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Te contaré por 1827kratSN

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Notas del capitulo:

Hola ¿cómo han estado?

Les contaré que hubo un terremoto en mi país, es una época difícil y espero que poco a poco vaya mejorando, tengo mucha suerte de vivir en una zona en que los daños fueron leves

Ahora cambiando de tema, regreso de nuevo  a clases y estoy aprovechando que todavía no tengo muchas cosas que hacer para actualizar

¿Alguien extrañaba a Yamaguchi?

Yo si....

 

 

-Tsuki… estoy de vuelta – el pelinegro se veía igual físicamente, aquella piel clara, las pecas intactas, el semblante calmado, la sonrisa… sin alma. Dos marcas negras en cada sien, la misma forma de aquel dije que Irina acababa de destrozar se mostraban bien definidas manchando el aspecto del pelinegro, quien seguía sonriendo

-¿qué le hiciste? – se concentró en Irina, puesto que parecía tan feliz

-no deberías ignorarme, Tsuki – Yamaguchi se acercaba a paso lento mientras esa sonrisa se desvanecía – después de todo… no me has visto en mucho tiempo

-cállate Yamaguchi, el asunto es con Irina – aquella mujer que trataba sin honoríficos porque no se los merecía, era solo una patética basura

-¡el que debería callarse es otro! – Yamaguchi levantó su voz contrario a lo que generalmente haría. De pronto un dolor en las piernas del rubio hizo que cayera, Yamaguchi le apuntaba mientras el rostro serio no tenía ni un poco de dudas – tortura a mi enemigo, sin compasión te lo pido, causa sufrimiento en su cuerpo… no pares hasta que esté muerto – el pequeño conjuro era recitado en voz baja pero clara a la vez, Tsukishima podía leer aquellos labios sin dificultad y empezaba a entrar en pánico, el dolor surcaba su cuerpo expandiéndose con rapidez  

-tranquilo querido – susurraba la chica y el dolor desapareció… Tsukishima se levantó en seguida, ya entendía lo que ocurría, aquella pelirroja manipulaba a SU pecoso – tómalo con calma – acarició el rostro del jovencito, deslizando sus dedos por las mejillas un poco pálidas

-sí, mi señora – sus ojos sin vida observaban al rubio, calmado, obedeciendo las instrucciones de aquella mujer  

-Yamaguchi… ¡despierta! – pero al parecer sus palabras no tenían efecto alguno

-¿sabes qué hay que hacer para perder la voluntad propia? – sonreía la ahora, pelirroja

-¿qué le harás? – Tsukishima tenía un mal presentimiento pero no podía hacer nada, era un mal momento para recordar las palabras de Oikawa “un ser sin magia, nada puede hacer en contra de un hechicero

-mataré todo sentimiento que le reste en su corazón, un cuerpo vació es fácil de manipular – Irina besaba la mejilla de Yamaguchi sonriendo con descaro

-supongo que hacer que Yamaguchi vuelva y destruya toda amistad que tenía… es lo que te falta

-eres inteligente… Tadashi, querido… ya sabes que hacer – se alejó de los muchachos, quería disfrutar del espectáculo desde el mejor ángulo

-sí, mi señora…. Tardaré unos momentos – un leve brillo surgió de esas extrañas marcas antes de que el pelinegro empezara a moverse

-¡Yamaguchi, despierta! – Tsukishima sintió miedo al ver como Irina sonreía tétricamente, Yamaguchi se acercaba con lentitud extendiendo sus manos, el rubio podía sentir el calor aumentar a su alrededor y sabía que estaba en problemas – maldición

 

El rubio con desesperación se acercó al pelinegro, sosteniendo las muñecas contrarias, sintiendo como le ardía las palmas al simple contacto “reacciona, no dejes que te controle… ¡despierta, maldición!” trataba de hacer que el otro reaccionaba pero era inútil, aquella expresiva forma de ser, se había esfumado. El dolor en sus palmas lo trajo a la realidad, se alejó con rapidez, pero apenas pudo dar dos pasos cuando el rostro de Yamaguchi estaba cerca de él, sintió un golpe a presión que lo hizo volar unos metros, la caída fue dura, rodó un par de veces y se quedó sin aire. El rubio sintió la tierra temblar bajo su cuerpo y sólo rodó hasta alejarse del lugar en donde sentía el movimiento, apenas logró esquivar la ruptura del suelo, una grieta profunda que hubiese sido una caída que le rompería algunos huesos. Un ser sin magia era inútil, lo sabía y aun así trató de defenderse, intentó hablar con Yamaguchi, pero parecía que el pelinegro no tenía conciencia propia, la risa de Irina era fastidiosa, irritante… “mátalo” fue la orden y el cuerpo de Tsukishima tembló. Un golpe en el rostro hizo que su piel punzara, pero con aquello logró sujetar a Yamaguchi por la muñeca, forcejeó unos momentos hasta aprisionarlo, lo abrazó por la espalda inmovilizándolo totalmente, jadeaba debido al dolor que de pronto en su estómago se hacía presente, sabía que un nuevo hechizo le estaba siendo impuesto, pero aguantó con firmeza

