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El regalo más especial por ToadThearian

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Notas del capitulo:

3/6

Fuu, this is so long.

En fin, que puedo decir, tarde más de lo que pensé con este. Aparte de que mientras hacía cierta investigación, ocurrieron un par de cosas desagradables en la vida real. El aire acondicionado de mi casa murió, por lo que tuvimos que estar todos en mi cuarto, también tuve cosas que atender del papeleo del servicio social y pues, reescribí esto como tres veces porque no me convencía. Pero no podía deshacerme de este tramo de historia en especial porque desencadena una escena que me parece muy bonita, la cual no sería la misma sin lo que va a pasar con el pokémon del cap. Además, de que quiero escribir un fic más centrado en batallas, no solo eso, quiero escribir cosas con batallas y para eso, pues están los fanfics, para entrenar y mejorar en aquello que nos falta.

No hace falta decir porque esto tomo tanto. Y ahora no estoy tan segura de él, aunque por otro lado, tampoco estoy segura de nada de lo que escribo. Solo pensare que hice lo que pude de momento y que mientras más siga en esto más mejorare. Solo espero que no les parezca aburrido o algo. 

Silver no era alguien delicado y podía probarlo de muchas formas. Por ejemplo, sobrevivir al ataque de los Horseas sorpresas en invierno y por más de una semana sin enfermarse. Eso probaba lo fuerte de era, en cierto punto. Después de todo, nunca superaría la vez en la que Gold decidió combatir en el monte plateado con su ropa regular, solo para estar en las mismas condiciones que su rival. No estuvo allí para verlo, pero sabía que era cierto, porque sabía a qué extremos era capaz de llegar.


En cualquier caso, él no era débil (y lo probaría a punta de golpes a cualquiera que insinuara lo contrario). Pero tenía sus debilidades, muchas de las cuales no admitiría directamente como su odio a los insectos y otras que recién descubría. Hoy podía añadir una a la lista.


A pesar de lo ligero que era el tren magnético en general, había algunas personas los cuales resultaban mareados por el viaje, como esos tipos en los barcos que no podían sentir una ola sin vomitar. El tipo de débil patético que Silver siempre detesto, y ahora estaba en la posición de uno de ellos. Cualquiera diría que esto era otra lección de humildad para el pelirrojo, pero la verdad es que primero se tragaría su orgullo antes de admitirlo. Primero fue algo medio superfluo, pero conforme avanzaba el camino el ruido del viento fuera de la ventana y el movimiento constante y fuerte hacia adelante cada vez lo hacía sentir peor. Pese a que de alguna manera logro sobreponerse para no demostrarlo al ver que nadie más parecía afectado por aquella cosa. Al final del viaje realmente se sentía acabado.


Ni siquiera le importaba que prácticamente se estuviera recargando en Gold para caminar hacia una de las bancas de la estación. Respiraba pesado tratando con todas sus fuerzas de contener las horribles ganas que tenia de vomitar y el dolor de cabeza.


—Toma a lo mejor te sientes mejor con esto— el niño cabello negro le ofreció una botella de agua fresca intentando que eso le ayudara— ¿Cómo te sientes?


—Ya te...dije que estoy bien...—trago saliva y luego tomo aire tratando de reponerse.


Cuando levanto la vista observo que Gold parecía algo ¿apenado? Su mirada lo esquivaba y parecía inseguro. Entonces con una voz baja y no muy convencido le pregunto.


—Talvez podríamos ir a comer...digo cuando te sientas mejor—trato de componer la oración de la mejor manera que pudo.


Era normal que Gold tuviera hambre, después de todo llevaban más de tres horas desde que habían salido de la cueva Dragón y llegado finalmente a ciudad Azafrán. Todo lo que había comido hasta ese momento eran los dulces que compro. Sin embargo, trato de medir sus palabras para no fastidiar más a Silver. Lo que era inútil porque dijera lo que dijera se iba a enojar.


—Te voy a vomitar encima—


—¿Qué? ¡No!— dio paso atrás para alejarse pero Silver lo tomo fuerte del brazo para que no pudiera alejarse.


