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Por ti por Angie CL

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Notas del fanfic:

 Todos los personajes pertenecen a la historia de Hetalia por Hidekaz Himaruya y a sus versiones de Latin Hetalia.

 

Agradesco a mi beta Zury por la ayuda. 

Notas del capitulo:

Hola chicas/os les traigo una nueva historia. Espero sea de su agrado.

Ahora, quiero dedicarla a una persona que espero realmente le guste. Ella es Tsuki Tachibana quien fue participe en la creación de la narración original. 

Es un AU, completamente (Sí, creo que me gustan mucho está clase de historias) también estará rodeada de mpreg y mucho romance, no al nivel de ser totalmente empalagosa y dulce pero si algo lindo (o eso espero c: )

Sin más, los dejo.
Nos vemos después. :D  

Prólogo

 

Ya había anochecido, era más allá su hora de llegada. Entró a su casa y cuidó sus pasos lo más que pudo para no tropezar con algo, subió hasta el segundo piso. Se paró frente a la puerta de lo único que podía darle las fuerzas suficientes para seguir de pie en esos momentos: Sus hijos.

Entró, ambos dormían. Seguro desde las ocho ya habían caído rendidos ante el sueño, costumbre que tenían muy inculcada por su madre. Miró embelesado el tranquilo rostro de los niños, y aunque quiso besar sus frentes, no se atrevió ya que era uno de esos días en que se sentía indigno de tan siquiera acercárseles, hasta de ser llamado "padre" por ellos. Días en que pensaba ser el hombre más inútil del planeta, incapaz de cuidar a sus hijos e incapaz de mantener unida a su familia en un momento de caos, tal y como era en ese momento.

-Buenas noches, mis pequeños. – Su garganta se sentía rasposa que hasta le costaba articular  la más corta oración que su cerebro pudo pensar; se tambaleaba al querer acercarse al más pequeños de sus retoños para al menos observar ese sereno rostro que tanto amaba y que, por culpa de sus pasados errores, casi se volvían en desconocidos.

Salió de la habitación, temeroso de que cierta persona lo encontrara llegando a una hora casi considerada por ellos como toque de queda, y comenzara a discutir contra un largo sermón que conocía de arriba hacia abajo, cada frase, cada palabra, todo; claro, esta no era la primera vez que desquitaba sus penas con una buena dosis de alcohol.

Abrió lentamente la puerta a la habitación; al entrar se encontró con Sofí que estaba profundamente dormida de un lado de la cama. Estaba listo para firmar su sentencia de muerte. "¿A dónde se me ocurrió que ella estaría? CLARO QUE NO IBA A PODER EVITARLA." Se reclamó mentalmente pasando su mano por toda la extensión de su rostro, cerrando los ojos, preparado para aceptar todo lo que a continuación le fueran a demandar.

Su suerte no podía ser peor. No más que ahora.

La chica sintió su presencia al deshacerse de su corbata y la camisa, cambiando su "formal" traje por una cómoda pijama. Lo miró acusadora, acechante. Él se percató de eso y aun así no fue capaz de ver hacia donde ella se encontraba.

-Sabía que eras tú. ¿En dónde te metiste? – A sus fosas nasales llegó ese fuerte olor que desde meses atrás se había vuelto el perfume predilecto del descuidado hombre; alcohol sin duda. Si su desgraciada experiencia no le fallaba, y por primera vez ese sufrimiento que pasó durante su infancia le era útil, ella podía asegurar que llevaba horas tomando.

El cabello azabache estaba alborotado, la ropa en el suelo estaba sucia y manchada ligeramente con un conocido líquido, su maletín completamente desordenado y con algunos papeles saliendo, su rostro decaído y el tambaleo en un intento casi fallido por mantenerse de pie delataban su deplorable condición. 

Condición que él mismo se buscó por todos esos errores pasados, que tal vez, no se borrarían tan fácilmente durante un largo tiempo.

- Apestas a alcohol-El aludido ignoró esto y como le fue posible se acostó de su lado de la cama al tiempo en que rodaba los ojos y soltaba un profundo suspiro- ¡Qué rayos te pasa! ¿Cómo se te ocurre llegar así? Qué pasaría si los niños se despiertan y te ven tal y como estas. ¡Ah, pero claro! Eso no te importa ¿cierto? Desde luego, porque habría de importarte. – Él se dio la vuelta, ella ya le daba la espalda, claramente, molesta.

-Si tanto te molesta, ¿Tienes una habitación cierto? Vete si no quieres verme llegar así. –

-Ah, pues... eso voy a hacer. – Sofía tomó su almohada, descalza caminó hasta la puerta de enfrente, sin pelear, sin más discusiones; sólo se alejó, molesta y sin más que decepcionarse de la clase de hombre en que se estaba convirtiendo Eduardo.

Él pasó la noche, inquieto. Dormía por obligación, porque su cuerpo necesitaba un descanso y no realmente porque su mente lo quisiera.