 

-maldición… como duele – se quejó el rubio al sentir que sus entrañas se contraían. Una luz cegó a los presentes por unos segundos, el rubio no soltó a su prisionero y por el contrario reforzó su agarre. Un hilillo de brillantina rodeó a los chicos, Tsukishima reconoció esa magia en particular, se vió en vuelto de repente y con eso el dolor que estaba logrando doblegar sus fuerzas desapareció, forzó su agarre mientras levantaba la vista para observar al dueño de aquel extraño polvillo

-¡te encontré!... ¡devuélveme a Yamaguchi! –  Hinata se lanzó hacia la pelirroja que sin alterarse sonreía chasqueando sus dedos, una enorme mano negra surgió del suelo agarrando las piernas del pelinaranja, arrastrándolo hasta que chocara contra una pared

-que inútil – sonreía Irina mientras se acercaba al muchacho chasqueando sus dedos nuevamente, un murciélago aparecía sobre su cabeza – muérdelo – ordenó y el pequeño animal empezó a atacar al jovencito

-¡suéltame animalejo! – se quejaba el más pequeño mientras trataba de que su brillante polvillo envolviera al animal, poco podía hacer puesto que más de esos murciélagos aparecieron de repente – ¡maldición!

-un novato y un mortal… que aburrido – Irina suspiraba mientras se alejaba, el sonido de los tacones retumbaba en la noche fría y el vestido de color negro se movía con la brisa. Yamaguchi empezaba de nuevo a forcejear, el pelinegro dejó que las llamas adornaran sus dedos a pesar que alguna vez dijo que algo así era imposible, soltó gritos largos mientras se removía con fuerza hasta derribar al que lo mantenía cautivo y aun así el rubio trató de mantenerse firme y no soltarlo

-recupera tu alma – le susurró Tsukishima al más pequeño, quien al fin logró derribarlo y ahora lo amenazaba con las palmas extendidas, el rubio sentía el viento a su alrededor, el aroma a carbón era intenso y varias enredaderas surgían del suelo tratando de sostenerlo – maldición, ¡DESPIERTA! – le gritó con esperanzas de que Yamaguchi despertara

-IRINA… ¡DETENTE! – más personas se unieron al lugar, magos de alto rango entre ellos Mark, quien furioso atacó a la pelirroja que desapareció de pronto – ¡maldición!

-¡DEVUELVEME A MI HIJO! – al parecer Irina rondaba cerca e intentaban atraparla, un par de personas trató de sujetar a Yamaguchi, pero éste solo hizo que las enredaderas lo envolvieran para protegerse – TADASHI, DESPIERTA… SOY TU MADRE – los gritos desesperados de la mujer retumbaban mientras uno de los hombres alejaba a Tsukishima del centro de ataque

-¡dejen a mi esclavo! – la voz de Irina retumbó con fuerza, la mujer apareció en medio de todos y de sus manos surgió una neblina negra, los hechiceros retrocedieron advirtiendo que nadie respirara ese aire – dejaré que se diviertan un poco – cuando Irina tomó la mano de Yamaguchi, una luz oscura se clavó en el suelo, ella solo sonrió mientras abrazaba al pecoso y desaparecía en una brisa ligera.

