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Rock you like a hurricane por Athena Selas

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Notas del capitulo:

Una lectora y ahora amiga hizo posible que este capítulo lograra ser escrito gracias a su constante motivación y ánimos. Sin ella, no habría logrado reunir la energía suficiente para escribir el décimo octavo capítulo dados los últimos y emocionantes acontecimientos de mi vida: ¡Muchas gracias, Ana/Shiryuan! Mereces completamente que este capítulo te sea dedicado.

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Junio 2011

La vida en el centro de rehabilitación era apacible y pacífica. Los profesionales y demás empleados a cargo de los pacientes sentían una vocación de servicio y tenían calidad humana. Eso o sus sueldos eran los suficientemente buenos como para fingir que realmente les interesaba el bienestar de aquellos adictos con dinero.

 

Kanon estaba casi por lograr una desintoxicación fisiológica correcta, aunque aquello le había costado los primeros meses de suplicio en medio de dolores y alucinaciones, siendo perseguido constantemente por los fantasmas de su pasado. Entonces, tomaba fuerza física y emocional y, jadeante, recordaba que todo aquello valía la pena, pues por primera vez había algo realmente bueno esperándolo fuera de la rehabilitación.

 

Algunas veces se sentía desfallecer en medio de la noche, sudando helado, sintiendo la boca seca, el cuerpo temblándole erráticamente y con una sensación de arcadas y nauseas atroz. Sí, era cierto que lo sometían a terapias relajantes de distintos tipos durante el día para que parara de pensar en el dolor provocado por la desintoxicación de cada gota de sangre de su cuerpo; sin embargo, cuánto anhelaba tener el cuerpo de Radamanthys haciéndole compañía por la noches, apretando su cuerpo contra la firme y reconfortante anatomía del otro, besándolo y acariciándolo, sin tener ni un solo motivo para pensar en el dolor.

 

Cuando superó los primeros dos meses, los días pasaban por encima de él con mayor soltura. Disfrutaba verdaderamente de las actividades que su terapista personal le programaba de lunes a viernes: la recuperación grupal, las novedades del círculo de poesía, los retos diarios y semanales en los talleres de herrería y orfebrería en los cuales estaba inscrito; también tenía un papel activo en el centro de enseñanza musical, en donde otros pacientes expectantes por la fama de Kanon, habían abarrotado las clases que impartía como voluntario día tras día. Sus momentos favoritos eran cuando lo dejaban entrenar a solas en el gimnasio y, sobretodo, en la alberca. Por poco parecían vacaciones, pero sólo por poco…

 

Había logrado sonsacar a Radamanthys, después de una satisfactoria y excitante sesión de sexo en el almacén del gimnasio, para convencerlo de traerle de contrabando su reproductor de música, el cuál contenía más de 110 gigabytes de contenido acústico.

 

La siguiente semana recibió su pedido de manos de su pareja quien llevaba el ceño fruncido por estar actuando contra las reglas del lugar, pero el gemelo borró aquel enfado de la mente de Wyvern en cuanto encontró otro escondite para dar rienda suelta a la pasión de ambos.

 

Unas horas después, en la privacidad de sus habitaciones, Kanon se colocó los audífonos y, con ahínco, buscó los álbumes musicales que habían marcado su vida y continuaban siendo su inspiración para su exitosa carrera musical. Había un alto contenido de rock de todas las décadas, comenzando por Hendrix, Beach Boys, Bob Dylan, The Doors, King Crimson pasando a Led Zeppelin, Black Sabbath y Deep Purple, por mencionar apenas sus favoritos entre un sinfín de canciones que no eran necesariamente rock. Cerrando los ojos, disfrutó por horas de aquella estimulante sesión musical sin darse cuenta del pasar del tiempo. Algunas veces imitaba de memoria el movimiento de sus dedos pasando por las cuerdas de la guitarra imaginaria mientras sus oídos se entregaban a alguna de sus decenas de composiciones favoritas. En ninguna ocasión escuchó ni una sola canción de Poseidon Marines, la verdad quería olvidar quién era por un largo tiempo.

