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Rock you like a hurricane por Athena Selas

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Notas del capitulo:

 

Dedicatoria: Este capítulo está dedicado a una asidua lectora, seguidora desde siempre de esta historia: librami

 

Capítulo 24

 

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Julián Solo se sabía tan poderoso que no tuvo temor de llevar al cautivo Kanon a su propia residencia en Londres. Los toscos guardaespaldas, quienes hubieron golpeado y sometido en el estacionamiento al cantante, botaron al heleno a la habitación privada del magnate. Sin tener el menor cuidado por las heridas que le hubieron provocado apenas unos momentos antes, le colocaron a la fuerza un trapo húmedo con alguna sustancia desconocida en la boca y en la nariz, dejando al cantante inconsciente durante varias horas sobre la inmensa cama de colcha y cojines dorados.

 

Más tarde, el sonido de la televisión sacó a Kanon de su sueño involuntario. Un pastoso dolor de cabeza le recordó los golpes que había recibido por parte de los gorilas contratados por Julián provocándole levantarse como resorte de la cama al recordar que la peor parte de la golpiza que se había llevado Radamanthys; no obstante, su largo cabello fue tirado con sadismo, devolviéndolo al lecho.

 

— ¿Por qué tanta prisa Dragón de Mar? — habló el dueño de la cama quien estaba echado a un lado suyo. Tenía los pantalones abajo y el heleno observó una bien conocida erección comenzar a alzarse entre el vello azul turquesa.

 

Los ojos esmeraldas del cantante se abrieron aterrados y acto reflejo pasó su vista hacia lo que estaba proyectando la televisión apostada frente a la cama. Lo que la pantalla le devolvió provocó al gemelo soltar una exclamación de sobresalto, luego gritó con atropello e ira.

 

— ¿¡CÓMO DEMONIOS CONSEGUISTE ESO, HIJO DE PUTA?!

 

— Puedo hacer que mis hombres entren a mi antojo a la casa de tu amante, mi dragoncillo. Así como pude conseguir estos tesoros, podría ordenar que le cortaran el cuello mientras duerme.

 

— ERES UN MALDITO DEMENTE — gritó el peliazul con una voz entremezclada con asco y miedo.

 

Julián estaba complacido con los improperios de la estrella de rock, así que soltó un bufido de aprobación.

 

— ¿Acaso es mi imaginación provocada por los celos o en verdad pones mucho más sentimiento cuando Wyvern te folla a diferencia de cuando te follo yo? — el heredero de los Solo apuntó con su cabeza hacia la televisión.

 

La pantalla reflejaba un video porno casero que había sido grabado con una cámara montada en un tripié y a veces tomada por los protagonistas de la cinta para grabar sus propias perspectivas mientras ejecutaban sus actos lujuriosos. Kanon y Radamanthys habían elaborado dos o tres grabaciones de sus actos íntimos a modo de experimentación y como regalo mutuo para cuando la estrella de rock saliera de gira y estuvieran separados durante largos meses. El escenario de aquella cinta pornográfica era la sala del departamento del abogado y en la toma que se estaba transmitiendo el rubio había tomado la cámara para grabar cómo su pareja se arrodillaba entre sus piernas abiertas y ejecutaba una alucinante y lenta felación a su enrojecida y palpitante hombría. La voz ronca de Wyvern exclamaba suspiros, jadeos y gemidos al ritmo del acto del heleno.

 

— ¡Deja de ver eso, maldito vouyerista! — Kanon se puso de pie y corrió a apagar la pantalla como pudo.

 

Julián le permitió actuar y después, haciendo uso del control remoto, volvió a encender el aparato y este mostró una nueva escena: Kanon en cuatro, siendo embestido por detrás por parte de su pareja, quien continuaba grabando todo desde su perspectiva. El falo de Radamanthys entraba y salía lentamente de entre las nalgas del griego, quien pujaba deliciosamente al ritmo del cadencioso acto.

 

Frustración pura bulló en las venas del heleno quien botó a la fuerza los cables de la pantalla para cesar la proyección definitivamente.

 

— ¡Qué delicado eres para alguien que grabó sus propias cintas pornográficas oficiales hace unos años! ¿No lo recuerdas, Dragón de Mar? Aunque creo que estas me gustan más, pero ¿Sabes? Quiero mis propias cintas contigo.

 

— ¡Vete al diablo, Julián Solo! Cualquier asunto entre tú y yo en el presente o en el futuro está acabado. No me importa que me amenaces con quitarme todo tu dinero.

 

El magnate ladeo su rostro y dejó en paz su erección, se llevó las manos a la barbilla y pensó cuidadosamente sus siguientes palabras.

 

— Con dinero no, pero puedo amenazarte con rematar a tu bruto amante quien está en el hospital ¿Eso quieres?

 

— Tú no… — Kanon se mordió el labio inferior y quiso desintegrar con la mirada a aquel hombre eternamente obsesionado con él.

 

— Sabes de lo que soy capaz con tal de obtener lo que deseo. Ahora ven, enciende esa cámara de allá —señaló con la cabeza un aparato modesto colocado en un tripié sobre una mesita de noche. — Y comienza a chupármela si no quieres retarme a jugar con la vida de tu amante.

 

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Luego de la brutal paliza que recibió en el estacionamiento, Wyvern fue botado en el suelo en estado inconsciente. Los maleantes, tras sabotear las cámaras, se dieron a la fuga. Por suerte, un civil solidario pasó por el mismo sitio apenas unos momentos después y al darse cuenta de la situación de Radamanthys, llamó al teléfono emergencias.

 

Horas más tarde, tras ingresar al hospital en una ambulancia a urgencias, el estado del abogado fue declarado estable y, de acuerdo con los protocolos, el personal indicado comenzó a contactar a familiares del paciente.

