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Te contaré por 1827kratSN

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Notas del capitulo:

Holi~

Bueno, pido disculpas, creo que demoré... ¿3 semanas? pero he estado a full y para que se sientan mejor les diré una cosa... son afortunad@s~~ porque tengo otro fic en que sigo atorada con el lemon y llevo como un mes y una semana sin actualizarlo, por Dios soy una persona horrible mi RL (de KHR) quedó en pausa *solloza dramáticamente*

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Bueno, este es un capítulo especial, pues contiene las OTP de muchos, al menos los que yo supongo que lo son, hubo una personita que me pidió un IwaOi y lo intenté, espero que haya quedado decente

Sin más les dejo con el capítulo~~

 

-¿puedes… dejar de verme… así? – susurraba con vergüenza, pues aquella mirada penetrante le estaba molestando un poco

-¿por qué… debería? – susurró en el oído del más joven, quien haciendo una leve mueca giraba su rostro para no verlo. Esas mejillas rojas, la marca que recién le había otorgado a ese cuello…

-basta… estamos… agh – se aferró más a los hombros ajenos, incrustando sus uñas sin delicadeza alguna y tratando de controlar su voz por completo, pero era malditamente difícil cuando sentía su interior expandirse recibiendo el cariño que le proporcionaban – ah… mgh – se mordió el labio con fuerza dejando que las lágrimas surgieran en silencio

-silencio – susurró con aquella voz profunda, conteniéndose… pero la expresión desesperada de Hinata no ayudaba nada a su autocontrol. De nuevo se empujó con fuerza, haciendo que el más joven se arqueara cubriéndose la boca con ambas manos y ahogando el gemido que brotaba de su garganta – solo un… poco más – sonrió de medio lado pues ya fue suficiente venganza por ese día, o mejor dicho, media tarde

-idi… ah… ah… idiota – se quejó cuando el mayor salió de su interior. Suspiró aliviado pues no creía poder aguantar más en aquella actividad. Kageyama simplemente estaba enfadado y lo demostraba en esos largos y desquiciantes minutos que solo lo embestía con calma, despacio, hundiéndose poco a poco y saliendo con extrema rapidez

-pídelo… ahora – se irguió un momento para ver el fruto de su trabajo. El más pequeño temblaba en el suelo de su propia habitación, estaba casi completamente agotado, las mejillas rojas, el sudor recorriendo las porciones de su frente, las piernas completamente abiertas a merced. Hinata conservaba la parte superior de la vestimenta, la misma que no presentaba desarreglos, pues el más alto ni siquiera lo había tocado mucho… eso era venganza por lo ocurrido en la mañana

-idiota… bakeyama – pero el temblor en su cuerpo le estaba causando problemas, solo quería una cosa… solo quería llegar al orgasmo y sabía que no lo haría hasta que su novio tuviese lo que quería, maldito el momento en que le jugó una broma esa misma mañana

-entonces te dejaré así – amenazó mientras rozaba su falo con la entradita del más joven, separando aquellas nalgas firmes con sus manos y sonriendo al verlo retorcerse debido a la excitación – a menos que…

-lo siento… yo lo… siento – fue girado de forma brusca, su mejilla reposaba en el suelo debido a que sus brazos no les respondían muy bien, sentía su cadera ser levantada hasta quedar en una posición sumamente vergonzosa, sus rodillas le dolían debido al piso duro – hazlo… haz… ah – mordió lo que estuvo más cerca, que por fortuna fue un peluche que ganó en la feria de la semana pasada y acalló el grito que quiso soltar al ser penetrado con brutalidad

-solo tenías… que decir eso… mgh – susurró en el oído del menor quien ahora también aguantaba parte de su peso. Se movió con rapidez mientras mordía el cuello expuesto, deslizó su mano para atender al más pequeño que se arqueaba notoriamente cada que el pelinegro lograba darle en aquella zona especial

-mgh… mgh – sus lágrimas descendieron en cascadas al sentir el placer en su cuerpo, se retorció y mordió con más fuerza el suave peluche, el estímulo en su pene y el placer en sus entrañas era demasiado, sumándole al morbo que le producía que su hermana o su madre lo escuchara desde la cocina… eso no estaba bien, para nada bien, pues creía que estaba a punto de desmayarse por el mar de sensaciones

-Hinata – susurró mientras sentía el apretón insistente en su miembro, por más que lo hicieran con frecuencia, el placer seguía siendo el mismo – ya… córrete – le ordenó y como si fuera lo que Hinata esperaba, sintió el cálido líquido en su mano. La contracción en todo el cuerpo del pelinaranja, la espalda arqueada y su propia liberación

