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Rock you like a hurricane por Athena Selas

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Capítulo 23

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Saga aprovechó su visita a Londres y organizó citas de negocios para entrevistarse con antiguos inversionistas de la Fundación, o bien, encontrarse con posibles prospectos interesados en llevar sus activos al consorcio griego que representaba. Para el ejecutor principal del patriarca, esta tarea fue completada satisfactoriamente gracias al apoyo de Aioros.

 

Mientras ambos ejecutivos griegos se despedían de un grupo de caballeros británicos en un exclusivo restaurante en el centro de la Ciudad, Saga recibió una llama en su teléfono móvil proveniente del Santuario. El mellizo atendió de inmediato y su compañero de cabellera castaña escuchó atentamente la conversación durante la cual la expresión del peliazul cambió de un informe de rutina a un pasmo asombroso, provocando en Aioros ansiedad por explicaciones inmediatas.

 

Cuando Saga cortó la llamada, buscó la mirada de su colega y le informó cuanto antes la más reciente noticia de la Fundación desde Grecia.

 

— Llamó el maestro Dohko con noticias inquietantes y asombrosas por igual. Ikki y Tenma regresaron finalmente al Santuario sanos y salvos, pero lo más importante es que el Fénix trajo consigo documentos inverosímiles que salvarán a la Fundación casi por arte de magia; por otra parte, Tenma… bueno parece desorientado. Shion requiere nuestra presencia inmediatamente en el primer vuelo a Atenas que salga a partir de este momento.

 

Al expresar esto, el mellizo se mostró estresado y metido en una paradoja. Definitivamente tenía que volver de inmediato a su hogar para poner en orden la situación que los llevó al borde de la bancarrota; sin embargo, temía que eso significara abandonar a Kanon, su única familia de sangre, quien nunca le ponía las cosas fáciles para una reconciliación satisfactoria. Saga deseaba con todas sus fuerzas lograr que su hermano menor se sacara de la cabeza la idea de que estaba en su contra.

 

Aioros suspiró, comprensivo, y tomó a su angustiado amigo por la cabeza, recargando la frente del gemelo sobre la suya.

 

— Calma, estoy seguro de que puedes completar ambas cosas a la vez ¿Sabes? — se separó del otro y lo tomó de la mano para invitarlo a sentarse de nuevo a la mesa. — Sigo sin confiar en tu plan de obligar a Radamanthys y a Kanon a sentarse frente a frente en un salón de té como si fueran hombres de negocios o si se tratara de un litigio civil — confesó Aioros como si de deshiciera de un peso de encima al revelar este desacuerdo con el plan del gemelo. — ¿Por qué no haces más sencillo tu proyecto y vuelves a los viejos tiempos con Kanon?

 

— ¿Viejos tiempos? — frunció el ceño el peliazul sumamente contrariado. A cambio recibió una sedosa risa por parte de su compañero.

 

— Volverte su hermano, su confidente, su hombro sobre el cual recargarse.

 

— Yo… no estoy seguro de que…

 

— ¿Acaso el gran Saga, mano derecha de la Fundación tiene miedo de acercarse a Kanon y preguntar "Hey, hermano, qué hay de nuevo"?

 

Los ojos esmeraldas del otro lo fulminaron ofendidos, pero no replicaron a causa de la vergüenza. Así que Aioros continuó mirándolo con infinita ternura y continuó.

 

— Si confías en mí, puedo darte algunos consejos…

 

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Las ovaciones y aplausos por parte del público en el Domo de Londres tras la apabullante presentación se extendieron por dos o tres minutos, resonando a lo largo de la estructura de espectáculos. Poco a poco el embelesamiento provocado por los músicos de Poseidon Marines fue diluyéndose entre los asistentes quienes, con expresiones de grata satisfacción, comenzaron a abandonar la arena rápidamente.

 

En los palcos preferenciales Radamanthys se limitó a beber un vaso gigante de cerveza a prisa, en un intento por disminuir la alta temperatura que se disparó en su cuerpo tras la melodía nombrada "Still Loving You" que Kanon había declamado seguramente pensando en él. Un momento ¿A quién quería engañar? Aquella manipuladora estrella de rock le dedicó abiertamente cada palabra de la melodía y el confirmarlo a cada segundo, provocaba al rubio querer sorber de su helada bebida embriagante sin control.

 

— ¿Señor? — Valentine fue intrépido al atreverse a arrancar a su jefe de aquel estado de embotamiento. — ¿No quiere ir al sanitario antes de salir? — A pesar de los pases Meet & Greet, Harpy tenía un pésimo presentimiento sobre los planes de Didymoi quien se había empoderado por completo tras la presentación.

 

— Estoy seguro que en la sección de Meet & Greet debe haber sanitarios menos saturados y sucios de los que nos toparemos si salimos de estos palcos — exclamó Sylphid importunado el plan de sobreprotección del hombre de cabellera rosa.

 

Por supuesto que Valentine le lanzó una mirada iracunda enseguida, pero Wyvern tomó su decisión y se puso de pie con el rostro más rojo que nunca.

 

— Concuerdo con Basilisk, es hora de ir a la condenada sección de backstage. — sentenció sin lugar a dudas el superior de ambos.

 

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Los tres abogados se dirigieron a la zona indicada en donde presentaron sus gafetes preferenciales para acceder al codiciado encuentro con las estrellas de rock. Caminaron a través de los bien iluminados pasillos de The O2 Arena y siempre que mostraran sus pases eran tratados con amabilidad y dirigidos al sitio de encuentro. Finalmente alcanzaron la sala indicada de la que sobresalía una pequeña fila de espera, la cual Wyvern evadió alegando que era hora de ir al sanitario como bien había ofrecido Harpy momentos atrás.

