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A la sombra del príncipe por Reiga

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Notas del fanfic:

Como sabrán algunas este fics pertenecía al día de aokaga de grupo Aokaga 5x10 (Aomine x Kagami) pero no pude entregarlo a tiempo les pide disculpas por ello. Aun así que se los traigo, espero les guste.

Es el Oneshot más largo que he hecho en mi vida. Espero que no se les haga latero y les agrade jejej lean lean!! – Las anima  :3

Los personajes no me pertenecen u.u

 


~Primer encuentro~


 


 


Un paso tras otro. Un niño de piel morena, cabello azul opaco y ojos del mismo corría por  el sendero rodeado de árboles pareciendo no tener fin. Nada alentador para alguien que estaba buscando algún tipo de salvación, así que tomo un desvió. Sus pulmones los sentía explotar así también como sus piernas que ya no querían cooperar. Pero de solo mirar hacia atrás volvía adquirir   las fuerzas que sabía ya no le quedaban.


Consiguió tomar un poco de ventaja y  fue frenando de apoco al divisar el inmenso muro que se podía notar gris entre tanta enredadera. En ese mismo instante supo que aquello era su salvación. La jauría de perros que lo venían siguiendo se lo decía también. O la trepaba o invitaba a los perros a cenar siendo él, el plato fuerte.


No lo dudo, ni lo medito más, cual araña lo trepo llegando inmediatamente a la cima. Sonrió victorioso al verse a salvo. Lo perros ladraban con insistencia mientras saltaban  queriendo poder alcanzarlo.


—Lo lamento feos pero el gran Aomine Daiki es invencible — les grito despidiéndose, para saltar hacia el lado desconocido que no se molestó en mirar.


Sus pies tocaron suelo firme y con la sonrisa impregnada dio dos pasos antes de que su mirada chocara con algo que le detuvo el corazón.


El color se le fue. Estaba congelado y Sudando frio, las piernas se le hicieron gelatina. Quería gritar. Ahí frente a él tenía a nada menos que un tigre mirándolo con algo similar al aburrimiento.


Pero para él fue la mirada de un auténtico asesino. Se habia librado de una jauría de perros pero habia caído en las garras de un fiero tigre. No sabía si moverse, algo le decía que al más mínimo movimiento el tigre se levantaría y se lo tragaría con zapatos y todo. Le vio bostezar y acurrucarse a algo que estaba justo a él.


Recién ahí se percató de la mata de cabellos. Achico los ojos y se percató de que era una persona, más específicamente un niño no mayor que él.


No iba averiguarlo tampoco. Dio un paso hacia atrás, haciendo un minúsculo ruido que nuevamente llamo la atención del tigre que esta ves pareció mirarlo con aun más intensidad, le vio mover una oreja. El moreno niño con un pie adelante y el otro atrás se quedó inmóvil aguantando la respiración. Y el tigre volvió a bostezar agachando su cabeza pero esta vez sin quitarle la vista de encima.


Daiki no sabía que hacer tenía miedo, enserio no quería morir, se habia esmerado mucho en esa corrida para que no lo comieran los perros  y ahora esto, y solo por un maldito trozo de pan que habia robado. Con mucha cautela dio un paso más hacia atrás y tropezando con algo fue a dar al piso, ese era su fin, el tigre le estaba gruñendo, despacio pero le estaba mostrando un juego de filosos dientes que ya estaba viendo en su yugular.


Sin embargo llego otra salvación, aquel pequeño niño se habia removido llamando la atención del gatuno murmurando cosas que no entendió, con asombro vio como el felino le dio caricias con su cabeza.  


Salió de ello rápidamente y se dio vuelta para trepar ese muro nuevamente y tener al menos la elección de decidir quien se lo comería. Pero no llego muy lejos, el tigre le habia dado alcance agarrándole de la polera y lo tiro al piso posicionándose sobre el mientras le gruñía.


Al pequeño del susto no le habia quedado de otra que gritar desenfrenado hasta al punto de rasgarse la garganta, su lagrimas salían desenfrenada ante un fin tan lamentable, él se moría de hambre a diario y ahora se lo iban a cenar.


—¡Arcan! ¡Suéltalo!


Esa vos llego a sus oídos, deteniendo su llanto, mientras miraba a ese tigre que lo miraba fijamente aun pero ya sin gruñirle ni tirarle la ropa.


—Arcan ven aquí —ahora esa vos de nuevo pero con una suavidad que le habia llegado a su corazón. El tigre se salió de encima y camino hacia el chico que lo llamada.


Su mano la llevo a su pecho, necesitaba calmarse después de semejante susto, se dio vuelta sobre el suelo y sin levantarse, solo para ver al tigre caminar hacia ese niño y sentarse frente a él. No podía verlo bien.


De pronto el pequeño se asomó por un lado del tigre y le sonrió al moreno.


—Lo lamento pero tu tuviste la culpa, este es su territorio no puedes entrar sin avisar —“¿Sin avisar?” pensó irónicamente Aomine.


Ambos pequeños se miraban evaluándose, Aomine miraba al niño, bien vestido, botas cafés, pantalón azul, jaqueta larga blanca que era sujetada en su cintura con un festón azul y detalles en dorados, aquella vestimenta le recordó a algo pero no sabía a qué. Su cabello era rojo al igual que sus ojos, alegres por cierto. Con algo en ellos que Aomine no les gusto.


Por otro lado el menor miraba al moreno como si fuera algo nuevo, ropa roñosa y con  rasguños en su cuerpo y rostro y un poco sucio también. Se sintió mal.


—De verdad lo siento — se disculpó nuevamente por lo que habia provocado su tigre. Aomine se sonrojo, su vestimenta era propia y la misma desde hace un tiempo, que se viera tan mal no habia sido culpa del tigre. Bajo la cabeza avergonzado iba a decirle algo pero un fuerte grito le detuvo.


—¡Kagami sal de ahí ahora mismo! —Siguió la vos al igual que el niño pelirrojo y el tigre y se topo con personas al otro lado de una gran reja. Abrió sus ojos asombrado notando todo a su alrededor, era una especie de jaula.


El niño pelirrojo le miro y le tendió su mano.


—Salgamos de aquí — no supo si  tomarla o no — a no ser que quieras quedarte  a hacerle compañía a Arcan —no lo dudo más tomo con vergüenza la mano que le fue ofrecida, enseguida sintiendo como ese pequeño niño la tomaba con fuerza y le guiaba lejos del tigre que volvía acostase con la mirada fija en ellos.


Al salir de la jaula las sorpresas no terminaban, el pequeño pelirrojo lo habia soltado y se habia alejado un poco yendo ante ese hombre de porte imponente que en cuanto lo habia tenido cerca lo abofeteo fuertemente votándolo al suelo. A pesar de haber más personas nadie hiso nada.


Aomine nunca se habia sentido más confuso y enojado en su vida quiso acercarse pero un hombre sabio lo tomo del hombro con disimulo y negó suavemente. Le hiso caso.


El tigre se habia acercado y le gruño con rabia al hombre regordete, este le dio una fugas mirada, se dio vuelta subiéndose al caballo y antes de decir “llévenlo a su habitación”  se fue.


Aomine no entendía nada pero sintió ganas de llorar cuando vio que el pequeño le temblaba el labio. Su mejilla estaba muy roja. Otro hombre de cabello negro vestido de forma rara y con espada en su costado se acercó a él y lo ayudo a levantarse.


—Sabes que tienes prohibido venir aquí Taiga  — le dijo con calidez, sacudiendo su ropa para luego acariciar su mejilla — vamos — lo tomo en brazos y lo subió al caballo para luego subirse y comenzar a cabalgar.


Aomine le miraba irse perdido en sus confusiones. Hasta que una vos le saco de sus pensamientos.


—¿Y Tu quien eres chico? ¿Cómo entraste aquí? —le dijo otro de los señores que se hallaban en sus caballos, su tono no fue nada amable y su mirada mucho menos — Sáquenlo de aquí —ordeno al no haber ninguna respuesta.


Aomine veía a la caballería irse con asombro, no entendía absolutamente nada. Una risita volvió a sacarlo de su ensoñamiento.


—Esa mirada no te llevara a ninguna parte jovencito — el hombre que lo habia detenido le sonreía con gracia, ahora que se percataba de él. No se le hacía tan viejo como lo pensó en primer momento. Tenía buen porte y estaba elegantemente vestido y peinado, todos llevaban un traje similar con la diferencia de que este señor llevaba dos espadas una en su costado y otra en su espalda — ¿y dime… trepaste el muro? —preguntaba mirando el lugar en donde habia visto al menor dentro de la jaula. Le vio asentir — ¿porque?.


—Me perseguían unos perros —dijo enfurruñado. No se le hacía simpático tener que contestar sus preguntas, pero por alguna razón lo hacía.


—¿Qué les hiciste?


—Me robe un pan de la tienda de su dueño.


—Mmm — dijo pensativo el joven pelinegro recayó en lo andrajoso del niño y llego a sus propias conclusiones.


—¿Qué edad tienes?


—Siete


—¿Tienes familia?


—No, que yo sepa — contestó como si nada levantando los hombros.


—Bien vamos —Aomine quedo viendo esa mano enguantada con desconfianza —te llevare al palacio quizá ahí haya un buen lugar para ti —le dijo luego de tomarlo en brazos y subirlo al caballo y situarse detrás del pequeño —La cocina podría ser un buen lugar, claro que después de un poderoso baño — dijo luego de que el olor del menor lo atontara por unos segundo — me llamo Harasawa ¿y tu pequeño?


—Daiki — dijo despacio.


—Creo que a kagetora le agradaras.


Pero el menor ya no escuchaba estaba exhausto y al sentirse completamente seguro el cansancio le venció. Una última imagen se atravesó por su mente antes de dormirse y fue la de ese pequeño pelirrojo queriendo evitar su llanto.


 


~*~


 


Con los días venideros  Aomine habia comprendido muchas cosas. El muro que habia trepado era el mismísimo que rodeaba el gran palacio del cual solo habia escuchado en un par de ocasiones. Llevaba ya dos semanas dentro y aun así no habia podido recorrerlo pues se lo tenían estrictamente prohibido. Lo únicos lugares que podía frecuentar era el huerto y la cocina; en si cada sector habitable para la servidumbre. El cual no era pequeño, pero el aun así quería salir.


En ese tiempo no habia podido ver a ese pequeño, pero si se habia enterado de quien era debido a una conversación entre harasawa y el cocinero, ese mismo día el pelinegro le habia contado al castaño que ”el príncipe se habia metido en problemas de nuevo yendo al jardín de su madre nuevamente”   el castaño solamente habia suspirado resignado.


—Daiki ve por unas frutas al huerto hoy haremos algo diferente — le dijo el castaño entrando a la cocina — ¿Qué pasa? — Estaba amurrado y no quería levantarse de la mesa — ¿aun sigues molesto?


—No —dijo con resignación yendo por las frutas. Kagetora desordeno sus cabellos. No estaba molesto solo amurrado porque lo habían pillado fugándose. Su curiosidad habia sido más grande y habia salido a recorrer el palacio, sin embargo no duro ni dos minutos fuera cuando Harasawa lo habia encontrado y de la oreja lo regreso a la cocina con él castaño.


Estaba muy agradecido con los dos, gracias a ellos habia podido quedarse en el palacio teniendo ropa limpia todos los días, una cama muy cómoda, comidas bastante deliciosas y cuando él las quisiera, kagetora nunca le negaba nada y cuando cocinaba para el rey o sus hijos le daba todo para que lo probara. Sí, no se quejaría.


Fue por las famosas frutas. En su canasto llevaba de todo un poco pues kagetora no habia especificado. Cuando fue por las manzanas escucho el sonido tintineantes de espadas chocando y la vos que le pereció ser de Harasawa, quería saber de dónde provenían así que se subió al árbol. Llegando hasta lo más alto que pudo para tener una mejor visión.


Efectivamente era Harasawa, su vista se estaba deleitando con lo que parecía ser un entrenamiento entre su tutor y el príncipe menor. Una sonrisita se asomó por sus labios al verle contento y con esa mirada fiera mientras intentaba ganarle al más grande. No lo hacía nada de mal y eso le tenía impresionado.


