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Soulmate por Dashi Schwarzung

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Notas del capitulo:

Aquí traigo la segunda parte de mi fanfic, y la verdad estoy feliz porque pude cumplir con el plazo que yo misma me puse.
En fin, este capítulo es mucho más largo que el anterior, pues ya saben que no me gusta resumir nada, así que prefiero escribir muchas palabras para dar a entender mi idea original, que cortarle y que mi trama no se entendiera del todo.

 

Este capítulo, aunque lo auto-beteé, puede tener faltas ortográficas o similares, así que me disculpo por adelantado, y les invito a corregir cualquier error que puedan encontrar en este largo escrito.

C: sin más… disfruten la lectura!! 

 

 

..::Capítulo 2—Amando a mi alma gemela::..

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Al día siguiente por la noche, Kuroko llegó al departamento, acompañado de Midorima y pensó que Kagami estaría en su cuarto, durmiendo, sin embargo, al percatarse de que no estaban los zapatos de su amigo, ni tampoco aquella maleta que siempre dejaba tirada por alguna parte, supo que algo raro estaba pasando.

—Kagami-kun no está en casa. — Mencionó Kuroko, sin saber si su novio peliverde había notado también aquel pequeño detalle.

—Tal vez salió un momento. ¿Quieres que marque a su celular?

—No, esperemos un poco, tal vez no tarde. — Pensó que tal vez el pelirrojo había salido a conseguir algo de comer, era lo más seguro.

 

Pensando en esperar el regreso del pelirrojo, el megane y el peliceleste se sentaron al sillón a ver una película; al menos para matar el tiempo, entre besos, pláticas casuales y pequeñas caricias.

Pero los minutos pasaban, se estaba haciendo cada vez más tarde, y Taiga no regresaba. Kuroko estaba a punto de tomar su celular para marcarle a su amigo, cuando escuchó sonar el picaporte de la puerta; soltando un suspiro de alivio, adivinó que Kagami estaba de vuelta.

 

Taiga cruzó la puerta principal y la cerró tras haber entrado, observando de inmediato cómo sus dos amigos yacían sobre el sillón, con claros rostros de preocupación.

—¿Dónde estabas, Kagami-kun? — Preguntó el chico de menor altura, poniéndose de pie, mostrando en su mirada alivio al ver la figura del pelirrojo.

—Vamos. ¿Qué eres? ¿Mi mamá?

—Es en serio, Kagami. Estuvimos preocupados, tú no sueles salir así. — Midorima casi regañó, pues aunque quería aparentar que no le importaba el asunto, era todo lo contrario.

—Bueno… fui a comer a Maji Burguer, lamento no llamarles. — Fue la única excusa que dio, sin que los otros dos chicos dejaran de mirarlo, como indagando en su vida. —Ehh… bueno, fue un largo día… si me disculpan… creo que iré a dormir. Buenas noches. — y con esas palabras, se dirigió directamente hacia su alcoba, siendo un poco grosero y cerrando la puerta en presencia de Midorima y Kuroko, quienes se miraron entre sí, preguntándose qué estaba pasando con el pelirrojo.

—Eso fue raro. — Habló Midorima para romper el silencio.

—Algo está ocultando. — Kuroko entrecerró los ojos. Conocía a la perfección al pelirrojo como para no saber que algo raro estaba pasando con él. —Pero démosle su privacidad. — Finalizó, sabiendo que aquello era lo mejor que podían hacer.

Después de aquel pequeño encuentro con Taiga, ambos chicos volvieron a sentarse sobre el sofá, a seguir mirando el programa en la televisión.

 

Dentro de su habitación, Taiga mostraba una pequeña sonrisa ante el día interesante que se le había presentado.

El día anterior había accedido a la petición de Aomine de conocerlo, y volvió a reunirse con él, esperando nada de aquella pequeña reunión. Sin embargo, el chico moreno pudo borrar la primera mala impresión que había dejado en Kagami.

Habían conversado sobre muchas cosas sin importancia, pero durante esas pláticas, Kagami aprendió un par de cosas del peliazul, como que a éste le encantaban las hamburguesas teriyaki, tenía una amiga de la infancia llamada Satsuki, quien era como su hermana y le tenía pavor a las abejas.

Cualquiera podría decir que esa pequeña información era irrelevante, pero a Kagami le parecía muy interesante.

 

Pero después de todo, Taiga no podía abrirse completamente a Aomine; era cierto que había contado varias cosas sobre él, pero había escogido mencionar aquellas cosas que no eran para nada importantes, pues aunque no lo quisiera, Aomine seguía siendo un completo extraño, sólo se había reunido con él tres veces como para que el peliazul se ganara su confianza.

 

No estaba seguro de lo que estaba planeando Daiki, pero había aceptado las condiciones, además no parecía mala idea seguir conociendo al moreno.

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Había pasado una semana, en la que Aomine invitaba a Kagami a conversar después del trabajo de ambos, y Taiga siempre accedía a la petición, pues cada reunión con el moreno le resultaba más interesante, ya que siempre aprendía algo nuevo sobre él.

 

Por supuesto que lo que pasaba entre ambos, era comentado a  Kuroko, de parte de Kagami, y el peliceleste, aunque no lo dijera, estaba feliz por ver cómo poco a poco su amigo pelirrojo iba cambiando, pues ante sus ojos celestes, Kagami se veía más lleno de vida.

 

Pero eso no era todo, sino que, cuando Kagami preparaba la cena para Midorima y Kuroko, éste último se atrevía a invitar al moreno a casa. A Taiga realmente no le importaba que Aomine se encontrara en su departamento, comiendo la comida que había preparado; al contrario, incluso parecía estar aceptando muy lentamente al chico peliazul.

Ahí fue donde Aomine probó la comida deliciosa que preparaba el pelirrojo, y aunque no lo dijera en voz alta, aquellos platillos eran un deleite para su paladar.

 

A esas alturas, ambos chicos tenían bien entendido que no querían involucrarse en los asuntos del corazón: Taiga seguía pensando que su soltería era lo mejor que podía mantener, y Aomine, aunque ya no estaba en negación por saber que el de ojos rubíes era su alma gemela, seguía sin poder siquiera imaginar una relación amorosa con él.

El plan de Daiki iba bien, pues estaba conociendo más sobre Kagami, pero aún no podía entender qué tenía él que lo hiciera ser su alma gemela.

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Después de otra semana, y de varias conversaciones, ambos se encontraban nuevamente en Maji Burger, parecía que habían adoptado ese local de comida rápida como su lugar de reunión.

Pero aquella tarde, ambos tocaron un tema muy interesante:

—¿Qué deporte te gusta? — Aomine fue el que cuestionó, con ese asombro que no había podido desaparecer desde hacía dos semanas que había visto cuántas hamburguesas comía Kagami.

Al pelirrojo le brillaron los ojos ante tal pregunta, y tragó el bocado para poder contestar correctamente.

—¡El basquetbol! — dijo con emoción, denotando una sonrisa, provocando un gesto similar en el peliazul.