 

Aprovechando que Sylphid y Valentine entraron con él, pero salieron rápido de los baños, Radamanthys se paró frente el espejo de los solitarios lavamanos y miró su propio reflejo fijamente. Una oleada de inseguridad lo invadió y es que era un desastre: tenía rostro demacrado y ojeroso, además de los ojos rojos y cansados. Conocer este aspecto le llevó a un breve episodio de ansiedad, abrió el grifo de agua helada y se la echó al rostro.

 

¿Qué mierda estaba pasando con él? Días atrás había visto a Kanon e incluso se había acostado con él, sin contar con los simulacros inesperados ejecutados por la presencia idéntica de Saga frente a él. Pero parecía que todo aquel embrollo iba en decadencia y si no le ponía un alto a las cosas continuaría cargando una serie de actitudes reprobables para su vida; además, su salud mental y emocional colapsarían sin duda. Radamanthys tomó una toalla de papel, se limpió los restos de líquido frío de la cara y salió a paso firme hasta el Meet & Greet al que ese griego desgraciado lo había conducido y él lo había seguido como torpe cordero.

 

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Valentine y Sylphid le reservaron un lugar en la fila, aunque eran los últimos aparentemente. Esperaron unos quince o veinte minutos, vieron a un grupo salir y los guardias que cuidaban el acceso a la sala V.I.P. les invitaron a entrar tras inspeccionarlos con detectores de metales y rayos X.

 

El rubio inhaló hondo antes de entrar. La estancia privada estaba iluminada en tonalidades color crema, había un agradable aroma a lavanda en el ambiente y a través de pantallas y bocinas de sutil calidad, se reproducían videoclips y conciertos de Poseidon Marines. Pronto, una amable señorita bien vestida preguntó a los recién llegados si deseaban alguna bebida para refrescarse. Basilisk pidió agua mineralizada y Harpy lo imitó. Por su parte, Wyvern solicitó un whisky en las rocas si era posible y se le fue concedido sin dificultades.

 

Al fondo, en una sala color azul descansaban algunos miembros de la banda acompañados de algunos alegres y nerviosos fans. Otros músicos preferían estar de pie y se permitían sacarse fotografías mientras firmaban autógrafos con mucha disposición. Todo era vigilado silenciosamente por algunos guardaespaldas atentamente apostados desde una distancia suficiente para no intimidar a los invitados.

 

Gran coincidencia resultó ser que los subordinados de Radamanthys fanáticos de Poseidon estuvieran en turno de disfrutar el Meet & Greet. Radamanthys les dio su espacio para que disfrutaran a sus anhelados ídolos, especialmente al resto de la banda que no fuera Kanon, puesto que ya habían tenido oportunidad de fotografías y autógrafos por parte del solista cuando este salía con su jefe. Aun así, Zeros acaparó al peliazul todo el rato y le solicitó múltiples fotografías y hasta autógrafos sobre su piel. El subordinado de grandes dientes y brillante calva pidió a Kanon escribirle un autógrafo sobre su costado izquierdo con plumón indeleble y cuando el cantante terminó, el hombrecillo suspiró a punto de desmayarse por el ensueño de sentir las manos del heleno tan cerca suyo en un acto más o menos parecido a acariciarlo.

 

— ¡Te lo juro, Kanon, mañana mismo me mandaré a tatuar este autógrafo! — exclamó Zeros con las mejillas sonrojadas y recibiendo unas carcajadas incrédulas del peliazul a cambio.

 

Tras esta escena, Radamanthys se acercó tímidamente al griego quien no notó su presencia hasta que repentinamente su pequeño fan se agazapó nervioso e hizo amago de querer ir junto a Niobe para tomarse algunas selfies con Eo e Isaak. Entonces, el cantante se giró y miró de frente al hombre quien anónimamente se había robado el cierre del concierto. El nerviosismo fue latente en la mirada esmeralda del gemelo y le dedicó una sonrisa seductora a Wyvern como reflejo de la figura pública que era.

 

— Viniste — declaró el de cabellera azul, cambiando su postura coqueta a una más insegura y franca. Conservó el par de metros de distancia que el rubio mantuvo para con él.

 

— Estuviste sencillamente increíble — confesó sincero el inglés conteniendo el aliento tras revelar el cumplido.

 

— Gracias ¿Me vas a pedir un autógrafo? — bromeó el heleno intentando romper la tensión.

 

— No prometo tatuármelo como Zeros — aceptó el rubio abandonando su rigidez cotidiana.

 

A cambio, Kanon le ofreció una risa desenfadada. Tras esto, tomó el plumón indeleble e invitó a Radamanthys a acercarse y este accedió de inmediato.

 

El abogado dobló la manga izquierda de su camisa hasta su codo y se la ofreció al griego quien la tomó con suavidad. Luego el heleno comenzó a escribir sobre el dorso de la muñeca y el rubio tragó con dificultad debido al cosquilleo que le provocaba sentir este contacto por parte de aquel hombre que lo seguía volviendo tan loco como de costumbre. Kanon terminó su labor y Wyvern procedió a contemplar la caligrafía de la estrella de rock, pero no se topó con una firma simplemente. Un "Lo siento por todo, te amo" apareció en su lugar con tinta fresca. De inmediato, los ojos ámbar del abogado buscaron los del gemelo, pero este se encontraba mirando al suelo mientras se cruzaba de brazos en una postura de auto protección. Al rubio se le secó la garganta de inmediato y se manzana de adán se agitó nerviosa.