La práctica terminaba con una inclinación de pelinegro hacia el más pequeño que era atendido por otro sirviente que le llevaba una toalla para que le secara el sudor. Al ver que se retiraba se dio por realizado. Bajo del árbol con una sonrisa en sus labios que se le borro al ver un ceñudo castaño.


—Las frutas son para hoy—le recrimino — ¿qué hacías arriba?


—Lo lamento, me distraje —rio rascándose la cabeza — estaba mirando a Harasawa-san. ¿Él es el que le enseña al príncipe a usar la espada? —kagetora tomaba las frutas mientras le escuchaba.


—Sí, Hara-san es unos de los mejores espadachines que tiene el rey. — dijo con orgullo.


—¿El podrá enseñarme a mí? — preguntó ilusionado cargando su canasto.


—No lo creo Daiki —contestó con pesar — él no puede darse esos permisos y a ti no creo que se tenga permitido —al menos por ahora — le dijo al ver su rostro desilusionado.


 


~


 


Los días pasaban y no habia podido ver al pelinegro para preguntarle. Estaba logrando conciliar el sueño cuando escucho sonidos provenientes de la cocina. Pensando que podía ser el mayor se levantó inmediatamente pero tratando de no hacer mucho ruido. Al llegar a la cocina se sorprendió al ver la silueta de alguien pequeño. No recordaba que hubiera más niños en la servidumbre aparte del él. Y tampoco podía reconocerlo ya que estaba todo tapado con una sábana. Se acercó sin hacer ruido y toco su hombro provocando que el intruso gritara y consecuencia el también. Ambos se taparon la baca al recordar que ninguno debería estar levantado así que gritar no era una buena opción.


Aomine abrió sus ojos con sorpresa al ver al joven de ojos rubíes, este sonrió y se quitó la mano de la boca al reconocerlo.


—Hola, ¡pensé que ya no volvería a verte! — le dijo con efusividad el pelirrojo causando un sonrojo en el moreno, no pensó que siquiera lo recordaría —¿Trabajas aquí? — Asintió —¿cómo te llamas?.


—Da-daiki


—oh Daiki, mi nombre es Taiga


—Lo se príncipe. ¿Qué hace aquí? — le vio fruncir el ceño.


—Dime Taiga — enseguida el moreno negó —¿porque? — Aomine recordó el momento en que habia preguntado por  él y le habia llamado por su nombre. Kagetora lo habia regañado diciéndole que no podía llamarlo con tanta confianza.


—oh — se estaba yendo cabizbajo, pero Aomine le detuvo.


 —¿Qué estaba haciendo en la cocina?


—¡Oh sí! — Dijo alegre nuevamente el recordar su ida a la cocina — es que me dio hambre ¿Sabes si hay algo para comer? —Preguntó sobando su pansa al son del sonido que hacía, el moreno no evito reír.


—Aquí nada — solo se cocinaba lo justo y si sobraba lo regalaban a la servidumbre y sus familias o solo se votaba — Pero podemos ir por fruta al huerto — decía mientras caminaba para salir por una puerta. A kagami parecieron brillarle sus ojitos y le siguió aferrándose a la sabana al sentir la fría noche.


—¿No tienes frio? — Aomine le miro castañeando sus dientes y rio.


—No, estoy acostumbrado. Si quiere puede volver a la cocina y esperarme ahí


—Claro que no — contestó aferrándose a su sabana.


—Príncipe… el otro día lo vi entrenando con la espada, lo hace muy bien —le alago recordando ese día


—¿Si? —Su mirada era tan alegre que Aomine le miraba de reojo y volvía a mirar hacia adelante un tanto incómodo.


—A mí también me gustaría  — susurro sin intención de que le escuchara mientras trepaba el árbol para ir por una manzana.


—Yo puedo enseñarte — dijo con ensoñación el pelirrojo cuando le vio bajar con unas preciosas manzanas rojas y grandes.


—¿Eh?


—Claro, yo te enseño — volvió a repetirle. Se sentó junto al árbol y comenzó a morder esa manzana con gusto. Aomine se sentó a su lado y se encogió cobijándose un poco en sus piernas después de todo si hacia un poco de frio.


Sus ojos volvían abrirse ante una nueva acción de ese pequeño a su lado. Kagami le habia puesto parte se sabana por sus hombros y se habia apegado a él.


—Yo te enseñare a usar la espada y  tú me llamaras por mi nombre — le decía comiendo su manzana y olvidando completamente sus modales. El pelirrojo no quería que le tratara como todos en ese palacio, habia visto en el moreno un posible amigo, el único niño que habia visto aparte de su hermano — ¿qué me dices?


—Es un trato — Aomine sonrió ampliamente. Habia conseguido su deseo y aunque aún no lo tenía claro algo más.


El silencio se hiso presente, pero era cómodo. Aomine se dedicó a disfrutar esa calidez que le brindaba tanto en su cuerpo como en su pecho. Escucharlo comer su manzana se transformó en algo grato para él. Con el tiempo comprendería porque tal entusiasmo a la hora de comer. Cada vez que el menor se escapaba  y provocaba un caos en el palacio, su castigo era no cenar y quedarse encerrado en su pieza.


Con el pasar de los años y ya contado con unos diez años su amistad solo se habia fortalecido con el pasar de los días.


Aomine habia mejorado considerablemente con la espada gracias a kagami. El verse cada noche para entrenar en el huerto habia tenido sus frutos. A veces también cambiaban la rutina para ponerse a jugar con los guardias durante la noche. Hacerles jugarretas y asustarlos era divertido, cuando los pillaban siempre el regaño se lo llevaba kagami, a él no podrían decirle nada así que  el moreno solo se escondía riéndose por la travesura.


El problema era cuando a kagami lo encontraba su padre o cuando lo encontraba ese guardia al cual kagami no le agradaba y por el sus travesuras eran informadas al rey. Kagami era acreedor de fuertes cachetadas que enrojecían  su mejilla y en  ocasiones llegaban a romperle el labio.


Con el tiempo también habia comprendido que su príncipe era más querido por los guardias a su cuidado y alguna servidumbre que por su mismísimo padre y hermano  al cual solo habia visto una pocas veces.


Solo una vez a los trece años habia reunido el valor de decirle a kagami que mejor dejaran de verse. Su amistad jamás seria  aceptada por el rey y por su culpa a Kagami lo estaban castigando cada vez más severamente. Se lo habían repetido tantas veces que al final habían logrado  convencerlo de que era lo mejor.


Esa noche se le rompió el corazón al verle llorar mientras le decía que no lo dejara que era lo único valioso que tenía y que a  él no le importaban los golpes de su padre o de algún guardia mandado por él. Lo cual era verdad estaba tan acostumbrado que ya no le importaba.


Aun así, no dio pie atrás en su decisión. Era lo mejor.


Los días pasaban y se daba cuenta de que no habia sido lo mejor. Lo echaba tanto de menos que a veces salía a escondidas solo para poder verlo y ver como estaba, en una esa rondas se habia enterado que kagami no se encontraba en palacio. Se habia alterado,  por su mente pasaron mil conjeturas llegando a la conclusión de que la idea de no volverle a ver  ni siquiera de lejos le asustaba.  


—Es normal que no este o que ahora pase menos tiempo en el castillo —le respondió kagetora ante su pregunta mientras cocinaba — kagami ya está más grande y tiene que comenzar a atender sus deberes reales. Acompañar a  su padre por protocolo conocer las tierras los otros reinos entre otras cosas.


—Ya veo —dijo desanimado.


—Anda deja de distraerte y ve arreglar el jardín — le distrajo el castaño. Ahora ya tenía permitido salir, hace ya unos tres meses le habían dado ese trabajo. No se negó y reconocía que le gustaba bastante, el jardín era inmenso y hermoso, podía respirar aire puro y lo más importante… más accesibilidad para ver a kagami.


Ese día arreglaba el jardín cuando vio que la realeza llegaba junto con su sequito de guardias. No evito que sus ojos buscaran a su amigo  y cuando lo encontró sonrió, algo pequeño que se esfumo al instante cuando vio esa mirada completamente fría dirigirse a él.


Esa misma noche habia tomado la decisión de ir a buscarle, pedirle perdón si era necesario.


Kagami se despertó al sentir un golpe en su puerta, era tan despacio que casi ni se oía. Pero era  tan insistente que habia logrado despertarle. Aun somnolientos se levantó abriendo la puerta para ver de quien se trataba. Su cuerpo se sobresaltó por completo al sentir una mano en su boca al tiempo de que alguien ingresaba bruscamente en su habitación  cerrando la puerta en el proceso.


El miedo y la sorpresa le invadieron, pero se relajó al reconocer a Aomine. Este le hacía señales para que no hiciera ruido. Ambos se miraban en silencio escuchando los claros pasos de los guardias pasar por fuera de la habitación.


—Fiuss — respiro más tranquilo el moreno. Soltó al príncipe y llevo una mano a su pecho para relajarse, llegar a esa habitación fue toda una odisea.


—¿Que estás haciendo aquí? ¡Acaso te volviste loco! — susurraba.


—Puede que un poco — rio pero al ver que kagami no lo hacía se puso serio —quería verte — confeso.


Esas dos palabras eran todo lo que necesitaba. Se pasaba los días pensando en si lo iba a ver a la cocina o no, pero su obstinación se lo impedía. Después de todo la decisión de ya no verse no habia sido suya.


—Yo también —le dijo con una poco de vergüenza.


—Ah te sonrojaste, si serás lindo — le molesto ganándose un golpe en el estómago.


—No te pases de listo.


—Como ordene mi príncipe — dijo con una mano en su estómago, iba a inclinarse pero se detuvo antes de que otro golpe impactara con él, sabía muy bien que no le gustaba que le llamara así —estas golpeando duro Taiga — se quejó luego.


—Es tu culpa además —camino a su cama —te lo merecías por demorarte tanto en buscarme.


Aomine rio por lo bajo, su ángel seguía siendo igual, pensó que después de tanto tiempo algo habia cambiado en el pero no, seguía siendo el mismo niño cálido que habia conocido hace años.


—¿Vas a dormir?


—Si estoy cansado.


—Está bien, nos vemos mañana — le dijo alegre de que por fin pudo hablar con él y de manera natural.


—Daiki… — se detuvo antes de tocar la puerta y miro al chico en su cama —ven quédate conmigo —Aomine no lo creyó prudente así que se negó alegando que no era seguro— deja que yo decida eso, ¿te he echado de menos sabes? Me siento seguro cuando estás conmigo —le menciono casi cayendo en la inconciencia, Aomine ya estaba a su lado de la cama viendo como lentamente caía en un profundo sueño. Él todavía se  seguía debatiendo en si acostarse a su lado o  irse de ahí algo le decía que al otro día kagami se enojaría si hacia lo segundo así que accedió, apenas su cabeza toco la cabecera kagami se acercó y le abrazo


Conmovido ante lo que tomo como una completa aceptación a su error le abrazo también, casi en un arrebato lo habia hecho con fuerza al sentir lo mucho que el también lo habia echado de menos.


Noches como esas le vinieron muchas más, cada noche Aomine se escabullida y se perdía en la habitación del príncipe, hablaban hasta el cansancio para luego dormir  abrazados.


Habían días simplemente en los que no se veían, pasaban semanas también. Pero ya cuando se veían todo era normal, jugaban se escapaban, peleaban y hasta se golpeaban. Ambos practicaban con la espada ahora ya más enserio y más lejos de los terrenos del reino debido al ruido que causaban.


Por aquello días ambos se había enterado del porque el rey no quería a kagami, en una de sus discusiones el hombre se lo había gritado al mismo tiempo que lo abofeteaba. Ser el hijo producto de una relación de su madre con su caballero le hizo acreedor del desprecio y maltrato del rey.


Aomine lo ayudo a superar la depresión que le había causado aquella verdad, el hombre se había encargado de matarle todos los recuerdos atesorados que tenia de ella. Con su ayuda y la del tigre que era lo único que quedaba de su madre, salió adelante llegando a la conclusión de que su madre había tenido sus razones para hacer lo que hiso.


