En los años que llevaba de vida, jamás pude convencerme de amar, y eso se debe a que todo el amor que podía existir en mi corazón se murió con mi madre, aquella hermosa castaña que brillaba como el mismo sol, incluso dejé de creer en el amor, porque le recriminaba al mundo haberse llevado lo más precioso y valioso de mi vida, mi única fuerza, lo único que me animaba a continuar viviendo.
En los últimos 3 años de mi estancia en Seido, creo que he cambiado muchas cosas de mi personalidad, una de ellas es que ahora me siento más libre de expresar mi debilidad, sobre todo, después de aquella lesión que sufrí.
La verdad no esperaba que mis días en la preparatoria fueran más emocionantes casi al final de mi estancia, porque lo conocí aquí, a ese pedazo de “tonto”, que siempre me sigue pidiéndome que atrape sus lanzamientos, aunque siempre le contestó con un “¿ahora?” me gusta que me persiga, aunque sólo sea con esa finalidad.
No me di cuenta de mis sentimientos hasta que el otro día sin querer nos tropezamos, estábamos cruzando los pasillos, y en la esquina, ambos volteamos para otro lado y caímos uno encima del otro, fue realmente divertido cuando nos miramos y nos reímos por nuestra reciente distracción, y entonces me quedé viendo fijamente aquellos ojos dorados, brillantes como siempre, no pude evitar que mis ojos bailaran por la felicidad de poder verlo desde tan cerca.
Caminando y mirándolo desde lejos en las prácticas entendí que el palpitar rápido de mi retorcido corazón se enamoró de aquella bella sonrisa, de su inocencia, ¿cuán retorcido podía ser para tratar de atrapar a un inocente como él?
No es que no quiera decir que lo quiero, no es que no pueda expresar abiertamente mis sentimientos, es que no quiero asustarlo, no quiero que huya de mi cuando me vea, por eso, me juré nunca decirle nada, aunque tuviera que soportar la distancia y lejanía de sus palabras y sentimientos.
-Sawamura, creo que Chris-sempai quiere verte hoy frente al salón de entrenamiento techado- lo vi mirar a Kanemaru con esa sonrisa tan tonta que pone cuando sempai va a visitarlo –ya voy Kanemaru- iba saltando de la alegría y me causó gracia, lo seguí porque con lo despistado que es se puede perder.
Había olvidado que era el día de San Valentín, y entonces….
-Eijun, ¿Cómo has estado?- sempai acariciaba su cabello y jugaba con él, haciéndole algunas bromas, me pareció muy dulce y miré felizmente la escena, me parecía un encuentro amistoso hasta que Chris sacó de su bolsa una caja muy… llamativa –te la traje- no escuché más, estaba seguro de que era un regalo, ¿Qué otra cosa podía ser?
Caminé toda la tarde para no estar en compañía de alguien más, no estaba de humor para permitir que alguien se me acercara y mi celular sonó “Sawamura te está buscando, dice que tiene órdenes del entrenador”, era justó la última persona con la que no quería encontrarme “estoy en el campo de entrenamiento”. Hablaría lo más rápido posible con él y me volvería a esconder, para que así nadie más me molestara.
Me encontré rápidamente con él y me dio las ordenes de nuestro entrenador –hasta mañana- sé que soné demasiado frio, lo noté cuando vi sus ojos asustados y mirarme con tristeza –Miyuki Kazuya yo… ¿te hice algo malo?- ¡Genial! Ahora él se sentía culpable de algo, no tenía la culpa de no amarme y yo le había hecho pensar que si -¿De qué hablas? ¿Estas enfermo o qué?- tenía que ocultar la verdad –Hoy no me has molestado ni una sola vez, ni siquiera quisiste jugar conmigo en el bullpen- ¿Qué tan idiota puedo ser? –Estoy cansado, déjame ir- pensé que era una buena excusa pero se puso a llorar, “No era para tanto”, no tenía por qué llorar por eso –He estado buscándote desde en la tarde, soy muy distraído, y olvide en casa de Chris-senpai algo muy importante, me hizo el favor de traerlo cuando le marqué esta mañana y le dije que lo había dejado, me escuchó gritar de la preocupación y vino a traérmelo- ¿Qué más daba? –eso no es asunto mío-.
Eijun… -pero… es que yo…- sus ojos soltaron más lágrimas y mientras se cubría su rostro, vi las manos de ese pequeño llenas de venditas, “Sus bellas manos están lastimadas” –Preparé esto para ti- me estaba extendiendo una bolsita mientras se cubría los ojos –Quería decirte… que… me enamoré de ti… ¡Perdón!- ese rostro me estaba volviendo loco, ¡Kazuya eres un idiota!
Abrace a mi pequeño y lo pegué a mi pecho, mientras tomaba la pequeña bolsa en mis manos y le daba una sonrisa –Perdóname, soy un idiota- no estaba acostumbrado a que alguien me quisiera, y si no lo estaba, no podía esperar que las cosas fueran como mi mente retorcida pensaba.
-Tu no sueles llorar tanto por eso, siempre hay una segunda razón- hizo un puchero mientras se escondía en mi pecho –Kanemaru y Kuramochi se burlaron de mi cuando les dije que iba a confesarte mis sentimientos, y dijeron seriamente que ibas a rechazarme- recibir otro mensaje “Te lo mandamos un poco desanimado para que no gritara a mitad de escuela, hazlo llorar y eres hombre muerto” Kuramochi, lo hizo a propósito.
-Ven conmigo- me siguió mientras íbamos a mi habitación, era demasiado lindo para mí verlo con los ojos tan brillantes cuando le dije que podía pasar, no había cosa más linda en la tierra que él.
-¿No vas a abrirlo?- se sentó en el suelo en posición de loto, haciendo un puchero infantil con su deliciosa boca, mientras volteaba su rostro para no mirarme –Ya lo abro, dame un segundo- ¿Cómo este pequeño podía conocer mis gustos? Chris-senpai…. ¿Se lastimó cocinándolo para mí?
-Miyuki… - era tan lindo verlo sonrojado, con esos ojos brillantes mirándome expectantes para saber si me ha gustado –El pan de té verde relleno de chocolate de té, espolvoreado con un poco de azúcar es mi dulce preferido, pero ahora lo es más porque me lo has dado tu- su sonrojo aumentó -¿sabe bien?- le di algunas mordidas, era de lo más delicioso que había probado en mi vida, hubiera podido contestar con palabras, pero no eran suficientes, me acerqué a él y le di un beso en la mejilla, esas rosadas y preciosas mejillas, que me mataban cuando estaba cerca de mí.
-Yo quiero otro dulce- me preguntaba ¿Qué quieres decir con eso? –Miyuki… yo quiero un dulce más específico, aun no me has dicho si… ¿si aceptas mis sentimientos?- era tan torpe, que no lo había notado, -Eijun eres la persona más inocente que conozco- sus ojos de duda y sorpresa me dijeron que no entendió –te amo, tonto- le di un beso tierno, apenas recargando mis labios en los de él, y es que no se sabe lo que pasa cuando una mente retorcida, se encuentra con un alma inocente como la de él
-Eijun, soy Kazuya, si me llamas Miyuki cuando te haga otras cosas, te morderé hasta que me llames por mi nombre- se ladeo un poco y me contestó -¿Morderme? ¿En qué situaciones debo llamarte por tu nombre cuando me muerdes?- era tonto y mío –cuando haces cosas en un lugar como ese, señalé la cama y se sonrojó levemente, Eijun será siempre, mi pequeño inocente.
-Kazuya…. Feliz día de San Valentin-