CAPÍTULO XX: Las cosas comienzan a ir mal.
Ya pasaron los días que dijo mi papá y aún no ha vuelto. No ha vuelto. Sólo sé que nos llamará pronto para explicarnos qué está pasando. Él nunca tardaría tanto en regresar.
Me quedo en mi casa y comienzo a pasearme de un lado a otro nervioso. Mi mamá seguro que está peor que yo.
En eso, el teléfono suena.
Mamá responde casi de inmediato.
-¿Amor? ¿Qué sucede? ¿Estás bien? – su cara está fruncida y muy muy preocupada. Su expresión no mejora, al contrario, se vuelve más y más seria – No comprendo. Ese no era el trato, lo prometió.
¿Parte del trato? ¿Hablarán del tigre hembra?
-¿Mamá? – pregunto con algo de timidez. Jalo de su manga para que voltee a verme.
-Amor, tienes que regresar. No sé qué te harán para que accedas. Por favor, hazme caso – en eso cuelga el teléfono.
-¿Qué pasó? – ella me acaricia mi mejilla.
-Hijo, tu papá está en problemas. Por lo visto el “proveedor” está muy molesto. No sólo eso, él… por lo visto, quiere que Shere e Indira sean puestos a su cuidado. No es de confianza y tu papá lo sabe. Es muy probable que intente venir por ellos y llevarlos a la fuerza.
-Pero no puede, ¿cierto?
-Se supone que no, pero siempre hay gente así, Kian. Tu papá sabe que vendrán por ellos y ahora está huyendo. Estuvo en contra y… creo que lo lastimaron. ¡Oh, Kian! – comienza a llorar y yo la abrazo con cuidado.
-Tranquila, mami. Llegará bien, ya verás – sujeta mis brazos y me mira a los ojos.
-Tu papá es tan terco que se resistirá. No lo culpo, pero tenemos que prepararnos también. Lo más seguro es que haya gente trabajando para el proveedor. Les pediré ayuda a los trabajadores.
-Bien – sale corriendo y me quedo pensando. ¿De qué manera puedo ser menos inútil? Tal vez…
Sin pensarlo más voy corriendo hacia Shere. Tan tranquilo como siempre.
En cuanto me ve comienza a caminar más despacio hasta que está a unos metros de mí.
-¿Qué quieres, cachorro humano? – dice casi susurrando.
-S-Shere… yo, escucha, tienes que cuidarte.
-¿Disculpa?
-Mi mamá me acaba de decir que unas personas intentarán llevarte con ellos a la fuerza.
-¿Humanos? ¡Ja! En ese caso no veo por qué temer.
-Shere Khan, esto es serio. Lastimaron a mi… a mi papá – yo igual comienzo a llorar y me siento en el piso.
-Oye, respira. No llores, cachorro humano – es inevitable, mi llanto no cesa y cubro mi cara con mis codos. Escucho cómo exhala – Bien, si te hace sentir mejor, me cuidaré más. Te… te lo prometo.
-¿En serio? – levanto mi cara para mirar sus ojos. Él lo afirma simplemente moviendo la cabeza – gracias. No quiero perderte, no quiero.
-Tranquilo, cachorro. No lo harás.
-Promételo – digo muy serio, tal vez jamás en mi vida había hablado así.
-Me niego. En fin, es mejor que te vayas. Si quieres en la noche puedes volver.
-No puedo, tengo que cuidar si alguien viene. Tal vez vengan con armas o algo así. Tengo que prepararme – me levanto de un brinco y salgo. Aunque creo haber escuchado un “espera”, pero no tengo tiempo de confirmar nada. Protegeré a todos.
***
¿Qué se le ha metido en la cabeza a ese cachorro? ¿Armas? ¡De ninguna manera! Y mucho menos este pequeño que apenas y sabe de todo lo demás.
Ni siquiera tuvo la decencia de regresarse cuando le dije que esperara.
Entonces tal vez sí va en serio todo esto. Dijo algo de su papá, ¿pero qué le habrán hecho? ¿Seguirá en pie? ¡Maldición! Esto no puede estar pasando. Me pregunto si será prudente decirles a los demás.
No.
Por lo visto esa persona quiere tigres; Indira y yo solamente. Tampoco es que me sorprenda. Lo mejor será sacarle la información.
-Oye, Indira.
