Hurt por emiliano

Miraba devastado al ataúd, por más que quisiera aparentar normalidad, esta vez no lo lograba ni con toda la larga experiencia que tenía en fingir ser otra persona como espía, es que era imposible habiendo amado tanto a una persona como él lo hizo con aquella persona.

Observaba como el ataúd iba bajando y lentamente comenzaba a ocultarse de la vista de las personas alrededor y con él, se iban esas inútiles esperanzas que tenía con volver a verlo, ¿cómo una perdida podía doler tanto?, había sufrido muchas pérdidas a lo largo de su vida pero esta era distinto, era una persona muy especial aunque nunca se lo haya demostrado como debía, tal vez por eso pesaba tanto en su pecho.

Una lágrima comenzó a caer por su rostro y en sincronía con el cielo, la lluvia comenzó a caer, como si el mismo cielo también lamentara esa perdida, el agua tapó el llanto silencioso de aquel hombre, nunca le importaron los perjuicios de aquel siglo y eso se lo demostró a todos cuando había aceptado el cariño del ruso pero, nunca supo que ello le traería tanto dolor al ya no sentir ese calor cerca.

Cómo quisiera tenerlo de vuelta por tan solo un instante para poder abrazarlo por última vez y pedir disculpa por ser tan orgulloso, para agradecerle todo lo que sacrifico por él, para decirle que perdonaba sus errores. Haría cualquiera cosa para volver a escuchar su voz pero su mente lo sabía, nunca podría volver atrás y su corazón terminara totalmente herido.

Ambos fueron orgulloso, incapaces de aceptar sus errores y hacer frente al problema, si tan solo Illya hubiera aclarado el malentendido, si le hubiera hecho entender él nunca hubiera dejado que fuese solo. Era una misión difícil pero Sólo ya no confiaba en él luego de aquello y por eso dejó que se marchara, quería alejarlo y lo había logrado pero ¿a qué costo?.

-… Me he lastimado, lastimándote a ti- pronunció recordando lo que le había dicho antes de que cortaran.

“-Solo entiende, no es lo que crees- decía el rubio mientras seguía al moreno quien se negaba a detenerse y escucharle, luego de ver eso no creería nada de lo que le dijera.

-Por favor, detente- pidió y antes que Napoleon abandonara su estancia, le tomó del brazo y le detuvo a la vez que lo volteaba para poder verle mientras intentara aclarar la situación.- Escúchame, no es lo que crees, ella solo…-

-¡Oh vamos Illya!, no pongas excusas baratas, sé muy bien lo que vi y no te preocupes, no hay porque debas disculparte, no hay nada entre nosotros y nunca lo hubo- habló sin pensarlo pero decir que estaba dolido era poco, estaba enojado.

El ruso se le quedó mirando sin saber que decir exactamente ante esas palabras, no se esperaba eso, sinceramente no sabía que se esperaba pero eso nunca. Echó una leve risa y le soltó del brazo, apartando la mirada de aquellos ojos azules.- ¿Entonces por qué te pones así?, ¿por qué estás tan enojado?-

-No es por lo que crees, solo se trata de confianza y tú decidiste no decirme nada, ¿cómo me tendría que poner?- el rubio frunció el ceño, no estaba entendiendo los puntos del mayor y ya había perdido la paciencia.

-Está bien, cree lo que quieras-

-¿Solo eso dirás?- al no recibir respuesta, negó con la cabeza apartando la vista y se dio vuelta dispuesto a irse.- No me llames porque no te atenderé, mucho menos te acompañaré en tu misión, pensaba dejar la mía para ayudarte pero no vale la pena, adiós y hasta nunca.- Dijo momentos antes de cerrar la puerta, logrando captar esa última mirada.”

¿Quién diría que esa sería la última mirada que vería de él? Pero, esa era su intención ¿no?, solo quería apartarlo. Los días después de eso habían sido extraños pero necesarios, habían servido para entender que es lo que en verdad sentía por el Ruso pero resultó ser inútil, ¿de qué servía amar a un muerto?, a alguien que vivió sus últimos días pensando que lo odiaba. Sus manos se hicieron puño ante la sola idea de que Illya murió creyendo que no lo amaba.

-Perdóname por culparte por las cosas que yo tampoco podía hacer-  Murmuró mirando al cielo con la esperanza de que lo escuchara, cerró los ojos intentando obtener ese alivio para su alma pero solo la lluvia alimentaba la soledad que crecía en él.