CAPÍTULO XXXI: Mi propósito
Me toma un par de segundos volver a acostumbrarme a esta forma. Pero comienzo a sentirme libre y con toda plenitud para defender, por primera vez, a alguien que me importa. Mis músculos se tensan inmediatamente, mis garras y dientes gritan.
Sí, salvaré a Kian de quien sea.
Comienzo a correr en cuanto tengo el rastro. Mi mente sólo se enfoca en llegar a la fuente, en llegar a mi cachorro humano; mi lindo y precioso cachorro humano.
Apenas lo siento cerca, comienzo a desacelerar. Por suerte, la corriente del aire está a mi favor, así que muy probablemente Indira ni siquiera se ha percatado de mi presencia. En mi forma de tigre de verdad es tan sencillo encontrar a Kian y seguro lo será aún más rescatarlo.
Pero tengo miedo a una cosa y sólo una: el final del que me habló Brahma.
¿Qué va a ser y qué se supone que tengo que hacer?
Con cautela, me voy aproximando más y más hasta lograr verlo. Ese humano sigue jalándolo, menos mal que son lentos o de lo contrario ya hubieran llegado a la aldea.
-Yamir, por favor. Mis pies me duelen – veo hacia donde dice que le duele y noto un poco de sangre. Sin mencionar que su blanco cuerpo ya está lleno de tierra y algunos raspones.
Supongo que, no podré asesinar ni a Yamir ni a Indira. Por mí, lo haría sin pensarlo, pero no creo que Kian quiera que acabe así.
Y pensar que sigo cambiando por ese pequeño, en serio quiero complacerlo, no quiero que me vea como un depredador; lo soy, pero no frente a él.
-Tranquilo, Kian. Ven, súbete a mi espalda – lo noto arrodillarse, y en eso, aparece Indira.
-¿Es que eres tan estúpido? Deja que él vaya solo – gruñe levemente para indicar que esa no es una sugerencia, sino una orden.
-Se lastimó por mi culpa, es justo que al menos lo cargue un rato – sin más, pone a Kian en su espalda y comienza a caminar. Pero mi furia crece cuando veo cómo sus manos acarician sus muslos y ascienden rápidamente para sujetar sus nalgas.
-ah – se queja sorprendido Kian- me hubieras dicho y me subía más yo solito.
Mi autocontrol está desapareciendo. Quiero arrancarle los dedos a ese humano en este instante.
Y lo veo, el momento exacto en el que tengo que reaccionar. Todos están dándome la espalda, perfecto para tomar a Kian sin que lo vean venir.
-¿Qué rayos…? – dice el humano al momento en el que me lancé sobre él para tomar a Kian y ponerlo atrás a de mí - ¿cómo es que…?
-¿Shere Khan? – pregunta mi pequeño humano, comenzando a acariciar mi costado.
-Shere, querido. Dime, ¡¿a qué diablos estás jugando?! – grita Indira al verme de nuevo en mi forma animal – simplemente parece una broma de mal gusto. Es imposible que así como así vuelvas – pretende hacer que me separe de Kian, pero me voy haciendo para atrás para que ni el otro humano ni ella puedan volver a quitármelo – a no ser que hayas hecho un trato sagrado. Francamente jamás había visto algo así, los dioses suelen ser bastante…meticulosos, dicen. Pero mírate, seguro vas a, o ya sacrificaste algo muy valioso para ti con tal de regresar a esta forma.
-¿Cómo es que sabes sobre eso?
-Podré no criarme en la selva, pero eso no me hace ignorante. La manera en la que lo supe, no te la diré nunca – seguimos acechándonos.
-Kian – lo miro de reojo y noto su carita asustada, pero sin soltar mi pelaje – tranquilo.
-Shere…
-Indira, no empieces una pelea que sabemos jamás podrás ganar.
-¿De verdad? Veamos – cuando menos lo pienso, se lanza contra el otro humano – vamos, Kian, observa cómo mato y me como a tu “amigo”.
-¡No! – sin preverlo, mi cachorro humano corre para rescatarlo. Y es en ese momento, que Indira se quita para que Yamir vuelva a tomarlo.
-Escucha, tigre – habla el humano – sí, yo soy el responsable de que pierdas a Kian. Si no fuera por mí, probablemente hubieran vivido felices por siempre. Pero no será así.
-Ya escuchaste, Shere. Además, tu ojo ya quedó inservible, ya no puedes ver nada con él. Y todo por culpa de este humano. ¿No es terrible? Si tan solo no existiera, ni siquiera estaríamos aquí. ¿No lo odias, Shere? ¿No odias a ese humano? Míralo, es como todos los demás de aquí; egoísta, cruel…
-Justo como tú. Esa es la razón por la que te sientes tan cómoda con ellos, ¿no es así?
-Tal vez. Bueno, para qué mentir, sí. Personalmente ya a veces no me siento como un tigre. No le veo nada de malo, pero sé que sigo siendo un animal que le sirve a tan despreciable criatura. Y lo que tú pretendes es mil veces peor que volver a convivir con ellos; aparearte, ¿aparearte en serio? Me genera náuseas.
Me empiezo a preparar para atacarla, ya nada me importa que no sea liberar a Kian. Pero antes de que pueda perforar su piel con mis garras, la escuchó chillar.
-Vuelve con nosotros.