 

Sin pensarlo, Radamanthys rodeó la cintura del griego con su brazo, acercó sus cuerpos y en el momento en el que la mirada confundida del cantante se alzó buscando explicaciones, el inglés se inclinó para besarlo tras largos meses de dolor, duelo e incertidumbre respecto al futuro de sus corazones. Inmediatamente, el gemelo empujó al otro, sobresaltado por la respuesta tan descarada y sin miramientos de su ex pareja. Entonces, al leer desconsuelo en los ojos ámbar de Wyvern, el cantante no resistió más, lo tomó por las solapas de la camisa y le plantó un beso apasionado de regreso.

 

Los guardaespaldas ya estaban por irse contra Radamanthys por contacto inadecuado, pero Eo intervino a tiempo con una señal concreta e incuestionable al jefe de seguridad. El efecto fue que los subordinados de Wyvern presentes contemplaron la escena y tuvieron reacciones de sorpresa y cotilleo, pero inmediatamente Valentine y Sylphid actuaron como cortinas y miraron a los curiosos con un aura furiosa que dictaba severamente "ustedes a sus asuntos".

 

Tras el beso suave y lleno de emociones contenidas, los dos ex amantes se separaron lentamente y luego surgió un aire de incomodidad entre ellos. Wyvern entendió entonces que tenía miedo de hablar y equivocarse, no deseaba arruinar aquella oportunidad única, pero comprendió que tras todo lo que había pasado desde el concierto, Kanon no era emocionalmente capaz de decir palabra por palabra la verdad dentro de su corazón por sí mismo. Después de todo había hecho uso de un concierto y un autógrafo para revelarse con sinceridad ante el rubio, más allá de palabras concretas.

 

— También lo siento mucho por todo, Kanon, y también te amo — susurró el abogado sin complicaciones.

 

Ambos percibieron como la atmósfera tensa entre ellos se relajaba y se dedicaron débiles miradas sorprendidas por unos segundos. Tras unos momentos de silencio, Kanon se aventuró a cambiar la sintonía de las cosas.

 

— Somos una maldita comedia trágica. No, en realidad un drama de televisión barato y estúpido.

 

Wyvern soltó unas carcajadas auténticas ante esto. Agradecía por completo volver a escuchar la franqueza sin clase de Kanon.

 

— ¿Por qué no lo discutimos el viernes en esa cita cursi a la que nos convocaron Valentine y tu hermano Saga?

 

— ¿Discutirlo? ¿Discutir si vendemos nuestra historia a alguna cadena de televisión de segunda y cobrar regalías?

 

Radamanthys le dedicó una mirada de advertencia al heleno para no perder la costumbre, pero no podía ocultar su sonrisa de alivio al escuchar de nuevo las réplicas desenfadadas de griego.

 

— Idiota — resopló el rubio. — ¿O quieres que lo discutamos ahora mismo en tu camerino?

 

— ¡Wow, campeón, no pises el acelerador tan rápido! — el griego se permitió soltarse y sentía que respiraba de nuevo. — Aunque me gustaría ambas cosas, siendo sinceros.

 

Kanon tomó la muñeca de Wyvern y lo arrastró tras de sí, dirigiéndose hacia la salida de la sala de Meet & Greet. Agitó su mano para despedirse de sus admiradores y luego se dirigió hacia Valentine y Sylphid.

 

— Se los tomaré prestado unos minutos solamente ¿Pueden esperarlo para llevarlo sano y salvo a casa? Siéntanse cómodos en la sala.

 

Sin esperar respuesta por parte de estos dos, el heleno salió del lugar sin encontrar mucha resistencia por parte del inglés.

 

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Durante el trayecto, ambos siguieron compartiendo bromas con el objetivo de ablandar la situación a diferencia de cuando se habían acostado algunas noches atrás sin dirigirse la palabra más que para dedicarse hostiles estatutos. Al fin habían decidido tirar las barreras de orgullo que los habían aplastado durante tantos meses y aunque parecía que se lo estaban tomando con naturalidad, en el fondo cada uno era un manojo de nervios e inseguridades.

 

Al llegar al camerino destinado para Kanon, este invitó al abogado a pasar y luego el griego cerró la puerta tras de sí nervioso, recargando su espalda sobre ella.

 

— Esa canción de cierre ¿De verdad era para mí? — comenzó Radamanthys sin mirar de frente al heleno y se dedicó a inspeccionar los objetos y curiosidades que había en la habitación bien iluminada y llena de espejos. Se topó con un exagerado arreglo florar de rosas con una tarjeta que dictaba "Felicidades por arrasar con Londres, eres mi adoración. J.S.".

 

— Por supuesto, idiota ¿Necesitabas más señales de las que las que te di en el escenario? ¿Acaso hizo falta que gritara "¿Esto es para Radamanthys Wyvern"? — respondió en cuanto notó que la mirada ámbar del otro se posó en el regalo floral de cierto billonario.

 

— Claro, muy inteligente. Si yo te rechazaba tras una declaración tan puntual, Julián Solo podría volverse loco de celos y furia y se desquitaría a la mala contigo.

 

— O Pandora y Hades te tendrían listo un castigo en cuanto llegaras a casa.