-ah… ah… ah – aún estaba jadeando cuando sus piernas ya no aguantaron y cayó al suelo con su pareja encima, respiraba con agitación, sus lágrimas nublaban su vista y por extraño que pareciera… ¡daba gracias al cielo porque todo terminara! Ser estimulado y detenido justo antes de casi llegar al orgasmo fue su tortura eterna una y otra vez – idiota… – susurró nuevamente mientras sentía que al fin su cuerpo dejaba de temblarle, podía sentir el beso en sus cabellos y la forma delicada en que Kageyama salía de su interior

-te lo mereces – susurró mientras se erguía para poder buscar algo con que empezar a limpiar el desastre. Tal vez se pasó de la raya, aunque él también sufrió con aquel jueguito pero valía la pena… debía castigarlo de alguna manera y esa fue la mejor forma de hacerlo – no vuelvas a dejar que nadie te bese… mucho menos Oikawa

 

Pues así empezó todo, esa mañana habían estado en una cita y por desgracia se habían encontrado con aquel hechicero quien disfrutaba de molestar al pelinegro. Hinata cometió el error de confabular con Oikawa para hacerle una pequeña broma al armador de Karasuno, iba solo a ser una inocente bromita, al menos para el pelinaranja sería así. El más pequeño aceptó jugar, siendo claramente engañado por las palabras prometedoras de aquel armador de personalidad desagradable  y claro… aquel ser odioso aprovechó la ocasión para molestar a Tobio-chan. El más joven no pudo hacer nada cuando ya tenía los labios del mayor sobre los suyos, mucho menos cuando este lo tomó de la nuca evitando que se separara y que al tratar de respirar, la intromisión ajena a su boquita fuera contundente… allí los celos, el enfado, todo en conjunto estalló y causó una discusión entre la pareja. Y no solo el pleito fue de ellos, sino del propio Oikawa, quien siendo descubierto por su amigo de la infancia, recibió un golpe en la cabeza. A Iwaizumi le bastó interpretar esa sonrisa burlona en su amigo, sumado a que presenció toda esa escena por pura casualidad… y como extra, su propia ira estallar al ver el descaro de Kusokawa, ocasionó que después de desquitarse físicamente con el más alto, diese media vuelta e ignorara el berrinche y las absurdas explicaciones.

Por su parte Kageyama quería asesinar a alguien, el sonrojo que mantenía Hinata no ayudaba nada a su vano intento por calmarse. En el fondo sabía que Oikawa era capaz de engañar a cualquiera, pero sentía rabia por aquel idiota que tenía como pareja. Lo culpó, discutió, le reclamó, y al final iba a arrastrarlo a casa para vengarse en privado y terminar con la escena que armaban en público, quien le mandaba a creer en las palabras soltadas por un ser que adoraba arruinar la felicidad ajena. Solo Natsu quien los encontró de casualidad, logró detenerlos. Seguido a eso, llegaron a casa, convivieron normalmente pero claro, el rey de la cancha no se iba a quedar así y llegaron a ese punto. Hinata juró jamás volver a confiar en aquella persona, mucho menos hacer enfadar a Kageyama y por último… “ni creas que me vas a volver a tocar ni un solo pelo” pues si… no le gustó nada que la venganza fuera a base de sexo, nadie jugaba con su cuerpo de esa manera, ¡no señor!

 

Natsu llegó poco después, cuando ambos lograran verse presentables. Justo cuando iban a empezar a discutir de nuevo por el aparente periodo de abstinencia, “dejen de pelear, mamá preparó bocadillos, debemos bajar a comer” la pequeña tiró de ambos jóvenes ignorando que uno de ellos trataba de no quejarse por el movimiento, pues cierta parte de su anatomía le dolía como el infierno. La mirada furiosa de Hinata hacia Kageyama daba a entender que por un largo periodo de tiempo entre ellos no habría más jueguitos de intimidad

 

 

 

Días después, cuando todo dejó de doler…

 

 

 

 

Ir al club era una rutina diaria, divertida, relajante y sobre todo… ¿extraña? Algunos de esos días pasaban cosas diferentes pero nada fuera de lo normal, algunas caídas, peleas tal vez, regaños, la mirada furiosa de Daichi y… un hechizo lanzado sin querer. Todo empezó con un Kageyama meditativo mientras recorría la ruta de siempre hacia la preparatoria, esperaba encontrarse con Hinata en medio de su camino. Cuando lo hizo, siguieron con la ruta pero no hablaron mucho, solo respondieron algunas preguntas

 

-¿qué te pasa, Tobio-kun? – ahora llamarlo por el nombre era un privilegio especial, al principio fue muy difícil pero… pues, todo pasó a ser natural – tienes esa expresión horrible que dice “no sé si hacer eso o aquello”

-cállate – ni siquiera se fijó que estaba tan pensativo, giró la cabeza para que el otro no viera el leve sonrojo que tenía

-no sé qué te pasa… pero sea lo que sea puedes decírmelo – quería reírse pues esa frase la escuchó en una película, aunque debía reconocer que en ese momento era efectiva

-escucho voces – el menor se detuvo en seco, alejándose dos pasos y mostrando una carita un poco… ¿asustada? – ¿qué te pasa?