 

El asunto no acabó allí pues apenas Irina desapareció con su esclavo, doce perros negros con afilados dientes, pelaje roñoso y fétido aliento, empezaron a atacar a los presentes, los magos se defendían con fuerza usando todas esas habilidades extrañas mostradas tras recitar los conjuros. Oikawa tomaba a Hinata que un poco herido se dejaba ayudar, la madre de Yamaguchi lloraba mientras ayudaba a Tsukishima a alejarse del peligro, varias explosiones destrozaron las paredes de las casas adjuntas, los gritos de algunos estremecieron a los demás, los ladridos guturales de aquellos seres se mezclaban con aullidos, era un completo caos

 

-¿qué pasará con Yamaguchi? – a Tsukishima le daba miedo preguntar pero lo hizo, escuchaba el crujir de algo y después el alarido de uno de esos animales oscuros

-¿viste las marcas?... Irina lo tiene bajo su control – las lágrimas se desbordaban de aquella mujer, de sus manos surgían pequeñas lucecitas que ingresaban al cuerpo del rubio, curando las heridas superficiales – creo que lo perdimos… mi hijo es su esclavo ahora

-¿podemos hacer algo? – sintió una punzada en su pecho, no quería creer eso

-no sé hasta qué punto el alma de mi hijo fue consumida… puede ser que Tadashi-kun ya no exista

 

Los enfrentamientos se dieron con frecuencia desde esa noche, hasta el punto que Tsukishima tuvo que soportar tener a Mark junto a él como protector, pues Irina se divertía atacándolo desprevenido, ya tenía un hombro dislocado y debía faltar a las prácticas. Hinata tenía a Oikawa a su lado en ocasiones, sus estudios se fueron al carajo cuando las cosas se pusieron serias. Yamaguchi atacaba a cualquiera que su dueña dictara, una de las situaciones más crueles fue cuando el hijo atacaba a su madre, en esa ocasión las lágrimas de Yamaguchi se desbordaron al presenciar la herida que la mujer tenía en la pierna… ese rastro de humanidad les dio una esperanza “en el fondo, Tadashi todavía está consciente, necesitamos ayudarlo como sea”

 

Cierto día, con ayuda de Hinata, el rubio logró salir a la calle sin protección, solo los dos, con la adrenalina al tope puesto que recibieron una nota en donde eran citados en el gimnasio de la preparatoria. Ellos sabían que era una trampa y aun así, allí estaban, parados en frente de aquella puerta, escuchando algunos sonidos extraños desde el lugar en donde los implementos de entrenamiento se guardaban. Hinata sin cuidado abrió el almacén de golpe, encontrándose con un maniatado Kageyama que furioso trataba de zafarse, cuando lo soltaron y quitaron la venda de su boca les gritó “MALDITA SEA, SI ESTO ES UNA BROMA TE MATARÉ HINATA” el pelinegro tenía una herida en su labio, signos de maltratos. Unos segundos después, escuchaban la puerta principal cerrarse con brusquedad, salieron hasta ver a Irina y Yamaguchi parados como si nada, Hinata golpeó levemente a Kageyama indicándole que se quedara callado, sus manos temblaban puesto que siendo un novato no podía enfrentarse a una hechicera negra, tenía a dos mortales que proteger y sus posibilidades de un milagro… eran nulas

 

-quiero al rubio – sonreía Irina observando como Hinata sostenía la chaqueta de Tsukishima para evitar que caminara hacia ella

-¿qué sucede? – gruñó Kageyama sintiendo el tenso ambiente, no le daba buena espina

-después te digo – se quejó Hinata empujándolo detrás de él – pero no digas nada o nos matará

-¿es broma? – sonrió Kageyama pero Hinata se veía tan serio. El armador observó primero al rubio con el ceño fruncido y luego a Yamaguchi, se lo veía como… un muñeco, no era el mismo que vio hace tiempo

-suelta a Yamaguchi – habló Tsukishima dando dos pasos al frente sintiendo el agarre del pelinaranja – estaré bien – susurró zafándose y caminando con calma

-necesito que pierda su alma… es una pena matar a un lindo chico – Irina sonreía mientras golpeaba la espalda de su compañero susurrándole algo – pero eres un mortal y eso no me sirve

-¡YAMAGUCHI!... ¡MALDITA SEA, NO SEAS DÉBIL! – Hinata le gritaba pero la reacción del mencionado  era nula, Tadashi se acercaba con la mirada perdida, los extraños símbolos en su sien se extendían hasta que líneas negras se extendían en todo rostro – ¡DESPIERTA!

-tu muerte servirá para mi señora – habló el pelinegro mientras hacía crujir el suelo a su paso

-quiero una explicación rápida – protestó Kageyama al presenciar las pequeñas grietas a los pies de Yamaguchi, además ¿no se suponía que estaba en Francia? ¿Qué hacía allí?

