellas.

Y para Nii… su hermoso y adorado vodka.

Mucho, mucho vodka para nuestro amigo.

Un buen vino para tu amado.

Cerveza, falta la cerveza para el menor, aunque…

Me empiezo a reír sin razón alguna, creo que simplemente me siento muy bien, quizás el haberme despertado algo tarde y haber dormido mucho, me ayudo.

Veo el reloj, las 2pm, Shuu no tarda en llegar. Mi novio y mi hombre no tarda en llegar. Verlo de nuevo, tocarlo, besarlo… maldita o bendita lujuria. Pero sé que a él le provoco las mismas sensaciones que él me provoca.

¿Cuándo fue que me hice adicto a él?

¿Cuándo fue que lo hice mi todo?

Lo necesito aquí y ahora.

 

Las 2:30pm, sonaba el timbre. Ansioso corría hacia la puerta esperando que fuese mi príncipe, pero oh decepción, eran los hermanos.

La estúpida sonrisa de Nii.

La mirada temerosa de Ryo.

Vaya forma de arruinarte la hermosa imagen mental que tenías.

Un tipo con cara de idiota y su hermano coyón.

 

—     ¡Hola, Satoshi! ¿Qué milagrazo que nos quisieras invitar a tu casa? — Nii seguía sonriendo. Me molestaba esa sonrisa.

—     ¿Ya estás mejor? Ayer pues…

—     Descuida Ryo, ¡estoy de maravilla! — una gran sonrisa fingida se dibujaba en mi cara, ¡obvio que estoy de maravilla!, les abría más la puerta incitándolos a pasar. El mayor entraba con pasos largos y con un semblante bastante despreocupado, mientras que su hermano menor era todo lo contrario: observaba cada rincón de mi palacio. ¿Acaso no le agradó la decoración?

Ambos me están molestando…

Espera, espera, ¡no vayas a echar todo a perder sólo no ser paciente!

Sabemos que tú puedes, recuerda que no ha llegado tu príncipe, tu rey, tu todo. No tarda en llegar, te lo aseguro.

Y cuando él llegue, tu banquete y baile podrá comenzar.

No hay fiesta en un palacio si falta tu persona importante.

A parte, a él le tienes una gran sorpresa ¿no es así? Espera, espera.

Esperar no es mi mejor cualidad, pero por él, podría esperar casi una eternidad.

 

Mientras tanto, los dos hermanos estaban acomodándose en la sala de Satoshi.

 

—     Oye Nii, ¿N-no te parece raro el departamento de Satoshi?

—     Pues algo me dice que el enano quiere ver películas de terror y por eso “decoró” de esta forma su departamento, ya sabes cómo es Satoshi.

—     Hermano… algo acá no me huele bien.

—      ¡Yo no fui! Anda, ¡si quieres ir al baño ya sabes dónde está!

—     ¡No seas bobo! ¡No me refiero a una flatulencia! Y si lo fuese, ¡de seguro serías tú! Y fuera de broma, ayer que vine a ver a Satoshi se veía demasiado extraño, creo que necesita urgentemente a un médico.

—     ¿Sabes algo? Su médico se llama Shuu, cada que esos dos están juntos, Satoshi parece estar más tranquilo, luce más animado. — el pelilacio se sentaba en un sofá y sonreía un leve.

—     Yo no me refiero a ese tipo de médicos pero…

El timbre sonaba y Ryo daba un leve santito en su lugar, haciendo reír a su hermano.

—     Nii, de verdad, siento que Satoshi necesita otro “tipo de médico” tengo un mal presentimiento.

 

Sonaba el timbre, debía de ser mi amado, debía de serlo. Me paraba del piso donde estaba sentado y al abrir la puerta, mi chico perfecto estaba parado con un pequeño ramo de rosas lilas. Sin poder evitarlo, me abalanzaba contra él y lo abrazaba fuertemente.

Su perfume.

Su calidez.

Lo terso de su piel y lo áspero de su barba.

El montón de sensaciones que me provoca todo su ser, necesito sentirlo para siempre.

 

—     Hola, mi Satoshi — me besaba la frente y eso me hacía estremecer.

—     Hola, mi Shuu.

—     Ten, hacía mucho que no te regalaba flores. — era un ramo pequeño pero en medio había una paleta de caramelo en forma de corazón. Detallista. Amo esos detalles.

