Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Alone por YukinaGSagara

[Reviews - 0]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del fanfic:

Lo puse en originales por la temática y para que a cada quién le fuera más sencillo imaginar a los personajes, pero Satoshi siempre será el protagonista de todas mis historias XD pueden imaginarselo a él o a un personaje original, les doy esa libertad :BU

Notas del capitulo:

La otra semana actualizo Glamurous Sky, lo prometo~ sólo que no podía dejar ir esta nueva historia de mi mente :B

La lluvia caía pesadamente en esa noche de verano. El sonido estrepitoso que producía el agua al caer no dejaba escuchar los pasos de aquel niño que corría sin dirección alguna, mucho menos dejaba escuchar los sollozos que emitía. Sus ojos lloraban tanto como lo estaba haciendo el cielo.

 

La lluvia paró y el niño de nueve años no sabía a dónde había llegado. Su cabello negro y mojado resbalaba sobre su rostro, que a pesar de ser corto al estar húmedo casi podía cubrir sus ojos. Su cara tan sucia al igual que su ropa llamó la atención de otro niño que se ocultaba detrás de unos botes de basura.

 

—¿Quién eres? Nunca te había visto por aquí.

 

El pequeño que antes lloraba se sobresaltó un poco al escuchar esa voz y, temeroso, no sabía si debía responder a la pregunta de un desconocido.

 

—¿Quién eres? —volvió a preguntar el extraño— ¿también estás perdido?

 

El niño se limpió los ojos con ambas manos, como tratando de ocultar cualquier rastro que pudiera evidenciar que había llorado.

 

—Satoshi... me llamo Satoshi —respondió con voz muy baja— ¿tú quién eres? No puedo verte bien. —La oscuridad de la noche no le dejaba ver con claridad al otro niño, quien sabía era tan joven como él por el tono de su voz.

 

El desconocido salió de la oscuridad para ser iluminado por una de las luces que alumbraban la calle. Miró a Satoshi por unos segundos antes de responder.

 

—Yo me llamo Kei, ¿también estás perdido?

 

Kei era más bajito que Satoshi, su cabello castaño claro estaba sucio y despeinado.

 

—No estoy perdido... estoy solo —respondió algo tímido. Ryo se le quedó viendo, instándolo con su mirada para que continuara hablando—. Mi abuela... mi abuelita se murió... y me dejó solo... —su voz casi se quebranta, pero no quería seguir llorando frente al niño que acababa de conocer.

 

—¿Y tus papás? ¿por qué no estás con ellos? —preguntó Kei curioso por la tristeza que reflejaba aquel niño por la muerte de su abuela.

 

—No tengo papás, mi abuelita era lo único que tenía…

 

Kei observó por unos segundos a Satoshi, luego se acercó un poco más a él.

 

—¿Quieres venir conmigo? No tengo comida pero al menos podrás dormir en un lugar donde no te mojes tanto, parece que seguirá lloviendo —alzó la mirada para observar el cielo que incluso siendo de noche se veía nublado y después regresó su mirada al chico—. ¿Qué opinas? —Kei no cambió de expresión, siempre se mantuvo igual de serio.

 

Satoshi no lo pensó mucho, después de todo parecía ser su única opción para no estar solo… al menos por ahora.

 

Caminaron cerca de diez minutos hasta llegar a un edificio abandonado, era de cinco pisos, casi no tenía ninguna de sus ventanas, estaba grafiteado por todas partes y con maleza alrededor.

 

Al entrar al edificio Satoshi pudo notar que había otros niños que estaban dormidos acostados en el piso, algunos sobre algún pedazo de cartón, otros directamente sobre el suelo. Era verano y aunque había llovido era una noche calurosa, por lo que ningún niño estaba cobijado e incluso algunos dormían con el torso desnudo.

 

Kei lo dirigió a una esquina en el primer piso del edificio en donde tenía un pedazo mediano de cartón sobre el suelo y algunos periódicos y bolsas alrededor. Al llegar el chico revisó una mochila en mal estado que estaba ahí y sonrió al ver lo que había en su interior.

 

—Creo que Shuu se acordó de mí antes de dormir —sacó de la bolsa un sándwich a medio comer, y a pesar de que era menos de la mitad aun así lo dividió en dos para darle una parte a Satoshi—. Vamos, siéntate —le invitó mientras él se sentaba sobre el pedazo de cartón y empezaba a comer rápidamente su pedazo de emparedado.

