Cosas que dijiste a la una de la mañana
O donde Obi-wan deja entrever un pedazo de sí mismo y Anakin se da cuenta que no lo conoce en absoluto.
La reunión del consejo había terminado más tarde de lo previsto, se suponía que duraría un par de horas como máximo y estaríamos en los cuarteles lo más pronto posible para un merecido descanso por la misión de la que arribamos al medio día, pero terminamos pasando el ocaso y gran parte de la noche en el templo explicando (en realidad fuiste tú quien explicaba, yo solo fingía estar despierto) los detalles de la misión.
Cuando finalmente terminamos las formalidades pasaba de la media noche.
—Creí que jamás terminaría —me quejé entrando a la cocina a buscar agua, tenía la garganta seca y solo quería calmarla para darme una ducha y dormir lo más pronto posible.
—También tuve esa sensación —murmuraste cansado, te habías quitado la túnica y vestías ropas más cómodas.
Tome el vaso rebozando de agua y lo empine por mi garganta hasta vaciarlo, lo deje en el lavabo y suspire sintiendo la humedad en mi boca de nuevo.
—Muero de cansancio maestro, tomare una ducha e iré a dormir —asentiste y entraste a la cocina, hurgabas la alacena cuando deje la estancia y me perdí en el pasillo con rumbo al baño.
La misión de la que llegábamos no había sido difícil en absoluto, se trató de un pequeño altercado en un poblado pacifico que dejo un par de heridos y amenazaba con llegar a más si no hubiésemos llegado y controlar la situación. Fue más largo el viaje de ida y vuelta que la misión en realidad, así que no habíamos tenido mucho tiempo para dormir o ducharnos apropiadamente.
Mi cuerpo entero se relajó apenas el chorro de agua caliente toco mi piel, me tomé mi tiempo lavándome y sintiendo el agradable calor de la ducha hasta que sentí que había sido suficiente y salí.
Ropa cómoda, cabello casi seco y estaba listo. Salí del baño con rumbo a la cocina, la reciente ducha me había abierto el apetito.
—Ducha libre —avise entrando a la estancia, estabas sentado comiendo una rebanada de pan junto a una humeante taza de lo que parecía ser té.
—Es bueno saberlo —murmuraste con una pequeña sonrisa —preparé un poco de té y creo que aún hay más de esto —dijiste refiriéndote al trozo de pan.
Asentí y tome una rebanada de pan, saqué la jalea y le unté un poco, miré la tetera unos momentos hasta que decidí que no me apetecía y me senté frente a ti. Ya habías terminado tu pan y te dedicabas a beber lo que quedaba de tu té.
Por unos minutos permanecimos en completo silencio, un agradable silencio en realidad, el ruido de la enorme ciudad se escuchaba lejano y casi armónico.
—Había olvidado lo pacifico que es todo a estas horas—murmuraste rompiendo el silencio, casi en un susurro.
Sonreí sinceramente, era pacifico, tranquilo.
—Recuerdo cuando tenía tu edad y aún era un padawan, como tú lo eres ahora.
—Salvo que tú no le causabas tantos problemas a Qui-Gon, me imagino —bromee, a lo que soltaste una ligera risita.
—No me causas tantos problemas, Anakin —te mire con escepticismo y volviste a reír —Esta bien, me causas problemas pero no tantos como crees que causas.
Reímos durante un rato haciendo comentarios sobre aquellas numerosas veces en las que lie muchas cosas. Si, había un montón de situaciones de las que hablar y si, la mayoría eran bizarras o ridículas. La clase de cosas vergonzosas de las que uno preferiría no hablar –en especial si son mencionadas para ser objeto de risas –pero, en ese momento todo era tan pacifico, tan simple y tu lucias tan relajado que no me importo.
— ¿Cuándo eras padawan, alguna vez imaginaste que al convertirte en maestro terminarías con un aprendiz tan problemático? —pregunte mitad en broma, mitad en serio después de haber reído durante un buen rato.
Tu risa paso de ser casi una carcajada a un leve sonido hasta que desapareció y en su lugar quedo una pequeña sonrisa, ojos entrecerrados y una postura serena.
—Ciertamente no —un deje de nostalgia en tus palabras —Cuando era un padawan creo que ni siquiera pensaba en ser un maestro —incline la cabeza confundido—Es decir, si, sabía que algún día llegaría a serlo, tal vez no un maestro pero podría tener un padawan, es solo que incluso cuando mi maestro y yo arribamos a Tatooine todas esas posibilidades se veían lejanas, muy lejanas como si… —paraste abruptamente unos segundos.
— ¿Cómo si…? —la curiosidad calando en mis palabras.
—Como si aún tuviéramos mucho tiempo —susurraste. Permanecimos en silencio unos segundos, tu pequeña sonrisa seguía sin borrarse de tu rostro, contagiándome —Supongo que cuando se es padawan puedes llegar a creer que nunca dejaras de aprender de tu maestro —concluiste.
No volviste a hablar esa noche. Terminaste tu cena, me dedicaste una última sonrisa y un apretón de hombros antes de desearme buenas noches y desaparecer en el umbral de la cocina.
Yo, sin embargo, me quede un rato más. Sentado frente a una taza vacía y con tus palabras revoloteando por mi mente.
“Supongo que cuando se es padawan puedes llegar a creer que nunca dejaras de aprender de tu maestro…”
—O terminar de conocerlo, siquiera —Complete.
El cansancio me recordó que ya no había más que hacer ahí, así que me levante y lleve mi cansada existencia hasta mi dormitorio dispuesto a darme un reparador y merecido descanso.
En cuanto a tus recuerdos como padawan; nunca se volvió a tocar el tema.