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El regalo más especial por ToadThearian

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Notas del capitulo:

Un chiste: Voy a terminar este fic en una semana, FACEPALM

Lo logre, ¡Por fin salió esto! Después de tirarle café al teclado de la laptop, eliminar por error lo que tenía escrito ya que tengo aire en el cerebro y termine con 3 copias del mismo documento perdiendo en donde tenia la continuación y que al reescribirlo la vieja confiable (mi laptop de 4 años) estirara la para (no relacionado a lo del café).

Le dedico el capítulo Abbys/Sei-LaRousse, la persona que más me ha apoyado para sacar esto adelante con palabras tan preciosas como “Eres una cobarde” “Deberías aprender paciencia como los que siguen tu fic” y cosas así. Es lo más bello que me han dicho :,D No, pero en serio es la persona que más me ha recordado que debo seguir a pesar de que tuve ciertos impulsos por borrarlo luego de que perdiera el documento, tambien quien mas me ha apoyado en esto de seguir escribiendo, tanto esto como mis otros proyectos. Por eso la amo de una manera completamente no homosexual <3.

En fin, no los culpo si se enojan. Si, el capítulo fue condenadamente difícil de escribir y apenas lo termino ahora a las 5:00 am, pero bueno, al menos lo hice lo mejor que pude. No me siento tan convencida, pero el capítulo 3 me ha enseñado que siempre puedo reescribirlo tres meses después, aunque no es la mejor solucion de todas...

 

La mochila a lado, lo suficientemente abierta en la sección donde guardaba las medicinas para tener un acceso rápido, su fiel pokémon a mano derecha, el cual debía evitar alejarse demasiado de su entrenador. Todo preparado y aun debía tener presente que nada podía salir como quería.

Cuando hacia memoria, podía sentir familiar aquella sensación de incomodidad en el estómago, la determinación por un sentimiento negativo que evitaba que retrocediera ante el peligro, la impaciencia y al mismo tiempo un dejo de excitación ante el desafío. No era algo de lo que se sintiera verdaderamente orgulloso hoy en día, después de mil y un formas de recriminarle lo malo que había sido, pero lo que sentía podía compararse con la vez en la que robo su primer pokémon a ciegas del laboratorio del profesor Elm.

El pokémon con el que inicio el viaje y su rivalidad con Gold.

Tenía que estar alerta, no solo por el nivel del pokémon al que se enfrentaría, sino por un ligerísimo problema que no contemplo a tiempo antes de aceptar aquel encargo.

Al igual que Gold, tampoco tenía a todos sus pokémon consigo, al menos no en forma. Por supuesto no lo dijo, ¿Cómo iba él a admitir que cometía un error tan estúpido como Gold?  Pudo sentir como el sudor bajaba de su cien.

Bien, varios de sus pokémon más fuertes se encontraban en la guarida dragón (Gengar era historia aparte) debido a que desde hacía poco había comenzado a capturar a varios pokémon de tipo siniestro y debido a lo repentino del asunto del regalo, y la ansiedad que eso le provocaba dicho sea paso, orillo a que se olvidara de cambiarlos.

Así que, ¿Que tenía Silver para enfrentarse a aquella amenaza?

Su pokémon mas fuerte Meganium, su fiel Crobat, un Murkrow que de seguro caía de un golpe sin hacer apenas nada, y un Houndoom que aún seguía entrenado al lado del pokémon cuervo. Y por supuesto, el Sneasel que se encontraba en el centro pokémon. La razón por la cual seguía con aquel absurdo plan ignorando como el sol se ponía en el horizonte.

Trato de no pensar en eso, encontraría el regalo, pero también se vengaría de su amigo, el que no era Gold, ni un humano.

Lo que sea, el derrotaría esa cosa, después de todo ya tenía un plan de contingencia.

Espero un poco más y entonces sucedió.

A través de un ataque a la base de datos de alguna manera lograrían acorralarlo para salir de esta hacia mi posición. Fue una Luz intensa saliendo de uno de los cables como si hubiera salido de una pokébola y allí estaba el pokémon rosa y azul, con una forma que recordaba a la de un Porygon, pero con la diferencia de los bordes suavizados.

