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El Conejo y el Caballero por Rhape

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- Buenos días, Ravio – dijo una mujer regordeta y el tendero respondió el saludo con una reverencia.

- Buenos días, buena mujer – contestó el chico del disfraz de conejo, sin acordarse muy bien del nombre de la mujer. Era muy malo recordando ese tipo de cosas, pero sabía que era la esposa del herrero.

- Es raro verte fuera de la tienda – rió mientras acomodaba entre sus manos una canasta con tarros de conserva.

- Bueno, los conejos también necesitamos comer – respondió divertido, mostrando también que llevaba en sus brazos bolsas con comida. Dos o tres veces al mes salía de su "cueva" a comprar víveres.

- Es verdad - siguió riendo - Por cierto, mi marido necesita tu ayuda sobre una rara espada que le llevaron para arreglar. ¿Tienes tiempo ahora? -

- Por supuesto. Será un placer -

Ravio sabía donde estaba la casa del herrero, ya había acudido un par de veces antes para ayudarle a tasar armas extranjeras. Mientras caminaban vieron a lo lejos a una horda de chicas rodeando a una persona. El tendero y la esposa del herrero no tuvieron que ver a esa persona para saber que se trataba de Link.

- Ese Link sí que es popular... – comentó la mujer con una mano en la mejilla, sin mucha sorpresa en su voz. El alboroto se armaba relativamente todos los días – Pero con tanta muchacha detrás de él , no sé por qué aún no tiene novia -

Ravio solamente respondió moviendo la cabeza y cambiaron de tema, pero aquel comentario le rondó por la cabeza varios días.

Al principio pensó que tal vez Link le parecía atractivo, es decir, realmente lo era. Quizás se trataba de una atracción física. Pero eso no explicaba porque se sentía tan nervioso cuando estaba cerca de él y temblaba de emoción al escucharlo decir su nombre...

- Ravio, ¿por cuánto tiempo más me llamarás "Señor héroe" - quiso saber Link haciendo pucheros, sentado en el piso de la tienda con las rodillas cruzadas, como solía hacer.

- ¿Hm? ¿Es que hay algo de malo con que te llame así, Señor Héroe? - dijo a propósito con una sonrisa juguetona, sabiendo que Link lo miraría con reproche.

- No realmente... es sólo que siento que a veces lo dices con tono de burla -

Por supuesto que Ravio se lo decía con afán de burla, hasta cierta parte. Siempre era divertido ver cómo Link era totalmente ajeno a cuando le decían cosas con malicia o no entendía una broma con doble sentido. Pero claro, Ravio no iba a decirle eso.

- Bueno, es un apodo – contestó como si fuese algo obvio - Los apodos entre amigos se supone que sean ofensivos – sonrió – Pero ya debes saber que te lo digo con mucho aprecio, así que no te enfades, por favor – esa era la otra parte.

- Apodo entre amigos, ya veo... - murmuró pensativo, con su vista en el piso, después volvió a mirarlo, ahora con una sonrisa apenada - ¿Puedo hacerte otra pregunta...un tanto íntima? -

- Mientras no sea sobre cómo nacen los bebés... - condicionó sin siquiera mirarlo, comenzando a contar en la caja el dinero obtenido en el día.

- N-no, ¡eso no! ¡Por supuesto que lo sé! - dijo enseguida, mostrándose un poco nervioso – Yo me preguntaba más bien, eh... ¿Cómo sabes cuándo le gustas a alguien? -

Ravio dejó de contar las rupias y se volvió a mirarlo. De alguna manera, sabía que algún día el inocente caballero le preguntaría algo así, pero eso no significaba que estuviese listo para contestarle.

- Um...bueno, no estoy seguro, algo como eso no es tan fácil de detectar... - se llevó una mano a la barbilla para ganar algo de tiempo mientras pensaba en qué decirle. Pero claro que Ravio tenía una idea de cómo se veía una persona a la que le gustas, ya había experimentado aquello con una novia que tuvo años atrás. La chica fue la que se le confesó y él aceptó gustoso, aunque se separaran poco después por cuestiones que no quería recordar – Veamos... Generalmente uno se da cuenta que le gusta a una persona cuando ve que se pone nerviosa al mirarte, otras veces puede que se les ponga la cara roja de vergüenza con sólo hablarle. Pero, repito, no lo sé. Es difícil saber puesto que todos somos diferentes y cada uno tiene sus propias manías raras cuando se enamora – dijo haciendo un ademán despectivo con la mano para poder continuar contando el dinero y de paso zanjar el tema.

El tendero se dio cuenta que, si Link le había preguntado aquello era porque seguramente puso los ojos en alguna de las chicas que lo perseguían y quería saber si ésta le correspondería o no, pero, por alguna razón, Ravio no quería ser quien le facilitara las cosas.

- Ahora yo te haré una pregunta – dijo mientras separaba las rupias por cantidades.

- Dime –

- Vienes a mi tienda casi todos los días pero nunca compras nada. ¿Cuándo vas a comprar algo? -

- No sabía que tenía que comprar algo para visitar a un amigo – Link sonrió Ravio suspiró derrotado.

Le dejaría ganar por esta vez.


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