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Su reproductor de música había sido un estímulo positivo durante su estancia en el centro de rehabilitación aunque le hubiese podido gustar cargarlo en todos lugares, lo cual era una tarea imposible porque esa clase de objetos estaban prohibidos en el lugar.

 

Debía admitir que ocasionalmente era más un artefacto de tortura que de estímulo positivo. Había preparado una lista de reproducción con al menos cuarenta canciones cuyo contenido estaba relacionado con las drogas o las adicciones.

 

Por lo tanto, algunas veces, en la soledad de su habitación reproducía una y otra vez canciones como A Passage to BangkokMr. BrownstoneCombination, pero la indiscutible preferida dentro de aquella lista era una en especial que no paraba de reproducir una y otra vez.

 

Pruébame y veras que necesitas más, observa cómo te estoy matando.
Ven arrastrándote más rápido, obedece a tu amo, tu vida se quema rápidamente, obedece a tu…
Master, master of puppets…. 
[1]

 

Casi siempre al final de la canción suspiraba inspirado por aquella letra, decidido a terminar su rehabilitación; otras veces, la letra simplemente le causaba reír a carcajadas y alguna muy pocas ocasiones le provocaba un escozor en los ojos contra el que no podía ganar y terminaba llorando en silencio.

 


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Julio 2013

 

El tener únicamente tiempo para descansar y reponerse en el asiento de clase ejecutiva de un avión, comenzaba a convertirse en una realidad más que una broma para Minos debido al ritmo acelerado de su vida. A pesar de no escatimar en gastos para elegir la opción más cómoda y lujosa en sus vuelos, aquello no mermaba su creciente sensación de hartazgo por la frecuencia de sus viajes por asuntos de trabajo o por asuntos personales, los cuales comenzaban a amontonarse en su vida. No le pesaba hace viajes de último momento para reencontrarse con Albafica quien vivía actualmente en Italia, pues la fatiga merecía totalmente la pena para Griffon a cambio de la recompensa de volver a ver al culpable de su estado permanente de enamoramiento; sin embargo, ahora tenía que añadir su misión de mediador entre Kanon y Radamanthys como parte de sus actividades de esparcimiento. Suspiró entre frustrado y resignado en su amplio y ergonómico asiento en un vuelo con destino a Ottawa, Canadá.

 

Había contactado a Kanon alguna semanas atrás y al hacerlo había interpretado un papel que debería haberle valido un puesto como prestigioso asesor de negociadores o espías, pues manejó la situación cuidadosamente, haciéndola parecer tan natural como si Minos echara auténticamente de menos los días en los cuales habían salido de fiesta, o fechas más anecdóticas en el embrollo para conquistar a Albafica y otros momentos en común que hacían que Griffon y Dídymoi tuvieran algunas historias dignas de recordar. Fue cuidadoso de no mencionar a Radamanthys directamente en sus conversaciones por la aplicación de mensajería donde reiniciaron comunicación, aunque tampoco lo hizo ver demasiado forzado y artificial porque sí que había muchos escenarios en los que Wyvern aparecía aunque sólo fuera de utilería. Finalmente, lanzó una oferta para encontrarse con Kanon casualmente durante su gira Norteamericana y la estrella de rock accedió de buena manera. Minos había inventado un compromiso de trabajo en Nueva York para convencer al Géminis de la autenticidad de su visita.

 

El griego lo citó en el Hotel Marriot de Ontario, en el corazón de la capital canadiense, pues era donde el cantante se estaba hospedando. Griffon había reservado con algunos día de antelación una suite sencilla en el mismo hotel al cual arribó a las tres de la tarde y, completamente agotado por el viaje y padeciendo el trastorno de cambio de horario, simplemente se acomodó en la cama luego de quitarse el abrigo y los zapatos y finalmente cayó dormido completamente agotado. Unas horas más tarde, el atractivo noruego despertó con mejor aspecto cuando ya era de noche en Canadá.