-no quiero interactuar con alguien que habla con fantasmas – tembló ante la idea, no quería que la rareza de su novio se le contagiara

-¡no esa clase de voces, idiota! – se golpeó la frente para calmarse un poco, bueno… ni siquiera él mismos sabía que pasaba en su cabeza últimamente – es un susurro

-¿y qué te dice?

-algo como… de tus labios saldrá la verdad, ocultarla ya no podrás – susurró haciendo una mueca, esas cosas sonaban tan cursis

-… pff… jajaja – empezó a reírse al escucharlo, ya sabía lo que era… pero era gracioso que su novio sufriera por esas cosas, bueno, al principio él también sufría lo mismo – jajaja… es un hechizo

-¿por qué demonios lo escucho en mi cabeza? – solo le bastó con escucha la palabra hechizo para calmarse, esas cosas raras a las que estaba intentando acostumbrarse, tampoco era como si tener magia fuera totalmente malo… por el contrario, era bastante interesante, un regalo más  aparte de tener a Hinata a su lado

-porque…. No sé… es como un fuoshh en tu cabeza – sonrió ampliamente mientras el otro lo miraba con enfado, Kageyama quería respuestas – los conjuros vienen solos en ocasiones, al momento de traspasar mi magia a tu cuerpo pues… no sé, tal vez despertó la magia oculta en tus genes o simplemente es mi magia actuando en tu mente… eso me dijo mi madre cuando empecé a escuchar voces en mi cabeza

-mi madre dijo que su abuelo era un mago… hacia trucos y la gente se maravillaba con eso

-wooo entonces si tenías genes con magia

-no lo sé con exactitud – pues pudo haber sido un charlatán y nada más, además eso no le interesaba por el momento

-bueno… tú solo trata de escucharlo por completo – sonrió Hinata mientras empujaba la espalda de  Kayegama ya que por platicar, el tiempo había pasado rápidamente, estaban por llegar tarde – ahora corre porque si no, nos regañarán

-ya voy… deja de empujarme – gruñó intentando hacer la contra con su propio peso y estatura

-¡apresúrate! – hizo un leve puchero de enfado por no lograr empujarlo perfectamente

-espera – se giró de improvisto, tomó el rostro de Hinata entre sus manos y depositó un suave beso, después simplemente empezó a correr hacia el edificio que ya se veía a lo lejos

-… - se quedó en medio de la calle, estaba completamente rojo y…. – ¡eso no es justo!… tomaste la delantera, maldito bakeyama – gruñó mientras empezaba a correr también – ¡no me ganarás!… ¡llegaré primero!

 

 

En el transcurso del día, el susurro seguía en la cabeza de Kageyama, insistente y a veces con más fuerza, estaba cansado y quería escuchar la rima completa. Eso era lo malo de tener magia… no sabía cómo diablos manejarla correctamente, a pesar de que recibía instrucciones de Hinata, Yamaguchi y del odioso de Tsukishima, aún no podía manejar correctamente los hechizos más complejos. Esa tarde en la práctica podía escuchar un poco más, se esforzó en concentrarse para de una buena vez terminar con la maldita rima en su cabeza… y cuando lo escuchó por completo, no pudo evitar repetirlo en voz alta… ahí empezó el lio…

 

-a ti que no sabes si entenderás,  de tus labios saldrá la verdad… - repetía lo que esas vocecitas en su cabeza repetían con insistencia

-¿qué dices Kageyama? – Hinata lo miraba tratando de entender lo que decía. Estaban en medio de entrenamiento y se hallaban tomando un pequeño respiro, todos estaban juntos y…

-… ocultarla ya no podrás, solo pronúncialo con efusividad – todos lo miraron pues su voz retumbó, el pelinegro extendió las palmas de sus manos y de ella salió una especie de leve brisa que golpeó a los más cercanos, es decir a la mayoría…  pudo ver la cabellera de todos ondear levemente y…

-me gustan las pecas que Yamaguchi tiene en su pecho – el primero en hablar fue Tsukishima, quien al terminar de decirlo se quedó confundido y frunciendo el ceño. Claro que se dio cuenta que había sido un hechizo en su contra… iba a matar al rey de la cancha ¡esas palabras jamás debieron salir de su boca! No estaba en sus planes

-¡me gusta cuando Tsuki tiene crema en sus labios después de que comió un pastel de fresa! – se sonrojó violentamente y tapó su boca instintivamente, ¿qué fue eso?