 

Satoshi se sentó y comenzó a comer también, pero de una manera lenta mientras observaba a Kei.

 

—¿Quién es Shuu? —preguntó luego de la primera mordida al sándwich.

 

—Es un chico que vive aquí, tiene trece años. Es tan genial. Él siempre nos enseña muchas cosas y nos ayuda —terminó con su emparedado y se limpió las migajas de la boca— pero él duerme arriba junto con los otros chicos grandes, dicen que odian que los pequeños los despierten —rio un poco ya que era verdad, algunos de los niños más pequeños a veces despertaban en las noches llorando y eso molestaba a los más grandes.

 

Satoshi escuchó con atención lo que contaba Kei y terminó lentamente su emparedado.  Por supuesto que esa pequeña pieza de alimento no había eliminado su hambre, pero al menos ya no tenía el estómago vacío.

 

—Hace un rato me preguntaste si también estaba perdido… ¿tú estás perdido? —preguntó Satoshi curioso pero igual de tímido como había estado desde el principio.

 

Kei cambió la expresión de su rostro. Ahora se denotaba tristeza en su mirada.

 

—Sí… Hace más de un año, cuando tenía siete años, vinimos un fin de semana a esta ciudad… era tan grande, nunca había visto tanta gente, y uno de esos días salí a pasear con mi mamá, por alguna razón soltó mi mano y yo comencé a caminar… ni siquiera recuerdo qué había llamado mi atención, y cuando me di cuenta mi mamá ya no estaba y yo estaba en otro lugar, no sé dónde, me dio mucho miedo porque había muchas personas y ninguna era mi mamá. Luego encontré un parque que tenía juegos y me escondí dentro de una resbaladilla que tenía como una casita arriba, me dormí y cuando desperté mamá no estaba… y nunca volvió a estar.

 

Satoshi miraba entre la casi oscuridad el rostro de Kei mientras le contaba su historia, podía sentir la tristeza y el miedo que aún reflejaba al relatar lo que le había sucedido, y Satoshi también sintió miedo, porque él también se iba a dormir y su abuela nunca jamás volvería a estar a su lado cuando despertara.

 

—¿Y tu mamá no te buscó? Mi abuela siempre me buscaba cuando me alejaba de ella, o cuando me escondía, ¿por qué tu mamá no te buscó? —en su inocencia Satoshi lanzó esa pregunta.

 

—¡Claro que me buscó! Y aún me busca, sólo que no puede encontrarme —Kei todavía guardaba la esperanza de que su mamá iba a encontrarlo, de que un día despertaría y ella estaría a su lado, acariciándole el rostro como siempre lo hacía.

 

El niño un año más grande le observó y pensó que la mamá de Kei no debía de estar buscándolo bien ya que aún no lo encontraba y a él no le parecía que estuviera bien escondido como para no hacerlo; sin embargo, no comentó nada al respecto.

 

—¿Y aquí vives ahora? ¿Cómo llegaste aquí?

 

—Shuu me encontró en el parque que te conté, me quedé muchos días ahí esperando a mamá, tenía miedo de salir y después de un tiempo ya no tenía fuerzas para hacerlo. Hasta que Shuu llegó y me dio la mitad de su emparedado, justo como lo hizo ahora —sonrió contento al recordar aquello— después me trajo aquí, dijo que aquí viven todos los niños que no tienen padres, yo le dije que sólo me quedaría un tiempo porque yo sí tengo mamá, sólo estoy esperando a que venga por mí.

 

Satoshi pensó que la mamá de Kei quizá nunca vendría por él, pero de nuevo no comentó nada.

 

—¿Y crees que Shuu me deje quedarme aquí también? No tengo a donde ir y me da miedo estar solo.

 

—Yo creo que sí, Shuu es bueno, pero yo creo que ya está dormido, mañana lo puedes conocer. Ya es tarde, puedes dormir hoy conmigo, pero mañana deberás buscar tu propio lugar y tu propio cartón. —Satoshi asintió—. Bueno, vamos a dormir.