 

Sin perder el tiempo, Minos entró a la regadera y comenzó un ritual de aseo personal el cual tenía perfectamente calculado. Talló su cuerpo pacientemente, deshaciéndose del olor a viaje y utilizó una de sus lociones de esencias otoñales favoritas, luego lavó su larga cabellera plateada con maestría y salió del baño. Secó su melena con calma, teniendo que hacer uso de la secadora del hotel para acelera el proceso y darle una apariencia aún más sedosa de lo normal; vistió la única prenda que había preparado para la ocasión: un conjunto casual, pero bastante pulcro, de pantalón y camisa negra entallados que se pegaban a su cuerpo de manera deseable; no utilizó otro accesorio más que un reloj plateado. Tomó su cartera y celular y se dirigió al pent-house del Marriot a través del elevador.

 

Al llegar a la habitación indicada, tocó el timbre colocado a un lado de la gran puerta doble de madera. Desde afuera podía escucharse que estaban utilizando el sofisticado equipo de audio a gran volumen y el abogado se preguntó si allí adentro podrían escuchar el timbre o él tendría que intentar llamando a Kanon por teléfono.

 

Su dilema fue disipado cuando una atractiva jovencita rubia atendió a la puerta. Los grandes ojos azules de ella lo miraron con suma desconfianza.

 

— ¿Asunto? — cuestionó con una gélida voz.

 

— Soy Minos Griffon, he venido a visitar a Kanon — le respondió con su natural voz autoritaria, no le costaba trabajo sonar ligeramente déspota.

 

— ¿Ah, sí? —. A Thetis no le gustó en nada aquella actitud —. Lamento decirte que no tenía conocimiento de esa visita, ni si quiera había escuchado tu nombre antes. Te sugiero que te retires —. Entonces ella cerró la puerta con fuerza, pero el pie del noruego se lo impidió. Sonriente, delatando su gusto por la pelea, el cuerpo de Griffon se infló con poderío.

 

— Eso quiere decir que no te lo dice todo ¿Qué frustrante, verdad, señorita? —. Soltó un bufido burlón.

 

— Si no quieres ver tu carita bonita hecha un desastre será mejor que te largues —. Ella también saltó defensiva.

 

— Me halaga que me encuentres atractivo a pesar de tanta hostilidad.

 

— ¡Thetis! ¿Qué está pasando allí? —. Se escuchó la inconfundible voz de Kanon hablando en inglés acercándose a la puerta. Ya nada más pudo hacer la rubia, pues el griego de inmediato reconoció a su invitado —. ¡Minos! — exclamó el nombre del noruego con una sonrisa llena de picardía. — Thetis, deja de jugar al guardaespaldas y déjalo pasar —.

 

Griffon sintió el placer de la victoria y con discreción, aventó la puerta empujando ligeramente a Thetis hacia atrás para abrirse paso por el pent-house.

 

A la estrella de rock se le miraba bien, demasiado bien. Vestía sus clásicas prendas de cuero ajustadas y aquel día en especial el griego pecaba de apetitoso, pues su esculpido torso lo llevaba cubierto únicamente por un chaleco desabrochado. Minos era un hombre comprometido con una relación actualmente, pero no podía culpársele de que se le escapara una sonrisa coqueta involuntariamente.

 

— ¡Ha pasado mucho tiempo, Kanon! —. El noruego llegó al encuentro del otro y ambos estrecharon manos con fuerza como símbolo de vieja amistad masculina.

 

Ambos ignoraron la cara de capricho y fastidio de la rubia.

