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Supéralo por Oikawas

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 INTRODUCCIÓN

En un gimnasio de voley se podía escuchar el sonido de un silbato indicando que el partido había terminado. Ambos equipos se pusieron uno frente al otro y dieron las gracias por el juego Esa había sido una práctica entre dos clubs de voley de instituto: Nekoma y Karasuno. El encuentro terminó en un empate.

Luego de ello ambos equipos debían guardar todos los materiales que habían usado para el juego, y mientras tanto los chicos aprovechaban para socializar un poco. Como les era de costumbre, a Hinata y Kenma les gustaba pasar el rato juntos, pues casi nunca se veían y esa era una rara oportunidad. Finalizado el día, el equipo de Nekoma se despidió de Karasuno y se fueron.

—Ya se marcharon... —comentó Kageyama.

—Sí, la próxima vez definitivamente les ganaremos, aunque hoy estuvo algo ceñido el juego, ¿no crees? —respondió Hinata.

—Son buenos, pero hablando de ellos, ¿de qué tanto hablabas con su setter?

—¿Estás celoso?

—Ya quisieras —respondió Kageyama desviando la mirada

Hinata solo lo miró a ver si se le pasaba. Luego ambos fueron llamados para irse del gimnasio, lo iban a cerrar y fueron a los vestidores. Pasó un rato y casi todos estaban afuera esperando para irse en grupo, solo quedaban ellos dos, Sugawara y Tanaka.

—¿Quieres que te cuente de qué hablábamos? —preguntó Hinata.

—Ya te dije que no hace un rato —reiteró Kageyama.

—Siguen con eso... —comentó Sugawara.

—¿Problemas en el paraíso? —bromeó Tanaka.

—Kageyama está celoso de Kenma.

—¿Él no estaba con su capitán? —preguntó Sugawara.

—¿Lo está?

—Sí, desde hace un tiempo, según lo que me dijo Yaku-san —respondió Suga.

—Si serás, Kageyama...

—Pensé que tal vez tenía algo con Tsukishima, no sé, lo veo más con él y le da más atención.

—Sí, me dijo que le preguntó a Kuroo-san sobre eso, pero... aquí entre 'nos' —Hinata hizo un gesto con la mano para que los otros tres se acerquen más y les dijo algo en voz baja.

—¡¿En serio?! —dijeron los tres sorprendidos por lo que les decía Hinata.

—Eso y que simplemente le enseña a bloquear los mates.

—Tsukishima está creciendo al parecer... —dijo Suga con cierto orgullo.

—Quién pensaría que el obstinado y arrogante de Tsukishima andaría pidiendo consejos de cómo tomar la iniciativa con Yamaguchi —comentó Tanaka, que seguía sin creérselo.

—No le digan a nadie, se supone que ni siquiera yo debería saber de esto.

—No te preocupes, Hinata, aunque creo que Tsukishima no necesita de eso. A ambos les irá bien —agregó Suga

Los tres asintieron y terminaron de arreglar sus maletas.

—Los de Nekoma no son muy obvios que digamos —agregó Tanaka.

—Kenma es muy reservado con estas cosas —respondió Hinata.

—Incluso Suga-san y el capitán son más obvios.

—¿Qué? —Suga parecía no entender el comentario.

—¿Suga-san, usted y Daichi-san no salen? —preguntó Hinata.

Sugawara no sabía qué responderles.

—¡Perdóneme, dije algo sin pensar! — Kageyama creía haber metido la pata.

—No es la primera vez que alguien dice eso, no te preocupes, Kageyama. Daichi y yo solo somos buenos amigos, no tenemos el mismo tipo de relación que Hinata y tú —respondió calmado con una sonrisa.

—Para serle franco, Suga-san, varios en el equipo pensábamos eso... —comentó Tanaka con algo de vergüenza.

En ese momento el capitán tocó la puerta para apurarlos y los cuatro voltearon a verla, apresurándose al instante. Antes de salir, Suga les sonrió y les dijo una última cosa.

—¿En serio pensaron eso? Aunque no lo crean, entre Daichi y yo es imposible que haya algo. No, imposible, no, no. Ni se lo mencionen que se va a incomodar. ¿Nos vamos?