-ella nos quiere matar y poner bajo su poder a Yamaguchi, somos magos…  ¡ya no quiero protestas! – apenas susurró aquello mientras sostenía el brazo del armador – por favor cállate y sigue mis órdenes – lo miró por unos segundos captando el pequeño asentimiento del más alto

-por alguna maldita razón te creo – se quedó quieto detrás del más pequeño, esto parecía un sueño y después se desquitaría con el pecoso por haberlo atacado sin aviso

-Tsukishima… ¡cuidado! – advirtió Hinata mientras se tensaba al ver a la pelirroja acercarse – ¡Bakeyama quédate atrás!... no me des problemas

-eres idiota, no entiendo nada pero creo que te ayudaré a defender – sentía escalofríos al ver las órbitas negras de esa mujer

-nos matará… así que quédate atrás – dijo antes de lanzarse a atacar a la chica, saltó mucho más alto de lo que normalmente hacía, la brillante arena surgía de sus manos rodeándolo como protección, convirtiéndose en cristales formaban una pared gruesa, pero con un chasquido de los dedos de Irina  un puño formado por el suelo del gimnasio, golpeó a Hinata hasta que el techo lo detuvo, el brillo de los pedazos de su barrera se esparcía en el aire, el pelinaranja soltó el aire contenido… se quejó por el dolor y vio la sorpresa de Kageyama que le gritaba algo

-¡HINATA!.. qué demonios – apenas logró correr para esquivar el golpe que también le era lanzado, se paró para localizar al pelinaranja y correr para atraparlo, redujo el daño de la caída – si estoy soñando… quiero despertar – susurró apretando el delgado cuerpo entre sus brazos. Hinata se quejó pero en seguida se levantó para controlar el polvillo que en el piso estaba regado, apenas logró protegerlos del ataque… sus costillas le dolían, pero tenía que proteger a su compañero

 

Mientras allí trataban de sobrevivir contra los ataques de una hechicera experimentada, pues la información decía que ella vivía desde hace décadas buscando la perfección y pactando con seres infernales, simplemente estaban perdidos. Cerca de allí Tsukishima trataba de esquivar los golpes de Yamaguchi, no quería hacerle daño pero… ¿desde cuándo Yamaguchi sabía luchar?... Un par de veces el rubio se golpeó en el suelo, ignorando el dolor se levantaba de nuevo y trataba de hablar con el pecoso, devolvía un par de golpes para tal vez hacerlo reaccionar, sentía las quemaduras por las bolas de fuego que apenas lograba esquivar… el dolor del golpe a presión… trataba de no darse por vencido

 

-Yamaguchi… maldita sea – sintió el dolor ocasionado por algún hechizo del pelinegro, lo veía susurrar cosas inentendibles…

-ESTÁ RECITANDO ENCANTAMIENTOS EN FRANCÉS – Tsukishima escuchó  gritar a Hinata, eso era peor aún porque no sabía qué diablos le estaba haciendo

-mi señora me ordenó matarte – Yamaguchi  lanzó un par de esferas al suelo y chasqueó los dedos, explotaron haciendo que Tsukishima volara un par de metros

-¿qué… diablos? – tosió un par de veces mientras sentía el ardor en sus pulmones, se limpió observando una mancha rojiza en su manga… esto estaba mal, muy mal – detente o serás controlado totalmente… ¡Yamaguchi! – lo vio acercarse mientras de sus manos surgía un cristal puntiagudo, sitió terror cuando sus piernas no le respondieron, no pudo esquivar y solo observó como la persona que amaba acercaba el objeto que le daría muerte

-… - cuando Tsukishima se despidió del maldito mundo, soltó el aire. A pocos milímetros de su cuello se detuvo aquella daga de cristal, observó a Yamaguchi y temblaba… las lágrimas brotaron de esos ojos que de repente volvían a tener brillo – Tsuki…

-usa todo tu voluntad para sobreponerte al control de Irina – le susurró mientras apartaba aquel objeto puntiagudo que sobresalía de la palma del pecoso, sintió la muerte y quería alejarla

-Tsuki – por fin sentía la luz después de mucho tiempo, admiraba el rostro de su amigo, se deslizaba un hilillo de sangre en la mejilla  y la culpa lo invadió, en su mente solo estaba la orden de Irina y luchaba por mantener el control de su propio cuerpo – aléjate… por favor… no quiero…

-¡basta! – le abofeteó sin pensarlo, agarrándolo por los brazos y zarandeándolo fuerte – ¡reacciona!… vuelve a tomar el control de ti mismo