—Hey, es mi deporte favorito. — Aomine dijo al instante. —Pero no creo que puedas ganarme en un 1 a 1, soy demasiado bueno. — Mostró aires de grandeza, pero Kagami no se ofendió, al contrario, mostró una sonrisa más grande y una mirada en la que le decía al moreno que aceptaba el reto.

—¡Eso tenemos que verlo, hay que jugar pronto!

—¿Es eso una cita? — Aomine enarcó las cejas, esperando que aquel encuentro entre ambos ocurriera pronto.

—Es un reto, idiota…

El moreno no dejaba de sonreír, aceptando el reto que Kagami le había lanzado. “Pobre de este chico, tendré que trapear el piso con su rostro, deseará no haberme retado” Pensó, pues no había conocido a alguien que pudiera vencerlo en su propio juego.

 

~*~

 

Después de todo, ese partido 1 a 1 tenía que esperar, pues Kuroko, cuando supo sobre el pequeño juego entre sus dos amigos, se apuntó feliz a participar también, y como era de esperarse, Midorima no se quiso quedar fuera.

Ahora tendría que ser un partido de 2 vs 2, aunque ni a Kagami ni a Aomine les molestaba en realidad, después de todo, aquel partido serviría mucho para mirar las habilidades del otro.

 

Era domingo por la mañana, y los cuatro chicos se encontraban en una cancha de basquetbol callejera, calentando para empezar a jugar, pero dos chicos que Kagami conocía a la perfección se autoinvitarían a aquella rara reunión.

 

—¡Hola, Kagamicchi! Qué bueno que llegamos a tiempo. — La voz molesta del compañero de trabajo de Kagami se dejó escuchar. Ese era Kise Ryota, un chico rubio con ojos color miel.

—¡Cállate, Kise, tu voz es muy molesta! — Dijo el chico pelinegro que acompañaba al otro: Yukio Kasamatsu, uno de los mejores bomberos de la ciudad, quien tenía unos bellos ojos azul grisáceos.

Kise y Kasamatsu se habían conocido en el cuartel de bomberos, cuando al chico rubio lo habían transferido de otra ciudad, y con ellos la magia también se presentó. De inmediato sus ojos bicolor cambiaron, dejándoles saber que eran el alma gemela del otro.

Sobraba decir que desde ese momento habían mantenido una rara, compleja, pero bella relación.

 

—¿Qué demonios hacen aquí? — Gritó Taiga, mirando cómo los recién llegados se acercaban.

—Bueno, escuché a Kagamicchi decir que habría un partido aquí, a esta hora, y nosotros amamos el basquetbol, así que aquí estamos.

—Ugh, como si no me bastara verlos todos los días en el trabajo.

—Sólo cállate y déjanos jugar. — Kasamatsu dijo sin ánimos, tomando uno de los balones que se encontraba en el piso, para empezar a calentar.

 

Tan pronto como todos estuvieron listos, empezaron a armar los equipos, con Kagami, Kise y Kuroko de un lado; y Kasamatsu, Aomine y Midorima del otro.

El partido comenzó algo flojo, pues Kise y Kasamatsu mostraban que podían jugar, pero que no estaban en condiciones de hacerlo, muy seguramente porque habían dejado de practicar, y la condición física de ambos no era óptima.

Durante el tiempo que estaban jugando, Aomine se enfocó en los movimientos de Kagami, el pelirrojo se concentraba mucho, además de que parecía que su especialidad era jugar desde dentro del área, muy a diferencia de Aomine, quien podía tirar desde cualquier parte de la cancha y que su tiro traspasara la red; pero por supuesto que no haría uso de sus maravillosas habilidades, pues quería guardarlas para un futuro encuentro 1 a 1 con su alma gemela.

 

El tiempo pasaba, y como era de esperarse, el equipo de Aomine era el que iba ganando por muy poco, pero todos estaban ya agotados, y apenas habían pasado 30 minutos. Parecía que los únicos que aún tenían energías para seguir eran Taiga y Daiki.

—Espe..ren… necesito un poco de agua…—Jadeó Kise, casi arrastrándose hasta la banca, donde estaba su maleta, para buscar un poco de agua.

Los demás chicos lo siguieron de inmediato, necesitaban descansar un poco… tal vez acumular un poco más de energías para seguir jugando.

Al llegar a sus maletas, todos buscaron sus botellas de agua y comenzaron a beber con entusiasmo; a pesar de que estaba nublado, todos ellos parecían estar completamente exhaustos.

 

Kagami, rebotando el balón en el asfalto, miraba cómo sus amigos se hidrataban, no entendía cómo era que se habían quedado sin energías, cuando a él le sobraban muchas.

—Hey. ¿Qué te parece si jugamos un poco tú y yo? — Aomine mencionó, tomando unas bocanadas de aire, dispuesto a seguir jugando. —En lo que ellos retoman fuerza.

—Es buena idea. — Respondió Taiga, sin dejar de botar el balón y caminando unos pasos hasta la mitad de la cancha, notando cómo el peliazul lo seguía de cerca, para luego adoptar una típica posición defensiva.

—Nadie jamás me ha vencido en mi propio juego, Kagami. — Daiki mostró aires de grandeza, mientras que en sus labios ya se formaba una sonrisa triunfadora.

—Sólo eres un hablador. — A Kagami no le importaba ninguna de las palabras narcisistas que pudieran salir de la boca del otro jugador, él simplemente jugaría a su ritmo y dando lo mejor de sí.

—Hagamos esto más divertido…  — Aomine volvió a abrir la boca, ésta vez para lanzar un reto, lo cual, Kagami ya estaba esperando. —…si yo encesto la primera canasta, tú pagarás por mi comida del Maji durante una semana; si tú encestas primero, yo pagaré todas las hamburguesas que quieras comer.

 

Ok, Kagami por supuesto que no iba a desperdiciar ese reto, y menos cuando habían hamburguesas de por medio.

—De acuerdo. — Habló con una sonrisa, siendo muy seguro de sí mismo.

 

Y así, sin más, el pequeño partido 1 a 1 entre ambos chicos empezó. Kagami trató de driblar el balón y pasar a Aomine en dos ocasiones furtivas, sin embargo, no había tenido éxito, ya que la defensa del moreno era impecable.

Daiki, por su parte, trató de arrebatar el balón de las manos de piel bronceada, pero los reflejos de Kagami eran muy buenos, que hacerlo era casi imposible, así que decidió que era mejor esperar por el siguiente movimiento del pelirrojo.

 

Los demás chicos que se encontraban en las bancas, miraban con intriga aquel partido, para ellos era muy interesante ver el enfrentamiento entre ambos, pues eran dos jugadores muy buenos en la cancha.

Kagami estaba seguro de que no podría pasar a Aomine, así que haría uso de sus mejores habilidades… habilidades de las que el moreno no estaba completamente consciente.

Corrió con fuerza hacia la canasta, mientras Aomine abría los brazos, en clara señal de no dejar pasarlo, pero no contaba con que Kagami saltaría desde la línea de tiro.