 

Ambos niños se acomodaron sobre el cartón, uno junto al otro. Kei se durmió rápidamente acostumbrado al lugar, al calor y la humedad del edificio; pero Satoshi no estaba acostumbrado a eso y además tenía miedo. ¿Qué iba a hacer ahora? No podía regresar a casa y no sabía si aquí estaría seguro de aquel hombre, pero pensó que al menos no estaba solo y con ese pensamiento pudo conciliar el sueño.

 

Apenas estaba amaneciendo y Satoshi fue despertado por un llanto. Era el llanto de un niño de cerca de cuatro años que se quejaba por el hambre, había otro niño un poco mayor, al parecer su hermano, que le pedía que guardara silencio porque sino Yasu se enfadaría otra vez. El niño mayor estuvo un par de minutos tratando de callar al más pequeño hasta que lo logró y le dijo que esperara ahí hasta que él volviera con algo para comer.

 

Después de la escena Satoshi se fue sentando sobre el cartón que compartió con Kei durante la noche. La luz del día ya iluminaba un poco el interior del edificio y Satoshi pudo notar que parecía ser mucho más grande de lo que le había parecido la noche anterior.

 

Minutos después Kei fue despertando.

 

—Ya despertaste… Casi nadie despierta tan temprano, prefieren dormir más, al menos así no se siente tanto el hambre.

 

Satoshi se le quedó viendo mientras el más pequeño se sentaba al igual que él.

 

—¿Quién es Yasu? —le preguntó a Kei cuando estuvo sentado.

 

—¿Yasu? No me digas que ya te vio… rayos, se va a enojar conmigo…

 

—¿Por qué? —preguntó ahora un poco alarmado.— No lo he visto, pero escuché a un niño decir su nombre, ¿quién es?

 

Kei suspiró aliviado al saber que aún no se encontraba con él.

 

—Yasu es uno de los chicos más grandes que duerme arriba, es de la edad de Shuu, pero es un poco… cómo decirlo… agresivo, no le agradan mucho los niños pequeños como nosotros y siempre se enoja cuando viene alguien nuevo a vivir aquí, dice que ya no hay espacio para nadie más… Shuu es el único que puede ponerle un alto, por eso es mejor que Shuu te vea primero y te diga si puedes quedarte, aunque sé que dirá que sí, él es muy bueno con todos.

 

Satoshi se sintió un poco más aliviado, esperaba no encontrarse con ese tal Yasu por ahora.

 

—Bueno —continúo Kei— si tienes hambre debes ir a buscar tu propia comida, así hacemos todos. Algunos piden dinero en las calles, otros lavan autos o hacen algún tipo de acrobacia en las calles para que la gente les dé dinero. Otros simplemente piden comida y algunas personas les dan, pero no siempre. Son pocos los que trabajan, algunos reparten periódicos y otros venden dulces o flores, pero eso lo hacen los más grandes porque a los pequeños nos es más difícil…

 

El niño nuevo escuchó atento las palabras de su compañero. Pensó en que sería sumamente difícil para él conseguir algo de comida porque nunca lo había hecho. En casa su abuela siempre tenía un plato de sopa listo para él, aunque eran humildes nunca faltaba aunque fuera un poco de comida en casa.

 

—¿Y qué vas a hacer? —preguntó Kei.— Yo suelo buscar comida en la basura, justo eso estaba haciendo ayer que te conocí, a veces las personas tiran comida que aún sirve, ¡el otro día me encontré una hamburguesa casi a la mitad! estuvo deliciosa.

 

A Satoshi le pareció un tanto desagradable el comentario de Kei. Él jamás había tenido la necesidad de comer de la basura y realmente no quería tener que hacerlo.

 

—No sé, ahora no tengo mucha hambre —mintió. Sí tenía, y bastante.

 

—Bueno, pues yo sí tengo hambre, iré a buscar algo, más tarde que regrese te presento con Shuu —se levantó y sacudió un poco su ropa, por simple inercia ya que la suciedad que tenía no se quitaría de esa forma.— Y ni creas que traeré algo para ti ¡eh! debes buscar tu comida por ti mismo —le dijo alegre pero sincero mientras se alejaba de él.