Aunque al final no le vomito encima, era obvio que no iban a comer nada. No al menos hasta que el pelirrojo pudiera terminar de comprar el estúpido regalo.


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Gold no era un experto en lo que se refería a las citas, lo que no era raro si considerabas que apenas dentro de un par de meses cumpliría los once años y que esta era la primera vez en la que estaba enamorado de verdad. Sin embargo a su manera lo intentaba. Fue por eso que por meros fines de investigación se sentó a lado de su madre a ver esos melodramas que solía ver por televisión.


Era estúpido, pero fue a la mejor opción que se le ocurrió. Buscar en libros lo aburría demasiado y tantas palabras lo agobiaban; en internet siempre terminaba en sitios raros y se distraía chateando con Kris (Quien no paraba de mandarle links de cosas que él debía ver); Preguntar a sus amigos estaba descartado, pues no dejarían de tratar de adivinar la razón de su repentino interés en las citas. No, más bien tratarían de adivinar por quien tenía ese interés en las citas; Y evitaría la charla de su madre a toda costa por el mayor tiempo posible, así que estaba descartada.


En la mente de un niño enamorado, sacar ideas de la televisión no parecía tan mala idea tomando todo eso en cuenta.


Así que, ¿Qué saco de su tiempo de investigación? Que su madre lloraba muy fácilmente por cualquier cosa y se emocionaba por todo. Oh, y algo sobre las citas. Si bien él no era un joven perfecto, rico, con tres nombres y olor a champú las veinticuatro horas del día podía adaptarlo. Después de todo no era como si siguiera todo al pie de la letra, es decir, para empezar la otra persona tenía que estar enterada que estaba en un cita(o lo que se le acercaba) y eso Gold no podía permitirlo por el bien de su integridad física.


Con Silver la mejor opción era ir de poco a poco.


Miro de reojo al joven a su lado que había decidió echar en un vistazo a los alrededores de ciudad Azafrán para ver si compraba algo allí antes de ir a ciudad Azulona. Tenía el ceño fruncido, y en su mirada se notaba lo harto que estaba, casi como esperando a explotar de un momento a otro. La verdad no entendía como no había explotado todavía luego de tanto buscar quien sabía que. Al menos él no podía estar más aburrido.


Estaba feliz de estar al lado del pelirrojo, pero no podía evitar sentir que esto era tan excitante como, ir a comprar ropa con su madre.


No tan aburrido como cuando iban a comprar calcetines, pero si tan cansado como en las baratas donde tenía que probarse toneladas de ropa que su madre le dejaba en el vestidor y parecían interminables. Y tan bochornoso como cuando su madre se metía en el vestidor para ayudarlo a cambiarse porque tardaba demasiado, o cuando compraban ropa interior.


Se paró un momento atónito ante sus propios pensamientos, ¿comparaba su "cita" con comprar ropa interior?


Tenía que hacer algo, no podía permitir que su cita fuera el equivalente a comprar ropa interior con su madre. Se suponía que sería un momento maravilloso, algo divertido entre ellos.


Sería bueno ir a comer como hace la gente normal pero ya veía eso como una posibilidad tristemente lejana. Así que tal vez podrían hacer otra cosa. Maldición si tan solo dejara que lo aconsejara un poco, pero todo lo que sugería le parecía estúpido e infantil.


—To-tic—el togetic que volaba a su lado trato de animarlo bailando felizmente frente a él, pero no parecía funcionar, su entrenador seguía perdido en pensamientos pesimistas acerca de qué hacer con el pelirrojo.


Si le decía que quería hacer otra cosa seguro que lo dejaba de lado o explotaba finalmente en su contra, lo que menos quería pues en serio deseaba terminar bien ese día para finalmente de ser capaz de decirle que...


De repente sus pensamientos se vieron interrumpidos cuando escucho los gritos de su compañero.


—¡¿Escúchame estúpido quien te crees que eres para atacar a mi pokémon?!—


No fue lo suficientemente rápido para ver que paso, pero pudo ver el resultado.


