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Chispa. por Matsumoto Yuki

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Notas del capitulo:

El último One Shot de esta serie de especiales, espero les guste ~

Sinbad ya no lograba entender cómo es que ese niño sentado a su lado siempre se salía con la suya. Su entrecejo flaqueó al ver la felicidad que se plasmaba en el rostro del pequeño, mientras sostenía entre sus manitas más de un regalo, que no eran precisamente para él.

 

Suspiró, y en el primer semáforo en rojo, lo enfrentó.

 

— ¿Estás seguro de esto, Said? —Preguntó aún sabiendo la respuesta de eso. La decisión en ese joven rostro de tan sólo seis años, era una mezcla de ambos, aún más terco que juntos.

 

— ¡Pero claro papá! Mami estará muy feliz. —La fascinación se notaba en el rubor que apareció en sus mejillas.

 

Una pequeña gota sudorosa cayó por la sien de Sinbad. — ¿Te deja decirle «Mami»? —Rió para sus adentros. En toda su etapa de embarazo, no le dejó ni una sola vez insinuarle que sería «madre». Recordó entonces, el burdo argumento que siempre le daba «Podré ser doncel pero no soy una maldita mujer para ser madre. Sólo tendré un hijo. » Omitió para sí todos los insultos que entonces decía.

 

—Claro, después de todo, lo es, ¿No? —El pequeño Said observó los obsequios ahora apoyados en sus piernas, y los abrazó. Entonces miró a su padre.

 

Había quedado sin palabras.

 

—. . . —Posó su mano en el cabello negro ajeno, recogido en coleta, y lo desordenó un poco.

 

— ¡Papi! —Rió el menor, con la natural inocencia de la niñez. Algo se movió en Sinbad al ver esos ojos dorados, prueba de su lazo sanguíneo.

 

—Sí… Lo es… —Said dejó de reír en ese momento, un poco confundido.

 

No hubo tiempo para explicar absolutamente nada, y Sinbad tampoco quería hacerlo. Simplemente el semáforo se puso en verde y siguió conduciendo en su Ferrari LaFerrari negro.

 

Había pasado por su cabeza, en un pensamiento fugaz, que él era el producto de ambos. De esa unión que hubo alguna vez. Sonrió al pensar que al menos algo bueno había salido de allí… Aunque los recuerdos también lo eran.

 

En el resto del camino, mientras Said jugaba con los juguetes que había sacado de su mochila, un nerviosismo recorrió a Sinbad. Sería la primera vez, después de tres largos años, que entraría de nuevo a esa casa. Su anterior casa de casado.

 

Aunque se demoraba más de una hora en cruzar toda la ciudad desde su departamento hasta allá, en ningún momento pudo sacárselo de la cabeza, ese ligero temor que le producía el reencuentro. Y es que desde el día anterior había tenido que hacerse a la idea. Said había llegado con una enorme excitación, pues en el colegio le habían dicho que el domingo sería el día de la madre, y él tenía que celebrárselo a su madre.

 

De alguna u otra forma había logrado que, desde el efectivo de su billetera salieran los regalos para su madre. Y aún peor, lo había convencido de pasarlo juntos.

 

«No puedo entregarle sólo los regalos yo, papi, tu también ayudaste. Anda, no se va a molestar, ¡Será divertido! »

 

Había insistido tanto, que hasta le había recordado a Judar.

 

«Judar»

 

Se preguntaba cómo estaría. Igual de esbelto, o tal vez un poco más rellenito. Se reía en sus pensamientos al ligarlo con una imagen maternal, en definitiva, no podía hacerlo, no lo lograba, no podía procesarlo.

 

Desgraciadamente, en sus últimas divagaciones no se había dado ni cuenta de cuándo había llegado ya. Hasta se había estacionado por inercia.

 

Fue cuando Said bajó del auto, emocionado, que cayó de nuevo a la Tierra, y casi explotó. El menor había salido corriendo a su casa, abriendo la puerta exterior y dejándola sin seguro. Al parecer, no tenía ni tiempo de devolverse a cerrarla.

 

— ¡Mami! —Escuchó a lo lejos.

 

El entrecejo de Sinbad flaqueó, mientras apagaba el motor del auto, y tomaba los regalos que Said había dejado en el olvido. —Este niño… —Suspiró y saliendo del auto, le puso seguro.