 

Los dos hombres encontraron sus miradas y colisionaron, casi sacaron chispas. Wyvern cedió, relajando los hombros y agitando su cabeza rubia.

 

— Los malditos problemas de siempre siguen sobre la mesa más enredados que nunca. No somos más que un par de cobardes y estúpidos necios enamorados.

 

Kanon caminó hacia el abogado y se plantó frente a él. Lo tomó por las mejillas y se miraron más cerca que nunca durante los últimos meses, las esmeraldas del gemelo percibieron la bruma que hundía aquellos irises dorados enmarcados por ojeras. Un dolor se clavó en el pecho del peliazul y sintió ganas inmensas por llorar. Aquella mirada melancólica le reveló cuánto había sufrido Radamanthys durante aquel tiempo de separación absurdo y abrupto. Los ojos del griego siguieron humedeciéndose y contuvo las lágrimas como pudo.

 

— No te contengas más, prometo dejar de hacerlo también de una vez por todas — habló el rubio con ojos cristalinos igualmente al borde del llanto.

 

La estrella de rock se abalanzó contra Wyvern y se besaron con plena libertad y sin dudas en su corazón. El contacto fue largo y les robaba el aliento a los pocos segundos de duración, por lo que debían separarse constantemente. Los dos hombres dejaron a sus emociones finalmente desbordarse y las lágrimas de ambos comenzaron a correr a través de sus mejillas y a entremezclarse entre sus labios, por lo que el acto de besarse se volvió más abrumador para sus respiraciones; sin embargo, a pesar de esto no cesaron el contacto de sus bocas y sus manos comenzaron a recorrer la espalda y los brazos del otro para confirmar desesperadamente la presencia del otro a través del tacto.

 

Pronto, sus emociones y corazones dieron paso a otros sentimientos más carnales y lascivos, tornando el contacto más húmedo y profundo, al igual que el roce de sus cuerpos. De un momento a otro, Kanon fue alzado de la cintura por Radamanthys quien lo sentó sobre la mesa del tocador para continuar devorándose las bocas con mayor lujuria. Pequeños suspiros y gemidos eróticos comenzaron a escapárseles conforme alcanzaban zonas más erógenas.

 

No obstante, la puerta del camerino fue abierta sin consideración y la culpable era una furiosa Thetys cuya iracunda mirada azul quería quemar vivos a los dos enamorados quienes pararon de golpe sus actos apasionados. Kanon gruñó hostil y tomó con sus piernas las caderas del abogado, aprisionándolo contra él.

 

— Eres el más grande imbécil, adicto, autodestructivo y malagradecido de todo el planeta, Didymoi. — bramó la sirena aproximándose a la pareja mientras sus tacones color beige repiqueteaban sobre la loza del camerino.

 

— Y tú la más odiosa Solo con complejo de maternidad. Mierda, Thetys, se supone que estarías con tus amigas en un bonito restaurante cortesía mía.

 

Mientras los dos amigos alegaban a gritos, Kanon alcanzó un delineador de lápiz, tomó el dorso de la mano de Wyvern y comenzó a anotar su nuevo número celular a ciegas y sin dejar de mirar a la chica para que ella no sospechara. Al terminar, liberó al rubio y le robó un último beso en la boca. Luego, el abogado abandono la habitación haciendo una inclinación de cabeza cortés hacia la rubia, quien estuvo a nada de echársele encima como fiera.

 

Radamanthys dejó solos a los amigos en el camerino con la puerta abierta y mientras caminaba de vuelta a la sala V.I.P. donde lo estarían esperando Valentine y Sylphid, respiró y sintió que nuevamente aire fresco y vital entraba por sus pulmones tras largos meses de doloroso letargo. Intentó limpiarse las lágrimas con el dorso de la mano, pero estaba seguro que había llorado tanto sin darse cuenta que serían sumamente evidentes los caminos rojizos en ambos costados de su rostro. Se sentía tan libre y feliz después de tanto tiempo que le daba igual que su pose de imperturbable caballero inglés se cayera frente a sus dos subordinados de mayor confianza.

 

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Al llegar a su departamento de madrugada, Radamanthys se sintió completamente agotado y es que no sólo caló sobre su cuerpo el cansancio del día o de la semana. Más bien, su mente le permitió volver en sí, liberándolo de un estado de aletargamiento como si hubiese estado sedado permanentemente desde su ruptura inesperada con Kanon. Como consecuencia, su cuerpo fue presa de la inhumana pesadez por la sobrecarga de trabajo a la que se había sometido durante todo ese tiempo.

 

A pesar de todo, Wyvern seguía siendo un fanático de la pulcritud por lo que se apresuró a tomar una ducha caliente y a cepillarse los dientes, pero antes tomó su teléfono móvil y guardó el nuevo número que Kanon le había escrito en la mano con maquillaje. Antes de asearse envió un mensaje vía aplicación al heleno.

 

Radamanthys: La boca te sabe horrible después de los conciertos.

 

Diez minutos después, Wyvern estaba limpio y con pijama puesto, desfalleciendo de cansancio. Se echó a su cama y abrió presuroso la notificación de nuevo mensaje.

 

Kanon: Y tú sabes a borracho. Te hace falta una buena purga.

 

Ante esto, el abogado se echó a reír auténticamente feliz sobre su cama. Luego alzó su mano derecha y contempló el autógrafo con plumón indeleble que no pudo sacarse del todo en el baño. "Lo siento por todo, te amo" releyó y una calidez le infló tanto que suspiró hondamente.