Aomine también había comprendido la extraña relación que existía entre kagami y su hermano menor.


Cuando le había preguntado al pelirrojo porque no se acercaba e él. Kagami con tristeza le había contado que era por su seguridad, su padre una vez había golpeado al pequeño cuando le había visto con él, supuso que si le creía una debilidad se desquitaría con el menor para llegar a él y no quería eso. Con el tiempo se dio cuenta de que tenía razón, tuvo que cargar con el rencor de su hermano pequeño, pero aun así era feliz porque el no tuvo con cargar con el ojo encima del rey. También en su ignorancia había entendido por que el heredero legítimo era su hermano menor y no kagami que era mayor.


Un hombre que pudiera procrear era más valioso que un varón o una mujer por ende a un doncel heredaba el trono y de no haber seria el varón.


 


~*~


 


Con dieciséis años Aomine habia logrado llegar al nivel de su amigo, habían noches en las que se enfrascaban en una batalla campal de querer vencer al otro. Ambos muy competitivos. En ocasiones kagami se frustraba y le decía que no podía sublevarse él era su príncipe no podía ganarle, el moreno solo se reía y le desordenaba el cabello..


—Ya pronto es la elección de su caballero — mencionó el castaño. Los tres tomaban tranquilamente desayuno —¿Sabes si ya tiene algún favorito?


—No, kagami está siendo muy estricto, creo que no tiene interés en ninguno — decía el pelinegro mirando a su pequeño discípulo como si el tuviera la culpa de aquello.


—¿De qué hablan? — preguntó curioso.


—Ah es que Todo príncipe al cumplir los dieciséis hace la elección de un caballero, un guardia de sangre noble que estará a su lado por siempre, en el palacio ya hay uno que está en la lista, el hijo de Nijimura, de seguro lo conoces es Hanamiya. —el peli azul arrugo el entrecejo, claro que lo conocía ese chico siempre le miraba mal y últimamente se lo pasaba pegado a su pelirrojo amigo.


—¿Yo…puedo ser su caballero? — preguntó ingenuamente, kagetora no supo cómo responderle y Harasawa rio.


—Es imposible, dijo muy claro de sangre noble, además de que ni siquiera sabes tomar una espada, de seguro matarían al príncipe antes de que tu siquiera puedas desenvainar tu espada.


—Se perfectamente manejar una — grito levantándose de la mesa y mirando fieramente el mayor que se habia burlado.


—¿Así?... veremos qué tan vergonzoso eres —Se levantó de la mesa y salió con el menor detras — el castaño iba a detenerlos —tu ven con nosotros.


Llegaron a la zona más alejada del huerto, Harasawa se quitó la espada de su espalda y se la tiro al moreno.


—Bien las reglas son estas, kagetora será kagami, si llego a él y   logro lastimarlo, olvídate de tus estupideces ya que por ellas mismas e príncipe estaría muerto ¿entiendes? — a kagetora le cayó una gotita en su frente “¿Cómo es que las cosas estaban resultando así?”


Aomine tomo fuerte la espada y decidido la desenvaino tomando posición defensiva enfrente de su príncipe a defender.


Harasawa se impresiono al ver que su pose era correcta y la espada la sujetaba con firmeza. Al verle así  no dudo en atacarlo con seriedad sorprendiéndose nuevamente al ver que Aomine se habia defendido chocando sus espadas con fuerzas, Harasawa iba enserio al percibir que ese chico podía ser in rival digno, su mirada evaluaba cada ataque, cada posición y cada error, algo curioso llamo su atención, sonrió agachándose y con sus pies hizo caer al más joven, en ese lapso de segundo Harasawa tenía a kagetora en el suelo  y con la espada en su garganta listo para clavarla.


—Creo que gane — dijo levantándose y ayudando a levantarse al pálido castaño. Aomine se levantó derrotado — dime quien te enseño y no me mientas.


—Taiga


—Desde hace cuánto tiempo


—Desde que llegue al palacio


—Qué relación tienes con el— Aomine se puso completamente rojo ante la pregunta directa


—¡N-Nada! S…Somos amigos — grito. Harasawa rio esa pregunta habia sido solo para molestarlo.


—Imagine que habia sido el, cometes sus mismo errores, el príncipe es bueno y podría ser aún mejor pero no tiene lo que se necesita — el moreno estaba  asombrado. Para el kagami era perfecto —¿Qué es lo que quieres tú?


—Ser el caballero de Taiga


—Eso es imposible —dijo severo


—Entonces solo quiero protegerlo— dijo firme aferrándose a esa espada, que era incluso más pesada que las que le daba kagami.


—Bien  con eso bastara — le dijo para luego desordenar sus cabellos —has crecido Daiki, la cocina ya es muy pequeña para ti.


El pelinegro estaba pensativo Se habia dado cuenta de la cercanía de entre el príncipe y el chico pero nunca se habia imaginado que fuera tanta, kagami no era alguien malo, pero al no heredar el trono sino su hermano menor  y mencionando también que su padre no le quería, no tenía interés en muchas cosas o al menos eso es lo que aparentaba en los últimos años. Se habia dado cuenta de que kagami se habia convertido en alguien que solo seguía ordenes de su padre. O al menos eso era lo que habia pensado. Al parecer ese cálido niño que pensó habia cambiado para ser la sombra de su padre si se habia aferrado a algo de luz para él.


“¿En que está pensado príncipe?” se decía en su mente al recordar nuevamente la forma de pelea de Aomine, esa forma era de alguien a la defensiva para “proteger y defender a la vez sin resultar lastimado” como se lo habia enseñado una vez a kagami, el pequeño pelirrojo se habia mostrado indiferente diciendo que no le interesaba proteger a nadie y poco le importaba su vida. Ahora se daba cuenta que quizás no era así.


Sonrió al comprender que su pequeño príncipe seguía en su interior siendo el mismo.


El moreno no le entendió en ese momento pero a los días siguientes habia comprendido, no podía convertirse en el caballero de Taiga pero si gracias a Harasawa habia obtenido el permiso para convertirse en guardia del palacio. Su ropa ahora esa distinta, se notaba a leguas que su rango ahora era diferente. Aprendiz bajo la misma tutela de Harasawa. Estaba orgulloso y ya quería poder contarle a kagami.


Ahora podía recorrer el palacio a gusto, y de encontrarse con algún miembro real  solo debía inclinarse.


Las practicas comenzarían y por primera vez podría ir a entrenar donde lo hacia kagami y los chicos que habían llegado con la meta de convertirse en el caballero del príncipe menor, cuando llego su amigo pelirrojo ya se encontraba luchando con el chico de cabello negro y mirada turbia al menos hacia él. Con orgullo vio como kagami le vencía y le reducía en el suelo. Se escucharon los aplausos de los otros tres chicos y de Harasawa.


—Muy bien príncipe, ha mejorado bastante, difícilmente podría encontrar un rival digno para usted. — le alago y Aomine asintió.


—Realmente espero que llegue pronto uno tan bueno como usted Harasawa-san— le dijo mirando con una sonrisa al moreno que no paso desapercibida por nadie. Gran error.


—Eso jamás príncipe. Pero tengo un nuevo discípulo que quizás y pueda bajarle los humos —dijo haciéndose a un lado y dándole lugar a Aomine que se mostraba aterrado, luchar con kagami por las noches era una cosa, con público era otra.


—Con gusto — kagami movió su espada con elegancia y se puso frente al moreno, la lucha comenzó y ambos sonreían ante cada choque. Se conocían tan bien que eso casi era un juego para ellos, aun así kagami se esforzó el doble para ganarle —Eres bueno —Dijo dándole su mano, todos quedaron impresionados por ese acto, nadie sabía que ellos se conocían así que para sus ojos eso habia sido un gesto de aprobación  y reconocimiento por parte del príncipe, Aomine contento por eso la tomo sonriendo.


—Muchas gracias mi príncipe.


El pelinegro lo fulmino con la mirada y la verdad es que los otros no le miraban mejor. Dio un paso hacia adelante desenvainando la suya.


—Si me lo permite Príncipe, me gustaría comprobar que tan bueno es.


El pelirrojo lo pensó conocía a Hanamiya y este no se andaba con rodeos, miro a su mentor y este asintió, dándole su aprobación.


—Supongo que ya estamos en  “entrenamiento” — dijo claramente mirando con advertencia al pelinegro.


Aomine se tensó, nunca habia luchado con alguien diferente a kagami y Harasawa. Siempre tenía la confianza de que ellos no le lastimarían pero este chico tenia la impresión de que le odiaba sin saber porque.


La lucha comenzaba y parecían ir la par, pero kagami y su mentor  tenían claro que Aomine le ganaba en técnica y el mismo Hanamiya se habia dado cuenta. El moreno en un último intento y con agilidad tomo su mano levantándola y con la otra apunto su espada en cuello del chico pelinegro que le miraba con impotencia. Rápidamente se alejó un poco de la punta y con su cabeza se dio impulso para darle en todo el rostro al moreno. Que retrocedió tapándose la cara.


Hanamiya aprovecho para atacarlo.


—Basta — grito kagami con miedo, Aomine al escucharlo levantó su espada para defenderse aun sin poder ver nada debido a que su vista estaba borrosa.


No espero que kagami se atravesara para defenderlo de Hanamiya y que accidentalmente con su espada le pasara a llevar el brazo.


La pelea se detuvo los espectadores corrieron a ver al príncipe mientras Aomine no podía creerlo, su nariz estaba sangrando pero el dolor se le habia olvidado al ver que con su espada había dañado a kagami.


Harasawa, estaba cerca también ya que iba a defender a Aomine pero Taiga se le habia adelantado todo habia sucedido tan rápido que se habia quedado igual que su discípulo.


Kagami le miro con tristeza —Estoy bien — le dijo sonriendo, no quería que le mirara así habia sido un accidente — les digo que estoy bien —dijo más serio a los demás — fue solo un rasguño —Harasawa-san será mejor que revise a su discípulo.


Este lo hiso y tomo al moreno que no era capaz de levantar la cabeza. Una vez desaparecieron Kagami se sostenía su brazo y miro furioso al joven que se notaba arrepentido era verdad que habia querido dañar al moreno pero no a kagami.


—Esto era un entrenamiento.


—Lo se


Kagami dio media vuelta y se fue con su brazo ensangrentado.


Durante el día no habia dejado de pensar en Aomine, lo habia esperado hasta altas horas de la noche pero el moreno no habia aparecido. Si pensaba que se podía librar de él estaba muy equivocado así que a  hurtadillas y como buen ladrón se habia escabullido a la zona de servidumbre, nunca habia estado en la habitación del moreno pero si sabía cuál era.


Llego y entro, no se dio el tiempo de golpear y mucho menos anunciarse para que en menos de un segundo lo pillaran.


La habitación era demasiado pequeña una cama de lo que podía ser una plaza, un  mueble a un lado y una pequeña ventana. Vio el bulto en la cama he inmediatamente reconoció a su moreno amigo. Se sentó a su lado y lo observo a detalle. Su nariz no estaba rota pero si tenía un gran moretón en su hermoso rostro.


Tuvo el insano deseo de acariciarlo pero se detuvo, no quería despertarlo. Mientras le miraba volvió a perderse en sus propios deseos. Pensando en todo lo que  desde un tiempo ese chico le estaba provocado, sabia claramente lo que era pero ni siquiera tenía el valor de nombrarlo.


El moreno de apoco fue abriendo sus ojos notando los rojizos sobre él, estaba tan acostumbrado al verle que no le asusto. Sus ojos se dirigieron a su brazo sin poder notar nada ya que obviamente la herida estaría vendada y cubierta bajo esa polera blanca.


—Lo lamento


—Fue un accidente, el idiota de Hanamiya hiso trampa — le dijo sonriendo —¿cómo está tu nariz?


—Me duele pero no está rota — rio —y tu…


—Está bien ya prácticamente está cerrada solo fue algo superficial, así que no te preocupes por ello — no importaba lo que su príncipe le dijera nada haría que se sintiera mejor —hazte a un lado — le dijo haciendo que Aomine se moviera y le hiciera un espacio.