-¡Oh, Shere! Tiempo sin vernos, ¿unas dos horas?
-Escucha, ahora no estoy para bromas.
-De acuerdo. ¿Qué sucede? – se acerca a mí un poco más.
-¿Qué tanto sabes sobre la persona que te trajo aquí? – su cara se vuelve muy oscura.
-¿Para qué?
-Porque parece ser que estamos en problemas.
-¿De qué clase?
-Nos llevarán de aquí a la fuerza.
-¿Sólo eso? Querido, para mí no es algo nuevo. Seguro que para ti tampoco – ese comentario ha punzado algo en mí que desde hace mucho no siento: enojo.
-¡Tal vez para ti no! Pero creo que lastimarán a… los demás – no puedo decirle que perjudicarán a los humanos, eso se vería bastante sospechoso.
-¿Cómo? ¿Encerrándolos en otro lugar? ¡No juegues conmigo! Ambos sabemos que nadie de este maldito lugar te importa.
-Eso no es cierto.
-¿No lo es? – se queda pensando – bueno, tal vez tengas razón. Ahora el punto es saber quién. Me llega Suria a la cabeza, pero no podría asegurarlo. Ya que, alguien como tú, pidiendo información porque harán algo que no es nuevo para nosotros, pero que lastimará a los demás… eso es poco común, demasiado diría yo. Entonces dime, ¿a quién no quieres que lastimen?
Esto se ha vuelto en algo que no puedo manejar. Suria es la primera opción. Ella sí me importa, pero… ahora mismo, Kian…
-Ya la dijiste: Suria.
-De acuerdo, luego descubriré quién. En cuanto a tu petición, no sé mucho sobre él, sólo que está dispuesto a cualquier cosa con tal de recibir lo de siempre: paga, algo muy propio de los humanos. Si tuvo las agallas de llevarme con él, entonces no dudes que lo hará contigo y con cada ser viviente que valga algo. Tiene varias personas a su cargo. ¿Satisfecho?
-Por ahora.
¡Maldita sea! No puede ser…
Esto tiene que ser una maldita broma.
¿Por qué ahora es diferente? ¿Qué es esto?
Y con esas preguntas, anocheció y la llegada de Kian no tardó en presentarse.
-¿Cómo sigues?
-Bien, supongo. Mi papá todavía no llega.
-¿Cómo es que se acabaron metiendo con esa clase de humano?
-No lo sé, Shere Khan. Tengo miedo.
-¿Tú?
-¡Sí, tengo mucho miedo! Quiero que mi papá regrese y que esté conmigo. No quiero que les pase algo malo a ninguno de ustedes.
-Escucha, Kian. Tienes que controlarte, no puedes llorar en estos momentos. Si ven que eres débil, se aprovecharán y no dudarán en usar eso.
***
¿Kian? ¿Acaba de decir mi nombre?
Una sonrisa boba aparece en mi rostro.
-¿Qué sucede? – pregunta con rudeza.
-Tú… me llamaste por mi nombre. Me gustó – eso parece descolocarlo por completo, como si lo hubieran noqueado o algo así. Decido terminar con eso porque creo que le incomodó – Gracias, Shere Khan. Prometo no volver a llorar y prometo que no te pasará nada malo – me acerco lentamente hacia mi precioso tigre y me sostengo con mis rodillas al estar frente a él – te quiero – pongo mis labios sobre los suyos y algo me da cosquillas, es tan suave.
-Bien, pero no vuelvas a hacer eso – se levanta y retrocede un poco. Está muy serio.
-¿No te gustó?
-No.
-Perdón – miro hacia el suelo y ahora el incómodo soy yo. No sabía que no le gustaría, bueno tampoco esperaba que supiera sobre besos. Tal vez de verdad le asqueó – no lo volveré a hacer. Te lo prometo.
-Bien.
-Con permiso. Nos vemos después – Salgo con rapidez y vuelvo a poner todo en su lugar.
Todo está bien, todo está bien.
Cierro la puerta de mi cuarto y antes de darme cuenta, vuelvo a llorar. Shere Khan me rechazó y estoy volviendo a ser débil. No creo que llorar sea lo único que sepa hacer, pero duele.
Sólo unos minutos más y volveré a ser fuerte. Sólo unos minutos más me dejaré ser tan vulnerable como quiera.