 

Camino por la acera hasta la reja, y tras pasarla, la cerró. Vio entonces hacia adelante, y quedó perplejo por unos segundos. Said se hallaba elevado y abrazado por Judar, quien le daba la espalda.

 

—Feliz día Mami. —Había salido con tanta dulzura aquello.

 

Sinbad observó en silencio desde la entrada como su ex esposo correspondía aquel saludo con un abrazo más estrecho y un limpio beso. Aún con el chaleco ancho que estaba usando se notaba su bien formado cuerpo, con sus buenas curvas, y esbelto. Las calzas dejaban al descubierto sus largas y sensuales piernas.

 

El mayor se vio por unos instantes, engatusado ante esa figura, tan perfecta e incluso más que en su juventud.

 

— ¡Said, lo recordaste! —Río un tanto Judar para sí, y volvió a depositar un beso en la mejilla de su hijo. —Ese es mi mocoso~

 

En ese momento, el menor desvió la mirada hasta más allá de su madre, observando a su padre.

 

—Mami, adivina, adivina, te tengo una sorpresa. —Acarició el rebelde cabello de Judar a la vez que decía esas palabras.

 

— ¿Ah, sí? —Cuestionó Judar, un tanto divertido. —A ver dime, pequeño travieso. Espero que no sea otro pastel de crayones, ¡Porque en serio no me lo comeré esta vez! —Bromeó.

 

La ligera risa que Judar estaba mostrando a su hijo, impactó a Sinbad. Parecía cambiado, en algún ámbito.

 

— ¡No, mamá, no recuerdes eso! —Un rojo de vergüenza se apoderó de Said. —Ya soy un niño grande, no volveré a hacer un pastel de crayones.

 

— ¿Entonces?

 

— ¡Papá!

 

Sinbad dio un sobresalto al captar que había sido nombrado. Por unos instantes Judar no habló, ni se movió. Sólo lo hizo para bajar con suavidad a su hijo al suelo.

 

—Perdón… No entendí del todo. —Judar se inclinó hacia Said, pasándose un mechón de pelo detrás de la oreja. — ¿Papá?

 

— ¡Papá! —Repitió Said, esta vez apuntando hacia la entrada.

 

Sólo entonces el pelinegro se enderezó, y volteó levemente su rostro, rogando porque no fuera realmente él.

 

Por su parte Sinbad se quedó quieto, en su puesto, admirando cómo la larga y oscura trenza de Judar se menguaba. En el momento en que volvió a enfrentar, luego de lo que ahora tomaba por una eternidad de tres años, esos rubíes que tenía su ex por ojos, quedó sin aire.

 

— ¿Sinbad…? —Los ojos de Judar estaban abiertos de par en par, sin poder dar credibilidad a lo que veía.

 

Dicho susurro desencadenó el caminar de Sinbad, quien sólo se detuvo estando frente a frente con Judar. Se acercó a su oreja, con suma lentitud.

 

Feliz día de las madres ~

 

Ese leve susurro y los regalos fueron entregados.

 

La boca de Judar se abría y cerraba sin soltar absolutamente ninguna palabra. No entendía cómo sus brazos soportaban cuatro regalos en ese estado, en el cual ni los sentía.

 

— ¿Mami? —La dulce voz de su ángel le hizo reaccionar. Said estaba en medio de sus progenitores, viéndolo a uno y luego al otro. Aún no entendía qué significaba la sonrisa ladeada de su padre, ni el nulo reaccionar de su madre.

 

—Ah, gracias… —Soltó de la nada, Judar, tratando de procesar eso. Caminó hasta la mesa de centro en la sala, y dejó allí todos los regalos sin abrir siquiera uno. —Vaya mocoso… Esta vez sí me sorprendiste… —Aceptó, sin darle la cara ni a padre ni a hijo.

 

Said no parecía poder leer entre líneas, y se emocionó.

 

— ¡Y eso no es todo! —Sinbad maldijo que su hijo fuese tan inocente como su edad dictaba.

 

Judar giró abruptamente su cabeza, tratando de disimular su alteración. Estaba frente a su hijo, su tesoro, no podía reaccionar mal. — ¿Hay más?