 

El cantante encaminó al abogado hacia la sala principal en donde se hallaba escuchando discografía de Sex Pistols y en aquellos momentos el contagioso ritmo de Holidays in the Sun mantenía a otros tres invitados de Kanon agitando sus cabezas distraídamente. Esos tipos ¿Estaban drogados?

 

— Ignóralos — le recomendó la estrella de rock sacando un cigarrillo y encendiéndolo frente a Griffon — Pide lo que quieras, el servicio del hotel te lo traerá de inmediato —

 

Minos le hizo caso y solicitó una pequeña cena acompañada de cocteles de vodka, pues no había comido desde los alimentos que le sirvieron el avión

 

— No recordaba que fumaras — le fue imposible contener su comentario al abogado.

 

— La gente cambia — recibió aquella arisca respuesta.

 

— ¡Y brindo por ello! —. Minos alzó su copa y Kanon lo imitó con la suya.

 

El noruego preguntó a Kanon sobre su gira y pronto entablaron conversaciones llenas de lisonja y anécdotas personales. Los dos hombres tenían personalidades compatibles y por ello podían tener momentos como aquel lleno de amena charla, licor y doble sentido. En algunas ocasiones el griego se le insinuó al noruego aludiendo a que de no ser por la estima que le tenía a Albafica ya estarían bien encerrados en su habitación y Griffon llevó la broma con amenidad lanzando piropos a la estrella de rock, pero sin llegar demasiado lejos.

 

— ¿Y cómo está Radamanthys? — soltó con casualidad finalmente el griego.

 

Minos elevó sus cejas plateadas con sorpresa y parpadeó con rapidez, ante aquel movimiento inesperado por parte del cantante.

 

— Es natural sentir interés por tu ex ¿No crees? — se adelantó Kanon al otro.

 

— Él está…— cortó la oración a propósito para dar a entender que no estaba bien.

 

— ¿Ah sí? Lo creía regodeándose de gusto porque finalmente estaría en el árbol genealógico de papi Hades —

 

Minos suspiró y se llevó la copa a los labios con sutileza.

 

— No la tiene tan fácil. Después de todo, se enamoró demasiado de ti — comenzó a calar el camino, mirando con discreción al griegp, pendiente de su lenguaje corporal y percibió un ligero titubeo en los párpados del otro y como su respiración se detuvo a causa de una ligera compresión de su pecho. Bingo.

 

— Es un imbécil, sufre por sus propios juegos, se lo tiene bien ganado — mencionó con desprecio y con rencor reflejado en sus orbes esmeraldas.

 

— ¿Y tú? Creo que vas bien ¿No? ¿Eso es un anillo de compromiso? — Minos señaló una preciosa y ostentosa pieza de joyería que colgaba de una cadena plateaba en el cuello del griego. La verdad, desde los primeros segundos de iniciar conversación con el otro aquel anillo lo obsesionó un poco. No era poca cosa, aún a unos metros de distancia podía apreciarse el brillo del oro blanco bruñido con detalle impecable en suaves líneas curvas y elegantes; sendas filas de pequeñísimos diamantes flanqueaban la joya central: el diamante principal se apreciaba como uno de singular belleza, el cual poseía luz propia y un peso mayor a dos quilates, estaba incrustada en el oro, sin sobresalir demasiado, a diferencia de las usuales joyas de compromiso.

 

— ¿Esto? —. Kanon sostuvo el anillo entre sus dedos, restándole importancia mientras lo miraba sin un ápice de apego por aquella pequeña gran fortuna de pocos centímetros de diámetro —. Sí, es un anillo de compromiso de Julián. Lo cargo de esta manera porque por primera vez consideré su propuesta de matrimonio. Le he jurado que el día en que me lo mire puesto en la mano izquierda, mi decisión por desposarlo será irrefutable ¡No tienes la idea de lo emocionado que se puso! —.

 

— ¿Vas en serio? ¿Te casarás con él? —. A Minos no le costó ningún trabajo entonarlo con morbosa curiosidad.