Aomine quedó completamente estupefacto cuando vio el enorme salto de Kagami… era como si el pelirrojo volara hacia la canasta, como si Taiga tuviera unas alas que lo impulsaban.

No pudo hacer nada, quedó prácticamente congelado en ese sitio, mirando volar a Kagami… y ahí fue donde sintió algo en su pecho... un ‘doki doki’ que lo hizo sentir escalofríos de pies a cabeza.

Era como si la escena pasara lentamente frente a sus ojos… aquellos cabellos rojos en puntas negras que se movían al compás de la brisa, ese sudor que resbalaba por su piel bronceada, aquella mirada decidida…

 

En las bancas, Kuroko y Midorima tenían las bocas abiertas, pues, desde que sabían del enorme potencial que tenía Aomine para jugar, y que éste jamás había perdido con alguien… fue una sorpresa mayúscula observar cómo el bombero de cabellos pelirrojos era el primero en derrotar a Daiki, en los 25 años de vida del peliazul.

 

Lo que regresó al policía a la realidad fue el sonido del balón rebotando en el asfalto, y cuando enfocó su vista en Kagami, éste le mostraba una linda sonrisa. Las bromas y las palabras de triunfo que Aomine pensó que saldrían de la boca de  Taiga no lo hicieron, el de ojos rubíes no era el típico chico que se enaltecía por algo… era una persona muy simple y sencilla, y el moreno no se había dado cuenta de ello, hasta ese momento.

 

—Con que… pagarás mi comida durante una semana… — Recordó el pelirrojo, rompiendo el encanto en el que estaba sumido Daiki; pero éste… por más que lo intentó, no pudo articular ninguna palabra. Sentía como algo dentro de su pecho comenzaba a agrandarse; era una sensación fuerte que no lo dejaba siquiera hablar.

—¿Aomine-kun? — Kuroko se acercó a la escena no sólo para felicitar a Kagami, sino también para tratar de saber cómo se sentía su amigo peliazul, pues ante aquella primera derrota, seguro que no sería fácil asimilar las cosas para Daiki.

Aomine enfocó su mirada de sorpresa en Kagami, notó cómo aquellos rubíes lo miraban con la pregunta en sus ojos; luego miró por un par de segundos a Kuroko, como tratando de comprender lo que le estaba pasando; y al no encontrar respuesta a su repentino sentir, decidió irse de allí, sin decir ni una sola palabra, y dejando a sus amigos en la duda total.

 

—¿Acaso hice algo mal? — Preguntó Kagami, tras observar cómo el moreno salía del lugar y se perdía a su vista.

—Creo que fue un excelente juego, Kagami-kun. — Kuroko habló para tratar de mitigar el aire misterioso que se había formado de repente. Por supuesto que no le diría a Kagami que él había sido el primero en la historia en derrotar a Daiki, muy seguramente el bombero se sentiría culpable… era una mejor idea guardar aquella información.

—¿Qué les parece si jugamos otra ronda? — Kise saltó de entusiasmo desde la banca en la que se encontraba sentado; había recuperado sus energías, y ahora estaba dispuesto a seguir jugando.

Y los demás chicos accedieron, nada mejor para romper un raro momento que jugando basquetbol por unos minutos más.

 

Pero Kagami no estuvo tranquilo; tenía aquella sensación de haber hecho algo mal. Pero por más que pensaba, no llegaba a alguna respuesta sensata.

Había jugado con Aomine, éste lo había retado, y Taiga simplemente jugó con todo lo que tenía… ¿Por qué el policía se había portado tan extraño?

Pensó que sería lo mejor darle un poco de tiempo, después se encargaría de entablar conversación con él y aclarar el pequeño malentendido que se hubiera suscitado.

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Si alguien pensaba que hablar con Aomine, después de lo sucedido en el partido 1 a 1 que jugaron juntos, sería fácil… se hubiera equivocado;  porque Kagami, por más que trataba de buscar al policía de piel color chocolate, le era completamente imposible.

Cada vez que mandaba mensajes al celular de Daiki, éstos no eran contestados, y Taiga dudaba que siquiera fueran leídos; en cada ocasión que se atrevía a marcar el celular del policía, su llamada era mandada al buzón de voz.

Quería pensar que tal vez Daiki había cambiado de celular… pero tenía el presentimiento de que no era aquella razón por la que su llamada no era recibida; y con toda la curiosidad del mundo llamó nuevamente, pero ahora desde un teléfono público. No pudo evitar sentir un dolor al escuchar cómo la llamada entraba, y el dolor se agravó aún más cuando escuchó la voz grave de Aomine, mencionar el típico “¿Hola?”  al contestar; y no respondió de vuelta, sino que colgó de inmediato a la llamada.

 

¿Qué rayos estaba haciendo? ¿Por qué estaba buscando con desesperación a Aomine? ¿Por qué le dolía el que el moreno lo evitara de esa forma? Pero más importante aún… ¿Por qué el moreno lo estaba evitando con exasperación?
Y entre más trataba de responderse a esas preguntas, más pensaba que él había tenido la culpa de todo…. fuera lo que fuera.

 

Eso no era lo peor… lo peor era que Kagami sólo tenía el número de teléfono del policía… no tenía ningún lugar donde buscarlo, u otro número al cual llamar. Fue ahí donde el bombero se dio cuenta de que no sabía mucho sobre Aomine Daiki… y era muy extraño porque estaba completamente seguro de que el moreno conocía más sobre el pelirrojo… Kagami no se había dado cuenta de que empezaba a ser un libro abierto con el otro chico, a tal grado de que Daiki sabía dónde vivía, dónde trabajaba, e incluso qué le gustaba hacer en sus días libres… contrario a Kagami, quien no tenía ninguna noción de aquellos pequeños, pero importantes detalles.

 

¡Todo empezó por ese estúpido partido!”, se decía una y otra vez en su mente, y por más que trataba de entender en qué momento se había ido todo a la deriva, no pudo… se sentía culpable, cuando ni siquiera sabía qué era lo que había causado el distanciamiento de Daiki.

 

A cada día que pasaba, sus pensamientos iban haciéndose más grandes y sacando más y más conclusiones precipitadas.

De alguna forma tenía que despejar todas esas dudas que inundaban su mente, y lo mejor que pudo hacer fue hablar con Kuroko sobre ello.

 

Tres semanas después de que Aomine se distanciara de él, decidió que debía hablar con Kuroko, y una noche, cuando Midorima regresó a casa, después de haber pasado un tiempo de calidad con Kuroko, Taiga lo abordó, esperando que su amigo de cabello celeste lo ayudara a disipar las dudas en su mente.

 

—¿Tienes un momento? — Preguntó el bombero, cuando Kuroko regresó al departamento, después de despedir a su novio megane.

Y Kuroko sólo movió la cabeza en aprobación, percatándose del extraño tono de voz que había usado Kagami; aquello no era nada típico de él, y de inmediato se sentó en el sillón, para darle su total atención, sabiendo que le esperaba una charla muy seria con su amigo.