 

Radamanthys: No tienes idea de cuánto te he echado de menos.

 

Luego, el rubio no supo más de sí pues cayó en un sueño profundo e imperturbable. De hecho, aunque su alarma sonó a las seis de la mañana, Wyvern la desconectó de modo inconsciente y siguió durmiendo hasta pasado mediodía.

 

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El abogado fue arrancado de su sueño de modo inesperado, repentinamente sintió cómo le lanzaban la misma almohada sobre la cabeza con insistencia. Al principio, su mente hundida en el sueño profundo hizo caso omiso de este acto, y se giró para ignorarlo; no obstante los ataques eran más y más molestos, entonces el instinto del inglés se alzó violento dispuesto a ahuyentar a quien lo incordiaba; empero, cuando sus ojos enfocaron a Pandora, Radamanthys dio un severo respingo, se irguió como un resorte, y comenzó a alisarse el piyama y a asegurarse que todo estaba en su lugar.

 

— ¡Señorita Pandora! — exclamó, limpiándose un hilillo de saliva de la comisura de los labios. — ¿Pero qué…?

 

— ¿Grata sorpresa? — le interrumpió la voz gélida e imperturbable de ella.

 

Los dos prometidos se miraron tensos y el labio inferior de ella tembló. Observó la escena con atención y tuvo una revelación de ella misma en el futuro inmersa en situaciones así cuando fuera esposa de aquel hombre quien parecía sólo respirar vida cuando tenía encuentros con Kanon Didymoi. Qué desgastante le pareció intentar litigar con el rubio, desquitarse con él, castigarlo y luego llegar a algún acuerdo temporal y repetir esto durante toda su vida marital.

 

— Te espero en la sala — acotó ella dándose mediavuelta para permitirle a su futuro marido ponerse presentable para ella.

 

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Momentos más tarde, Radamanthys se apareció aseado y vistiendo pantalón y camisa. Pandora había traído sendos termos de café. Extendió a Radamanthys el que le correspondía y que contenía americano negro; ella trajo para sí un humeante latte. Enseguida reveló sobre la mesa una pequeña cesta con bizcochos y galletas.

 

— Lamento haberme quedado dormido, señorita Pandora, es la primera vez que sucede esto. Yo me comprometo…

 

— Guarda silencio, Radamanthys, no he venido a hablar de asuntos del consorcio — lo interrumpió inescrutable ella. — Vine a hablar de nuestro matrimonio.

 

Aquello le cayó como una pedrada al rubio quien inspiró profundo y frunció su poblada ceja permaneciendo atento y altivo.

 

— Escucho.

 

— No me quiero convertir en tu esposa. No merezco ese lamentable final.

 

El rubio asintió y su expresión se volvió más severa.

 

— Lamento que…

 

— ¡Ya basta, por favor, Radamanthys! — le zanjó la mujer. — Este asunto me causa demasiada jaqueca y suficiente estrés incandescente me trago a diario apoyando a mi hermano y controlando la mitad del consorcio. No quiero añadir a eso arrastrar a un esposo que asiente a todo lo que le digo como si fuera un muerto en vida y que me arrastre a la infelicidad marital. — esta sentencia molestó a Wyvern, pero no fue capaz de contradecirla.

 

— ¿Y crees que nuestras familias lo acepten así a secas? — el hombre arqueó la ceja izquierda y se cruzó de brazos.

 

— Conozco los viejos protocolos, yo tengo que rechazarte a ti y deshonrarte. Luego tendrás todo el derecho y potestad de echar por la ventana el matrimonio sin consecuencias políticas.

 

— Me parece totalmente injusto para ti, quedarás mancillada y todo este problema es culpa mía, yo debería ser el relegado.

 

— Estoy dispuesta a acatar las consecuencias necesarias para impedir una vida de desdicha a tu lado ¡Y deja de ser un anticuado hombre correcto y honorable, maldita sea! Deberías estar saltando de alegría y abriendo una botella de champagne en una suite con tu amante griego porque yo ya no soy un impedimento para ustedes.

 

El rubio boqueó como pez fuera del agua e incluso se sintió mareado, todas aquellas revelaciones lo estaban dejando sin palabras. En ese momento, la mujer se puso de pie, se sacó el anillo de compromiso Wyvern del dedo anular y lo botó sobre la mesa, cayendo muy cerca de la cesta de pastelillos.

 

— Esta vez corriste con suerte de que parte de mis ambiciones no sea casarme contigo, pero vendrán más obstáculos en tu vida personal que serán incompatibles con tu ciega lealtad para acatar órdenes de los Heinstein. Si quieres ser verdaderamente feliz tendrás que renunciar a tu estatus, tomar tus propias decisiones y enfrentar sus consecuencias.

 

Luego Pandora tomó asiento, mordió un bizcocho y sorbió un trago de su latte con calma ante la mirada atónita del rubio.

 

— Ahora hablemos de cómo romperemos esta boda ante tu familia.

 

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Las intrigas dentro de Poseidon Marines cada día aumentaban a un ritmo peligroso. Kanon logró sacarse a Thetys de encima, no sin que antes ella lo amenazara con que el tío Julián se enteraría de su regreso con Radamanthys. Luego el griego volvió al hotel y se dirigió directo a la suite de Baian, entrando sin preámbulo ni consideración, consiguiendo la tarjeta de acceso al poner ojos de cachorro a la recepcionista.

 

Al pescarlo en su habitación, el candiense se encontraba saliendo de un baño y solo una bata blanca cubría su desnudez.

