Despierto algo confundido, a mi alrededor todo es blanco, floto en el aire como si fuera una pluma, me siento bastante cómodo, pero algo mareado, miro a mi alrededor y la veo, creo que empiezo a entender la situación.
- ¿usted quién es? – le pregunte a la mujer que sabía desde hace tiempo que me seguía
- las personas suelen preguntar primero dónde están
- ¿dónde estoy? – lo único que podía hacer era seguirle la corriente.
- en las puertas al mundo de los shinigamis – me quedé sorprendido, sin saber qué hacer.
- ¡entonces existen!
- los shinigamis podemos ver cosas que nadie puede, y hacer cosas que ni te imaginas – dejé de flotar para bajar lentamente a una elegante silla azul con una mesa al frente con un té servido, ella muy eleante se sentó en la otra silla que había, esto no estaba aquí antes.
- ¿qué tengo que ver yo en todo esto?
- los shinigamis podemos ver el hilo rojo del destino, éste puede enredarse y estirarse, pero jamás romperse, ni la muerte es capaz de romperlo
- ¿usagi san? – el amor de mi vida, el extremo de mi hilo rojo.
- necesitaba algo de ayuda para encontrar a la persona indicada, estaba ciego debido al dolor, el realmente te amo, pero no es bueno estirar demasiado el hilo, entre más enredado está, más duele- No podía creer lo que me decía ¿usagi no era el otro extremo de mi hilo rojo? ¿Y por qué esta mujer me trajo aquí? Demaciadas preguntas muy complicadas – quiero que seas un shinigami, sé que en este mundo está el extremo de tu hilo rojo, y cuando aceptes podrás ver los hilos de las demás personas en el otro mundo y ayudarles, podrás ver el hilo rojo de todos excepto el tuyo y el de esa persona.
- ¡tú me separaste de la persona que amaba! – mis lágrimas caían, ya no podía más, quería a usagi con migo, esa maldita mujer, maldita impotencia ¡que se joda el detino!
De una puerta blanca, la cual puedo asegurar que antes no estaba ahí, apareció un hombre alto, de cabello negro y profundos ojos azules, vestía una camisa blanca y pantalones obscuros.
- soy kusama nowaki
- te dejo con nowaki, él también es shinigami, si te decides él puede convertirte en uno. Adiós. – acto seguido desapareció.
- puedes hacer una prueba antes de decidirte, te puedo prestar el poder de shinigami un pequeño tiempo, te acompañaré al mundo de los vivos
- está bien – era tan extraño, no podía decirle que no, era misterioso, hermoso, desconocido pero sobretodo embriagador, la sola presencia de nowaki me hacía sentir así.
Me tomó de la mano y aparecimos en la ciudad donde solía vivir
- Han pasado un par de meses desde que te fuiste, un poco menos de un año – me dijo nowaki.
Entonces lo ví,miles de hilos rojos por todas partes. Había una pareja muy hermosa, pero el hilo de la chica apuntaa a un joven que estaba en el otro extremo del parque, y el del chico estaba en la ciudad de al lado.
- los shinigamis debemos evitar este tipo de situaciones – me dijo apuntando a la pareja en la que me había fijado anteriormente. Si el hilo está demasiado tirante las personas podrían llegar a ver a los shinigamis, pero son casos bastante aislados – me lo decía con una cara tan pacífica, él amaba ayudar a todas esas personas, incluso sabiendo que muchas lo odiarían. recién ahora entendía mi situación
Mirando el parque pude ver a alguien muy especial, estaba esperando a alguien, pero su hilo estaba muy cerca de esa persuna, tal vez lo había encontrado, esos ojos verdes indicaban que sí, un segundo más y vi al extremo de su hilo rojo acercarse. Akihiko. Se veían tan felices, tan enamorados, tan alegres. No podía enojarme, ellos se amaban.
- lo haré
Justo cuando dije eso volvimos a la sala blanca, nowaki me sonrió, como pensaba, sonrisa perfecta.
- partir de ahora tu misión será unir a las personas que están conectadas, incluso a esas cuyo hilo pasa de un mundo para otro.
- gracias – supongo que a partir de ahora haré feliz a muchas personas, quiero que todos tengan una sonrisa como la que tenía akihiko en ese parque – por cierto, no puedo ver tu hilo rojo – me acababa de dar cuenta de algo tan obvio como eso.
- yo tampoco puedo ver el tuyo – me dijo poniendo esos hermosos ojos sobre los míos, era obvio lo que venía ahora, al fin y al cabo, era mi destino, mi hermoso destino.