—¿Qué te preocupa, Kagami-kun? — La pregunta llegó, al mismo momento en el que el nombrado tomaba asiento junto al chico de baja altura.

El de ojos rubíes dudó un poco en iniciar la charla, y su pequeño nerviosismo se hizo notar al pasar su mano sobre su cabello rojizo, tratando de armarse de valor.

—Ummm…. ¿Sabes qué significa cuando llamas a algún número, pero te manda al buzón de voz… y al llamar desde un número público la llamada entra de forma correcta? — El pelirrojo trató de enfocarse en los ojos celestes de su amigo, aparentando seguridad, sólo para que éste no se preocupara.

—Bueno… — Respondió después de algunos segundos de pensar adecuadamente su respuesta. —… es muy seguro que tengan bloqueado mi número, por eso mandaría la llamada directamente al buzón.

Aquella respuesta le cayó como balde de agua helada a Kagami, quien, sin poder evitarlo, tuvo que desviar su vista que hasta ese momento había mostrado seguridad.

—¿Es esa la razón por la que no te he visto con Aomine-kun? — Kuroko por supuesto se había dado cuenta de que sus dos amigos ya no salían mucho como antes, pero no había querido meterse en ese asunto, pues estaba esperando ese mismo momento, en el que Taiga se atreviera a decírselo.

 

Pero el bombero no respondió a la pregunta hecha, sólo suspiró en resignación y volvió a recorrer su mano por su sedoso cabello, sin saber qué decir en ese momento.

—Estúpidas almas gemelas. —El pequeño sarcasmo se denotó en su voz, y Kuroko no evitó mostrar una diminuta sonrisa.

—Sabes, Kagami-kun… —Inició el peliceleste, acomodándose correctamente en el sillón, evitando la mirada de su amigo. —…Encontrar a tu alma gemela es una cosa… pero aprender a amarla es algo mucho muy diferente. Hay personas que no están con su alma gemela porque no supieron sobrellevar las cosas; porque no supieron cómo tratarse o cómo amarse… —Ésta vez enfocó sus ojos celestes en aquellos rubíes. —…El amar a esa persona destinada es algo que vale la pena intentar.

Ninguna respuesta llegó de parte el bombero, parecía estar pensando en las palabras que había dicho el chico de cabellos celestes, “encontrar a tu alma gemela es una cosa, pero aprender a amarla es algo mucho muy diferente”, se repetía una y otra vez en la mente de Kagami.

—Creo que te dejaré para que pienses en mis palabras. — Tetsuya mencionó, dejando solo a Kagami en la sala, para él ir a buscar un aperitivo en el refrigerador

 

Taiga prefirió que era mejor pensar sobre ese asunto en privado, y prosiguió a levantarse del sillón para ir hacia su cuarto y tener sólo un tema en su cabeza, pues estaba seguro que por más que lo intentaría, Aomine no saldría de su mente.

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—Kagamicchi. ¿Recibiste la invitación de Kurokocchi? — Cuestionó Kise, al llegar al cuartel de bomberos, después de un pequeño percance en una casa de madera, a las afueras de la ciudad.

—Sí, es una tontería. ¿No crees?

—Yo creo que es lindo. Yukiocchi y yo deberíamos hacer eso mismo. — Mencionó, sonriendo ampliamente al recordar a su adorado Kasamatsu.

 

Kuroko y Midorima harían una reunión en casa del megane el fin de semana, para celebrar por otro año en el que estaban juntos como almas gemelas; una linda y tierna relación que no todos tenían la suerte de tener.

Claro que ante dicha reunión, Kagami pensaba que era algo estúpido; hacer una reunión grande en casa de Midorima por celebrar otro año de noviazgo le parecía tonto, pero parecía que el par de tórtolos de sus amigos estaban muy entusiasmados… bueno, al menos podía pretender que estaba feliz por esa fiesta, celebración, o como quiera que le llamaran.

 

—…será divertido, y quién sabe qué sorpresas tendremos durante la fiesta. Ya no puedo esperar. — Kise seguía emocionándose por la fiesta, sin darse cuenta de que Kagami lo había dejado de escuchar desde hacía un par de minutos. —¿Aominecchi irá también? — Por fin la pregunta de Kise acaparó la completa atención del bombero pelirrojo.

Taiga miró por unos segundos aquellos ojos miel de su amigo, y luego, fingiendo que no había escuchado la pregunta, regresó a sus labores, cambiándose de ropa, quitándose aquel traje inflamable que aún portaba.

Kise entendió de inmediato la situación y guardó silencio; no sabía mucho sobre su compañero de trabajo y aquel chico de cabello azul, por lo que su pregunta había sonado imprudente.

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La casa de Midorima estaba decorada de una forma muy sencilla, pero elegante; la mayoría de los invitados ya había llegado, muchos de ellos aún mostraban sus ojos bicolor, otros, sin encambio, habían asistido a la reunión en compañía de su alma gemela.

El lugar era amenizado por música tranquila, algunos invitados bailaban en la pista, y varios más se acercaban a la mesa de bocadillos para degustar la comida.

Todos los presentes se acercaban a Kuroko y a Midorima para felicitarlos por otro año más juntos, pues, vaya que no era fácil tener un noviazgo de muchos años.

 

—Me gustaría tener su atención, por favor. — La voz fuerte de Midorima se hacía escuchar, a lo que la música cesó, y todos los invitados les daban su completa atención. —Como sabrán, llevo 7 años junto  a Kuroko Tetsuya… 7 años de mi vida, que han sido los mejores a su lado... — el chico mencionado enfocó su vista en Midorima, regalándole una linda sonrisa. —… y por fin nos hemos decidido a dar el siguiente paso… — El megane dejó su comentario al aire, vislumbrando las miradas de incertidumbre que poseían sus amigos. —…Vamos a casarnos.

Los gritos y aplausos hacia la pareja no se hicieron esperar, y es que cada uno de los presentes se sentía muy emocionado por ambos chicos.

 

A Kagami no le sorprendió la noticia, en realidad ya esperaba la sorpresa, al menos desde hacía dos años, y no entendía por qué sus dos amigos habían esperado tanto para dar ese paso; pero aquello no era como que le importara, pues rara vez se metía en la relación de Kuroko y Midorima.

Pero le alegraba bastante ver feliz a su amigo… y cuando enfocó su vista en aquel chico que había conocido en la secundaria, no pudo estar más feliz por él; Kuroko mostraba una enorme sonrisa, recibía las lindas palabras de varios de los presentes y los abrazos de otros amigos, sus ojos denotaban un brillo singular, y Taiga no pudo mitigar la sonrisa que se formaba en sus labios al  saber de la felicidad de Tetsuya.

 

—¡Hey Taiga! ¡Es un placer verte!  — Una voz se escuchó, y Kagami giró el rostro para mirar a aquel que le hablaba.

—Tatsuya… — Musitó, dando unos pequeños pasos hacia atrás, mientras el nombrado se acercaba con una sonrisa. Himuro Tatsuya, un chico con cabello negro, con un ojo derecho de color gris, y el izquierdo color morado, pero éste último color no se notaba, pues su cabello cubría su ojo.