Por un momento ninguno de los tres se movió, todos centrados en el ligero movimiento de su rival. Cuando Silver noto que la mirada de aquel se desviaba directamente hacia la de su pokémon fue que tomo el momento y presiono el botón de la radio que usarían en esa ocasión.

Un ligero sonido fue lo suficiente como para que el pokémon reaccionara y se tornara en contra de Silver, como si aquella acción fuera lo único que necesitaba para comenzar el combate.

La reacción del pokémon planta no fue de esperar y de inmediato tomo a su entrenador de la cintura con el látigo cepa que salía detrás de su flor y logro sacarlo del blanco puesto por el otro pokémon. Tuvo que reaccionar rápido para poder ponerse de pie luego de aquella barrida, abrió los ojos luego de cerrarlos casi por instinto y observo la pared destruida por el ataque.

—¡Meganium! — Fue lo único que el aludido necesito antes de meter el reflejo, un ataque que el pelirrojo había comandado a su pokémon incluso desde antes.

No podía estar seguro exactamente de cual ataque uso, sin embargo, la forma de moverse le hizo notar que era físico, con el reflejo al menos aseguraba que sus ataques no serían demasiado fuertes al menos por un tiempo.

Pero eso era solo el primer paso, debía comenzar a moverse a lado de su pokémon y guiar a aquel pokémon al punto que había acordado con Gold luego de activar la radio. Y tenía que ser rápido pues su atacante ya comenzaba a incorporarse para atacar de nuevo.

Silver sacando saco la pokébola y rogando porque pese a el nivel fuera lo suficientemente rápido, mando a su Crobat y lo mando a atacar.

—¡Crobat Pájaro Osado! — fue rápido y logro conectar el golpe contra el Porygon2.

A pesar de eso apenas lo hizo retroceder un poco, lo suficiente para que su entrenador encontrara un momento para poder comenzar a correr a lado de Meganium hasta la ruta cinco. Por el fondo de las arboledas que rodeaban la ciudad.

El joven miro hacia atrás para encontrar a su pokémon debilitado y regresarlo a la pokébola antes de que el pokémon le hiciera más daño a su Crobat ya debilitado. No estaba completamente seguro, pero no iba a averiguarlo.

—Los pokémon pueden morir—paso por la mente del pelirrojo mientras observaba como el haz de luz rojo ingresaba en la pokebola en su misma, misma que acabo rodando dentro de su mochila para no perder el tiempo y sacar finalmente a Murkrow.

Ya había notado que comenzaba a seguirlo, y mientras siguiera así podría llevarlo al punto al cual debía de estarse dirigiendo ahora mismo. Y Murkrow tenía bromista, una habilidad en la que no importaba que tan rápido fuera el rival, había ataques que él podía realizar antes de que el otro pokémon, ataques de estado.

—¡Murkrow, contoneo ya! —

El pokémon volador/siniestro de inmediato comenzó a contonearse alrededor del rival para comenzar a enfurecerlo y entonces ataco errando su objetivo hacia una pared de la vía que estaba tomando Silver. Estaba confundido.

Mientras lo siguiera, pudieran esquivar sus ataques y siguiera lastimándose en el proceso al no ser capaz de apuntar bien, podrían avanzar.

Sin embargo, con un solo golpe sería capaz de hacer mucho daño.

El pelirrojo giro su mirada a la destrucción que el pokémon causaba cuando erraba sus ataques por apenas nada contra el Murkrow (que seguía molestándolo para que los siguieran y al mismo tiempo retrasándolo lo suficiente para que su entrenador y el Meganium tuvieran algo de espacio).

No era solo que Murkrow de por si fuera débil, el problema con contoneo era que el ataque del pokémon afectado aumentaba demasiado, con ese mismo ataque podía hacerse mucho daño al el mismo por los efectos de la confusión, pero cuando lograra conectar un golpe.

Solo esperaba que el reflejo durara lo suficiente como amortiguar el golpe y que, si caía, Murkrow solo lo hiciera debilitado.

 

 -*-

Apenas avanzo la mitad del camino que debía seguir cuando finalmente el Porygon2 logro asestar el golpe en contra del pokémon volador de Silver. Pero el problema no era en ese, el problema era que él se equivocó.