-me gusta la sonrisa de Suga – Daichi fue el siguiente en caer y se quedó de piedra en cuando terminó su confesión con voz firme y alta… ¡Oh por Dios!

-me gusta cuando Daichi se pierde en sus pensamientos y sonríe levemente – dijo Suga con una sonrisa, la misma que se le borró al entender que sus pensamientos salieron en voz alta

-me gusta cuando Tanaka se comporta con seriedad… se ve atractivo – soltó Enoshita con un leve rubor en sus mejillas. Después solo se quedó mirando a la nada, sin entender porque demonios lo dijo en voz alta

-me gusta la mirada dulce de Enoshita – dijo Tanaka  con seriedad, voz firme, sin dudas, sin vergüenza y terminó por completar – siempre me ha gustado esa dulzura ocasional – se cruzó de brazos dando la imagen de madurez extrema… cosa que no era tan real

-¡me gusta el lunar de Shimizu-senpai! – comentó Yachi totalmente roja y casi desmayándose al terminar de decirlo

-me gusta cuando Kageyama me besa – habló Hinata y se sonrojó como todos los presentes, se cubrió los labios con sus manos y negó repetidamente, no se atrevió a levantar la vista hacia su novio y…

-¿qué diablos?… esto no puede ser – susurró Kageyama al entender que el culpable era él, sin darse cuenta abrió los corazones de todos… aunque lo que cada uno dijo era bastante interesante

-me… me… ¡ME GUSTA YUU! – aunque Asahi trató de controlarse al final no pudo, se tapó la boca en cuanto recobró control de su mente… tembló ligeramente pues era uno de sus secretos mejores guardados ¡y acababa de gritarlo en frente de todos!... Todos los que fueron afectados por el hechizo tuvieron reacciones parecidas y después… el silencio… un silencio que parecía eterno, un silencio tenso y avergonzado – yo… - todos estaban en shock por lo que acabaron de decir, los que no recibieron el hechizo estaban incrédulos… pero hubo alguien que no estaba impresionado, todo lo contrario

-¡te tardaste mucho en decirlo, Asahi-san! – sonreía Nishinoya mientras se lanzaba encima de un Asahi que aún no entendía cómo pudo confesarse de esa forma ¿qué le había pasado ese día?... el más alto perdió el equilibrio y cayó con el pequeño líbero encima suyo – ¡TU TAMBIÉN ME GUSTAS! – sonrió mientras besaba los labios de aquel grandote

-esto es… – susurró Yamaguchi mientras se percataba de que el único en ese grupo que no habló fue Kageyama – un hechizo… - murmuró bajito mientras el mencionado solo fruncía el ceño

-¡KAGEYAMA! – Hinata tomó del brazo del mencionado y lo arrastró hasta afuera del gimnasio – ¡¡cómo demonios pudiste!!

-acabo de escucharlo por completo – dijo con simpleza, pues ahora que lo pensaba, no sabía que todos tuvieran un secreto de esas magnitudes

-pero eso… waaaa yo acabo de confesar que…

-te gustan mis besos – sonrió con burla acercándose al más joven quien al mismo tiempo retrocedía

-¡y los demás también dijeron cosas vergonzosa! – se quejó el más pequeño mientras se tiraba levemente de los cabellos – ¡porque lanzaste el conjuro así como así, idiota!

-¿cómo iba  a saber que funcionaría a la primera? – Kageyama se encogió sus hombros restándole importancia al suceso anterior

-no sé… pero ¡cómo demonios pudiste usar un suero de la verdad!

-¿y me preguntas eso a mí? Hace muy poco tiempo empecé con esto de la magia… es raro – movió sus dedos erráticamente, se sentía muy raro cuando hacia hechizos

-pues contrólate a partir de hoy – se quejó con un puchero indignado

-pero te saqué la verdad – sonrió con malicia

-no te me acerques ahora, idiota – pero ya tenía a Kageyama muy cerca, tanto que podía sentir un leve roce entre sus labios

-te amo – susurró mientras lo besaba con delicadeza, un roce suave, moviendo sus labios sobre los contrarios, rozándolos con su lengua y sintiendo como el más pequeño le correspondía con torpeza… era malditamente adorable y lo peor era que ¡todavía seguía en abstinencia!