—Taiga… tu iris derecho… ¡cambió! — Himuro no dejaba de observar los ojos rubíes; el rojo carmesí siempre le había parecido un hermoso color de ojos en Taiga.

El bombero prefirió permanecer en silencio, tratando de ignorar al otro chico.

—Pero…  — el pelinegro miró hacia todas partes del lugar, tratando de encontrar a alguien que estuviera con el pelirrojo, pero no lo halló. —… si estás aquí solo, significa que las cosas con tu alma gemela no salieron bien.

—Eso no te importa.

—¿Les importa si me uno a la conversación? — Una tercera voz se escuchó; Midorima miró al de ojos heterocromáticos y cruzó los brazos. — Himuro Tatsuya, hay una razón por la que no fuiste invitado a esta reunión…

—¡Oh, claro! Lo sé, y me disculpo por venir sin ser invitado, pero de verdad necesitaba ver a Taiga. — La mano atrevida de Tatsuya se posó sobre la mejilla de Kagami, pero éste, de un movimiento la alejó de sí. —Taiga es tan malo que hasta cambió su lugar de residencia y teléfono para evitarme.

—Eso hacía, hasta que apareciste. — La respuesta inmediata del pelirrojo se escuchó, y Himuro tuvo que guardar silencio un momento.

—Creo que es momento de que te vayas. — Midorima rara vez mostraba ese tipo de descortesía con alguien, pero tratándose de Himuro, no podía contenerse.

 

El de cabello negro miró a Midorima, luego a Kagami, y suspiró resignado.

—Lo único que quiero  es hablar con Taiga una última vez.

El megane y el bombero se miraron mutuamente, Kagami no estaba seguro de querer entablar esa conversación con Himuro, pero sabía que no podía posponer más aquella plática, además de que con ello daría punto final al asunto.

—Sólo unos minutos… vayamos afuera. — Fue la respuesta del de ojos rubíes, luego posó una mano sobre el hombro del chico de cabellos verdes, con ese simple gesto diciéndole que estaba bien, y que no necesitaba que interviniera, cosa que Midorima comprendió.

Ambos chicos se dirigieron a la salida de la casa, para entablar una conversación tranquila, o eso era lo que esperaba Kagami.

 

Taiga y Tatsuya se conocieron en preparatoria, se hicieron excelentes amigos, hasta que algo diferente entre ellos nació; fue así como ambos empezaron a llevar una relación de noviazgo, aunque estaban conscientes de que ellos dos no eran almas gemelas.

Esa relación duró 3 años, hasta que Kagami supo que Himuro lo engañaba con una chica dos años menor que él; y después de muchas promesas rotas, muchas discusiones y más engaños, la relación terminó, dejándole a saber a Kagami que el amor era una tontería, y que la soltería era lo mejor que lo pudo haber pasado.

 

Los dos chicos se situaron sobre la acera, escuchando el pequeño ruido de la música llenar la casa de Midorima, y sintieron pequeñas gotas sobre sus rostros, señal de que pronto llovería, así que tendrían que apresurarse con aquella plática.

—Te he extrañado mucho, Taiga. — Himuro fue el primero en iniciar la conversación, sin recibir la mirada del pelirrojo.

—Si eso es lo único que quieres decirme… puedes olvidarlo.

—¿Acaso tú no me has extrañado? — Preguntó, dando un par de pasos para acercarse al pelirrojo, pero éste se alejaba la misma distancia, claramente no queriendo estar más cerca.

—Te lo he dejado claro, pero déjame repetirlo de nuevo: No quiero nada más contigo. — Dijo con firmeza, para luego meter la mano en el bolsillo de su pantalón, sacando su cartera y buscando algo específico en ella. — Pero, por si aún no lo entiendes… creo que con esto quedará clarificado. — Se acercó a Himuro, tomó su mano entre la suya y puso sobre esa mano ajena un objeto; un objeto que el pelinegro conocía bien: una cadena, con un anillo, que era símbolo del amor que algúna vez Tatsuya le había jurado al pelirrojo.

 

El de ojos heterocromáticos quedo en completo silencio tras ver el objeto en su mano, y eso no era todo lo que había en su mano, pues la lluvia empezó a caer cada vez más. Estaba a punto de decir algo, pero una voz desconocida para él se dejó escuchar:

—Creo que llegué a tiempo… — Himuro y Taiga giraron el rostro para vislumbrar a quien se había metido en su conversación, y Taiga se sorprendió al ver al moreno allí parado, bajo la lluvia que empezaba a hacerse más fuerte.

—Aomine…

—Lamento haber interrumpido… — El peliazul fijó sus ojos en Himuro, y el dolor se reflejó en su mirada. Tatsuya miró aquellos ojos llenos de dolor, y tras ver ambos zafiros de Aomine, supo quién era ese chico.

 

Daiki ya no tenía ningún ánimo de entrar a la fiesta de Midorima y Kuroko, además de que la lluvia que caía le había arruinado la ropa. Sin decir nada más, dio media vuelta y empezó a caminar por donde había llegado.

—¡¡Aomine!! — Gritó el bombero, siguiendo de inmediato a su alma gemela.

Himuro permaneció allí parado, debajo de la lluvia, entendiendo que el amor de su antiguo novio había cambiado de dueño. Era tonto que estuviera feliz por Taiga; era tonto que deseara que su ex-novio tuviera una mejor vida con ese tipo de cabello azul, pero así se sentía…

 

Kagami siguió a Aomine, quien trataba de hacer caso omiso a los llamados del pelirrojo.

—¿Qué demonios te pasa? — Empezó a cuestionar Taiga, limpiando las gotas de lluvia que escurrían de su frente; no le importaba en lo más mínimo estar en la lluvia, siguiendo a Aomine. —…dejas de frecuentarme, bloqueas mi número para no recibir mis llamadas, desapareces totalmente de mi vida, y ahora estoy aquí, caminando detrás de ti, debajo de la lluvia, sin saber qué rayos fue lo que hice mal. — Por fin se detuvo, sintiendo cómo un dolor se instalaba en su pecho, mientras miraba cómo Aomine seguía caminando. — ¿Pues sabes qué? ¡¡A la mierda esto!! ¡¡A la mierda tú… no voy a seguirte!! — Y aunque trató de evitar que su voz sonara patética y al borde de las lágrimas, no tuvo el éxito deseado.

 

Pero no todo su comentario había sido en vano, pues con esas últimas palabras, dichas en ese raro tono de voz, Daiki había detenido su paso y ahora giraba, para encarar a Kagami.

Taiga esperó por algún comentario… alguna palabra que saliera de la boca del moreno, y para su fortuna, así había sido:

—Kagami… — Inició, caminando algunos pasos hasta acercarse al pelirrojo, para que éste lo escuchara. —… yo sólo quería enamorarme de una linda chica… una chica que llenara mis expectativas…

Kagami escuchaba con atención cada una de las palabras, pero no pudo evitar aquella pequeña punzada de dolor que apareció en su pecho ante las palabras.