—Es muy pequeño — menciono Aomine, kagami se acostó y efectivamente se hacía pequeño pero a la vez muy cómodo.


—Tienes razón — dijo sonriendo y abrasándose a ese cuerpo que con los años había crecido. ¿Sería rechazado por aomine si le desea sus sentimientos? Pensó de pronto, haciendo que su cuerpo temblara de miedo.


—¿Qué pasa? ¿Tienes frio? — preguntó al percibir su temblor, kagami le miró fijamente, en la penumbra podía ver sus ojos fijos en sus persona. Las palabras eran demasiado difíciles y se atoraban en su garganta, pero aun así quería gritarlas —Tai…


La cálida presión en sus labios le calló por completo. Habia sido un beso tan fugas que enserio se estaba preguntando si habia pasado o no. Quizás solo habia sido algo que su mente estaba maquinando en su contra. Pero tampoco quería seguir pensando, fuera verdad o no solo quería repetirlo.


—Dai…


Era su turno, Aomine le habia besado por unos bellos tres segundos antes de alejarse, sonrió ante lo que podría ser una respuesta a su intento de declaración.


Ambos se miraban y en la oscuridad de aquella habitación dos bellas sonrisas  alumbraron la imagen del otro. Las palabras sobraban. Otro beso más largo que los anteriores  se hacía presente, tímido, avergonzado e inexperto pero con toda la disposición  de que fuera algo tan firme como los sentimientos que ambos se profesaban.


Entre beso y beso conciliaron el sueño, uno abrazado al otro entrelazados y aferrado aquello que les habia dado luz a su vida.


 


~*~


 


Al día siguiente kagami se habia levantado muy temprano. Tenía que irse antes de que alguien le viera saliendo de ahí o aun peor notaran que no estaba en su cuarto. Fue a darle un  tierno beso de despedida cuando Aomine lo tomo de la nuca y lo tumbo en la cama posicionándose sobre él.


—¿Acaso te volviste loco? —susurro sonriendo al verle bien ahora gracia a la luz que se colaba por la ventana, su mano la guio a su mejilla y su rostro entristeció al ver que el moretón en su nariz era muy notorio.


—Ya se borrara — dijo besándole nuevamente, sus labios ahora eran seguros, besaba a kagami con lentitud y devoción, este se aferraba su espalda haciendo que el beso se volviera intenso y sofocante, ninguno habia hablado de sentimientos, pero llevaban tanto tiempo juntos que confiaban ciegamente en el otro. Aquello no era un simple juego y no querían arruinar con preocupaciones innecesarias algo que estaba recién iniciando.


—Veámonos en la noche — le dijo Kagami — afuera con Arcan. —iba saliendo pero se detuvo a mirarle y cuando le vio asentir se fue.


Aomine se recostó en la cama tanteando sus labios y sonriendo instantáneamente hoy se lo diría, fuerte y claro, no dejaría algo tan importante a la intemperie.


El día transcurrió con normalidad. Para kagami los días en los que su padre no estaba, pues andaba fuera de palacio eran los mejores, solo hacia sus deberes y luego se entretenía  leyendo algún libro o bien entrenando. Hoy al menos solo quería que trascurriera rápido para poder encontrarse nuevamente con Aomine.


Se extrañó cuando llego Harasawa sin Aomine pero aun así se habia aguatado de preguntar por él.


La noche habia llegado y no habia rastro de Aomine. Lo espero, siguió esperando pero nada, pensó que a lo mejor lo habían pillado y no habia podido salir así que volvió a su habitación, sin embargo antes de entrar sus pies lo llevaron a hacia la pieza del moreno, su corazón pulso con fuerza al verlo vacío.


No estaba. ¿Porque rayos no estaba?, salió de ahí y volvió a su habitación, logro conciliar el sueño mientras seguia esperando que Aomine ingresara en cualquier momento pero no lo habia hecho.


Temprano en la mañana fue a la cocina se encontraba inquieto. Al escuchar a Harasawa se quedó afuera escuchando.


—¿Fuiste a verlo?


—Si le lleve comida anoche, lo hubieras visto


—Yo sabía que le traería problemas, después de esto lo mejor será sacar a Daiki de aquí.


Kagami abrió sus ojos asustado, ¿Qué fue lo que habia pasado? Entro mirando a ambos mayores.


—¿Dónde está?.


Harasawa se levantó impresionado por esa fiera mirada. No quería decirle. No quería causarle problemas también a kagami, pero también sabía que el único que podía ayudarle era él.


—En el calabozo


—¡¿Qué?! ¿Porque?


—Al parecer llego a los oídos de la guardia de que Aomine le habia atacado y lastimado con artimañas durante un entrenamiento. Fue severamente castigado.


No escucho más salió hecho un energúmeno de ahí dirigiéndose a la zona de castigos, ese habia sido Hanamiya. No le quedaba duda. Kagetora iba detrás de él tratando de que no hiciera nada que lo pudiera perjudicar o causarle problemas.


—Abran la puerta.


—Príncipe no tiene permitido estar aquí.


—¡Que la abran! — grito. Un chico joven agarro unas llaves y se acercó a abrir la puerta. Estaba oscuro pero la tenue luz que se coló de afuera le permitió ver una imagen que le rompió el corazón.


Aomine se encontraba tirado en el suelo con su ropa rasgada vislumbrando heridas enrojecidas en varias partes de su cuerpo.


—Quien dio la autorización — preguntó mordiéndose su rabia.


—No lo sabemos solo lo trajeron aquí —nunca habia visto al príncipe enojado, por lo que no estaban seguros de que lo estuviera —y… y ordenaron  que no lo dejáramos salir.


Kagami le miraba y no sabía qué hacer, quería correr a su lado pero sabía que no podía mostrar tal interés, apretó sus manos poniendo sus nudillos blancos.


—Llévenlo a su habitación kagetora los guiara —antes de que un guardia interfiera lo interrumpió —No sé qué les habrán dicho pero obviamente fue un error, sáquenlo de aquí —dijo antes de dar vuelta y salir de ahí.


Sus pies deambularon sin rumbo por el castillo preguntándose qué estaba haciendo. Que era lo que quería y si todo lo que hacía estaba bien.


Llego a las afueras. A aquellos jardines solitarios en los cuales solía refugiarse de pequeño. Sonrió con tristeza al recordar que no le habia mostrado ese lugar  aún al moreno. Se sentó en una banca blanca y bajo la cabeza. Las ganas de llorar le invadieron al pensar en ese hombre que ocupaba su mente día y noche. Rio al pensar  como todo habia pasado, ni siquiera podía recordar el momento en que sus sentimientos por Aomine habían cambiado.


—Kagami


Al escuchar su nombre proveniente de esa voz  se enderezo y disimuladamente se secó sus lágrimas. La rabia volvía apoderarse de él.


—¿Qué haces aquí?


—Quería disculparme, lo de ayer fue culpa mía, si hubiera sido más rápido no habría dejado que ese sirviente te dañara. —kagami se mordió el labio aguantándose, se dio vuelta y miro al pelinegro con una cálida sonrisa en su rostro.


—No fue culpa tuya Hanamiya así que no te culpes— kagami acaricio su mejilla y el chico se apoyó en aquella mano que le brindaba tanta paz —creo que juzgue muy rápido a ese joven, no es tan bueno si comete errores tan tontos ¿no lo crees? —quito su mano y se dio vuelta al no poder seguir manteniendo una careta buena ante la rabia que sentía.


—Así es mi príncipe yo jamás cometería esos errores


—Lo sé — dijo al verse abrazado por el pelinegro. Resentía el contacto pero le dejo. Aquel chico desde que había llegado al palacio lo habia hecho con la intención de estar a su lado, su padre se lo habia presentado como uno de los mejores candidatos  y de confianza al ser hijo de Nijimura. De alguna manera sabía que el pelinegro daría la vida por defenderlo, pero habia algo en el que nunca termino por convencerlo.


—Taiga —le dio vuelta —Elíjeme a mí —el pelirrojo sintió esa mano en su mejilla, esa mirada perdida en sus labios y se dejó llevar. Hanamiya le beso despacio he inseguro de una negativa que no llego.


Fue kagami quien decidió romper el contacto no pudiendo sentirse peor por lo que habia hecho. Aun así forzó una sonrisa.


—Ya hemos hablado de esto Hanamiya


—Lo se discúlpame dije que no iba a presionarte, que descanse mi príncipe — sostuvo su mano y la beso antes de retirarse.


Kagami inmediatamente se limpió la boca con su mano y salió rápidamente  de ahí rumbo a la cocina. No se fijó si alguien lo vio, ni tampoco le preocupo la servidumbre en la cocina, solo tenía una cosa en la mente.


Entro sigilosamente a la habitación de Aomine, lo único que esperaba era que estuviera bien. Al ver que kagetora se encontraba a su lado se quedó parado al lado de la puerta, el hombre castaño le miraba con extremo cariño mientras limpiaba las heridas de su cuerpo. Hace un tiempo lo había notado, tanto el castaño como su profesor Harasawa le tenían un cariño especial a su moreno amigo, sonrió con algo de felicidad al comprender que Aomine si podía tener algo similar a una familia.


—¿Como esta? — el castaño se levantó y le miro asombrado, ese no era un lugar para que el príncipe estuviera.


—No es prudente que este…


—Solo quiero saber cómo esta — el castaño vio su sinceridad y de alguna manera se sintió mal por él.


—Está durmiendo sus heridas no son de gravedad, sanaran en unos días. No se culpe


Kagami le sonrió y luego perdió su vista en el durmiente y apretó sus labios ante el impulso de acercarse.


—Si algo llegara  a pasar por favor infórmeme — dijo para luego retirarse. Al salir por la cocina se encontró con que Harasawa le miraba, de alguna manera intuyo que le estaba esperando.


—Kagami-sama ¿Qué relación tiene con Daiki? — esa pregunta le dejo helado, si le se la hubiera preguntado hace unos días abría contestado que eran amigos… pero ahora.


—Somos amigos —contestó pasando por su lado.


—¿Que le puede ofrecer alguien como Daiki? —se detuvo a su lado al sentirse descubierto y le miro enojado.


—Nada —Harasawa se sorprendió ante esa respuesta — se a lo que se refiere, ahora yo se lo pregunto ¿Qué le puedo ofrecer yo?


El pelinegro bajo sus brazos ante esa pregunta, la respuesta era la misma. Al ver tanta tristeza y soledad en él se dio cuenta de que había cometido un error. Sin embargo no había tenido tiempo de disculparse pues kagami ya se había ido.


Entrada la noche. Le había costado pero había logrado conciliar el sueño. No sabía cuánto había dormido cuando sus parpados amenazaban con abrirse al sentirse cálido y de alguna manera protegido. No había algo diferente a las otras mañanas en las cuales despertaba y eso de alguna manera le era extraño.


Se dio vuelta ante el calor en su espalda y casi se cae  al ver a Aomine plácidamente dormido a su lado. “¿Qué rayos estaba haciendo ahí?”


—Buenos días —le sonrió. Kagami noto la nueva adquirida palidez en el rostro del moreno. Y se sentó en la cama apretando sus nudillos. Aomine hizo lo mismo y se sentó frente a el —gracias por sacarme de ahí, kagetora me lo dijo.


—¿Qué haces aquí?


—Vine a dormir contigo.


—No quiero que vuelvas por aquí Aomine


Lo había escuchado fuerte y claro, pero antes de que le doliera también lo había comprendido, su mano con gentileza levantó su mentón para que le mirara.


—No digas eso, no ahora, esto no fue tu culpa Taiga — Kagami le miraba y mientras mas observaba su rostro golpeado, más mal se sentía, si seguía con el solo terminaría causándole problemas, tanto tiempo ocultando su amistad y ahora por una descuido suyo pasaba esto. Bajo la mirada pero Aomine lo tomo de ambas mejillas levantando su rostro de nuevo — desde pequeño siempre eras castigado por las jugarretas que ambos hacíamos y con una sonrisa en tu rostro me decías que no importaba ahora mírame.