 


 

Para todo el mundo que los conocía era normal pensar que ambos se gustaban, la química entre ellos era muy buena, se notaba que había un lazo muy fuerte. Ese pensamiento no era del todo erróneo, pues sí existía ese 'gustar' en su relación. Sin embargo, no era recíproco, pues aquel sentimiento solo existía por parte Sugawara.

Para él, Sawamura era el amor de su vida, en verdad le gustaba, aunque era algo imposible entre ambos. Una relación entre ellos no se iba a dar jamás, ya quisiera Suga poder declararse, ser rechazado y seguir con su vida... pero no. Para su martirio, Daichi tenía que complicarlo aún más contándole que le gustaba Michimiya.

A él solo le quedaba apoyarlo como pudiera ¿qué más iba a hacer? No podía andar metiendo sus sentimientos donde nadie los solicitaba. Además, declararse empeoraría todo, no quería que su amistad de años con Daichi terminara por una pequeñez como un enamoramiento escolar, no valía el sacrificio. Después de todo, uno no puede ser amigo de una persona que le gusta, eso no existe, o sales con él o nada, estar a su lado solo producirá más dolor.

A ese mal tiempo Suga decidió poner su mejor cara y terminar el año con buenos recuerdos que incluyeran a ese sujeto que le robaba el aliento y que no tenía la más mínima idea de lo que estaba pasándole.

Pese a no necesitar continuar en el club de voley, decidió quedarse ahí. No mintió cuando dijo que lo hacía por el equipo, solo que quería hacerlo más por Daichi, en verdad quería apoyarle hasta el final con el club, por algo también era el vicecapitán. Sugawara era consciente que era uno de los pilares emocionales del equipo, no podía dejar a su capitán solo con toda esa carga, él no era así.

El amor enceguece, no deja que uno pueda ver con claridad la situación, siempre se cometen estupideces en el proceso, incluso si uno sabe de por sí que es algo ridículo de lo que se puede arrepentir en el futuro. Es casi ya una regla universal de estar en ese estado de intoxicación, aunque no siempre se trata de hacer locuras por amor, sino que uno las hace por estar enamorado.

Suga no se salvó de esto y lo sabía. Quería encontrarles una solución a esos sentimientos no correspondidos, pero jamás hubiese imaginado la salida que halló. 

—En verdad lo pasé bien contigo hoy, Koushi-kun, aquí tienes un presente de mi parte, para agregar algo más 'a lo de siempre' —el sujeto extendió una bolsa de regalo pequeña al menor.

—¿Un presente? En verdad estoy muy agradecido con usted —dijo 'Koushi-kun' con una de sus amables sonrisas a aquel hombre mayor.

—Si deseas, puedes ver qué es.

'Koushi-kun' abrió la bolsa, le dio una ojeada y se acercó al señor que le había dado tal obsequio para darle un beso, pero no un simple roce de labios con el que solía saludar al tipo de personas como ese señor, sino un beso más húmedo, como dirían algunos 'de adulto'.

El extraño quedó satisfecho y 'Koushi-kun' decidió jugar con él un poco más.

—Perdone, creo que me emocioné más la cuenta... —dijo supuestamente avergonzado.

—Eres tan lindo, Koushi-kun —el adulto pasó a darle un beso en la mejilla.— Supongo que ahora será más fácil contactarte, ¿no? Nos vemos.

El hombre se fue, su apariencia no era nada sospechosa, simplemente parecía un asalariado más que se dirigía a algún bar después del trabajo, o a su propia casa, donde tal vez tendría una esposa esperándole o quién sabe...

'Koushi-kun', ese era el apodo por el cual todos sus clientes le llamaban a Sugawara Koushi. Eso era lo único que sabían de él, que se llamaba Koushi y que era un estudiante que vestía gakuran.

Vaya buena cara que estaba poniendo frente al rechazo...

Aunque no era solo eso, nadie podía culparlo, Suga en verdad no se sentía bien, al contrario, todo lo que tenía era soledad y vacío. Por más que pasara tiempo con sus compañeros del club, por más que fuera a lugares concurridos y que ganara buen dinero y regalos de sus clientes, Sugawara Koushi en verdad sentía que era la misma nada. Ni llegar a casa era un consuelo, nunca había nadie ahí, siempre paraba solo, sus papás trabajaban todo el día y lo último que quería era preocuparlos o causarles algún problema.