-no puedo – susurró mientras sentía el dolor en su cabeza – enlazó… mi alma

-entonces rompe el lazo – lo sujetó al verlo temblar y mostrar dolor

-me duele… por favor vete – seguía llorando, le dolía ver lo que causó a Tsuki, se recriminaría por siempre si llegaba a dañarlo de gravedad

-no me iré – lo abrazó con fuerza sintiendo como se estremecía y soltaba un gemido de dolor – no debí dejarte ir

-Tsuki… – sentía los cristales surgiendo de sus manos y la voz de Irina en su mente “mátalo, mátalo”… quería que esa voz se detuviera – por favor… aléjate

-tu madre te quiere de vuelta – Tsukishima podía sentir como los dedos de Yamaguchi se clavaban en su espalda – maldición… debí detenerte – el frio recorrió su piel y la mordida en su hombro lo llenó de dolor, pero ni aun así lo soltó – Yamaguchi…

-mi señora… me ordenó – perdía el  conocimiento nuevamente, sentía su mente vagar, la oscuridad estaba consumiéndolo, se perdió nuevamente en el mar de desesperación – ¡muere!

-quédate conmigo… - el rubio sintió el cristal rajando su piel – te quiero… – susurró en el oído de Yamaguchi antes de escuchar un estruendo y sentir que alguien lo arrojaba lejos

-¡HIJO MÍO! – el polvo evitó que el rubio viera como los padres de Yamaguchi lo aprisionaran con extrañas cuerdas brillantes,  escuchó gritar a Tadashi para que lo soltaran, muchos sonidos al mismo tiempo, estaba mareado y poco a poco veía al mundo girar – ¡ayuden a Tsukishima-kun!

 

 

-¡Shouyo-chan! – Kageyama cargaba al pelinaranja para entregárselo a sus padres – ¿qué te pasó mi niño? – el pelinegro tenía una herida en su espalda, pero aunque no respiraba normalmente, se preocupaba por un inconsciente Hinata que ahora era sostenido por su padre

-¿estará bien? – el armador había defendido de la mejor forma a Hinata, cuando por evitar que un ataque le llegara, el pelinaranja recibió un golpe directo. Recordaba el brilloso cristal rodearlo como protección, no entendía una mierda, pero se preocupaba al ver la sangre brotar por la cien del más pequeño

-lo atenderemos – el padre de Hinata hacia brotar una llama blanca, un brillo suave que empezaba a rodear el cuerpo inconsciente – gracias por cuidarlo – le sonrió pues había visto como ese chico defendía a su hijo en el último ataque

 

 

Afuera del lugar, los adultos luchaban contra las invocaciones de Irina, se escuchaban los estruendos de golpes y hechizos, explosiones, así continuó mientras el gimnasio los más jóvenes eran atendidos, Oikawa y Mark recitaban un par de conjuros para cerrar las heridas de los tres heridos. Los adultos trataban de calmar a un alterado Yamaguchi, quien aún no tenía conciencia de sí mismo, el jovencito gritaba el nombre de su dueña sin parar, los cristales surgían del suelo pero se desintegraban al poco tiempo, tuvieron que atarlo y amordazarlo para detener los movimientos erráticos. Yamaguchi  intentaba atacar a los que a su alrededor se hallaban, los adultos tuvieron que sellarlo o algo así, para que la magia negra no se desatara de alguna forma

Irina, al verse rodeada dejó salir su verdadera forma, una mujer adulta de larga cabellera rojiza, las uñas largas brillaban, las cuencas negras en totalidad, la figura bien dotada y una estela de vapor negruzco rodeándola. Ella empezó a atacar sin compasión, las extremidades de seres desconocidos surgían de su vientre atacando a cualquiera que ingresara a su rango, en susurros recitaba los conjuros o se reía con voz tenebrosa en ocasiones, algunos cayeron heridos pero sabían que las fuerzas de Irina se terminarían en algún momento… “los ayudaré” fue el susurro de Hinata, quien levantándose se separaba de su madre, su herida ya no sangraba “serás idiota, quédate aquí” fue el reclamo de Kageyama, quien lo sostuvo del brazo para impedirle pararse, pero la mirada de más pequeño lo calló “ayúdame Bakeyama y así lograremos detenerla” sin escuchar los reclamos de su madre, el pelinaranja entrelazó los dedos con Kageyama y corrió a la salida, podían ver a Irina sonreír mientras con sus manos lanzaba una especie de látigos de color negro que ataban el cuello de algunos de los aliados.

