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Wristband (Sarumi) por Fernanda Rojas

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Sin muchas vueltas escogió la primera que estuviese mas cerca, se sentó en el borde de la cama y sucedió lo de siempre cuando la cuchilla pasaba por su brazo.

Se olvido de todo el dolor por unos momentos, su piel pálida se tiño de rojo, sus ojos se nublaron del gozo de la liberación que esto le producía, uno, dos, tres, cuatro cortes; cada uno con mas velocidad, había perdido la cuenta de cuantos cortes habían pasado ya, pero presentía que esta iba a ser una larga noche.
¿Cual es la razón de su existencia si no esta destinado a ser feliz? Verlo con otras personas le rompía el corazón en millones de pedazos, haciéndolo lamentar del momento en que su cariño se poso en un pequeño chico de cabellos castaños y ojos ámbar. Lo había capturado su vivaz, su energía, sus promesas y cariños que este le mostraba, le había dado una esperanza entre su miserable vida y sueños, había aplacado el dolor que su familia le producía.
¿Todo para que? Para que después  fuera este el que lo abandonase de forma mas despiadada y cruel, pidiendo la atención de alguien mas y lentamente dejándolo de lado a el, con quien vivía y había convivido por años.

Lo había roto mas de lo que ya estaba, había intentado unirlo muy débilmente, pero su corazón solo quería la forma en que Misaki lograba unirlo, y este solo se encargo de tocarlo y romperlo en pedazos de nuevo, había perdido todo por abrirse demasiado.

Esa fue una lección muy cara que le costaba sus desmayos constantes, su mayor desgano a todo, sus brazos con mas cortes que propia piel; Pero la esperanza de que todo volviese a ser como antes aun albergaba en la mente del azabache, que discretamente lo pensaba por las mañanas y por las noches lo liberaba con mayor fuerza, donde se permitía volverse débil y descargar todo su dolor hasta sentir su garganta arder, sus ojos picar y finalmente caer agotado en un sueño pesado e indescansable.

Así era su nueva rutina, de hecho, no tan nueva, desde hace muchos años su piel ha estado adornada con cortes, la única diferencia es una nueva razón por la cual lo hace.

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Su noche transcurrió entre, despertar por las pesadillas que soñaba este, o el ardor de sus brazos al no haber sido siquiera tratados, estaban las heridas abiertas, unas mas profundas que otras. <Hmp, A este paso haré un charco de sangre, Tsk...> Un adormilado Fushimi estiro su brazo buscando el pedazo de tela que siempre deja en su cómoda, se las puso descuidadamente e intento volver a dormir a pesar de saber cuan larga se le haría esta noche.

Volvió a despertar a las 2:00 am, todo su sueño se había esfumado a pesar de haber dormido solo 3 horas, lo ultimo que había soñado lo había dejado paralizado y tan agitado que tuvo que tomarse un tiempo para regularizar su respiración y mentalizarse que nada era real.

Se levanto de su cama, haciendo lo mismo de todos los días, su deje de melancolía era mas intenso que de costumbre, le fatigaba de manera muy fácil incluso hacer las cosas mas practicas, de cierto modo, eran dolorosas.

—Hmm, no tengo ganas de trabajar hoy.

Pensó en llamar a la teniente, pero dado que aun era muy temprano, tendría que esperar una hora mas, que era la hora en que todo scepter se levantaba, se recostó en su cama medio aburrido, completamente triste.

En esos momentos, visualizo a su padre burlándose de lo débil que era, siempre venia en sus momentos mas tristes, se podría decir que quizás este era el espíritu artomentandolo, pero solo era una estupidez mas en la mente de Saruhiko, aunque ciertamente, estas experiencias es uno de sus secretos mejor guardados, incluso cuando esta a mitad del trabajo, soporta todas las bromas e insultos de su padre, para no quedar tildado de loco al hacer que sus compañeros miren como el le grita a la 'nada'.

No le quedo mas remedio que oír las incitaciones de su padre a volver a cortarse, la mayoría de las veces caía pero con las de ayer, este tuvo mas que suficiente, algunas aun seguían abiertas y dolían demasiado.

—Me pregunto cuando llegara el día que deje de sufrir por ti, Misaki. —Se alzo un poco sus vendas mirando con detalle sus cortes —Supongo que llegara el mismo día que te des cuenta de todo esto.

Sonrío al decir esto, claramente esperaba cosas demasiado altas.