—     Gracias, gracias. — lo tomaba de su mano derecha y lo conducía hacia la sala comedor.

—     Espera. — se detenía antes de entrar por completo a mi departamento. Sentía que el agarre de su mano se hacía más fuerte.

—     ¿Sucede algo?

—     Ahh, sólo que… nada, nada, sólo quiero que sepas que te amo. ¿ok?— Estabas preocupado por algo ¿verdad? No, no, no mi príncipe, no te acongojes, no me gusta verte así…

Recuerda que le tienes una sorpresa, ¡eso lo pondrá de mejor humor!

¡Si! No olvides que has preparado todo para el banquete en tu palacio, qué mejor manera de complacer a tu rey con un gran banquete.

El banquete está esperándolos en la cocina.

Llévalo hacia la cocina, y por qué no, complácelo de otras formas.

Complácelo con lo que más le gusta…

—     Okey… pero, bueno, ahorita te digo. — sin soltarlo, lo llevaba hasta mi cocina. Pero debíamos de pasar por la maldita sala donde estaban los plebeyos.

—     ¡Shuu-chaaan! Qué bueno que ya llegaste. — con un toque de flojera, Nii le decía eso a mi Shuu. No, no hoy. Hoy no.

—     Hola Nii, hola Ryo.

—     Ho-hola, Shuu. — contestaba tartamudeando Ryo, éste se iba a levantar de su asiento pero yo jalaba a mi peliondulado.

No se acerquen.

No hoy.

—     Ahorita venimos, esperen. — no era el momento de estar platicando con los vasallos, así que jalaba más a mi novio hacia la cocina, donde tenía su pequeña sorpresa.

—     Sato, déjame saludar a los chicos, no tardo.

—     Primero… siéntate.

—     Okey, okey. — dejaba mis flores en un pequeño jarrón, y tomaba una botella de vino tinto junto con dos copas. Delineaba con mi dedo índice la copa con base azul marino que tenía en mi mano diestra. Era la copa preferida de mi Shuu…

Recuerda ponerle aquel condimento tan delicioso.

Él lo amará.

Daba media vuelta con mis manos ocupadas por las dos copas teniendo cuidado de no tropezarme y cometer una tontería. Te veía sentado mirando las pizzas personales que había ordenado. Pero dentro de unos segundos, esa mirada tan serena, pero a le vez, muy cálida cada que está feliz, estaría contemplándome.

—     ¿Vino tinto?

—     ¿No te gusta? — ladeaba mi cabeza esperando no haber estado equivocado en los gustos de mi novio.

—     Claro que me gusta, pero es un poco extraño, pizza con vino tinto. — sonreías, aquella sonrisa que hacía estupidizarme en segundos. Me acercaba hacia él y dejando la bebida color carmesí en la mesa, para sentarme en las piernas de Shuu quedando frente a él.

—     Shuu, yo también te amo, y te amo de aquí hasta el maldito infierno. Nunca, nunca lo olvides. — pasaba mis brazos por su cuello y le miraba fijamente.

—     Si tú me amas hasta el infierno, yo te amo tanto que iría al mismísimo infierno por ti, y trataría de llevarte al cielo. —posabas tus manos en mi caderas haciendo que soltara un pequeño suspiro.

—     Te amo, te amo tanto… — me estiraba un poco y tomaba una de las copas llenas de vino, le daba un gran sorbo haciendo que tu te rieras.

—     ¿De cuándo acá, Satoshi toma vino? — sin contestar tu pregunta, me acercaba a tus carnosos labios y pasaba aquella bebida alcohólica a tu boca. No me gusta el sabor del vino, pero el sabor de tu saliva le daba otro toque, uno más delicioso. Algo de vino se derramaba por nuestras comisuras, yo lo limpiaba con mis dedos mientras tú tragabas de a poco esa pequeña cantidad de vino. Tu boca pasaba de tener ese líquido rojo oscuro a tener mi lengua dentro de ella. Quería deleitarme un poco más con tu cavidad bucal, y también quería darte más placer. Sin dejar de besarte, mis escurridizas manos desabrochaban tu cinturón y mi zurda se metía dentro de tus boxers para empezar a masturbarte. Tu cuerpo vibraba encima del mío, así que para no quedarme atrás, me empezaba a mover rozando mi miembro con tus muslos.