 

—Sí. Papi nos llevará a un parque de diversiones ~

 

Una carmín mirada se fijó en el nombrado, y él sólo se pudo encoger de hombros. —Said lo pidió. —A su vez, del interior de su chaqueta, sacó tres boletos de entrada para el mismo parque al que habían ido cuando Said cumplió tres años.

 

Judar no pudo hacer otra cosa que ceder, y un mar de recuerdos se le vino encima incluso desde que estaban los tres en al auto.

 

No se explicaba cómo la situación había llegado a eso, pero su supuesto día de celebración como Madre, se había pasado como una salida familiar. Aún estando él y Sinbad separados.

 

En el parque de diversiones hicieron el mismo recorrido que aquella vez.

 

Primero un par de vueltas en el carrusel, con ambos sosteniendo a Said para que este no se callera. Luego las tazas giratorias. La casa de los espejos, el túnel del Amor, El mini splash… Entre otros. Un único juego se sumo esta vez.

 

Los autitos chocones.

 

Fue tal la adrenalina de ir chocando a todos, que Judar reía a carcajadas, como hace mucho no lo hacía. Bastó que un idiota chocara a su hijo para que la risa cesara, y tanto él como Sinbad le dieron un choque sincronizado, haciendo girar su mundo.

 

Unas sonrisas de complicidad se dedicaron mutuamente, cuidando en el resto del juego a su retoño.

 

Aquel fue el último del día. Luego sólo compraron un par de chucherías y recuerdos, además de un algodón de azúcar para Said.

 

Caminaron los tres tomados de las manos hasta llegar al auto nuevamente, donde el pequeño se quedó dormido, y un silencio grato se plantó entre los adultos. Uno que otro comentario eran los que rompían de vez en cuando con ese silencio. Ambos sonreían.

 

Para cuando estuvieron de vuelta en la casa, el pequeño Said estaba dormido.

 

— ¿Te ayudo? —Preguntó Sinbad a Judar, antes de bajar.

 

— ¿Sabes? No soy débil. —Replicó, con un leve dejo de puchero.

 

— ¿Eso es un no? —Preguntó Sinbad divertido. Judar pareció meditarlo, para luego sonreír.

 

—Hazlo.

 

Said fue cargado en brazos y llevado a su cama por Sinbad, siendo guía Judar.

 

El mayor se maravilló al ver el cambio en el que antes era su hogar. En especial, en la alcoba de su hijo. Se dio cuenta entonces de su particular gusto por los dinosaurios, y de que tenía muchas colecciones.

 

Judar reposó en el umbral de la puerta, y observó a su ex esposo contemplar a su hijo. Algo se endulzó en su mirada ante esa escena, ante lo cual liberó un suspiro.

 

—Puedes darle un beso de buenas noches, idiota. —Le recordó, como si hiciese falta para que ocurriese.

 

Sinbad rió para sus adentros, y efectuó el beso.

 

Entonces salieron de allí, y Judar lo despidió, en la entrada.

 

—Así que aún viejo sigues manteniendo la chispa, ¿Eh? —Soltó divertido, cuando estaba ya por irse.

 

— ¿Lo dices por lo de los autitos? —Cuestionó Sinbad.

 

—Sí, podría ser.

 

Se echó a reír, sin medirse. —Pues tú sigues manteniendo la chispa, y no sólo en eso.

 

—Tres años han pasado ya, ¿No? —Se encogió de hombros.

 

—Tres largos años… —Repitió Sinbad.

 

Judar sonrió.

 

—Así que… ¿Hasta algún otro día? —Preguntó el mayor.

 

—El próximo fin de semana también puedes venir a buscar a Said. —Se acercó de a poco Judar. —Y de paso a mí. —Un beso depositó en la comisura de los labios de Sinbad, y entonces se retiró, cerrando la puerta y ocultándose en el refugio de su hogar.

 

Sinbad sintió entonces como esa pequeña fogosidad, esa chispa de romance crecía nuevamente en su interior, subiéndose a su auto decidido sólo por una cosa; hacer de esa chispa, una llama. 

Notas finales:

Algo no me convenció de este One Shot pero... Bueno, es lo que hay, hasta la próxima ~


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