 

— ¿Quién sabe? — . El tono de su voz era un acertijo. Enredo sus dedos en la cadena plateada y comenzó a jugar con ella, haciéndola girar distraídamente. — ¿Crees que a Radamanthys le importe? —.

 

Minos sonrió de lado y su mirada de acero brilló maliciosa.

 

— Tanto como a ti te va a importar el día en que consuma su compromiso con la señorita Pandora.

 

Y la estrella de rock esbozó una mueca que a Griffon le supo a un triunfo rotundo, pues Kanon parecía haber bebido del limón más amargo de todo Canadá.

 

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Algunas horas más tarde el atractivo noruego desabrochaba su camisa azabache en la soledad de su propia habitación frente al espejo. El aliento le sabía a alcohol y, lamentablemente, su cabellera tenía impregnado el desagradable sabor de nicotina de cigarrillo; así que muy seguramente decidiría bañarse antes de hacer una llamada a Italia para brindar un informe de su misión a su pareja y aprovechar, además, para darle furtivas y coquetas muestras de amor a Albafica al otro lado de la línea.

 

Todo había salido de maravilla y Minos necesitaba ser recompensado por lo impecable de su acto. Ahora conocía de cerca el estado emocional de la estrella de rock y podía inferir muchas situaciones a partir de ello. Además el mismo griego le contó del itinerario final de la gira de Poseidon Marines, quienes estaban preparándose para una larga serie de conciertos en Estados Unidos y finalmente clausurar su exitoso recorrido por el mundo nada más y nada menos que en Londres, la ciudad que vio partir la nueva faceta de la banda.

 

Mientras admiraba su torso desnudo frente al espejo, Griffon miró a los ojos a su reflejo y comenzó a sonreírse con excesiva complacencia; al final, no pudo evitar contener carcajadas de gozo. Tenía un plan brillante en mente, uno que le divertiría en demasía y prometía una efectividad contundente e inesperada.

 

Buscó el celular colocado sobre el tocador y a prisa abrió la aplicación de mensajería y seleccionó la conversación que mantenía con Aiacos.

 

"Cejas va a necesitar una despedida de soltero inolvidable"

 

Envió el mensaje y entró a la ducha. Al salir, varios minutos después, recibió la respuesta desde el otro lado del planeta.

 

"Cuenta con ello"

 

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Ikki se encontraba rotundamente fastidiado de aquel juego de hacinamiento en el castillo de Hades, el espíritu del Fénix era paciente, pero únicamente en la batalla. Ahora mismo lo que se estaba desarrollando en el caserón de los Heinstein era más un juego de pasividad mental que de poderío. Ya había preguntado a Pandora qué pasaría si decidía largarse junto con Tenma a lo que ella respondió que eran completamente libres de hacerlo en el momento que desearan, no eran prisioneros sino invitados de acuerdo a las órdenes de su hermano mayor.

 

Tenma, por otro lado, después de la noche durante la cual se escabulló y en la que seguramente lo habían pillado, había cambiado de una actitud tempestuosa y obstinada a un indescifrable aire somnoliento y de desasosiego. "¿Te has dado cuenta de que el jefe de estos chiflados está obsesionado contigo?" le preguntó Ikki algunos días después a lo que el joven de cabello castaño asintió indeciso; "¿Qué vas a hacer entonces?" insistió el mayor y el chico le había contestado que aún no lo sabía y esto al Fénix lo desesperaba, pues su objetivo personal al haber acompañado a Tenma a aquella absurda misión era arrastrarlo de vuelta al Santuario si el más chico tomaba la decisión equivocada.

 

Así que mientras el mocoso se decidía a realizar algún movimiento, Ikki se entretenía en lo de siempre: inspeccionar como felino los rincones del castillo y pasar tiempo con Pandora cuando ella se lo permitía, que no era pocas ocasiones últimamente.