 

 

 

Mientras tanto…

 

 

 

 

Dentro del gimnasio todos estaban tal y como se quedaron al momento de hablar, en shock y quietos. Los balones rodaron al momento en que Narita los soltó debido a la impresión. En el piso, Nishinoya todavía besaba a Asahi, quien aún en shock apenas si respondía. Tsukishima jaló a Yamaguchi fuera del gimnasio, ya fue suficiente por ese día, el rubio no estaba para aguantar las siguientes confesiones.

En el pequeño grupo que seguía en transe se escuchó “¿lo que dijiste… es verdad?”  Fue un coro muy raro y los sonrojos daban risa. Kinoshita terminó riéndose nerviosamente pues sospechaba de algunas cosas acerca de sus compañeros, pero pensó que solo eran cosas influenciadas por una de sus amigas que gustaba de las historias chico x chico. El entrenador Ukai se quedó mirando a todos mientras trataba de buscar una buena excusa, para que todos decidieran sincerarse al mismo tiempo. Takeda-sensei estaba levemente sonrojado pues la nueva pareja del gimnasio era bastante demostrativa, o al menos el menor lo era y… así acabo la práctica, después de todo, los chicos necesitaban hablar entre ellos… o al menos sincerarse definitivamente. Definitivamente sería un periodo muy tenso entre ellos

 

Tsukishima supuso que la práctica de ese día terminaría allí, era obvio que muchos no podrían verse a los ojos con facilidad, la verdad poco le importaba los asuntos ajenos, así que por su parte y por consecuencia Yamaguchi se incluía, se irían a casa. Jaló a su novio que aun con las mejillas rojas se mantenía en silencio, se cambiaron con rapidez, en un silencio meditativo. Después Tuskishima tomó sus cosas, y salió justo cuando Sawamura trataba de ingresar, detrás de él cada miembro del equipo llegaba con un cierto espacio… una distancia prudente. Fastidiado por las expresiones abochornadas, aceleró su paso despidiéndose con un silencio sepulcral y sin contacto visual… podía decir muchas cosas sobre ellos, pero no quería echar leña al fuego e iniciar las declaraciones que supuso muchos harían. Yamaguchi caminaba a unos pasos detrás de él y…

 

-lo que dijiste fue adorable – comentó deteniéndose y sintiendo como el menor chocaba levemente contra su espalda

-no… no te burles – susurró mientras se abrazaba al más alto, prefería estar así y esconder su sonrojo, que enfrentarlo y…

-haces que desee morder tu pecho y dejar una marca que contrarreste con tus pecas – caminó despacio con una sonrisa ladeada. Yamaguchi no lo seguía, eso era obvio. Al menor le ganaba la vergüenza por sobre todas las cosas – y lo voy a hacer – se dio media vuelta para observar el semáforo que estaba a poco distancia… su novio parecía que de pronto echaría humo

-¡Tsuki! – estalló de pronto – eso… eso no

-no hay nadie en mi casa, ¿vienes o no? – no iba a insistir aunque estaba seguro que la respuesta sería…

-si… – un susurro muy avergonzado, con la voz quebradiza. Sin darse cuenta Yamaguchi estaba encendiendo el deseo de su pareja

-apresúrate – fue la única orden que dio pues lo demás sobraba. Pero eso no quería decir que fuera del todo frio y autoritario. Cuando Yamaguchi estuvo a un paso detrás de él, con la mirada fija en el suelo; él deslizó sus dedos rozando el brazo del pecoso, acarició el dorso de aquella mano que temblaba levemente y entrelazó sus dedos. Tsukishima siguió su camino en silencio, pero al traspasar la puerta de su casa  sería diferente… haría que esa linda voz que Yamaguchi tenía, surgiera entonando gemidos llenos de placer, todo, para su deleite

 

 

 

Memorias…

 

 

 

 

Una unión no era algo que se podía ocultar, el hecho de enlazar sus almas para el resto de su vida, conllevaba a ligeros cambios en el aura del hechicero y el de su compañero. Para un mago experimentado detectar eso era fácil, aceptarlo era todo lo contrario. Cuando Yamaguchi y Hinata llegaron a sus casas después de formar el lazo definitivo, se encontraron con las miradas de sus padres impuestas sobre ellos, cada uno tuvo su propio recibimiento. Hinata vio cómo su madre dejaba caer el plato que tenía entre sus manos, el silencio acusador de su padre y una sonrisa de bienvenida por parte de Natsu. Yamaguchi se encontró con sus padres mientras cenaban, los saludó como siempre y recibió un par de miradas escrutadoras, un silencio de quince minutos. Para ambos chicos lo siguiente fue similar, “acabas de formar el lazo… ¡cómo pudiste hacerlo tan joven!” primero fue la furia por parte de los mayores, tanto el pelinegro como el pelinaranja no entendían como algo tan personal pudo haber ser detectado con solo mirarlos. Soportaron el regaño, pues era verdad que los hechiceros a veces tenían la fortuna de encontrar a su destinado a temprana edad… cosa diferente era enlazar sus almas, que típicamente se hacía cuando llegaban al matrimonio, o al menos a una madurez aceptable.