 

— Qué compañerismo de tu parte llamar a Thetys para echármela encima, Baian — lanzó el griego hostil.

 

— ¿Me habla de trabajo en equipo el cantante egocéntrico que improvisa sin consideración ni aviso previo, arriesgando el show de la banda? — protestó con fiereza el baterista que había sido vulnerado en su intimidad.

 

— ¡No te puse a tocar una letra completamente desconocida por ti, sé que eres perfectamente de interpretarla a ciegas!

 

— ¡Ese es el maldito problema, das por hecho todo con tal de hacer cumplir tus fines! No tienes el mínimo respeto por los demás y…

 

— ¿Qué diablos está sucediendo? — en ese instante un inesperado segundo ocupante de la suite salió del cuarto de baño. Era Eo quien estaba en las mismas fachas que Baian. Al parecer habían compartido la tina o la ducha, asunto innecesario dado que cada uno tenía su propia habitación privada. — ¡Kanon!

 

— Lárgate de aquí, Kanon — bramó el canadiense dispuesto a sacar al griego a patadas de ahí.

 

— ¡Uuuh! ¿Debo fingir que me sorprende que se acuesten ustedes dos? ¡Por favor! Estamos tan juntos en las giras que casi puedo oler sus traseros que despiden feromonas de atracción el uno por el otro.

 

Baian casi echa llamas por los ojos, pero el chileno soltó una carcajada.

 

— De nada por salvarte de hacer el ridículo en el concierto de esta noche — añadió el de cabello rosa mucho más relajado que su compañero de melena color trigo.

 

— Creía que lo habías hecho por Isaak.

 

— En parte sí, en parte porque me entretienen tus ocurrencias y también porque es lo mejor para el señor Julián.

 

— ¡Eo! — exclamó intrigado el baterista.

 

— Honestamente, Kanon, soy tu compañero de banda y de carrera, sé perfectamente que tú no amas ni un pelo al señor Julián, o al menos no cómo él desearía que lo quisieras. Prefiero que de una vez por te eches a los brazos de Radamanthys por una larga temporada a que continúes con este triángulo amoroso desgastante. — se explicó el sudamericano.

 

Los tres miembros de la agrupación permanecieron en silencio, Baian miraba al suelo, Kanon a Eo y el chileno de devolvía una expresión triunfal.

 

— Por nada, Kanon. Otra vez… — rompió el silencio el guitarrista. — Ahora ¿Te molestas si nos das un poco de privacidad? Como bien sabes hoy fue una jornada extenuante.

 

— Sí, claro — respondió rápidamente el cantante devolviéndoles una sonrisa cómplice. — Aunque parece que para ustedes dos no termina aún. Nos veremos en la rueda de prensa mañana — el griego se dio media vuelta, agitó un brazo a modo de despedida y salió de la suite tal como había entrado.

 

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En el pasillo, Kanon revisó su teléfono móvil y al verificar el nuevo mensaje de Radamanthys después de tanto tiempo una explosión de sensaciones agradables anidó dentro de él. Al verificar que las palabras del inglés formaban parte de sus jugueteos pesados de costumbre, el gemelo se sintió aliviado y emocionado. Respondió enseguida a Wyvern y en cuanto lo hizo, recibió un indeseable mensaje escrito en mayúsculas por parte de Julián. El peliazul rodó los ojos e hizo a un lado la notificación, ignorándola por completo. Luego meditó que aquel obsesionado billonario era capaz de sacarlo de la cama hecho una furia.

 

La estrella de rock suspiró y pensó en sus opciones en Londres para poder dormir intranquilo. Desestimó aquellas catalogadas en "malas compañías", luego las que lo delatarían con Julián, restándole Radamanthys y su hermano gemelo. Honestamente le habría fascinado correr al departamento del rubio, pero prefería guardarse ese postre para más adelante. Así que buscó en sus contactos el número de Saga y aunque creía que lo despertaría, este se encontraba perfectamente despierto y lúcido.

 

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Saga se había desvelado junto a Aioros en la habitación del hotel con el propósito de comenzar a trabajar con el valiosísimo material que Ikki había hecho llegar a la Fundación y de este modo planear redes de apoyo financiero, así como planes en las áreas estratégicas de inversión inmediata para comenzar a salvar desesperadamente la economía de la asociación a la que habían dedicado su vida entera. Durante aquella ardua noche de trabajo, el gemelo mayor recibió una llamada de Kanon y la atendió enseguida. Al parecer su polémico hermano necesitaba un refugio aquella velada y quería preguntar por el lugar donde se hospedaba su familiar.

 

— ¿Está todo bien, Kanon? ¿Pasó alguna emergencia? — cuestionó inquieto el mayor en griego y al recibir una negativa por parte del otro, Saga accedió a darle el nombre y ubicación del establecimiento. Cuando colgó, miró atónito a su compañero de cabellera castaña.

 

Aioros se hundió de hombros y le sonrió con ánimo pese el cansancio en su mirada.

 

— Parece que es tu momento para brillar como hermano mayor. Descuida, yo me haré cargo mientras tanto.

 

El gemelo enterró una mano sobre el cabello de su coronilla, cesó su trabajo, se puso de pie y se dirigió al castaño con el objetivo de plantarle un beso de agradecimiento en la frente.

 

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Kanon arribó al hotel e hizo uso de su tarjeta personal completamente desvinculada de Julián para pagar la única suite disponible. Avisó a Saga de su llegada y su gemelo lo recibió en el hall de la recepción y se saludaron cordialmente. A continuación el menor invitó al otro a entrar a su habitación y este aceptó.