 

Valentine fue el primero en arribar al nosocomio con una expresión pálida de angustia, deseando que todo se tratara de una equivocación. Lamentablemente, no fue así y cuando verificó que la víctima del atentado se trataba de su superior, perdió el habla. Momentos después, se obligó a recuperar la compostura en cuestión de minutos. Comenzó a contactar con la familia de Radamanthys, con Minos, con Aiacos y con Pandora a través de llamadas y mensajes de texto.

 

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Hades se encontraba sumido en un taciturno estado de tristeza tras la fuga de Tenma luego de que el jovencito de mirada castaña y el intrépido Fénix robaran invaluables libros financieros de Elysium. Unos días después, Shion y Dohko, las torres de la odiosa Fundación Athena, se comunicaron con él diplomáticamente para solicitar renovar el acuerdo de paz bajo la promesa de devolverle los libros hurtados siempre y cuando Hades realizara y cumpliera el solemne juramento de cesar el actual ahogo financiero deliberado y totalmente injustificable contra ellos. El líder Heinstein permitió a Thanatos e Hypnos redactar a su antojo amenazantes evasivas contra los atenienses durante algunas semanas.

 

Una noche, Pandora, su amada hermana mayor siempre afligida por la tristeza que no abandonaba a su hermano desde el escape de Tenma, solicitó permiso para visitarlo inmediatamente en su habitación durante la madrugada. Hades lo concedió y ella hizo una teatral entrada vistiendo un delgado camisón de dormir.

 

— Mi adorado hermano, no deseo perturbar tu descanso, pero he venido a informarte que partiré a Londres de inmediato —. Pandora se echó a los pies de la cama de dosel del patriarca de los Heinstein.

 

— Pan — la llamó con aquel diminutivo cariñoso que se permitían a solas. — ¿Qué ha sucedido que te ha arrancado del descanso tan súbitamente esta noche?

 

— Es Radamanthys… ha sido atacado deliberadamente y ha quedado gravemente herido.

 

Aunque su hermana hubiese deshecho el matrimonio arreglado con Wyvern, nadie mejor que Hades sabía que pese al final de su relación como prometidos, Radamanthys era alguien sumamente especial para ambos: un miembro de la familia prácticamente. Aquel atrevimiento era tan grave como si hubiesen atacado a la misma Pandora en persona. Sacando fuerzas color rojo vivo muy dentro de él, Hades Heinstein se puso de pie, se vistió con una fina bata de seda color escarlata y se apresuró a tomar a su hermana de las manos para levantarla y abrazarla largamente.

 

— Ve con él, mi querida Pan. Infórmame de su estado de salud cuanto antes. Mientras tanto, yo me encargaré de qué paguen los responsables de esta atrocidad. Nadie puede dañar a un miembro de la familia Heinstein de ese modo y salir impune.

 

Inesperadamente, Hades había encontrado una manera de canalizar el pesar su corazón roto y confundido.

 

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Pandora acudió al hospital al día siguiente. Se dirigió con diligencia a la habitación correspondiente portando su gafete de visita sobre el pecho de su pulcro vestido entallado color violeta. Llevaba un ramo de flores blancas como regalo y al abrir el cuarto privado donde yacía Radamanthys inconsciente, ella tragó saliva con dificultad. Luego, se cercioró del estado de su ex prometido con sólo echarle una mirada: su pierna se encontraba inmovilizada y al parecer una de sus muñecas también había sido lesionada; a su vez, obtuvo una o dos costillas rotas sin mencionar las fuertes contusiones a lo largo del cuerpo y el rostro.

 

El subdirigente del consorcio Elysium guardó toda la cordura posible y acomodó el ramo en uno de los floreros que el hospital disponía para las visitas. Luego, se sentó a un lado del rubio y lo observó largamente.

 

— Quizás creas que no me importas, pero te equivocas Radamanthys. Siempre has tenido una profunda consideración hacia mí, jamás me has subestimado y sé cuánto cuidas mi espalda y la de mi hermano en cualquier ámbito. Los Heinstein valoramos la lealtad más que nada y tú y tu familia siempre la han tenido hacia nosotros, por eso… — ella tomó el dorso de la mano sana de él con cariñosa sutileza. — Quien quiera que te haya hecho esto, me encargaré de que pague y más allá.

 

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Tras el violento episodio en Londres, el cual concluyó con un encuentro sexual de dudoso consentimiento mutuo, Julián Solo apaciguó su brutal furia causada por los celos y de un día a otro volvió a ser el hombre complaciente y adorador empedernido de su "Dragón de Mar"; sin embargo, algo cambió sórdidamente en la dirección que llevaba su cortejo enfermizo hacia la estrella de rock, pues el billonario insistió vehemente en casarse y formalizar finalmente su relación cuanto antes. Utilizó de todo: regalos de precio inestimable, muestras de romanticismo empalagoso ideadas por los consejeros de Julián, rogar perdón de rodillas mil y un veces por haber sido tan brusco con él y con Radamanthys, prometer que no haría daño a Wyvern nunca jamás, jurarle que no volverían a tener relaciones a la fuerza (incluso quemó frente a él en una chimenea las memorias USB que contenía las cintas privada de Kanon y Radamanthys), aseguró que le cedería la mitad de sus acciones como su esposo, y cientos de chácharas más que tenían hastiado al gemelo; no obstante, por primera vez el joven magnate utilizó un arma que tenía un efecto único sobre el cantante: "¿Quién va a amarte cómo yo lo hago, Dragón de Mar? ¿Acaso alguna vez he dudado de mi amor por ti? Te aseguro que Radamanthys volverá a titubear fácilmente en cuanto Hades chasquee los dedos ¿Y qué pasará con el hombre que venga después de él para sustituirlo? ¿Y con el siguiente? Todos te trataran como una vil muñeca sexual desechable."