Hinata tiró del pelinegro hasta estar en frente del grupo, la verdad no sabía cómo diablos iba a ayudar pero sus instintos siempre le habían ayudado, rogaba porque esta no fuera una excepción “Tú eres mi complemento… únete a mi” habló con nerviosismo sin dirigirle la mirada al pelinegro, quien no supo qué hacer cuando al hacerlo girar vio la sonrisa del más pequeño, no entendía nada… pero seguido por un impulso, besó con delicadeza los labios de Shouyo, ¡era ahora o nunca! Incluso si no era un buen momento. Hinata, con un brutal sonrojo, se dejó hacer, un beso cálido, simple y hasta tierno que apenas duró unos segundos, el más pequeño lo abrazó con fuerza escondiendo su sonrojo en el pecho del más alto,  recitó algo en susurros para sí mismo, algo que surgía de su mente sin que se lo enseñara nadie… los mayores se quedaron en silencio al ver como esos dos se demostraban cariño, como si nada a su alrededor sucediera.

El brillo en los ojos de Hinata se contagió a Kageyama, entrelazaron sus manos, se observaron mutuamente por unos segundos ignorando el hecho que a pocos pasos alguien impedía que un ataque les llegara. Una enorme águila blanquecina surgió de una estela blanca que Hinata desprendía, sobre la cabeza de aquellos dos jóvenes se levantaba una hermosa ave blanca que emitía un ensordecedor graznido. Irina se dio cuenta e intentó atacar a la bestia antes de que se formara totalmente, pero fue tarde cuando las alas de aquella ave se extendieron para volar en dirección a ella, el cuerpo del pelinaranja cedió y los brazos del armador lo sostuvieron con cuidado, un grito salió de la hechicera que desesperada intentaba escapar. Hinata permanecía en trance mientras susurraba incoherencias, Kageyama lo abrazaba sintiendo un extraño calor en su estómago, sin creer lo que sus ojos presenciaban, la mano que Hinata posaba en su pecho brillaba. Los adultos  ayudaron a detener a la usuaria de magia oscura para que fuera atrapada por el blanquecino ser, las alas rodearon a Irina en totalidad, apretándola con fuerza, el pico del ave se incrustó en la espalda de la pelirroja haciéndola gritar desesperada hasta que poco a poco el sonido se desvanecía, tardó un poco hasta que vieron a la mujer caer de rodillas. La noche terminó con la detención de aquella maligna hechicera y con un inconsciente Yamaguchi que con ayuda de sus padres trataba de  liberarse del control impuesto en su cuerpo

 

Tsukishima se quedó junto con el pecoso que todavía debía permanecer bajo vigilancia, al menos hasta que Hinata despertara de nuevo y lo liberaba de la maldición impuesta en su alma, según le dijeron era una habilidad de la familia del pequeño. El rubio trataba de mantenerse despierto pero poco a poco sus párpados se volvían más pesados, le dolía la cabeza, le hormigueaba la piel pero no dijo nada, solo se concentraba en admirar el rostro de Tadashi, así lo hizo hasta que de repente quedó inconsciente cayendo estrepitosamente en medio de los hechiceros

Ese día un hechicero encontró a su destinado, una bruja oscura perdió su poder, un hechicero talentoso volvía a tener conciencia momentáneamente y se disculpaba con aquel a quien dañó. Yamaguchi no recordaba muchas cosas, mucho menos recordaba el “te quiero” que le dedicaron… y aun así era feliz porque estaba a punto de ser libre

 

 

Continuará…

 

 

Notas finales:

¿Logré detallar de forma adecuada la batalla? Espero que si ,ya que no soy muy buena en estas cosas pero me esforcé

Me encata escribir de estos cuatro, acabo de descubrirlo jajajjaa, aunque mi OTP sea el AsaNoya nadie me quita que disfruto de las variadas parejas que existe en HQ, no sé ustedes pero yo adoro a cada ship, incluso las más raras como la de Aone x Asahi, eso si no lo vi venir pero leí un fic que estuvo requetebonito, cortito pero dulce.... Bueno creo que les cuento cosas innecesarias jejejeje

 

En verdad me gustaría saber que opinan del fic, si tienen alguna duda o sugerencia estaría encantada de leerla en un review o por face

Nos veremos en la próxima actualización

Besos~


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