—… pero apareciste tú… cambiando el color de mi iris derecho. Tú… tú, ¿Mi alma gemela? No eres para nada lo que yo siempre esperé… — Aomine no dejaba de hablar, notando cómo ahora Kagami bajaba la mirada y la enfocaba en el piso. — ¿Y sabes qué? — ahora prosiguió a acercarse más, hasta estar a corta distancia de Kagami. —Eso no es lo peor… lo peor es que no me arrepiento de que tú seas mi alma gemela. — Con las simples palabras logró que Kagami enfocara en él sus bellos rubíes. —…porque entre más te conozco, más te amo…

 

Kagami sintió que de sus labios ninguna palabra podía salir, sus ojos carmesí mostraban sorpresa; ahora el dolor que había atacado su pecho era transformado por un cúmulo de felicidad y fascinación.

—Sé que no buscas ninguna relación sentimental conmigo, Kagami… sé que tú tampoco querías encontrar a tu alma gemela, y que un noviazgo es algo que no deseas, pero no puedo evitar sentir esto por ti… —Daiki terminó su confesión, mirando fijamente aquellos ojos de su alma gemela, esperando algún comentario de vuelta, pero no lo hubo. —Sólo dime que no sientes nada por mí y volveré a alejarme… me alejaré como el cobarde que soy, porque no puedo soportarlo.

Pero de la boca de Kagami no salía ninguna palabra, y entre más segundos pasaban, Aomine se sentía más estúpido.

 

Hasta que por fin un sonido salió de la boca del bombero, y no fue exactamente una palabra, sino una risa…. Y el policía no estaba seguro de si el pelirrojo s estaba burlando de él o no.

—No le encuentro el chiste a esto. — Daiki habló, sólo para que Kagami dejara de reír y no lo siquiera poniendo en ridículo.

—Eres un idiota. — Por fin habló Kagami, pero eso no fue lo único que hizo, sino que también tomó el rostro del moreno entre sus manos y se acercó a él, juntando sus labios en una acción tierna, pasando por alto el hecho de que la lluvia resbalaba por sus rostros.

Aomine correspondió de inmediato al beso, aún sin saber qué estaba pasando por la mente del pelirrojo, y como por instinto, sus manos se movieron hacia la cintura contraria, sujetándose de la ropa empapada del bombero.

—Sólo cállate y sigue besándome… — sus brazos rodearon el cuello del moreno, quien no pudo mitigar una pequeña risa que escapaba de sus labios al escuchar la última oración de Kagami.

 

~*~

 

La puerta del departamento donde vivía Kagami se abría de golpe, Aomine, con mucho esfuerzo, fue el encargado de cerrarla al saberse los dos adentro, mientras batallaba por quitarse los zapatos.

Kagami soltó un jadeo al sentir cómo Aomine lo arrinconaba contra la pared y juntaba sus labios, en un beso desesperado.

El pelirrojo se despojó de su camiseta mojada en el mismo segundo en el que Aomine se desabrochaba el cinturón y lo arrojaba por ahí.

El éxtasis en los dos chicos iba subiendo cada vez más, y entre besos, caricias y jadeos iban dejando un camino de ropa mojada, para llegar finalmente hasta la alcoba de Kagami.

 

Tras haber entrado, fue el turno de Kagami de atrapar al moreno contra la puerta y devorar sus labios, y un gemido salió de la boca de Aomine al sentir cómo la erección de Taiga chocaba con la suya.

 

Hace días, cuando  Aomine se dio cuenta de que empezaba a sentir algo fuerte por Taiga, trató de alejarse; pero el chico pelirrojo no salió de su mente, al contrario… su cabeza era inundada de esas sonrisas, esos ojos carmesí, incluso empezó a tener fantasías con el cuerpo de Kagami,

Pero ahora, esas fantasías se hacían realidad, porque ahí estaba Taiga, totalmente desnudo y provocando una placentera fricción entre sus cuerpos.

 

—Deja de pensar…— Musitó Kagami al oído del moreno cuando sintió cómo el cuerpo de Aomine se tensaba de repente.; el policía hizo caso a la petición, pues quería disfrutar aquella muestra de amor.

Los besos de Kagami descendían por el cuello moreno; procedía hasta al pecho; seguía bajando hasta llegar a las abdominales, pero su camino no se detenía allí, sino que siguió su trayecto hasta aquella erección que gritaba por atención.

Después de dar un vistazo rápido hacia el rostro de Aomine, Kagami empezó a meter lentamente la hombría del moreno a su boca, comenzó dándole atención al glande, usando su lengua de forma correcta, provocando que de la boca del policía escaparan suspiros hondos, evitando jadear.

Pero Kagami quería que su alma gemela jadeara y gimiera; de un movimiento ingresó el falo en su boca, todo lo que pudo, arrancando por fin un gemido en aquella voz gruesa que le encantaba oír.

Aomine tuvo que llevar su mano hacia su boca para tratar de no gemir como una colegiala primeriza, pero es que las atenciones que le estaba brindando el pelirrojo eran demasiadas para él… tan placenteras, y eso sólo era el principio.

Las caderas morenas comenzaron a moverse sin que Aomine pudiera evitarlo, era como un movimiento involuntario al ver a Kagami allí en el piso, hincado, con los ojos cerrados y abriendo su boca, recibiendo esa erección tanto como podía.

 

Cuando Kagami terminó de dar placer con su boca, se levantó lentamente, sólo para sentir cómo el moreno lo tomaba de un brazo, y con fuerza lo arrojaba hacia la cama, con la espalda sobre el colchón; luego Aomine hizo lo propio, colocándose a horcajadas sobre el pelirrojo, y besando nuevamente aquellos labios que empezaban a ser una adicción para él.

—Me excita tenerte así. — La voz en volumen baja de Aomine se hizo escuchar, aprovechando el momento para tomar las muñecas del pelirrojo y prácticamente atraparlo.

—¿Te encanta tenerme a tu merced? — Cuestionó, sin hacer ningún esfuerzo por liberarse del agarre del peliazul, recibiendo como respuesta una pequeña sonrisa.

 

Taiga dejó de pensar en el momento en el que Aomine empezó a moverse sobre él, provocando una deliciosa fricción entre ambas erecciones, sintiendo sobre su piel cómo el moreno dejaba salir aquel líquido pre-seminal, producto del placer.

Daiki se movía de una forma en la que hacía jadear al bombero, paseaba sus labios por aquel cuello que lo incitaba y dejaba varios besos en los labios contrarios.

—Aomine… déjame…déjame hacerte mío. —Pidió el pelirrojo, y más que una petición, aquello fue un ruego… un ruego por poseer aquel hermoso cuerpo de piel chocolate, ya que no podía soportarlo.