El sneasel de Silver parecía haber sido golpeado por un ataque lo suficientemente fuerte como para dejarlo noqueado de un golpe, y ahora tenía tomado del cuello del suéter al único otro entrenador que tenía un pokémon fuera aparte de ellos dos. El único sospechoso, al cual el pelirrojo no dejaría ir hasta que pagara por lo que hizo.


—¡No fui yo lo juro!— lloraba el pobre entrenador quien rogaba por su vida, al lado su raticate solo temblaba del miedo incapaz de moverse para escapar si quiera.


—¡Alto Silver!¡No pudo haber sido él!— el moreno tomo la cintura del joven en un intento de detenerlo.


En aquel momento la pose tan cercana y el calor de la otra persona restregándose inconsciente en él le hizo sentir, algo. Algo que le hizo sentirse extrañamente satisfecho.


¡No!— regreso a la realidad cuando sintió el peso del pelirrojo quien trataba de zafarse para matar al pobre diablo— Solo míralo está llorando y es obvio que no es fuerte ¡Tiene un raticate por amor de Dios!


—¡Yo no soy débil!— aun tenia lágrimas en los ojos cuando la posible víctima de Silver trato de defender el poco orgullo que le quedaba, pero la terrorífica mirada del joven de ropa negra lo hizo quedar en shock.


Duro solo un momento sosteniendo su mirada, analizando al pobre tipo mientras este se aseguraba de rezar a todo Dios que conocía. Solo necesito dar un pisotón para espantar al tipo quien salo corriendo cargando a su ratica. Resbalo un par de veces por el camino, pero al final si logro escapar.


El pelirrojo apretó la mandíbula frustrado. Necesitaba desquitarse con algo.


—Eh, Silver, hay que llevar a Sneasel al centro pokémon— le recomendó el azabache y entonces dirigió la mirada de nuevo a su pokémon en el suelo que era cargado por el togetic de Gold.


—Está bien...— menos mal, parecía que se había calmado— Pero...ya suéltame—


Por un momento ninguno de los dos se movió.


Gold seguía abrazándolo por la espalda, y en público. Esto no iba a acabar bien, al menos no para él moreno. Y a pesar de que sudaba de miedo por lo que sabía iba a venir no se arrepentía de nada.


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—¿Esperar?— renegó el pelirrojo sorprendido por lo que le dijo enfermera Joy.


—Veras, tu sneasel parece bastante lastimado y estamos atravesando una emergencia en este momento...— puso al tipo siniestro en la camilla que fue llevada de inmediato por los chanseys que parecían ajetreados de tanto trabajo —le daremos a tu Pokémon los mejores cuidados, pero no puedo asegurarte que este bien hasta en la noche, por lo que si gustas puedes esperar.


La mujer extendió su mano para mostrarle el lugar donde se encontraba la repleta sala de espera, mientras mantenía su sonrisa pese a que su rostro no podía ocultar el cansancio y preocupación. No era para menos, el centro pokémon se notaba incluso más lleno que lo usual, con entrenadores que esperaban a que terminaran de atender a algún compañero que necesitaban otro tipos de atención de medica que la usualmente se requería. Lo cual no dejaba de ser extraño.


Volteo a observar la enfermera Joey que después de ver un aparato rápidamente abandono su puesto en dirección a la sala de emergencia, siendo reemplazada por uno de los chanseys del lugar.


¿Qué estaba pasando?


—¿Sneasel va a estar bien?— pregunto Gold quien se encontraba pegado a la pared y aun se acariciaba su cabeza adolorida.


—Sí, creo que vamos a tener que esperar hasta la noche, al menos eso dijo la enfermera...—suspiro pensando en la misión que tenía— No puedo dejarlo aquí solo, si voy a comprar eso tendrá que ser aquí.


A pesar del momento el azabache no pudo evitar  sonreir disimuladamente cuando escucho esas palabras del pelirrojo. Le hacía feliz saber que se preocupara tanto por su equipo.


El togetic hizo su sonido característico y jalo el suéter de su entrenador tratando de llamar a su atención para que observara lo que sucedía en la puerta.