Todos los hechiceros sabían que la unión definitiva conllevaba a unir sus cuerpos, a entregarse al placer de la carne y eso… fue mal visto. Castigados en un principio, regañados un par de veces más, perdonados al final y por supuesto… la resignación y aceptación. “Ahora formas parte de la familia, hazte responsable… si haces sufrir a mi hijo… te aplicaré tortura y eso no será bonito”… Kageyama y Tsukishima recibieron esa amenaza en conjunto, en una cena grupal que no entendían como diablos se dio. Pero lo hecho, hecho estaba y así terminaron en una familia nueva y con la responsabilidad de aprender a controlar la magia adquirida.

 

 

Esos recuerdos surcaban sus mentes de vez en cuando, se reían al recordar todo, pero eran felices. Desde el día que encontraron a su destinado, hasta el día de hoy en el que salían de una reunión con los magos locales. Yamaguchi y Hinata fueron llamados para testificar acerca de todas las cosas que Irina les hizo, no eran los únicos, muchos hechiceros más estaban presentes. Eso solo era una formalidad pues  al pasar un año del encierro de aquella maga oscura necesitaban empezar a tomar medidas definitivas.

 

Un año encerrada, sin ningún contacto al mundo exterior, sin posibilidad de acumular magia, de que cada pacto demoniaco perdiera fuerza y con aquello debilitara a la usuaria, ocasionó que Irina se encontrara  en medio de una muerte presurosa. Sonaba cruel pero era el destino de los usuarios de magia negra, era como si su vida se escapara en cada respiro. Yamaguchi se sintió muy mal al ver las fotografías en donde se veía a Irina atada en una celda, su cabellera blanquecina, su figura delgada, los labios resecos y la mirada furiosa. No había retorno en cuanto cedías tu cuerpo al mal, ella moría con lentitud, esa reunión solo serviría para decidir si la dejaban en aquella celda hasta que su vida se extinguiese o que aplicaran un proceso para acelerar las cosas y no causarle un dolor extenuante. Yamaguchi, Hinata, Oikawa y otros salieron del salón tras dar sus declaraciones, ellos no debían ser parte de esa cruel decisión.

Ellos eran jóvenes y sus corazones debían permanecer sin culpas, ellos no sabían el motivo de esa reunión, pensaban que solo era para dar detalles del trabajo que aquellos hechiceros hacían para recomponer la destrucción que causó Irina. Así que en paz, se alejaron del lugar, en donde los más ancianos discutirían un tema difícil

La sonrisa de Yamaguchi estaba un poco opacada pues recordar lo que sufrió no era agradable, la cosa cambió cuando Oikawa a lo lejos se encontraba con alguien. Los jóvenes de Karasuno reconocieron a ese alguien a lo lejos, quien con una expresión seria, al ver que Oikawa se le acercaba, se encaminó lejos, sin darle importancia pero claro… por algo debió estar esperándolo. El armador de Aoba Josai parecía más feliz que de costumbre, hablando con emoción, sonriendo de forma sincera mientras trataba de captar alguna reacción por parte de su amigo y…

 

-papá me dijo que Oikawa-san decidió quedarse junto a Iwaizumi-san – comentó Hinata quien admiraba todo desde lejos, en conjunto con los otros tres

-¿quedarse? – murmuró Yamaguchi sin entender aquella frase

-no me digas que… - Kayegama se quedó observando la escena un poco más. Trataba de procesar ese leve sonrojo que tenía su antiguo senpai… Oikawa se veían inofensivo

-dijo que Oikawa Tooru se quedaría con Iwaizumi-san como pareja, no quería nada más… dijo que aunque no eran destinados, Oikawa-kun tomó su decisión – Hinata se había sorprendido un poco pues no pensaba que aquellos castaños tuviesen ese tipo de relación, pero ahora verificaba las palabras de su padre, ese par parecía llevarse bien

-¡EEH! – gritaron Kageyama y Yamaguchi ganándose la atención de aquel par. Oikawa los volteó a ver con una sonrisa divertida y… les sacó la lengua. Poco después se veía sollozando debido al golpe que el otro le proporcionó

-Iwa-chan no seas rudo… al menos no aquí, puedes ser rudo en una situación diferente – armaba berrinche ganándose un golpe duro en la espalda por parte de Iwaizumi

-¡acaso no sabes lo que es discreción, idiota! – gruñó enfadado mientras con un ademan de su cabeza se despidió de los hechiceros, quienes confundidos respondieron de la misma forma – apresúrate, Toru

-al parecer el dominante es Iwaizumi-san – comentó Tsukishima mientras con desinterés empezaba a alejarse del lugar.