 

Durante los primeros días, Julián se encargó de retener a Kanon a su lado a la fuerza, incluso lo sacó de Inglaterra cuanto antes, para evitar que el mellizo escapara en cualquier momento para correr al lado Radamanthys. Finalmente, ya asentados en la mansión principal de los Solo en Italia, con la seguridad absoluta de que su plan de chantaje emocional no fallaría, Julián comenzó a disminuir la seguridad alrededor del griego hasta que supo que ya no hacía falta custodia alguna.

 

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6 semanas después…

 

Contario a las fantasías de muchos de sus allegados, Kanon no se encontraba prisionero en la Torre más alta del castillo más lejano apostado sobre un volcán activo custodiado por un dragón de tres cabezas. Tampoco se encontraba esposado a la cama de Julián Solo, torturado y alimentado con una esponja, únicamente sirviendo a los deseos sexuales de su captor. El heleno se imaginaba todas aquellas alocadas historias que las pocas personas que realmente se preocupaban por él se habían formulado en la cabeza, terriblemente preocupados por su bienestar. Aunque ya había escrito a Saga vía mensaje de texto y notas de voz para informarle que se encontraba saludable, seguro y libre, su gemelo no creyó sus declaraciones, así que Kanon decidió borrar su rastro y cortar comunicación con su hermano. Sabía que esto lastimaría profundamente a su mellizo, pero ahora se encontraba confundido en verdad y no quería los sermones de Saga encima para incrementar sus continuos dolores de cabeza.

 

Muchas veces al día pensaba en Radamanthys y, como parte del paquete de redención de Julian, siempre supo sobre su bienestar físico a través de mensajes de los informadores de Julián. Kanon pasaba muchas horas mirando los números de contacto telefónico de Wyvern, así como su correo electrónico, pero siempre que el griego estaba dispuesto a llamarlo, la voz del billonario acudía a su mente "¿Quién va a amarte jamás la mitad de lo que yo hago?"

 

— Nadie va a amarme jamás, ni siquiera tú me amas, estúpido Julián, sólo estás enfermamente obsesionado conmigo.

 

Concluía una y otra vez Kanon en medio del cortejo nupcial del Rey de los Mares hasta que finalmente, harto de la tempestad en su corazón, pronunció:

 

— Sí, me voy a casar contigo, maldita sea.

 

El joven magnate saltó de alegría y se precipitó hacia Kanon para propinarle un largo y húmedo beso triunfal. Tras colocarle el anillo de compromiso en el dedo anular izquierdo, llamó a sus sirvientes para que les hicieran una sesión de fotos a los futuros novios para que luego no tardaran en subirlo a las redes sociales de la estrella de rock.

 

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No hizo falta atar demasiados cabos para identificar a los atacantes de Radamanthys y así hallar al autor intelectual de ataque: Julián Solo. Aquella revelación sólo hizo enfurecer más a Hades, quien ya dirigía en plenos poderes el consorcio Elysium. El líder de los Heinstein exigió a través de una carta formal dirigida al niño estúpido Solo una disculpa pública y una compensación de por vida para Radamanthys o de lo contrario se arrepentiría. Por supuesto, cuando el Rey de los Mares se enteró de esta misiva, la ignoró deliberadamente. Su única respuesta vino semanas después, pero sólo se trataba de una invitación a su boda.

 

Por supuesto que aquella clase de burla hizo enfurecer hasta los huesos a Hades quien se hallaba encerrado en su oficina en Münich. Intentando encontrar cómo canalizar aquella terrible ira, tamborileaba los dedos frenéticamente contra el escritorio de cedro barnizado, los hermosos ojos aguamarina del pelinegro se posaron sobre la última carta recibida de parte de la Fundación Athena. Esta última tenía un tono menos suplicante y más agresivo. Mientras el presidente del consorcio incrementaba la intensidad de su mirada sobre aquella hoja de papel membretada con el símbolo de Nike, el fuego en sus ojos sólo se hizo más intenso.

 

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Dos semanas tras haber sido dado de alta del hospital, Radamanthys regresó a casa para terminar su recuperación, pero al enterarse quién cuidaría de él, hubiera deseado permanecer en el nosocomio. Su madre, una adusta mujer rubia platinada y de enormes ojos azules, ya lo esperaba para atenderlo personalmente junto con dos odiosas chiquillas que eran mellizas, sus primas y aprendices de la matriarca Wyvern.

 

Por supuesto que su progenitora se encontraba furiosa con su rebelde hijo cuya conducta inmoral había obligado a Pandora Heinstein a desistir de su maravilloso matrimonio próximo. Para la matriarca aquellas estupideces como casarse por amor eran cuentos para plebeyos comunes, pues en términos de unión siempre debía prevalecer el deber y el relacionarse con clanes iguales entre sí. De cualquier modo, debajo de aquella fachada de hielo puro, latía un pequeño corazón maternal, y pese a los desaciertos imperdonables de su vástago, ella misma se ofreció a cuidar de Radamanthys con auténtica preocupación hacia su hijo.

 

La mujer, al observar cómo su aquel entraba en silla de ruedas al departamento, cubierto de gasas estériles por doquier que cubrían los puntos que habían cerrado severas heridas, sintió su cuerpo temblar de preocupación. Así que, manteniendo como siempre la compostura, indicó a las gemelas Wyvern preparar la cama para su primo. Ella caminó digna hasta su hijo, quien era auxiliado por Valentine.