 

Saga siguió los consejos de Aioros para disminuir la tensión entre él y Kanon, evitar roces peligrosos y permitir la conversación fluir hacia un punto amistoso de comprensión. Los gemelos tomaron asiento en la salita de la suite. El cantante ofreció al otro limonada gasificada que sacó del mini bar y entonces el rockero comenzó a narrar su historia a Saga sin miramientos, pues realmente necesitaba desahogar con urgencia de todo lo que había acontecido con Radamanthys desde que había arribado a Londres: la despedida de soltero de Wyvern, su acostón animal en el que Kanon se negó a ser íntimo, la invitación al concierto, el espectáculo y todo lo que sucedió durante las últimas horas, incluyendo los celos de Julián que estaban por venírsele encima.

 

El mayor prestó gran atención a todo y sólo interrumpía para solicitar mayores detalles, cuando su igual concluyó su larga historia, Saga sorbió su soda y comenzó a preguntar a su gemelo cómo se sentía tras todo aquello y qué era lo que quería hacer.

 

— ¡Wow, Saga! ¿Quién te cambió esta noche? ¿Ni un solo sermón ni queja por mis actitudes arriesgadas e insensatas?

 

El mayor infló las aletas de la nariz, ofendido, pero se sosegó.

 

— ¿No me permitirás ser un buen hermano mayor esta noche?

 

— ¿Quién te entrenó? ¿Aioros? — A falta de respuesta por parte del otro, el cantante abrió los ojos con sorpresa. — Vaya, Saga, tengo que reconocer que has hecho un trabajo estupendo esta noche, casi me la creo.

 

La cruda mirada idéntica a la suya le mostró los límites del mayor, por lo que el rockero simplemente rio entre dientes.

 

— Por cierto, ¿El viernes será la cita acordada con Valentine y Radamanthys?

 

— Sobre eso… ha surgido una emergencia y tengo que volver a Atenas de inmediato. Puedes usar la reservación que teníamos a tu antojo o simplemente cancelar, los gastos corren por mi cuenta a modo de disculpa si decides ir.

 

— Eres todo un hombre de buenas maneras como de costumbre, pero olvida eso. Quiero disfrutar al nuevo hermano que se me presentó esta noche. Quizás el encanto se rompa al amanecer.

 

— Nunca me la pones fácil, Kanon — Saga se talló el rostro con las manos.

 

— Mi don, mi maldición… — canturreó su idéntico.

 

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Kanon durmió pocas horas, pero con tranquilidad. Recordaba haberse quedado dormido a media charla con su hermano y este lo levantó para llevarlo a la cama a rastras.

 

A mediodía, una mucama de limpieza tocó la puerta para cerciorarse que podía entrar a hacer el aseo, despertándolo. El griego respondió que no era necesario, miró la hora y se levantó con sobresalto. Iba tarde para la rueda de prensa y las llamadas perdidas en su teléfono móvil por parte de Krishna hacían gala de lo evidente. El cantante se apresuró a salir cuanto antes, pero se dio cuenta de que no trajo consigo una muda de ropa y vestía aún las fachas del concierto. Pensó rápido y la primera idea que se le vino le causó desternillarse de risa; sin embargo, le fascinó imaginarse en ese escenario. Así que tomó el teléfono del hotel y llamó a la habitación de Saga en donde Aioros tardó en contestar del otro lado, pues ambos ejecutivos estaban sumamente acelerados para salir directo al aeropuerto.

 

Mientras esperaba a que el hombre nacido en Sagitario le pasara la llamada a su hermano, Kanon envió un mensaje a Radamanthys con una dirección.

 

Kanon: Estaré libre después de las 14 ¿Irás a rescatarme? Es tu hora para salir a almorzar si no mal recuerdo.

 

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Como de costumbre, el cantante robó cámaras al hacer su descarada aparición en medio de la conferencia como si nada. Además, había perdido por completo todo su estilo para vestir: llevaba puesto un pantalón formal gris bien planchado y un suéter de lana con cuello de tortuga color bermellón. Su larga cabellera estaba recogida en una coleta y unas gafas negras ocultaban sus ojos rojos de desvelo y un poco de desintoxicación, pues no había probado estupefaciente alguno por más de 24 horas debido a toda la adrenalina vivida con el asunto de Radamanthys.

 

Enseguida todas las cámaras lo apuntaron y los ojos de su mánager se le clavaron con desaprobación.

 

— Kanon, ¿Qué es ese nuevo look? ¿Acaso quieres decirnos que comenzarás una nueva etapa en tu carrera? — preguntó pronto una reportera.

 

Didymoi soltó un bufido divertido.

 

— Me fascina su imaginación, señorita, pero lamento decepcionarla y confesarle que dormí en un lugar inesperado y me prestaron este bonito juego para poder recibirlos a ustedes adecuadamente y con elegancia. Me sienta bastante bien ¿No es así?

 

Baian se frotó la boca y la barbilla con desesperación. Isaak comenzó a revisar sus propias ropas y Sorrento colocó los ojos en blanco. Pronto, la siempre apabullante aparición de Kanon se disolvió y continuaron con las preguntas respecto al concierto, la gira y el futuro de la banda al haber culminado su largo viaje por el mundo.

 

Media hora más tarde, la rueda de prensa concluyó, los periodistas se retiraban y el solista fue el primero en ponerse de pie mientras leía un mensaje de Wyvern desde su celular quien le avisó que estaba esperándolo en el sitio acordado.