Esta se abrió de golpe dejando ver a un grupo de camillas llevadas por gente que parecían ser guardias y constructores. A ellos se le unieron rápidamente un grupo de chanseys que comenzaba a dar los primeros auxilios a los pokémon en las camillas. Todos de la misma especie.


—¿Porygon?— Silver que también observaba el espectáculo al igual que otros entrenadores en la sala reconoció de inmediato la especie de los pokémon.


En su rostro se mostraba cierta sorpresa, era raro ver a tantos juntos, sobretodo fuera de su habitad natural que eran las bases de datos de grandes organizaciones o como premios en casinos. Era incluso más extraño cuando todos parecían heridos de gravedad. Para ese momento su compañero ya había sacado su pokedex y examino al pokémon en cuestión.


—¿No es el que se ganaba en el casino de Azulona?—


—Creo que en esta ciudad los hacen...— el azabache salto lugar donde estaba parado, lo había leído de la pokedex, pero le seguía pareciendo raro que existieran pokémon artificiales— los hacen por...—se detuvo sorprendido cuando observo alguien fuera de la puerta de urgencias y quien caminaba a lado de la enfermera Joy dirigiéndose a un pasillo sin mucha gente — ¿No es el...? ¿El presidente del Silph S.A.?— esto último lo soltó en voz baja, casi como un susurro para el mismo.


—¡¿Eh?! ¿Dónde? ¿Dónde...?—el pelirrojo puso una mano en la boca de Gold para callarlo inmediatamente y evitar un escándalo mayor.


Una vez lo soltó le hizo una señal para que lo siguiera y fueran a donde la enfermera y el presidente parecían discutir (más bien ella le hablaba con un tono brusco, mientras el otro solo asentía).


Entonces, escondidos detrás de la pared de la puerta a aquella habitación, comenzaron a escuchar la conversación.


—Tienen que detener esto ya— le regaño en tono firme la enfermera Joy, siempre evitando exaltarse demasiado para evitar que los escucharan— Esto ha afectado las bases de datos de las pc y se han dificultado los sistemas de comunicación, sin olvidar los pokémon lastimados. Si seguimos así, no seremos capaces de cubrir la demanda.


—Si lo sé, esto no solo ha afectado al centro pokémon, aparentemente también el tren magnético ha tenido que parar su funcionamiento...—


Silver dejo de escuchar por un momento. ¿El tren magnético había parado su funcionamiento? ¿Cómo? ¿Cuándo? ¿Por qué? Quiso acercarse disimuladamente para escuchar un poco más, cuando de repente Gold ya estaba frente al hombre.


—¿Qué fue, lo que hizo que el magnetotren y las pc fallen?— sí, fue así de directo.


Aunque si hablaban de imprudencias, el joven de ropa oscura no solía ser mejor que él.


El hombre comenzó a sudar al verse engatusado por el niño que no para de observarlo con ojos curiosos, a su lado la enfermera Joy le dedicaba una mirada acusadora y con sus brazos cruzados esperando a que le explicara al joven la situación.


—Yo, no puedo decirlo...— Nervioso llevo una mano a su cuello, completamente avergonzado, reflejando temor en su rostro. Al mismo tiempo que pensaba en un excusa que usar para evitar que el pequeño revelara que los problemas con las bases de datos tenían relación directa a su compañía.


Fue en ese momento que a Silver le dio igual y directamente decidió entrometerse.


—Está bien, puede decírselo, Gold es el campeón de Jotho después de todo— el aludido se sorprendió cuando escucho que revelaban su título y la sonrisa se hizo presente en la cara del hombre desesperado— Aprovecha tu título de vez en cuando— le susurro el pelirrojo al oído y el otro trago duro.


Si algo quería era que esto se solucionara de una buena vez, de otra forma no podrían regresar a Jotho antes del toque de queda que tenía en la guarida dragón. Si lo lograba, podía alcanzar Clair para antes de que se fuera del gimnasio y podría evitar otro sermón.