 

— En consideración a tu estado físico, sólo lo mencionaré una vez: ¿Esto te ganaste por aferrarte a perseguir a un vago sin cultura ni linaje? Espero que la lección te haya quedado bien clara, Radamanthys.

 

El Wyvern más joven se hundió en su silla y apretó los labios, que aún tenía heridos. Se tragó sus reproches, pues se encontraba tan agotado producto de su mal estado físico que no tenía energía para pelear. Su madre se inquietó al no recibir ni un solo gruñido como protesta por parte de su hijo al respecto.

 

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Durante la segunda semana de cuidados, Radamanthys percibió que sus fuerzas regresaban al fin a su cuerpo. El abogado se sintió con la energía suficiente para regresar al trabajo vía remota desde su hogar y también para localizar a Kanon personalmente, pues estaba harto de las respuestas escuetas de Valentine al respecto. El rubio, completamente aliviado de dejar al fin la cama, se acomodó en su estudio, el cual cerró con seguro para asegurarse que las narices de las féminas de su familia no lo interrumpieran. Finalmente, se dispuso a concentrarse en sus asuntos.

 

Su estricto papel como la cabeza de London Elysium durante los últimos años había dado como resultado una oficina estable la cual podía funcionar sin Radamanthys durante algunas semanas; así que cuando el rubio se presentó ante sus principales colaboradores vía videollamada tras la hospitalización, todos sus subordinados suspiraron aliviados reunidos en la sala de conferencias de la oficina y una fuerte emoción anidó en los corazones de todos ellos quienes aplaudieron su regreso. No había duda de que todos ellos sentían una alta estima hacia su líder.

 

Tras escuchar los informes de todos los departamentos durante tres horas, Radamanthys dedicó algunas horas más a leer y responder los correos electrónicos de mayor urgencia. Al término de la jornada laboral, Wyvern se sintió agotado y se puso de pie, harto de la silla. Tomó su teléfono móvil personal y llamó a Kanon: número desconectado; intentó por medio de la mensajería instantánea y el correo: sin éxito; luego chequeó las redes sociales públicas de la super estrella de rock: sin novedades desde el último concierto en Londres.

 

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Cada semana que pasaba. Wyvern regresaba a ser completamente autosuficiente, aunque su madre no hiciera amago de volver a la casa familiar pronto ni permitir que su hijo regresara a la oficina, por lo que el rubio se refugiaba en su estudio hasta que el hambre le obligaba a salir, mas ya estaba harto de la dieta balanceada y sin sabor que su madre le imponía día tras día. Así que aquella tarde el rubio buscó en sus contactos el teléfono de un restaurante de comida rápida para pedir a domicilio.

 

Una hora después, Radamanthys comía con sumo apetito un combo de hamburguesas y papas fritas altos en calorías y grasas saturadas sentado cómodamente en la mesa de su propio comedor bajo la mirada iracunda de su progenitora. No contento sólo con esto, también adquirió paquetes similares para sus primas quienes alegaron al principio estar a dieta, pero al percibir el sabroso olor de la comida, corrieron a pedir a su primo mayor sus porciones respectivas.

 

El rubio hacía aquello con toda la intención de fastidiar a su progenitora y, por primera vez en muchos días, se sentía complacido. Dentro de los pensamientos y el corazón de Radamanthys, auténtica ira y fuego incandescente bullían a causa del incidente que lo mandó al hospital: un desgraciado cobarde niño rico mimado había mandado a unos gorilas a darle la paliza de su vida y de paso arrebatarle al hombre que amaba y con quien ya había decidió pasar el resto de su vida. El abogado atribuía a su muy estricta crianza de auto control al hecho de que no hubiese cometido ya alguna insensata estupidez ciego por la ira que lo carcomía. Además, el destino le había impuesto como niñera nada menos que a su madre quien, junto a su padre, representaba la figura de disciplina y de restricción más grande en su vida.

 

Pero finalmente aquel muro imaginario de limitación estaba siendo derribado y sólo faltaba un soplido para terminar con él.

 

Para ahorrarse las miradas de su madre, Radamanthys sacó su teléfono y exploró las redes sociales a las que no era nada adepto, pero su obsesión por dar con Kanon lo había hecho asiduo a revisar las posibles actualizaciones de la estrella de rock. Entonces, apareció: una fotografía del anillo de compromiso en el dedo anular izquierdo de Kanon con la explicación "Finalmente dije que sí".

 

El rubio se levantó súbitamente, una mezcla de cólera y profundo dolor comenzó a apoderarse de su cuerpo, la sensación era como si despiadadamente le hubiesen clavado en el pecho una garra infestada del veneno más ponzoñoso y el efecto comenzara a invadir descontroladamente cada fibra de su ser. Sin poder apaciguarse, Radamanthys tiró la mesa del comedor al suelo, escandalizando a las mellizas quienes estaban comiendo sus hamburguesas todavía y atrayendo como resorte a su madre a la escena.

 

— ¡Qué clase de comportamiento estás mostrando a las mellizas como futuro líder del clan, no puedo creer que cada día me sienta más decepcionada de ti!

 

— Es hora de mandar al diablo las poses estúpidas de la familia Wyvern la cual, por cierto, yo no dirigiré. — le replicó su hijo con el rostro tan enfurecido que pasaba del color rojo al violeta aleatoriamente.

 

Las chiquillas gritaron y un plato se escuchó romperse del lado de lady Wyvern. Comenzó entonces una acalorada discusión entre madre e hijo. Las palabras altisonantes e hirientes no se hicieron esperar y más vajilla comenzó a estrellarse deliberadamente contra el suelo.

 

Asustadas, las mellizas Wyvern escaparon hasta apostarse en la entrada de la morada. El pleito no parecía aminorar de ninguna manera, al contrario, de repente el abogado se metió a la habitación de huéspedes para empezar a sacar a patadas las maletas y pertenencias de su madre.