 

— Kanon — le llamó Isaak inesperadamente, quien se observaba inquieto y le pidió hablarle en privado con señales de su mano.

 

— Ahora no, envíame un mensaje y quedamos más tarde — le zanjó el griego saliendo a prisa del lugar.

 

El heleno esquivó todos los obstáculos en su camino hasta la puerta trasera del estacionamiento subterráneo donde había acordado encontrarse con Radamanthys, puesto que en el acceso principal seguramente estaba abarrotado de fans, curiosos y más reporteros.

 

En cuanto el peliazul salió al aparcamiento, se quitó las gafas oscuras y sus ojos encontraron a prisa al rubio quien estaba sentado sobre el cofre de su Mazda. Casi como escena de cuento de romance, el gemelo corrió hacia el inglés y este le recibió con los brazos abiertos. En cuanto sus cuerpos se encontraron, sus brazos se enredaron y se besaron con sed y lujuria. Largos minutos duró el encuentro y Wyvern comenzó a descender su boca a través del cuello del cantante, topándose con la gruesa tela del suéter de Kanon.

 

— Esta prenda no huele a ti ¿De quién es? — reprochó el rubio.

 

El griego sonrió sensual, complacido de que su ser amado notara la diferencia entre él y Saga.

 

— De mi hermano — confesó sin mayores explicaciones.

 

Los irises ámbar brillaron satisfechos y antes de regresar a devorar los labios del heleno declaró.

 

— Su ropa te sienta de maravilla.

 

Tan absortos estaban en sus caricias que no notaron cuando de un auto descendieron cuatro personas y se aproximaron a ellos con aire hostil. De un segundo a otro, un grupo de corpulentos hombres los separó violentamente, arrancando a Radamanthys de los brazos de Kanon. El griego reaccionó de inmediato al conocer las toscas ropas negras de matones de sus agresores, entonces se quitó las manos de encima de quien lo aprisionaba, pero otros dos se lanzaron contra Wyvern y comenzaron a golpearlo. Furioso, el gemelo aporreó a sus captores con ferocidad quienes no hacían amago de lastimarlo, sólo de contenerlo.

 

— Paren de ser benevolentes con Kanon, mi prometido merece una lección — habló la voz de Julián Solo desde las sombras.

 

La impresión duró solamente dos segundos al heleno, quien al siguiente momento sintió una patada hundirse en su estómago expulsando todo el aire de su cuerpo y a continuación unos cuatro o cinco puños le dieron en el rosto.

 

— En la cara no, gorilas idiotas — regañó el magnate, pero ya era muy tarde y Kanon tenía el labio y la nariz sangrantes.

 

Pronto los guardaespaldas sujetaron a Kanon arrodillado sobre el suelo y el heleno sintió todo su instinto bullir mientras escuchaba cómo otros dos matones seguían golpeando a Radamanthys.

 

— Me has tratado como tu muñeca de oro y diamantes por los últimos años, Kanon y sinceramente estoy harto. He sido comprensivo, amoroso y, sobretodo, muy estúpido respecto a ti intentando que la miel finalmente surtiera efecto y vinieras a mí de modo natural e indoloro. — el billonario, vestido de blanco inmaculado, se acercó al heleno y le habló desde arriba. — Soy un hombre que sabe obtener lo que quiere a toda costa y es hora de cambiar de estrategia respecto a ti. Ahora acepta venir conmigo sin queja o haré que le partan la espalda a tu amante.

 

El heleno apretó los puños mientras respiraba con dificultad debido a la nariz lastimada. Escuchar los golpes secos y los quejidos del rubio le llenó el cuerpo de pánico y desesperación. Kanon había aprendido a resistir torturas físicas tras su estancia en la prisión correccional, pero no estaba preparado para el tormento psicológico.

 

— De acuerdo, hijo de perra. Haré lo que quieras, pero no metas a Radamanthys en esto.

 

— Buen chico — Julián se inclinó para tomar la barbilla de su obsesión de ojos esmeralda y este lo fulminó con odio.

 

— Su teléfono — ordenó a los guardaespaldas y estos inspeccionaron los pantalones del cantante, sacando el móvil enseguida y entregándolo a su jefe quien revisó la ventana de notificaciones y un mensaje de Isaak apareció.

 

Kraken: El señor Julián está aquí

 

— Pequeño traidor — susurró con veneno el magnate. A continuación hizo señas a sus matones y estos pararon de golpear a Wyvern. — Ahora vámonos a casa, querido. — El billonario se dirigió al automóvil en espera de que dos de sus guardaespaldas metieran a su prometido en la parte trasera del vehículo blindado. — No olviden las cámaras de seguridad — ordenó el empresario a los matones que habían soltado al rubio. Luego, Julián Solo aceleró y su automovíl de lujo salió del lugar.

 

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Notas finales:

¿Qué les ha parecido esta nueva entrega de la historia? ¿La tímida reconciliación entre los protagonistas es algo que esperaban de este modo? ¿Qué tal el nuevo obstáculo con el que cerró este capítulo? Pobre Julián Solo, como personaje me cae bastante bien; sin embargo, en varias ocasiones le toca ser antagonista de Rada x Kanon dentro de mis historias. Querido receptáculo de Posedión: lo siento mucho, no es personal.

 

Me encantaría conocer sus reacciones, emociones y percepciones respecto a esta nueva entrega de la historia. Muchas gracias por leer y por demostrar su apoyo.


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