 

Aquel templado domingo de verano ella atrajo la mirada del Fénix por unos segundos de más de lo normal luciendo un corto vestido violáceo con mangas a los codos y con un escote discreto. Bien, era natural que a veces aquella mujer supiera vestir adecuadamente para resaltar sus naturales curvas femeninas y que él no estuviera hecho totalmente de piedra como para no reconocerlo.

 

Se encontraban en la sala de estar favorita de la adusta mujer jugando ajedrez y mientras ella esperaba que el orgulloso Ikki hiciera su movimiento, Pandora se dedicaba a bordar hábilmente en un bastidor de bambú.

 

Luego de una hora de haber iniciado la primera partida, una doncella anunció la llegada del prometido de Pandora y Radamanthys apareció unos momentos después.

 

Fénix tenía la libertad de abandonar la sala si así lo deseaba, pero sentía una natural y estratégica curiosidad por mirar de frente y no desde las sombras a aquel hombre actualmente.

 

Ya había tenido la experiencia de haber visto antes a aquel soldado tan importante de Hades, pues alguna vez Kanon se lo presentó.

 

Ikki conocía gemelo menor no por situaciones amistosas ciertamente, más bien políticas. Aunque durante los últimos años su relación con la estrella de rock había mejorado y de vez en cuando se escribían correos electrónicos cuando se necesitaban mutuamente para hacerse favores en el Santuario o por dinero. En uno de aquellos encuentros de cambio de valores, el Fénix conoció a Wyvern y sin duda el Radamanthys de aquella ocasión distaba tanto del trapo humano que tenía delante.

 

El rubio realizó una perfecta reverencia caballerosa frente a Pandora y besó sutilmente la mano que ella había estirado para que su prometido la saludara castamente.

 

Luego de aquel acto intercambiaron saludos formales, llenos de una apatía impresionante y ella permitió a Radamanthys sentarse frente a ella e Ikki. El Wyvern saludó distraídamente al Fénix y entonces los dos prometidos comenzaron a compartir la conversación más insulsa y desabrida sobre los preparativos de la boda y del consorcio Elysium. Era como si los futuros novios no desearan tener ni la más remota cercanía personal antes de contraer nupcias y evitaran de lleno cualquier conversación de índole personal; esto las primera veces divertía al observador Ikki, pero cada nueva ocasión que atestiguaba aquello le parecía más y más miserable.

 

Aquel patético hombre distaba mucho de ser la insaciable pareja de Kanon quien parecía estar haciendo un esfuerzo sobrehumano permanente por no ponerle las manos encima al gemelo frente a otros y sólo permitir que sus ojos ámbar reflejaran el candor que la estrella de rock le provocaba. Por supuesto, además lucía como un feroz guerrero dispuesto a arrastrarte al mismísimo infierno si es que la situación lo requería, ya fuera haciendo uso de su formidable físico o a través de juegos mentales o de poder. Después de todo el título de Juez del Infierno no era un sobrenombre utilizado en él a la ligera.

 

No superaron la hora de charla, luciendo ambos hastiados de la situación rápidamente y Pandora extendió en una charola de plata a Wyvern sobre la que había un precioso sobre color crema brillante y con figuras de violetas adornando los bordes del papel.

 

— Este es el itinerario de la próxima semana para que no lo olvides; recuerda que iremos a casa de tus padres a entregar las primeras invitaciones.

 

El rubio no pudo detener un profundo suspiro de pesar y asintió como un prisionero al que acabaran de dictar sentencia de muerte.

 

De nuevo procedieron a los frívolos formalismos de despedida y la doncella acompañó al inglés a la salida.

 

— ¿No ese sujeto viajó no sé cuántas horas para venir sólo a esto? — soltó el mordaz comentario Ikki.

 

Ella frunció el ceño con fuerza y asintió una vez, molesta por la obviedad de todo aquello.

 

— ¿No solías invitarlo a comer al menos?

 

— Es deprimente comer con él.