Las lágrimas de kagami acudieron a sus ojos al verle sonreír, bajo su mirada y cerro sus ojos aferrándose aun a sus últimas palabras.


—Dijiste que yo no te podía ofrecer nada —kagami abrió sus ojos y le miro con profunda tristeza al saber que había escuchado aquello — pero luego de escuchar lo otro creo que comprendí, ninguno de los dos tiene nada, pero ambos tenemos lo único que el otro necesita ¿no  es así?.


Kagami en ese momento que pensó que podría haber malinterpretado sus palabras comprendió que prefería arriesgarse estando con el que sin él. Lo abraso despacio y suavemente con cuidado de no lastimarlo.


—Idiota. —el moreno sonrió y le abraso respirando su dulce aroma


Estuvieron un momento abrasados hasta que Kagami rompió el contacto.


—Tengo algo que decirte —Aomine le puso atención —tenemos que tener cuidado con Hanamiya estoy seguro de que fue el quien informo lo del accidente cambiando un poco las cosas.


—Hace un tiempo tengo la sensación de que no le agrado —rio ante su incomprensión, kagami apretó sus dientes y la culpa le invadió —no pensé que fuera hasta este extremo.


—Veras… por eso pienso que si fue mi culpa, debí ser más cuidadoso hice mal en  mostrar mi agrado hacia ti sabiendo que estaba el presente —Aomine se recostó en su regazo he instintivamente el pelirrojo comenzó a jugar con su cabello dándole caricias de vez en cuando.


—mmm ¿Tanto quiere ser tu caballero? Aunque suena más como si le gustaras, si fuera ambas ya veo porque me odia—bromeo, pero al no escuchar respuesta se puso serio y se levantó mirando fijamente al pelirrojo —¿le gustas?


—No lo se, no lo creo —sonrió


—Nunca me has mentido y creo que ahora lo estás haciendo —le reprocho achicando sus ojos —le gustas ¿verdad? —Kagami suspiro y asintió — ¿él te lo dijo?


—Si hace un tiempo, pero yo lo rechace, creo que no lo tomo bien pero aun así dijo que se conformaría con estar a mi lado pero…


—¿Pero?


—Veras mi padre escucharía a cualquier persona antes que a mí, por eso por favor compréndeme no podemos tener a hanamiya de enemigo.


Aomine le quedo mirando y no comprendió del todo, se estaba ¿justificando? ¿Pero porque?


—¿Qué hiciste? —kagami trago seco.


—Lo…lo bese —la cara de Aomine cambio en un segundo — ¡No lo bese! es decir...


—Taiga.


—Escúchame, ayer me beso pero no hice nada para alejarlo, pero te juro que solo fue eso, lo…


—Ósea que yo muriéndome en un calabozo y ¡tú! ¡Besándote con el que me metió ahí!  —si estaba enojado y no hacía falta preguntar porque.


—¿Acaso no escuchaste lo que dije antes? —oh sí, claro que lo había escuchado pero ahora no quería comprender —sé que no estuvo bien, en ese momento le hice creer que me había equivocado contigo que no eras tan bueno y cuando me beso creí que sería un punto a favor para que creyera lo que le decía no me fio de él.


Aomine apretó los dientes y se lanzó sobre él.


—¿Qué haces idio…


No quería seguir escuchándolo, había entendido porque lo había hecho, pero no estaba de acuerdo.


—Te perdonare esta si prometes que no volverás hacer algo así —kagami sentía todo el peso sobre su cuerpo y se sonrojo por la posición.


—N…no recuerdo haber pedido perdón —desvió la mirada


—¡Taiga! —dijo cortante tomo su rostro y le obligo a mirarle


—Está bien lo prometo —enseguida Aomine junto sus labios dando inicio a un beso tan posesivo como el no creyó que fuera. Sus labios hacían y deshacían en esa dulce boca que intentaba seguirle el ritmo, extraños y excitantes gemiditos salían de la boca de kagami que obligaban a Aomine a seguir besándole sin descanso con tal de seguir escuchándolos. Y quería mas no sabía que exactamente pero quería algo más que estaba dispuesto averiguar si no fuera porque el ruido en la puerta casi hace que les dé un paro cardiaco.


Ambos rieron despacio al ver sus rostros de susto y luego les siguió un tierno beso sellando ese momento.


 


~*~


Ya solo quedaban unos días para la ceremonia del príncipe. Por pedido de kagami, Aomine se había tenido que alejar un tiempo. Su padre se había enterado de que había liberado a un prisionero y lo había castigado nuevamente. Poco le habían importado las razones si no el hecho de la atribución que se había tomado no estando el presente.


Por más que se había alejado de Aomine y se había acercado más a hanamiya se dio cuenta de que no había dado resultado. Hanamiya no se quedaría con la duda y no quedaría tranquilo hasta deshacerse del moreno. Por las preguntas inquisidoras que le había hecho el rey estaba seguro de que ciertos comentarios habían llegado a los oídos del rey y eso le tenía preocupado.


~*~


Hoy era el día, Aomine miraba como  todo en el palacio era una caos organizando todo para la fiesta que se daría en la tarde en la celebración del príncipe, vendrían reinos de todas partes y de la noblezas por doquier.


Y él lo único que quería era ver a kagami, estaba nervioso. No sabía que tanto cambiarían las cosas ahora que kagami cumpliera los dieciséis y anduviera con su caballero para todas partes. Tampoco había tenido tiempo para preguntarle a quien elegiría.


Pero si de algo estaba seguro era  de que no sería Hanamiya.


—¿Qué haces? —kagetora había ingresado a su habitación.


—Nada


—Pues deja de holgazanear y empieza a arreglarte


—¿Y eso para qué? — contestaba desganado, echado en su cama.


—Como que para que… hoy es la ceremonia del príncipe o ¿lo olvidaste? —Aomine se sentó y vio al castaño con un traje en su mano.


—Pensé que yo no podía asistir — dijo impresionado al ver ese traje azul perteneciente a la guardia general.


—Claro que si, estarás al lado de Harasawa, asi que  al baño. Vamos a cortar ese cabello y  a ponerte bien lindo.


~


Kagami se encontraba ansioso y nervioso por lo que pasaría en unas horas. Recorrer el palacio le pareció una buena opción. Sus pies le guiaron a aquel inmenso cuadro que retrataba la hermosa imagen de su madre, no solía ir a verlo muy a menudo pues aun lado se encontraba la sala de estar en donde mayoritariamente se lo pasaba el rey cuando estaba en palacio.


Estaba por irse cuando le pareció escuchar la vos de hanamiya dentro.


—“Ese chico no me agrada”  —decía su padre quiso irse, pues nada bueno saldría si lo pillaba escuchando. Pero la curiosidad le gano — no haremos un alboroto ahora, pero luego de la ceremonia quiero que se deshagan de el —¿De quién hablaban? Pensaba — lo quiero lejos de kagami.


—“Como ordene su alteza” — ese había sido hanamiya. Solo un nombre se instaló en su mente y sintió crujir su pecho. Retrocedió unos pasos para luego salir corriendo.


“Eso no pasaría”.


La ceremonia dio lugar en el recinto, el rey se encontraba en su trono con sus dos hijos a sus costados sonriendo con fingido orgullo. Y recibiendo a cada quien llegaba y se reverenciaba para rendir honores y felicitar al festejado.


Un discurso sin vida para kagami dio paso a que la aglomeración se levantara y aplaudiera con elegancia a tan bellas palabras  del rey para su hijo.


—Ahora mi hijo elegirá a su caballero —le tendió su mano y kagami la tomo poniéndose a su lado.


Aomine miraba con atención a kagami, cuando un pequeño que había llegado hace un tiempo. Le dejo un papel en sus manos y se fue antes de que alguien lo viera. Sus ojos le siguieron por un momento hasta que desapareció. Abrió el papel y luego miro sorprendido a kagami que asintió en un fugas miramiento.


“Pasa adelante cuando los cabellaros lo hagan y has lo mismo, por favor confía en mí. Kagami”


—Pasen adelante los caballeros —dijo con vos gruesa y fuerte un hombre robusto y canoso conocido como la mano derecha del rey.


Hanamiya se levantó se puso enfrente  dio una reverencia y retrocedió.  Se afirmó con una rodilla en el suelo y con una mano a un lado y la otra en el pecho se inclinó. Mismo acto lo repitieron cuatro caballeros más.


Aomine se levantó y bajo la atenta mirada de todos los presentes hiso lo mismo. Para la mayoría solo era un caballero más, nadie externo al palacio sabia de su procedencia es mas muchos en el palacio creían que un familiar del pelinegro. Harasawa miro con miedo al rey que podía notar estaba colérico, miro a kagami y este le sonrió. El pelirrojo conocía a su padre, no armaría un escándalo del cual lo avergonzaría como rey. Él era un claro ejemplo de ello.


—Mi príncipe —volvió a decir el hombre canoso, kagami dio unos pasos adelante y miro a toda la audiencia. Agradeciéndoles el que estuvieran ahí acompañándole en una  tan importante ocasión para él.


—Primero debo agradecerles a todos, en este tiempo que hemos estado juntos me he dado cuenta de cada habilidad que poseen también como sus diferentes personalidades — miro a algunos y les sonrió con cariño —, pero no puedo escogerlos a todos — sonrió y la audiencia lo hiso con el — A mi caballero lo he elegido por sus habilidades pero por sobre todo por su entereza —hablaba con vos firme mientras sostenía una espada al frente.


Kagami escucho su nombre detrás en un claro tono de advertencia pero lo ignoro


—Aomine Daiki sobrino de Harasawa Katsunori — hizo ademán para que pasara adelante y lo hizo. Aomine le miraba fijamente ocultando la felicidad que estaba sintiendo. Por otro lado el pelinegro no entendía nada y cada vez tenía más miedo de la reacción del rey.


 


“Desde hoy como una sombra me acompañaras en el camino siendo yo tu única luz. Una traición nunca será perdonada.


Desde hoy… tu vida ya no te pertenece pues darás la tuya para defender y cuidar la mía.


La fidelidad será tu ley, esta espada tú fiel amiga y este anillo mi marca como prueba de mi afecto. Acéptalos como muestra  de la total confianza que tengo en ti


Al poner mi vida en tus manos”.


 


Aomine le miraba con adoración. Sus manos se tocaron con delicadeza mientras kagami le hacía acreedor del anillo del príncipe otorgado desde su nacimiento. Tomo la espada con delicadeza reverenciando solo con su cabeza en muestra de aceptación.


Luego de eso nuevamente la ovación llego, lo demás fue meramente protocolar. El rey se había quedado durante toda la ceremonia, kagami se encontraba con Aomine a un lado recibiendo a cuanta persona había querido darle las felicitaciones. Había sido una noche tan ajetreada que el moreno  no había tenido oportunidad de hablar con él ni siquiera asimilar todo lo que había ocurrido.


Entrada la noche solo quedaban vestigios que una gran celebración, ya no quedaban invitados, solo uno que otro guardia y la servidumbre comenzando a limpiar.


Aomine iba a hablarle pero…


—¡Taiga! —grito su padre llamando la atención de todos los presentes. A grandes pasos se acercaba el rey, el pelirrojo tembló pero le miro con seguridad. En cuanto le tuvo cerca su mano había impactado con brutalidad en su mejilla retrocediendo un poco y chocando con el moreno que lo sujeto de los hombros, mordiéndose el labio ante la impotencia —ven conmigo —le dijo dándose vuelta  y yéndose


—Daiki ve a mi habitación y espérame ahí llegare en un rato


—Espe… —Harasawa lo había tomado del brazo deteniéndolo.


Kagami respiro hondo antes de ingresar a la habitación, nada bueno saldría de esa conversación lo sabía. Bien lo confirmo cuando un golpe lo recibió. Como dolía, estaba acostumbrado a las cachetadas ya que los golpes de puño eran pocos.


Su labio sangro y con su manga se limpió antes de mirarle. No recordaba haberlo visto tan enojado como esa ves que le grito que era bastardo.


—¿¡En que estabas pensando!?