Cada día iba de mal en peor; primero eran pesadillas, el recuerdo de lo que había ocurrido. Poco tiempo después de conseguir un trabajo con el que (Según Sofí) lograra olvidar todo y mantenerse distraído; se vio en la obligación de dejarlo pues siempre se topaba con escenas simples y hasta conmovedoras, vistazos de un futuro que le hubiera gustado haber vivido, una familia, eso es lo que el menos quería, ahora era todo lo contrario, ahora era libre pero ¿A qué costo?

Al amanecer, se encontraba con medio cuerpo colgando de la cama, el rostro plantado en el suelo y su rostro bañado en lágrimas indiscretas que brillaban con la tenue luz solar que se escapaba por los pequeñas adornos de las cortinas.

Nuevamente, el sueño que durante cuatro meses no había tenido lo volvía a inquietarlo. Abrió de golpe los ojos al escuchar los fuertes golpes en su puerta sintiéndose casi salvado de un desagradable recuerdo más. Su cabeza dolía y el ruido no ayudaba mucho que digamos.

-¡EDUARDO! ¡Levántate de una buena vez o yo entrare por ti! – Escucho desde afuera la voz de la morena. Seguro aún estaba molesta ¿Y cómo no? Hasta él, ahora ya más consiente, se reprendía de lo que la noche anterior había hecho y dicho; no quería, ni podía, ver de frente a Sofía que de seguro lo fulminaría con una mirada acusadora a la que hasta el mismo diablo le temería.

Sin embargo, no podía ocultarse por siempre, y antes de que la chica cumpliera con lo sentenciado, salió de la habitación.

Sofí llevaba en brazos a su hijo, esperaba recargada en la pared mirando atentamente como Eduardo salía de ahí, aun con pijama.

-¡Ya era hora! - Exclamó aliviada - Por cierto, cierta "chica" y su novio te esperan allá abajo. – Desvió la mirada y caminó sin detenerse a esperarlo.

Al asomarse por la baranda de las escaleras se encontró con la presencia de una chica de largos cabellos castaños y ojos de un bello tono esmeralda, a su lado se encontraba con un chico de igual forma castaño, con el cabello bien arreglado a excepción de un pequeño rulo que sobresalía de su cabeza pero con ojos de un particular color lila. Ambos sentados en el pequeño sillón que se encontraba en la sala.

-Eli- Bajó lo más rápido que le fue posible, tarea difícil, pues realmente el dolor de cabeza aún era fuerte y para empeorar todo ahora también estaba mareado. Que buena forma de comenzar el día. La chica se levantó del sofá para saludarlo y recibirlo con un cálido abrazo-Eli, cuanto tiempo sin verte. – El otro visitante, dándose a notar con un carraspeo, provocó que ambos viejos conocidos se separaran para prestarle un poco de atención a él.

-Eduard... - Nombró serio el castaño, que molesto, busco acaparar toda la atención parándose de frente al chico.

–Ah, eres tú. Qué tal Rod, ha pasado bastante. – Estrecharon bruscamente sus mano, como sólo la vez en que se conocieron lo habían hecho , ¿Cuánto tiempo había pasado desde eso? Quizás unos seis años. 
Desde un principio Eduardo sabía que no era muy del agrado de Roderich, y aunque él hacía en ocasiones hasta lo imposible por llevar una relación menos pesada, el otro chico simplemente no se ofrecía para tal tipo de comunicación. Debía aceptarlo, esa situación ya comenzaba a irritarle.

Roderich odiaba ese apodo, en verdad que le molestaba. 

El castaño rodó los ojos, era momento de relajarse, habían mejores cosas que debía hacer ahí que sólo pelear por algo que hacían desde años atrás. 

-Eh...- Con el codo golpeó el costado de Elizabeta, ella comprendió rápidamente. Su prometido no hablaba más que lo básico dentro del español, y en estos momentos, tal vez necesitaría más de lo que generalmente utilizaba para sobrevivir dentro del país. 

-Claro - Con una fuerte bocanada de aire, tomó las fuerzas necesarias para poder hablar de lo que sabía sería el golpe más fuerte para el desdichado joven. Empujó a su novio hasta sus lugares en la sala y fueron imitados por el moreno; tal vez lo mejor en esos momentos es que la noticia la recibiera cómodamente sentado en los asientos de su sala. - Bien...¿Cómo decirlo? Hace casi medio año llegaron diferentes informes de las investigaciones que mandaste a hacer y entre ellas...-

-Lo encontraron, ¿Cierto? - Interrumpió, no podía negarlo, había esperado esto durante tanto tiempo y aunque no había escuchado todo, él ya intuía que fuera lo que fuera, podía ser bueno. O al menos eso esperaba.

-Algo así. Envió a uno de sus hombres para hablar directamente conmigo. Eduardo, te quieren de regreso. -  Idiota, eso es lo que había sido durante todos esos años. Sabía que era extraño que durante tanto tiempo le hubieran perdido el paso, si es que acaso ero era. Bien sabía que todo eso ocurría por algo, y de seguro no era más que una trampa para esperar que "saliera de la ratonera". 

Notas finales:

Bien, nos vemos en el próximo capítulo.

Espero les haya gustado.

 Si quieren pueden dejar un review, todo será aceptado y aún más si son consejos para mejorar.  :D

Intentare actualizar pronto, no tengo fechas fijas pero pienso organizarme más en ese sentido. 


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