 

Entonces, el timbre de la puerta sonó, haciendo saltar por tercera vez a las chicas. Una de las muchachas se acercó nerviosamente a la mirilla y al verificar la identidad del visitante, suspiró aliviada.

 

— ¡Es el señor Hades! — expresó emocionada.

 

— ¡No es, cierto! —. Su hermana la empujó para cerciorarse y al identificar también al célebre líder de los Heinstein esperando frente a la puerta, la joven comenzó a brincar emocionada.

 

— ¡No seas tonta, abre ya! —. La primera gemela, empujó de regreso a su hermana y comenzó a retirar los seguros electrónicos de la puerta hasta abrirla.

 

— ¡Señor Hades! — clamaron al unísono.

 

Las mellizas Wyvern enrojecieron de súbito y el pulso se les alborotó. No podían creer lo atractivo y señorial que era en persona aquel célebre hombre.

 

— Buenas noches, señoritas.

 

Las dos se quedaron mudas y se reprimieron de balbucear alguna respuesta estúpida. No sólo el señor Hades era hermoso como un príncipe de sueños, sino que olía delicioso y su voz era una melodía seductora.

 

El patriarca de los Heinstein escuchó enseguida la violenta discusión que se estaba llevando a cabo en el departamento. Miró a las jovencitas e inclinó la cabeza ligeramente por un par de segundos. El galante hombre vestía un traje completamente negro, incluyendo la camisa y la corbata.

 

— Si me disculpan, creo que necesito intervenir cuanto antes.

 

Cuando Hades salió de escena, las damiselas casi se desmayan de la impresión. No sólo lucía como un príncipe de cuentos, sino que aquel caballero de ensueño había llegado para rescatarlas de la furia de dos dragones peleando sin cuartel.

 

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Hades se apareció en la sala principal, la cual era un reguero de ropa, platos, jarrones y electrodomésticos rotos por doquier. Madre e hijo mantenían una prudente distancia entre sí, mientras se llenaban de reproches mutuamente. Cuando el líder de los Heinstein apareció en el campo visual, ambos Wyvern soltaron lo que tenían en las manos y se agazaparon absolutamente avergonzados de sí mismos, pues la máxima autoridad moral para ambos los había atrapado en el cuadro más bochornoso jamás imaginado.

 

— ¡Mi señor! — gimieron al unísono.

 

Hade asintió paternalmente y se acercó a ambos.

 

— Camelia — llamó familiarmente Hades a la matriarca Wyvern. — Puedo comprender que te sientes sumamente decepcionada y frustrada con Radamanthys por la cancelación del matrimonio entre él y mi hermana, pero te suplico que no interpretes el desistir de mi hermana debido a alguna falta imperdonable por parte de tu hijo. Todo lo contrario, Radamanthys es un hombre excepcional a quien ella y yo siempre tendremos en alta estima y agradecemos desde el fondo de nuestros corazones la lealtad que siempre ha sostenido hacia nuestra familia. Pandora también antepuso los deseos de su corazón antes que el deber entre clanes y aquel es un factor que jamás cuestionaré a mi hermana.

 

Camelia Wyvern comenzó a llorar en silencio. Sin emitir lamento alguno, pero incapaz de evitar que las lágrimas brotaran sin cesar de sus enormes ojos azules. Hades se giró hacia el otro lado.

 

— Radamanthys… Imagino que sientes demasiada ira dentro de ti, pero tu madre no tiene por qué ser el blanco de desahogo de todo lo que está sucediendo en tu vida en estos momentos.

 

El abogado se sintió inmensamente avergonzado frente a su líder y se limitó a respirar con fuerza. Cuando logró sosegarse, habló.

 

— Mis más sinceras disculpas, mi señor Hades, también hacia ti, madre.

 

La mujer suspiró, aún con muchos sentimientos atorados dentro de ella.

— Tu padre y yo tan sólo queremos lo mejor para ti siempre. ¡Pero no podemos entender que…!

 

— Camelia — la interrumpió Hades. — El corazón de Radamanthys ya ha elegido y los Heinstein no nos oponemos a su elección. Ya no vivimos en la era de las alianzas matrimoniales de los siglos pasados, el lazo entre los Wyvern y los Heinstein ha superado toda duda desde tiempos inmemorables.

 

Radamanthys llevó la palma de su mano hacia el rostro, haciendo una visera con sus dedos que ocultara sus ojos, pues inevitablemente sentía ganas de llorar por el choque emocional que se estaba volcando sin piedad dentro de él. Hades le concedió algunos momentos de gracia a los dos Wyvern antes de continuar.

 

— Radamanthys, vine para discutir contigo temas urgentes sobre el consorcio, pero al parecer llegué de modo oportuno para atender temas familiares igual de apremiantes.

 

— ¡Mi señor, siempre estaré listo para resolver cualquier urgencia que requiera! — replicó Wyvern sin titubeo pese a que su interior era un huracán y se estaba tragando un mar de lágrimas por orgullos y honor.

 

El hombre de larga cabellera negra sonrió sutilmente y la estancia se iluminó.

 

— ¿Podemos reunirnos mañana en London Elyisum? Era inaplazable contactarte cuanto antes para evitar que te lanzaras a hacer alguna estupidez como ir a buscar venganza en persona contra Julián por las vejaciones que te ha hecho, mi querido Radamanthys. Vine a pedirte que guardes tu fuerza implacable para otros escenarios, pues puedes estar seguro atestaremos muchos golpes en contra de él, sí, pero serán en el campo de los negocios y te necesito como mi representante ante nuestros nuevos aliados: La Fundación Athena.