—Querías deshacerte de… —una bofetada en su otra mejilla le callo mordiéndose el labio y las palabras ante la impotencia.


—Ahora escuchas detrás de las puertas —no tenía miedo pero su cuerpo reaccionaba por instinto ante la posibilidad de recibir otro golpe, cuando sintió nuevamente el escozor en su mejilla comprendió que daba igual si lo hacía o no el resultado sería el mismo.


—Fue casualidad, lo juro.


 —Porque te importan tanto. Dime kagami que tienes con él.


—Nada se lo juro, es solo mi amigo el único que tengo por eso me importa, pero nada más, no sé qué le ha dicho Hanamiya pero no es verdad. Por favor créame.


El rey parecía pensarlo. La insistencia en Hanamiya la había notado y de ser cierto el motivo de su insistencia tampoco lo permitiría. Kagami no podía tener una relación con ningún varón.


—Lo dejare pasar por ahora, pero escúchame bien kagami, como me estés mintiendo ese chico tendrá un final aun peor que el de tu padre.


El pelirrojo no había creído que podría haber llegado a tener más odio por el hombre aun pero se había equivocado.


Caminaba sin rumbo por los oscuros pasillos del castillo, la mención de su padre le había afectado y no tenía idea de cuánto, había tantas cosas que no sabía. Que sentía un agujero en su pecho que cada vez se hacía más grande. ¿Aquel hombre había llegado a saber de su existencia?, ¿qué tan fuerte había sido la relación con su madre?


 Las lágrimas inundaron su vista y sus piernas flaquearon haciendo que se afirmara aun lado con su rostro desolado.


Una gentil mano seco sus lágrimas  y  en medio de la penumbra vio a su hermano menor. Lloro con aun más intensidad al ver esa gentileza y paz heredada de su madre.


—Naciste para gobernar este maldito imperio Tetsu, espero nunca llegues a hacer como él.


—Nii-san~


Aparto su mano y se fue dejando al menor con su rostro impregnado de tristeza.


Aomine parecía león enjaulado en esa habitación, kagami no llegaba y se estaba preocupando. Cuando le vio entrar su alma se oprimió al ver sus ojos irritados, su labio roto y sus mejillas enrojecidas.


Kagami dio unos pasos y se apoyó en su pecho enseguida sintiendo esos protectores brazos alrededor suyo.


—Sácame de aquí —Aomine le escucho y lo apretó con más fuerza —no quiero estar aquí.


Lo sujeto de la muñeca tomo una frazada y lo llevo al único lugar que sabía era el único confort para su príncipe.


Apenas había divisado la jaula Aomine pudo ver que el tigre caminaba de un lado a otro en la entrada, como si estuviera esperando que el pelirrojo llegara.  Entro con cierto respeto, no importaba cuando tiempo llevara visitando al tigre aun seguiría  teniéndole miedo.


Llevaban un  buen rato y Aomine en silencio vigilaba el sueño del pelirrojo al lado del tigre que parecía hacer lo mismo, sonrió al recordar aquel día en que había visto por primera vez a kagami. Jamás dejaría de agradecer haber robado ese pedazo de pan que lo llevo a la instancia de haber podido conocer a kagami.


El pelirrojo despertó y se  levantó para ir y sentarse en medio de Aomine apoyándose en su pecho y tapándolo a ambos, el moreno inmediatamente lo abrazo por su cintura y apoyo su barbilla en el hombro de su príncipe.


—¿Me dirás lo que paso? —kagami le relato todo y Aomine había tenido que tragarse su impotencia.


—Sé que las cosas no cambiaran para mí, por esa razón una vez que tetsu cumpla los dieciséis me iré de aquí ¿te iras conmigo? —kagami le miro hacia arriba y ambos sonrieron.


—Por su puesto.


Un beso le siguió sellando una nueva promesa.


Aomine le besaba con dulzura pero cada vez ingresando aún más en esa boca, su lengua jugaba con la contraria a la vez que sus bocas se unían y se separaban haciendo sonoros ruidos en esa  noche silenciosa.


La posición no era muy cómoda para tan sofocante beso por lo que kagami de dio vuelta abrazándose a esa fuerte figura. Los besos iban y venían cada vez más intensos, las manos de ambos recorrían cada parte al alcance queriendo y cada vez ir más allá.


Aomine quería más. Ambos querían más que solo rosar sus cuerpos y besarse hasta el desfallecimiento. Con sus frentes unidas y sus respiraciones agitadas. El moreno pregunto si podía. Kagami rio y lo molesto un poco.


—¿Poder qué? —el príncipe al ver que el color invadía sus mejillas le volvió a besar mordiendo levente su labio. Sus manos temblorosas retiraron esa chaqueta y con seguridad colo sus manos por debajo de esa camisa causando una respingo en el moreno.


Sentir su piel directamente había sido la gloria, siempre había pensado que Aomine tenía un cuerpo bien tonificado y ahora las yemas de sus dedos se lo confirmaban.


Aomine tomando sus acciones como un sí. Sus manos las llevo a las piernas de kagami tomándolo por debajo de sus rodillas. Abrió sus piernas y lo sentó a horcajadas sobre él. El movimiento un tanto brusco hiso que un jadeo se escapara de la boca del pelirrojo y llegara directo a los oídos y de aomine.


Volvían a mirarse y sonreír


—¿Te dije que podías?


—No juegues conmigo Taiga —dijo apenado, Taiga le dio un beso y sonrió.


—No hago eso. Quiero hacerlo contigo.


Kagami se quitó la chaqueta y toda prenda superior, Aomine abrió sus ojos impresionado ante ese perfecto torso más blanco que el suyo, su cuerpo era tan tonificado como el de el pero su cintura era más fina, le daba un toque tan deseable que estaba seguro aquello fue reflejado en su mirada.


—¿Aquí? —preguntó tomándolo de la cintura para apegarlo a su cuerpo para darle calor. Kagami asintió.


—No me siento seguro en el palacio


Una fugas mirada y se dieron cuenta de que el tigre se había retirado y yacía sentado en la entrada de la jaula.


—Sí que te es fiel.


—Sí, ¿tú serás igual?


—¿Me estas comparando con un animal? — le pregunto a la vez que lo tomaba de la nuca y lo besaba con fuerza adentrando su lengua en aquella cavidad.


Kagami rio en medio del beso.


Las caricias comenzaron por parte del moreno, su manos con seguridad acariciaban su pecho, espalda y sus hombros, con sus labios besaba cada parte expuesta. En su cuello había encontrado las mayor de las satisfacciones, también se había dado cuenta de que a kagami le gustaba y le otorgaba placer. Su rostro lo había echado hacia tras y se había afirmado en sus manos.


Por una lapso de segundos Aomine se dedicó  a mirarlo. Era tan condenadamente erótico que sentía que podría pasar horas solo mirándolo. Su labios volvieron a posarse en su cuerpo, gracias a la posición de su príncipe ahora tenia accedo a su pecho, con deleite beso cada pezón notándolos duros y dándose cuenta  gracias a sus jadeos que era bastante sensible.


No había resistido la tentación de morderlos causándole un poco de dolor a kagami, pero aun asi no se había quejado.


—Eres hermoso taiga —lo atrajo nuevamente junto a él y lo abrazo  besándole con ambrosia.


Kagami tanteo su pantalón y con un poco de dificultad logro colar su mano por el pantalón notando el miembro duro bajo la tela, mientras se besaban kagami tocaba su miembro de arriba hacia abajo por encima de la tela. Aomine besaba y succionaba su cuello, dejando que sus manos recorrieran el cuerpo contrario con total libertad. Al sentir la fricción en su miembro comenzó a masajear el trasero de kagami al mismo ritmo, desabrocho un poco sus pantalones y saco el grande y mojado miembro.


—Hazlo con los dos — le susurro sensualmente, kagami envuelto en el placer saco su pene juntándolo con el propio para comenzar a rozarlos ayudándose con su manos. Aomine bajo más su pantalón dejando a la vista ese redondo trasero, sus grandes manos casi le cubrían por completo.


Kagami dio un respingo cuando sintió la yema de un dedo en su agujero apretó por instinto mientras se presionaba aún más hacia Aomine.


—Re-relájate Taiga —logro decirle


—Lo siento — enseguida se relajó pero su cuerpo volvió a temblar al sentir ese dedo tanteando su entrada.


Era imposible relajarse y Aomine lo entendía así que comenzó a repartir besos por donde su boca tuviera alcance. Sus dedos no dejaban de rosar esa entrada que se contraía mientras su otra mano hacia presión en su espalda pera besarlo por donde quisiera sin que se alejara.


Kagami cerraba sus ojos ante todo ese golpe de placer, sus manos seguían aferrados  a los dos miembros moviéndose con tortuosa lentitud.


—Ngh —se quedó cuando ese dedo con dificulta entro —Ao-mine  —jadeo al sentir que entraba y salía con delicadeza, dolía. El dedo seco producto de la inexperiencia había entrado rasgándolo por dentro.


Aomine lo sentía muy apretado pero a medida que su dedo de movía iba notando como se dilataba y hacia más fácil el acceso.


—Taiga —jadeo mordiendo su yugular al mismo tiempo que ingresaba un segundo dedo.


—mgh esto… esto duele —rio nervioso kagami mirándole con pena y vergüenza. El moreno rio en comprensión dando un beso en su mejilla.


—Si quieres paramos —le dijo a punto de sacar su dedos.


—¡No lo saques! —se sonrojo por lo urgido que pudo a haberse escuchado eso —si no duele ahora dolerá después asi que da igual.


—Entonces se aguanta mi príncipe —le molesto comenzando a mover sus dedos en círculos para luego meter, sacarlos y asi sucesivamente.


Sus dedos lagos entraban, salían y de alguna manera sabía que estaban causando estragos en kagami, su rostro estaba sonrojado y el mismo movía su pelvis buscando más contacto, su miembro estaba hinchado y estaba seguro de que en cualquier momento se correría asi que alejo las manos de kagami. Evaporando la ola de placer que casi le embargaba.


Un tercer dedo entro sin miramientos y sin darle el tiempo al respiro. Kagami se quejó pero nada más.


—Taiga~ ¿puedo?


—¡Maldición porque preguntas! Solo hazlo.


En un segundo Aomine lo tumbo el suelo retirando todo lo que quedaba de prendas. Abrió sus piernas exponiendo esa dilatada entrada y ese pedazo de carne que liberada líquido pre seminal, kagami se había puesto rojo a más no poder al tener esa mirada en su desnudo cuerpo. Esos dedos volvían a moverse en su entrada con más fuerza y velocidad, haciendo que su cuerpo se moviera.


Gimió. Fuerte y sonoramente al sentir unos de sus dedos chocar con algo en su interior que le hiso estremecer, se sintió el gloria por un momento para luego sentir el vacío en su entrada.


Miro al moreno que se encontraba desnudo frente a él. Se asusto al ver la magnitud de tal miembro, el pensamiento de que eso no cabría en su pequeña entrada le invadió.


—Dime si te hago doler ¿sí? —kagami asintió cerrado los ojos al sentir la punta tocar su entrada. No podía creer que sintiera tanto placer solo con eso.


Sentía la presión en sus dientes cada vez que su miembro se habría paso en su cavidad. Dolía… como dolía. Sus manos se aferraban a la frazada mientras intentaba relajarse.


—¡Entra de una ves Daiki! — el moreno le hiso caso metiendo todo su miembro en esa caliente entrada que le recibía. Kagami sentía que le faltaba el aire. Podía sentir la dureza de esa carne en su interior y por el cual se sentía partir.


Aomine besaba sus mejillas, nariz, frente, mentón, hombro, pecho… cada parte con ternura, sus manos recorrían sus piernas, sus caderas, cintura, su pecho. Impregnando un lo siento en cada caricia.


El pelirrojo cerraba sus ojos complacido ante las atenciones, perdido en cada detalle corporal, sus caderas comenzó a moverlas despacio, sintiendo un dolor que sabía no desaparecería asi que para que esperar.