 

Ikki soltó un silbido de sorpresa y abrió los ojos brevemente.

 

— No es que me importe, pero toda esta situación es nauseabunda por completo —. El Fénix se giró hacia el tablero y comenzó a estudiar su siguiente movimiento con suma concentración, tenía que romper el empate de victorias que ambos llevaban hasta ahora. — Los dos me dan lástima — concluyó.

 

Pandora entrecerró los ojos y aspiró profundamente para expresar el desaire que le correspondía expresar por el atrevimiento de Ikki, pero le faltó enfado suficiente como para interpretar un perfecto papel de fría dama ofendida y sólo mordió discretamente su labio inferior por unos segundos, luego se sentó de nuevo en su lugar y se desquitó con su bordado de orquídeas y venciendo contundentemente al muchacho unos momentos después.

 

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Saga Dídymoi tenía la fortaleza de una montaña durante la mayoría de las difíciles situaciones por las que pasaba diariamente, las cuales requerían un asombroso temple y estrategia; sin embargo, no podía evitar sentirse agobiado ocasionalmente a causa de mantener semejantes responsabilidades, después de todo era un ser humano como todos los demás y la cantidad de trabajo que significaba mantener a flote a la Fundación Athena y al Santuario le suponía una carga excesiva de estrés. Sin mencionar todas aquellas situaciones a nivel personal que lograban encresparlo.

 

Por eso de vez en cuanto se permitía no ser aquel hombre magníficamente poderoso, recto y célibe que todos admiraban y sólo entonces se daba permiso de Aioros.

 

Como aquella noche estando ambos en las suntuosas bañeras de uso exclusivo para el patriarca del Santuario. El sonido del agua caliente verterse sobre las grandes tinas apenas se sobreponía a las respiraciones pesadas de ambos hombres desnudos dentro del agua.

 

Aioros se encontraba de pie detrás de Saga, quien ser recargaba en el borde de la bañera dándole la espalda. El objetivo del castaño en aquellos momentos era masajear hábilmente los tensos músculos de la espalda del otro, utilizando un estupendo aceite con esencias florales relajantes que había preparado para la ocasión. El uso de este artículo había dado a la esculpida espalda del gemelo un fascinante brillo al que era imposible rehuir la mirada. Mientras tanto, el hombre de cabellera castaña se preocupaba en ejecutar su tarea con habilidad, para la cual estaba capacitado gracias a algunos cursos que había tomado algunos años atrás; pasaba sus manos con fuerza en las zonas indicadas y con más delicadeza en donde era debido, a veces hacía uso de sus antebrazos brevemente. La bañera no era el sitio más idóneo para su tarea, pero había sido el lugar donde logró que Saga diera su brazo a torcer y helos ahí. Aunque se encontraba bastante concentrado en su misión valía la pena mencionar que cuando el pelilargo emitía algún gemido o suspiro, el Sagitario sonreía gustoso.

 

— Qué tenso estás Saga, deberías relajarte y dejar de querer salvar al mundo tú sólo ¿Cuántas veces te lo voy a tener que repetir? — canturreó preocupado con el ceño ligeramente fruncido.

 

El gemelo no contestó de inmediato y siguió disfrutando de las atenciones de su camarada, la sensación de sentir cómo el dolor abandonaba su espalda era algo sumamente estimulante, sobre todo si era el Sagitario quien se encargaba de hacerle sentir tan bien.

 

— He escuchado de la visita que te hizo Albafica, pero sobretodo de la llamada que recibiste del asistente de Radamanthys Wyvern hace dos días — comenzó a abordad el tema Aioros, entonando las palabras con un tono apaciguado: dulce, pero neutral.

 

La ceja izquierda de Saga tembló ligeramente; entonces, las manos entrenadas de Aioros dieron a su masaje un tacto más sensual y placentero, para apaciguar al otro quien terminó suspirando hondamente.