 

Camelie Wyvern dejó de llorar para abrir los ojos sorprendida. Las gemelas espiaban todo desde lejos y chillaron estupefactas. Radamanthys permaneció impávido, incapaz de digerir aquella inesperada revelación.

 

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El Santuario, Atenas,

 

Milo arribó al Santuario durante el pico de calor de la jornada, a pesar de que aún arrecía el invierno, el sol seguía brillando con intensidad a orillas del Mediterráneo. El reloj marcaba varios minutos después de las 2 de la tarde y Milo se detuvo en la entrada de las oficinas centrales de la Fundación Athena en el Santuario. Fumaba un cigarrillo y debido a estaba prohibido fumar en interiores, el atractivo griego de esponjosa melena azul rey se dispuso a disfrutar los últimos centímetros de nicotina antes de apagar el pitillo. Colgándose su morral al hombro, caminó hacia el elevador. El joven vestía de cuero negro con mocasines del mismo tono oscuro, él había sido parte de las decenas de huérfanos protegidos por la Fundación y aunque su relación con la institución no era mala, había decidido tomar su propio camino al terminar el bachillerato. No era un secreto que vivió junto a Kanon durante un par de años cuando el gemelo apenas iniciaba su carrera musical y todavía era un desconocido para el mundo entero. Milo le guardaba gran respeto y cariño por la ayuda y guía brindadas al dejar el nido.

 

Día atrás, Milo recibió una llamada del mismísimo Saga quien le suplicaba ayudarlo con un asunto personal respecto a Kanon, luego le dio detalles a grandes rasgos y tras confirmar la disponibilidad de Milo, agendaron una cita.

 

Cuando el de cabellera esponjosa tocó la puerta de cedro tallado bien conocida por todos en la Fundación, el "adelante" en inglés de Saga le hizo arquear la ceja ¿Por qué le saludaba en un idioma diferente al griego natal de ambos?

 

Y cuando obtuvo la respuesta inmediatamente tras entrar, le fue imposible ahogar una exclamación de sorpresa.

 

— ¡WOOOOW! ¿Por cuánto tiempo estuve afuera? — de seguir teniendo el cigarrillo todavía en los labios, este habría caído al suelo y quemado la alfombra.

 

En la oficina se desplegaba la más inverosímil de las compañías: Pandora Heinstein y Radamanthys Wyvern. Ambos miembros élite de la dinastía némesis de la Fundación Athena.

 

Radamanthys suspiró y cerró los ojos clamando por paciencia, pues desde que había pisado el lugar aquella clase de reacciones no pararon de llover a su alrededor una y otra vez. La hermosa Pandora, quien vestía un vaporoso vestido verde bandera con pronunciado escote en V de delgados tirantes, permaneció impávida, como la reina de hielo que era.

 

— Milo, buenas tardes — le saludó Saga en griego cortés, luego cambió al universal idioma inglés. — Nuestros invitados esta tarde al Santuario se encuentran aquí para hablar de dos temas: sobre tratados entre damas y caballeros para retomar el camino de saludable competencia financiera de nuestros asuntos comerciales en Europa. Y el segundo tema…

 

— Kanon.

 

Cuando el nacido bajo el signo de Escorpio pronunció el nombre, se formó un silencio incómodo dentro de la habitación. Parecía que a todos se les había hecho un nudo en la garganta, aunque Pandora sólo apretó ligeramente sus hermosos labios coloreados de violeta.

 

Milo se quitó el pequeño costal que llevaba al hombro y lo abrió rápidamente, luego metió la mano para rebuscar algo y finalmente encontró un sobre elaborado con seda y encaje en colores crema. La presentación era sumamente elegante, delicada y hecha artesanalmente. El contenido era una clásica invitación de boda, al mostrarlo en las narices de Saga y Radamanthys, los dos se incomodaron en demasía.

 

— La invitación a la boda de Julián Solo y Kanon Didymoi, la cual se llevará a cabo en una isla privada del Caribe en el equinoccio de primavera. — resumió el contenido del texto el Escorpio.

 

— Sé lo que dice esa invitación — respondió condescendiente el gemelo mayor, palideciendo un poco.

 

— ¿Están seguros de que Kanon simplemente no está llevando una broma demasiado lejos? — indagó el siempre incrédulo Milo.

 

— Nadie ha logrado comunicarse con él desde que Julián lo raptó, episodio del que el señor Wyvern salió gravemente herido y por lo cual los Heinstein amonestaron gravemente sus negocios con los Solo.

 

— Pues he visto al idiota de Kanon últimamente en los estúpidos programas de espectáculos hablando de su boda y creo que él se encuentra bien y en sus facultades.

 

— ¿Eres idiota, niño? — bramó Radamanthys repentinamente. — Ese malnacido de Solo siempre ha conducido la carrera de Kanon a su antojo y puede arreglarlo todo para montar el teatro que se le dé la gana.

 

— Radamanthys… — Pandora tocó el muslo del británico para apaciguarlo.

 

Saga por otra parte, se adelantó a la contra reacción de Milo y le tocó un hombro antes de que este replicara al rubio y la tormenta iniciara.

 

— Milo, te lo suplico, y no dejaré de insistir. Soy el hermano de Kanon y sé cuándo las cosas no están bien con él.

 

El más joven meditó durante algunos instantes, luego suspiró hondo.

 

— De acuerdo, contactaré con Kanon en persona y de ser necesario, iré por él a rastras a sacarlo de la mansión de Julián Solo.

 

— Gracias, Milo, nunca podré agradecerte lo suficiente. — sonrió Saga con tal esperanza en sus profundos ojos esmeraldas que Milo sintió un cosquilleo incómodo y retrocedió.