-¡EEEEH! – volvieron a gritar los otros tres… las sorpresas no terminaban

 

El rubio solo ignoró a los idiotas y tomando la muñeca de Yamaguchi se lo llevó. Llevaba esperando horas hasta que esa reunión terminara y quería irse a algún lugar tranquilo, lejos del bullicio ajeno. Quería disfrutar de su novio en total calma, aprovecharía que era fin de semana para relajarse. Ellos dos ya habían hecho planes, lo que incluía un paseo en el centro de la ciudad, una visita al museo que mostraba una exhibición en el planetario, una cena, cine… lo típico, aunque improvisarían si algo no les agradaba

 

 

Su vida corre…

 

 

 

Era lunes en la noche, regresaban a casa después de haber comido en el restaurante cercano,  todo sería perfección sino fuera porque cierto grito descolocó a cierto rubio que caminaba hacia su casa seguido por su pareja. Ambos se quedaron parados en medio del parque que tenían que atravesar mientras que cierto azabache volaba a pocos metros de ellos… si, volaba, de alguna forma Kageyama podía volar, o saltar lejos, lo que sea que fuese, ahora podía hacerlo. Era normal pues usaba magia con fundamentos en el viento y… ¡ese no era el asunto!  lo extraño fue ver como se protegía con una fina capa de cristal que actuaba como escudo ante las rocas que intentaban impactarlo. Debería ponerse en alerta de no ser porque Kei reconocía esa clase de magia, el fino caminito de polvito brillante le daba una idea de a quien pertenecía ese ataque

 

-¡NO HUYAS BAKEYAMA! – la magia era usada para fines positivos, el renacimiento de la tierra, la fertilidad del suelo, el agua cristalina y en casos extremos… la muerte, mentira~… solo la usaban con planes vengativos o bromas sencillas

-¡cálmate un poco, quieres! – habló con calma, sentía el cansancio por la huida de aquel pelinaranja que lo seguía desde su casa… todo tenía una explicación y…

-voy a… – la aparición de Hinata calmó las alarmas de Yamaguchi quien se había puesto en guardia de pronto

-¿pelea de pareja? – comentó Tsukishima sin perder el desinterés, ni su nula expresión – sea lo que sea arréglenlo en su habitación

-¡ese es el maldito problema! – le refutó Hinata quien enfadado emitía un aura pesada, mejor dicho el aire a su alrededor era pesado – si por tu culpa no puedo jugar en los partidos que se nos vienen… voy a… voy a…

-¡te dije que no tenía ni una maldita idea! – el ojiazul gruñó molesto

-¡aun así lo hiciste! – Hinata levantó su voz con furia, quería golpearlo

-no fue intencional

-DESGRACIADO – se quejaba Hinata haciendo que la brillantina que surgía de sus manos formara esferas que seguramente lanzaría

-¡ALTO! – Yamaguchi se interpuso – sabes que no podemos usar magia de esta forma – se quejó tratando de calmar a su amigo

-ya lo sé pero… pero… ¡BAKEYAMA TIENE LA CULPA!

-sea lo que sea… debes calmarte – le exigió mientras hacía que la temperatura del ambiente bajara hasta que Hinata se calmara… hacia frio, y eso significaba que la ira de Hinata se apartaría cuando su piel temblara

-¿qué fue lo que el rey te hizo?...  ¿Te engañó? ¿Se quejó porque eres tan enano? – el rubio apenas pudo esquivar el ataque de una de esas esferas que Hinata aún no deshacía, sintió la sed de sangre de aquel pequeño y…

-¡CALLATE TSUKISHIMA!… sino quieres que me desquite contigo… mejor ¡cierra la maldita boca! – apuntó con su dedo índice en dirección al rubio y de inmediato su escudo arenoso empezó a rodear su mano

-¿cambios de humor? – le preguntó al armador actual de Karasuno

-tsk… supongo que si – se puso serio al ver que Hinata no se calmaba

-¿qué fue lo que pasó? – preguntó Yamaguchi, quien acercándose a Hinata había logrado que se calmara, ahora sostenía las manos del más pequeño y le acariciaba la cabeza