—Ummmm. Recuerdo haber escuchado, en labios de un tipo que acababa de conocer, que no me follaría ni porque le dieran millones de dólares. — Bufó, mostrando una sonrisa grande ante el recuerdo, y Kagami no tuvo ninguna excusa, ya que recordaba a la perfección aquellas palabras que él mismo había dicho. —Pero… te necesito…necesito sentir que te pertenezco…

El corazón de Kagami comenzó a latir frenéticamente al escuchar tales palabras dichas con tanta pasión y dulzura, aunado a ello estaba esa mirada de zafiros que le afirmaban cuánto deseaba que Taiga le hiciera el amor.

 

Tratando de darle a entender al moreno la misma necesidad que tenía, lo besó apasionadamente, mientras poco a poco se levantaba de la cama para invertir posiciones, a lo que el policía no se negó, y ahora era él quien yacía sobre el colchón.

—Tengo que prepararte… esto… puede resultarte algo incómodo. — Advirtió Taiga, alcanzando de su estante de noche una pequeña botella.  Aomine frunció el ceño al escuchar dicha advertencia, no quería pensar en que su alma gemela había estado con alguien más…

—¿Lo has hecho? — Trató de que sus celos no se hicieran escuchar en esa pregunta.

—Sí… lo he hecho yo mismo. — Ojos rubíes miraron fijamente a Aomine, quien parecía estar más tranquilo con aquella confesión. —Tranquilo… — Sugirió, mientras vertía un poco de gel sobre sus dedos.

Aomine cerró los ojos y suspiró hondo, esperando el siguiente movimiento del pelirrojo; no pasó mucho tiempo para que sintiera el gel frío sobre su cuerpo, y que los dedos de Kagami se deslizaran por su miembro, hasta llegar al punto clave.

Dio un respingo al sentir cómo uno de los dedos era ingresado en su cuerpo… definitivamente no era una sensación tan linda, pero aun así no objetó.

 

La otra mano del bombero tomó la hombría de Daiki, para tratar de mitigar la incomodidad que podía sentir el moreno, pero éste parecía estarlo tomando demasiado bien; Aomine parecía haber entendido que la clave de todo eso era tranquilizarse y relajar su cuerpo, pues así sería menos doloroso e incómodo.

Pronto, Kagami pudo ingresar dos dedos, en ésta ocasión escuchando un pequeño quejido, y deteniéndose al instante.

—Sigue. —La vaga respuesta de Aomine llegó, y es que a pesar de que no le estaba gustando en lo absoluto todo ese asunto, no quería parar… quería saber qué era lo que los gays tanto disfrutaban.

Y Taiga hizo caso a la orden, tratando de dilatar el cuerpo de Daiki, para que la penetración no fuera tan dolorosa.

—Demonios, Kagami, no tengo todo el día. — La impaciencia del policía no se hizo esperar.

—¿Estás seguro? Puede dolerte si no te preparo.

—Ha sido demasiada preparación, ahora fóllame.

Taiga no pudo evitar sonreír ante la desesperación de su alma gemela.

 

Aomine dejó saber su ímpetu al colocarse sobre sus manos y rodillas, girando el rostro y observando a Kagami.

—Y bien… ¿Lo harás o no?

—Tendrás que saber que… si lo hago… no te haré caso si me pides detenerme, sería difícil…

—Carajo, Kagami ¡Sólo fóllame ya!

Sin perder más el tiempo, Taiga puso un poco de lubricante en su erección y se colocó detrás de Daiki, tomando sus caderas, y lentamente penetrando al moreno.

—Demonios…— Blasfemó el moreno, cerrando fuerte los ojos, tratando de no pensar en el incómodo dolor que estaba sintiendo.

Pero el bombero, tal y como lo dijo, no hizo caso y siguió adentrándose aún más, sin escuchar las palabras de Aomine en las que seguía maldiciendo; no se detuvo, pues sentía cómo el cuerpo de Aomine poco a poco lo succionaba, regalándole demasiadas sensaciones nuevas.

Un gemido escapó de su boca al saberse totalmente dentro de su alma gemela, sintiendo un placer descomunal, pues el cuerpo de Daiki lo apretaba de una forma deliciosa.

 

—Espera… Kaga— Pero no terminó su petición, pues el pelirrojo comenzó con el ligero vaivén de sus caderas, sin tomar en cuenta que Aomine le había pedido que se detuviera. — Ahh…—  El peliazul no sabía si había gemido por el dolor, o porque empezaba a sentir placer, lo que sí sabía era que no quería que el pelirrojo se detuviera.

Todo su cuerpo tembló en éxtasis cuando sintió cómo los labios de Kagami empezaban a dejar besos y una que otra débil mordida por toda su espalda

Las suaves embestidas de Taiga continuaban, a cada penetración notaba cómo el cuerpo de Aomine se abría paso, pues éste se había relajado totalmente y ahora parecía estar disfrutándolo.

 

Daiki sentía cómo era llenado en su totalidad, sentía su corazón latir fuerte dentro de su pecho, podía sentir ese amor que Kagami le transmitía de modo físico.

—Nngh… — Dejó escuchar un gemido al sentir una estocada fuerte, pues Kagami poco a poco iba subiendo la intensidad en el movimiento de sus caderas.

—Necesito verte, Daiki… — Habló Kagami, y el peliazul tuvo que contenerse para no terminar en ese preciso momento al escuchar su nombre de pila en aquella voz pasional tan deleitosa.

Sin espera, el policía volvió a recostarse, ésta vez mirando directamente los ojos rubíes que irradiaban pasión. Y si Aomine podía comparar a Taiga con algún animal, ese, definitivamente era un tigre, dispuesto a devorar a su presa.

—Ahhh… — Volvió a gemir al sentir cómo el pelirrojo lo penetraba de nuevo, pero esa posición era diferente: le permitía ver a Taiga todas esas expresiones de placer que Daiki podía formar en su rostro, y eso era un motivo más en la lista de gozos visuales.

—Gime, Aomine… gime para mí. —Pidió Kagami, empezando a amar aquel tenue sonrojo que aparecía en las mejillas contrarias, que, gracias al color de piel del moreno, no se distinguía a la perfección.

Pero aquella petición sería ignorada por el moreno, quien no pensaba en hacerlo, no porque no lo disfrutara, sino porque no se consideraba alguien ruidoso.

 

Kagami claro que esperaba que el moreno no escuchara su petición, entonces se le ocurriría algo mejor para hacer gemir al moreno; dejando un último beso en los labios morenos, se irguió, soportando su peso sobre sus rodillas, mientras abría un poco más las piernas de Aomine, quien lo miró expectante.

Daiki miró estrellas a la primera embestida; sus ojos se cerraron con fuerza, no sabía lo que había sido eso, pero se había sentido tan bien.

—Ahh… Kagami… otra… otra vez… — Pidió; y como buen amante, el bombero cumpliría las solicitudes.

Nuevamente vio estrellas al sentir una segunda estocada, que lo hizo gemir más alto, justo como Kagami lo quería. Ahora que había encontrado el punto exacto, el pelirrojo se encargaría de golpear una y otra vez esa zona.

Aomine gemía a cada movimiento de la cadera de su alma gemela, y el volumen de su voz acrecentaba a cada segundo, todas las palabras en su vocabulario habían desaparecido; la única palabra que recordaba era la de “Kagami” que no paraba de repetirla una y otra vez.