—Que débil salió mi monito, ¿cuanto llevas haciendo esto? ¿Tus venas no estarán ya muy desgastadas? —sonrío con malicia su padre —. Siempre llorando y lastimándote por tu amigo, si que estas hecho toda una nena.

—Tsk... Cállate.

Su padre no obedeció, al contrario, aumento su voz y la crueldad de sus bromas hasta hacerlo insoportable, esta era su parte débil, donde podía gritar y llorar todo lo que quisiese, retorcerse en la cama, era una de las cosas que hacia ahora. Desde ayer el dolor era tan insoportable que su cuerpo no hallo el descanso total con los cortes que ahora tenia.

Ni siquiera sabia con exactitud que era lo que le dolía, lo que le fastidiaba, pero lo hacia miserable, no entendía porque no moría de una vez.

Morir.

De hecho y pareciendo increíble, en estos tres años, Fushimi no había intentado suicidarse, ni tampoco es como tuviese intenciones, su mente era demasiado débil para llegar a ese punto, el solo se dejaba ahogar por la melodía de la tristeza.

—Ugh... ¿Cuanto tiempo mas durara esto? Solo soy un ser insignificante... No hallo la razón de seguir aquí. No se si podré soportarlo mas —rió —. Es estúpido estar aquí lamentándome, una perdida de tiempo... Aun así, no puedo parar.

Fushimi se permitió librarse de todo, se escondió en sus mantas e intento relajarse.
<Debería dormir un poco> Pero antes de hacerlo, recordó la llamada que tenia pendiente de hacer, tomo con desgano su PDA que no se encontró muy lejos de allí y se dispuso a llamar a su teniente.

—¿Fushimi?

—Teniente, no podré ir a trabajar hoy, me siento muy enfermo.

—¿Tus cortadas se han vuelto a abrir?

—No...—Fushimi se quedo en silencio al igual que la teniente, hasta que se oyó que la teniente soltó una bocanada de aire.

—Esta bien, mas tarde ire a curarte las heridas nuevas.—Y dicho esto la teniente colgó.

Saruhiko sonrió de medio lado, la teniente si que era sobre protectora, como si fuese su madre.

—Mi pequeño Monito. —Volvió a anunciarse de repente su padre —Ese rey te hizo la vida imposible, ya que Misaki solo lo miraba a el, lo amaba tanto, a Homra, mas que a ti...
¿Como es que era su nombre?

—No sigas —amenazo Saruhiko, sabiendo que en momentos de debilidad como estos el nombre del rey rojo se volvía prácticamente un tabú.

—Ah, sí, Mikoto, heh, incluso después de muerto el chico solo babeaba detrás de el. —Se oyó una risa burlesca —Y a ti, te cambio apenas pudo, apuesto a que estaba harto de ti, harto de tu apestosa actitud.

—¡CALLATE! — grito con frustración Saruhiko.

—Oh, ¿Pasa algo? Fufu~ ¿En verdad creíste que siempre estaría contigo? ¿Que te correspondería tus sentimientos? Hehe, Estos niños, nunca aprenden. Saruhiko se encogió al oír esto —Nadie querría estar tanto tiempo cerca tuyo, fuiste solo un objeto mientras conseguían un reemplazo mejor.

Las lagrimas de Saruhiko comenzaron a bajar inevitablemente en silencio, quería ser mas fuerte como aparentaba con los demás, pero en soledad le era imposible, tanto que no pudo mas con la tentación de lastimarse de nuevo, pero esta vez, empezó a rascar con intensidad su marca de homra.

Era como si sintiese una ira intensa ya que su mano rascaba frenéticamente intentando calmar todo el dolor que gracias a esa marca había sentido desde los dieciséis, sus dedos empezaron a llenarse con pequeñas gotas de sangre al haber sido rascado con tanto frenesí.

Solo de esta forma, las voces parecían perder su fuerza, y de gritos se volvieran a voces, y de voces, a susurros que luego serian murmullos débiles llevados por el viento. Era en sí, que el costo de que se callasen, eran cicatrices, cortadas y sangre.
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Por otro lado, Munakata estaba yendo hacia cierto bar donde había sido citado con cierta urgencia, se escucho el sonido que alertaba que la puerta estaba siendo abierta dejando ver a la pequeña reina.

—¿Para que me citaste aquí Anna?. —Se fue sin rodeos, típico del rey azul.

Encontró a la niña sentada en uno de los taburetes, yacía sola tomando un jugo de naranja

—Saruhiko, esta roto...

