- usagi baka, no tengo más opción que ir
- no vas a ir, te lo prohíbo.
- es un viaje de trabajo, no hay nada que yo pueda hacer, son solo 3 días.
- puedo inventar una excusa ¡no vas a ir a ese viaje!
- ¡es por trabajo! – “confía en mí, usagi baka”.
- misaki… - “no quiero decirte esto” – si vas serías una molestia…
¿Cómo pude ser tan tonto? Después de eso misaki tomó su maleta y nunca volvió a la casa… ese estúpido viaje de mangakas y editores a Sapporo ¿por qué tenía que ir ijuuin? De todas formas la situación no hubiese sido diferente. Una semana después de ese viaje, yo me sentía desesperado por no haber visto a mi pequeño, tal vez lo herí más de lo que había planeado, me llegó una carta, era de él, no tenía dirección.
“akihiko san, perdón por haberle causado tantos problemas, le prometo que ya no los tendrá, por lo menos no por mi culpa, yo lo amaba, de verdad lo amaba
Se despide: misaki”
No, no, no, no, eso no podía estar pasándome, como puedo ser tan idiota, cuándo está en el trabajo nunca lo puedo ver, no sé dónde está viviendo, y no sé qué entrada usa en la universidad.
Mmm, la verdad pensaba usar este viaje para acercarme más a misaki, pero la verdad ni lo he visto, este ya es el segundo día y la reunión es en la tarde… ¿y esos sollozos tan tristes? Me acerco a una puerta que da a una pequeña sala en el hotel, ahí está el dueño de mis suspiros, el amor de mi vida.
- ¿misaki? – “solo dime quién te hiso llorar y lo destruyo”
- ijjuin sensei – un avergonzado castaño intentaba ocultar sus lágrimas y mantener la cordura. Dentro de lo posible claro.
- misaki ¿qué pasó?, no te pongas así de triste, por favor.
- soy una molestia
- no lo eres ¿quién te lo dijo?
-…
- ¿ese sensei con el que vives? – sus lágrimas eran aún más incontrolables que antes
- yo… yo no quiero causar… - un fuerte abrazo calló sus palabras, sus lágrimas mojaban el hombro del dibujante, sus manos apretaban sus pechos, marcando una muy leve distancia entre ambos, sus labios balbuceaban frases incompletas, y sus piernas no resistían su peso.
- ¿y qué piensas hacer ahora?
- no quiero causarle problemas a usagi san, yo… me tendré que ir.
- misaki, sé que te va a doler, pero será una buena decisión, no puede ser que tu no puedas salir en un viaje de trabajo, necesitas tu espacio – “aunque las sospechas de usami san conmigo sean ciertas”.
- gracias
- kyaaaaa
- ¿qué pasa aiawa san?
- Saura san, no tienes idea – la editora no se enteraba que un desesperado escritor de cabellos grises y ojos violeta la estaba escuchando.
- ¿de qué?
- escuché que desde el viaje de hace un mes, misaki y el mangaka ijuiin se llevan muy bien
- no caigas en delirios fujoshis, seguro son amigos
- pero en la entrevista de hace tiempo ijuiin dejo que tenía una persona especial de ojos verdes que le daba inspiración.
Las chicas de fueron alejando, mientras akihiko solo podía pensar lo peor, ya había pasado un mes entre los días que buscó en todos los lugares que el frecuentaba, entre los días que se sentaba en un solo lugar a ver si lo alcanzaba, y los días que simplemente no tenía la fuerza para salir. Sin misaki las medidas del tiempo se perdían, días, meses, semanas, años… ¿cuál era la diferencia? Todos eran minutos sin misaki.
Este sería el momento en que acabaría con esa rutina, del ascensor salieron misaki, y ese mangaka que tanto odiaba, había mucha gente en el hall del edifico, por lo que era difícil alcanzarlos, lo logró hacer cuando ellos se detuvieron en la banca de una plaza.
- misaki… ¿te gustaría ir a vivir conmigo?
- ¿qué? Pero si hacemos eso, ya son muchas las personas que rumorean si estamos saliendo o no… eso sería…
- pero vives en un lugar muy pequeño – “¿por qué ese tipo sabe dónde vive misaki?” pensaba el escritor sin atreverse a intervenir todavía.
- Lo sé, pero… no es como si…
- misaki, a mí no me importan esos rumores, tampoco me importaría si se hacen reales
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