Indira comienza a quemarse, pero contrario a lo que pienso, empieza a hacerse pequeña y más pequeña hasta que sólo es una bola de pelos anaranjados y negros.
Todos nos quedamos en silencio.
-¿Indira? – pregunto lentamente para comenzar a acercarme a ella. Ha vuelto a ser un cachorro.
-No más.
Todo comienza a sentirse cálido. Y presiento que esta será la última vez que vea a Brahma, quien yace frente a mí, tomando a Indira en sus brazos.
Al principio me quedo sorprendido por esa acción, pero después comprendo que tal vez a esto se refería con el final de todo.
-¿Ahora qué sucederá? – le pregunto tranquilamente, con un peso en mi pecho.
-Indira volverá a nosotros para ser criada con amor. Tú te quedarás en esta forma. Y Kian, olvidará todo – abro mis ojos ante la noticia. No, no quiero que me olvide. No se supone que sea así.
-¿Qué? No, por favor.
-Shere, este es el final. El único camino para que todo vuelva a su equilibrio natural. No debiste de hablarle a ese humano jamás. Desde el inicio, este ha sido tu castigo divino por desobedecer las normas. Deja que el humano regrese con los suyos sin el dolor de tu abandono.
-Pero… - mi voz se empieza a quebrar.
-¡No! ¡Shere Khan! – Kian, ante el asombro del otro, logra soltarse para ponerse a mi lado – quiero estar contigo – su voz suena dulce y triste - Te amo, Shere, te amo mucho. No me dejes – lo veo llorar para después abrazarme con fuerza – quédate conmigo – me dice quedito acariciando mis orejas.
Pero la mirada de Brahma me dice que esa ha sido su declaración final. Que quiera o no, así serán las cosas. Después de todo, él sabe por qué hace eso.
Lo que tal vez no sepa, es que Kian se llevará la poca felicidad que he logrado sentir.
-Tranquilo, Kian. No recordarás este dolor, no me recordarás y estarás bien – muevo mi cabeza, intentando reconfortarlo.
-¡No, Shere! – lo siento aferrarse todavía más a mí - ¿por qué tiene que ser así?
-Porque el mundo necesita un equilibrio y esto, nosotros, lo rompemos sin pretenderlo.
-¡No me importa el equilibrio! Podemos juntos…
-Y mira lo que hemos causado – me alejo poco de él para mirarlo a los ojos – discúlpame, jamás debí hablarte, jamás debí desearte ni mucho menos amarte como lo hago ahora y como lo seguiré haciendo. Brahma hace lo correcto, mereces ser feliz y yo merezco el castigo. Ambos estaremos bien – le sonrío con esfuerzo y con mucho pesar – lo prometo.
-No digas eso, no otra vez – seca sus lágrimas – lo entiendo, en serio. Pero no quiero. Vas a sufrir, lo sé, no quieras mentirme – se sienta en el suelo, manteniendo su cabeza gacha.
En ese momento, volteo con Brahma para indicarle que lo haga.
-Jamás amaré a nadie que no seas tú, aunque no me recuerdes, siempre tendrás el amor que creí no poder dar nunca – comienzo a lamer su carita con cariño. Se incorpora dándome un beso en mi hocico y después de mi frente – Te amo, Kian – le digo volviendo a ver sus hermosos ojos y memorizándolos para mantenerlos vivos; apreciándolos por última vez, junto con esas bellas manchitas que jamás pude quitarle por más que le lamiera.
Ah, debí de apreciar aún más su sonrisa. Jamás la volveré a tener frente a mí.
-¿Shere Khan? - Sus ojos se tornan negros y su respiración se acelera. Sabe que todo regresará a su sitio y comienza a llorar con más fuerza – te amo, te amo, te amo – cada palabra se vuelve más débil que la anterior para al final, dejarme a un cachorro humano durmiendo.
Lo contemplo con tristeza durante unos segundos.
-¡Llévatelo de una maldita vez! – le grito al humano con furia, intentando ocultar todo el dolor que me azota sin piedad - ¡Ya! – rujo con ira para darle la espalda.
Sólo escucho cómo lo carga y comienza a correr de ahí en dirección a la aldea.
Y esa cabellera rojiza, semejante a la mía, es lo último que veo de mi amor.
...
-En cuanto lleguen, el otro humano lo olvidará todo.
-Sabes que no te rogaré para que me hagas olvidar también, ¿cierto? – escucho cómo saca un bufido para posteriormente, irse desvaneciendo.
Este es mi castigo.
Al final, sigo solo. Y así me encargaré que siga siendo. No dejaré que nadie más se acerque a mí, no tendré piedad de ningún otro ser vivo y mucho menos de los humanos.
Sin querer, todo mi odio comienza a tomar forma. Todo mi odio se enfoca en ese cachorro humano que también acompañaba a mi Kian. Si también olvidará todo, me encargaré de hacerle sufrir y todo cachorro humano que se parezca a él, también será víctima de mi odio.
No olvidaré con un único propósito: odiar a los cachorros humanos que me recuerden al bastardo que logró apartarme de Kian. Atacaré toda aldea humana. Haré que me teman, que odien a los tigres tanto como yo a ellos.
Esta ceguera que acompaña a mi ojo, es la prueba de la crueldad humana.
Mi propósito será dejar mi huella y una herida tan profunda en las familias humanas, que sea visible en sus ojos, por siempre. Hasta el día de mi deceso.