Aomine comenzaba hacer lo mismo, sacaba la mitad y volvía meterlo sacando jadeos y gemido que sabía eran tanto  de dolor y placer, kagami le abrazaba recorriendo su espalda y apretándolo cada vez que ingresaba con un poco más de fuerza golpeado un punto exquisito en su interior.


Asi constantemente hasta que las penetraciones se le hicieron más fáciles, Aomine le miraba con profundo amor y se preocupó  cuando le vio llorar, pero antes de que preguntara, kagami le abrazo, le beso y con sus piernas se aferró a esa cintura.


Sentía cerca el orgasmo y esperaba que Aomine también, la situación se volvía exasperada. Aomine arremetía una y otra vez, mientras jadeaba sobre el cuerpo de su amado. Un beso al tiempo de una fuerte estocada dio paso a la liberación de su semen y al primer orgasmo compartido con ese ser que llevaba gravado en su pecho.


Kagami aun disfrutada de quedos temblores en su cuerpo sintiendo ese líquido caliente recorrerle por dentro. La sensación era inigualable y por fin podía decir que se sentía completo.


 


~*~


 


Los meses pasaban y para ellos todo era perfecto, su intimidad se había fortalecido asi como cada día lo que uno sentía por el otro.


Aomine había comprendido que un caballero literalmente se convertía en una sombra, su habitación ahora era aún lado de la de kagami y mucho más grande que la que tenía, si kagami salía él lo hacía con él. Realmente portaba con completo orgullo ese nombre más aun después de que kagami le confesara que desde el tiempo en que comenzara a enseñarle a usar la espada, había pensado en elegirlo.


Había tenido que aprender a no demostrar su afecto. Siempre entando junto a él pero aun asi mirándolo de lejos y la defensiva, era el caballero de su príncipe no podía ponerse a la altura y cometer algún error. Algo muy diferente a cuando estaba solos, abrasarlo mimarlo y besarlo por todas partes era casi un ritual.


Ahora estaban ambos entrenaban sin descanso, la rivalidad no se les quitaba con nada y ninguno de los dos quería ceder hasta que…


—¡Taiga!


Ambos espadachines escucharon esa vocecita y suspiraron, en menos de un segundo el pelirrojo tenia a una chica colgada de su cuello con una sonrisa deslumbrante en su rostro. Aomine retrocedió guardo su espada y le hiso una silenciosa reverencia.


—Glennia —dijo severo el pelirrojo por el aun abrazo, la mujer lo soltó y retrocedió unos pasos.


La chica de  cabello castaño largo hasta sus caderas lucia un fino vestido pomposo pero tan delicado como ella misma, ajustado en su cintura y con un escote no obsceno pero que si dejaba claro ese firme y vultuoso busto, lucia preciosa en su vestido blanco con detalles en rojo.


—Mira taiga ¿te gusta? Lo mande hacer exclusivamente para que combinará con tu cabello —lentamente las manos de la chica fueron a las mejillas del príncipe, para luego con delicadeza posar sus labios sobre los de él.


Aomine mordió su labio con disimulo y miro hacia otro lado. Como la odiaba. Hace un mes ambos príncipes habían aceptado el compromiso. Era tan protocolar y normal que a  él no le habia quedado de otra que aceptar y confiar en las palabras de kagami. “Dicho matrimonio jamás se realizaría”


—Es muy bonito. No sabía que vendrías hoy —dijo guardando su espada.


—Es que te echaba de menos  —dijo feliz volviendo mirar al caballero de Taiga con una expresión muy diferente —Retírate —Aomine la miro queriendo matarla. Pero la mirada de súplica de kagami le detuvo de cualquier comentario mordaz que hubiera podido salir de su boca. Sin embargo solo se fue. Sin disculparse ni inclinarse —No me agrada tu caballero Taiga


—No te tiene que agradar a ti si no  a mí. No le vuelvas hablar así Glennia.


—Siempre es lo mismo. Lo odio por el siempre te desquitas conmigo ¿porque? —kagami vio a la chica apretar sus manos en el vestido luego hacer un puchero mientras sus ojos se llenaban de lágrimas.


—No te trato mal —se acercó a ella para abrasarla — solo te pido que dejes de tratarle como a uno de tus criados, el es mi caballero y mi amigo.


—El día que nos casemos no le quiero cerca, a nadie, quiero que tu cariño y amor sea solo para mi —kagami suspiro, la chica no era mala pero si malcriada y acostumbrada a que todo se haga como ella quiera llevarle la contraria no lo llevaría a ningún lado. Hace un mes  se habia dado cuenta desde que él tenía creo opinión en cuanto a eso. La chica le ignoraba si decía que no quería algo—bésame


Kagami vio que a lo lejos estaba Aomine, pero antes de si quiera poder darle una negativa la chica ya lo habia abrazado del cuello obligándole a inclinarse para besarlo.


 


~


 


A la tarde kagami se encontraba sumergido en su libro cuando se da cuenta de que Aomine habia ingresado en la habitación y le miraba ceñudo y con los brazos cruzados.


—¿A que vino? — kagami suspiro cerro su libro y camino hasta el para besarle pero Aomine se apartó —¿Después de besarte con ella vienes donde mí?


—¿Qué quieres que haga?¿que la rechace?  —Aomine apresto sus dientes mientras miraba la tristeza en esos ojos. Lo tomo bruscamente del cuello y le beso fuertemente, sus labios se movían prestos sobre los de kagami. Al tiempo que su lengua marcaba con celos e impotencia esa dulce boca que debía ser solo besada por él.


Kagami se entregaba completamente y el mismo iba retrocediendo para recostarse en la cama y situar a Aomine sobre él. 


—Solo un poco más y nos iremos de aquí —le dijo mirándolo con amor a la vez que acariciaba su mejilla. Aomine beso su frente y sonrió acostándose a su lado para luego abrazarlo.


—y te tendré solo para mí.


—Ya te estas pareciendo a ella — rio


—No me compares con esa niñita —le dijo posicionándose sobre el nuevamente y peñiscándole sus cachetes —que lo único bueno que tiene es el busto.


—Así que… ¿el busto eh? —Ambos se quedaron mirando y Aomine estaba tratando de no reírse —¡bájate de encima maldito! —habia comenzado a golpearlo pero Aomine tomo su muñecas y con delicadeza hiso que su mano viajaran hacia arriba hasta enredar sus dedos con las de su amante.


—No la he mirado pero con lo atrevida que es. Es  imposible no darse cuenta de su gran tamaño ¿acaso tu nunca lo has hecho?


Kagami dio vuelta su cara un tanto sonrojado.


—Si son grandes, su trasero también es bonito


—¿Su trasero? —preguntó aomine desorientado. Aquello por los vestidos no podía notarse


—Si, como lo dijiste la chica es bastante atrevida.


—kagami ¿tu… —soltó una de sus manos y esta fue a su cuello


—¡¿Qué?! ¿Vas a pegarme? —sonrió al verle enojado, pero esta se esfumo al ver que Aomine sonreía.


—Sé que sabes que no haría eso, pero alguien creo que tendrá que morder la almohada para no gritar.


Aomine le dio vuelta y se situó encima de él, colando su mano por su ropa agarrando directamente el miembro del pelirrojo


—¿Te volviste loco? es muy temprano, los empleados…


—Es tu culpa por provocarme amor —le susurro lamiendo su oreja.


Kagami cerró sus ojos cuando esa mano apretó su miembro y el dedo pulgar comenzaba a jugar con la punta…


 Y efectivamente mordió la almohada para no gemir ni gritar con todo lo que Aomine le hiso después


 


~*~


 


—¿Kagetora-san podría prepárale un pastel de trufas a kagami? —el Castaño vio a Aomine y le extraño el pedido pero aun así asintió.


—¿Cómo se ha sentido?


—Dice que se siente mejor, el otro día de desmayo a causa del viaje dijo que no habia comido bien. — kagami habia ido de visita donde su prometida y para evitar problemas le habia pedido Aomine que no fuera con él.


No habia estado de acuerdo pero debía admitir que kagami tenía grandes dotes de convencimiento.


—Igual me preocupa, el príncipe siempre ha gozado de muy buena salud —decía mientras comenzaba a preparar todo para el pastel. Aomine también lo pensaba por lo que igual estaba preocupado tenia ciertos síntomas que solo el habia visto y no dejaban de ser menos.


~


Aomine iba con el pastel a la habitación de kagami cuando en  el camino se topó con Hanamiya, una mirada y una leve inclinación fue toda su comunicación.


Cuando llego kagami dormía plácidamente, acaricio un poco su mejilla notando su palidez.


—Estoy bien no te preocupes solo tiene que ser un refriado.


—Glennia es tan odiosa que termino por enfermarte.


—¿Tú crees? —ambos rieron pero Aomine volvió a ponerse serio.


—Ya te dije que estoy bien — se sentó en la cama y le beso dulcemente —hoy no vendrás recuerda que llega el rey


—Lo sé —contesto antes de volver a besarle.


Aomine se quedó junto a el hasta que volvió a quedarse dormido.


Entrada la noche la incomodidad inundo el cuerpo de kagami y se despertó con una sensación diferente. El miedo casi le invade al ver que el rey le mirada en la penumbra de su habitación, sus ojos parecían atravesarle el cuerpo.


—Escuche que estas enfermo


—Solo no me he sentido bien.


—Ya me han informado —kagami le miraba queriendo poder entender, los ojos del rey  eran estructuradores mientras su vos parecía ser calmada —levántate y vístete te espero afuera


—Para q…


—Es una orden, no me hagas repetirla te espero a fuera y sin tu caballero Taiga —Tenso su cuerpo completamente al oírlo.


Harasawa ya estaba por irse a su cuarto cuando vio al rey salir a la siga de kagami  y a cuatro guardias más, la imagen  le recordó  a una noche igual  mucho tiempo atrás. Aquella noche en que el rey se enterara del embarazo de la reina, se diera  la muerte de su mejor amigo   y todo cambiara en ese palacio. Un mal presentimiento se instaló en su pecho.


Se quedó hasta altas horas hasta que la carrosa llego viendo al rey bajar furioso y a kagami con la cabeza gacha siendo prácticamente custodiado por los guardias.


El rey iba directamente a su habitación, a kagami no le quedaba de otra que seguirlo ya que lo tenían sujetado del brazo, muchos le vieron pasar notando que habia algo diferente.


Al estar en la habitación el rey no se habia aguantado más y lo habia golpeado, ni siquiera habia podido moverse pues lo tenían sujetado. Su rostro dolía y de nueva cuenta podía sentir el sabor metálico.


—¿!No hace falta preguntar de quien es verdad?! — gritaba colérico, se habia aguantado en la visita con el médico y en todo el viaje.


—¿Por qué no me lo dijiste? ¿Pensaste que querría el trono? —Decía dolido físicamente, tenía miedo porque no sabía que pasaría y feliz de alguna manera al saber que era doncel y que en su vientre crecía un hijo de suyo y de Aomine — no me interesa pa… —decía con suplica pero de nuevo su vos era callada por un golpe.


—Ese bastardo no nacerá —dijo dándole la espalda, kagami abrió sus ojos en demasía. Se removió y se soltó de un guardia para golpear al otro. Soltándose  por un segundo toco el hombro de su padre pero uno de sus guardias personales lo tomo torciéndole los brazos dejándolos en su espalda


—Escúchame por favor, mírame — suplico, el rey se volteo y le miro con deprecio —deja que nos vallamos, jamás te molestare, no me interesa el reino solo deja que nos vallamos —sus lágrimas salían de sus ojos una tras otra debido a la desesperación y miedo —porfa…


La respiración le falto y el dolor llego proveniente de sus estómago, su vista borrosa no le dejaba ver solo sentir. Sus piernas flaquerón y el guardia le soltó para luego sentir el frio suelo, sus manos fueron a su estómago para acunarlo y llorar mientras su piernas se retorcían queriendo tener la fuerza y el poder de evitar el daño que esperaba no provocara ese golpe.


—Eres una puta al igual que tu madre. Debiste escucharme. Te lo dije Taiga todo esto es culpa tuya — Le decía llegando a la puerta —ustedes quédense aquí y  tu ve por Aomine, encárguense de el


—Si señor —dijeron sus guardias de más confianza.