La lujuria era algo que nos caracterizaba cada que estábamos a solas. Pasábamos en segundos de un beso a una sesión de sexo bastante candente.

Antes de separarme de tus labios, mordía tu labio inferior y lo jalaba lentamente con mis dientes.

Estabas sonrojado y excitado, tus respiraciones se hacían algo rápidas y decías a medias mi nombre.

—     Sa-Sato…

—     ¿Si? — susurraba a tu oído mientras delineaba con mi lengua todo el lóbulo de tu oreja derecha.

—     L-luego, luego lo hacemos, mmmh — soltabas un pequeñísimo gemido mientras apretabas mis glúteos con ambas manos.

—     ¿Por qué no puede ser ahorita?

—     Cu-cuando ellos se vayan, podemos hacer lo que quieras. — me separaba un poco de ti admirando la piel tan colorada de tus prominentes mejillas.

—     Si tú lo dices… y vas a ver que se irán rápido, yo lo sé. — por último bajaba mi rostro hacia tu cuello y lograba mirar que uno de los hermosos cardenales que te había hecho, estaba desapareciendo. Eso me enojaba un poco, así que de nuevo te marcaba pero de forma más leve.

—     O-oye…

—     Simplemente quería remarcarlo un poco ¿eh?

—     Tu no tienes remedio.

—     Nee, te dejo comiendo un pedacito de pizza mientras voy con Nii y Ryo, necesito que me hagan un favor. — me separaba de ti y tomaba la copa de la que había bebido dejándote la copa azul sólo para ti.

—     Okey, yo espero.

 

En la sala, los dos hermanos estaban mirando los DVD que estaban apiladas cerca de la TV. Son unos curiosos. Pero más Ryo.

La curiosidad mato al gato ¿no es así?

Y tenemos un pequeño gatito…

—     Puras películas medio raras e infantiles, eso describe tan bien a Satoshi.

—     Sobretodo, las raras.

—     Y hablando de raras, ahí viene el niño.

—     ¿Qué tanto dicen? — preguntaba mirando más a Ryo.

—     Na-nada, este, y ¿qué películas vamos a ver?

—     Nii, ¿puedes hacerme un favor?

—     ¿Qué pasó?

—     ¿Puedes ir a comprar las botanas? Pensé que tenía unas en la alacena y hasta Shuu me ayudó a buscarlas pero no encontramos nada.

—     ¡Okey! Y de paso te traigo unos condones, porque estoy seguro que no solo fuiste a buscar “papitas” con Shuu.

—     Eww, ¡no digas eso Nii!

—     Si gustas regalármelos, los aceptaré con gusto.

—     Bueno, ahorita vengo.

—     E-este, voy contigo.

—     Ay no, tú quédate, y ayúdale a Satoshi a escoger las películas, no quiero ver ToyStory por enésima vez.

—     Pe-pero… — el más pequeño estaba algo nervioso, su nerviosismo hace que mi corazón lata rápidamente. Me pone ansioso.

Nuestro gatito parece que está en medio de una jauría de perros.

Ay, pobre gatito.

—     Ryo, no es como si fuese a desaparecer o si me fuese a morir de aquí a la tienda. Ahorita vengo.

—     O-okey, con mucho cuidado, hermano.

—     Lo haré, mi pequeño hermanito. — con esas largas manos, acariciabas la cabeza de tu hermanito y te despedías de él.

Qué tierna escena.

¿Qué se sentirá tener a un hermano así de cariñoso? El siempre haber estado solo, hace que me ponga a pensar en eso…

¡Ahahaha! ¡No seas idiota! Un hermano como Nii sería como tener un grano en el trasero.

Te quitaría a todos tus novios y eso no sería justo.

Pero dejemos de hablar de esos traumas de infancia, mejor hablemos del gatito que está temblando.

La curiosidad mato al gato…

 

—     Sa-Satoshi, oye, ¿Qué película veremos eh?

—     Ryo, ¿por qué tan nervioso?

—     Y-yo no estoy nervioso, sólo que… — caminabas hacia atrás. ¿Qué tanto me ves?

Un plebeyo no puede saber los planes del rey.

Cuidado.

—     ¿Es acaso que ya sabes los planes que tengo para ustedes los simples vasallos?