—Pero sobretodo— pensó el pelirrojo observando de reojo la puerta detrás de la que estaba su Sneasel herido-Sobretodo podría desquitarse con alguien por aquello-


—¿De verdad eres campeón?— el adulto se acercó más al niño con algo de entusiasmo y este solo asintió. No había duda, la descripción que le habían dado de él concordaba perfectamente— Me sabe mal tener que depender de nuevo de un niño— Gold arqueo un poco la ceja ante eso último, ¿De nuevo?— Pero, esto ya se salió de control, estoy en tus manos.


El hombre se inclinó ante el en un gesto de completa humildad, lo cual solo avergonzó horriblemente al más joven.


—No, no tiene que hacer eso— salto el joven mientras negaba el gesto con sus manos—Solo, solo dígame cual es el problema.


—Oh ¡sí!— el hombre viejo volvió a su posición mientras comenzaba a limpiarse el sudor con un pañuelo que recién saco del bolsillo de su saco.


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Se encontraban sentados en una pequeña oficina que la enfermera les había prestado para que pudieran hablar con más calma. El presidente de la compañía silph s.a. se aclaró la garganta y comenzó la explicación a los niños sentados delante de él.


—Ya deben conocer al pokémon Porygon ¿verdad?— ambos niños asintieron y el hombre se permitió continuar— Ese es un pokémon creado y desarrollado por Silph s.a. para su uso en las bases de datos.


Espero un momento para ver si los niños seguían todo lo que les decía.


—Cada cierto tiempo, las bases de datos se actualizan, y con ellos decidimos crear una mejora para el pokémon, el prototipo de su evolución, Porygon versión 2.


—Porygon 2.


—Exacto— le confirmo el mayor al pelirrojo, por su parte el azabache trataba de digerir la información.


No solo habían creado un pokémon, ahora podían evolucionarlo.


—Pero, a pesar de que las cosas iban bien al principio, repentinamente comenzamos a tener problemas con él, sobre todo después de que se volviera fuerte sin explicación, más de lo que contamos— paro un momento para tomar aire y quien siguió fue el niño de ojos rojos.


—Se volvió demasiado fuerte para controlar y se les salió de control.


—Y entonces ataco las bases de datos—siguió el otro niño como si se tratar de adivinar la respuesta, lo que hizo a Silver rodar los ojos.


Sin embargo, no llego la confirmación. El anciano solo se quedó vagando en sus pensamientos por un momento. Entonces siguió.


—El problema es que no solo ataca a bases de datos y a los porygon que las protegen, también está comenzando a salir de las bases de datos para atacar a cada pokémon que encuentra fuera de su pokebola, al menos a los que tienen entrenador —


Fue en ese momento que ambos niños llegaron a la realización de que fue lo que ataco a Sneasel: Porygon 2. Sin embargo, algo no quedaba claro y antes de que Silver pudiera decir algo, Gold se le adelanto y pregunto.


—¿Y en serio aún no han podido derrotarlo?—


El presidente solo asintió apenado.


—Veras, después de ciertos "problemas" que tuvimos hacia un par de años—fue apenas imperceptible pero la mirada del pelirrojo se tensó al terminar esa oración— supimos que necesitábamos una barrera más fuerte, sobretodo para concretar el plan de mandarlo al espacio. Sin embargo, creció demasiado rápido y ahora parece que alcanzó un nivel demasiado alto.


—¿Qué tanto?— el pelirrojo se adelantó.


—Ochenta.


—¡¿Ochenta?!— fue al unisonó prácticamente.


Decir que un pokémon llegaba a ese nivel no era algo fácil de digerir. Después de todo, esos niveles eran de equipos que usualmente usaba Red o Lance cuando peleaban a tope. Incluso Silver retrocedió en su asiento cuando escucho aquello, y cuando volteo para ver la reacción de Gold observo que estaba tan asustado como el pobre hombre, sin embargo.


—¿Pero tú eres el campeón verdad?— Esta vez la voz que se escucho fue la de la enfermera Joy que llego un poco antes y se acercó al joven de cabello azabache y oscuros ojos azules. Mismo a quien tomo la mano con una expresión de alivio—Puedo contar contigo, ¿verdad?