 

Al inicio sus 'servicios' no involucraban nada sexual, solo acompañaba a señores mayores que él, desde universitarios de años superiores hasta hombres asalariados desconocidos que querían pasar el rato. Él sabía por dónde iba todo eso y creía que lo podría dejar cuando quisiera, después de todo Suga sabía cuándo era necesario decir un no.

Todo eso empezó por pura casualidad, cuando andaba en una zona concurrida de la ciudad. Suga no sabía mucho, pero veía en su mayoría chicas de su edad deambulando por ahí o repartiendo volantes. No le tomó mucha importancia. Hasta que un hombre mayor se le acercó.

No fue muy difícil ver cuáles eran sus intenciones, pero le siguió la corriente por miedo, aunque no podía negar que tuvo mucha suerte y el sujeto ese solo quería caminar y charlar con él, un simple escolar de gakuran. Cuando pensó que todo había terminado, fue cuando la 'peor parte' llegó: la paga.

—Disculpa, me emocioné tanto que ni siquiera te pregunté tu tarifa, así que...

'Mi tarifa, ¿eh...?', escuchar eso por primera vez fue muy incómodo e indignante, hasta se sentía insultado.

—... ¿Cuánto es?

'Tarifa', 'la cuenta'... a Sugawara le costó un poco asimilar todo lo que le decían.

—Hmmm... por ser la primera vez que lo veo, seré generoso y me dará lo que sea su voluntad ¿le parece? —le respondió con una sonrisa amable que generaba seguridad en el otro.

El extraño aceptó y le dio un sobre pequeño al menor de edad, para luego despedirse.

—Nos vemos en otra ocasión, Koushi-kun.

Fue así como Suga comenzó a hacerse llamar 'Koushi-kun', pero él en verdad no pensaba volver a hacer algo así. Hasta que se enteró que a Daichi ya le gustaba alguien y no era él, por supuesto.


 

No había vuelto a hacer eso desde esa 'primera y última' vez. Pero aquel día quería hacerlo por voluntad, salir con algún adulto a perder el tiempo y de paso ganarse algo de dinero. Pero, como cualquiera, él era todo un inexperto en sus inicios, creía que nada malo le podía pasar y que no iba a pasar a mayores porque se iba a negar, no estaba en sus planes tener sexo.

Estaba triste, pero no necesitado, solo quería despejar la mente.

Ese día se acercó alguien más joven que la última vez, parecía un universitario, de unos veintitrés años aproximadamente. Eso le inspiró más confianza con él, aunque no quiere decir que le haya contado todas sus penas. Suga era consciente que el sujeto iba por un servicio, no para dárselo a él, las cosas iban bien hasta que el joven comenzó a llevarlo por una ruta camino a los hoteles del amor. El menor ya sabía por qué se lo llevaba un poco lejos de donde salieron. Ese sujeto quería sexo.

Suga no recordaba exactamente de qué habló con el sujeto, pero sí claramente que le robó un beso, que lo abrazó y no paraba de decirle (rogarle) cuánto lo necesitaba en su vida, que era la primera vez que conocía a alguien que lo escuchara tanto y con tanta atención.

—.... te necesito como no tienes idea, Koushi-kun.

Solo con eso Suga mandó todo a la mierda y está demás decir en qué acabó esto, con las consecuencias ya conocidas.

—En verdad soy un estúpido sin remedio.

Solo le quedaba decir eso, ¿qué más iba a hacer? Nada haría que retrocediera el tiempo y se pusiera un pare antes de hacer lo que hizo, y tampoco había forma de eliminar el hecho de que le pagaron por ofrecer sus 'servicios de compañía'.

Ya no había vuelta atrás, sin darse cuenta había terminado metiéndose en algo mucho más grande que un simple juego de voley. Jamás en su vida se le pasó por la cabeza que terminaría metido en algo tan grave. Pese a ello, no dudo en seguir con eso.


 

Volviendo al presente, Sugawara regresó a casa algo desconcertado. No era la primera vez que un cliente le regalaba algo, a veces era eso o una paga. Dar dinero a menores resultaba muy problemático en Japón y se consideraba sospechoso.

Recibiera una cosa u otra, a él le daba igual, no era como si pasara por alguna penuria económica o algo así, pero tantos objetos ya se estaban empezando a notar... y ese Iphone del modelo más reciente fue la cereza del postre.


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