Taiga sabía que el peliazul no duraría mucho, por eso el ritmo de las embestidas subía cada vez más.

 

Aomine estaba al borde del éxtasis, sus manos se enredaban entre las sábanas de la cama, en un intento por mitigar las fuertes sensaciones que el pelirrojo le regalaba, pero ya no podía soportar más.

Un escalofrío llegó a su cuerpo al sentir cómo la mano cálida de Taiga tomaba su hombría desatendida y empezaba a bombear con fervor, al mismo compás que las arremetidas de la cadera contraria.

—Kagami… así… así… estoy en mi límite… — Apenas pudo pronunciar, cuando alcanzó su orgasmo sobre la mano de piel bronceada, cerrando los ojos fuerte, dejando de escuchar todo sonido y sumiéndose en ese mundo de placer que había alcanzado.

El pelirrojo se deleitaba con los diferentes gestos que hacía Daiki, sabiendo que tampoco duraría mucho, y menos cuando las contracciones del cuerpo del moreno apretaban su erección.

 

La intensidad de las arremetidas bajó, pues Kagami esperaba a que su alma gemela recuperara la consciencia, lo cual, parecía estar sucediendo poco a poco.

Los ojos zafiros se fijaron en los carmesí, y la respiración del policía aún era agitada.

—Termina, Taiga… dentro de mí. — Sonrió, sin tener que repetirlo, ya que el pelirrojo empezó nuevamente con las embestidas.

No pasó mucho tiempo para que Taiga alcanzara su clímax dentro del moreno, quien le dio más placer apretando sus paredes internas, drenando hasta la última gota en su amante.

El bombero no pudo evitar caer sobre el moreno, con su cuerpo perlado en sudor y con la respiración agitada, y el peliazul lo recibió gustoso, abrazándolo y recorriendo sus dedos por aquel bello cabello rojo.

 

Después de unos minutos, la posición empezaba a ser incómoda, pues Taiga pesaba bastante, y Aomine no podía aguantarlo.

—Hey ¿Estás muerto? — La pregunta en tono de broma de Aomine llegó, y Kagami, haciendo un gran esfuerzo, se movió hacia un lado.

—Podría acostumbrarme a esto. — Contestó, regalándole una bella sonrisa al peliazul.

—Bueno, mañana será mi turno de hacértelo, así que puedes preparar ese hermoso trasero tuyo.

El comentario de Daiki provocó unas risas en Kagami. Aquello sonaba justo, después de todo, Kagami también ansiaba ser tomado de la misma forma por su alma gemela.

—Ugh… creo que… necesito descansar unas horas…

—¿Tanto tiempo?  Pero… creí que podríamos hacerlo una vez más. — Aomine depositó un beso fugaz en los labios del pelirrojo, tratando de convencerlo.

—Bueno, si lo pones de ese modo… dame 20 minutos.

 

~*~

 

La fiesta de Kuroko y Midorima había terminado más tarde de lo que la pareja de prometidos había esperado; pasaban de las 2 de la mañana, y Kuroko iba al departamento sólo para tomar una muda de ropa para el trabajo el día siguiente.

Pero cuando el peliceleste abrió la puerta de su hogar, notó dos pares de zapatos tirados, además de un camino de ropa mojada que terminaba justo cerca de la puerta de la habitación de Kagami.

—Creo que… es un mal momento. — Midorima mencionó, mirando cómo el lugar estaba hecho un desastre: ropa por doquier y agua tirada en el piso.

—Así, Kagami… más fuerte…  — Un gemido se escuchó en el lugar, y el par de recién llegados tuvieron que salir de inmediato del lugar, debido a ese sonido.

—Kagami-kun y Aomine-kun están muy ocupados. — Kuroko dijo como si nada, cerrando la puerta del departamento, tomando la mano de su novio, quien mostraba un enorme rubor en sus mejillas, para irse del edificio tan pronto como pudieran.

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Todos los presentes mostraban felicidad en sus rostros, y es que era una enorme celebración que dos amigos celebraran una linda boda.

Kuroko y Midorima se encontraban frente al sacerdote, tomándose de las manos, mirándose a los ojos.

—Acepto. — Mencionó Midorima, mostrando una pequeña sonrisa y apretando un poco más fuerte las manos de su, ahora esposo, que tenía entre las suyas.

—Puede besar al novio. — Habló el sacerdote, y con delicadeza, los labios de ambos esposos se unieron en un beso tierno, mientras a su alrededor, los presentes gritaban en felicidad.

 

Tan pronto como terminó la celebración en la pequeña capilla, los nuevos esposos salieron de ésta y fueron directamente hacia la limusina que los llevaría hasta el hermoso salón de eventos, donde se celebraría la fiesta.

—Tetsuya… el ramo. — Recordó el megane de cabello verde, sin soltar la mano blanca de su esposo.

—Oh, sí. — Kuroko le dio la espalda a los invitados y se preparó para aventar el ramo.

Dichoh ramo voló hacia los presentes, y cayó en manos de Kise Ryota.

—¡¡Yukiocchi!! ¡¡Atrapé el ramo!! Nuestra boda será la siguiente en la lista. — El  rubio estaba muy entusiasmado al ver las hermosas flores blancas y rojas que se encontraban en el ramo.

—Sigue soñando, Kise. — Y como era de esperarse, Kasamastu le dio un golpe a su alma gemela.

 

Hasta atrás de los invitados yacían Kagami y Aomine, mirando cómo Kise mostraba su amor hacia el chico pelinegro y éste sólo quería golpearlo… nada típico.

—Espero casarme pronto… — Aomine no miró a su novio, pero sí mostró una pequeña sonrisa, mientras miraba cómo Kuroko y Midorima abordaban la lujosa limusina y los demás invitados los felicitaban, eufóricos.

—¿Ah sí? Creo que puedo ayudarte con eso.

—No puedo imaginarme mi vida con alguien más…  — Aomine por fin miró a Kagami, y éste, sin pensarlo mucho, le robó un beso.

—¿Aunque no sea una chica con unas bubis enormes? — Kagami rió ante su propio comentario.

—Uh… por lo visto jamás superarás eso, maldito. — el policía se acercó a Kagami, lo tomó agresivamente del traje elegante y lo atrajo hacia sí, para besarlo apropiadamente.

 

Claro que para ambos era un poco rápido casarse, después de poco tiempo de noviazgo, pero no descartaban la idea, después de todo, todos aquellos que encontraban a su alma gemela, terminaban casándose y compartiendo una feliz vida… No era una mala idea pasar el resto de sus vidas con esa persona que era su otra mitad.

Notas finales:

Me disculpo si el lemmon no era lo que estuvieron esperando, y es que por más que trataba de inspirarme con muchas cosas, y por más que traté de hacerlo bien, el lemmon me quedó horrible —n— en fin, espero que les haya gustado la historia.

Mil gracias por sus comentarios y por sus lecturas!!!
Nos leeremos en el próximo escrito c: <3


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