El camino a través de los bosques que rodeaban la ciudad (al contrario de la vereda de la ruta) estaba lleno de obstáculos por el camino. Era fácil perderse a través de ellos y muy fácil encontrar con que lastimarse. Cuando Silver se dio la vuelta sin detenerse para regresarlo a la pokebola donde estaría a salvo que tropezó contra la raíz de un árbol.

Fue solo un momento, pero fue lo suficiente como para permitir que la brecha que separaba al entrenador se acortara demasiado, lo suficiente como para ver casi en su rostro como su enemigo preparaba un ataque en su contra. No pudo ver exactamente que era en el momento debido a que el instinto lo hizo cerrar los ojos.

Antes de que cualquier cosa sucediera el pokémon no dejo de moverse mientras sus lianas iban en dirección contraria a rodear al pelirrojo y arrojarlo en un movimiento a la desesperada contra un árbol que sacudió al joven.

—¡Meh! — grito el Meganium para que su entrenador saliera del shock, todo sin dejar de poner nuevamente el reflejo que hacía nada había perdido el efecto.

Fue en ese momento que el menor reacciono y siguió adelante sacando a Houndoom y ya sin pensar le mando a usar pulso umbrío. No importaba lo que le hiciera, lo importante es que fuera capaz de retroceder. Mentalmente el muchacho casi oraba porque sucediera, todo lo que podía hacer dependía de la suerte.

Esta vez no retrocedió y, sin embargo, en vez de atacar al oponente que insistentemente seguía atacándolo, en su lugar lanzo su ataque contra el tipo planta que se encontraba haciendo de escudo entre él y Silver.

Hubo una gran sorpresa tanto por parte del Meganium como por el entrenador cuando parecía que aquel ataque hubiera hecho algo, hasta que el pokémon titubeo como si sintiera dolor por dentro.

El de ojos rojos conocía a su pokémon y reconoció su malestar. Estaba envenenado. Un pokémon tipo normal lo había envenado, eso solo significaba una cosa: Toxico.

Aprovechando un momento en que el pulso umbrío pudo hacer que el Porygon2 retrocediera reviso su mochila y noto que no tenía nada, apenas un anti-parálisis y algunos despertar, pero nada más. En la caída con su mochila abierta había perdido la mayoría de sus medicinas.

De repente el chillido de su pokémon debilitado lo hizo regresar a la realidad por segunda vez. Ya solo estaban ellos dos.

Meganium no había perdido su tiempo y mientras el sinestro seguía peleando contra el Porygon2, el primero ya había comenzado a preparar el rayo solar que finalmente impacto contra el pokémon.

Houndoom regreso a su pokebola y la tierra levantada comenzaba a dispersarse revelando al oponente. Lucia cansado, el embrollo de la confusión, el perseguirlos, los ataques de Houndoom, y finalmente el rayo solar de su Meganium. Rodo la vista hacia su propio pokémon el cual se mantenía de pie, pero a intervalos mostraba el dolor del veneno por su cuerpo, también debía estar cansado.

Sin embargo, pronto un brillo llamo su atención, aquel pokémon.

Tenía recuperación y sin perder el tiempo lanzo un ataque diferente al de antes. Con trabajo su Meganium logro soportarlo y alejarlo. Para Silver no tenía sentido aquello, con aquel doble filo su pokémon debería estar debilitado y sin embargo estaba allí de pie debido a su propia determinación.

Aquello ya había pasado antes.

—Los pokémon pueden morir— paso por su mente.

Fue como si aquello lo estuviera viviendo de nuevo. Él ya había estado en una situación similar, solo que era un simple combate y, sin embargo, Meganium siguió más allá de lo que él podía seguir, por pura fuerza de voluntad seguía adelante tratando de no decepcionar a su entrenador.

Recordó el regaño de Lance por aquello, el tiempo en que su pokémon tardo en recuperarse y la culpa de haber orillado a su pokémon a ser así en su tiempo de mal entrenador.

—Ese pokémon daría su vida por ti— las palabras resonaban en su mente.

Aquellas palabras y el mismo sentimiento de miedo e impotencia a la idea de perderlo. Tanto que incluso su propio instinto de supervivencia

—¡Meganium placaje a la izquierda! —

Aquel pokémon había dejado de conocer ese ataque desde el día en que dejo de ser un Chikorita y sin embargo obedeció ciegamente a su entrenador, haciendo los movimientos que hacía mucho no había hecho para finalmente atacar a la nada, y caer debido al veneno.