 

Satoshi se quedó sentado ahí un rato más. Observó a su alrededor pensando en que el sitio no era del todo agradable pero ¿a dónde más podía ir? Se quedó pensativo un rato hasta que su estómago comenzó a gruñir por el hambre. No sabía exactamente qué podía hacer para conseguir comida, pero entonces recordó que la noche anterior Kei había dicho que Shuu sabía muchas cosas y siempre les enseñaba, así que decidió buscarlo para conocerlo y pedir su consejo.

 

Se levantó algo temeroso ya que no conocía el lugar. Había algunos niños más despiertos pero a nadie parecía importarle su presencia. Algunos no lo notaban y otros simplemente lo miraban y seguían con sus cosas.

 

Kei había mencionado que los chicos más grandes dormían en el segundo piso, así que pensó en buscar las escaleras que le llevaran a ese lugar para poder pedir un poco de ayuda. Luego de caminar un poco encontró unas escaleras y pensó que éstas le llevarían a dónde quería ir. Comenzó a subir pero se había colado un poco de agua de la noche anterior y las escaleras estaban llenas de charcos, y Satoshi al subir sin mucho cuidado resbaló cayendo de frente y golpeándose las rodillas con las escaleras, lo que le hizo soltar un quejido de dolor.

 

—¡Pero qué estúpido! —exclamó una voz extraña.

 

Satoshi alzó la mirada al escuchar aquella voz que le llamaba de esa manera. Al levantar la vista pudo ver a un chico más grande que bajaba las escaleras por las que él estaba subiendo. El chico se veía aparentemente más limpio que los demás pero con ropas igualmente viejas; su cabello era un poco largo y oscuro.

 

—¿Y tú quién demonios eres? —preguntó el sujeto desconocido con una voz ronca, típica de quien acaba de entrar a la pubertad.

 

—Soy Satoshi, y no soy estúpido, me caí con el agua —expresó el más pequeño algo molesto por la manera en que el muchacho se había referido a él.

 

El chico más alto le miró alzando una ceja por la manera en que le había respondido, no esperaba que un niño tan pequeño se defendiera.

 

—¿Y qué haces aquí? Aquí no admitimos extraños.

 

Satoshi estaba a punto de levantarse para explicarle quién lo había traído y en ese momento el otro sujeto pateó el suelo logrando que el agua sucia que estaba sobre las escaleras salpicara en el rostro de Satoshi.

 

—¡Lárgate! Ya no hay espacio para más estúpidos niños. —Se acercó más a Satoshi empujándolo, logrando que el niño cayera por los pocos escalones que había subido, cayendo de sentón sobre el suelo.

 

—¡Oye! —se quejó Satoshi con ganas de llorar, se había asustado por la caída y le había dolido bastante.

 

—Levanta tu sucio trasero y vete de aquí, sino quieres que yo te saque a patadas.

 

Pero antes de que Satoshi pudiera responder o hacer algo se escuchó otra voz proveniente de unos escalones más arriba.

 

—¡Yasu!

 

Ambos voltearon hacia arriba sorprendidos por el grito.

 

—¿Qué crees que haces? Sólo es un niño —el otro muchacho bajó las escaleras empujando levemente a Yasu con un brazo para que le dejara pasar.

 

Satoshi observó sorprendido al otro chico que bajó rápidamente para tomarlo del brazo y ayudarle a levantarse. Era más alto que el otro, con cabello café oscuro también un poco largo pero un poco rizado.

 

—¿Shuu? —le llamó Satoshi con duda, estaba casi seguro que era él.

 

Shuu sonrió apenas.

 

—¿Cómo sabes mi nombre? Supongo que alguien te trajo. —Le palmeó un poco el hombro y luego volteó a ver a Yasu, cambiando su expresión a una más rígida—. El niño se queda, te guste o no, ¿entendido?

 

Yasu chasqueó los dientes y bajó las escaleras empujando levemente a ambos al pasar para luego salir del edificio sin decir nada.

 

—Gracias… —murmuró Satoshi algo apenado ahora que tenía a ese chico frente a él.


—No me agradezcas —le sonrió— ¿no has comido, verdad? vamos a buscar algo de comer, verás que no es tan dificil. —Le tomó de la mano y le guió para salir del edificio. Satoshi se sonrojó un poco en el acto, sentía como si Shuu hubiese sido su héroe y estaba contento de haberse encontrado a alguien como él. Sentía que él podría protegerlo si aquel hombre lo encontraba.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).