 


~


 


Harasawa habia escuchado suficiente se alejó de ahí sin hacer ruido y fue directo a la habitación de Aomine.


—Despierta —susurro, lo zamarreo un poco hasta que estuvo completamente despierto


—¿Qué pasa?


—No preguntes solo levántate —Aomine le miraba preocupado mientras se ponía la ropa que le habia pasado el pelinegro, lo veía  alterado y a la ves atento mirando por la puerta. Cuando estuvo listo Harasawa lo tomo de la muñeca y lo saco de ahí. 


Al llegar a la cocina, estaba alterado kagetora estaba esperándole con unos amigos de confianza también  y se preocuparon.


—¿Qué paso?


—Está en un lio eso paso, hay que sacarlo de aquí.


—¿Qué?


—Así es, Kagetora toma mi caballo y llévatelo, espérenme a las afueras del castillo y…


—Yo no me iré a ningún lado —dijo decidido el moreno. No entendía nada pero el solo hecho de pensar irse sin kagami era suficiente para negarse.


—Mira mocoso, el rey se enteró de tu relación con kagami y mando a matarte, así que pone tu maldito trasero en ese caballo y sal de aquí ahora. —Harasawa le miraba serio pero a la ves buscando un poco de comprensión. Jamás se lo habían dicho pero lo querían como si fuera su propio hijo. No dejaría que algo le pasara mucho menos que les arrebataran ese pedazo de alegría que les habia traído Aomine a sus vidas —necesito que te vayas si te encuentran provocaremos un alboroto y no podemos hacer eso, sal de aquí y yo iré por kagami no saldré de aquí sin él te lo juro.


Aomine iba a negarse.


—Chico hazle caso nosotros iremos por el príncipe, No dejaremos que pase de nuevo— le secundo unos de los guardias asentido por el otro, kagetora tomo su brazo, pero estaba reacio a irse. No podía hacer eso.


—Si no salgo en quince minutos has lo que quieras —presionó una vez más. Aomine asintió  y salió con kagetora.


—¿Dónde está?


—Encerrado en la habitación del rey, tenemos que ir lo más seguro es que ya estén viniendo para acá, solo hay dos guardias con kagami, el tiempo que tenemos es poco vámonos.


El camino era lento sin causar ruido, solo tenían poca ventaja, en lo que buscaban a Aomine y se enteraran de que alguien lo hubiera alertado. En ese momento todo estaría perdido.


 


~


 


Kagami aún seguía en el suelo aferrándose a su estómago.


—Oye —susurraba sonriendo — quédate conmigo — los guardias le miraban con profunda culpa pero bien sabían que no podían hacer mucho —Aun no le digo a tu papa ¿crees que se pondrá feliz? —sus lágrimas inundaban su rostro nuevamente mientras pedía en su interior que su hijo estuviera bien.


Luego abrió los ojos con determinación, no se rendiría, por él, por su hijo pero por sobre todo por Aomine. Se levantó y camino hacia uno de los guardias con expresión dolida, suplicando con su mirada que por favor le ayudaran.


—Déjenme ir


—No podemos hacer eso — dijo el Hombre que estaba más cerca bajando la guardia, rápidamente le dio un combo en su estómago y tomo su espada.


—No se muevan, por favor no me obliguen a hacer algo mayor que eso, porque les juro que lo hare —en su mirada se podía notar la convicción — se los dije —grito al momento que atravesaba el costado de uno de los hombres que cayó al suelo con expresión de dolor, el otro guardia habia quedado mudo. Simplemente porque no lo habia esperado. No de él.


Sintió la puerta abrirse a su espaldas e inmediatamente se dio vuelta dispuesto a defenderse de quien sea. Harasawa saco su espada ágilmente justo unos segundos antes de que la espada ensangrentada de kagami le atravesara el rostro.


—Calmase —pidió asombrado, kagami bajo su espada.


—Hara-san hay que ir por Aomine yo… —decía alterado pasando por él, pero el pelinegro le detuvo


—Tranquilícese venga con nosotros — lo tomo del brazo otros de los empleados, mientras Harasawa amarraba a los guardias.


El camino por los oscuros pasillos era acelerado, pero en todo momento tratando de hacer el menor ruido posible.


—Ni-san —una pequeña vocecita detuvo el andar de kagami encontrándose con esos hermosos ojos celestes que amaba. Retrocedió unos pasos acercándose a él.


—Kuroko ven conmigo —le dijo sonriendo, el menor abrió sus ojitos tomando sus manos.


—Príncipe no podemos llevarlo, el rey  puede no buscarle o no hacerlo lo suficiente estamos apostando por eso. Pero si nos llevamos a kuroko no descansara hasta hacerlo y nos pondría a todos en problemas.


Kagami le escucho y luego miro a su hermano que le sonrió y acaricio su mejilla lastimada.


—No te preocupes ni-san estaré bien.


—Escúchame, eres mi hermano, mi única familia perdóname por…


—Lo sé —kuroko puso un dedo en la boca de kagami y le sonrió —solo vete, cuidare de Arcan y estaré  esperando el momento en que vuelvas a ocupar tu lugar.


Kagami iba a responder, pero lo tomaron del brazo no podían seguir perdiendo tiempo, un te quiero silencioso fue lo último que kuroko pudo leer en sus labios al momento que una lagrima caía deteniéndose en una sonrisa sincera.


Y también… lo último que supo de él.


 


~2 años después~


 


Harasawa se levantaba al alba con el olor a pan caliente recibiéndolo. Miro a su lado y vio a su pareja plácidamente dormido de espaldas y con las sabanas enredadas en su cuerpo tapando sus intimidades, sonrió y deposito un beso en su espalda, para luego ponerse una polera.


El olor lo llevo hasta esa modesta cocina, el calor era grato, sonrió al ver a ese niño que jamás espero ver en esas fachas y más aún cocinando.


—Buenos días Kagami-sama


—Buenos días Hara-san por favor quite el sama — le dijo dejando un boul humeante lleno de pan recién salidos y riendo sabiendo muy bien que le costaba dejar esa costumbre.


—Te levantaste temprano


—Es que ayer kagetora me estuvo enseñando y quería intentar hacerlo ahora en la mañana. —sonrió apenado


—¿También por si no te resultaba que nadie cediera cuenta verdad? — Dijo molestándolo haciendo que el pelirrojo se pusiera rojo hasta las orejas e hiciera un adorable puchero —No tienes de que preocuparte Taiga, kagetora dice que aprendes rápido y que tienes el don.


—Gracias — sonrió —iré a despertar a Aomine.


Kagami llego al cuarto. Viendo que su moreno ya estaba despierto. Se sentó a su lado pero inmediatamente Aomine le acostó y le abrazo.


—Estas frio, no te levantes tan temprano. — le dijo besando su nuca, sus manos pasaban por su  vientre abultado acariciándolo con delicadeza —¿cómo te sientes?


—Bien —respondió relajándose ante las caricias, Aomine se posiciono  encima y le sonrió pícaramente, antes de besar sus labios y comenzar a dejar un camino de besos por todo su rostro,  y cuello. Levantó su polera y beso con deleite su pecho, estómago, le miro y le sonrió ante sus ideas, kagami cerro sus ojos a la expectativa, aquellas manos se posicionaron sobre su pantalón, pero antes de bajarlo.


Un golpe en la cabeza de Aomine le detuvo. Ambos menores miraron al ceñudo pelinegro.


—Dale un respiro quieres. Deja  que descanse — le decía mientras ayudaba a kagami a levantarse, le bajo su polera y le acomodo el cabello.


Kagami se dejaba llevar por el mayor riéndose de lo sobreprotector que era. Después del último acontecimiento paso mucho tiempo en que se culparon de la perdida. Sin embargo ahí estuvo kagami mejor que ninguno y diciéndoles que  si la culpa recaía en alguien no era ninguno  de ellos.


Aquel hombre  que desde que tuviera conciencia habia estado junto a él. Después de la huida se habia vuelto clave. Se habia enterado que Harasawa y su padre habían sido amigos. Gracias a él supo que su padre si supo de su existencia y lo habia querido desde ese mismo momento. La reina habia alcanzado a decirle antes de que ese terrible día llegara.  


Aomine  miraba impresionado como se llevaban a su esposo. En eso venia ingresando el somnoliento castaño.


—Entiendo que quieras estar con el todo el tiempo pero ya está en sus seis meses deberías moderarte.


—Es difícil más aún si me provoca con solo mirarme.


—¡Quien te provoca! —grito el pelirrojo ingresando a la habitación nuevamente.  Kagetora solo sonrió y salió de la pieza quizás a entretener a su pareja y darles un poco de tiempo mañanero.


—¿Te amo lo sabias?


—Lo sé, yo también. Pero quizás si deberíamos parar un poco el sexo desenfrenado— decía coqueto enredando sus manos en su cuello.


—¿Mi príncipe se esta quejando?


—Para nada, solo digo que hay que tener cuidado — dijo abriendo sus piernas y moviendo sus caderas subjetivamente mientras se sentaba en lo que podía.


Aomine le beso y agarro el labio inferior —no me provoques Taiga.


—Aomine tiene razón aunque no lo veo muy en desacuerdo — dijo acusadoramente Harasawa ingresando en la habitación— controlen sus hormonas —los regaño tomando nuevamente al contenedor del futuro príncipe de esa familia.


Ambos se miraron y rieron.  Y Aomine Salió seguido a disfrutar de un nuevo desayuno con su familia.


 


~*~


 


Muy lejos de ahí kuroko corría sin tregua hacia el bosque después de una viaje que habia hecho.


—Te tengo noticias Arcan — le grito al tigre. Su pelaje era opaco y ya podía notarse los años encima —Lo encontré por fin lo encontré ¿me escuchas? — le preguntaba al felino mientras acariciaba su pelaje — fui a verlo, te puedo decir que su rostro está pintado de felicidad, tan alegre y vivas que me lleno el mío con solo verle. Está esperando un bebe es eso o está muy gordo —rio — Se ve muy lindo, está bien y sano. Le vi ordeñando un vaca ¿puedes creerlo?. Vive en un lugar pequeño pero acogedor.


Kuroko veía al tigre y su rostro se pintaba de tristeza. Se notaba  débil.


—No fui capaz de hablarle —confesó — no creo que quiera cambiar lo que tiene ahora por un lugar que le hiso tanto daño, sé que nos quiere como nosotros a él, pero por ese mismo cariño que nosotros le tenemos debemos dejarlo donde esta ¿no crees?


El tigre se cruzó de brazos y apoyo su cabeza en ellos. Descansado. Kuroko acaricio su mejilla y este en un último intento lamio su mano.


En silencio el peli celeste le acompaño hasta su último aliento.


—G-gracias por esperar Arcan —susurro secando sus mejillas.


—Vámonos —kuroko se levantó  y le sonrió a su amigo.


—Está bien. —le dijo con su mirada aun perdida en aquel que fue más que un simple animal tanto como para su madre, para su hermano y para él.


Al salir de la jaula caminaron en silencio y despacio.


—Akashi… — le llamo deteniéndose, pero dándole la espalda —¿Serias mi caballero? —el pelirrojo se quedó en silencio y suspiro.


—No digas eso sabes que es imposible


—Mi hermano lo hiso posible —respondió dándose vuelta y mirándole con seguridad.


—Y mira como le fue.


—Lo recuerdo, aun así estoy seguro de que kagami jamás ha tenido algún arrepentimiento — se dio vuelta nuevamente y empezó a caminar, su amante le dio alcance y le brazo protectoramente.


—Qué puedo hacer para que te quites esa idea de tu cabeza. —kuroko rio antes de contestar.


—Nada,  después de todo… esta en nuestra sangre.


Fin.


 

Notas finales:

Lo termine ¡por fin! y créanme que soy muy feliz por eso, me gusto como salió todo así que realmente espero que a todas les guste este escrito!!

Háganmelo saber si? también si algo no les gusto saben que pueden decirlo jejej.

Que tengan un hermoso fin se semana!!

Las quiere <3

 Reiga


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