Todo se sentía que ocurría a cámara lenta. Estaba bien, no había nada que pudiera hacer, el árbol detrás evitaba que cayera al suelo y solo cerro los ojos esperando lo peor. No escuchaba ni sentía nada. Fue entonces que una brisa fresca lo toco, aquello era agua y entonces volvió a sentir el mundo a su alrededor.

 Frente a él casi en su cara un hidrobomba lo había salvado. Fue la primera vez en todo el día que agradeció sentir el frio del agua.

El Gyarados comenzó a intimidar al otro pokémon y aquel Togetic seguía usando encanto. Gold salto de Feraligator que ataco al Porygon2 con triturar retrocediéndolo.

—¿Estas bien? — puso una mano en el hombro quien al final pudo asentir relajado finalmente.

Sin importar que, la batalla ya estaba ganada de parte de Gold quien tenía la estrategia de quitarle todo el ataque para ser capaz de pararlo. Rodeado, con la posibilidad de ataque mínima gracias al intimidación, encanto y a la quemadura de la llamarada de Togetic. Sin olvidar de que la recuperación no duraba para siempre.

Y seguía allí, peleando, independientemente del cansancio, casi como había sucedido con Meganium. Fue en ese momento que Gold hizo que sus pokémon se detuvieran y se acercó ignorando incluso los gritos de Silver.

 

-*- 

—¿Entonces voy a poder llevármelos a casa?

—Sí, solo que no deberías hacerlos pelear por un tiempo ni hacerlos realizar trabajos extenuantes— la enfermera, que en aquel momento estaba sacando unas pastillas de una gaveta en el en consultorio, sonrió al pre-adolescente que desvió la mirada al instante— Los pokémon se recuperan muy rápido de estas cosas, incluso más cuando se les trata rápido como esta vez, en cuanto a ti...—le acercó al joven dos paquetes con tabletas dentro de él.

Unas pastillas eran calmantes para el dolor y la otra, anti nauseas.

Aunque inicialmente no lo sintió, cuando todo se calmo pudo sentir el dolor debido al golpe que recibió cuando fue jalado por el látigo cepa. La espalda no se sentía tan insoportable como el estómago, mismo que se encontraba marcado con color morado en las partes que lo habían jalado las lianas.

—Tú también deberías tomarte un descanso, no es nada grave, pero lo mejor es que descanses, ¿Me lo prometes? — El joven no miro a los ojos de la mujer que desprendía dulzura en sus palabras (y juraría menosprecio, pero esas eran paranoias) por su edad.

Tomo las pastillas y finalmente procedió a salir del consultorio ya con los pokémon en el bolsillo y avanzo hacia la salida del centro pokémon sufriendo cada paso menos gracias a los calmantes, sin embargo, eso no hacía que sintiera mejor.

Ignorando los ruegos de Gold, prefirió encontrarse con él en la estación de trenes que para aquel momento ya deberían estarla haciendo funcionar, pero salvo por ellos no recibirían a nadie más. Una vez las puertas eléctricas se abrieron, el frio aire golpeo su rostro y pudo observar el entorno de la ciudad iluminada por las luces mercuriales y las tiendas. El cielo por el otro lado ya se encontraba oscuro, después de todo lo que había pasado la noche había llegado y aun no tenía nada para regalarle a Lance.

Pudo evitar que la ansiedad lo invadiera mientras avanzaba a pasos pesados y frustrados, pero al final, frente a la estación, cuando no podía hacer nada más que esperar a que terminaran con lo que quiera los técnicos hicieran y a Gold fue que casi se quebró.

¿Qué iba a hacer? No se sentía con fuerzas para seguir rebuscando entre las tiendas o irse a la otra ciudad, y al día siguiente todo iba a estar peor. Solo como idea, podía comprar algo para hacer una de esas estúpidas manualidades.

—No…— definitivamente no haría eso.

Después de todo la última vez que realizo algo así termino tirándolo a la basura, pues era menos doloroso que aquella tarjeta que había hecho terminara allí, en lugar de encontrarla en la papelera de su padre.

Lo que le faltaba, estaba en una situación crítica y ahora tenía que pensar en su padre.