—     ¿De qué tanto hablas? Satoshi, creo que debes de ir a un médico urgentemente, has estado actuando muy raro, te debe de ver un especialista, no es normal que en esta casa no haya ni un solo espejo. Tus figuras de colección que tanto querías, ayer las vi en la basura, ahora tienes cortinas negras… me das miedo.

Miedo.

Uy gatito, no sabes con quienes te acabas de meter.

¿Qué hacía la reina de corazones cuando alguno de sus sirvientes no le servía o se revelaba contra ella?

Qué le corten la cabeza.

—     ¿Te doy miedo?... ¡Ja! ¡pero si no te he hecho nada! Pero, como todo sirviente, cuando ya no me sirves, aplicaré la ley de la Reina de Corazones.

—     Satoshi, estás diciendo muchas tonterías, creo que debo de ir por Shuu y que te lleve al doc… — mis manos temblaban y una de ellas te tomaba por el cuello. Mi cuerpo se estremecía y algo parecido al placer, se apoderaba de mi.

—     ¿Para qué ir a un doctor? ¡Yo estoy a la perfección! Ustedes son los que arruinan todos mis planes. Gatito, gatito, acabas de asomar tu hocico en donde nadie te hablaba.

La voz temerosa de Ryo decía mi nombre incontables veces junto con algunos “Espera, espera. No lo hagas”. Mi mano zurda, la más fuerte, tomaba su cabeza y la chocaba contra la pared más cercana.

Gritos, gritos desesperados y de dolor.

Sus ojos estaban desorbitados y se cerraban cada que su cráneo se impactaba en la pared.

El primer chorro de sangre salpicaba toda aquella superficie.

Gritos combinados con risas.

Las risas eran mías.

Las risas eran nuestras.

Nada como celebrar riéndonos.

Pequeño gatito, tenías que ser tú el que descubriera nuestros planes.

Tú no estabas en el plan, pero tú te lo buscaste.

Un último golpe y dejaba de gritar, pero yo no dejaba de azotarlo contra la pared.

—     Si no hubieses sabido de mis planes, de nuestros planes, no te hubiera pasado esto… Lo siento tanto…—

Dejando caer aquel cuerpo inerte, daba unos pasos hacia atrás y admiraba la hermosa pintura que quedaba en mi pared. El salpicadero de sangre parecía que había dibujado una pequeña mariposa.

Qué hermoso.

Veía mis manos y estaban cubiertas por algo de sangre. Nada que un poco de agua y jabón no quitasen.

Iba a la cocina, y ahí estaba mi  hombre perfecto completamente dormido. Los polvos mágicos habían hecho su efecto rápidamente.

Tu rostro estaba tan sereno… y sobre una pizza.

Tan cómico como siempre.

Bien, ahora necesitaba prepararme para el regreso de Nii.

Tomaba las dos botellas de vodka, unas grandes y pesadas botellas de casi un litro cada una.

¿Valdría la pena tanto gasto? Eso espero.

El timbre sonaba.

Corría hacia la entrada y con una amplia sonrisa abría la puerta.

—     ¡Las papitas están listas! Y estaban de oferta unos condones de sabor, así que, ya sabrás qué fue lo que te compre — hacías un guiño con tu ojo derecho y yo sólo me reía.

—     Muchas gracias, no te hubieras molestado.

—     Pero me puse a pensar, ¿Qué no los condones son más para Shuu que para ti? ¿Los dos los disfrutan no? Pero Shuu se los pone y si él te “da” pos…

—     Bueno, tú me trajiste condones, y yo te traje esto. — con la estúpida sonrisa que te caracteriza, viste las dos botellas. Tus ojos brillaban de alegría.

—     ¡Oh santo Dios! ¡No sé cómo agradecer… — La primera botella daba contra tu sien derecha haciéndote perder el equilibrio.

—     ¡Alejándote de mí Shuu, aléjate para siempre de él! ¡Odio que estés siempre con él! ¡Que parte de sus sonrisas sean para ti y no para mí! Me enferma verte con él.

—     Sa-toshi, yo.. yo nunca… —

—     Desde hoy ese nunca se hará realidad.

La primera botella no se había roto puesto que no le había pegado con tanta intensidad pero…

¿Qué esperas? ¡Dale fuerte con aquello que tanto ama!

¿Quieres que te siga estorbando? ¿No verdad?

No tengas compasión.

Sepáralo de tu Shuu, para siempre.

Agarrando fuertemente aquella botella, la destruía en la cabeza de Nii.