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—Entonces el plan es, dejar que ellos hagan salir a los pokémon desde este o desde el punto en el que estarás tu— apunto al otro extremo de la estación— lo guiaremos a la ruta más cercana y allí lo derrotaremos ¿Entiendes?


—Sí, pero...—los brazos del pelirrojo estaban cruzados y su ceño normalmente fruncido en aquel momento lo estaba aún más al ver como el otro ni siquiera prestaba atención— ¿Por qué tengo que ayudar yo?


—No digas tonterías Silver, eres una víctima— dijo mientras ponía una de sus manos en el hombro del otro, misma que retiro inmediatamente al ver su mirada fastidiada— digo, tú también quieres usar el tren ¿no?


Por supuesto que lo necesitaba, aunque personalmente, prefería no volverse a subir a él.


—¿Y que se supone que necesitas de mí? Ya derrotaste al maldito entrenador legendario, estoy seguro de que puedes hacerlo sin mi ayuda.


—¿Te digo un secreto— el rostro del aludido reflejo cierta sorpresa antes de darse cuenta de que seguramente le diría algo estúpido— Veras, llevo como...cuatro pokémon conmigo.


—¿Cuatro?


—Técnicamente tres, veras uno es un huevo que tuve que recoger de la guardería donde tengo a Seviper y a Zangoose. ¿Qué cómo pusieron un huevo? No lo sé porque se siguen peleando a muerte y Lyra me fastidio todo el día para que fuera con ella y lo recogiera, sobretodo para seguir con la investigación. Además el resto de mi equipo está descansando con mi madre, sobretodo Ampharos que parece que ahora la quiere más a ella que a mí— Gold hablaba a toda velocidad y mientras rellenaba su intento de excusa con un montón de cosas incoherentes hasta que Silver lo detuvo con voz alzada y un gesto de su mano.


—Haber, ¿Quién puso un huevo? ¿Lyra?— el pelirrojo sacurdio su cabeza tratando de poner lo más importante en su lugar.


—Mis únicos pokémon en este momento son Feraligator, Gyarados y Togetic, ninguno alcanza el nivel 80, solo Feraligator el 70.


—¡Totic!— alzo un grito cuando fue nombrado por su entrenador, era el único alegre en este embrollo.


El único que seguía haciendo ruido en medio del silencio que mantenían los entrenadores. Lo que desconcentro al pokémon que volaba a sus alrededores.


—Eres un idiota—


—Lo sé— respondió derrotado— Pero si trabajamos juntos, estoy seguro que lo lograremos— trato de calmar al pelirrojo con una sonrisa.


No cabía duda, en la mente de Silver, Gold era un idiota, pero uno que se reponía muy rápido.


—Confió en ti— le dijo con la mejor sonrisa que podía poner en aquel momento y entonces respondió una llamada de su pokegear— Bueno, voy a mi puesta, recuerda el plan, yo estaré al otro lado de la estación.


Sin esperar una confirmación se fue corriendo hacia el que sería su puesto en el plan. El de ojos rojos no dejo de verlo hasta que lo perdió de vista. Suspiro cansado esperando que esto no le quitara tanto tiempo, aunque por otra parte, un reto tan grande de alguna manera le hacía sentir cierta emoción en su pecho.


Sin olvidar que aun quería desquitarse por lo de su sneasel.


Soltó una pokebola al aire la cual se abrió de inmediato y de un destello de luz comenzó a tomar forma su querido inicial.


—Cuento contigo, Meganium— Le sonrió orgulloso a su pokémon, el cual le regreso el gesto repitiendo su nombre enérgicamente.


Entonces, solo quedaba esperar que llegara ese tal Porygon 2.

Notas finales:

En serio espero de corazon que lo disfruten. Saludos a Abyss, Luis sama, FoxyLove y a Visi, agradeciendo nuevamente a sus preciosos comentarios. En serio me levantan el animo cuando siento que apesto escribiendo.

Pero no me rendire seguire adelante por el amor al yaoi y a mis fantasias locas.

Nos leemos luego.  


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