No tenía sentido, podía darle cualquier cosa a Lance o tragarse otro sermón, total, si no por eso ya hallaría otra cosa porque regañarlo, pero no quería que todo terminara así.

Enterró sus dedos entre su largo cabello rojo debido a la frustración, buscando mentalmente alguna ruta que lo salvaría de aquello, hasta que escucho a Gold gritándole a lo lejos. Bajo su mano y volteo a ver al moreno que se dirigía corriendo hacia él, llegando finalmente hiperventilado debido al ejercicio.

—¿Me esperaste demasiado?

¿Se tardó? No importa, no es como que quisiera hablarle en ese momento, solo quería que lo llevara a su casa de una vez.

—Sigues enojado.

—¿Qué crees?

Alejo la vista haciendo todo lo posible por ignorar al otro niño.

—Vamos no fue para tanto.

Indignado el pelirrojo se acercó y tomo al otro por el cuello elevándolo un poco por encima del suelo.

—Te expusiste como un estúpido, el pokémon era peligroso y agresivo, y aun así te acercarte con esa maldita aura de santo para “hacerlo sentir mejor”— lo último lo escupió imitando un tono de voz infantil.

—¡Estas exagerando! Yo sabía que no me haría nada.

—¡¿Y cómo se supone que lo sabrías?!— lo soltó sin dejar de mirarlo con el ceño completamente fruncido.

Gold retrocedió un poco y después de tragar algo de salivo le respondió.

—Lo supe porque mi corazón me lo dijo.

Esto último lo dijo con más seguridad y Silver solo le volteo la cara. Odiaba que Gold fuera así, por supuesto podía llegar a ser fiero con el equipo Rocket, podía ser un gran entrenador y todo, pero a veces eran tan idealista, sobre todo cuando se trataban de los pokémon.

—Pudiste hacerte daño...—cerro la boca de inmediato ante aquello y aun a sabiendas de lo que esperaba miro de reojo la estúpida sonrisa marcada en la cara de Gold.

—Lo siento si te hice preocuparte por mí—bajo la mirada y su sonrisa comenzó a desvanecerse un poco, lo que sorprendió a Silver— El pokémon tenía frustración, alguien infiltrado comenzó a hacerle daño para utilizarlo con malos fines, pero este Porygon sentía y es obvio que estaba muy herido— subió la mirada tratando y trato de aligerar el ambiente— Pero no te preocupes, ya se lo envié a Red, él sabe cómo cuidar a este tipo de pokémon sin que hagan daño a nadie.

Por supuesto que Silver entendía que de seguro aquel pokémon sufrió, después de todo cuando Gold le esquivo varios ataques y lo abrazo comenzó a llorar. Pero, aun así.

—Lo que sea.

El más joven volvió a sonreír algo más calmado al otro que no le dirigía la mirada, aprovecho aquello para sacar una caja blanca de su mochila y se la acerco a la mejilla, lo que causo que se sobresaltara un poco.

—¿Tienes hambre?

 -*-

 Habían decidido sentarse en un pequeño banco de la estación mientras seguían arreglando los sistemas informáticos que controlaban el tren. Gold comenzó a sacar más cosas de su mochila y un par de botellas de té.

—No supe que te gustaría tomar, pero fue lo único que encontré que no estuviera en un refrigerador.

—No importa— respondió indiferente mientras tomaba la botella y la dejaba a sus pies para después jugar con la caja de su hotdog un momento.

—No le puse nada, pero traje bolsas de cosas para que le pongas.

—Lo que sea— abrió la caja y comenzó a meterse la comida en su boca.

Aun sentía incomodidad en el estómago y no le interesaba de verdad a lo que supiera, solo comer algo. El otro decidió no prestarle demasiada atención y al minuto ya no tenía nada en sus manos, ignorando la mirada de desagrado del pelirrojo. Pero Gold no presto atención, al menos no a eso.

—Perdón— le dijo después de tragarse lo último del hotdog.

—¿Por comer como cerdo?

—No…por haberte arrastrado conmigo—tomo su mochila y comenzó a buscar algo que, a pesar de haber encontrado, no saco en ese instante y lo miro un poco apenado— Al final no compraste nada ¿Verdad?

 El pelirrojo no respondió, esperando a que el otro siguiera.