De nuevo la sangre hacía su aparición, pero ahora manchando mi piso de duela. Ni un grito salía de la garganta de Nii, sólo su cuerpo se tensaba un poco. Su lacio y sedoso cabello se le pegaba a la cabeza. Otro botellazo.

Al levantarme, había un charquito de sangre alrededor de la cabeza de Nii que ensuciaba mis zapatos.

Su sangre era un poco más fluida que la de su hermano.

Sangre…

Con mis dedos tomaba un poco de esta y un gran escalofrió recorría todo mi cuerpo.

A mi mente veían los días en los que ensayábamos juntos.

Las risas, las bromas…

Tomaba mi cabeza y empezaba a respirar rápidamente, me sentía mareado y asqueado. Olía algo extraño. ¿Ese es el famoso olor a sangre?

Mi estómago se revolvía y corría al baño.

Vomitaba pero al mismo tiempo me reía. Parecía un borracho después de una gran fiesta donde lo habían embriagado con el peor alcohol adulterado. Salía del baño y veía a mi príncipe y rey todavía dormido.

Levantaba su rostro y lo besaba, pero seguía sin despertar.

—     Shuu, todo lo que hice fue por nuestro bien ¿verdad? ¿verdad?...

¡Claro que lo hiciste por el bien de ambos!

Ya no hay gatito curioso que arruine planes.

Ya no hay amiguito de la infancia que te robe momentos de felicidad y sonrisas de tu amado.

Ahora sólo quedan los dos…

Un amor tan hermoso y único.

Tú copia del hombre perfecto, sólo para ti.

Buen trabajo, pequeño Satoshi.

 

Todo me daba vueltas, mi cabeza me dolía, mi garganta estaba algo irritada. ¿Qué había sucedido?

Hacía frio.

Al abrir con cierto pesar mis ojos, veía sangre cerca de mi.

—     ¿Satoshi? ¿Satoshi, dónde estás? — música instrumental era lo único que escuchaba en todo el departamento, era Winter de Vivaldi, al aclarar más mi vista, distinguía un cadáver cerca de una pared y otro en el piso. Miedo… sentía miedo hasta que unos fríos y temblorosos brazos me estrujaban por la espalda.

—     Shuu, mi Shuu, al fin, sólo nosotros dos. — La última escena que veía era a Satoshi llorando, cubierto de sangre y con un bat de baseball en las manos.

 

 

En la escena del crimen, se encontraron dos cuerpos y dos sospechosos.

El primero, Takeshi Matsueda, estaba a la entrada del departamento, al parecer, fue golpeado con una o dos botellas de vidrio.

El segundo era Ryo Matsueda, al parecer eran hermanos, éste estaba cerca de la cocina comedor, su cabeza había sido impactada consecutivas veces contra la pared.

El primer sospechoso era Hideyuki Nagai, este había ingerido una buena cantidad de somníferos y recibió un golpe con un bat. El chico está recuperándose en el hospital.

El segundo sospechoso y el culpable era Satoshi Ishikawa. Lo encontraron en la sala cubierto de sangre y con una crisis nerviosa. Luego de varios estudios, el diagnóstico que se obtuvo para el paciente fue esquizofrenia.

 

Después de 6 meses, por fin podré verlo. ¿Cómo estarás? ¿Seguirás tan feliz como lo eras antes?

Estoy temblando pero no sé si sea por felicidad o por nerviosismo.

El juez lo declaró culpable del asesinato de Ryo y de Takeshi, y de intento de homicidio hacia mi. Pero en vez de encarcelarlo, decidieron internarlo en una clínica psiquiátrica. Aunque su problema no tendrá solución, la decisión fue tomada.

 

-----

 

Detrás de un cuarto blanco totalmente acolchonado, estaba él, con una mirada algo ida.

 

—     ¿Satoshi? — mi voz se entrecortaba. Me dolía verte así.

—     ¿Mi príncipe y rey? ¿Eres tú?

—     Si, soy yo.

—     Te amo mucho ¿lo sabes bien, verdad?

—     Lo sé… lo sé. — mis ojos se llenaban de lágrimas.

—     Al fin… sólo nosotros dos ¿verdad?

—     Si, si… sólo nosotros dos. — recargando mi frente en aquella puerta con barrotes, sollozaba en tener que ver al amor de mi vida en ese estado.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).