A Munakata no le impresiono esto, sabia que Anna tendria conocimiento de el estado de su tercero al mando, tampoco le impresiono que esta se estuviera preocupando por alguien que ya no fuese de su clan, así era ella. Aun así, no sabia que responderle, por lo que prefirió permanecer callado.

—Reisi....—Insistió la pequeña al no obtener respuesta.

El solo asintió con la cabeza y se sentó en uno de los taburetes al lado de la reina.

—...Puedo sentir su dolor. —La niña lo miro. —Es como un azul apagado, casi extinto.

—Sí, es hora de que empiece a tomar medidas, tengo algo en mente. — sonrío minuciosamente. —Supongo que ya sabrás de que se trata.

—Misaki —respondió automáticamente.

—Exactamente, ya que el es el único con una oportunidad alta, desde que Fushimi-kun al final confía solo en el.

—Pero Misaki es idiota...Él no se dará cuenta. —Anna hizo un puchero.

—Hmm...¿Podrías decirle, Anna-kun? Fushimi-kun a este paso tiene poco tiempo.

La niña se quedo un rato en silencio, hasta que respondió. —Lo haré, Saruhiko debe estar con Misaki. —Anna le brindo una sonrisa cálida —Misaki puede curar sus heridas.

—Sí, confió en ti. Del resto me haré cargo yo.
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Fushimi no sabia como, ni de que forma, pero había terminado con todos sus compañeros de trabajo acoplados en su habitación.

Lo último que recordaba era estar inundado en lagrimas y haber escuchado un golpeteo en la puerta, que por obvias razones, había ignorado, y estos golpes se habían vuelto mas fuertes y de repente tenia a todos sus compañeros quitándole la manta de encima y observándolo.

—Quiero una explicación de como entraron. —El aura oscura de Fushimi era gigante —Están invadiendo mi cuarto sin autorización.

—Escuchamos a la teniente quejarse de lo maldito que era Fushimi-san por dejarse enfermar...

—...Así que decidimos venir a cuidarte, y no dejarte caer mas. ¡Es hora de que nosotros hagamos algo por su tristeza!.

—¿Eh? No, me niego.

Akiyama suspiro. —Chicos, átenlo.

—¿Ah? —Todos se fueron hacia los brazos y piernas de él, a pesar de todas las patadas y rasguños que dio Fushimi pudieron lograr su cometido —. Tsk... Maldición, apenas salga de aquí todos ustedes se van a arrepentir.

Todos lo ignoraron. —Hay que vendar esto apropiadamente... A este paso ibas a morir desangrado, ¿Es que ni siquiera te dabas cuenta de el charco de sangre enorme en el suelo? —Le reprocho Hidaka.

—Yo pensaba que teniamos que mostrarle al capitán tu cadáver —bromeo Domyoji, a pesar de ser una broma un tanto cruel pudo causar que el mismo Fushimi se riese un poco, aunque después volvió a su compostura con una mirada mas seria.

—Esto no tiene nada que ver contigo...Tsk! Deberían mas bien hacer vuestro trabajo, por sus culpas me toca hacer horas extras —Fushimi pataleo intentando liberarse sin éxito.

—Fushimi-san, silencio, esto es por su bien.

Todos ellos hicieron una parte, limpiaron, vendaron y trataron de hacer lo mayor posible con el.—Listo, ya pueden soltarlo.

Todos soltaron un suspiro de felicidad.

—¡AHORA A DIVERTIRNOS!.

—Sí, ¡vamos a salir un rato a pasarla bien!.

—¡Ya dejemen en paz! ¡Tsk...!.

—Venga, vamos, Fushimi-san, ¡No puede quedarse todo el día en esa cama! —dijo Benzai, jalándole un brazo para sacarlo de entre las mantas.

—¡No vamos a permitir que deteriore mas!.

—¡No lo queremos ver mas deprimido!.

—Vamos a jugar Fushimi-san, ¡luego comemos un rato, vamos al parque, e incluso podemos jugar con algunos niños, seria grandioso!.

Finalmente, habían logrado que el se parase y se acomodase un poco para salir.

—Esto es ir en contra de mi voluntad.

—Eso no importa, se va a quedar con nosotros y a disfrutar un rato —sonrió Akiyama con felicidad —¡Vamos! ¡Por Fushimi-san!.

—Tsk.

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La pequeña Anna soltó un suspiro y se acomodo.

—Misaki, ¿Podemos hablar un segundo?

—¡Seguro, Anna! —Se acomodo al lado de ella —Y bien, ¿De que quieres hablar?.

—De Saruhiko.

—¡¿Ah?!


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