—Así que, toma— saco finalmente aquello y se lo entrego a Silver que aun tenia medio Hotdog en la mano.

Este lo tomo y dejando de lado todo lo demás, abrió aquella caja.

—¿Un reloj?

—No se me ocurrió otra cosa, y debe ser bueno porque se lo sonsaque al presidente.

—¿Cómo hiciste eso?

—Le dije que iba a decir a los medios que los incidentes con las redes eran su culpa, y como soy campeón me creerían—había un dejo de orgullo en aquello y el pelirrojo no pudo evitar imaginar al de cabello azabache haciendo eso con una sonrisa inocente en su rostro.

Y no estaba alejado de la realidad.

—Está bien, ¿No? — aquello lo dijo con un dejo de inseguridad— Después de todo, lo más importante cuando das un regalo es que demuestre lo mucho que te importa aquella persona, es lo que lo hace especial.

El pelirrojo bajo la mirada observando el reloj de buena calidad. Nunca había visto a Lance con uno, pero era algo para adultos, era bueno, así que, ¿Estaba bien?

—Supongo…—respondió indeciso, pero algo aliviado al poder entregar algo.

—Pero, tienes que hacer algo por mí—

—Eres una rata convenenciera— le recrimino Silver.

—Lo aprendí de alguien— le sonrió pícaramente el moreno.

Ante esto el otro retrocedió un poco y desvió la mirada cubriendo su boca con la mano. A Silver no le gustaba mostrar demasiadas emociones (aparte de la ira, prepotencia, rabia o ira de nuevo) por lo que cuando sonreía genuinamente tenía el habito de cubrirse. Gold lo sabía, pero no lo iba a decir.

—Y, ¿Qué quieres?

—Solo que me escuches en algo, ya sabes, guardarme un secreto.

—Te sigues orinando en la noche.

—¿Eh? ¡No! — se defendió el más joven— ¡¿De dónde sacas eso?!

—Lo supe porque mi corazón me lo dijo— Silver sonrió triunfante y Gold desvió la mirada para observarlo después un tanto fastidiado.

—Ya te dije que lo siento.

Suspiro el aire helado y entonces el niño vestido de negro y rojo dijo.

—¿Y qué es lo que me quieres decir?

Gold levanto la mirada y antes de que pudiera decir algo su pokegear comenzó a sonar.

—Dicen que ya nos podemos subir al tren.

El pelirrojo decidió comenzar a levantarse cuando el moreno pareció recordar algo y lo detuvo.

—¿Silver no tienes un pokémon con el cual regresar a la guarida verdad?

El pelirrojo no lo había pensado, pero era obvio que ahora no tenía a nadie que estuviera en condiciones de llevarlo a aquella ciudad una vez llegara a Johto. Pero algo no le pareció bien.

—¿Qué tramas?

—Puedo prestarte un Pelipper— dijo mientras sacaba una pokebola que recién había sacado cuando paso por el centro pokémon, el otro joven lo miro confuso— Es un pokémon tipo volador/agua que ya posee vuelo y surf…

—Si se lo que es un Pelipper idiota, solo… ¿Qué tramas con ello? —

—Otro trato.

—Jódete.

—Vamos, tu sales ganando, es básicamente solo soportarme un poquito más— dijo mientras tomaba la mochila del pelirrojo sin dejar ver exactamente que estaba metiendo en realidad entonces la cerro y se la ofreció.

—Di de que se trata ahora.

—Veras, vamos a organizar una fiesta por las navidades, obvio no en navidad porque esas son fiestas familiares, pero vamos a vernos el 27…en la casa de Blue.

—¿El líder de gimnasio?

—Sé que no te agrada, pero prometo que te vas a divertir, además allí puedes regresarme al pokémon.

Silver aún se miraba  enojado e inseguro de aquello, hasta que el más bajo soltó.

—Puedes irte a la media hora si te aburres.

—Hecho.

Gold hizo un gesto de victoria por aquello y Silver no dijo nada en realidad mientras comenzaban a avanzar hacia la entrada que les habían dicho tomar. Gold seguía diciendo algo y sin embargo el otro no lo escuchaba. Simplemente no entendía al moreno por completo. Él estaba consciente del tipo de persona que era, del tipo de persona que fue, que a Gold fue a la persona a quien más daño hizo y, aun así.