 

— Vaya… — les interrumpió Pandora. —… parece asunto natural del santuario irrumpir en el hogar de otras personas para ir a extraer personas a la fuerza.

 

Milo y Radamanthys no comprendieron aquel comentario ni lo que realmente escondían sus palabras. Por otro lado, Saga afiló la mirada y esta chocó con los ojos grandes y violáceos de la mujer, un asunto aún pendiente entre ambas dinastías rezabas detrás de sus ojos "Tenma y Hades".

 

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Kanon despertó a medio día en su habitación, la cual se encontraba contigua a la de Julián. Se desperezó y al incorporarse el estómago le rugió hambriento, así que se deslizó debajo de las sábanas hasta lograr alcanzar la mesita de noche y tomó su teléfono móvil. Se apresuró a buscar el número telefónico de la ama de llaves encargada de su cuidado y se topó con un inesperado mensaje de Milo, uno de los pocos contactos que habían sobrevivido sus quemas de agendas y cambios de números telefónicos.

 

Milo: "¿Vas a casarte finalmente, desgraciado? ¿Y con ese estúpido niño rico que folla tan mal? No tengo dinero para pagar el viaje a tu boda y mucho menos tu regalo de bodas"

 

El gemelo soltó auténticas carcajadas al leer a su entrañable viejo amigo comentando sobre aquel evento social anunciado un par de semanas atrás. Así que antes de pedir el desayuno, replicó al chico.

 

Kanon: "Cada vez mejora en la cama, nada que no tenga remedio. Deja el teatro, estoy seguro de que mi hermano te mando a rescatarme de las garras del dragón malvado."

 

Milo: "Ups…" admitió con cinismo el nacido bajo Escorpión, sin la intención defender en lo más mínimo el honor de Saga. "… No me importa tanto la angustia culposa de Saga, pero quiero saber si estás tomando la decisión correcta."

 

El gemelo menor dejó su teléfono celular en la mesita y se hundió en las sábanas para hacerse un ovillo con tal de evadir el tema. No le gustaba que le cuestionaran su decisión, ni siquiera Milo, quien fuera su pupilo durante un par de años. Kanon no sabía en absoluto si casarse con Julián aliviaría todas sus penas y al final estaba muy seguro de que sólo lo empeoraría, pero… ¿Qué le garantizaba que el estar con Radamanthys no era igualmente una pésima idea? Al menos Julián, con su espantoso carácter y ego en el aire, era lo más cercano a lo que merecía en términos de pareja. O aquel era el discurso que se había tragado durante las últimas semanas.

 

Tras algunos minutos de tortura mental, Kanon logró salir por segunda ocasión de las sábanas y tomó el teléfono de nuevo. Entonces bloqueo a Milo, el último amigo que aún mantenía en su lista de contactos.

 

— Perdóname, chico.

 

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Milo no iba a negar que le irritó el repentino bloqueo por parte de Kanon. Primero le molestó ser censurado y estuvo a punto de mandar al diablo a los gemelos Didymoi y sus ridículos asuntos sentimentales dignos de drama televisivo barato. Así que fumó tres cigarrillos para desquitar su ira en la soledad del balcón en su departamento en Atenas y luego fue a entretenerse con su programa favorito de televisión abierta: Ninja Warrior. Tras reír y asombrarse consecutivamente por los chascos o hazañas de los concursantes en aquel programa de desafíos físicos, se sintió relajado, eran las tres de la tarde y decidió enviar un mensaje por escrito a Saga.

 

Milo: "Misión fallida"

 

Saga: "¿Qué sucedió?

 

Milo: "Tú hermano necesita terapia y no es ninguna broma. También la necesitas tú y si quiere regresar con Kanon, Wyvern también la necesita"

 

Saga: "Gracias por los consejos"

 

Milo: "Hablo en serio, muy en serio. Pero por ahora necesito el teléfono de Wyvern si quieres arreglar la peor decisión que tu hermano tomará jamás en su vida"

 

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Una tarde de sábado en París dentro de un gabinete privado de un típico café francés. Milo, Thetys y Radamanthys. Tres personalidades que se repelían entre sí y a quienes solamente unió el interés hacia una misma persona: Kanon Didymoi.

 

El organizado de aquella improbable reunión había sido Milo, el antiguo pupilo de Kanon, quien contactó a la sirena y a Wyvern para urdir juntos un plan: que el dragón rescatara al bandido de la cueva del príncipe Julián.

 

La hermosa Thetys bebía su refrescante pastis con elegancia. Ella vestía un vaporoso y ligero vestido color rosa salmón. Sólo necesitaba un poco de maquillaje y cepillar su larga melena dorada para parecer una hermosa muñeca de aparador.

 

Milo vestía cuero, estoperoles y playera ceñida color escarlata. No había duda de que Kanon lo había inspirado de por vida. Él ordenó un tarro de cerveza helada de barril que disfrutaba a grandes tragos.

 

Por su parte, Radamanthys vestía como el hombre de negocios que era. Un traje color azul, camisa y corbatas en elegante juego. Su bebida era un whisky en las rocas sobrio y clásico.

 

Thetys y Radamanthys sacaban chispas entre sí. Ninguno se había dirigido la palabra durante el encuentro y no hacía falta, pues sus miradas se liquidaban mutuamente a la menor provocación. Únicamente Milo, el organizador y responsable del arbitraje, era quien había hablado hasta el momento. El griego de esponjosa cabellera azul, tras comprender que sacaría escuetas oraciones por parte de los dos rubios, decidió ir al grano.

 

— Se terminaron las sutilezas, señorita y caballero. — carraspeó Milo. — Pero antes de exponerles mi plan para sacar a Kanon de la cueva donde se metió esta vez, será mejor que cada uno exprese lo que le quiere decir al otro.