-el maldito recitó el conjuro – bufó cerrando los ojos con fuerza, se sentía impotente

-es porque lo escuché – se excusó Kayegama ganándose una mirada asesina por parte de su noviecito

-¡y tienes la maldita manía de decirlo en voz alta! – volvió a quejarse mientras Yamaguchi lo detenía para que no se lanzara contra su pareja nuevamente

-¿qué hechizo? – el rubio preguntó con cierto interés, debió ser algo bastante grande como para que el enano se enfadara de esa forma

-completos debemos estar, unidos por la eternidad, un fruto a de surgir, y eso significará prosperidad…. – recitaba el ojiazul con tranquilidad, manteniendo un par de cristales en sus manos, solo por si acaso

-del amor a nacido, del destinado es una parte… del lazo ha surgido… en el cuerpo del otro se esparce… – completó Yamaguchi mientras su impresión crecía

-¿y eso es? – Kei nunca escuchó ese conjuro antes

-EL HECHIZO DE FERTILIDAD – gritó Hinata quien de nueva cuenta quería matar a su novio – desgraciado… lo dijiste en voz alta después de que nosotros… ¡nosotros!

-felicidades – se burló el rubio pero a la vez memorizó aquella rimita, seguro que era la misma para todos los casos

-¡cómo pudiste! – ahora era Yamaguchi quien reclamaba – ¡aún es muy joven y eso es una decisión en conjunto!

-lo ves… ERES IDIOTA – ahora los dos sumisos perdían el control, el aire volvía a ser asfixiante y…

-estás en problemas – el rubio  retrocedió dos pasos por su propia seguridad y para ver el espectáculo sin riesgos

-¡me faltó la última parte!... ¡Así que nadie asegura que funcionará! – llevaba como una hora intentando decir aquello, Hinata era un cabeza dura que no escuchaba nada

-así que no… - el pecoso miró a Hinata y este se puso a pensar un poco

-¡cierto! – golpeó su puño contra la palma de su otra mano y sonrió –… el beso

-lo ves – suspiró Kageyama pues no le gustó nada hacer salir la furia del menor, su magia no se comparaba con la de Hinata, después de todo era cedida y no propia

-¡pero de todos modos eres un idiota!

-no me arrepiento de nada… y tú también lo disfrutaste – sonrió con burla, mientras el más pequeño se ponía rojo

-¡cállate!

-además, ¿qué hay de malo en tener un hijo mío?

-¡nada!... pero quiero jugar los partidos – hizo un leve puchero, ya estaba calmado

-en eso te apoyo – suspiró Kageyama

 

 

-idiotas – murmuró el rubio mientras se iba. Escuchó como Yamaguchi se despedía, la discusión o platica de aquella pareja escandalosa y… – ¿tú ya lo sabías?

-si… lo siento Tsuki – había ocultado ese detalle, simplemente no quería hablar de eso por ahora

-debiste decírmelo – regañó al pecoso, pero no estaba enfadado

-lo se… pero… es que

-¿ahora responderás mis dudas?

-¿dudas? – quiso hacerse el desentendido pero sabía que mentirle al rubio era perder el tiempo

-¿cómo  es que dos hombres pueden tener un bebé? – pues al ver al par de idiotas discutir por aquello, avivó su curiosidad científica

-eso… bueno…

-Yamaguchi – dijo con advertencia

-lo tienes que descubrir solo – corrió con prisa para huir, faltaba un par de cuadras hasta su casa y no quería dar detalles de aquello que descubrió hace unos meses

-las respuestas llegan solas – suspiró pues sabía que al igual que Kageyama escucharía una vocecita que le recitaba las respuestas que necesitaba… a veces odiaba esa magia

 

 

¿Continuará?

 

 

Notas finales:

¿Cómo estuvo?

Agradecería si me dejaran un comentario con las partes que les gustó y las que no, también jajajaj, tengo curiosidad ^_^

 

Bueno, el siguiente capítulo será el último y como tal, tendrá m-preg, aun no decido a quien dejaré con pancitas, así que pueden dejarme sus sugerencia, obvio pequitas-kun queda en cinta jajajjaja (yo quiero AsaNoya~ lástima que eso no se puede porque ellos no son hechiceros T-T ... si alguien lo pide, puedo hacer un par de arreglos y lo incluyo XD)

 

Fue muy divertido esccribir sobre Haikyuu, me gustó y tal vez en un futuro saque algo más, pero por ahora los abandono y me voy a responder comentarios XD

Muchas gracias por sus reviews, y si tienen quejas, críticas o alguna cosa pueden decirmelo con confianza ya sea por aquí o por face (kratSN fics)

Muchos besos~

Bye-Bye~ 

 


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