 

— Creía que Valentine Harpy me había llamado con fines chantajistas respecto a la banca rota de la Fundación, estaba preparado para cualquier clase de amenaza, pero no para aquello… — hizo una pausa para inspirar aire y continuar —. Cuando comenzó a hablar respecto a mi hermano y su jefe creí que era sólo una treta y le seguí el juego, pero sin darme cuenta comencé a creerle y a participar íntimamente en la conversación —. El gemelo se mordió el labio inferior superficialmente. — Estoy preocupado por Kanon, Aioros, siempre lo he estado, pero termino haciendo las cosas mal con él a cada ocasión desde hace tantos años ¡Pero él tampoco lo hace nada fácil! Siempre encerrándose y despotricando que sigo en su contra. Él es incapaz de perdonarme… —. La piel de su espalda percibió que Aioros continuaba provocándole reacciones indebidas que comenzarían a manifestarse físicamente, pero decidió proseguir para distraerse —. No ha dejado de torturarme el recuerdo de aquella noche en Athenas cuando Radamanthys y mi hermano discutieron estrepitosamente frente a mí. Todos juzgan mis acciones aquella ocasión y es muy fácil para ellos sólo hablar —. Frunció el ceño al concluir su diálogo.

 

— ¿Piensas intervenir entre tu hermano y Wyvern a favor de alguna causa?

 

— Cuando se trata de Kanon nunca me ha funcionado actuar a mí manera ¿Sabes? —. Alzó su mirada esmeralda hacia el techo, cubierto por cortinas de vapor, sin mirar realmente a ningún lugar. — Iré a hablar en persona con aquel hombre… — hizo una pausa y el nombre se le atoró en la garganta. —… Con Radamanthys. Ni siquiera estoy seguro de qué es lo que tengo que decir o hacer en favor de mi hermano… —

 

— Eres un hombre sabio y también un hombre muy sensible, eso es lo que siempre me ha gustado de ti, así no temas a lo que tu corazón te dicte como siempre lo haces, déjate llevar más por él —

 

Finalmente Aioros terminó su tarea presionando suavemente por última vez y depositando un beso casto en la nuca desnuda de Saga, aprovechando que la melena del peliazul estaba atada y echa a un lado sobre los hombros del Géminis.

 

Y Saga sintió como una muy peligrosa corriente de escalofríos erizar los vellos de la nuca y esto le provocó emitir un suave jadeo.

 

— Eso fue completamente innecesario — se defendió el Géminis.

 

— ¿Lo fue? —. El otro rio adorablemente, acto seguido rodeó con sus morenos brazos la cintura bien marcada de su camarada, haciendo que la cercanía de sus cuerpos fuera indebida, acto seguido volvió a besar la nuca, ahora tomándose más segundos en el acto. — Creo que esto sí es innecesario —. Ejemplificó tranquilamente.

 

La respiración a Saga se le hizo ligeramente difícil y cerró los ojos buscando calma, pero su cuerpo se hallaba en un estado de laxitud tal que las sensaciones de su cuerpo pudieron más que con su mente y entonces un latigazo de energía placentera se clavó en su entrepierna.

 

— No me voy a hacer responsable de las consecuencias si no paras ahora, Aioros — advirtió en un ronroneó un poco enfadado.

 

— Ya te lo dije… —. Hizo a Saga girarse para terminar frente a frente y colgó sus brazos alrededor del largo cuello del Géminis, provocando que aquella larga cabellera azul recogida momentáneamente comenzara a deslizarse desde los hombros del gemelo lentamente —. Déjate llevar un poco más por lo que sientes —

 

El hombre de ojos esmeralda ya no encontró su autocontrol en ningún lugar y se apoderó de las caderas de Aioros con ambas manos para pegar sus cuerpos y asaltar esos labios que se había prohibido por tantos meses.

 

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Notas finales:

[1] Esta canción es Master of Puppets de Metallica.

 

 


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