No es que fuera un pervertido, era tan solo un fetiche y ni siquiera era su culpa, claro que no, era culpa de sus hermanas que iniciaron en él esta extraña costumbre.
La excitación que sentía cuando se vestía de forma especial era solo un plus, es que la sensación de las medias, los zapatos de tacón, la falda que solo cubría parte de sus muslos, la blusa rosa con un escote.
Acariciaba sus piernas envueltas en la tela de las medias, sus muslos, pasaba sus manos sobre su pene que estaba oculto en el encaje de la ropa interior rosa, rizaba con sus dedos los bellos rubios de su hombría que salía de la ropa interior femenina, necesitaba depilarse, se recordó, también sentía un poco áspera las piernas.
Suspiro, no podía concentrarse así, necesitaba eliminar el bello de su cuerpo, se miró en el espejo de cuerpo entero que tenía en su habitación, modelo su cuerpo, el conjunto que traía era nuevo y se le veía muy bien.
Aun con su buena apariencia no se veía lo suficientemente femenino, su altura no ayudaba y los músculos obtenidos por el ejercicio tampoco.
Su hermana había hablado de una faja y la estaba pensando mucho, tal vez si la necesitaba, una faja modeladora estaría en su lista de compras.
Cambio sus ropas femeninas por una playera y unos jeans, quito un poco de maquillaje de su rostro, no era un secreto que él usaba un poco de maquillaje, nada exagerado solo delineador y brillo labial. Todos pensaban que al ser modelo era vanidoso, era cierto, pero el maquillaje le daba seguridad, sabía que era hermoso, todos siempre se lo decían, pero se sentía inseguro, tal vez por eso se vestía de mujer.
Llamo al salón que solía frecuentar para hacer una cita para un facial y un depilado, le habían contestado que tendrían un espacio para él en dos horas, eso le daba el tiempo para ir por un café.
Uno de sus secretos más guardados era su problema con su peso, no es que se considerara bulímico o anoréxico, era solo que cuidaba peso. Tal vez sería un problema si analizara que tenía tres días sin comer una comida decente, solo comía una manzana al día y se llenaba de café para engañar su hambre. Otros días se llenaba de comida chatarra y en la noche cuando la culpa lo invadía se provocaba el vómito.
Pidió solo un café negro, al primer sorbo sintió el malestar en su estómago, se recordó comprar más antiácidos.
Abecés solo quería un poco de tranquilidad, hasta él se cansaba de ser tan feliz, nadie puede ser tan feliz como Kise Ryouta fingía serlo.
Se preguntaba si todos tenían la inquietud de, ¿Qué pasa si muero? ¿Quién llorara por mí? ¿Cuál será la reacción de todos? Una vez lo intento, nada dramático, solo había cortado sus muñecas, nada grave, apenas un corte superficial que él mimo curo cuando el pánico lo invadió, no quería que nadie se enterara, limpio todo muy bien y uso muñequeras una semana hasta que las heridas sanaron por completo.
Pero la sensación lo obligo a hacerlo de nuevo, solo cortes superficiales en sus pies, nadie nunca se fijaba en los pies y siempre que se sentía ahogado recurría a esto.
Tomo lo último de su café, y salió de la cafetería. Tenía que ir a la cita con su estilista.