 

— ¡Perfecto! — golpeó la mesa la bella rubia. — Tengo tantos reproches en tu contra, idiota uniceja estirado ¿Tienes idea de por qué Kanon se fue a encerrar con mi tío y ahora no quiere salir? ¡Porque no dejaste de hacerlo dudar una y otra vez cuando estuvieron juntos! Es tan fácil para tío Julián manipularlo solamente presionando sobre todas las heridas que le dejaste.

 

— ¿Y si quiera me diste tiempo de enmendar las cosas, mocosa malcriada? ¡NO! Fuiste corriendo hacia tu tío a contarle que Kanon y yo habíamos regresado y qué bien resultó tu idea: tu tío me mandó al hospital y raptó a Kanon.

 

— ¡Jamás pensé que tío Julián sería capaz de hacer todo eso!

 

— Pues eres una idiota ingenua entonces.

 

— Y tú una fanática adolescente de Hades Heinstein, vete al diablo.

 

Tras dar un largo sorbo a su fría bebida, Milo silbó sorprendido.

 

— Cuántas cosas guardadas en los armariosde ustedes dos.

 

Los dos rubios se cruzaron de brazos y apartaron la mirada del otro. Milo continuó presidiendo

 

— Ahora, expliquen el uno al otro por qué quieren sacar a Kanon del fondo oscuro y húmedo en el que se metió por enésima vez.

 

Aquella vez no fue fácil expresarse para alguno de los dos. Así que Thetys comenzó un par de minutos después, tomando su copa de pastis, pero sin la intención de beber, con los ojos sobre la mesa.

 

— Kanon no es feliz con tío Julián y aunque adoro a mi tío, él es capaz de dañarlo continuamente sin darse cuenta. ¡Me encantaría que ambos se casaran! ¡Maldita sea! Ya he comprado mi vestido y mis zapatos para la boda ¡No dejo de soñar imaginando lo fabulosa que será! Pero… pero… — su cuerpo pequeño tembló. — Algo en mi corazón, un corazón que guarda a Kanon como una de las personas más especiales para mí, sino es que es a él a quien más quiero, grita en mi interior que es una sentencia de muerte para él… temo que ese matrimonio sólo lo orille al final que todos tememos.

 

Los tres guardaron silencio y se quedaron sin palabras. Una muerte joven por sobredosis o incluso suicidio era aquello que jamás se pronunciaba, pero que siempre estaba presente entre los seres queridos de la estrella de rock.

 

— Yo… — comenzó Radamanthys. — Sé por qué no confías en mí, Thetys, y no es para menos, dudé durante todo el tiempo que estuve con Kanon sobre nuestro futuro juntos, sobre mi corazón. Para una persona tan frágil como él, aquello fue un camino doloroso y aun así… aun así… él no dejó de amarme jamás. Por favor, ya no hay dudas en mi interior, sólo quiero que él sea feliz. No sé si soy la persona quien merezca estar a su lado, pero permíteme apoyarlo en el camino para que él logre encontrar alivio y felicidad con vida.

 

Milo terminó su segundo tarro de cerveza y arqueó las cejas sorprendido por la confesión de Wyvern. Luego miró a Thetys Solo quien seguía con la mirada clavada en el suelo. Para Milo, aquel extendido silencio taciturno sin chispas en el aire significaba que los fieros escorpiones a quienes acaba de enfrentar bajaban la cabeza para aceptar cooperar entre sí.

 

— Tengo un plan y los necesito a los dos para llevarlo a cabo.

 

— ¿Para sacar a Kanon de la mansión de tío Julián? — la rubia levantó la mirada, enfundada nuevamente del orgullo que la caracterizaba.

 

— Realmente nada impide a Didymoi salir a pie de aquel lugar, es más bien, para arrancarlo del ensimismamiento dentro de sí mismo. — corrigió el joven griego.

 

— ¿Qué tienes en mente? — se unió Wyvern.

 

— Nada menos que un rescate de acuerdo con la vieja escuela. No encuentro fallas a este plan.

 

— ¿Que Wyvern llegue en un corcel blanco y le grite a Kanon desde el balcón que suelte su cabello para subir con él? — soltó la rubia entre risitas.

 

Milo soltó sonoras carcajadas como respuesta. Por su parte, Radamanthys frunció el unicejo.

 

— Algo así.

 

— ¿¡Qué diablos?! — bramó el abogado.

 

Milo giró su mirada azul hacia el inglés y lo inspeccionó de pies a cabeza, incomodando a Radamanthys.

 

— Tenemos que trabajar mucho en nuestro príncipe de blanco corcel, Thetys querida. — opinó contundente Milo.

 

La bella rubia imitó al griego e inspeccionó al caballero inglés de pies a cabeza. Una sonrisa de sirena malévola iluminó su rostro.

 

— Esto será muy divertido — concluyó la joven.

 

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Continuará

 

Notas finales:

Los invito a seguir a una lectora muy cariñosa que se dedica a dibujar como pasatiempo. Ella elaboró una ilustración de una escena que los lectores de esta historia seguramente recordarán. Ella es love4bishonen en Twitter. Su ilustración basada en este fanfic: twitter.com/love4bishonen/status/1321110556997279749

Un último anuncio: ¡Milo hace su debut casi al final de la obra! Quiero hacerles saber que siempre quise introducirlo, pero no había espacio propicio para él hasta que finalmente hizo su entrada heroica. No tengo planeado emparejarlo explícitamente, pero si mencionara su interés amoroso ¿Quién quisieran que fuese? ¿El clásico Camus? ¿Aioria? ¿Saga? ¿Alguna chica de la franquicia?

Gracias a todos los que me han apoyado incansablemente para continuar este relato 


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