Aun así, hoy estaba empeñado en acompañarlo y estar con él, en ser su: amigo.

Aquello le sonaba raro, Gold, era su amigo de verdad. Podía ser idiota y a veces insoportable, pero era valiente, confiable a su manera y la persona más cercana al pelirrojo en aquellos momentos. Incluso sin decirlo, le hacía feliz tenerlo a su lado.

—Entonces, ¿Qué querías decirme?

Fue antes de llegar a la entrada que debían de tomar, esperando la hora exacta que les dieron para cuando abrieran las puertas y el sistema automático los llevaran a su región.

—Si lo vas a hacer dímelo ya.

En aquel momento el más bajo paro y el más alto lo siguió esperándolo. Abrió la boca, pero nada salió de ella, lo pensó un poco y entonces.

—¿Puedes cerrar los ojos? Es vergonzoso.

Aunque confundido el pelirrojo cerro lo ojos esperando alguna tontería que más o menos se imaginaba. Que le gustaba su amiga Kris, que le daba miedo la oscuridad o hablar incluso del padre que siempre eludió.

Por otra parte, Gold estaba indeciso y trago saliva pesadamente. ¿De verdad lo iba a hacer? Ya estaba muy lejos, y aunque podía inventar una mentira para que el otro no sospechara al final decidió hacerlo, sin pensar en lo que pasaría después y de todos sus defectos. Sin pensar en el carácter de Silver.

El pelirrojo casi salta cuando sintió el peso del otro sobre él y sus brazos alrededor. Trato de quejarse antes de que aquellas palabras lo dejaran en blanco.

—Me gustas, mucho.

Fue menos de un minuto, pero aun así aquel momento se sintió eterno para ambos pre-adolescentes, mientras el calor subía por las mejillas de ambos.

Al final el primero en moverse fue Silver quien termino por empujar a Gold. Prácticamente temblaba, pero no estaba seguro de por qué. ¿Estaba enojado? ¿De qué estaba enojado? Abrió la boca, pero, ¿Qué le iba a decir?

De repente, el sonido de la puerta del tren abriéndose se escuchó. Dudo sin entrar o no, ya que en aquellos momentos definitivamente no quería ir a lado de Gold, sin embargo.

—Lo siento…—Aquellas palabras hicieron que el pelirrojo regresara su vista hacia el otro chico.

Dicho aquello el muchacho se alejó corriendo, una velocidad a la que de cualquier forma Silver no iba a poderlo alcanzar de intentarlo. Lo que no importaba porque no iba a seguirlo, al final tomo el camino opuesto y entro al tren.

Una vez se sentó espero un momento mientras se cerraban las puertas. Jalo su mochila y de inmediato busco los anti-nauseas que pidió en el centro pokémon dispuesto en no pensar en nada de lo que había pasado y, sin embargo, allí estaba la Super Ball que no era suya y una caja, la de los dulces que Gold compro en Caña Dorada.

Los que no había podido admitir que le habían gustado.

—Eres un estúpido— ya no eran las náuseas de las que tenía que preocuparse.

El vuelco en el estómago por las palabras de Gold lo hacían sentir mil veces peor.

No quería que su relación cambiara, pero ahora era inevitable. 

Notas finales:

Muchas gracias a todos los que han llegado hasta aquí y que se acuerdan del fic de la insegura esta. Si no se acuerdan de él, está bien, quien tiene la culpa aquí soy yo. De cualquier forma, muchas gracias, incluso si están disfrutando al menso un poco esta historia, en la cual a pesar de que tengo mis problemas con ella, la quiero porque representa el esfuerzo que pongo en ella.

No soy perfecta, pero siempre que este a mi alcance hare lo posible por mejorar.

Así que cualquier cosa es recibida.

Como actualización, la historia también está en wattpad y esto lo digo no para hacerme publicidad, sino para presumir que yo le dibuje la portada con el Paint y el mouse antes de que mi bella computadora muriera. Podrá no ser perfecto (como el fic), pero me enorgullece que sea algo que hice yo (como el fic).

Sin mas que agregar no leemos pronto~

(esperemos que el pronto no sean 4 meses, ahora de vuelta a las cobijas :D (?))


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